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lunes, 29 de junio de 2020

Las brujas. Celso Castro


     "y a veces, y también quiero que lo sepas, a veces te juro que te odio, porque me utilizas, es lo que siento. y me desagrada que me utilices, que necesites mi voz, oírme hablar y hablar y hablar hasta dormirte, hasta que tu angustia se calme, hasta comprender que tampoco es para tanto —no, no es para tanto…— me decía el psicólogo, lo decía para —relativizar— y yo le hablaba de mis visiones y que algunas se repetían. y él —es lo que se denominan sueños recurrentes…— y no eran sueños, eran visiones".

     Hace ya varios años que descubrí a Celso Castro y su peculiar prosa, desde entonces he regresado a sus letras de forma sistemática. Hoy traigo a mi estantería virtual, las brujas.

    El narrador de esta novela se irá desnudando como un joven cuyo padre lo lleva a ser amamantado por una mujer que será la madre de la joven a la que ama o tal vez no, Lorena, y que luego lo abandona. Un padre que deja a este joven maltratado salir a la vida incapaz, o eso cree, de amar. Y un amor, porque todos los libros tratan de amor,

     Cuando uno llega por primera vez a una novela de Celso Castro, no sabe que la historia da igual, que la trama da igual, que poco importa lo que suceda más allá del narrador. Porque sus novelas, y esta no es diferente, están protagonizadas por sus narradores, esos que hablan mentalmente para nosotros desnudándose a media voz. Porque si vivimos en un mundo apresurado y cibernético en el que usar mayúsculas es chillar, Castro ha desterrado de sus historias las prisas y las voces altas para dejarnos con su peculiar estilo un tono que se acerca más a la poesía que a la prosa convencional. Sin embargo no debemos de dejarnos engañar por esa aparente levedad de sus letras, no pensemos que lo hermoso es tenue o etéreo porque nunca lo es. De hecho, hasta en los cuentos de hadas habitaban villanos. La novela de Castro es una lenta confesión, de purga quizás, salpicada de ironía en la que este narrador sin nombre parece buscar en su pasado la forma de sobrevivir al presente. Un presente gallego, un presente con brujas, "que haberlas haylas" y con visiones y también con una voz que nos va embaucando en un juego del que Castro nos advierte poco a poco, siendo este el mayor acierto de la novela. Y es que, cuando alguien te cuenta su historia, es fácil caer en ella, dejarse llevar.
     Esta introspección detallada que es casi una confesión de diván en la que el recorrido inverso parece buscar aquello que ha convertido al narrador en quien es hoy, o quizás incluso repararlo, va mostrando en su voz un cierto desequilibrio, un desapego que se mezcla con esa lástima hacia el desamparado que nos ha conseguido ir sacando letra a letra, quizás amparado en no habernos dado ni tan siquiera su nombre. Castro convierte al lector en un ser permeable a lo que el narrador relata, un jugador que no sabe si el protagonista se dirige a él porque lo necesita o simplemente porque no quiere hablar al vacío. Y esta frase, por críptica que parezca, me hizo sonreír durante mi lectura pensando en Lorena.
     Decía antes que la trama no parece importar y yo no voy a revelarla, ya que es misión del lector descubrir a las brujas de la novela que no quedan ocultas en absoluto, como tampoco lo hacen ciertas pasiones culturales que salpican la novela. Y es que me suele dar rabia ver que cuando se trata de este escritor mucha gente parece pararse en las formas más que en el fondo. Unas formas que ya no sorprenden sino que marcan un sello propio al que en su día no estábamos acostumbrados a no ser que leyéramos poemas. Y unos libros que parecen decirnos, como llevan haciendo siglos los poetas, que todos estamos un poco rotos.

     Leer Las brujas ha sido un placer.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

viernes, 26 de junio de 2020

El mal de Corcira. Lorenzo Silva


     "Suele suceder así: cuando menos te lo esperas, cuando mayor es tu confianza, mientras son otras las preocupaciones que te absorben. Es ahí donde nos aguarda, sin piedad, el heraldo oscuro que sabemos que anda siempre al acecho y del que preferimos no hacer mucha cuenta, dándole así el privilegio de sorprendernos y desarbolarnos. Sin previo aviso llega y dice nuestro nombre. Y sólo entonces recordamos que no somos más que hojas que el viento levanta, sostiene en el aire y al final del vuelo, largo o corto, alto o bajo, devuelve sin más a la tierra".
     Las sagas con como las telenovelas; protestamos pero ahí estamos diligentemente para continuar con la historia. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, El mal de Corcira.

