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lunes, 26 de agosto de 2019
Fin. David Monteagudo
"El teléfono sonó una, dos, tres veces. "¿Alguien puede coger ese teléfono?", gritó Hugo desde algún rincón de la casa; pero el teléfono sonó otra vez, y luego se hizo el silencio, y después volvió a sonar de nuevo. Hugo entró en el despacho con pasos precipitados, farfullando una palabrota, y descolgó a la mitad de un nuevo timbrazo. "Sí, diga", dijo mientras el auricular viajaba todavía hacia su oreja, en un tono apremiante, descortés, mezclando en su irritación al anónimo llamador y a quien le había obligado, con su pasividad, o tal vez con su ausencia, a atender la llamada."
Me gusta ir al cine una vez por semana. Es casi un ritual. Durante la semana apenas veo televisión, cada día menos si exceptuamos alguna serie a la que le cojo gusto una vez han terminado de emitir o, tal vez, aún no ha llegado a nuestro país. Así que una vez por semana me voy al cine a disfrutar de una sesión en pantalla grande. Y ahí descubrí el trailer de una película española que me llamó la atención porque tenía algo de muchas otras ya vistas, sobre todo de La carretera. No apunto jamás los títulos de las películas que me llaman la atención, por eso la olvidé. Por suerte me tropecé con el libro, eso refrescó mi memoria. hoy traigo a mi estantería virtual, Fin.
Un grupo de amigos se reúnen en una cabaña, la misma en la que veinte años antes se dieron cita para la actual reunión y se dedican a rememorar viejos tiempos. Sin embargo hay uno que falta, al que llaman El Profeta. Esa noche empiezan a notar cosas raras como que las estrellas brillan con demasiada intensidad y al día siguiente uno de ellos desaparece. Es sólo el principio de una serie de hechos inexplicables.
Lo cierto es que sólo con escarbar un poco parece que David Monteagudo es un futuro premiado de las letras y que su debut con este título fue algo sonado... que no recuerdo pese a que no hace tantos años. La historia es entretenida, plagada de diálogos hasta el punto de tener la sensación de estar leyendo el guión de la película. Eso no es malo, en realidad le da dinamismo, pero hay un momento en que tienes la cabeza llena de palabras y piensas como es posible que, quedando tan poca gente, no se haya reducido el cotorreo.
No sabría decidirme entre terror y thriller en una novela que consigue enganchar al lector desde las primeras páginas. La sucesión de enigmas hace que te devanes la cabeza intentando encontrar una explicación racional a todo ello. Pasas de culpar a uno, a culpar a muchos, al mundo, a la ciencia, a la magia... y sigues leyendo rápidamente porque cada vez aprietan un poco más, un hecho nuevo llega a la historia que hace que nos intrigue más aún. Porque esa es la fórmula del autor, la de provocar la curiosidad mientras asistimos a las relaciones entre sus personajes, mientras nos van contando y vamos viendo sus cambios y evolución en este mundo extraño que les coloca el autor. Juega con personajes que nos resultan viejos conocidos, personas comunes y habituales en nuestra vida y eso hace que los acompañemos en una situación que también tiene ecos de otras historias, la encajamos pensando eso de... "tu cara me suena" y, precisamente por ello tenemos que ser capaces de dar con la llave mágica, porque ya "nos suena".
Y aquí viene mi decepción. Sin dar un paso atrás ni desdecirme de lo expuesto, la novela engancha y es difícil de soltar... no me gustó el final. No os puedo decir el motivo porque os destriparía la historia, pero si os explicaré que cuando me compro un libro, le entrego horas. Son minutos de mi vida que entrego a sus páginas, ratos que escamoteo de cualquier otra actividad, normalmente del sueño, y corro a reunirme con la historia y sus personajes. Por eso me cuesta tanto perdonar un mal final. Hasta cierto punto me siento traicionada por los que ya son mis amigos y me contaron sus historias.
