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viernes, 26 de abril de 2019

El intercambio. Rebecca Fleet


     "La llave se desliza y gira en la cerradura, suave y resbaladiza como un pececillo de plata. Anoche, en la cama, con la mente absorta en las sombras oscilantes de las ramas que arañaban la ventana y anticipando este momento, pensé que me resultaría más difícil. Imaginé crujidos metálicos. Una resistencia chirriante. Después de todo lo que me ha traído aquí, me da la sensación de que debería hacérseme más cuesta arriba. Pero es fácil..., casi un anticlímax. Una cáscara de huevo que se quiebra en la mano y se desecha".

     A los libros piscineros les pido dos cosas: que me entretengan y que no me dejen a medias con un final inventado. Sabido esto, en vacaciones suelo elegir uno para esos días en que se cierra el "quiosco de pensar". Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, El intercambio.

      Carolina y Francis son un matrimonio frágil. Él se recupera de una adicción a narcóticos y ella de una aventura con un compañero de trabajo. Intentando recoger los restos de lo que fuera su vida en común aceptan un intercambio de casa durante una semana. Sin embargo, Carolina pronto comienza a sentirse inquieta por la casa a la que ha llegado y, peor aún, por la persona que durante esta semana se encuentra durmiendo en su hogar.

     De un tiempo a esta tarde estoy cogiendo había al término doméstica no ir que parece unir la novela romántica más básica que uno pudiera imaginar con el crimen más simple que un escritor pudiera concebir. En este caso, y para no romper la norma, tenemos un triángulo amoroso en el que el marido provoca que la infeliz esposa busque consuelo en otros brazos que la vuelvan a hacer sentir viva. Y si lo digo en este tono, casi cansado, es porque es demasiado habitual, tanto como que el imaginario común haga pasar el sexo superexcitante para un ama de casa por una suerte de juego dominante en el que ella tenga que pedir por favor que se la follen. Lo siento, pero la vida no es así, y los lectores podemos terminar cansados de tanto cliché. En este caso el argumento pasa por un intercambio de casas en una web casi seguro que pirata, ya que nadie parece asegurar ni comprobar nada y todo acaba siendo una suerte de trato en un callejón para poder ir de vacaciones gratis. Y claro, pasa lo que pasa, que las cosas se complican y los secretos brotan haciendo que la pobre Carolina las pase canutas ella solita, no vaya a ser que se lo cuente a Francis, contra el que siempre se esgrimirá lo que fue al más puro estilo "todo lo que viva podrá y será utilizado en su contra ante el lector".

     Visto esto, la novela podría resultar entretenida, pero los fallos de ritmo y la falta de profundidad de los personajes han provocado que me aburra a grandes ratos salvando su lectura una prosa sencilla que no requiere esfuerzo alguno para el lector. En cuanto al final, supongo que lo que mejor se ajusta es "manso", lo cual se adapta al tono general de una novela que, lo lamento mucho, no puedo comprender que alguien cite como trepidante.

     El intercambio ha sido una lectura, para mi, decepcionante que ha discurrido entre lágrimas y calentones y me ha recordado a los telefilmes de sobremesa de ciertos canales. Sin embargo, esta es sólo la opinión de una lectora, y cada libro tiene su público.

     Y vosotros, ¿acudís a libros piscineros en vacaciones?

    Gracias.

miércoles, 24 de abril de 2019

Esta bruma insensata. Enrique Vila-Matas


     "Había llegado a ser un artista citador gracias precisamente a que de muy joven no lograba avanzar como lector más allá de la primera línea de los libros que me disponía a leer. La causa de tanto tropiezo estaba en que las primeras frases de las novelas o ensayos que trataba de abordar se abrían para mí a demasiadas interpretaciones distintas, lo que me impedía, dada la exuberante abundancia de sentidos, seguir leyendo. Aquellos atascos, que por suerte empecé a perder de vista hacia los dieciocho años, fueron seguramente la base de mi posterior afición a acumular citas, cuantas más mejor, una necesidad absoluta de absorber, de reunir todas las frases del mundo, un ansia incontenible de devorar cuanto se pusiera a mi alcance, de apoderarme de todo lo que, en momentos de bonanza lectora, viera yo que podía ser mío".

