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viernes, 29 de mayo de 2020

La tela de araña. Joseph Roth


     "Paladeaba el ocultarse como si de néctar refrescante se tratase. Se fue hacia un rincón oscuro y estiró en los bolsillos los dedos de la mano. Al mismo tiempo fue inclinando el cuerpo hacia delante. Sin advertirlo estaba adoptando la posición de acecho de su araña".      

     Volver a Roth es como volver a casa de forma periódica, como ir a un balneario de letras en el que las aguas tranquilas sanan heridas de otras prosas. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, La tela de araña.

     Conocemos a Theodor Lohse, un oficial alemán afectado por la desmilitarización impuesta a Alemania tras la Primera Guerra Mundial. Ahora vive con su madre y sus hermanas y siente que lo rechazan por no haber tenido el decoro de morir como un héroe en la guerra, y desubicado tampoco parece tener mucho más que hacer que tutelar a un hijo de judíos. Sintiéndose menospreciado y desubicado no tarda en caer en el nacionalsocialismo alemán.

     Esta primera novela fue publicada por entregas en el diario Arbeiter-Zeitung entre los meses de octubre y noviembre de 1923, siendo publicada su última entrega (que no el final de la novela) apenas un par de días antes del putsch de Múnich. De este modo se gana la fama de profética una novelita en la que la inestabilidad de la República de Weimar queda reflejada en una sencilla prosa y con un poderoso protagonista.

     Theodor es un personaje llave, un ser complejo que se gana la simpatía del lector para después granjearse su desprecio. Un hombre nacido para el ejército que se ve relegado y se siente despreciado se convierte en el gran embustero. Roth construye una fachada que nos engaña para ocultar a un ser vil y aprovechado que carece de muchas de las cualidades inherentes al ser humano dificultando la lectura de su maravillosa prosa al obligarnos a seguir los pasos de Lohse. Dicen que Roth no estaba contento con esta novela, que él cuando era preguntado citaba Hotel Savoy como la primera dejando en el olvido a La tela de araña y creo que puedo entender por qué. Yo señalaría su parte final en la que el giro, por supuesto esperado, se precipita dejando al lector con ganas de más sin que ello desluzca en absoluto la trama, más bien al contrario, tuve la sensación que querer venganza tanto como la quisieron otros durante este período y tuvieron en cambio que conformarse con lo que se les ofrecía. De este modo, más que algo profético yo veo en esta novela una lección de vida, un aviso sobre lo difícil que puede ser detectar a determinadas personas viles y mezquinas que se ocultan bajo una fachada incluso amable y conformista. Esas personas, parece mostrarnos Roth, para cuando se quitan la careta, nos muestran un lado terrible que el autor recrea en fantásticas descripciones.

     He visto citar esta novela muchas veces como ejemplo de que había quien estaba viendo lo que se venía encima a Europa. También he visto como la citan para hablar de una generación que ante el desencanto se deja tentar por una posición extremista. Y luego he leído la novela. Y me he encontrado a un personaje mucho más cercano a Eichmann que a un desencantado embaucado, he visto caer una máscara y aprovechar una situación para dejar salir la verdadera naturaleza amparándose en cualquier excusa posible. Y de todas las excusas posibles, las extremas son las que proporcionan el paraguas más grandes. Cada libro pertenece al lector se sumerge en sus páginas y yo aquí dejo la muestra de mi lectura. Una lectura grata que recomiendo sin dudarlo. Roth es una apuesta segura.

     La tela de araña es un librito magnífico con una historia ambientada en un momento convulso de la historia más reciente de nuestro continente. Pero más allá de eso, es un personaje difícil de olvidar y una buena opción para acercarse al autor de La leyenda del Santo Bebedor. Aunque en este caso no sea una novela tan amable.

     Y vosotros, ¿a qué escritor consideráis un puerto seguro?

     Gracias.

miércoles, 27 de mayo de 2020

Mujeres que no perdonan. Camilla Läckberg


     "Cuando su marido entró en el cuarto de estar, Ingrid Steen disimuló el objeto que tenía en la mano y lo escondió entre los cojines del sofá. Tommy pasó de largo. 
     Tras dedicarle una sonrisa fugaz y mecánica, prosiguió en dirección a la cocina. Ingrid oyó que abría la nevera y buscaba dentro, cantando entre dientes The River, de Bruce Springsteen".

     Llegan las novedades y también los nombres sonados, era de esperar tras el confinamiento. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, "Mujeres que no perdonan".

     Conocemos a Birgitta. Ingrid y Victoria. Tres mujeres distintas que se ven unidas por un sentimiento común. Todas se sienten sometidas por sus maridos. Y todas han pensado en la mejor forma de librarse de ellos: el asesinato perfecto.

