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jueves, 28 de febrero de 2019
La apariencia de las cosas. Elizabeth Brundage
"Esta es la granja Hale."
Ahí está el viejo establo de ordeño, el resquicio oscuro que dice encuéntrame.
Esta es la veleta, esta, la pila de leña.
Ahí está la casa, hervidero de historias".
A veces una buena cubierta te lleva a comprar un libro antes incluso de leer su sinopsis. Luego lees la promo y esperas un thriller espectacular. Lo que no sabes, es que sigues sin saber de qué trata el libro. Hoy traigo a mi estantería virtual, La apariencia de las cosas.
Conocemos la granja Hale. En ella aparece asesinada una mujer, Catherine, con un hacha para más datos. Deja una hija de 3 años y a un marido, George, sobre el que se posan las miradas. Sin embargo no es la primera vez que esa casa se ve tocada por la tragedia ya que sus anteriores propietarios también murieron en ella: se suicidaron dejando tres hijos.
Qué mejor novela para que te engañe la promo que una titulada La apariencia de las cosas. Es algo en lo que caí a medida que iba leyendo. También pensé que, para estar en una novela con un cadáver en las primeras páginas, poco o nada tenía que ver con los thriller a los que estamos acostumbrados. Aún hoy lo pienso y sonrío. Qué apropiado el título elegido para que suceda algo así. Y es que, si bien es cierto que hay un crimen, también lo es que la investigación no será como acostumbramos, una carrera contra reloj detrás de un sospechoso con giro mortal en las últimas páginas. Tampoco necesitaremos un detective entrado en años y en kilos. El detective, ya os lo anticipo, es el lector.
Brundage escribe una novela con varias voces y que se mueve con saltos en el tiempo para contarnos la historia de la casa, o lo que es lo mismo, de las familias que la habitaron. Así conoceremos a los Hale, los apuros que viven en la granja y su dramático final. Y también a los nuevos propietarios, George y Catherine. Compran la casa, con más entusiasmo por parte de George que de su esposa, aprovechando el buen precio. Y empezamos a adentrarnos en el carácter de cada uno. Catherine es una esposa casi como definición, una mujer sumisa que no alza la voz a la que deseamos ver espabilar mucho más rápido de lo que lo hace y George... George es el absoluto protagonista. Nos describen sus luces y sus sombras, las distintas versiones de un hombre en función del lugar en el que se encuentre y la persona que lo esté mirando, y nos hacen dudar una y otra vez sobre quién es realmente. Porque sí, también le da voz a él, pero si cambia ante los demás... ¿por qué no modelarse para el lector? Y los demás. Su familia, sus amigos, sus vecinos, el sheriff, los hijos de los anteriores propietarios que también pasarán a formar parte de esta historia. Todo al final son relaciones y personas. Y Brundage, en su afán por convertirnos en investigadores, nos obliga a prestar una atención extra retirando los guiones de los diálogos. No vale una lectura superficial, no puedes despistarte de lo que te cuenta porque la novela da un retrato que, pese a jugar con creencias de casas malditas, se ajusta y mucho a la realidad. Las relaciones tóxicas, las mujeres que quedan a la sombra de los hombres a los que acompañan pero cuya vida interior y, muchas veces, aquello que llegaron a saber, son más importantes que esos hombres. Y es que, si decía que George se alzaba con el protagonismo, quienes cautivan aquí son las mujeres, ellas son las que consiguen despertar la empatía del lector, que olvida el crimen, el final de Catherine y lo que puede implicar y se zambulle a conocerla. Catherine, nos dice la autora, es la persona que George nunca vería.
Una de las cosas que más me ha sorprendido es la facilidad con la que se llega a leer esta novela una vez te acostumbras. Los cambios de perspectiva, de tiempo, los diálogos tan particulares... no entorpecen una novela que lleva un ritmo lento, que no es un thriller, pero que no por ello deja de ser una gran historia.
La apariencia de las cosas es una novela sobre una casa, sobre las personas que vivieron en ella. Y también sobre lo complejo que resulta conocer a una persona. Me ha gustado. Repetiré.
Y vosotros, ¿también os encontráis libros que no se parecen a sus promos?
Gracias.
miércoles, 27 de febrero de 2019
Ponte en mi piel. Emma Lira
"Yo no nací. Puedo decirlo ahora, que domino el lenguaje. No nací porque mi nacimiento no requirió de mi voluntad. A mi me nacieron, aquella noche de luna llena y cumbres recortadas. Me nacieron con culpa y con vergüenza".
