"Mi padre falleció en la Unidad de Paliativos del Hospital de la Cruz Roja de Gijón durante la tarde del 12 de junio de 2015. Había cumplido setenta y dos años un día antes. Yo no estaba con él. Me había marchado de su lado poco después del mediodía, cuando mi madre llegó a darme el relevo en el cuidado de su agonía.
La última imagen que conservo de mi padre vivo es la de un hombre que hace un gesto repetido aunque ambiguo, tocarse el pecho con ambas manos, como si estuviera reconociendo una culpa o buscándose los latidos del corazón. Su mirada está fija en la única ventana que hay en la habitación. Y lo que esa mirada contempla es intrascendente, un paisaje alejado de cualquier epifanía en la hora del adiós. La muerte es aquí un asunto prosaico".
Tendría que pararme a pensar en el número de libros que he leído de Menéndez Salmón y, sin embargo, no necesito pensar para afirmar sin equivocarme que los he leído todos. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, No entres dócimente en esa noche quieta.
No entres dócilmente en esa noche quieta.
La vejez debería delirar y arder cuando se cierra el día;
Rabia, rabia, contra la agonía de la luz.
Aunque los sabios al morir entiendan que la tiniebla es justa,
porque sus palabras no ensartaron relámpagos
no entran dócilmente en esa noche quieta.
Los buenos, que tras la última inquietud lloran por ese brillo
con que sus actos frágiles pudieron danzar en una bahía verde
rabian,
rabian contra la agonía de la luz.
He borrado de mi memoria, dice cuando no se adentra en el terreno y yo me pregunto si eso es cierto o simplemente lo omite pero no puede evitar nombrarlo. Hasta que de repente ya no importa porque me doy cuenta de que este libro no trata de un padre fallecido. Este libro trata de un hijo que ha convivido con la idea de tener un padre muerto y ni así, por muchos años que hayan sido, estaba preparado para esa vida. Y tampoco para esa muerte. Ni para lo que significa. Porque esos años de convivencia le han hecho pensar sobre el tema, pero no como un filósofo, sino como un hijo que ya no es hijo, que ahora es solo padre. Con todo lo que ello implica.
Los locos que atraparon y cantaron al sol en su carrera
y aprenden, ya muy tarde, que llenaron de pena su camino
no entran dócilmente en esa noche quieta.
Habla Menéndez Salmón en este su último libro de todos sus fantasmas. De sus miedos, sus temores, sus esqueletos (al menos de los que ha querido airear) y va perdiendo línea a línea en estas apenas doscientas páginas el pudor al hacerlo. Y si el pudor vuelve, recurre a su padre para volver a desnudarse un puñado de palabras más tarde.
Los solemnes, cercanos a la muerte, que ven con mirada deslumbrante
cuánto los ojos ciegos pudieron alegrarse y arder como meteoros
rabian,
rabian contra la agonía de la luz.
Y tú mi padre, allí, en tu triste apogeo
maldice, bendice, que yo ahora imploro con la vehemencia de tus lágrimas.
No entres dócilmente en esa noche quieta.
Rabia, rabia contra la agonía de la luz.
No entres dócilmente en esa noche quieta es un libro más que privado, personal, que leí con prisa y luego disfruté con calma. Puede que no sea para todos los públicos ya que carece de hecho de una trama definida, pero hay libros ante los cuales, ¿quién la necesita?
Me acabo de dar cuenta del número de veces que he escrito la palabra búsqueda en esta entrada. Así de profundo bucea su autor.
No sé si lo he dicho, pero leed a Menéndez Salmón.
Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias.
"No entres dócilmente en esa noche quieta"
Dylan Thomas
Me anoto al autor como tu recomendación, pero no empezaré con este libro.
ResponderEliminarYo estoy leyendo un libro de relatos de Matheson :-)
Besos.
Con sólo leer el principio ya lo he rechazado porque me han venido tristes recuerdos del fallecimiento de mi padre.Esata semana me he dedicado a escribir y he dejado aparcado mi libro.Besicos
ResponderEliminarYo entro en la semana con "Romanticismo" de Manuel Longares. Pero este de Menéndez Salmón ha llamado mi atención y quiero leerlo, no sé si en esta o en la próxima pero me has herido con tu reseña y no voy a tener más remedio que buscarlo.
ResponderEliminarGracias por darme a conocer a un autor para mí desconocido hasta hoy
Abrazos
YA te he comentado que estoy leyendo "Niños en el tiempo" siguiendo tu recomendación, y de momento esoty tan metida en la lectura que me cuesta mirar hacia otro libro ahora mismo.
ResponderEliminarLo anoto, claro, porque me está gustando tanto su estilo....
Besos.
Pues me anoto al autor, porque no he leído nada suyo y tiene muy buena pinta.
ResponderEliminarBesotes
¡Hola!
ResponderEliminarEs la primera entrada que leo sobre este libro, pero, vamos, no necesito más. Me lo apunto. Además, no me resultará difícil empatizar con el autor.
Ahora mismo estoy terminando Un hombre del norte, de Arnold Bennett.
¡Un saludo!