     Esta vez Läckberg se decanta por lo autoconclusivo para relatarnos la historia del asesinato perfecto. Para ello nos presenta a tres mujeres opuestas, una es una joven rusa que huye de su país tras haber tenido un contacto demasiado cercano con la mafia y temer por su vida. a través de una web que pone en contacto a solteros con futuras esposas conoce a su marido, un hombre que no duda en tiranizar la vida de la joven impidiéndola no solo la huída, sino también llevar una vida social normal. Otra es una periodista que ha dejado una brillante carrera para ser madre y esposa y, si bien lo hizo de común acuerdo, ahora no tiene tan claro no haberse equivocado, sobre todo porque su marido es partícipe de una sociedad laboral machista que no la valora y en lo privado tampoco la respeta. La última es una profesora que padece en casa los abusos de su marido mientras da clases a niños enamorándose de cada familia feliz. Tres mujeres, tres historias, un momento social que les permite buscar una liberación y la opción del asesinato como opción elegida. Aquí la autora no duda en dejar claro que son las opciones elegidas y que todas ellas pueden tener opciones mejores y, por supuesto, legales. Será cuestión del lector decidir si son más o menos culpables en sus actos. Porque, eso ya os lo digo, no hay inocentes en la nueva novela de Camilla Läckberg.

      Con un desarrollo ingenioso y tres voces que se cruzan nos irá dando cuenta de cada situación para apresurarse en la ejecución de cada crimen. Y es que, si bien es una novela negra, a mi personalmente me ha tenido pendiente de una carambola secundaria. Lo que también os digo es que cada uno se verá libre de enjuiciar a cada protagonista y, como antes comentaba, para mi no hay buenos.

     Mujeres que no perdonan es un libro entretenido que se postula como una buena opción para quienes no quieran comenzar una serie. Sirva de acercamiento e incluso como germen para seguir con la autora.

     Y vosotros, ¿preferís las sagas o los libros independientes?

     Gracias.


   

lunes, 25 de mayo de 2020

Kim Ji-young, nacida en 1982. Cho Nam-joo


     "Kim Ji-young tiene treinta y tres años. Se casó cuando tenía treinta y tuvo una hija hace un año. Vive de alquiler en un apartamento de unos ochenta metros cuadrados, dentro de un megacomplejo de edificios residenciales de la periferia de Seúl, con su marido, Jeong Dae-hyeon, que tiene tres años más que ella, y su hija, Jeong Ji-won. Él trabaja en una empresa tecnológica no muy grande y ella renunció al empleo que tenía en una pequeña agencia de relaciones públicas cuando dio a luz. Él vuelve del trabajo casi a medianoche, e incluso acude a la oficina los fines de semana, en sábado o en domingo. Ella se encarga de cuidar a su hija, sin nadie que la ayude, porque sus suegros viven en Busan y sus padres llevan un restaurante. La niña, desde que cumpliese un año el verano anterior, acude a la guardería que está en la primera planta del edificio donde viven y se queda allí toda la mañana".

     Este libro se publicó provocando un enorme revuelo en Corea. Una economía avanzada, una sociedad, en teoría, no tan lejana,  y un libro que provoca una revolución. Aquellas mujeres con una vida públic que dijeron que lo habían leído fueron atacadas en las redes, las voces en contra del libro afirmaban que era una visión sesgada y muy negativa frente a aquellas otras que hablaban de un libro que reflejaba la realidad de una sociedad discriminatoria. Por todo ellos no me puede resistir, y hoy traigo a mi estantería virtual, Kim Ji-young, nacida en 1982.

     Kim Ji-young es un nombre común para una mujer común. Tiene 33 años y vive a las afueras de Seúl junto a su marido y su hija. Lleva una vida común, de ama de casa y madre sin llamar mucho la atención y mira de reojo hacia aquel trabajo que le gustaba y tuvo que dejar. Nada en especial. A fin de cuentas, hasta su nombre propio es algo común.

     Una de las cosas que primero llaman la atención de esta novela es la elección del autor para conseguir que el lector perciba el realismo que esconde su historia. No habla de gente conocida, no busca un entorno determinado que podamos conocer, no. en este caso cuaja el libro de notas en las que nos da porcentajes que muestran que lo que la protagonista vive es algo demasiado habitual. De este modo no tardamos en ver que no estamos ante un simple relato de ficción, en todo caso estamos ante el relato de una vida que de tan común ni siquiera se mira dos veces. El reflejo de una desigualdad socialmente aceptada y no planteada por el conjunto pero sí sufrida de manera individual. A nosotros, que no vivimos este tipo de situaciones ni nos disculpamos por tener hijas y no hijos pero recordamos estudiar sobre tiempos pasados en los que se vivían situaciones semejantes, nos resulta casi una novela de terror. En cambio parece que a las mujeres de Corea les ha ayudado a dar visibilidad al modo en que viven, como si en lugar de una novela esto fuera un reportaje de investigación, demostrando así una vez más que el poder de la literatura puede resultar sorprendente incluso en los tiempos de internet. De hecho, la literatura Coreana sobre mujeres, y escrita por mujeres, está acaparando la atención de medios y lectores en los últimos tiempos (muestra de ello son títulos como La vegetariana o Por favor, cuida de mamá) y atravesando fronteras en medio de debates encendidos sobre sus desigualdades sociales y la disconformidad que muestran las protagonistas de dichos libros.