La Bella y la Bestia es una de esas películas que, por el momento en que la vi, le guardo especial cariño. Supongo que por eso me interesó esta novela que decía basarse en la historia de quienes inspiraron el cuento. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Ponte en mi piel.
Conocemos a Guancancha, un niño cubierto de pelo convirtiéndose así en una suerte de monstruo rechazado o temido en Tenerife. Su nombre más humano es Petrus Gonsalvus y no tarda en terminar siendo un presente en la corte de Enrique II, lugar en el que provocará el miedo y el rechazo de unos y el interés de otros. El propio monarca se encarga de darle una educación y un status para muchos incomprensible. Allí conoce a Diana, hija bastarda del rey, primogénita que será reconocida como legítima y amiga y confidente de Petrus. Juntos vivirán las intrigas de palacio llenas de sangre y traiciones, y también de lealtades y bodas acordadas. Un lugar en el que los estrategas pueden tener el aspecto de cualquiera y dar más miedo que el hombre cubierto de pelo.
Es curioso como hasta las historias más inverosímiles pueden tener una base real. En este caso, mucho más que una base. Emma Lira ha decidido mostrar la historia que oculta La Bella y la Bestia y convertirlo en una novela que tiene un pie fuertemente asentado en los sucesos reales, pese a que haya tenido que rellenar los huecos que no se han documentado, bien por suceder en la más estricta intimidad o porque no hay testimonio escrito de ellos. Sin embargo, uno lee las intrigas de la corte, las guerras de religión, los tratos que se hacían en la cama o en las iglesias, y no tiene duda alguna de que todo eso sucedió. De hecho, lo que más llama la atención es que la pare que más achaca el cerebro a la fantasía es la existencia de Petrus, algo que a todas luces sucedió de verdad, así como sus relaciones y amores.
El Renacimiento fue una época curiosa, el oropel y lo exquisito se mezclaron con las galerias de curiosidades y los bufones de las cortes tenían una posición privilegiada ane los reyes. Por eso no es extraño que un niño nacido en Tenerife, terminase en la corte de un rey y más en la de Enrique II ya que su esposa Catalina de Médicis gustaba de lo exótico y lo místico hasta el punto de tener como invitado al mismísimo Nostradamus. En un momento de guerras en el que la religión era una tensa vara de medir, la sombra de la brujería se proyectaba hasta las habitaciones de la reina, y es esta la historia que nos cuenta Emma Lira. Esta novela es más corte que cortejo, pese a que la historia de amor protagonizada por Petrus tiene un peso en la historia y, particularmente en la última parte. A fin de cuentas, uno no puede escribir la historia de la "Bestia" sin hablar de la "Bella", pero ya sea por mis gustos o por mis intereses, esa es la parte de la novela que menos captó mi atención.
Las noches silenciosas en las que se enviaban señales, las ofensas y las guerras dialécticas que comenzaban ya en las guarderías reales en una lucha sin tregua por alzarse con el ambiciado trono de Francia, son relatadas por la autora con la ligereza adecuada para que el lector se interese. La política se dosifica tanto, que Emma se basa en los hecho más que en la planificación de estrategias, las despacha con unas cuantas líneas porque lo que nos quiere mostrar es la vida de palacio. Así consigue convertir su historia en una ventana a otra época que nos parece casi otro mundo pero que no debemos olvidar, no es un cuento de hadas. El hecho de que esté narrada a tres voces, una de ellas la del propio Petrus y las otras dos las pertenecientes a las dos mujeres que marcarían su vida, hace que el lector se implique con los protagonistas, que participe de sus sentimientos, aciertos y errores, pese a que no siempre les comprendamos, ya que en algunos momentos quedan desdibujados.
Las bestias, como se dice varias veces a lo argo de la novela, pueden tener un aspecto hermoso. Y aún así, la autora evita hábilmente la sensación de moralina que uno puede temer ante una historia de este tipo.
Ponte en mi piel me ha gustado. Se sale de mis lecturas habituales pero ha sido una novela que me ha durado apenas un par de días y la he terminado más que satisfecha. A veces no es malo salir de la zona de confort.
Y vosotros, ¿alguna vez os aventuráis con novelas que se salgan de vuestra línea habitual?