     Bevilacqua se enfrenta a la muerte de un hombre que le llevará a su infierno particular. En esta ocasión el presente le conectará con un momento de su pasado que le ha marcado, su estancia en el País Vasco a finales de los años 80, con ETA totalmente activa, y su salida de allí.

     25 años han pasado desde que Silva nos presentara a Bevilacqua. Una visita que se volvió regular y llegaba a las librerías con una periodicidad bianual en la que el autor mezclaba casos, vidas privadas cada vez más abiertas a medida que entraba Chamorro en escena, y un pulso social que, tal y como comentó el autor en más de una ocasión, bebía de las noticias. Y los lectores sabíamos que Rubén, que así se llama Bevilacqua, había estado en el norte, pero no nos habían explicado mucho más. Y ahora ha sido el turno de bucear en su pasado.

     Para no saltarme nada diré que la trama negra de la novela es correcta, con un final que se resuelve a última hora, aunque a mi me gustaría que no apurase tanto y diera un poco más de carrete a la historia. Pero ya somos viejos conocidos y sabemos nuestros vicios, virtudes y defectos. Y nos encontramos periódicamente como viejos conocidos.
Es muy difícil comentar un libro de una saga tan larga sin caer en la tentación de desvelar algo que uno no debe, por eso voy a centrarme más en el protagonista y lo que el autor ha dibujado en él en esta su entrega más extensa. Silva, que alguna vez ha coqueteado con los recuerdos, se ha sumergido totalmente en un hilo doble para mezclar pasado y presente y otorgar la perspectiva de la madurez a lo vivido por su protagonista cuando aún era un novato. Y es que, si los GC de Silva han estado en todas partes, ETA era un tema que había esquivado. Ahora parece decirnos que más que esquivar el tema ha guardado silencio sobre él, como tantas otras personas que lo vivieron de cerca en su día. Pero el destino tiene un sentido del humor retorcido, y muchas veces hay que enfrentarse a lo que no se dice. Y eso es lo que le sucede a Rubén a partir del caso que tiene entre manos. Descubrimos así y desde esa voz que se acerca a la crónica social más que a la denuncia, como el joven se vio desbordado por la vida y salió del País Vasco llevándose consigo la sensación de haber dejado en la estacada a mucha gente. Aprovecha el autor para hablar de los cambios que se fueron produciendo en ese momento y llega hasta la desarticulación de la banda armada dentro y fuera de las fronteras, y no solo del País Vasco, también habla del punto de inflexión con la frontera francesa. Esto dimensiona a su protagonista, ya conocido de sobra por sus lectores habituales, más si cabe, porque parece mostrarnos una de esas cicatrices que no curan porque no se exponen y que cierran una herida que sigue doliendo con el roce independientemente del tiempo.
      Es cierto que muchos pueden pensar que el tema ETA está de moda y que quizás por eso es por lo que el autor ha decidido utilizarlo en este momento, pero también lo es que no importa el motivo y que ya en sus inicios se nos había insinuado que algo había y que el autor dice que hay temas que es mejor escribirlos desde la distancia que otorga el tiempo para poder enfrentarlos de cara. Y esa referencia al tiempo, a la mirada al pasado, a lo sucedido, a la historia, ya la deja clara incluso en el título.

     El mal de Corcira es una novela que se puede leer de forma individual o como continuación a una de las sagas más extensas de la novela negra dentro de nuestras fronteras. Un libro en el que retoma el tono de hace unas cuantas entregas y que yo, personalmente, había echado de menos.Echadle un ojo, este es el libro de Bevilacqua (quien lo ha leído, me entiende).

     Y vosotros, ¿sois de sagas?

     Gracias.

miércoles, 24 de junio de 2020

Cartas a un joven novelista. Mario Vargas Llosa


     "Éste no es un manual para aprender a escribir, algo que los verdaderos escritores aprenden por sí mismos. Es un ensayo sobre la manera como nacen y se escriben las novelas, según mi experiencia personal, que no tiene por qué ser idéntica ni siquiera parecida a la de otros novelistas".
     Los libros sobre literatura forman un género en sí mismos. Parece una tentación irresistible para cualquier escritor que se precie contarnos lo que lee, como escribe y también quiénes fueron sus maestros. Y la tentación es recogida por los lectores e incluso por otros escritores. Hoy traigo a mi estantería virtual, Cartas a un joven novelista. 