     Sin embargo y para no dejar que el fondo difumine al libro, hablemos de la novela. Con un potentísimo comienzo polifónico en el que la autora da voz a diferentes mujeres, no tardamos en sumergirnos en la vida de Kim Jo-young. El libro va separando las etapas de la vida de su protagonista desde el momento en que nace hasta la actualidad. Una mujer que vemos sometida al "pórtate bien" y viviendo a la sombra de distintos hombres hasta que en un momento dado pone en su boca las palabras de otras mujeres (para preocupación de su marido que piensa en mandarla al médico), como si este fuera el único modo de expresar lo que le hierve dentro. Y si el comienzo es potente y el juego de voces espléndido, poco hay que añadir salvo que el final, amargo, nos recuerda que no estamos leyendo ficción. Podría explicar ahora las situaciones cotidianas de Kim Ji-young, pero de puro simples, es mejor acercarse a ellas. Solo así se entiende cómo una vida común puede resultar tan impactante como la de un héroe o villano.

     Kin Ji-young, nacida en 1982 es una novela que me ha gustado, me ha hecho pensar, comparar con nuestro pasado y presente y también me ha hecho diferenciar entre lo que podía creer que era y lo que realmente es. Y que me ha dejado preguntándome, por qué no decirlo, en la parte de la escritora que estará reflejada o no en la novela.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

lunes, 18 de mayo de 2020

El músico ciego. Vladímis Korolenko


     "Nadie lo advirtió al principio. El niño tenía la mirada oscura, incierta, que tienen los niños durante algún tiempo. Pasaron los días y semanas; sus ojos se hicieron brillantes; el globo del ojo quedó más saliente, pero el niño no movía la cabeza hacia los rayos de luz que entraban por la ventana mezclados con el alegre canto de los pájaros y con el murmullo del follaje de las hayas que adornaban el jardín".

      Me gusta mucho la literatura rusa y, gracias a Dios, aún me restan mil títulos por descubrir. Hoy traigo a mi estantería virtual, El músico ciego.

     Conocemos a Piotr Popelski, hijo de una familia acomodada que nace ciego para desesperación de su madre. Con una madre sobreprotectora que quiere evitarle sufrimientos por su condición y un padre que se desentiende del chico, Piotr verá en la figura de su tío una puerta para la vida.

     Korolenko es de esos escritores suyo nombre aún no resuena entre los grandes rusos pero que, una vez uno lo lee e investiga, descubre que es igualmente apreciado y valorado fuera de nuestras fronteras que otros cuyo nombre está aquí encumbrado. Digo esto porque tiene algo de encanto el sentirse descubridor aunque luego uno compruebe que, más que descubrir, lo que hizo fue salirse un poquito apenas de los nombres habituales. El caso es que así llegué a este hombre. Y así conocí a Piotr.

     El músico ciego es una novela corta que trata de la superación personal, la vida y la necesidad de encontrar eso que llaman un sitio para conseguir avanzar. Una persona invidente en Ucrania en el siglo XIX podía tenerlo muy complicado. Si además la familia opta por aislarlo para evitar que note lo que le falta, para evitar que desee ver una nube, para evitar... podemos imaginar la existencia a la que tanta protección lo estaba llevando. Y por eso aparece el tío Maxim. Por eso y porque como buen tullido sabe lo que es hacer frente a la vida para lograr superarse y avanzar. Y será esta figura decisiva para que Piotr salga a la vida. Eso y una flauta que un día resuena por culpa de un criado y que hace que el joven despierte de un modo u otro. Y es que Piotr, pronto se observa, está dotado para la música. Korolenko nos lleva junto al joven a ir descubriendo las sensaciones de la vida. Con un estilo que es puro romanticismo nos dejará alguna de las descripciones de la naturaleza más hermosas que he leído y eso teniendo en cuenta de que hay una privación sensorial que se hace patente a lo largo de la novela. Una novela que abarca el crecimiento del niño al joven y aún un poco más. Una novela en la que veremos como Piotr se abre al mundo y como ese mundo le muestra la belleza y el amor lo que hace a su vez que el joven comience a vivir plenamente. Resulta por eso fascinante la capacidad de Korolenko para conmover al lector, para conseguir que todos seamos un poco ese niño y para que, al igual que él, abramos los ojos y veamos, aunque no en la sencilla forma literal a la que estamos acostumbrados. Y todo ello con una belleza y una plasticidad, con un estilo único propio de las tierras rusas que tanto me gustan.