Gracias.
martes, 26 de febrero de 2019
El miedo. Gabriel Chevalier
"El fuego se incubaba ya en los bajos fondos de Europa, y la Francia despreocupada, con trajes claros, sombreros de paja y pantalones de franela, echaba el cierre a sus equipajes para irse de vacaciones. El cielo era de un azul sin nubes, de un azul optimista, terriblemente caluroso: no cabía temer más que una sequía".
Así comienza una novela aún desconocida para la mayor parte de los lectores. Hoy traigo a mi estantería virtual, El miedo.
Conocemos a Jean Dartemont, quien se alista en el ejército francés con 19 años. Soldado en la Primera Guerra Mundial, la Gran Guerra y será su voz la que nos cuente esa guerra, su paso por instrucción, por batalla, testigo desde las trincheras, herido, granadero y, sobre todo, humano.
Sin ser unas memorias, el autor se basa en su propia experiencia para escribir esta novela. Publicada en 1930 fue acusado de antipatriota por lo que en ella relataba y, si bien es cierto que da el contrapunto perfecto a Sin novedad en el frente, una se hizo famosa y todos la conocemos y esta en cambio ha quedado oculta por el paso del tiempo. Y cuando digo contrapunto no me refiero al espíritu de las novelas, ambas claramente antibelicistas, sino al hecho de estar narradas desde frentes opuestos. Cuanto menos, una curiosidad para los lectores.
Chevalier habla con la voz del soldado raso que está en las trincheras, que va al frente y es herido, que pasa por una instrucción más que mediocre y que se da cuenta de que los altos cargos no tienen mucha idea de lo que tienen que hacer mientras juegan con las vidas de los soldados.
El autor nos cuenta la guerra desde dentro, no habla de planes y de emboscadas realizadas por un enemigo perenne cuyo aliento vemos en las páginas. En esta novela el aliento se siente, pero el de las vidas. El aliento del compañero y también el del enemigo, el aliento que ya no tienen los muertos cuyos rostros permanecen en el suelo como muestras del horror que es la guerra. Aquí no se trata de héroes ni de grandes rescates, es una novela sobre las personas y los sentimientos en una situación límite como es la guerra. Chevalier se olvida de esas guerras de corte heroico, casi romántico, y opta por dar una visión cruda de la realidad. Una realidad terrible que hace que quienes lo viven se muevan en una atmósfera llena de demonios, que convivan con un miedo que provoca que les alivie salir de la batalla aunque sea por estar heridos, ofreciéndoles así una tregua al horror propio, y que también les puede llegar a impulsar a actuar llevados por la partes más oscuras de sus corazones.
"Le voy a decir la gran ocupación de la guerra, la única que cuenta: he tenido miedo".
El miedo es una novela excepcional que ha sido injustamente olvidada con un corte antibelicista y un realismo que abre los ojos a los lectores a la realidad de lo allí sucedido. Casi, casi, imprescindible.
Cada vez hay más novelas que hablan de la guerra, particularmente de la Segunda Guerra Mundial, y a veces tengo la sensación de que tanta ficción ya sea o no dramática, desdramatizan los sucesos reales, como si quedaran empañados por dicha ficción. Aún así, me confieso lectora de guerras. Y vosotros, ¿sois lectores de guerras?
Gracias.
lunes, 25 de febrero de 2019
Los lobos de Praga. Benjamin Black
"Hoy pocos recuerdan que fui yo quien encontró el cadáver de la desdichada hija del doctor Kroll tendido en la nieve aquella noche en el Callejón del Oro".
De vez en cuando John Banville se viste de negro bajo el nombre de Benjamin Black y cambia de registro. Hoy traigo a mi estantería virtual la última novela en la que lo ha hecho, se trata de Los lobos de Praga.
Conocemos a Christian Stern cuando recuerda lo sucedido hace tres décadas. Era el año 1599 y él tenía veintitantos años cuando llegaba a Praga. Era un joven erudito, con interés por la alquimia y ganas de forjarse un nueva vida en la ciudad, pero la primera noche quiso la mala fortuna que se topase con el cadáver de una mujer joven. La joven resultó ser la hija de alguien importante y Stern fue detenido en un primer momento para no tardar en descubrir que el mismísimo emperador Rudolph II había soñado con la llegada de una estrella... y parece creer que la estrella es él. De la prisión a las intrigas de la corte, las tensiones sexuales y de poder y los asesinatos en la noche de Praga y la búsqueda de un asesino cuya caza salvaría al joven Stern de toda sospecha.