     Si En la verdad de las mentiras, Mario Vargas Llosa hacía un repaso sobre su propio canon literario del siglo, aquí se dirige a una suerte de corresponsal o receptor imaginario para hablarle de literatura, escribir, crear y sentimientos. A caballo entre un sencillo ensayo y una novela epistolar, Mario Vargas Llosa da teoría literaria a la vez que establece una serie de referentes que son imposibles de obviar para un lector que se sentirá irremediablemente atraído por la idea de seguir la lista de lecturas propuestas por el autor. Para él, el novelista no solo es feliz escribiendo, sino que su labor va mucho más allá cuando le deja a un mundo incompleto las fantasías que, de haberlo completado, le hubieran otorgado un status superior. Nos habla también de la importancia de las palabras y yo recordaba al leerlo eso que se dice sobre la existencia de las cosas en la medida en la que se les pone nombre. Vargas Llosa va un punto más allá otorgando al conjunto lingüistico la importancia de un mundo completo, y se entiende cuando el autor se dedica precisamente a completar mundos mediante el uso de las palabras. Mundos que, aunque para nosotros ya existan cuando se refieren a personajes que se han entrelazado con la realidad hasta tal punto que ya nos tenemos asumidos, son una ficción. A quién no le sucede que no concibe el mundo sin el Quijote cuando en realidad el mundo se concibió precisamente, sin él. Por lo tanto, yo concluía esta parte preguntándome cómo se concibe el mundo sin escritores.

      Decía antes que los lectores nos sentimos atraídos por este tipo de preguntas que nos cuentan cuáles fueron las inquietudes de nuestros escritores favoritos, sus comienzos y sus márgenes, pero lo mismo les puede suceder a otros escritores. Y es que, como dice el propio Vargas Llosa, a él mismo le hubiera gustado poder escribir a alguno de los escritores que admiraba cuando estaba comenzando para haberle preguntado sus dudas, haber seguido su camino en un intento de encontrar el propio. Y así avanzamos con ideas que, compartidas o no, otorgan una visión más ámplia del mundo literario, por capítulos dedicados a responder distintas preguntas tan importantes como genéricas. Él se reconoce como un rebelde del mundo y quizás por eso reconoce cada pedazo propio vertido en sus libros y es que no hay libro que no beba de la vida de su autor y quizás por eso sea vital vivir en ese mundo imperfecto ante el que se imponen mediante la ficción. La importancia de la coherencia, del estilo, el espacio, las lecturas que lleve a sus espaldas el propio escritor... nada escapa a las preguntas imaginadas y tampoco a las respuestas vertidas en este librito corto más que necesario, interesante.

     Cartas a un joven novelista es un libro más que recomendable sobre el oficio de escribir, pero también sobre el interior de quien lo hace.

     Y vosotros, ¿sois lectores de libros intraliterarios?

     Gracias.

lunes, 22 de junio de 2020

El club de lectura del final de tu vida. Will Schwalbe


     "Mi hermana, mi hermano y yo disfrutamos de conversaciones y momento extraordinarios con mi madre a lo largo de toda su vida, y también durante sus últimos años. Mi padre pasó con ella más tiempo que nadie -en el transcurso de décadas de matrimonio y al final-, y tanto su manera de cuidarla como el amor que se profesaban nos sirvieron de inspiración a todos nosotros." 

      Durante este confinamiento he aprovechado a releer. No todo ha sido nuevo ni todo ha sido digital, y es porque disfruto de las relecturas. Hoy traigo a mi estantería virtual una de esas relecturas, se trata de El club de lectura del final de tu vida. 

      Mary Anne, la madre del propio Will, regresa de un viaje con lo que parece una hepatitis. Sin embargo no tardará en descubrir que se trata de un cáncer de páncreas, además ya bastante avanzado. Durante sus dos últimos años la acompañaremos junto a su familia y, sobre todo, descubriremos las lecturas que hace junto a su hijo y como las utilizan como vía de comunicación para lo que no saben expresar con sus propias palabras.