     El músico ciego es una novela magnífica, un descubrimiento que os invito a realizar augurándoos un enorme placer durante su lectura.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

sábado, 16 de mayo de 2020

La paradoja


      Hace mucho tiempo me dijeron que la prensa evita dar noticias de suicidios porque estos pueden afectar a la población. La verdad, nunca me molesté en comprobarlo, pero recuerdo que durante una semana, o tal vez un par de días, me fijé en si leía noticias al respecto en la prensa. Creo recordar que no vi. Si eso es cierto diría que pasa un poco como con la venta de los libros digitales. Parece que es fácil e incluso hay que hablar de ello porque es un problema la piratería, que se hace evidentemente en formato digital, pero nadie recuerda o parece querer recordar, que algunos compramos este tipo de libros. Lo cierto es que incluso tienen mala fama. Que si son caros, que si el DRM, que si no los puedes prestar ni te los pueden dedicar... todo el mundo parece coincidir en que hay que comprar libros en papel. Pero el caso es que durante el confinamiento esa opción se vio más que restringida y la subida en las ventas de los ebooks ha sido salvaje. Que digo yo que eso es una buena noticia ya que no nos hemos lanzado todos con un parche en el ojo a páginas del tipo bajateaquíeselibroqueibasacomprar.bytheface pero en cambio a muy pocos medios parece haberles importado. Y es que durante este confinamiento se han visto las caras los unos y los otros y las líneas intermedias se han convertido en una zona difusa por la que saltar alegremente.
   
     Nos decían que había que hacer pedidos a las librerías, que Amazon es el mal. Y supongo que nadie ha recordado que hay escritores que solamente publican en Amazon porque no quieren o pueden llegar a otra vía de publicación. Que sí, que si no pueden es porque no han pasado un filtro... salvo que vendan muchos libros y luego la editorial se fije en ellos y lleve a su casa lo que antes estaba únicamente en territorio enemigo. Reflexión esta del filtro que me lleva a considerar ese caso en el que todos los libros publicados por las editoriales son buenos. Ya... Creo que sobre este punto no hay mucha discusión. Empezando porque bueno y malo suele ir asociado en el caso del lector al me ha gustado o no, y eso es una valoración absolutamente subjetiva que ha convertido en superventas auténticos truños (según mi opinión).
      El ebook era caro, decía. Y nos hablaban del IVA, que se lo han bajado. Estamos todos impacientes por ver en qué medida va a afectar esta bajada a nuestros bolsillos, ¿verdad, chicos? Un IVA que había que bajar porque si algo hemos aprendido, como ya apuntaba en la crónica anterior, es que los libros son como el pan: un alimento primordial e indispensable. No voy a meterme más con el precio, aunque pienso que no es justo el criterio de repartición y que los libros de tal o cual editorial parezcan tener un precio medio sin importar el escritor firmante cuando yo le doy más valor a quien escribe, que al color de la cubierta. Pero el caso es que si son alimento para el alma, me sorprende esa sensación de que siendo indispensables a la vez son un lujo. Y es que las mismas personas que se colocan la bandera del defensor del libro necesario son las que luego parecen no valorar el dinero que un lector se gasta en una propuesta que tal vez no merezca la pena porque como comida, huele a rancio. Y sí, todos contribuiremos y este año, en lugar de la foto en la playa que diga "aquí, sufriendo" que se empezaba a poner por estas fechas, toca poner la foto de "aquí, alimentando el alma" y la librería en la que hemos comprado de fondo. Pero sigo preguntándome si no hay que pensar que quizás el comprante es camarero o cocinero o dependiente, y tal vez sus ingresos se hayan visto mermados tanto como los de los libreros a los que ahora hay que apoyar. Y quizás, solo quizás, un bono cultura tampoco vendría mal, ya que garantizaría que lo gastas en cultura y le da un pequeño margen al lector. No sea, dicho esto de paso, que dicho lector decida acudir a una librería de segunda mano: para algunos son el nivel dos del infierno, justo por detrás de Amazon. Y también yo me pregunto si son los mismos que luego hablan de la cuesta de Moyano o de los buquinistas de París.

     Hoy he leído que la cultura ha demostrado su importancia en tiempos de confinamiento porque la gente ha acudido a ver exposiciones sin moverse de casa y ha visto más películas y ha leído, y de algún modo me ha sentado mal que la cultura sea algo a lo que acudir cuando no hay otra cosa que hacer o cuando no se puede hacer otra cosa. Quizás, al final, el problema sea que detrás de tanta defensa sigue existiendo un poso de superficialidad o de elitismo en el que ni los mismos defensores confían en lo que dicen más allá del titular que logran. Porque de lo que se ha tratado muchas veces en estas semanas, es de conseguir un titular. O en su defecto intentar meter el dedo en el ojo de aquel que lo ha conseguido.

