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martes, 23 de enero de 2024

Verano en English Creek. Ivan Doig


     "Aquel mes de junio se zambulló en las tierras del Two Medicine. Nunca hasta entonces había visto las colinas tan reverdecientes, las quebradas tan esponjosas por las escorrentías. La cantidad justa de humedad podía claramente endulzar el universo".
 
      Conocí al autor con "Una temporada para silbar" una novela que disfruté muchísimo, así que cuando me tropecé por casualidad con este título no pude, ni quise, resistirme. Hoy traigo a mi estantería virtual, Verano en English Creek.

     Conocemos a Jick McCaskill entrado ya en años cuando decide echar la vista atrás para contarnos el verano de 1939, en el que era un adolescente que iba a disfrutar de bailes y rodeos en Montana. Sin embargo, ese es el verano en el que su hermano Alex decide no ir a la universidad, algo que debería de ser su sueño y por lo que sus padres han trabajado duro y en lo que él mismo había proyectado su futuro. Lo que iba a ser un verano tranquilo aparece marcado por la ansiedad que genera este acontecimiento, que se mezcla con chicas, presencias extrañas e incendios forestales que llegan a ser realmente peligrosos y en lo que su padre tiene que participar en las labores de extinción.

     Con este libro el autor abre la Trilogía de Montana, pese a que hay quien lo lee en segundo lugar ya que va seguido de una precuela. Como ya sucede con otros títulos del autor, la importancia de la voz narrativa es vital y, en este caso, será un hombre entrado en años quien hable del paso a la edad adulta salpicando además la narración de sus propias reflexiones y dejando un retrato de esta imaginaria zona rural gracias a la tremenda habilidad descriptiva del autor.  Esto hace que el lector sea capaz de sumergirse totalmente en el ambiente, ver los paisajes, las gentes y, sobre todo, sea partícipe del sentimiento de comunidad que se genera entre los habitantes de la zona, que es más sano que el que suele venir reflejado en las pequeñas poblaciones contemporáneas. En este ambiente, con largos caminos a caballo y un 4 de julio que se siente más genuino que en la mayor parte de las películas que he visto, el protagonista empieza a desplegar sus alas hacia la vida adulta mientras observa la grieta que se abre en su familia ante la decisión de su hermano. Un momento de cambios en un tiempo vital en el que buscará modelos masculinos de una forma inconsciente que le guíen para convertirse en el hombre que ni siquiera sabe que quiere ser. Un momento que, si el lector se fija, coincide con otro punto importante en la historia de Estados Unidos, y mundial, ya que ese verano en el que Jick cumple 15 años es el que señala el fin de la Gran Depresión y el comienzo de la IIGM, aunque, como digo, no serán estos los puntos importantes que marcarán la novela.

     Tengo que decir que, si bien no me he enamorado del lugar, si que lo hice de los McCaskill. Estructurada en 4 partes comenzaremos siguiendo al protagonista por el bosque del que su padre como guarda forestal es responsable mientras comienza la introducción de los personajes y el lugar, pasaremos por la ya mencionada festividad, de vital importancia para los lugareños, seguiremos con el tío del protagonista llegando hasta el incendio y, al final, avanzaremos en la historia para saber cómo han seguido las cosas. De este modo seremos testigos de su inferioridad ante su hermano, su falta de comprensión, su primera borrachera, el trabajo con el rebaño y un montón de momentos que convierten esta novela en un placer que se paladea despacio y deja con ganas de seguir buceando en la historia de los lugareños.

     Verano en English Creek es un libro que he disfrutado mucho y que hace entender la importancia de encontrarse algo bien escrito ya que hace que cualquier historia, hasta la más simple, se convierta en una grata experiencia.

     Y vosotros, ¿sois de trilogías y series o preferís libros independientes?