      Me suele costar acercarme a este tipo de libros por miedo a encontrarme sentimentalismo fácil, pero al final todo me empujaba a ello. Y me lo leí sabiendo que era un homenaje del autor a su madre en un libro que recordaba esas conversaciones en una sala de espera que comienzan para aligerar el tiempo y terminan siendo una parte casi vital en la relación. Lo primero que me encontré es que ya de entrada descubre a la enfermedad de ese halo de dramatismo tan habitual. No busca la lágrima del lector sino que nos cuenta una historia cuyo final ya conocemos de antemano para poder entrar de lleno en la verdadera historia: la de los libros. Libros leídos, libros compartidos, libros comentados... todos ellos. Convierte de este modo el libro en un homenaje también para los lectores que verán los títulos y las sensaciones que provocaron durante su lectura. De hecho, los capítulos comienzan con el título de un libro.

      Nos acerca así temas como el ateísmo, el valor o la calidad humana mezclados entre títulos ya leídos y otros que nos apresuraremos a apuntar. Larsson, Bolaño, Tolkien, Wallace, todos ellos desfilan por este club de lectores que disfrutan con los libros al que bien puedo pertenecer yo y, a buen seguro muchos de vosotros. A fin de cuentas quien no ha preguntado eso de "¿qué estás leyendo?".

     Es un libro sencillo, de esos que van calando hondo y que contagian esa admiración que siente un hijo por su madre y la pasión que ambos sienten por la literatura. Un libro que nos demuestra que hay historias hermosas en los lugares menos esperados. Historias que nos hacen pensar y nos acompañan durante mucho tiempo. Justo como esta.
     Como comenzaba diciendo los libros que tocan estas temáticas me cuestan, los miro con recelo, casi temor a la forma en que los traten. En este caso me encontré una historia cercana contada por un hijo que añora a su madre y que comparte con un amigo esa relación especial que todos tenemos con nuestras madres. Y lo hace a través de las letras.

      Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

miércoles, 17 de junio de 2020

Aventuras de un cadáver. R. L. Stevenson


     "Lo que lleva a la gente a la horca es la desgraciada circunstancia de la culpabilidad".

     Leer un clásico es como un bálsamo para el lector que necesita ser aplicado de vez en cuando. Lejos de identificarse con libros antiguos o pasados de moda, con libros obligatorios de estudiantes o aburridos de adultos, los clásicos con compañeros fieles de cualquier lector. Otra cosa sería discutir qué es un clásico. Hoy traigo a mi estantería virtual, Retrato de un cadáver.

    Empezaré explicando lo que es una tontina, y es que la novela parte del tramo final de esta curiosa asociación. Una tontina es una suerte de acuerdo por el cual un grupo de personas depositan un dinero en una cuenta conjunta de tal modo que, cuando solo quede uno de los participantes, será quien se quede con todo el dinero. Bien. Pues cuando comienza la historia, quedan vivos dos participantes. Y eran más de treinta, así que no es fácil.
Ahora que ya os tengo situados, que ya sabemos el punto de partida, os diré que, como es normal, los participantes ya no son amigos, todos quieren el dinero y, teniendo en cuenta la edad de los dos viejos, son los herederos los que muestran un interés mayor en cobrar. Aunque ello signifique que la máxima "aquí no se ha muerto nadie" sea tan importante como respirar, y nunca mejor dicho.
Y ahora, y quien quiera me ha entendido, os diré que en este libro hay un cadáver, pero no es una novela negra, aunque a veces parezca que parodia algunas cosas. El realidad estamos ante una sátira divertidísma con cadáver incluido en la que el autor critica a todos y por todo sin tener demasiada piedad, construyendo una suerte de comedia de enredo con el pobre Joseph de paseo.
     Tiene un regusto a clásico, a viejas pelis en blanco y negro con las que uno pasaba el domingo entre risas, a "Arsénico por compasión" pese a no tener nada que ver, y eso lo convierte en un libro muy disfrutable. Los personajes son de respuesta rápida y dardos constantes, las situaciones que se plantean dignas de la mejor comedia y la crítica que se desprende es corrosiva. Con estos elementos, es difícil resistirse a recomendar con entusiasmo una novela que desconocía hasta hace apenas unas semanas.