      Me despido con una pregunta tonta, ¿verdad que estáis todos impacientes por descubrir las novedades literarias de esta obligada rentrée? ¡Y qué decepcionante está siendo! Yo esperaba toda una fiesta de publicaciones en los suplementos culturales anunciando a bombo y platillo los grandes títulos que iban a llegar y hasta el momento lo que más he visto es como escriben sobre "los libros del confinamiento". De verdad, imaginad por un momento: "Venga, voy a coger un libro para distraerme de todo esto que vivimos. Y ¿qué libro cojo? ¡Pues sobre el confinamiento, hombre! ¡Pues claro que sí, no vaya a ser que se me olvide que tengo el pasillo desgastado de tanto caminar! ¿Qué? ¿Que ahora puedo salir? Pues me leo sobre el 'confi', que es lo mejor para mi síndrome de Estocolmo"...
Sin más.

miércoles, 13 de mayo de 2020

Cosmética del enemigo. Amélie Nothomb


     “Soy una persona extremadamente formalista. Actúo según una cosmética rigurosa y jansenista…..La cosmética, ignorante, es la ciencia del orden universal, la suprema moral que determina el mundo”.
     Pocos son los libros que me restan de leer de esta mujer y cuando me los tropiezo ni lo dudo. Hoy traigo a mi estantería virtual, Cosmética del enemigo.

     Conocemos a Jérôme Angust en el aeropuerto. La megafonía anuncia un retraso en su vuelo y es en ese momento en el que un hombre llamado Textor Texel se sienta a su lado y comienza a hablarle, a contarle su vida, ¡y qué vida! Y no parece haber forma humana de desmotivar a este desconocido.

     Como lectora diferencio el relato de la novela por su extensión. Y he puesto el corte en cien páginas. Por lo tanto estaríamos ante un relato largo en este caso ya que no llega a las cien páginas pese a que el tamaño de letra de mi edición es considerable. No digo que eso sea un problema, pero si los libros excesivamente voluminosos se juzgan al peso, entiendo que hay que hacerlo también con aquellos que son escuetos. Pese a todo, ya os adelanto, yo le hubiera restado unas cuantas páginas del final.

     En esta ocasión y para tan poca extensión la autora ha tirado de recursos para ir dejando pistas al lector por toda la novela sobre ese final que algunos tildan de sorprendente. Los nombres, las referencias, la cosmética y los escritores aludidos nos hablan casi más que los propios personajes (y si tenemos en cuenta que la novela se basa en la conversación entre ambos, eso significa que hay mucho que decir al respecto). Desde el título que habla de cosmética, de orden y belleza y también de engaño, hasta la referencia a los roles de cada personaje que viene dada por su nombre, he disfrutado de este libro. La pena es que más o menos hacia la mitad Nothomb parece empezar a perder pie y dejar que el caos haga acto de presencia en una buena idea que, pese a no ser la primera vez que veo representada en la literatura, siempre me ha parecido atractiva.
       Es evidente que esta reseña tendría un tono mucho más distendido si hablase libremente del secreto que encierra el libro, pero también lo es que estropearía su lectura al menos parcialmente. Con todo si os puedo decir que el tema central de la novela es la moral. Tanto la de sus personajes como la del propio lector que decide a qué lado posicionarse. Y la os lo adelanto, uno de ellos es un asesino. Esta inclinación del lector es lo interesante de la novela que divaga sobre el pecado y la culpa, sobre la conciencia y la propia mente, y lo hace en forma de endiablada conversación en el lugar más impersonal del mundo: un aeropuerto. Apuntaría además a que no es trivial la elección del lugar ya que no importa el lugar ni el destino, lo que importa aquí es el instante que se refleja del camino.

      Como decía al comienzo de esta reseña, pese a ser un libro corto considero que le sobra alguna página del final y es que, descubierto el pastel, no es necesario que la autora de vueltas a un tema que estaba concebido para que fuera el lector quien lo pensara. Eso le hace quizás perder impacto, al menos en mi caso en el que el desenlace no ha provocado sorpresa pero si ese placer extraño que suele ir unido a la anticipación.

      Cosmética del enemigo es una novelita entretenida que seguro gustará mucho más a quienes no se hayan iniciado con Nothomb o lo hayan hecho levemente y es que, aunque la escritora tiene un innegable talento, sus habituales nos vamos acostumbrando a sus giros y ya cuesta más sorprendernos.

      Y para vosotros, ¿hay una extensión mínima para una novela?

     Gracias.


lunes, 11 de mayo de 2020

Plegarias atendidas. Truman Capote



     "No puedo olvidarla, sentada en su salón perfectamente decorado, con sus bellos ojos enrojecidos por la ginebra y las lágrimas, asintiendo y asintiendo con la cabeza una y otra vez, tragándose cada una de las palabras mezquinas que me inspiraba la ginebra y todas las culpas que yo le echaba por el fracaso de mi libro, por mi derrota, por mi frío infierno. Y ella asentía y asentía con la cabeza una y otra vez, mordiéndose los labios, conteniendo cualquier muestra de venganza y tragando, porque, mientras ella era fuerte porque estaba segura de sus dones, yo era débil y paranoico porque no estaba seguro de los míos, y porque ella sabía que una verdad repentina que me dijese sería mortal " 

     Si ahora llego y digo que Truman Capote es uno de is escritores favoritos no sorprendo a nadie. La única opción que me queda es sorprender con títulos suyos menos conocidos. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Plegarias atendidas.