     Gracias.

lunes, 22 de enero de 2024

El asesino de la montaña. Anders de la Motte

 


     "Una tarde de primavera, cuando tenía ocho años, se fue corriendo. 
     En un momento dado estaba jugando con unos niños mayores en el bosque, y de golpe desapareció. 
     Todo el vecindario lo estuvo buscando desesperadamente bajo la lluvia y en el frío de la noche. Gritaban su nombre una y otra vez, con voces cada vez más afónicas cuyo eco resonaba entre las copas de los abetos. Pero era como si se lo hubiera tragado la tierra. 
     Y poco después del amanecer, cuando la esperanza ya estaba a punto de apagarse, lo encontraron metido en la grieta de una roca, empapado y ardiendo de fiebre. No lloró ni se rio al verse salvado, sino que se limitó a mirar fijamente al vacío. 
     No sabía explicar qué le había ocurrido; ni siquiera reconocía a sus propios padres. Al menos eso fue lo que le dijeron luego, cuando le contaron cómo había ido todo. 
     Pero él no recuerda nada del suceso, más allá de la forma en que se recuerdan los cuentos viejos; una historia que le han explicado tantas veces que casi se ha vuelto real. 
     Pero solo casi".

     De esta novela me llamó la atención eso de la Unidad de Casos Perdidos, y por eso decidí llevármelo a casa. Hoy traigo a mi estantería virtual, El asesino de la montaña.

     Conocemos a la inspectora Asker, una mujer que está ascendiendo rápidamente en la policía de Malmö. Su nombre suena como posible para los grandes ascensos. Y entonces una pareja desaparece tras irse a realizar una ruta; ella, de familia poderosa. Y Asker es retirada del caso mediante la treta de ascenderla a un departamento que nadie conoce y que se encuentra en el sótano de la comisaría. Allí se juntan los casos que nadie quiere y los policías que a nadie le apetece tener de compañeros. Aser ha sido relegada y su puesto ocupado por un policía con el que terminó a malas una relación. 
Lo que nadie espera es que desde el sótano Asker siga siendo una buena policía. Allí relacionará tres desapariciones con unas miniaturas que van apareciendo en una maqueta que la llevarán a conectar con su pasado y luchar por su presente.
     Parece que volvemos a la novela nórdica, la ambientación por encima de los detalles cruentos y la psicología de los personajes y una ambientación psicológica opresiva por encima de la sangre. Entonces, ¿qué tiene esta novela que hizo que destacara? Inicialmente podría hablar el urbex, una moda desde hace años que recorre las ciudades del mundo y hace que decenas de miles de personas se adentren en edificaciones abandonadas para tomar fotos con la premisa de no alterar nada. Y sería cierto, pero solo un detalle menor. Lo cierto es que lo más atractivo de esta novela es la combinación que realiza el narrador de focos visuales. Asker es la protagonista, pero alterna ese foco con el de otros compañeros y con el de el mismísimo Rey de la Montaña, además de buscar un hilo pasado que vaya situando al lector en el desarrollo de los dos nombres sobre los que pivota la novela. Y todo ello lo hace de forma cercana y que resulta sencilla de seguir para un lector que siente como la tensión va aumentando a medida que la trama se mueve cargando de tensión una lectura que hace que las páginas vuelen sea uno o no aficionado a este tipo de novela. Asker me ha parecido además un personaje interesante, una mujer fuerte aunque no de la forma tan directa a la que estamos acostumbrados, es algo más cotidiano, más del día a día que la convierte en una mujer normal con sus aciertos y errores con los que tiene que cargar y que evita, y le doy gracias al autor por ello, la tensión sexual que tanto me aburre en este tipo de novelas. Y es que me ha parecido bastante más interesante ir conociendo a los distintos policías que han acabado en el sótano, sus recelos frente a la nueva que esperan se marche en cuanto pueda, sus peculiaridades y también la forma en que cada persona tiene no solo sus defectos, si no también alguna virtud escondida que tal vez no sea tan visible o que simplemente nadie se ha parado a mirar.
Del final solo diré que me gusta cuando un autor deja de lado esa manía que parecen tener de sorprender al lector sacrificando muchas veces parte de la credibilidad de la trama. En este caso no hay grandes sorpresas (no nos engañemos, muchas veces los defensores de esas grandes sorpresas son los mismos que acaban buscando en google eso de "xxxxxx final explicado"), pero si un broche verosímil que cierra el inicio de una serie que bien puede ser leído como una novela independiente y única.
  