      Y si voy a hablar de escritores a los que sigo la pista, no puede faltar el gran Vila-Matas. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Esta bruma insensata.

     Conocemos a Simón Schneider, de profesión escritor frustrado, hermano a la sombra del éxito literario de Rainer, y recolector de citas. Si el primero vive aislado, el segundo se oculta del mundo, al menos hasta que Rainer le anuncia a Simón que se encontrarán en Barcelona. Todo ello en octubre de 2017.

     Parece difícil hablar de la obra de Vila-Matas sin caer en la tentación de imitarlo o, al menos, de demostrar que uno está a la altura de lo leído y cuajar la opinión de citas y referencias a otros escritores. Y es que hace mucho, desde siempre, que la obra de Vila-Matas versa sobre la literatura, o se entreteje con ella hasta adueñarse del concepto metaliterario como jamás lo hizo escritor alguno. Ya sus personajes tienden a ser devotos practicantes de la fe o del ateísmo literario, como en este caso lo son el par de hermanos protagonistas. Uno, el desconocido, el que al igual que el autor del libro recopila citas, cree en la literatura, se esfuerza, se frustra y la vive. El otro, una suerte de Pynchon importado que alimenta su fama de escritor a base de esconderse del mundo, es un ateo convencido que usa lo que tiene más a manopara construir sus veloces novelas. Y así, entre uno y otro, Vila-Matas opta por ambientar su historia en un fin de semana que todos recordaremos en la ciudad de Barcelona. Y donde siempre se dice que las fechas señaladas pueden comerse a una novela, Vila-Matas parece usarlo para mostrar que lo que allí sucedió realmente no llegó a suceder o que al menos no fue para tanto.
     Ahora que lo pienso tal vez sea esa la bruma insensata a la que se refiere Vila-Matas en el título de su novela, la de la realidad y la situación política. O quizás eso sea darle muchas vueltas y la bruma sea la de la vida del escritor que de un modo u otro siempre vive de algún modo aislado de la realidad al percibir el mundo desde su naturaleza de creación literaria en potencia.

     Entonces, ¿de qué trata exactamente el libro? Simón nos cuenta desde el futuro lo sucedido tiempo atrás, rememorando aquel último encuentro con su distante y esquivo hermano. Un momento que esperaremos ansiosos mientras las reflexiones sobre casi todo forman parte del armazón literario de esta tremenda novela. Incluiremos que aquí son todos Vila-Matas y sonreiremos ante la nada velada crítica al formalismo de la desaparición como método para estar más presente que nunca. ¡Qué se le digan a Salinger o Pynchon! Y seremos testigos de la lucha de Simón por conseguir escribir a quien el propio autor no concede un respiro salvo para mantenerlo con vida ya que, sí estáis pensando en un final feliz basado en que, al ser el narrador de la novela, en una suerte de justicia poética ya está escribiendo un libro, es que habéis leído poco a Vila-Matas: el hermano famoso ya trataba en su obra la autoficción.

     Esta bruma insensata es una nueva muestra de que Vila-Matas vive en un universo propio del que nos hace partícipes en cada obra. Una vuelta a la metaliteratura más pura y casi un duelo entre las formas de concebirla. No es una novela al uso ni requiere de amores o muertes, pero precisamente por ello, alimenta al lector. Dicho esto sólo me queda recomendaros que descubráis, si no lo habéis hecho ya, el inmenso placer que supone leer a Vila-Matas.

     Ayer fue el Día del Libro, ¿Qué os llevásteis a casa?

     Gracias.

lunes, 22 de abril de 2019

La fuente de los siete valles. Félix G. Modroño


     "Hubo un tiempo en que me preocupaba la muerte, mi propia muerte. Era una sensación que planeaba silenciosa sobre mí y que me azotaba las entrañas cada vez que las campanas doblaban por un fallecimiento o que un cortejo fúnebre se cruzaba en mi camino, como el que aquella mañana de junio desfilaba con una solemnidad fuera de lo habitual por las calles de Logroño".

