Luz de agosto. William Faulkner

     “Por aquí nos odiaban. Éramos extranjeros, éramos yanquis. Peores que extranjeros, unos enemigos, gentes del Norte. (...) Consideraban que veníamos a incitar a los negros al asesinato y a la violación, y que éramos un peligro para la supremacía de los blancos” (...) “Acuérdate de esto. Tu abuelo y tu hermano descansan aquí, no asesinados por un blanco, sino por una maldición que Dios dejó caer sobre toda una raza mucho antes de que nadie pensase en tu abuelo, ni en tu hermano, ni en mí, ni en ti. Sobre una raza maldita condenada para siempre a ser una parte de la condenación, de la maldición de la raza blanca por sus pecados. Acuérdate de esto. Su condenación y maldición eternas. La mía. La de tu madre. La tuya, aunque sólo seas una niña. La maldición de todo niño blanco nacido y por nacer. Nadie puede escapar. (...) Tampoco tú. Tú menos que los otros”


     Faulkner es uno de los grandes ejemplos de la llamada generación perdida, junto con Steinbeck, Dos Passos, Fitzgeralz o Hemingway,  que  mi me apasiona: pertenece a ese tipo de escritores de provincias que rebosan pasión sin renunciar a lo rural, que nos enseñan odio, luz, que enseñan todo de golpe, sin recovecos. Son capaces de exponer a sus personajes, incluso como hace Faulkner, desarrollando para el lector una suerte e monólogo interior que nos deja al personaje desnudo delante de nuestras narices. Pero cada uno en su estilo, todos magníficos todos diferentes y todos reconocibles.
Tal vez una de las diferencias más notables entre Faulkner y los demás fuera Yoknapatawapha, ese condado imaginario que nos va enseñando en cada una de sus obras, construido como un reflejo de su tierra natal. En cada novela, relato o guión nos presenta una familia, un barrio unos vecinos, allí conoceremos a los MacCaslin, los Compson, los Snopes, los Sartoris.. todos serán vecinos de este fascinante pedazo de tierra situado en la cabeza del autor. En ellas veremos a los clanes del sur profundo y las tensiones que sufren.

     En este caso me he decantado por Luz de agosto, una de las grandes obras del Faulkner, pero quizás no tan conocida como El ruido y la furia o ¡Absalon, Absalon!, si bien contiene, bajo mi modesta opinión, algunos de los personajes mejor conseguidos por el creador.¿ Quién puede olvidar el triángulo que forman Lena Grove, el reverendo Hightower y el mendigo? En el libro nos pone de telón de fondo el racismo del sur para rápidamente tratar las relaciones sexuales entre blancos y negros. Nos presenta a Lena, una mujer en busca del padre de su hijo nonato, creando uno de los personajes secundarios mas célebres. D hecho la novela dura 3 semanas y finaliza con esta mujer volviendo a su búsqueda tras dar a luz, como si pudiéramos dividirla en tres partes y dedicarle dos a esta mujer. Su segunda parte pertenece al mendigo, tal vez es la parte más emotiva, o, al menos, así me lo pareció a mí. Es un hombre atormentado, negro, con un futuro nada halagüeño que somos capaces de predecir desde el principio. Los acompañan el sheriff incapaz de tocar a un negro, la racista declarada, el pastor cuya mujer llenó la casa de hombres, la propia esposa, fracasados, infelices .. en definitiva, todos aquellos que hacen falta para que vemos bajo esa luz estival la falta de valores a la que se ve sometida el país con la mejor democracia del mundo. Pero es una historia de personas vivos, haciendo viva la obra entera con su lenguaje fluido y fácil de entender nos permite asomarnos al momento en que nos la cuenta cada vez que lo abrimos.

     Es, opino, la mejor de sus obras, me perdonen los críticos. No la encuentro un pero, una aspereza que limar, un momento en que decaiga, es más, por no encontrarle, no encuentro ni salida al sufrimiento que nos muestra. Ni esa suerte de moraleja que muchos autores tienen la costumbre de esconder, para Faulker no sufren sólo los buenos, porque la vida, es injusta. La vida es lo que hay, y a todos nos toca nuestra parcela.

     Me despido hoy recordándoos que estamos en agosto, no puedo hacer menos que recomendar este título, merece la pena.

     Gracias