Acantilado es una de esas editoriales a las que vuelvo como puerto seguro cuando necesito saber que no voy a fallar. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Los falsificadores de pimienta.
A lo largo de esta reseña me voy a aprender el apellido de la autora letra a letra. Lo sé. Y es que Sznajderman cuenta en su libro que se dio cuenta con el tiempo de que apenas sabía nada de la familia de su padre. Es decir, todos tenemos una rama familiar por cada uno de nuestros progenitores y, queramos o no, siempre se cuentan historias sobre las familias: el abuelo, el tío... y Sznajdermann en cambio solo disponía de la parte materna de esas historias y conocimiento. Sobre la familia de su padre se cernía un silencio no marcado que quería desentrañar. Y por eso decidió investigar y contar esa historia que parecía ocultársele, sin saber que se iba a encontrar en la IIGM, con una infancia en un campo de concentración y un silencio que quizás buscaba no revivir pesadillas y mirar hacia delante.
Hay que tener en cuenta además que el retrato incluye a la mitad polaca, por cierto. Pero empecemos por la primera parte, un verdadero ejercicio de recuperación familiar tratado siempre desde el máximo respeto. Una historia desgarradora de judíos en campos y silencios llenos de cicatrices con el que la autora realiza un retrato ya conocido pero dentro de su ámbito privado y es que muchas veces se ficcionan tanto las historias, que olvidamos que fueron reales. Y en este caso en particular, la autora descubre que guardar silencio ha sido una forma de avanzar pero otra tal vez lo sea el no dejar que caiga en el olvido. Y tras esta parte la segunda, la historia de su parte materna, la polaca, la bien situada que durante muchos años ni siquiera miró a los judíos, algo que le obliga a fijarse precisamente en la actitud de este tipo de familias respecto a lo sucedido y que desgarra a narradora y lector por partes iguales a la vez que nos enfrenta a las distintas versiones del género humano. Y así, lo que parecía una historia sobre la guerra y campos y judíos, se torna también en el reflejo de una sociedad que mira por encima del hombro a una raza, si acaso útil o exótica. Y es precisamente este punto, sabido por un lado, desconocido quizás por otro y un descubrimiento para la autora que no se ha movido de su ámbito familiar, el que da una profundidad a la novela convirtiéndola en más que una simple biografía.
Por supuesto, como buena biografía de escritora y editora, nos encontramos referencias e hilos de los que tirar para seguir leyendo sobre un tema del que nunca estará todo dicho.
Los falsificadores de pimienta es una novela densa que avanza más allá de la simple investigación y el deseo de obtener una voz perdida. Es un retrato personal y privado de uno de los momentos más desgarradores de la historia contemporánea del que, estoy segura que os he dejado la duda sobre cómo un niño de un campo acaba con una niña de una familia polaca terrateniente. Nunca hay que contarlo todo. Merece la pena. Leed.
Y vosotros, ¿sois lectores de biografías?
Gracias.
Tu reseña me ha motivado especialmente. Primero responderé a la pregunta final: Sí, soy ávida lectora de biografías (no en vano soy historiadora de formación) y si además está ubicada en Polonia, un país con una historia riquísima y zarandeado por grandes potencias que tiene de vecinas, ya queda claro que debo leer el libro. Tu comentario final de que vale la pena me ha decidido. Gracias por tus reseñas, siempre tan bien escritas.
ResponderEliminarPUes no soy habitual lectora de biografías, pero me has tentado mucho con ésta. Una época sobre la que me gusta leer.
ResponderEliminarBesotes!!!
¡Hola! No conocía este libro, pero me parece una forma fantástica de acercarnos de primera mano a este período histórico; ¿qué mejor que leerlo de una persona cuya familia lo sufrió en primera persona? Me ha encantado tu reseña, ¡muchas gracias por descubrirme el libro!
ResponderEliminarNos vemos entre páginas
La vida de mi silencio
Mira, yo, de Acantilado, lo compraría todo. No he leído ni un sólo libro de ellos que no me gustara. Justo hace poco leí uno sobre viajes y cocina que me fascinó. Y tengo dos más en espera. Estas historias familiares me encantan, aunque es cierto que muchas veces son espesas. Cuesta seguir el ritmo porque mientras quien lo escribe lo tiene clarísimo todo mientras que tú tienes que seguir el hilo. Pero una historia familiar y Acantilado... ¡para la saca!
ResponderEliminarBesines.
¿No te digo yo que estás muy bélica? Y chica, te han sentado divinamente las vacaciones, has venido con fuerza, eh!
ResponderEliminarAl lío. También me gusta Acantilado, es otra editorial de las caras pero que cuidan las ediciones y sobre todo la corrección, porque últimamente me encuentro mucha bazofia y me cabreo un montón.
Siendo sincera que sea denso me da pereza pero, por otra parte, me parece una historia muy atractiva. A todos nos llama la atención esta parte de la historia tan dura como la que sufrieron los judíos, entre otros.
Anoto también, besitos.