     Aventuras de un cadáver es una novela corta y francamente divertida con la que el lector disfruta desde la primera página y que aporta risas y diversión. Y en esto de la literatura, y ya lo he dicho varias veces, es más difícil hacer reír que llorar. Lean a Stevenson más allá de donde conocen a Stevenson.

     Y vosotros, ¿qué libro os provocó la risa?

     Gracias.

lunes, 15 de junio de 2020

El enigma de la habitación 622. Joël Dicker


     "A principios de verano de 2018, cuando acudí al Palace de Verbier, un prestigioso hotel de los Alpes suizos, estaba lejos de imaginar que me iba a pasar las vacaciones resolviendo el crimen que se había cometido en el establecimiento muchos años antes".
     Hay escritores que convierten la publicación de sus libros en un acontecimiento. Uno de ellos es Joël Dicker, cuyos libros se venden por miles, y por eso una que es una lectora curiosa, no puede evitar acercarse a él. Hoy traigo a mi estantería virtual, El enigma de la habitación  622.

     Conocemos a el Escritor (que no es otro que el propio Dicker) cuando planea escribir una novela homenajeando a su difunto editor Bernard de Fallois (el editor del propio Dicker) cuando conoce a una vecina de la que se enamora y que no tarda en romper su relación con él. Opta entonces por irse unos días sin saber que así conocerá a Scarlett, vecina de habitación en el Palace de Verbier y compañera improvisada para descubrir el enigma de la habitación 622 del hotel. Un lugar que ahora no existe en un intento de olvidar que en ella se cometió un asesinato.

     Si tenemos un libro protagonizado por un escritor que quiere escribir una historia y se ve sumergido en el misterio de un asesinato, eso significa que el autor es Dicker. Es su fórmula y parece que le va mejor que bien así que, ¿por qué cambiar? Así que en esta última novela, ha decidido dejarse engullir por la metaliteratura, o dejar de fingir que no se veía como el protagonista de sus libros cuando los estaba creando vaya usted a saber, y se ha convertido en el Escritor al que llaman Joël y hablan de su éxito y fama y ventas a lo largo de la novela para darnos una clara pista de quién es. Por lo demás la novela se articula en torno a un misterio, el de la habitación 622, que queda salpicado de anécdotas, a veces cotilleos, sobre todo en el hilo temporal en el que sucedieron los hechos que marcaron dicha habitación. Y mezclado con ellos, el juego metaliterario que sirve de enganche al lector que no sienta que el misterio es suficiente.
     Nos regala así una novela simple y entretenida que hace que pasar páginas sea algo casi natural, un page turner de esos que dicen ahora que uno se sienta a leer y para cuando se quiere dar cuenta, ya se lo ha terminado. Como una hamburguesa fast food. Y exactamente con la misma calidad y sabor si hablamos de literatura. Porque, independientemente de que use un formulismo que empieza a ser repetido, la novela es simplona y me he reído un par de veces entre chatitas y gatitos que se decían entre un par de personajes.Mi sensación general ha sido la de estar ante un incesante parloteo, como el de esas personas que para contarte que alguien les ha dado saludos para tí necesitan explicarte la vida de la persona que dio nombre a la calle en la que se vieron y toda la relación familiar, y de cama, de los dos (a estas alturas ya le interesa tanto a quién se encontró como el nombre que lleva la calle).

     El enigma de la habitación 622 es una novela entretenida, aunque menos original de lo que pretende. A partir de ahí cada valoración es subjetiva y la mía no es demasiado positiva, para qué decir lo contrario. Y eso que en este caso el enigma no es solo el asesino, también lo es la identidad del cadáver. Pero...

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

viernes, 12 de junio de 2020

El cielo de tus días. Greta Alonso


     "Uno sabe cuándo va a tener un día de mierda. Lo intuye al despertar, sin salir de la cama; lo siente a oscuras, tras los párpados cerrados, al tomar conciencia de sí mismo envuelto entre las sábanas.      
     Aquel iba a ser un día de mierda".
     Para los que vivimos en ciudades pequeñas, olvidadas, los libros que se ambientan en territorio conocido tienen algo especial. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, El cielo de tus días.

     Conocemos a Natalia y a Alex, policías de la judicial en Bilbao. Él es el jefe. Ambos llevan unas vidas personales rutinarias e insatisfactorias mientras lidian con una atracción en la que no quieren caer y brillan en lo profesional. Alex además lleva encima el peso de la muerte de Alicia, una novia que tuvo de joven a la que no puede olvidar cuyo asesinato se le grabó a fuego marcando su vida. Ahora alguien envía a Natalia un mechón del cabello de Alicia junto a una foto. El pasado a veces acecha, ahora llama a la puerta directamente.