Esta vez Black ha dejado de lado su saga negra para meterse en una novela histórica en la que fusionar el estilo de sus dos vertientes literarias: la narrativa de Banville y la fiereza de Black. Ambas se confunden en las páginas de una novela que dibuja un retrato despiadado de un emperador y una ciudad llena de sombras y secretos por las que moverse. Mezcla para ello personajes reales, con o sin juego de letras en sus nombres, con otros creados expresamente para la novela, logrando de este modo que el lector sienta la decadencia y abyección de una época que quedaría marcada por la Guerra de los Treinta Años. El protagonista, detenido y con un futuro negro, es salvado por el supersticioso emperador y elevado a las intrigas de la corte, en las que es más bien un patán y que le permiten desarrollar unas conclusiones diferentes a las de quienes participan del circo. De hecho, las observaciones, caualidades y giros son una constante durante la parte central de una novela que no aspira a ser trepidante y se toma su primer cuarto en arrancar presentando a cada uno de los integrantes más importantes de la trama. Sin embargo, si uno se ara a pensar, sucede en estas novelas lo mismo que en las protagonizadas por Quirke y es que la ciudad en la que se ambientan termina por alzarse como la gran protagonista debido a la magnifica labor de ambientación del autor. En este caso además, Banville ya había visitado la ciudad y la época en su novela Kepler, basada en el matemático y astrónomo de Rudolph, así que ha sido casi una revisita a la época y ciudad.
Black juega al detective farsante que bebe y es despistado, cuya situación parece empeorar a ratos y que hace soltar alguna sonrisa al lector más por el tono de sus recuerdos que por los hechos acaecidos y de este modo, sin darnos cuenta, nos ponemos de su lado deseosos de conocer el final de la novela. Lo curioso es que más que querer conocer la identidad del asesino, lo que nos termina por interesar son las intrigas de poder, las luchas a media voz dentro del palacio, que hacen que el hilo más negro quede a grandes ratos eclipsado.
Los lobos de Praga es una novela que acerca los nombres de Banville y Black hasta conseguir difuminar la línea entre ellos en muchas de sus páginas. He disfrutado mucho de su lectura, quizás porque Quirke nunca ha sido de mis detectives favoritos.
Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias.
lunes, 18 de febrero de 2019
El estilita. Uri Costak
"Contaban los que decían que lo vieron que el rayo fue una de las descargas más electrizantes que jamás habían caído del cielo; que el pueblo, por un instante que pareció suspenderse en el tiempo, quedó iluminado como si fuera de día, colmado de un intenso resplandor que se extendía sobre las paredes, desplegándose alegremente por las calles del casco antiguo.
Contaban los que decían que lo oyeron que el posterior estallido del trueno pareció arrastrar consigo todo lo que lo rodeaba; que los muebles de las casas más viejas sufrieron una sacudida tan inusual que algunos, incluso, se movieron de habitación".
Nunca había oído la palabra estilita hasta que, hace unas semanas, me preguntaron si sabía lo que era. Eso captó mi atención y por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, El estilita.
Viajamos a conocer un pueblo francés llamado Gyors de la Montagne, un lugar que se ha hecho conocido por una escultura situada sobre una columna en el centro de su plaza mayor y por la historia del Conde Italo Rodari a quien representa dicha escultura. Quiere la desgracia que, durante una tormenta, un rayo caiga sobre la estatua destrozándola y dejando la columna sin reclamo y al pueblo sin turistas. Cuando el alcalde Pierre Laville comenta su preocupación con su ayudante Serge, poco espera encontrar a un hombre subido en lo alto de la columna. Inmóvil. Observando el mundo desde las alturas sin decir palabra.
El estilita es un cuento para adultos que no pierde de vista su carácter de cuento en el tono en el que está narrado. Un cuento de esos que tienen incluso moraleja, solo que al ser para adultos, cada uno elige la moraleja que ve en él: es decir, puede quedarse con la visión del estilita, con la del alcalde o con la de la sociedad. Pero empecemos por el principio, os haré la misma pregunta que me hicieron a mi, ¿ya sabéis lo que es un estilita?
Los estilitas eran monjes cristianos que vivieron en el Medio Oriente durante el siglo V y que pasaban su vida en una plataforma situada en lo alto de una columna. Pero ya no estamos en el siglo V y ahora apenas nadie sabe lo que significa esa palabra. Y justo eso es lo que sucede también en esta historia.