Y, precisamente eso, es lo que me pasó con Fin. El final me ha estropeado totalmente la novela.
Y vosotros que pensáis, ¿un mal final estropea una buena historia?
Gracias.
viernes, 23 de agosto de 2019
Las campanas no doblan por nadie. Charles Bukowski
"Los padres murieron más jóvenes de los que se suele morir, el padre primero, la madre poco después. Él no asistió al funeral del padre, pero estuvo en el último".
Hace muchos años ya que leí Mujeres y desde entonces no he dejado de acercarme a las letras de Bukowski, a quien me abstendré de llamar viejo indecente utilizando el manido juego de palabras al que da pie un título suyo. Hoy traigo a mi estantería virtual, Las campanas no doblan por nadie.
En esta colección de relatos, algunos inéditos y otros publicados en revistas como Hustle, se hace un recorrido por lo que es más representativo en la pluma de Bukowski.
Allá por los años setenta Anagrama sacó una colección bajo el título "Contraseñas", caracterizada por ser provocadora en continente y contenido. Tanto es así que allí vio la luz la obra de Bukowski bajo títulos como La máquina de follar, impensables para un libro en aquel momento. Así fue la entrada de este escritor en la vida de muchos lectores españoles y así comenzó la lucha entre aquellos que consideramos que su realismo sucio, su andadura por el género pulp, su crudeza y su poesía, son muestras de su genialidad.... y aquellos que defienden que la provocación es lo único que le hizo famoso y que sin renovarse uno pierde incluso la capacidad de provocar.
"Era el día después de su taller de escritura y siempre parecía haber estado metiéndose algo. Igual se lo metía".
Este volumen, cuyo título corresponde al del último de sus relatos además de ser un homenaje nada encubierto a uno de los escritores de cabecera de Bukowski, es una recopilación casi perfecta de lo que podemos encontrar en la obra del autor. O lo que es lo mismo: sí, también Chinaski se pasea por las páginas de este libro. También hay situaciones de esas que uno diría "muy de Bukowski", solo él sería capaz de dar voz al empleado de un sex shop para que contara anécdotas y hace falta además un tipo de carácter muy especial para escribir que dicho protagonista habla de un cliente que no podía hinchar su muñeca debido a los problemas respiratorios que padecía. Porque eso es Bukowski, el escritor que normaliza con una anécdota a pie de calle algo impensable, en lo que posiblemente el sexo o el alcohol o la mugre o casi seguro que todas ellas, tengan algo que ver. Pero a fin de cuentas, ¿no forman todos ellos parte de la vida? Hay mujeres que viven en sótanos y hombres que friegan platos. Hay palabrotas que se escuchan en la calle y narradores que se involucran en las historias, muchas veces en exceso. También se hacen preguntas excesivas en situaciones formales, hombres que se masturban y esperan al amor de su vida y tantos otros personajes que son a partes iguales extraños y corrientes. Pero no son vulgares.
Llevo mucho tiempo defendiendo que Bukowski no es vulgar, casi me ofende cada vez que lo leo. Hablar de sexo o de putas no tiene por qué ser vulgar lo mismo que el talento puede encontrarse en cualquier parte. Incluso en el realismo sucio. Para leer a Bukowski hay que tomarse un tiempo, sobre todo si son relatos y vamos a ir saltando de historia en historia, porque su genialidad, el talento de este hombre, no radica en que toda la opinión y la gente le importasen poco, y tampoco lo hace en el hecho de que casi todos aquellos críticos habitualmente estirados y/o egocéntricos decidieran apear sus tratamientos para decir un joder cuando hablaban de su obra. No, apostaría a que eso si que le daba absolutamente igual a Bukoswi. Su verdadero talento está en las verdades que emanan de cada una de sus obras, en su capacidad para posar la mirada donde otros jamás lo harían y darle el tono justo para que nos sea imposible no mirar. Eso es Bukowski.
