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lunes, 15 de junio de 2020

El enigma de la habitación 622. Joël Dicker


     "A principios de verano de 2018, cuando acudí al Palace de Verbier, un prestigioso hotel de los Alpes suizos, estaba lejos de imaginar que me iba a pasar las vacaciones resolviendo el crimen que se había cometido en el establecimiento muchos años antes".
     Hay escritores que convierten la publicación de sus libros en un acontecimiento. Uno de ellos es Joël Dicker, cuyos libros se venden por miles, y por eso una que es una lectora curiosa, no puede evitar acercarse a él. Hoy traigo a mi estantería virtual, El enigma de la habitación  622.

     Conocemos a el Escritor (que no es otro que el propio Dicker) cuando planea escribir una novela homenajeando a su difunto editor Bernard de Fallois (el editor del propio Dicker) cuando conoce a una vecina de la que se enamora y que no tarda en romper su relación con él. Opta entonces por irse unos días sin saber que así conocerá a Scarlett, vecina de habitación en el Palace de Verbier y compañera improvisada para descubrir el enigma de la habitación 622 del hotel. Un lugar que ahora no existe en un intento de olvidar que en ella se cometió un asesinato.

     Si tenemos un libro protagonizado por un escritor que quiere escribir una historia y se ve sumergido en el misterio de un asesinato, eso significa que el autor es Dicker. Es su fórmula y parece que le va mejor que bien así que, ¿por qué cambiar? Así que en esta última novela, ha decidido dejarse engullir por la metaliteratura, o dejar de fingir que no se veía como el protagonista de sus libros cuando los estaba creando vaya usted a saber, y se ha convertido en el Escritor al que llaman Joël y hablan de su éxito y fama y ventas a lo largo de la novela para darnos una clara pista de quién es. Por lo demás la novela se articula en torno a un misterio, el de la habitación 622, que queda salpicado de anécdotas, a veces cotilleos, sobre todo en el hilo temporal en el que sucedieron los hechos que marcaron dicha habitación. Y mezclado con ellos, el juego metaliterario que sirve de enganche al lector que no sienta que el misterio es suficiente.
     Nos regala así una novela simple y entretenida que hace que pasar páginas sea algo casi natural, un page turner de esos que dicen ahora que uno se sienta a leer y para cuando se quiere dar cuenta, ya se lo ha terminado. Como una hamburguesa fast food. Y exactamente con la misma calidad y sabor si hablamos de literatura. Porque, independientemente de que use un formulismo que empieza a ser repetido, la novela es simplona y me he reído un par de veces entre chatitas y gatitos que se decían entre un par de personajes.Mi sensación general ha sido la de estar ante un incesante parloteo, como el de esas personas que para contarte que alguien les ha dado saludos para tí necesitan explicarte la vida de la persona que dio nombre a la calle en la que se vieron y toda la relación familiar, y de cama, de los dos (a estas alturas ya le interesa tanto a quién se encontró como el nombre que lleva la calle).

     El enigma de la habitación 622 es una novela entretenida, aunque menos original de lo que pretende. A partir de ahí cada valoración es subjetiva y la mía no es demasiado positiva, para qué decir lo contrario. Y eso que en este caso el enigma no es solo el asesino, también lo es la identidad del cadáver. Pero...

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

11 comentarios:

  1. Hola, Mientras Leo:
    "La verdad sobre el caso..." me gustó mucho, pero desde entonces no he vuelto a repetir con el autor. Tal vez no sea con esta novela que nos traes hoy, pero seguro que algo más caerá en mis manos.
    Besos

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  2. Hola. Pues yo lo tenía ganas a este libro y ahora creo que de momento lo dejaré pasar. Yo este fin de semana he estado con La danza de los tulipanes de Ibon Martín y creo que hoy lo terminaré ya que me tiene enganchadísima.

    Besos y feliz semana.

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  3. Lo que me imaginaba. En el único libro en que rompe el esquema es en "El libro de los Baltimore" que, sin ser la octava maravilla, creo que es lo mejor que tiene.
    Para pasar un rato sin tener que pensar están bien.
    Un saludo.

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  4. ¡Hola! Pues leí de DIcker el de Quebert hace bastante y ese sí me gustó, el autor prometía, pero ahora da la sensación de que decae, de que no es lo que era. Tenía mis dudas con este libro, en volver a darle una oportunidad, pero después de leerte creo que lo voy a dejar pasar
    Y es que las novelas simples y entretenidas no son las de mi elección, suelo buscarlas rebuscadas, peculiares.
    ¡Gracias por tu sincera reseña!!

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  5. PUes todavía no me he animado con este escritor. Este tipo de libros que se leen fácil, vienen bien en muchas ocasiones, así que tomo nota. Y a ver si me estreno!
    Besotes!!!

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  6. Muchas gracias por tu buena reseña.
    Un beso.

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  7. Ahora llevo unos días sin leer nada ya que mi cabeza está en otras serias preocupaciones que impiden que me concentre en la lectura.Besicos

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  8. Me llama la atencion pero no tanto como para colarlo en mis lecturas.

    Saludos

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  9. Da la sensación de que el autor se ha metido en ese papel y no sale de su zona de confort. No diré que no, pero no sé yo.
    Un abrazo

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  10. Tengo pendiente leer al autor, no sé por cuál empezaré aún.

    Besotes

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  11. Me ha parecido una soberana M. Un sainete escrito sin gracia, con unos personajes estereotipados y absolutamente unidimensionales, sin desarrollo ni interés ninguno.
    La historia, plagada de flashbacks, saltos en el tiempo que no vienen a cuento, cambios de escenario absurdos y un desarrollo entre abrupto y farragoso, no se sostiene a nada que le des una pensada y, para colmo, está escrito como si lo hubiera hecho un adolescente tardo-romántico (de novelón rosa) no muy diestro; para nada lo que se espera (o yo, al menos, lo espero) del 'enfant terrible' de la literatura en francés, como nos están vendiendo a Dicker. Quizá su éxito haya venido de la mano, como nos cuenta en el libro de su poderoso editor y no de su talento literario y, una vez que lo ha perdido, ha hecho lo propio con su escritura. De otro modo, no me lo explico.
    Ni sé por qué lo he terminado, la verdad...

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