     El Asesino de la Montaña es una novela entretenida cuya lectura se disfruta sin recelos ni lagunas que molesten al lector.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

      

jueves, 11 de enero de 2024

El grito oculto de Berta Lennox. J. L. Domínguez

 


     "Una profunda angustia y una sensación de ahogo, eso es lo primero que siento cuando pienso en aquel martes 19 de abril. Nunca antes me había sentido tan mal, ni siquiera cuando a él le diagnosticaron la enfermedad o el día que todo acabó. 
     Me había costado tres meses. Lo había intentado con anterioridad y cada vez, a última hora, lo cancelaba, no tenía fuerzas para regresar a Barcelona. Aunque lo habíamos acordado, me resultaba imposible, y aún sigo sin saber exactamente qué es lo que me hizo dar el paso; sin embargo, allí estaba, después de veintitrés años había vuelto".

     Conocía al autor por Julia Jones y cuando vi que sacaba nueva novela, esta vez avalada por una editorial, no dudé en seguir sus letras. Por eso hoy traigo a mi estantería virtual, El grito oculto de Berta Lennox.

     Conocemos a Berta Lennox cuando se ha quedado viuda. Ella misma relata el proceso en el cual su marido descubre su enfermedad y pasan juntos su última etapa preparándose, quizás más él que ella, para una vida que continuará sin la presencia de uno de los dos. Y entonces todo sucede y Berta regresa a España a vivir una vida de insomnio y recuerdos dolorosos que sabe que tiene que rehacer. La soledad, los recuerdos y el insomnio serán sus compañeros hasta que, una noche, un violonchelo la acompaña. Tiene un vecino músico que se convierte en su mejor compañía sin saberlo. Al paso de los días habla con él y es un hombre mayor un tanto huraño que se muestra amable con ella pero sin excesos y Berta se empieza a mover a caballo entre esta "amistad" y otra incipiente con un hombre con el que coincide en un bar. La vida sigue. Y entonces aparece el mensaje en su pared y Berta pregunta al vecino. Todo parece apuntar a una muerte de la que el músico no parece saber nada... hasta que aparece muerto en su casa y Berta encuentra un mensaje escondido solo para ella en el que el hombre admite haberle mentido y le da pie a una historia que se convierte en una obsesión para ella, en una forma de volver a sentirse viva. Saber quién ha matado a su vecino sin hacer caso a la policía cuando habla de accidente; conocer la historia que oculta el mensaje de la pared; sobrevivir sola a la vida... Esta es la historia que Berta Lennox encontró sin querer.

     J. L. Domínguez ha escrito una historia de misterio en la que la música, que aparece solo de forma parcial, casi como excusa, se convierte en una constante en la cabeza del lector que no puede evitar recordar el violonchelo mientras avanza la historia. Comento esto, aparentemente sin importancia, para dar muestra de la importancia de la expresividad en una novela y es que esta que está llena de reflexiones más o menos normales, se convierte en una agradable experiencia de lectura gracias al cuidado que pone el autor en lograr algo tan complicado como una lectura fácil. El personaje de Berta es humano. El lector la comprende, entiende su pena, sus recuerdos y su afán por seguir adelante sin tener muy claro el cómo lo va a lograr, y eso hace que la acompañemos en una investigación muy de andar por casa en la que hay casualidades que perdonamos pensando eso de que a todos nos han sorprendido en la vida coincidencias inesperadas que nos han venido bien. Y esto se logra cuando un personaje no nos es ajeno, cuando nos importa, lo entendemos y queremos que siga adelante. La novela, por lo demás con un misterio basado en el pasado que se ramifica al presente, tiene momentos francamente interesantes como la decisión final de la protagonista, que se ven acompañados por una historia del pasado de la que, para qué vamos a engañarnos, me hubiera gustado saber más. Recubierta por un halo de cierta teatralidad es fácil para el lector visualizar casas antiguas de hombres ancianos venidos a menos que parecen envejecer señoriales y descascarillados y que se ven acompañados de mujeres con historias por contar a quien tenga paciencia e interés como para preguntarles.