"Los escritores siguen escribiendo y los artistas siguen pintando pero eso no tiene mucha importancia".
No voy a hablar de la infancia del autor como si eso justificara su obra, porque no la necesita. Lo que si que voy a hacer es recomendaros que os acerquéis a ella. Las campanas no doblan por nadie es una gran opción para hacerlo despacio, a sorbos. Intentadlo.
Y a vosotros, ¿os gusta Bukowski?
"A Hiroshima le pusieron el nuevo nombre de América".
Gracias.
miércoles, 21 de agosto de 2019
Espía y traidor. Ben Macintyre
"Oleg Gordievski nació en el KGB; fue modelado por él, amado por él, retorcido por él y casi destruido por él. Llevaba al servicio de espionaje soviético en el corazón y en la sangre. Su padre había trabajado para él toda su vida y llevaba el uniforme del KGB a diario, fines de semana incluidos. Los Gordievski vivían con la fraternidad de espías en un bloque de pisos reservado para ellos, se alimentaban con comida especial para los altos mandos y pasaban su tiempo libre con otras familias de espías. Gordievski era hijo de la organización".
Siempre me han gustado las historias de espías. Sin embargo de un tiempo a esta parte escasean, así que si veo una en la librería, me la traigo a casa cual tesoro. Hoy traigo a mi estantería virtual, Espía y traidor.
Esta es la historia real de Oleg Gordievski. Tras más de cien horas de entrevistas aprobadas por el MI6, Mcintyre nos trae la historia real de un espía del KGB que se pasó al bando británico. De hecho se pasó once años engañando a sus colegas de la KGB y trabajando para el MI6. Cuando los rusos sospecharon de él y lo trasladaron de Londres a Moscú fueron los británicos quienes le ayudaron a escapar. Como en una película. Solo que esto es real y cada personaje, al que el autor ha cambiado el nombre, existió.
Saber que se lee una historia real es un arma de doble filo. Uno teme encontrarse con un libro lento y cargado de testimonios, o tal vez con los juicios ya emitidos sobre su protagonista. Sin embargo Macintyre ha sabido evitar esto al construir su libro como una novela de ficción. El tono, el ritmo, los personajes, se mueven constantemente haciendo uso de esa máxima que dice que la realidad supera a la ficción y por eso no se molestan en intentar que sus actos sean verosímiles. No por nada, simplemente porque las cosas sucedieron así. De hecho, hay una escena al final del libro que, precisamente por lo increíble, ha de ser real. El lector niega con la cabeza mientras lo lee, es increíble, piensa... y sin embargo, a esas alturas de lo único que no duda, es de su veracidad.
El personaje de Gordievski, aún vivo y a buen seguro escondido, es apasionante. Desde muy joven comenzó a leer la prensa occidental, aprende alemán y es enviado a Berlín occidental en un momento en el que el muro de Berlín estaba en plena construcción. Desconocedor del hecho de que una mujer había dado su nombre al MI6 junto al de otros compañeros, recibió a su contacto durante un partido de badminton con asombrosa tranquilidad. El MI6 intentaba hacer que se pasara a su bando, Gordievski, absolutamente decepcionado con los suyos, ya había decidido hacerlo. A partir de ahí la historia se pone interesante: reuniones mensuales, ya sin pan, convicciones, nombres en clave y finalmente un interrogatorio en Moscú con drogas incluidas al que Gordievski sobrevive. Apasionante todo, como no podía ser de otro modo. Él advierte antes de empezar a trabajar para el MI&: sin grabaciones, sin daños, sin dinero. Gordievski era un idealista con convicciones férreas y una inteligencia fuera de lo común; proporcionó información sobre nombres, planes y financiación del KGB. Y el Gobierno británico se lo agradeció manteniendo un plan permanente para ayudarlo en cualquier momento; un plan de fuga que fue ejecutado después. También se nos dice el nombre del agente que le delata, una sorpresa para mi. Y uno se pregunta qué importancia y qué repercusión tiene un espía finalizada ya la Guerra Fría, y también esa pregunta obtiene respuestas de la mano de la historia del nombrado como "mr Collins" por la propia Margareth Thatcher. Pero esa parte de la historia la tendréis que descubrir. También el final. Merece la pena.