     Hay escritores a los que sigo la pista, no son muchos, pero cada nuevo libro suyo entra en mi lista de lecturas. Ya me lo habéis leído comentar más veces. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, La fuente de los siete valles.

     Conocemos a Pablo Santos, un cura que regresa a Logroño tras una larga ausencia trabajando en el Archivo Secreto del Vaticano. Su vuelta no es por placer, ya que deberá de investigar y recuperar los libros perdidos del Monasterio de San Millán de la Cogolla. Secretos, antiguos misterios y reencuentros con quienes protagonizaron su juventud marcarán esta misión que Pablo nos irá narrando en primera persona.

     Quienes hayan leído ya a Modroño sabrán que sus tramas a veces actúan como excusa para que el autor despliegue toda su narrativa sobre las ciudades en las que desarrolla sus libros. En esta ocasión la ciudad elegida es Logroño y tendremos la oportunidad de pasear por sus calles y descubrir sus secretos a través de una historia que comienza en el último tercio del siglo XIX. No obstante, no será este el único punto común con el resto de la obra de Modroño ya que alguno de sus temas recurrentes también protagonizan esta historia, y es que la vida y la muerte y la perdurabilidad de los sentimientos parecen interesar especialmente al autor, quien no duda en plantear alguno de ellos ya en las primeras líneas.

     Esta vez no se trata de un crimen sino de la desaparición de unos libros que hay que encontrar y del secreto que el protagonista descubre que oculta uno de ellos. Un secreto que hará tambalear las convicciones y creencias de Pablo y obligará al lector a tomar partido y del que no voy a dar más pistas para no estropearos la lectura; si acaso decir que la trama tiene una resolución adecuada que estoy segura ha provocado en sus últimas páginas la sonrisa de quien la escribió pensando en las cábalas de aquellos que ahora podrán leerla.

     La prosa es limpia y, como ya sucediera en La ciudad de los ojos grises, aparece teñida a grandes ratos de una cierta nostalgia, posiblemente la de aquel que relata pasado el tiempo las historias vividas en su juventud. Más allá de eso, el autor utiliza el lenguaje a través de localismos y vocablos ahora en desuso pero de significado claro, como parte de una ambientación que se completa con esa mezcla entre personajes reales e inventados que nos hace dudar realmente sobre las licencias, o no, que se ha podido tomar Modroño en algunos puntos de la novela.
    En cuanto a la parte romántica en el sentido más sentimental de la palabra, decir que en esta ocasión será el lector quien decida la importancia que tiene para la novela salvo quizás porque plantea, a mi modo de ver, una de las cuestiones más interesantes del libro. Y es que, si bien he dedicado muchas líneas a hablar de los rasgos que tiene en común este libro con la anterior obra del autor, justo es también decir que me ha sorprendido mucho el tema sobre el que acaba girando la última parte de la novela.

     La fuente de los siete valles es una buena novela con la que Félix G. Modroño afianza su nombre y su estilo y cuya lectura no puedo dejar de recomendaros.
¡Y qué mejor fecha para recomendar un libro que hoy!

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

miércoles, 17 de abril de 2019

Rondó para Beverly. John e Yves Berger


     "Te veo con tus mejores galas, sonriente, con esa sonrisa tuya que guardo en el corazón. 
     Delante de mí está Noel Road, donde viviste algún tiempo años antes de que yo naciera. Te imagino viniendo por ella, doblando la esquina, con esa misma sonrisa. 
     Tantas cosas son iguales y tantas son diferentes. Así es, Mamá. Y si, como me decías a menudo, «no se construyó Roma en una hora», puede que las cosas más importantes las llevemos muy dentro, desde el día en que nacemos hasta el día en que morimos. Sí, puede que lo que tú llevabas hace cincuenta años cuando cruzabas Noel Road lo lleve yo ahora, mientras estoy aquí sentado delante de la galería. Y si mis pinturas vienen de algún lado, creo que ese sitio podría estar entre tú y yo, entre entonces y ahora".