     Últimamente casi todas las novelas negras incluyen tensión sexual. Una tontería según mi criterio, pero es evidente que la tontería funciona. En este caso y al igual que sucede con más puntos de la novela, la autora parece condensar lo que otros nos regalan en una trilogía en las casi  páginas de este libro. De ese modo articula la novela por un lado en la relación entre ambos policías y por el otro con la investigación puramente policial, que se mezcla inevitablemente con las vidas de ambos jóvenes. Y no solo porque les afecte en el trato entre ellos, aquí cuando algo se mezcla, lo hace de verdad. Esa es la tónica constante de una novela que va ganando fuerza y crudeza a medida que el lector avanza en su lectura hasta convertirse en un enredo en el que todo es posible y nadie está libre de sospecha. Si algo puede complicarse, se complica, y si un personaje puede verse envuelto en problemas, allí estarán los problemas llamando a su puerta. Y es que Greta (que no es el verdadero nombre de la autora) parece divertirse complicándole la vida a cada personaje, sin piedad alguna por ellos ni tampoco por el lector que quizás haya desarrollado una cierta simpatía (y mira que lo pone difícil para que nos caigan bien con sus imperfecciones y dudas).
   
     Ponía antes la sinopsis pensando que no había contado nada. Normalmente cuento poco pero hoy no he hablado de los mails de "Asesino" en los que relata lo que fue la vida de Alicia, ni tampoco de Néstor, que la familia de Alex es para echar de comer a parte, o de Jon y compañía, que forman la familia totalmente tradicional e incluso divertida en sus estrictas normas de Natalia. Tampoco he dicho que hay muertes, disparos, secuestros, piedras, cal viva, cadáveres enterrados y personas ejecutadas, que se habla de mafia y drogas, de prostitución, sexo, lujos y miserias. Efectivamente no he dicho casi nada de esta novela en la que los secretos son la marca de agua que nos acompaña durante lo que ha sido una lectura rápida y entretenida. Del final os diré que no me ha sorprendido, pero a veces, cuando las novelas se complican y giran, uno casi prefiere que el autor sacrifique el giro final a cambio de un discurso placentero no vaya a estropearnos el entretenimiento de los últimos dos o tres días. En este caso, y pese a que hubiera recortado una parte para tal vez un segundo libro, la lectura ha sido divertida. Solo le ha faltado ese puntito que me decía a mi mi abuela: "a veces menos es más". Y es que no  hace falta ponerlo todo en un solo libro. De verdad.

     El cielo de tus días es una ambiciosa novela negra cuya lectura me ha parecido, sobre todo, divertida.

     Y a vosotros, ¿os gusta leer sobre lugares conocidos?

     Gracias.

miércoles, 10 de junio de 2020

Xingú. Edith Wharton


   

     Me gustan los clásicos y me gustan los ilustrados. No hay mucho más que decir para explicar por qué hoy traigo a mi estantería virtual, Xingú.

     Conocemos a la señora Ballinger, creadora del Lunch Club, para lectores de un cierto nivel social; es decir las señoras Plinth, Leveret, Roby y las señoritas Glyde y Van Vluyck. Ahora están esperando a Osric Dane, autora del libro "Las alas de la muerte" ya tratado en su club.