      Capote mezcla ficción y realidad en un libro en el que un huérfano se las ingenia para codearse con la alta sociedad (suciedad), para ya sea en clave o de forma totalmente reconocible, mostrarnos las idas y venidas en el mundo de nuestro protagonista; que pasa desde pobre huérfano hasta puta de alta gama. No deja títere con cabeza en un libro cuyo pago se dice que fue tan elevado que tuvo que realizarse en acciones.
     Ya desde la salida a la luz de los primeros capítulos no dejó a nadie indiferente, granjeándolo tremendas enemistades y odios. Jones es, sin duda alguna, un personaje para recordar, pese que no estamos frente a un libro del calibre de "A sangre fría", nos encontramos con un hombre frío y manipulador dispuesto a lograr su objetivo a cualquier precio en una obra por la que desfilan mil y un personajes que reconocemos rodeados de otros que creemos reconocer, deleitándonos con cada toque personal que imprime a todos sus libros.
 "Se derraman más lágrimas por las plegarias atendidas que por las no atendidas", 
     Capote cita a Santa Teresa, siendo el único personaje santo del libro. De hecho es más que fácil dejarse llevar por las opiniones e impresiones del autor, que no duda en dejar claro su parecer sobre cualquiera que asome por sus páginas y hacer una crítica directa a un mundo que no sabría decir si era realmente así o, en caso de serlo, si ha cambiado algo. Eso es ya una cuestión personal, pero lo que queda lejos de cualquier duda es que estamos ante un libro francamente divertido, por mucho que su protagonista nos muestre su tendencia al drama desde la primera página.

     Plegarias atendidas no es el mejor libro de Capote, pero me he divertido mucho releyéndolo durante la cuarentena.

     Y vosotros, ¿con qué libro empezáis la semana?

      Gracias

miércoles, 6 de mayo de 2020

Diario del año de la peste. Daniel Defoe


     "Todos los que podían ocultar su malestar lo hacían, para evitar que los vecinos rehuyeran su presencia y se negaran a conversar con ellos, y también para evitar que las autoridades clausuraran sus casas; amenaza que aunque todavía no era cumplida, pendía sobre la población, en extremo asustada ante la sola idea del asunto".
     Siempre digo que hay escritores a los que terminamos conociendo por una sola obra y que eso es un error. Hoy traigo a mi estantería virtual, Diario del año de la peste.

     Entre los años 1664 y 1666 la peste se convirtió en un gran problema. Ciudades como Londres fueron arrasadas por la enfermedad y se hizo necesaria la necesidad de protección. En esta suerte de crónica, a ratos dura, a veces cruel, Defoe nos cuenta lo sucedido sin escatimar detalles. Hubo muertes e hijos abandonados, casas que eran clausuradas sin importar demasiado si había sanos junto a los enfermos y sacrificios masivos de animales. Hable de gente que cuidaba a otros y también de egoístas que ocultaban su enfermedad. Habla, en definitiva, del género humano.

     Estaréis pensando que no elegí el momento adecuado para leer este libro. Ya lo sé. Pero uno no elige siempre los libros que le apetecen. A veces, simplemente, se cruza en su camino y eso determina que sea su momento. Eso me sucedió con esta crónica descarnada de una enfermedad. Y creo que ha sido una lectura positiva porque ha resultado inevitable la comparación de momentos y actitudes. Como comento en la sinopsis el libro tiene mucho de actitud del género humano y refleja por ello muchas formas de actuar que oscilan de lo estúpido a lo egoísta. Narrado en forma aproximada Defoe consigue a través de su protagonista y utilizando de forma eficaz una cronología sin marcas, que olvidemos que estamos ante un relato de ficción. Pero no nos confundamos, decir que es un relato de ficción no significa que no hubiera esa epidemia en Londres. De hecho en el año 1665 murieron unas 100.000 personas de una población estimada de 200.000 debido a la peste en esa ciudad. Lo que sucede es que el autor solo contaba con 5 años cuando eso sucedió. Por eso se dice que se basa en los diarios de su propio tío, Henry Foe.

     La novela es detallada, como ya nos tiene acostumbrados el autor, pero evita caer en sentimentalismos. Eso no significa que seamos inmunes a lo que nos relata en ella y que no vayamos a sentirnos molestos con aquellos que muestran desprecio por el bienestar ajeno o conmovidos por esos otros que deciden ayudar a los demás. En realidad al contrario. Quizás, lo reconozco, por el momento en el que estamos se me ha antojado una lectura que ha ratos me ha conmovido. La sola mención de las cifras me daba a pensar en las nuestras complicándome la tarea de permanecer impasible. Defoe no solo da cifras y habla de cadáveres amontonados o de ricos que huyen a las casas de campo sin importar si iban a extender una infección que habían importado de Holanda. Más allá de eso, el autor en este diario, da muestras de una suerte de rigor periodístico que es de los elementos más destacables de la obra. Y también de que el ser humano ha cambiado entre poco y nada durante los últimos siglos. No cuesta imaginar a esas personas en la actualidad porque hemos visto como actuamos. Y eso, junto con el tono que impera en la novela y que parece buscar una cierta distancia para mostrar cada palabra como un hecho consumado, lo convierten en un libro imprescindible.