     John Berger, escritor, crítico, pintor... su hijo Yves, pintor; Beverly Bancroft, editora. Me sobraban los motivos para acercarme a este título que intuía privado. Hoy traigo a mi estantería virtual, Rondó para Beverly.

     Un mes después del fallecimiento de su esposa, John se encontró escuchando un Rondó y pensando en ella de una forma tan intensa, que volvió a sentirse acompañado durante los minutos que duró la música. Quizás por eso decidió escribir este libro de unas sesenta páginas en compañía de su hijo, en el que, al igual que en un Rondó, el tema único y recurrente, es su mujer. Textos cortos e imágenes y dibujos se complementan una y otra vez para dar un retrato de la magnífica mujer que fuera Beverly y también de los sentimientos que en ellos despertaba. Del gesto cotidiano a la dureza de los últimos momentos, cada parte queda plasmada, incluso la muerte en el ataúd o la imagen de la 1ue fuera su zona de trabajo.

     Cuatro décadas de matrimonio en las que cada palabra escrita por John esperaba ser leída por su esposa. Décadas en las que el hijo también tiene opción de dejar su granito de arena en un homenaje privado a la mujer más importante de las vidas de estos hombres. El hombre que se queda solo, el hijo que se siente perdido en sus días malos y que percibe el calor de una sonrisa en los buenos. Un libro que se llena a ratos de metáforas de música y gafas de ver y que toca el corazón de cualquiera que ha sentido una ausencia vital. Un libro triste pero hermoso que saca de la tragedia el recuerdo y termina con una sonrisa borrosa pero llena de ternura.

     Como curiosidad, añadir que es tan privado, que el título original de la obra es Flying Skirts, que viene a ser una falda con mucho vuelo, perfecta para moverla al bailar, y que era un apodo de la editora, esposa y madre.

     Rondó para Beverly es un libro, un homenaje, una rareza... pero es, sobre todo, hermoso.

     Y vosotros, ¿qué opináis de estos libros que cruzan la línea de lo privado?

     Gracias.

Si muero antes que tú 
líbrame de las palabras en lata y de las 
fechas caducadas



lunes, 15 de abril de 2019

Ayantek. Miriam Jiménez Iriarte


     "En la ciudad de Phadag-Llungan no cuidan bien de sus muertos. Contratan a mujeres que lloran en sus tumbas y barrenderos que retiran flores secas a escobazos".

     Es muy importante saber de quién puedes fiarte cuando te recomienda un libro. En esta ocasión, la culpa es de Antonio. Por sus palabras, hoy traigo a mi estantería virtual, Ayantek.

     Conocemos a Kora, una joven con edad de tener ya hijos cuya carga es ser una Durmiente. Es heredera de un linaje de bendecidos, hijas del director de la escuela de sanadores, y no consigue despertar su Don. Las cicatrices de su cuerpo son muestra de ello. También conocemos a Asterkia; marginada, luchadora, fornicadora; a Chotacabras el renegado mercenario...

     Esta vez parece que la sinopsis que os dejo no dice mucho, pero eso es porque Ayantek es una historia que está llena de historias. Algunas parten juntas, otras simplemente acaban por encontrarse, y eso hace complicado dar un simple hilo argumental.
     Podría comenzar hablando de unas tierras que viven pendientes de La Voz, en las que Durmientes y Sanadores son separados como estratos sociales. Un lugar en el que son necesarias las protecciones si uno quiere seguir vivo y en el que los mercenarios viven bajo el amparo del Puño. También podría hablaros de una escuela en la que un director ya anciano permanece de luto por la muerte de su familia a manos de no desvelaré quién o qué. Decir que le resta una hija viva a la que no es capaz de expresar afecto alguno ya que no parece digna heredera de su linaje. En esa escuela de sanadores hay un profesor que oculta secretos, algunos enjaulados y otros simplemente oscuros. O podría hablaros de Chotacabras, un hombre que reniega de sus raíces y se convierte en mercenario. Efectivamente, podría hablaros de todos ellos y apenas hubiéramos rascado la superficie de esta historia.