Costak nos sitúa en un lugar cualquiera y, lo único que hace, es subir a un hombre a una columna. De hecho, el protagonista de su novela lo único que hace es subirse a la columna. No da discursos, no proclama, no protesta, ni siquiera le importa si la gente le mira o piensa oponer resistencia alguna a bajar. Es más, él mismo dice que estará allí subido mientras se lo permitan. Y eso es lo más chocante de su historia. ¿Qué hacer ante algo así? Para la clase política representa un problema. a gente se fija en él y desalojarlo, si es que eso puede hacerse de una columna, podría ser un suicidio ante los electores a quienes llama la atención. Sobre todo porque los medios de comunicación comienzan a fijarse en ese hombre. Para la oposición, en cambio, puede ser un arma arrojadiza perfecta si encuentran a las suficientes personas a las que moleste este hombre, y en el mundo en el que vivimos es fácil encontrar a personas molestas con casi cualquier cosa. ¿Y la gente? La gente mira hacia arriba, a lo alto de la columna, y se pregunta qué hace ese hombre allí. La gente va, da vueltas, lo mira, se pregunta sus motivos y, cómo no, se compra una camiseta. Porque eso es lo que hace la gente, ¿no?, parece decirnos el autor: comprarse una camiseta.
Hasta aquí son los hechos que nos presenta Costak y a partir de aquí la reflexión es nuestra. En un librito pequeño que me ha recordado a Jane Teller desde las primeras páginas, existe un momento para que nos paremos a pensar qué creemos nosotros que sucedería y cómo una única persona por el simple hecho de subirse a una columna sin hacer nada más, puede movilizar a un pueblo entero, a un sector social, en una sociedad de prisas y carreras.
Acercarse a leer El estilita supone llegar al acuerdo de saber que no estamos ante una simple novela. Saber que a mitad de la historia es la que construiremos nosotros al leerla. Saber que la vida a veces se trata de observar, y aceptar que seremos nosotros quienes, desde nuestra altura de dioses de los mundos creados, observaremos lo que sucede en esta historia sin mediar palabra.
Me ha gustado. Me gustan las rarezas. Si a vosotros también os gustan, no lo dejéis pasar. obre todo porque no pienso contaros qué sucede con el hombre que sube a la columna, aunque me interesaría saber lo que creéis que puede suceder.
Y vosotros, ¿on qué libro comenzáis la semana?
Gracias.
viernes, 15 de febrero de 2019
Flores sobre el infierno. Ilaria Tuti
"Una leyenda gravitaba alrededor de aquel sitio. Una de esas que se adhieren a los lugares igual que un olor persistente. Se decía que a finales del otoño, antes de que las lluvias se convirtieran en nieve, el lago alpino exhalaba siniestras emanaciones".
Estamos en febrero, así que vamos con otro de los que dicen "thriller del año", un concepto cada vez más habitual en las promos de los libros. Hoy traigo a mi estantería virtual, Flores sobre el infierno.
Conocemos a la comisaria Teresa, una mujer de edad ya madura y con un peso personal a su espalda, cuando se solicita su presencia en una pequeña aldea de la zona de los alpes. el motivo es la aparición de un cadáver desfigurado y con los ojos arrancados. Su sorpresa es mayúscula al encontrar junto al salvaje ataque, una puesta en escena extremadamente cuidada que le hace pensar que no va a ser la única víctima. Contará además de con su equipo habitual, con la ayuda de un joven inspector recién llegado que no sabe cómo hacer para congraciarse con ella.
En un segundo hilo conoceremos un lugar llamado la Escuela. Allí llegan niños que son tratados de una forma muy peculiar...
Estamos ante un thriller de corte clásico con muerto en las primeras páginas en el que la autora ha sustituido al clásico detective divorciado y con alguna adicción por la que viene siendo la opción natural en los últimos tiempos. Una mujer con una sobrecarga emocional que lucha por su puesto y por ser tratada como un policía más y no como "una" policía. Los tiempos cambian y se aprecia también en los protagonistas de las novelas negras, aunque si soy sincera, me gustaría que los demonios que se les ponen a estas mujeres tampoco vinieran marcados siempre por el sexo al que pertenecen. Pese a esta apreciación personal, tengo que decir que Teresa se come la novela. La autora apuesta fuerte por este personaje y le otorga una profundidad y un poder sobre la trama que hacen que sea el eje principal sobre el que gira toda la historia. Y lo hace sin que se resienta ese segundo hilo en el que, evidentemente, ella no participa.