     Tal vez no sea el momento adecuado para mucho para leer Diario de la peste, o tal vez sea justo lo contrario. De lo que no cabe duda es de que merece la pena. Anotadlo.

     Decidme, ¿habéis comprado ya algún libro?

     Gracias.

lunes, 4 de mayo de 2020

Nueve perfectos desconocidos. Liane Moriarty


     "Yao       

Estoy bien —dijo la mujer—. No me pasa nada. 
       A Yao no le parecía que estuviese bien. 
       Era su primer día como enfermero de emergencias en prácticas. Su tercera visita a domicilio. Yao no estaba nervioso, pero se encontraba en un estado de alerta extrema porque no podía soportar cometer siquiera un error insignificante. De niño, los errores le hacían llorar sin consuelo y aún le provocaban calambres en el estómago.  
      Una única gota de sudor se deslizaba por el rostro de la mujer, dejando un rastro de baba de caracol por encima de su maquillaje. Yao se preguntó por qué las mujeres se pintaban de naranja la cara, pero eso no era relevante. 
      —Estoy bien. Quizá no sea más que un virus de veinticuatro horas —añadió ella con un leve acento de Europa del Este.  
      «Fíjate bien en tu paciente y en su entorno», le había dicho Finn, el supervisor de Yao. «Piensa que eres un agente secreto en busca de pistas para realizar un diagnóstico».
     Debo de ser de las pocas personas de este mundo que no han visto Big Little Lies, pero es cierto que tanto ver el título en boca de todo el mundo me llamó la atención, así que hice lo propio: buscar el libro. Al final no me tropecé con el que daba nombre a la serie, pero sí con una opción de la misma autora. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Nueve perfectos desconocidos.

     Conocemos Tranquilium House un complejo que, según su propia propaganda, puede cambiar la vida de sus huéspedes en sólo diez días. El lugar está regentado por Masha, una inmigrante rusa que guiará a nueve perfectos desconocidos en el camino del cambio a traves de ayunos, paseis, análisis y batidos.

     He contado una brevísima sinopsis y no he hablado en ella de lo más importante del libro: los huéspedes. Y es que Masha es, evidentemente, un personaje principal, pero los huéspedes forman la segunda parte de la novela. Así es como conocemos a Frances, esa gran novelista que se ha visto trastocada tras un triple rechazo y que pondrá el toque de ironía a la novela, el matrimonio formado por Jessica y Ben, Tony, el futbolista que perdió su forma física, el matrimonio formado por Heather y Napoleón, que acude junto a su hija Zoe para intentar sobrevivir a la muerte del hermano gemelo de esta y un par de huéspedes más que cubren el resto de "diversidad adecuada para un libro de entretenimiento", a saber: la mujer cuyo marido abandona por otro más joven y el abogado gay.

     Con estos ingredientes y un lento comienzo la autora se balancea entre hacernos preguntas existenciales o buscar que las respondamos como si fuéramos integrantes del spa, entretenernos e incluso sacarnos alguna sonrisa y no sé si sorprendernos ya que, aunque la novela tiene giros, estos resultan bastante predecibles.
     Moriarty lleva a estos urbanitas a un balneario, recurso ya utilizado y famoso en la literatura, para componer un retrato de grupo al que le falta convicción pero muy entretenido. Supongo que si ahora me pongo a pensar de qué trata la novela en realidad, poco puedo añadir a lo que puse en la sinopsis, y es esa falta de fuerza lo que caracteriza la historia. Pero, también hay que decirlo, que son a veces esos libros que parecen no tratar de nada, los que nos llevan hasta las últimas páginas sin que nos demos cuenta. Y eso es lo que sucede con Nueve perfectos desconocidos, es una lectura amable y entretenida que aporta poco al lector salvo ese entretenimiento. De hecho he leído no hace mucho que, siguiendo la estela de Big..., esta novela también va a tener su adaptación a la pequeña pantalla, y seguramente en ese formato sea mucho más atractiva. He dejado una pequeña pista respecto a uno de los puntos relevantes de la trama, pero no desvelaré cual. Aunque aquellos que la hayan leído, estoy segura de que han recogido claramente la huella del lodo.