     Miriam consigue condensar todas las vidas en poco más de cuatrocientas páginas. Dibujar en ellas unos perfiles que van ganando aristas a medida que descubrimos sus secretos, o tal vez al ver como se esfuerzan en que no los descubramos. La novela se mueve entre un buen puñado de personajes con la soltura de quien conoce bien el género y la habilidad de quien sabe que las frases cortas sirven como impacto en un lector que se va dejando enredar por una historia marcada por el género femenino. Cada personaje creado por Miriam lleva la impronta de su historia, nada sucede al azar y ninguna frase queda en el aire, de hecho, los hilos se van acercando y alejando en perfecta sintonía para que, a medida que avancemos, descubramos ecos del pasado que expliquen comportamientos futuros.
     Hoy en día, adentrarse en la fantasía épica es complicado ya que hay nombres muy potentes, por eso el equilibrio entre fantasía y realismo y la fuerza de los protagonistas son vitales para que una novela así funcione. Y esos son precisamente los puntos fuertes en la novela de Miriam.

     Conseguir derribar la palabra género se ha convertido en uno de los objetivos más buscados y en esta ocasión se alcanza mucho antes de haber llegado al primer tercio de la novela. Ayantek es una gran historia, de esas que es un placer disfrutar y mas aún, comentar y recomendar. Prueba de ello es que cierro esta recomendación con la sensación de haberme dejado la mayor parte de las cosas en el tintero.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

miércoles, 3 de abril de 2019

Te veo. Teresa Driscoll


     "Me equivoqué. Ahora lo sé. 
     La única razón por la que actué como lo hice fue por lo que oí en aquel tren. Y te pregunto: ¿cómo te lo habrías tomado tú?"

     Cuando hago un viaje busco un libro ligero para entretenerme. No le piso mucho, sólo eso, acortar el camino. Hoy traigo a mi estantería virtual, Te veo.

     Ella viaja en tren, quiere leer pero acaba por fijarse en sus compañeros de vagón. Hay dos chicas hablando con dos muchachos, las mira, observa, opina para si misma pero no dice nada. Después se entera de que una de las chicas ha desaparecido y tarda en contar lo que vio. Un año después la chica sigue desaparecida, Ella se siente juzgada por haber tardado en hablar, la familia de la chica está destrozada y la amiga de la chica desaparecida... parece que tampoco había contado todo.

     Te veo es una novela de suspense concebida para tirar del lector. Organizada en capítulos cortos, la autora va dando datos casi con cuentagotas para que siempre busquemos saber un poco más. Divide además los capítulos en función del personaje que habla teniendo los contados por Ella, la testigo, Sarah, la amiga, el padre, el detective y una última voz mucho menos frecuente pero muy interesante. Ante la desaparición de la joven Anna Ballard, Driscoll despliega una red de sentimientos de culpa y secretos que, sin ser algo particularmente novedoso, si que consiguen tener el tirón suficiente en una novela que  ha sabido no alargar más de lo necesario.

     Al dotar de su propia voz a los personajes la historia gana en parcialidad y también en interés aunque es cierto que me ha resultado demasiado homogénea. No basta sólo con decir quién habla o ponernos en una casa distinta, a mi me gustan las diferencias sutiles, de carácter y expresión, pero en este caso apenas son perceptibles.
     La trama, inicialmente sencilla y casi tapada por los sentimientos de quienes se vieron implicados o afectados por el suceso, gana fuerza a medida que llegamos a un final en exceso sorprendente según mi opinión. Y es que últimamente parece que el miedo a que el lector descubra antes de tiempo lo sucedido se antepone a la necesidad de ir armando una buena base poco a poco que aporte la adecuada sostenibilidad y estructura a muchas novelas.