De este modo el lector, que no tarda en tener una idea sobre la relación entre ambos hilos, comienza una búsqueda del asesino conociendo los mismos datos del presente que la protagonista.
La autora busca un lugar casi idílico para ambientar su novela y luego lucha para no convertirlo en un lastre a base de descripciones, consiguiendo de ese modo no lastrar una novela que huye del término trepidante al optar por el conocimiento psicológico de las mentes enfermas que disfrutan provocando dolor y muerte. No olvida tampoco la importancia de la empatía en las investigaciones, tanto hacia las víctimas como hacia los testigos e incluso ante los posibles culpables, ya que solo así uno puede intentar comprender e incluso anticiparse a los acontecimientos.
La historia fluye sin mayores complicaciones reservando un par de giros poco sorprendentes pero muy satisfactorios y eso, en un momento en el que en este tipo de novelas parece que lo único que importa es sorprender incluso sacrificando la credibilidad, es lo que más me ha gustado del libro: la coherencia. Desconozco si asistiremos a más casos, pero reconozco que no me importaría que así fuera y continuar conociendo a este grupo de policías.
Flores sobre el infierno ha resultado una novela entretenida y satisfactoria de la que he disfrutado bastante. Os recomiendo descubrir a Ilaria Tuti. Alfaguara se va consolidando como una opción a tener muy en cuenta en este tipo de novelas.
Y vosotros, ¿os dejáis deslumbrar por las fajas y las promociones?
Gracias.
miércoles, 13 de febrero de 2019
Un invitado inesperado. Shari Lapena
"La carretera se curva y retuerce de forma inesperada a medida que sube y se adentra en las Montañas de Catskill, como si cuanto más se alejara de la civilización, má insguro se fuera volviendo el camino".
A veces, sobre todo en invierno, uno no busca más que entretenerse. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Un invitado inesperado.
Conocemos el hotel Mitchell's un lugar idílico entre las montañas para pasar un fin de semana romántico. Allí se juntan los huéspedes en mitad de una tormenta, no son muchos ni el hotel tiene muchos trabajadores debido a la ventisca. En realidad está siendo atendido por n padre y su hijo. No tarda mucho en aparecer el primer cadáver generando una gran tensión. A fin de cuentas, si están incomunicados, el asesino deberá de ser uno de ellos... ¿o no?
Si continúo diciendo que no será el primer cuerpo en aparecer en el hotel y que no tienen luz ni teléfono... estoy segura de que la inmensa mayoría de vosotros ha pensado en Agatha Christie. Y también que esa es la intención de la autora en esta novela que perfectamente podría haberse concebido como un homenaje a aquellas tramas con las que muchos hemos disfrutado durante horas.
El hotelito romántico en la montaña, la ambientación cálida y unos huéspedes que esconden secretos y se miran unos a otros mientras se van tejiendo relaciones obvias y otras no tanto entre ellos, y cadáveres que se descubren entre gritos en mitad de la noche y el sonido del viento. Y sospechas. Muchas sospechas porque cualquiera puede ser el asesino. Incluso puede no ser ninguno, así que la intriga está servida y Lapena orquesta la novela como una partida de Cluedo en la que va señalando uno a uno a quienes considera que pueden ser nuestros sospechosos para ir dejándonos sin ellos.
De este modo consigue una novela entretenida, casi de sobremesa, en la que ha puesto por delante la diversión a todo lo demás. Poco importa si no ha trabajado demasiado los perfiles, o si guarda información para ir dándola en la última parte. Tampoco parece importante... casi nada en realidad. Solo de este modo consigue que el lector continúe leyendo sin plantearse nada de lo expuesto. Y así, para cuando uno quiere darse cuenta, descubre que se ha terminado en dos tardes el libro, con pequeño giro final incluido buscando una sonrisa cómplice.
Sin embargo hay un problema, y es que si te quieres medir con Agatha Christie... peleas con una sombra enorme. Y quizás por eso, y por la ausencia de una figura como Marple o Poirot, uno termina con regusto descafeinado, como si le faltara algo a la historia. Una historia que somos conscientes olvidaremos en no demasiado tiempo, sin que ello nos preocupe ya que ha cumplido su función vital: olvidarnos del mundo durante un par de días.