     Xingú es una novela corta y francamente divertida sobre un club de lectura y los complejos de los integrantes, en este caso mujeres. La altiva, la tonta, la que creen tonta y se ríen y, sobre todo, las seis elegidas. ELEGIDAS, si me lo permitís decir así. Y como incluso siendo seis compiten entre ellas. En este caso la tonta es Roby, que llega recomendada pero nadie tiene del todo claro qué narices pinta en tan selecto club. Se centra entonces en como Roby acapara a Dane, la autora invitada que incluso se marcha con ella dando plantón a las "buenas lectoras" intrigadas además ante lo que es Xingú, vocablo convertido en la palabra de la noche. Estas cazadoras de lo erudito bien pueden representarse hoy con facilidad al igual que sus ganas de verse superiores, sus complejos y sus tonterías, y eso es precisamente lo que hace de esta novela un canapé tremendamente divertido: hay cosas que no cambian demasiado y en esto de lo erudito hay que ser muy flexible para poder mirar a gusto por encima del hombro.
     No voy a desvelar, por supuesto, lo que es Xingú, no estaría nada bien por mi parte hacerlo, pero sí diré que este libro es una suerte de "cena de los idiotas" condensado, una reunión de narices estiradas con una supuesta víctima y un buen repaso a lo que sigue siendo, en muchos lugares, el mundo cultureta actual. Wharton, sin despeinarse, muestra a los miembros del club y sus flaquezas: que si el libro se mojó y no pude leerlo, que si... bueno, ya nos entendemos. Y consigue que el lector saque a pasear una sonrisa maliciosa a la vez que le deja pensar que él, por supuesto, es mejor que todas esas señoras. La autora, exigente y distante, es usada además para generar una cierta simpatía ante el club descolocado y finalmente Roby se alza como la supervivente en una voz discordante capaz de no hacer lo esperado. Porque el el fondo, todas las integrantes que se consideran exclusivas, están presas de sus propias normas.

     Xingú es un librito corto y bonito con el que me he reído un par de veces con bastantes ganas y, no sé vosotros, pero a mi con un libro me cuesta mucho más reír que llorar.

     Y vosotros, ¿qué os cuesta más?

     Gracias.

lunes, 8 de junio de 2020

La casa de la isla. Sarah Blake


     "El otoño había dado paso al invierno para luego volver sobre sus pasos, no del todo convencido, después de que el frío de noviembre entrara con fuerza y luego decayera como una mujer que nunca acierta con el abrigo, hasta que por fin diciembre hizo su aparición".
     Una de las cosas positivas de empezar con las fases ha sido la apertura de librerías y grandes superficies en las que se venden libros. Por eso mi madre me trajo este. Y por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, La casa de la isla.

     Conocemos a la familia Milton. Y lo hacemos a través del matrimonio formado por Kitty y Odgen, que se ven sacudidos por la tragedia al perder un hijo. Con una esposa que parece incapaz de recuperarse de su pérdida y un mundo acercándose a la II GM, Odgen decide hacerle a su mujer un regalo con el que comenzar una nueva vida: una isla con su casa correspondiente, una magnífica casa que tres generaciones después será visitada por Evie, nieta de Kitty y especialista en historia y particularmente interesada en dar voz a mujeres que no la tuvieron. La antaño gloriosa casa es ahora un lugar ajado por el tiempo y puede que por los secretos que alberga.

     De algún modo siempre me han interesado las historias familiares. Esas familias que llegaron a USA y se convirtieron en apellidos poderosos, esas capaces de regalar una isla y que se movían en sus propios ambientes y bajo sus propias reglas. Ni siquiera los rumores de guerra frenaban su ambición, como en el caso de Odgen. Los Milton pertenecen a esa clase y la casa es la perfecta representación de unos tiempos cambiantes que van desgastando este tipo de apellidos y poder, los nuevos conceptos sociales, mucho más modernos, debilitan esa suerte de jerarquías no escritas que acaban siendo como la casa que se encuentra su nieta Evie pero, al igual que ella, sus miembros siguen sintiéndose conectados al apellido.
     El comienzo de la novela es impactante, uno respira el lujo y los privilegios para rápidamente zambullirse en la pérdida de un hijo vislumbrada en un espejo. Entendemos a Kitty, es imposible no hacerlo. Pero ellos son los Milton y hay cosas que se guardan en lo privado, y ni siquiera ahí son mencionadas. Las apariencias y la unidad mandan ya sea en Wall Street o en casa, y así, al más puro estilo Tartt, comienza una historia en la que las emociones se reprimen o se anulan para mantener esas apariencias. Y como gran símbolo la casa, magnífica, comprada mientras el país sufría la Gran Depresión para consolar la tristeza de su esposa, una casa sin un solo lugar cómodo en el que sentarse y que se va deteriorando al mismo ritmo que unas normas que ya no tienen sentido, si es que lo tuvieron alguna vez. Diseccionando sus secretos, Blake nos va dejando poco a poco el armazón de una familia para que seamos nosotros quienes decidamos cómo juzgarlos. De tiranos que no permiten ni siquiera el amor, a presos incapaces de escapar de sus propias cadenas y ahí es donde aparece Evie, la nieta. Una mujer que parece empeñada en descubrir los secretos, particularmente los de Kitty, de su familia y a la que seguimos con la esperanza de que descubra lo que nosotros sabemos que sucedió. Un personaje que vemos sigue siendo preso, a su modo, de los lazos familiares en este caso al no querer deshacerse de la casa y que, lo siento mucho, juzgo duramente precisamente por eso, y porque me ha resultado creíble esa reticencia, ese poso indisoluble al final de la taza.

