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miércoles, 19 de febrero de 2020

El abuelo. Benito Pérez Galdós


     "El Conde. No, no. Gracias. Por esta otra calleja bajamos a La Pardina. (Deteniéndose y mirando al pueblo, que en aquel punto se ve totalmente rodeado de arboledas y verdes lomas.) Sí, sí…, te conozco, Jerusa; distingo un montón de tejados rojos y de ventanales blancos…; más allá, manchas de verde lozano. Eres Jerusa, te siento bajo mis pies, te huelo al pisarte… Tu ingratitud me da en el olfato. Hiciste escarnio del que fue tu señor, aplicándole un mote burlesco… Pues ahora, «el león flaco de Albrit», que nada te pide, que para nada te necesita, te manifiesta su desprecio con toda la efusión de su alma, no queriendo de ti ni un pedazo de tierra para sepultar sus pobres huesos".      

     Hay libros que son conocidos por sus adaptaciones casi más que por sus letras. Hoy traigo a mi estantería virtual, El abuelo.

     Conocemos al conde de Albrit, un viejo aristócrata que se fue a las Américas y regresa, lejos de lo que muchos pensáis, arruinado, casi ciego y con bastante mal humor. Así llega a Jerusa, el pueblo en el que estaba su casa que fue subastada y adquirida por quienes fueron sus sirvientes pero que él sigue considerando suya. Y estos sirvientes son quienes están a cargo de sus nietas Nell y Dolly, ya que su madre, la Condesa, les paga por cuidarlas.

     Si ya me resulta curioso que celebremos el centenario de una muerte, más aún que la gente lo aproveche para lanzar piedras a uno y otro lado sobre si hay o no que leer al finado. y es que llevo unos días viendo como unos tildan de aburrido lo escrito por Galdós y otros llaman modernos de salón, aunque sin decirlo con todas las letras, a quienes critican la obra del conocido escritor. Personalmente creo que hay nombres a los que cualquier excusa es buena para acercarse y, en este caso y puesto que los Episodios Nacionales son más que reconocidos, es interesante optar por descubrir propuestas que se salgan un poco de lo común. Por eso he elegido El abuelo. Porque ahora que todo el mundo quiere innovar, ahora que le ponemos etiquetas de moderno o posmoderno y cualquier día de supermoderno, se nos olvida un poco mirar hacia lo ya escrito.

     El abuelo es una novela dialogada en la que el autor va a recrear una trama en un diálogo casi constante en el que los hablantes, cual obra de teatro, van designados al principio de cada guión y en la que apenas hay texto narrativo y mucho menos si vamos más allá de las descripciones. Es fácil dicho esto pensar en una obra de teatro, pero el propio autor subtitulo a El abuelo como Una novela en cinco jornadas y, por si esto fuera poco, se encargó personalmente de adaptar la novela al teatro para que pudiera ser representada. Hay que decir que a través de los diálogos no solo percibimos las opiniones y las acciones, también los cambios sociales y morales de la época y se nos deja entrever aquello que no se dice, y no solo lo expresado.

     Comentaba antes una escueta sinopsis en la que quedaba clara la importancia de la relación entre el viejo conde y las nietas más que por lo expresado, por el título del libro. Diré ahora que la madre de las niñas se ha quedado todo en esta novela pese a no aparecer personalmente demasiado. Es una mujer que lleva su vida, que ahora es viuda y posee la herencia del hijo del conde incluido el dinero y el título. Y sus hijas, cuidadas por los antiguos sirvientes y ahora propietarios, son 50% nietas del conde, es decir, solo una es nieta sanguínea, y descubrir quién es la bastarda se convierte en misión del viejo cascarrabias. Es evidente que uno empieza a leer esta novela y, ya en las primeras páginas se huele el final típico de el cariño no va en la sangre y bla bla bla, pero eso no quita o quizás precisamente por eso, el libro aporta mucho más que la búsqueda de este abuelo que, si bien se antoja en la obra incluso entrañable, todos sabemos que en la vida real se nos haría difícil de soportar.
     Entramos entonces en esta suerte de microsociedad en la que los antiguos sirvientes sienten una lealtad de la que no terminan de despegarse, en la que todos saben las tiranteces de los demás y en la que el maestro... bueno, Don Pío se alza como el otro gran protagonista de la historia con momentos memorables.

     El abuelo me ha gustado y mucho: descubrir en 5 días el cambio absoluto de su protagonista y vivirlo con él ha sido un auténtico placer que ha despertado en mi las ganas de volver a ver la famosa adaptación cinematográfica. Pero, incluso si ya la habéis visto, os recomiendo acercaros a esta novela. Sea o no centenario de nada que, a fin de cuentas, los lectores medimos los tiempos en títulos: el tiempo que tardamos en comprarlo, en leerlo, el que lo tenemos esperando o, el peor de todos, el que nos tiene esperando un título a nosotros hasta que es publicado, ¡o incluso escrito!

     Y vosotros, ¿qué libro tenéis entre manos?

     Gracias.

3 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho esta reseña.Besicos

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  2. ¡Hola!
    Sí, precisamente en instagram he visto varios grupos de lectura que se han metido de lleno en Galdós, cosa que me gusta porque me flipa este escritor. Recuerdo que con diecinueve años nos mandaron leer Tristana y, claro, siendo del realismo me imaginaba que sería muy denso y aburrido... me sorprendió y de qué manera, qué maravilla.
    Así que he seguido leyendo cositas suyas como Misericordia, que, sin duda, es una de mis novelas favoritas, pero esta de El abuelo no la he leído aún, solo he visto la peli. Me la apunto.
    Y, ahora mismo, tengo entre manos Nostalgia, de Mircea Cartarescu.
    ¡Un saludo!

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  3. Hace mucho que no leo a Galdós y este está aún entre mis pendientes!

    Besotes

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