Un invitado inesperado es una novela entretenida de la que, como se ve, poco más se puede añadir.
Y vosotros, ¿cuál fue el último libro que os hizo olvidaros del mundo un par de días?
Gracias.
lunes, 11 de febrero de 2019
Anatomía de un jugador. Jonathan Lethem
"Cuando se despertó y estaba. Presumiblemente mientras dormía también. La mancha. De pie y solo al fondo de un ferry a Kladow apenas concurrido, felizmente protegido tras un cristal de seguridad contra el frío del lago al anochecer, Alexander Bruno no podía seguir negando la mancha que había crecido en su campo de visión y lo acompañaba a todas horas, la vacuidad que ahora distorsionaba su vista de la orilla cada vez más lejana".
Me gusta Lethem. Huérfanos de Brooklyn fue todo un descubrimiento y, cuando vi este título en la librería no me pude resistir. Hoy traigo a mi estantería virtual, Anatomía de un jugador.
Conocemos a Alexander Bruno, jugador profesional que atraviesa la mediana edad con esa elegancia de otros tiempos que le otorga una distinción anticuada a la vez de un aire inescrutable. Recorre mundo en casinos, hoteles y mansiones y gana partidas a hombres muchas veces poderosos que se sientan frente a él. Sin embargo, en el último encuentro sufre un ataque y descubre que tiene un tumor aparentemente inoperable y acaba por regresar a la ciudad que dijo jamás volvería para ponerse en manos de un neurocirujano que abrirá su cara como si se tratara de una puerta, para así extirparle esa masa que crece bajo sus huesos. A partir de ese momento, todo cambia para Bruno, que evita por todos los medios sentirse expuesto.
Backgamon. Ese es el juego sobre el que gira la última novela de Lethem. Si soy sincera, no tengo ni idea de cómo se juega y, por lo poco que he investigado, debería de darme casi vergüenza, ya que es un juego que viene de antiguo y al que millones de personas están enganchados. Pero a mi lo que me daba miedo era que la novela fuese un tratado sobre el backgamon. Y no lo es.
Lo que no se puede decir tampoco es que sea una novela normal. Lethem no sabe escribir novelas normales. Aquí utiliza a Bruno para componer una radiografía de su compleja personalidad a lo largo de toda la primera parte de la novela. Descubrimos a un hombre interesante con un aire inaccesible que llama la atención a todo aquel que le conoce mientras él parece querer pasar desapercibido. Salvo porque intenta usar la telepatía ansioso por saber si sus oponentes son capaces de recibir sus mensajes. Y entonces aparece el tumor y Bruno es operado y la novela comienza con las torsiones propias de Lethem para presentarnos un elenco de personajes disfuncionales y habituales en sus libros. Los bajos fondos, el concepto visual y una obsesión por la identidad propia y la necesidad de ocultar una parte de cada uno al resto que el protagonista representa poniéndose una máscara tras la operación. Antes de operarse había una mancha en su campo de visión. Podía esconderse tras ella, y también dejar de ver cualquier cosa interponiendo la mancha en su campo visual. Eliminado el tumor, la mancha desaparece y Bruno parece sentir un miedo irracional a esa exposición a la que no estaba acostumbrado. Desde niño, llega a decir. Por eso se oculta tras una máscara, temeroso de ver o ser visto mientras el lector se desliza entre matones, dominatrix y cocineros de hamburguesas con aires de protesta. Nombres como Stolarsky y canciones de Jimmy Hendrix marcan esta historia en la que Lethem nos plantea la gran pregunta sobre la identidad propia.
¿Quienes somos? ¿Somos realmente la imagen que proyectamos, sabemos lo que somos, lo escondemos? Y así vamos siguiendo a Bruno en un intento desesperado por conocerlo mientras se escurre una y otra vez. Tal vez, parece decirnos Lethem, sepamos quienes somos, pero lo que no queremos es que nadie lo descubra. O puede que no lo sepamos ni nosotros mismos porque nos da miedo lo que podamos descubrir si nos miramos.
Anatomía de un jugador es una novela interesante escrita con agilidad y un aire decadente que contrasta con el sentido del humor presente en algunos momentos que termina dejando un regusto agridulce en la boca del lector. No es el mejor libro de Lethem, sigo quedándome con Huérfanos de Brooklyn.
Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias.
lunes, 4 de febrero de 2019
Los asesinos de la luna. David Grann
"El 24 de mayo de 1921, Mollie Burkhart, con domicilio en el poblado osage de Gray Horse (Oklahoma), empezó a temer que algo le había ocurrido a Anna Brown, una de sus tres hermanas.[3] Desde hacía tres días Anna, que contaba treinta y cuatro años, y era apenas un año mayor que Mollie, no daba señales de vida. Muchas veces se iba «de juerga», como solían decir despectivamente en su familia: a bailar y a beber con amigos hasta que despuntaba el día. Pero esta vez habían pasado ya dos noches y Anna no había comparecido en casa de Mollie como tenía por costumbre, con sus largos cabellos negros ligeramente revueltos y sus oscuros ojos despidiendo destellos como de cristal. Cuando entraba, a Anna le gustaba quitarse los zapatos, y Mollie echaba de menos oírla deambular por la casa, un sonido que siempre la reconfortaba. Por el contrario, reinaba un silencio tan estático como la llanura".
Siempre me ha interesado eso que llaman "la Gran Novela Americana". Soy incapaz de resistirme a esas palabras. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Los asesinos de la luna.
Conocemos la historia de la tribu Osange, una tribu que en 1870 fue expulsado de sus tierras a una reserva de Oklahoma. Poco sabían cuando les enviaban a esas tierras estériles, que bajo ellos se encontrarían unos enormes yacimientos de petróleo que provocarían que esta tribu tuviera la mayor renta per cápita del país. No tardaron en aparecer las envidias, las avaricias, los embustes... y los muertos. En esta novela conocemos la historia de la familia de Mollie Bukhart y sus misteriosas muertes, una a una y sin explicación iban muriendo personas mientras personas ajenas al poblado intentaban hacerse con su dinero. Es entonces cuando un FBI aún en pañales comienza a investigar lo sucedido con estas muertes, elevándose la voz de J. Edgar Hoover sobre la necesidad de un cuerpo de seguridad que se encargase de este tipo de casos.
David Grann bucea en este libro en la historia más oscura de los Estados Unidos. Y lo hace en un momento en el que vuelve a ser actualidad. En esta novela, nos cuenta como al gobierno le salió mal la reclusión en una reserva de la tribu Osange. Nadie esperaba que esta tribu fuera a enriquecerse, mes a mes, año tras año, exponencialmente. Consecuencia de ello se alzaron voces afirmando que no estaban preparados para manejar la fortuna, se contrataron hombres blancos para ayudarles y a algunos, para horror de un sector de la población, para realizar labores que ellos no querían llevar a cabo. Es aquí cuando enlaza con la historia de Mollie, Anna, Lizie y Rita, aunque no son ni mucho menos las únicas víctimas que aparecieron en estas fechas. Refleja perfectamente las medidas que se tomaron para evitar que los Osange pudieran disfrutar libremente de estas riquezas y también las formas que se idearon para ello. Así hubo quien les intentó estafar mientras les "ayudaba" o quienes, sin buscar siquiera un trabajo, pensó que el matrimonio y la herencia eran el método más directo y fácil para hacerse con sus riquezas.
Todo el trabajo de investigación queda perfectamente reflejado en una sociedad corrupta que se deja llevar por la avaricia y las malas artes frente a un grupo minoritario y, en este caso, una familia. Quizás lo más terrible es la forma en que la herencia se percibe como la forma más rápida de enriquecerse, mezclándose sin pudor blancos y osanges con tal de lograr su propósito. De hecho la historia de la propia Mollie tiene momentos de una intensidad tal, que el lector tiene la sensación de estar asistiendo a lo que Grann relata en un tono desprovisto de sentimentalismos.
Aparece además el FBI y la ahora famosa figura de Hoover, dando testimonio completo de unos sucesos tan interesantes como desconocidos en un libro que casi parece una novela negra sembrada de incertidumbre y corrupción.
El tono, los datos meticulosamente desmigados para no saturar al lector y la tensión creciente convierten a Los asesinos de la luna en uno de los mejores libros que he leído no ya este año (soy consciente de que apenas hemos comenzado febrero), sino también de los últimos meses. Incluso si fuera una total ficción, merecería la pena ser leído. Solo que no es así y, además, poco o nada hace falta pararse a pensar para saber que por muchos años que hayan transcurrido, hay cosas que no cambian demasiado.
Los asesinos de la luna es una gran novela que recomiendo a todo el mundo. Sin excepción. Es de esos libros que merecen la pena ser descubiertos.
Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias.