"Debe de ser una ciudad grande, esto parece evidente, una de esas grandes metrópolis en las que jamás ha estado. No alcanza todavía ni siquiera a imaginar en qué parte del globo se sitúa, en qué dirección respecto de su hogar, e incluso aproximadamente a qué distancia..."
Esta vez voy a empezar haciendo un resumen. Nos presenta el autor a Budai, un prestigioso lingüista húngaro, que vuela a un congreso a Helsinki. Sale con prisa, sin reloj, y se duerme durante el vuelo. Cuando llega es por la noche ya y lo montan en un autobús que lo lleva al hotel. Una vez allí descubre que no está en Helsinki, así que asume que se ha equivocado de avión. Supuesto eso, trata de corregir su ruta y comprueba que, pese a hablar varios idiomas, no es capaz de entender a nadie y tampoco consigue que lo entiendan a él. Está en una ciudad enorme y desconocida en la que parece no poder comunicarse con nadie. Hay una cosa clara, tiene que salir de allí.
Es un libro singular, no nos prepara para la trama, como tampoco lo está su protagonista. Sale con prisa, sin reloj y aterriza por la noche, cansado y es transportado en autobús a un hotel en el cual, no se entiende con la recepcionista. Y todo eso en las primeras páginas. A partir de ahí vamos evolucionando con Budai; primero le preocupa faltar a la conferencia. Necesita el pasaporte que se ha quedado la recepcionista. Y no lo entiende, y eso que habla una docena de idiomas. La escucha con atención y sólo ve un parloteo rápido interminable y por escrito tampoco es mejor, así que sale a buscar ayuda. El metro es otro caos, las líneas no parecen circulares pero tampoco se ve el final de la linea, es como si nunca terminase, algo que sabe es imposible, y la gente lo abarrota, lo mismo que las calles. Se fija entonces en ellas, grises, con casas viejas junto a nuevos y altos edificios, todo lleno de gente que parece tener prisa o hacer cola, no hay punto intermedio. Y tampoco lo entiende nadie ahí. Ni él a ellos, ni los carteles.
Pero el protagonista resiste a estos choques brutales. Lo que le minan son las diferencias sutiles, ahí es donde empieza a sentir miedo, en las bebidas dulces que no debieran serlo, en las salchichas también dulces. Le chirrían subiéndole por la espalda, incubando el pánico y haciéndonos recodar el caso del inmigrante que retuvieron quince años en un psiquiátrico por encontrarlo sin documentación, como él, y tomarlo por loco al escuchar su jerga ininteligible. ¿Y si le pasa igual?
Poco a poco el mundo de Metrópoli se nos torna tan siniestro y aterrador como al protagonista. La prueba está en que mantiene una especie de relación sentimental con una empleada con la que tampoco se entiende. De hecho, el libro en su edición original se llama Épépé, como esta mujer. Tal vez al ver esto expuesto aquí, aislado, os resulte cómico, pero os puedo asegurar que en el centro de la acción consigue acercarnos a la congoja de una vida aislada que sufre el protagonista.
Poco importa a estas alturas si nos parece algo real lo que Karinthy nos presenta, cualquier ciudad desconocida que veamos cuyo idioma ignoremos, la miraremos para siempre de otro modo. Y también a sus habitantes, que apenas se paran a mirar a nuestro protagonista. Son seres antipáticos, egoístas que nos empujan en las calles de esta sociedad incomprensible de la que acabamos siendo víctimas junto con Budai.
Tengo que decir, además, que el libro está resuelto de forma impecable, lo que hace que aumente mi admiración por su autor, debido a la dificultad del tema elegido. Tiene algo de pesadilla, de camino a los infiernos, de crítica y de soledad y, sobre todo, tiene la capacidad de engancharte para saber qué es lo que le va a suceder al pobre Budai ahora que se le ha acabado el dinero, cuando aún ni siquiera ha sido capaz de llamar a su casa, ni de llegar a una estación o volver al aeropuerto. Y eso que han pasado muchos días ya.
Un libro magnífico. Poco más hay que añadir.
Gracias
A qué nos recuerda todo esto. ¿Lo estamos viviendo? Gracias por esta recomendación acertadísima.
ResponderEliminarTiene muy buena pinta el libro, aunque seguramente un poco agobiante la situacion. Lo buscare en los proximos meses, cuando haya termiando mucho de lo que tengo. Saludos!
ResponderEliminarHe leído algo sobre este libro, siempre comentarios positivos. Me gusta mucho la trama. Recuerda un poco a "El país de las últimas cosas", de Paul Auster, que mezcla el misterio, lo urbano y lo absurdo en un mismo libro. Un libro soberbio que no nos podemos perder. A ver si pillo este "Metrópolis".
ResponderEliminarUn abrazo.
Francisco
No conocía el libro pero tiene muy buena pinta, al principio de la reseña me parecía un poco extraño pero has ido despertando mi curiosidad, así que anotado queda
ResponderEliminarbesos!
Parece interesante,lo tendré en cuenta por si lo encuentro. Me ha gustado tu reseña.
ResponderEliminarSaludos!
En cualquier momento podemos descubrir que puede haber aquí mismo otros mundos terribles para el ser humano.
ResponderEliminarTal vez ahí resida la angustia que nos provoca el libro, Pitt Tristán. A Rick incluso le "suena".
ResponderEliminarGracias a todos por pasar
No deja de ser una revisión kafkiana de El proceso. Y ahora que lo han puesto de moda, también de El planeta de los simios.
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