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miércoles, 31 de julio de 2024

Long Island. Colm Toibín

 

     "- El irlandés ese ha viendo otra vez -dijo Francesca al tiempo que se sentaba en la mesa de la cocina-. Ha ido a todas las casas, pero te buscaba a ti. Le he dicho que no tardarías".

     Todo empezó con Brooklyn. Por eso cuando supe que se publicaba la secuela tuve claro que iba a leerla. Hoy traigo a mi estantería virtual, Long Island.

     Han pasado 20 años desde que Eilis viajó a Estados Unidos, regresó a su país y realizó como único acto de rebeldía el viaje de vuelta a Estados Unidos. Ahora Eilis vive con su marido, Tony, y tiene un par de hijos adolescentes. Como buena familia de italoamericanos, los Fiorello viven unos junto a otros, algo que a Eilis no deja indiferente, pero más le trastoca la llegada de un hombre a la puerta de su casa que le dice que su esposa tendrá un hijo bastardo de Tony. Con semejante noticia y las inesperadas reacciones Eilis viaja a Irlanda una vez más, esta vez por el cumpleaños de su ya anciana madre cuyo carácter no ha sucumbido precisamente a los años. Una vez allí reaparece Jim, el hombre con el que hubiera "debido" casarse Eilis, regresa a su vida su amiga Nancy, y las relaciones entre los tres y los cambios de su país toman posesión de la historia.

     Una de las cosas que mejor maneja Toibín en sus novelas son los tiempos. Esto hace que estemos ante novelas simples de lenta construcción en las que los silencios pesan tanto como las palabras. Como si se tratase de pequeñas oportunidades que los personajes van perdiendo y de las que tan solo el lector es consciente de ellas. Como Jim y su pasado regresando al presente. Esto se funde con los contrastes colocados cuidadosamente para quienes leyeron Brooklyn dando lugar a una visión introspectiva de la protagonista de la realidad de sus propias raíces que fluye a lo largo de la trama hasta llegar al recodo final en el que todo se acelera como dejando claro que Toibín también puede escribir ese tipo de historias. El autor que ha sido espectador del regreso de Eilis está esperando que hará con su silencio, si esta vez será más tan valiente como la primera y si en esta ocasión el valor está más relacionado con regresar a USA o con quedarse en la Irlanda de Jim, y durante una buena parte de la historia tendrá la sensación de que ni ella sabe qué decisión va a tomar. Y eso se debe a que los personajes de Toibín son humanos que se presentan de forma velada, sin contarlo todo y, a menudo, sin saberlo siquiera ellos mismos. Ese es, creo el encanto de la historia. A fin de cuentas es difícil tener las cosas claras, quizás solo Jim las tiene en esta historia.

     Long Island ha sido una buena lectura que sumo a las de Enniscorthy (para los lectores habituales del autor este es un buen dato y para aquellos que no lo son es totalmente irrelevante). Una historia de personas comunes, con problemas comunes, pero muy bien contada.

     Y vosotros, ¿sois de leer series de novelas?

     Gracias.

lunes, 29 de julio de 2024

La ferocidad. Nicola Lagioia

 


     La ferocidad se llevó el Premio Strega en 2015 así que creo que ya era hora de leerlo. Por eso hoy está en mi estantería virtual.

     La primogénita de una importante familia de constructores, los Salvemini, es encontrada muerta y se achaca a un suicidio. Sin embargo unas horas antes caminaba desnuda por un camino provincial cubierta de sangre. A partir de este hecho iremos conociendo a la muerta, Clara, y las relaciones con su familia y entorno.