     La casa de la isla me ha gustado, más en su historia remota que en la actual y aunque considero que le hubiera venido bien una pequeña poda en la parte final para evitarnos la visión doble, he disfrutado de su lectura. Y es que, desde que en su día leí la magnífica "La casa de los siete tejados", me ha interesado esta suerte de historia moral contemporánea de Estados Unidos. De hecho, y según mi personalísimo criterio como lectora, forman un género propio alque me acerco de tanto en tanto con mayor o menor tino.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

     PD. Me declaro cómpice, me acabo de dar cuenta de que he guardado todos los secretos de los Milton.

miércoles, 3 de junio de 2020

La sexta trampa. J. D. Barker



     Lo bueno de una cadencia anual es que uno sabe que empieza una trilogía y la termina en un plazo razonable como para no olvidar detalles. Hoy traigo a mi estantería virtual, La sexta trampa.

     Ya nos conocemos todos. Sam Porter, que investiga, Cuarto Mono, que mata. No sabemos quién es, pero tenemos claro eso: que mata.

     Me váis a perdonar que sea un tanto críptica en esta ocasión pero hay que tener cuidado con no desvelar nada de la trama de ninguno de los anteriores, amén de la trama de este. Solo diré que, al igual que sucedía con la segunda entrega, este comienza exactamente en el mismo punto en el que terminaba el anterior, algo que ayuda a entender los anteriores finales con los que Barker nos obsequiaba, y es que esta trilogía es más un libro dividido entre tres, que tres libros separados, por eso no hay que extrañarse de reapariciones, flecos que se van cerrando en el siguiente libro ni casi de cualquier cosa que al autor se le haya podido ocurrir. Entonces, ¿qué ofrece que no tengan los anteriores y, lo más importante, lo podría leer por separado?
     Bien, respecto a leerse por separado el autor va dando las pistas suficientes como para poder hacerlo y, además, en este tomo se resuelve la trilogía, por lo que no hay mayor problema. Comparte con los anteriores, además de trama y personajes, la voz de un diario que, en esta ocasión acompañará durante poco más de 24 horas a las diferentes visiones de lo que está sucediendo.Y para que nadie se preocupe, ya os adelanto que al final el autor se encarga de dejarnos claro que hemos cerrado la trama.

     Con un muerto en la primera página, que no llega a ser tan impactante como el comienzo del primer libro que, personalmente, me encantó, el autor busca una novela entretenida en la que la gran incógnita (la identidad de el Cuarto Mono) se convierte en la gran duda, logrando que el lector se involucre para intentar resolver el enigma. Nash y Clare me parecen dos grandes aciertos en esta ocasión ya que, al menos en mi caso, han formado dos opiniones diferentes a la mía sobre lo que podía estar sucediendo y eso le ha dado vidilla a la lectura. En cuanto al final siempre le pongo pegas a Barker y es que creo que no tenemos el mismo concepto a la hora de pensar en cómo debe de finalizar una novela. En esta ocasión reconozco que llegaba ya con mis reservas, y quizás por eso me ha parecido el más correcto de los tres en ese sentido.

     ¿El resumen? Bien, es una novela entretenida que juega con una cierta espectacularidad que hace que gane puntos y cuyo poli me ha gustado más de lo habitual.
      La sexta trampa es el cierre a una trilogía entretenida con la que pasar unas cuantas horas. Y, como ya he dicho en más de una ocasión, no debemos olvidarnos de la importancia de la palabra "entretenido" porque, seamos sinceros, en realidad todos buscamos eso en un libro. Aunque lo llamemos de mil formas diferentes.

     Y vosotros, ¿con qué libro estáis esta semana?

     Gracias.

     PD. He sudado la gota gorda para aguantar sin contaros que El Cuarto Mono es aquel que dice "No hagas el mal".

¿O qué pensábais?, ¿que os lo iba a contar?