     La novela, más un cozy crime que una novela negra o policiaca de corte normal, se convierte en una intriga saludable con cierto toque a aquellas historias de los años noventa que se disfruta en dos ratos dejando un sabor agradable y la sensación de que  J. L. Domínguez ha llegado para quedarse a la literatura evitando términos como trepidante y sustituyéndolos por una prosa sencilla que funciona perfectamente conectando así con el lector.

     El grito oculto de Berta Lennox es una novela más que entretenida que deja un buen sabor de boca.

     Y vosotros contadme, ¿os han traído muchos libros estas Navidades?

     Gracias.

lunes, 8 de enero de 2024

Llorar

      Soy una persona de lágrima fácil. En cambio lloro muy raras veces delante de alguien, excepto cuando lo hago delante de multitudes. Pero mis multitudes no tienen ojos, sino letras, y quizás sea eso lo que hace que no me resulte difícil. Porque reconozco que algunas de esas tardes en que me he sentado en el suelo, en mi rincón favorito aprovechando el silencio... hubo quien puso a traición palabras que hicieron que me emocionase. Me ha pasado despedirme con pena de un libro cuando hubiera querido quedarme eternamente entre sus líneas, convirtiendo sus personajes en improvisados vecinos, y también me ha pasado que, de tanto hacerme confesiones al oído han conseguido que mi corazón se contraiga hasta hacerme soltar alguna lágrima peregrina acompañada de miradas desconfiadas por si tenía algún acompañante indiscreto.


     Me emocioné al conocer a Stoner, por el simple hecho de conocerlo, de verlo.. y casi por tener que despedirme de él. Y ya lo sé, sabía el final desde las primeras páginas, pero eso me importó bastante poco para cuando lo estaba terminando. También lloré con Fantine, madre, mujer.. perteneciente tal vez a ese estrato social que titularon Los Miserables. Cómo no hacerlo. Quién no lee con el corazón en un puño La sonrisa Etrusca o sonríe con emoción cada vez que un buen hombre comienza una frase diciendo "Sostiene Pereira.." Recuerdo haber seguido Las travesuras de la niña mala sin esperar que al final iba a llegarme de una forma tan profunda como para hacerme llorar. Y cómo no acordarme de Desgracia, cuya atmósfera te impregna hasta la desolación o de ese libro titulado Nunca me abandones, que coge al lector y lo estruja.
     Jamás busco libros tristes, no lloro con historias de amor, sino por mi propia cuenta, me emocionan otro tipo de relaciones que hacen que lea Grandes Esperanzas y tenga el corazón en un puño en el momento equivocado si lo comparo con otros lectores. Y tengo que confesar que mis rarezas se extienden hasta este punto, porque me emocionan las palabras. No por haber expresado con ellas un sentimiento sino por hermosas. Las descripciones, de una ráfaga de viento, de un poco de lluvia, un rayo de sol... Supongo que si la luz del sol en un ángulo determinado puede convertir una flor en una obra maestra, lo mismo sucede en un texto. Y cuando me encuentro con algo así lo releo con emoción contenida por haber encontrado un tesoro. Lo memorizo, lo anoto, lo mastico... me lo quedo.
     He llorado por niños de 5 años y por confesiones terribles vertidas en páginas de cientos de títulos. La muerte inesperada de algunos protagonistas, una agresión, una llamada de socorro o una mano tendida. Ahora que lo pienso, los libros deberían de estar hechos de un material que no fuera susceptible de ser destruído al contacto con el agua, ya que en mis manos corren un riesgo entre moderado y elevado dependiendo del momento. 

     Empezaba explicando que soy de lágrima fácil, y sin embargo con el cine me cuesta más. Tal vez porque esos personajes si que me ven desde el otro lado de la pantalla. No lo sé. Pero me he dado cuenta que una persona puede decir tranquilamente haber llorado viendo Lo imposible y nadie se lleva las manos a la cabeza. Ahora, si afirmas que has llorado leyendo un libro te tropiezas con un arco de cejas levantadas con incredulidad. Se puede llorar por muchos motivos: por alegría, por pena, incluso por estornudar muchas veces seguidas. Y en mi caso tengo que decir, que también puedo dejar caer una lágrima de pura admiración.

     Y vosotros, ¿os habéis emocionado con algún libro que nos queráis compartir?

     Gracias