Espía y traidor es una novela escrita a ritmo de ficción pero que no lo es. Una historia de espionaje con ritmo ágil y todos los ingredientes para hacer las delicias de aficionados y no aficionados al género. Por mi parte y en nombre de todos los aficionados solo tengo una cosa que decir: queremos más.
Y vosotros, ¿os gustan las novelas de espías?
Gracias.
lunes, 19 de agosto de 2019
Érase una vez la taberna Swan. Diane Setterfield
"Había una vez una taberna que descansaba tranquilamente en la orilla del Támesis a su paso por Radcot, a un día a pie del nacimiento del río. En la época en que ocurrió esta historia, había infinidad de tabernas en la parte alta del Támesis y era posible emborracharse en todas ellas, pero más allá de la típica cerveza y de la sidra, cada una de aquellas tascas tenía su particularidad y ofrecía algún otro placer".
Así comienza el libro cuya promo se basa en el primer título de su autora que, por cierto, leí hace ya años. Hoy traigo a mi estantería virtual, Érase una vez en la taberna Swan.
Una noche de solsticio, en la taberna Swan, en Radcot, entra un hombre malherido con lo que parece el cuerpo sin vida de una niña en brazos. Sin embargo, para asombro de todos y sobre todo de Rita, la niña está viva, ahora solo falta saber quién es y a quién pertenece esta niña fascinada con el río. Tres son las posibilidades: o es una hija ilegítima, o la hija secuestrada de una pareja del lugar o bien es la niña desaparecida en el río cuya ausencia llora una mujer que ha vuelto misteriosamente devuelta por el Támesis.
Comenzaba diciendo que en su día leí El cuento número trece. Es cierto además que lo disfruté pero, sin embargo, y no sé si esto os ha pasado alguna vez, con el tiempo me ha ido quedando la sensación de que fui benévola en mi lectura y que si la hubiera realizado en este momento, quizás mi entusiasmo no hubiese llegado a las cotas que lo hizo. Eso no significa, por supuesto, que vaya a cambiar mi valoración, porque sigo manteniendo el grato recuerdo de una lectura con toques góticos que me resultó harto placentera.
Pero vamos con la taberna. La autora comienza la novela como si se tratara de un cuento, con un narrador que cabalga entre un omnisciente habitual y una voz colectiva del lugar, un dios local que reproduce lo visto y oído como si fuera el primer oyente de la historia que Settefield nos relata. Tengo que decir, además, que en esta ocasión me gusta mucho más el título original, Once upon a river, no solo por la importancia del río en la novela, sino también porque deja claro el halo a cuento que impregna la novela tanto en contenido como en continente en este caso. Y si la vida es cuento y los cuentos, cuentos son, la autora se mete de lleno en una historia sobre contar historias y hace suyo el tono de los lugareños para convertirse en un relato más de los que hubieran podido escucharse en Swan. Esto supone que el tono de la historia tiene una tendencia romántica a veces sobre cargada y que los personajes parecen salidos de una fábula adaptada. No significa necesariamente que sea algo malo, pero cuando uno se encuentra con un granjero que se ha combinado con una suerte de Blancanieves, no puede hacer otra cosa que sonreír y seguir avanzando.