     Nueve perfectos desconocidos es una opción agradable para pasar un rato entretenido. Sin más.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

sábado, 2 de mayo de 2020

Crónica



     Durante estas semanas he optado por parar el blog, pese a que tuve algún momento errático en el que incluí alguna entrada porque me resulta imposible estar sin leer. Sin embargo, entendía que de poco sirve recomendar un libro cuando todas las librerías estaban cerradas. Ya sé que uno podía pedir un libro, pero a mi no me terminaba de convencer eso de hacer salir a una persona mientras yo me quedaba en mi casa por precaución. Con el tiempo he visto que ese miedo a poner en riesgo a nadie se ha ido perdiendo y que repartidores y palomas eran los habitantes más comunes de las ciudades. Así que me atrincheré en mi casa tras hacer una compra como para alimentar a todo marte, recogí mis libros pendientes y los que quise comprar el día A, y me dispuse a pasar dos semanas que se han convertido en cuarenta y tantos días.
     En este tiempo en el que las noticias culturales pasaban muchos días por una sección similar a las necrológicas he podido ver que mucha gente se rasgaba la camisa pidiendo que el libro, ese alimento para el alma tan importante, fuera considerado tan necesario como el pan. Queda muy bonito marcarnos como un país intelectual lleno de lectores. Es más, hubo unos días en los que no había videoconferencia sin librería al fondo. Yo me imaginaba esa casa en la que vivían dos o tres personas, con móvil todos ellos, esperando turno para colocarse ante la librería igual que hace unos años se esperaba ante el único teléfono fijo del domicilio. Pero sigamos con los libros... La gente parecía necesitar leer en las redes, en twitter lo reclamaban (curiosamente, tres mensajes después, o tal vez antes lo mismo da, algunas de estas personas se lamentaban de no poder concentrarse para leer mientras recomendaban tal o cual serie de alguna plataforma) hasta que los libreros empezaron a explicar que no tenían muchas ganas de exponerse a un contagio y que tampoco tenía mucha lógica abrir cuando la población estaba confinada. Los libros, en fin, esos polémicos objetos. La trama avanza, como tiene que ser, y los lectores reclaman ambas cosas. Ahora queremos que el libro sea el pan del alma pero también queremos cuidar a nuestros libreros y vamos todos a apoyar a las librerías cuando salgamos (que algún librero me diga el apoyo de junio, cuando pase el mes) y así fue como pasamos de querer llenar las redes de cultura para ponerlas bonitas a organizar un apagón cultural para que se fastidien. Véase aquí que efectivamente leer aporta madurez y sensatez. Las editoriales, que también existen, comenzaron con iniciativas culturales que iban de abaratar libros o incluso ponerlos gratis en su versión digital, cosa que algunos vieron como regalar (genios ellos ya que era gratis) o bajar el valor de algo tan importante, hasta donar una parte del precio a la librería en la que lo hubieras comprado. Iniciativas a montones y cada una con sus quejas, porque si la grande puede y yo no, que si ponen esto de este modo porque se aprovechan de, que si el niño no me come y que si la abuela fuma. El culebrón nos tenía en un sin vivir. Los críticos no criticaban y las páginas culturales se llenaban de planes para el confinamiento que, a su vez, contenían museos y obras de teatro clásico y películas de cine europeo porque todas estas cosas son, como bien sabemos, el top del entretenimiento. ¿Y qué pasa con los escritores, dónde están? Pues en casa, claro. Ya lo vimos a medida que empezaron los directos (yo he llegado a pensar que los directos de instagram eran como la réplica de un terremoto pero aplicado a la pandemia) en los que nos hablaban de sus libro, nos recomendaban otros y nos daban su opinión sobre la pandemia. Ahí hubo una segunda división: ahora escribo porque cuando lo hago es como estar confinado y Dios mío, quién puede escribir así. También dieron su opinión sobre el tema porque escribir parece que faculta para dar opiniones con más sentido, como también lo hace, por ejemplo, ser un famoso futbolista. Lo que nadie les preguntaba era qué iba a pasar con sus novelas paradas, sus ingresos detenidos y su situación sin fecha a la vista. Y si se preguntaba era de esa forma en la que incluyo que tengo ganas de leerte, no con interés por el bienestar. Una pena, podría uno pensar, pero uno resulta que es lector.

    Y, entre todas estas cosas, el lector también ha sido olvidado y su disponibilidad económica ya no contemos. ¡Ayudemos a este, al otro y al de la moto! ¡Venga, compremos libros que son el pan del alma! Y oye, que sí que vale, pero que habrá que comprar pan. Del de siempre, digo.
   Y ahora, ¿qué nos queda ahora? Pues ahora parece que todo el engranaje literario se ha puesto en marcha, ya hay fechas y catálogos nuevos. Ahora toca que los que querían librerías abiertas cumplan y que quienes hablaban de buenos libros los publiquen. Porque la mejor manera de atraer a un lector, es con un buen título, y es más fácil matar a un alma lectora por intoxicación que por inanición. Y respecto a esto.... ya hablaremos.

     Gracias.

     PD: Aunque nadie me pague, esta no crónica seguirá no vayan a pensar nuestros queridos recomendadores, por ejemplo, que su silencio ha provocado que nos olvidemos de ellos.