     Lagioia con un comienzo impactante parece prometer una novela negra que se queda en un conjunto de cosas que se sostienen por los pelos para realizar una fuerte crítica que no resulta original al lector. La corrupción generalizada, el dinero no da la felicidad, señalar el materialismo... esas cosas comunes que ya no sorprenden y que hay que saber hacer que no resulten manidas. Para ello se decanta por un estilo ecléctico, a ratos recargado y que lastra la trama de la novela, que no le hace ningún favor al interés del lector. Caer en este punto común y hacerlo así provoca que la novela rápidamente pierda interés hasta llegar un punto en el que uno duda si merece la pena el tiempo que invierte, pero los libros se terminan (al menos yo lo hago siempre). Sin ser particularmente original uno podría pensar que es fácil de seguir lo que el autor relata, pero hay tantos movimientos temporales que la trama pierde estabilidad y los personajes se quedan en tópicos y clichés a los que se echa en falta una personalidad propia. En cuanto a la familia tenemos al padre, Vittorio, un clásico hombre fuerte que se ha esforzado mucho, y destaca Michelle, medio hermano de la muerta fruto de una aventura que se ha convertido además en heredero a la postre y que mantenía una gran relación con Clara postulándose de este modo como protagonista.No voy a entrar en muchos detalles pero este es uno de los puntos importantes de la historia. 

     Una novela en al que además se habla del tratamiento (o no) de residuos, de gobierno y de mucha, mucha corrupción. Un ambiente al que ni siquiera el amor es capaz de escapar y, por lo que a mi respecta, no fui capaz de disfrutar adecuadamente.

     Tengo que decir en este momento que La ciudad de los vivos me encantó por lo que, si estáis pensando en leer a este autor, es el que os recomiendo. Por contra el que hoy nos  reúne me ha parecido una novela con muchas carencias.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

martes, 2 de julio de 2024

Ediciones especiales

Sprayed edges by acrilipics


      No juzgues un libro por su portada pero no me pongas la carátula del cine que no me gusta. Así es como somos los lectores. Por eso un día y gracias a las redes descubrimos que en otros países era algo relativamente común, desde no hace mucho tiempo, ver libros con los cantos pintados. Y claro, se antojaba. Da igual que los libros se pongan con el lomo hacia fuera para ver el título, ya daremos la vuelta al estante, porque, de momento, lo que al lector le daba vueltas era la cabeza. 

     Se descubrieron cuentas como FairyLoot y la petición sonaba alto y claro: queremos libros bonitos. Y aquí llegan: recibidos en un primer momento con entusiasmo desmedido, burbujas de reventa y protestas airadas por tratarse de ediciones limitadas y ahora vistos como un sobregasto necesario por unos y como una posibilidad más por otros que no terminan de dejarse tentar por ellos. El caso es que los cantos tintados han llegado para quedarse y son culpables de múltiples reediciones de libros que ya tienen sus años y que ahora, como si hubieran pasado por un cirujano plástico, han vuelto a florecer en las mesas de las librerías. Lo que nadie te dice es que los cantos pintados tienden a ser más frágiles que los normales, ya que son susceptibles a los roces, y ya si el color es metalizado, apaga y vámonos MariPili que más vale que si lo quieres leer te esperes y lo compres en bolsillo. La historia es que ahora vivimos en un mundo conectado y los libros se enseñan en los estantes y en las redes sociales, y queda mucho más bonito un libro hermoso y decorado que otro de esos que simplemente contiene... ¡letras! Y esto empuja a que sea tendencia comprar ediciones especiales igual que hace unos años lo era poner una taza de té junto a un libro como si fuéramos personajes de algún tipo de novela inglesa. Y, ahora que caigo, también ha sido tendencia un pequeño invernadero de Ikea para colocar dentro tus libros más bonitos junto a una enredadera de plástico con luces led. La verdad, si uno se para a pensarlo hemos cogido aquella moda setentera de colocar libros huecos como elementos decorativos y hemos creado la versión 3.0. De hecho, y siguiendo esta tendencia que prima la estética, me pregunto cuánto van a tardar en aparecer en nuestro país esas cajas literarias que prometen una edición especialísima limitada a ellas y que no vas a poder encontrar en ninguna librería (no, Wallapop no es una librería aunque a temporadas pueda parecerlo). También me pregunto cuánto vamos a tardar en ir avanzando a cantos más elaborados, y es que lo bueno de llegar un poco tarde es que ya sabes la evolución estética de la tendencia que va bastante dirigida a un tipo de lectores fieles y entusiastas que se dejan llevar por impulsos de compra.

