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miércoles, 4 de septiembre de 2019
Máquinas como yo. Ian McEwan
"Era el anhelo religioso con el don de la esperanza; era el santo grial de la ciencia. Nuestras ambiciones fluctuaban -más alto, más bajo- gracias a un mito de la creación hecho real, a un acto monstruoso de autoamor. En cuanto fuera factible, no tendríamos otra opción que seguir nuestros deseos y atenernos a las consecuencias".
Cada libro suyo, cada entrevista, cada página, cada palabra, cada letra... Hoy traigo a mi estantería virtual, Máquinas como yo.
Estamos en Londres en los años 80, en un mundo un poco diferente al nuestro, son detalles aparentes que han cambiado cosas importantes. Alan Turing jamás comió la manzana, y el mundo tecnológico sufrió una revolución temprana. Allí conocemos a Charlie y a su vecina Miranda, de la que está enamorado. En la calle han aparecido unos robots que parecen personas, casi perfectos, y el ser humano ha decidido en su modestia ponerles los nombres de Adán y Eva. Eva se agota antes así que Charlie se compra un Adán que termina siendo manipulado por Miranda. Adan es la perfección, pero ¿qué pasa cuando es la perfección la que mira a los humanos?
Hace ya unos cuantos años que Irving escribiera Personas como yo, un libro en el que se desnudaba quedando a merced de la escrutadora mirada del lector que se cuenta entre mis favoritos. Ahora le toca el turno a McEwan de jugar con esa sentencia y escribe Máquinas como yo, un libro en el que se desnuda Charlie para el lector, el ser humano para las máquinas y el lector, como no podía ser de otro modo en una novela de McEwan, se revuelve incómodo en la silla. Y es que siempre que veo a alguien decir que las novelas de McEwan son bonitas, no puedo evitar sonreír. McEwan disfruta incomodando al lector mientras no pierde un ápice de su aplomo inglés, representado perfectamente en la prosa cuidada y el placer que provoca leerlo. Aunque nos incomode como feto no nato o como menor que quiere tomar decisiones propias.
En esta ocasión entra en la ciencia ficción como excusa para relatar su historia. Y lo hace, creo yo, en los años ochenta simplemente por satisfacer su capricho de que Turing aparezca en el libro, ya que poco más puede afectar a esta novela la época en la que acontezca salvo el dar a Turing el lugar que hubiera merecido en la historia (y posiblemente unos cuantos méritos de más). El caso es que hasta aquí y poco más llega la ciencia ficción, porque a McEwan lo que siempre le han interesado son los dilemas morales. Y conocemos a Charlie, enamorado de Miranda, egoísta, tranquilo y un tanto obsesionado en el tema de la robótica. Por eso llega Adan a su casa. Bueno, por eso y por la falta de Evas, como ya he comentado. Y es la llegada de Adam la que agita al lector. Adam es perfecto, incluso por fuera, y Charlie no puede evitar sentirse un poco amenazado. Aunque quizás si lo "cría" junto a Miranda, quién sabe lo que puede pasar. Pero, como cada vez que alguien dice quién sabe lo que puede pasar, algo inesperado sucede. Adam mira a Miranda y la escruta desde su fría e inalterable perfección dando una opinión nada positiva de la joven a su legítimo propietario a la vez que miranda no puede evitar fijar su parte más carnal en el robot. La cosa, como os podéis imaginar, se complica por momentos, se siente la traición y el juicio del robot incapaz de tener sentimientos pero en un aprendizaje constante que hará que nos preguntemos hasta qué punto está bien verse escrutado, que no es lo mismo que pedirle a Adam que lo haga con otros. Aparecen más personajes mientras Adam avanza y el autor aprovecha ocasiones en las que nos recuerda que allí no todo son personas, pero la moral se le parece aplicar por igual a todos los integrantes de la novela. Y aquí llega la gran pregunta, ¿es eso adecuado?, ¿podemos dar conciencia? Y da un paso más, ¿y si nos pasamos al crear algo como Adam capaz incluso de juzgarnos?
Ahí está. Estamos leyendo a McEwan. Nos revolvemos. Miramos al gran descubrimiento de la novela, Mark. Mark es puro McEwan, os dejaré descubrirlo, yo solo lo nombro, ni siquiera os doy una pista de su papel. Y también dejaré que descubráis la conciencia.
Máquinas como yo es una gran novela. No es la mejor del autor, entiendo a quien dirá que es una de sus novelas menores. De hecho, si pienso en sus tres últimas novelas, todas lo fueron. Uno termina de leer a McEwan y cree que la historia ha terminado, sin embargo, parte de su grandeza es que sus novelas crecen con el tiempo.
Hoy he expuesto mi pasión por las letras de un escritor, ¿podéis nombrarme vosotros a alguno que os provoque lo mismo?
gracias.
Hola. Este escritor me cuesta, siempre me ha costado. Y, además, no me gusta nada la ciencia ficción. No dudo que sea un libro excelente, pero no para mí. y... Uf, Adán y Eva, ya tuve bastante con la educación religiosa de mi infancia. Hasta los nombres me tiran para atrás.
ResponderEliminarEs cierto que parece que al autor le atrae incomodar al lector, pienso que por los temas que trata. Ejemplo "La ley del menor", un libro genial.
ResponderEliminarEl que nos traes hoy no me llama tanto, tal vez por el enfoque de ciencia ficción.
Otro que leí de Ian McEwan fue "Amsterdam", que me resultó algo flojo.
Un abrazo
Hola,
ResponderEliminarno he leído nada del autor pero después de leerte me da que me estoy perdiendo algo muy bueno. Investigaré sobre sus novelas a ver con cuál me decido a empezar.
Un beso
No me ha llamado la atención esta novela.Besicos
ResponderEliminarAún no he leído nada de McEwan pero este justo ha llegado hoy a la librería y me llama mucho... será hora de ponerse con él.
ResponderEliminarBesos!
Esta vez lo voy a dejar pasar que no me termina de llamar la atencion. ¿Algun escritor que me provoque pasion? Pues asi en frio (con el calor que hace) se me ocurre Maria Martinez, que me encanta como escribe.
ResponderEliminarSaludos
¡Hola! No conocía al autor, pero este libro tiene una trama que me llama la atención. Además me gustan mucho los libros que están ambientados en los años ochenta. Muchas gracias por la reseña....¡Ah! Y si debo exponer abiertamente mi admiración y pasión por las letras de un autor, sin duda sería Haruki Murakami. ¡Besos!
ResponderEliminarPues me apasionan muchas prosas, pero en la de McEwan me temo que no coincidimos :-))) Me fijo mucho en el estilo de los escritores y cuánto más personal es, más me gusta. Apasionada de la prosa de José C. Vales, de David B. Gil, de Concepción Perea, de Ishiguro, de Walter Scott, de Connie Willis, de Marco Malvadi, de William Ospina, de tantísimos...
ResponderEliminarTengo en casa esperando Expiación, creo que me gustará y será mi primer acercamiento al autor, ya te contaré
ResponderEliminarBesos
Me pasa con Pilar Pedraza, me encanta todo lo que ha hecho =)
ResponderEliminarBesotes
¡Hola!
ResponderEliminarTodavía no he probado nada de McEwan, pero no creo que tarde, porque no paro de ver este libro en todas las librerías y me tiene intrigada, y mucho más ahora que te he leído.
Otro más que me apunto XD
Y en cuanto a tu pregunta, me apasiona el estilo de Pardo Bazán, de Bécquer, de Sándor Márai...
¡Un saludo!