     Con todo Te veo es una lectura ágil y entretenida si el lector no busca nada más. Una buena opción como libro piscinero para este verano.

     Y vosotros, ¿qué libros os gustan para llevaros en un viaje?

     Gracias.

lunes, 1 de abril de 2019

Una historia de la luz. Jan Nĕmec


     "Un día antes de que suceda estás sentado a la mesa en una cabaña minera de las afueras de Příbram. Al otro lado de la habitación hay una alacena blanca con la vajilla desportillada y un armario viejo repintado. En la pared cuelga una imagen religiosa, una bendición y una cruz de madera hecha con dos palos atados con un alambre oxidado. Unas prendas de ropa que parecen trapos están tendidas en una cuerda sobre la estufa. El suelo necesitaría un buen arreglo: bajo las tablas se oye el ruido de los ratones y las demás criaturas que tienen sus guaridas y escondrijos entre las grietas. Del respaldo de la silla cuelga un mono sudado de minero, y sobre él, un delantal de cuero con manchas. Hynek y tú miráis al ser durmiente que ha dejado las cosas ahí, y con gran concentración le enviáis un mensaje mental para que despierte. Está tumbado a lo ancho en un jergón del que sobresalen unas briznas oscuras de paja y respira con dificultad. Hynek silba con delicadeza; su padre ni se mueve".

     Me interesan las biografias en tanto en cuanto retratan un momento de la historia a partir de una persona que dejó su huella en ese instante. Hoy traigo a mi estantería virtual, Una historia de la luz.

     Conocemos a František Drtikol, el primer gran fotógrafo checo de la historia. Y recorremos su vida conociendo su peculiar forma de interpretar el mundo, sus deseos, sus pasiones... todas ellas dirigidas a través del objetivo de su cámara. Sus desnudos, su conceptualización, Europa... todo ello conoceremos.

     Una biografía es buena cuando uno olvida que lo es. Esto significa que no debería de hacer falta querer conocer a una persona exactamente igual que antes de comenzar una novela desconocemos absolutamente todo sobre quién la protagoniza. Y eso es lo que sucede con la biografía novelada de Nĕmec, no necesitamos sentir curiosidad por su protagonista para disfrutar de esta novela que va mucho más allá de una simple relación de hechos lugares.
     La historia comienza en el momento en que la mirada del protagonista cambia. Y lo hace al presenciar un trágico accidente en las minas de su localidad natal. Ya entonces le gustaba dibujar y ya entonces percibimos el enfrentamiento entre la luz y la oscuridad y también los intereses de un joven al que seguiremos durante su formación y también a su llegada a la gran ciudad. Allí aparece Drtikol el artista y se termina de perfilar el hombre que busca la armonía tanto como lo hacen sus fotografías, el busca la luz que hace que le guste la vida. Sabe que la mujer a la que ama será más amada cuando la mira a través del objetivo que al tocarla, por mucho que para tomar la foto la tenga apenas a unos palmos de distancia. Y quizás ese conocimiento, esa felicidad en su modo de ver la vida, le lleve a un cierto misticismo que será percibido en sus imágenes durante la última parte de su vida.
     Lo que el lector percibe es un cierto desgarro doloroso a lo largo de toda su historia y una suerte de paz en su profesión. Una mezcla de sensaciones que hacen que olvidemos las quinientas páginas y disfrutemos del peculiar estilo de Nĕmec. Hay en esta novela mucha historia, hay guerra, hay amor y búsqueda de sentido. Hay desencanto en un hombre que siente que fracasa en lo personal y 1ue, tras volverá de la Gran Guerra parece sentir que no tiene nada; ese será el mismo hombre 1ue siga buscando sentido y verdad a lo largo de su vida y obra.


     Nĕmec mantiene el interés a lo largo de una novela que tal vez se frene cuando comienza a disertar ideas y pensamientos pero que se recupera con rapidez y nos deja un retrato, no sólo de un fotógrafo relevante, sino también de un país y una época. Me ha gustado Una historia de la luz.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.