Este tipo de rasgos se van haciendo habituales, y uno no puede evitar preguntarse por qué Setterfield nos habla de una niña codiciada, pero por la que nadie parece estar dispuesto a luchar como Dios manda. Y es que la novela, tanto en trama como en ritmo, se mueve entre lo tibio y el remanso adornada, eso sí, con palabras muy bien elegidas que facilitan el avance por una trama cuya resolución final es mediocre y queda empañada por las historias de los lugareños que son, a fin de cuentas, lo que parece interesar aquí por mucho que el golpe de efecto del comienzo de la novela prometiera una historia totalmente diferente. Es cierto que no hay trampa en cuanto a expectativas, no hay más que ver la niña muerta y ahora viva para saber que nos sumergimos en un cuento y que, como todos sabemos, los cuentos que funcionan, las historias alrededor de un fuego o una mesa, tienen un halo que jamás puede generar incomodidad entre los oyentes. La autora al menos lo sabe, y por eso no duda generar una cierta calidez en la que los personajes se sientan cómodos, una confortabilidad que sacrifica ritmo e interés de ese tan buscado en los libros a cambio de una lectura plácida.
Érase una vez la taberna de Swan me ha parecido una novela que se queda muy corta, amable, sí, pero eso no es suficiente para compensar sus carencias. Ni la resolución en este caso ha estado a la altura.
Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias.
lunes, 5 de agosto de 2019
Sangre de cristal. Laura P. Larraya
"El teléfono sonó con su pitido estridente, y Danae alargó la mano para alcanzar el dispositivo. A pesar de que había intentado evitarlo, al final había sucumbido al sopor y se había quedado dormida".
Hay un pequeño número de personas que, si me recomiendan un libro, ni siquiera han de darme un motivo para leerlo. No leo la sinopsis, no me planteo la duda: por algo será. Hoy traigo a mi estantería virtual Sangre de cristal.
Conocemos a Danae Winters, una adolescente con no demasiada vida social que vive sus últimos días antes de ir a la universidad. Al igual que sus compañeros, espera la respuesta de las universidades mientras todos miran de reojo hacia Sommus: la mejor universidad de Europa a la que acuden alumnos de todas partes del mundo bajo un estricto criterio de selección. Incluso su vecino Rubén lo intentó, pero Sommus es un sueño imposible para todos. Al menos hasta que Danae es admitida con una beca y se ve alejada de familia y amigos hasta un lugar remoto y sin cobertura en el que descubriré que el mundo es mucho más de aquello que podemos ver. Y también descubrirá que puede formar parte de ese nuevo mundo... o al menos intentarlo.
Sangre de cristal es la primera parte de la serie Crónicas de la hija del viento. En este libro, y al más puro estilo Cazadores de Sombras, la autora nos va a presentar a la protagonista y al grupo de quienes, a todas luces, serán sus acompañantes y amigos durante la saga. Estamos pues ante una novela juvenil de corte fantástico que llena sus páginas de acción, enfrentamientos entre jóvenes y sentimientos encontrados que auguran romance en las siguientes entregas.
No es difícil pensar que esta novela hará las delicias de los lectores aficionados a estos temas, sobre todo porque la autora ha optado por una agilidad narrativa que no permite el aburrimiento en ningún momento. Y es que, en poco más de trescientas páginas, se ha encargado de abrirnos las puertas a un mundo en el que lo sobrenatural convive dentro y fuera de las sombras con aquellos que están preparados para verlo y, como no, luchar contra ello. Los personajes se mueven con soltura dentro de unos parámetros claros en los que no faltan los guapos, los malos o los líderes, dando un aspecto de normalidad que permite al lector integrar los elementos que se alejan de lo real.
Llegados a este punto, sería fácil hablar de una novela que sigue la estela, sin embargo, hay que reconocer que frente a determinados fenómenos, lo difícil es no naufragar por comparación Y Larraya en este caso procura dotar a sus personajes de las características adecuadas como para sumergir al lector en una historia propia.
Sangre de cristal es un buen comienzo que recomiendo a los aficionados al género y, por qué no, también a aquellos que no lo son. Abramos la mente, hay muchos géneros que nos esperan en las librerías.
Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias.