Páginas
▼
martes, 23 de mayo de 2017
Orfancia. Athos Zontini
"-Abre la boca, por favor -Mi madre se acerca con el tenedor-. Venga, que se enfría la carne.
Los perros están en un rincón, ambos con el rabo entre las patas. En el otro extremo de la mesa mi padre tiene los ojos fijos en el televisor. Corta un trozo de filete y lo mastica despacio, sin hacer ruido. Se le ensancha la garganta al bajarle la carne por ese largo cuello de pájaro. Cierro los ojos y mentalmente pido un deseo:¡ahógate, ahógate, ahógate!"
No siempre que terminamos un libro estamos dispuestos a hablar de él, a veces, el libro se termina de forma física en un tiempo, y de forma efectiva tiempo después. Esto sucede con el libro que hoy traigo a mi estantería virtual, se trata de Orfancia.
Un niño de ocho años, narrador en primera persona de la historia, nos relatará un año de su vida. Un año en el cual él se niega a comer perseguido por un terror interno: él cree que los padres engordan a sus hijos para comérselos. Y sin embargo, también será un año en el que comience a sentir hambre. Mucha.
Si un orfanato es un lugar de acogida para niños abandonados o Huérfanos, el significado de la palabra orfanicia me rondó durante mucho tiempo en la cabeza. Recuerdo cuando leí el título la primera vez y me pareció una palabra hermosa... hasta que me puse a pensar que, por fuerza, orfancía tenía que significar húerfano de infancia. En ese momento comencé a pensar que podía ser una palabra engañosa, y el libro captó toda mi atención.
Athos nos relata la historia de un niño de ocho años, dividida de forma estacional, y siempre bajo su única visión. Este niño no quiere comer, se ve distinto al resto, y "sufre" la preocupación de unos padres que solo quieren verlo rollizo y feliz. No sabemos de dónde le viene ese miedo, si leyó el cuento de Hansel y Gretel o si simplemente apareció un día de la nada. Pero es real. Aunque durante las vacaciones descubra que tiene mucho hambre. A lo largo de ese año descubriremos que comprendemos a los padres en su preocupación, y también la oscuridad que habita en este narrador. El autor dejará testimonio de maltrato animal, de acoso y de desesperación en un libro que puede descolocar al lector cuando le pone punto y final. Y es que Orfancia no parece, a priori, un libro fácil de digerir (si me permitís la gastronómica alusión).
Hay libros que generan versiones de sí mismos en cada lector, casi libros paralelos. Esos son los libros que me gustan, los que interpretamos. Así que esto podría ser: mi interpretación de la historia.
Si partimos de un título que juega con el significado y una historia que tiene un fondo en un cuento, ¿por qué no va a ser todo un cuento? Es más, seguramente verlo así sea la única manera en la que la anécdota literal, el negarse a comer, no se coma (¡ja!) a la novela. Entonces descubrimos que tal vez ese niño sea una suerte de Peter Pan que se niega a crecer como el resto, que parecen felices siguiendo las pautas marcadas. Es diferente, no aceptado desde el momento en que comienza su acto de propia rebeldía frente a una sociedad que nos engulle representada en los padres. A fin de cuentas son ellos quienes se encargan de introducirnos en la sociedad con sus normas y guías. Y con ocho años es cierto que comenzamos a ser conscientes de muchas cosas, descubrimos otras capas del mundo que nos rodea no siempre agradables, y también, queramos o no, comenzamos a sentir hambre, a relacionarnos, a tener cumpleaños y seguir normas sin dueño, a dejarnos llevar. Pensemos que tal vez no quiera ser como todos, que tal la novela vaya de eso, de esa rebeldía que choca con la necesidad de ser uno más. Y nos caerá encima toda la carga crítica que lleva: hablaremos de acosos y maltratos y también del "me preocupo por ti" como frase arrojadiza cuando las cosas no se explican, cuando eres pequeño y ese "es por tu bien" no suena igual que cuando se dice siendo ya adulto. Cuando no se comprende. Tal vez ese sea el camino, y Athos decida darle una vuelta de tuerca. Nadie dijo que por ello el protagonista tenga que ser bueno o caernos bien. Nadie dijo que si alguien no se adapta sea solo rebeldía, quizás es por no estar preparado... para eso está la sociedad. Y de hecho, el protagonista no despierta la simpatía del lector.
El final, esa parte que me he encontrado criticada en tantas ocasiones, me ha parecido un broche perfecto. Nadie dijo que los finales tuvieran que ser felices, ni siquiera tranquilizadores, ¿o no es acaso de los finales de los que extraemos las moralejas de las fábulas? Y eso que, en realidad, tal vez los finales felices de algunos cuentos, den más miedo que aquellos que no lo son. En todo caso será labor del lector decidir si este final lo es, o no.
Yo me he encontrado todo esto en Orfancia, una novela cargada de simbolismos, casi una arriesgada fábula escrita para adultos, a rato con aires de thriller. Y os diré algo más; creo que, en este caso, el autor goza de un gran (y negro) sentido del humor.
Y vosotros, ¿recordáis algún libro que os rondara la cabeza tiempo después de finalizarlo?
Gracias.
Desde que leí la reseña de la Pingüi lo borré de la lista y así seguirá.
ResponderEliminarUn beso
Parece una lectura bastante fuerte. El enganche está en el narrador. Un niño siempre tiend mucha aceptación en el lector.
ResponderEliminarSaludos.
Hay uno que recuerdo casi a diario, y es "Los pilares de la tierra". Otros muchos me han marcado, pero como ése, ninguno. Un beso.
ResponderEliminarLa verdad es que he leído todo tipo de opiniones de este libro, desde las más entusiastas a las más tibias, pero si algo me ha quedado claro es que no deja indiferente y que tiene muchas interpretaciones, y eso ya es suficiente para despertar mi curiosidad.
ResponderEliminarBesos.
He leído muy buenas críticas de este libro, y tiene algo que me atrae.
ResponderEliminarUn beso ^^
Había entrado en tu blog buscando una entrada anterior que quería consultar y me he tropezado con "Orfancia". Me he quedado enganchada a la reseña, he tenido que leerla. Tengo este libro en la lista de "dudosos" porque había leído varias reseñas pero no acababa de hacerme una idea precisa de qué iba a encontrar. Desde luego, la cita del principio, con ese "ahógate, ahógate" es impactante. Me convence lo que cuentas del sentido del humor negro del autor y del protagonista de 8 años y su cambio en la percepción del mundo, de su recién descubierto hambre. Me has convencido.
ResponderEliminarY ahora me voy a por la entrada que estaba buscando. Hasta luego.
A mí no me gustó tanto como a ti precisamente ese final. ¿Es un juego por parte del autor? Seguramente. Pero sumado a la repugnancia que sentí en otras páginas, y la ida de olla final, se quedó en un 5 raspado, ni sí ni no, ni frío ni calor, ahora sí- ahora no, y un largo etc de símiles.
ResponderEliminarPero me gusta tu interpretación. En eso sí coincidimos, y esa es la magia de la literatura.
Besos
Vaya historia curiosa que nos has traído hoy. Ya de por sí, el planteamiento no es que sea original, que lo es, sino que me parece tremendo. En primer lugar, a mi no suelen gustarme las historias con niños y si me vienen escritas en primera persona, menos. Y no porque cuestione si el recurso es más o menos acertado, sino porque el narrador en cuestión me va a enseñar mucho más de su personalidad que si lo hicieran otro.
ResponderEliminarY siendo esta una historia de traumas, de un niño que con tan solo ocho años ve a sus padres como enemigos, no me quiero ni pensar qué tipo de sensaciones pueden sentirse durante la lectura. Y, por lo que veo, ese final no es que no esté a la altura, sino que puede dejarte tocado.
Total, que al final has conseguido alimentar mis ganas de leer esta historia y que tengo que darte la razón en que la palabra, además de bonita a nivel fonético, es sugerente cuanto menos.
Un beso.
Esta reseña me ha recordado a una de mis hijas que siendo niña tampoco quería comer y era todo un suplicio lograr que comiera algo.Interesante reseña y me ha intrigado el final.Suelo recordar muchas novelas después de leerlas.Besicos
ResponderEliminarA pesar de tu estupenda reseña sigue sin llamarme este libro, un beso
ResponderEliminarNo me llamaba la atención, pero después de leerte me pica la curiosidad.
ResponderEliminarBesos
No me lo apunto. Esta novela no es para mi
ResponderEliminarLo tengo esperando, me da un poco de pereza, pero me vais animando
ResponderEliminarBesos
Hola! Lo he visto mucho por redes sociales y la verdad es que no me importaría leerlo, creo que me podría gustar.
ResponderEliminarHay varios que me rondan una vez terminados, como por ejemplo el umbral de la eternidad de Ken Follet, hace tiempo que lo leí y lo sigo recordando como si lo acabase de leer ahora mismo.
Besos!
Ya había leído alguna reseña y eso había despertado mi curiosidad...no es la típica novela. Me parece diferente y, seguramente, arriesgada.
ResponderEliminarAdemás me encanta las conclusiones a las que has llegado. Y debo decir...que una de las causas (hay muchas y ésta tampoco tiene que estar incluida) por las que las niñas dejan de comer en la anorexia es, precisamente, por el hecho de crecer, de tener que madurar...de enfrentarse a la sociedad como persona adulta.
La leeré.
Besitos
No termino de verlo claro esta vez, así qeu por ahora lo dejo pasar.
ResponderEliminarBesotes!!!
Uy este si no creo leerlo , pero igual gracias por la recomendación
ResponderEliminarLa verdad es que es un libro que no me llama nada la atención.
ResponderEliminar¡Hola! Me encantan los libros narrados desde el punto de vista de un niño, así que puede ser una lectura interesante. Lo apunto en mi lista.
ResponderEliminarBesos!
Me gusta lo que comentas de los finales, que no es necesario que sean felices o tranquilizadores. Quizá ese tipo de finales son los que, al final, queden en el recuerdo porque te hacen pensar. Besos.
ResponderEliminarMe parece una lectura interesante. Tomo buena nota.
ResponderEliminarUn beso.
Qué fuerte de libro!! A mí algunas comidas de peque también se me atragantaban, pero era por el mal sabor/olor... jeje. Me lo apunto. Un beso.
ResponderEliminarVarios
ResponderEliminarRapidamente me viene Las Venas Abiertas de America Latina
Cariños
No creo que un buen final sea necesariamente un final feliz. Quizás lo sea más si es un final coherente, por muy infeliz que sea.
ResponderEliminarMe gustan los libros que no dejan al lector al margen y con todo masticadito, ya lo sabes, así que tendré en cuenta este.
Un abrazo