     Otros, los que miramos con recelo que no cambien los precios en la medida que esperábamos cuando han sacado este formato nuevo, decimos no sentirnos impresionados y así parece al menos hasta que saquen alguna novela que de en la diana de nuestros gustos lectores. El día que eso pase posiblemente nos midamos las fuerzas o quizás incluso intentemos justificarnos diciendo que ya era hora que hubiera libros bonitos que nos agradaran. Y es que, no nos engañemos, los libros bonitos nos gustan a todos. Y los lectores, casi por definición, siempre hemos sido un poquito superficiales o los libros tendrían todos la portada sin ilustraciones. Sí, justo como esa que llevan por dentro los que tienen sobrecubierta. Y, ¿cuál de las dos es la que se puede ver en nuestra librería? Pues eso.

     Supongo que los cantos pintados han llegado para quedarse, al menos una temporada. Es un cambio estético que desconozco si hará que el día de mañana, cuando la moda pase, revalorice esos títulos igual que ahora se ven como rarezas aquellos que estaban pintados a mano y cuya decoración solo se veía al inclinar las hojas de una determinada manera. De momento es solo un poco de tinta extra. Mañana, dios dirá.

     Y a vosotros, ¿os atraen los libros con cantos pintados?

     Gracias.

lunes, 1 de julio de 2024

City. Alessandro Baricco




     "Este libro se titula City. Me doy cuenta de que, después de Seda, hubiera sido mejor buscar algo que sonara un poco distinto. Pero este libro está construido como una ciudad, como la idea de una ciudad. Quería que el título lo dijera. Y ahora ya lo dice. Las historias son barrios, los personajes son calles. Lo demás es tiempo que pasa, ganas de vagabundear y necesidad de mirar. He viajado tres años por City. El lector, si lo desea, puede recorrer el mismo camino. Es lo hermoso, y lo difícil, de todos los libros: ¿se puede viajar por el viaje de otro?"

     Se me había escapado este título del autor hasta encontrarlo en una librería de segunda mano. Me recordó a Seda, para mi su mejor novela. Me lo llevé. Hoy traigo a mi estantería virtual, City.

     Conocemos a Gould, un chico de 15 años que tiene una inteligencia más que destacable y que se rodea de otros chicos, a saber imaginarios ya que uno es gigante y otro mudo, o no precisamente por estas características si no porque muy reales, no son. La cosa es que Gould es abandonado por sus padres y acaba bajo el cuidado de Shell, que no es que sea muy sociable tampoco y además escribe western. 

     Y más o menos así comienza una historia con una novela grabada durante años, una caravana amarilla y un montón de historias que se van entrelazando entre las que está la de un boxeador. Dicho así puede parecen un tanto batiburrillo y es que es voluntad escrita del autor que el lector se pierda como en una ciudad, por eso no ecatima en esfuerzos, incluso intelectuales para estar a la altura de su protagonista, en lograr que percibamos esa sensación. Sin embargo el lector acostumbrado a Baricco va a tender más a buscar esos personajes entrañables, esa duda en la prosa, la imagen romántica y desvalida... un momento, va a encontrar a Monet como gran revelación, esta vez de un personaje real y conocido, pero ahí está. Porque la magia de leer a Baricco es creer en lo que nos representa. City es metaliteratura o metavida, ya que hay dos historias ficticias, el western y el boxeador, que se entretejen con la ficción principal, la vida de Gould y Shell, y mientras eso sucede entran y salen distintos personajes que son hermosos en sus rarezas, aunque de una forma distinta al resto de la obra del autor.

     City perfectamente podría convertirse en una de esas novelas como El arco iris de la gravedad o La broma infinita que llenan páginas de lecturas hechas o a medio realizar intentando explicar lo inexplicable que escribieron sus autores. Tiene ese punto de absurdo y de llamativo, de la búsqueda del significado conjunto de aquello que uno lee y le absorbe hasta escupirlo con el cerebro licuado, provocando que entonces, ya sin ese ansia de entender, se limite a disfrutar del viaje. Sin embargo City ha llegado después de Seda y eso supone que si alguien lo lee, antes habrá pensado "compraba y vendía, gusanos de seda". Supongo que todo escritor quiere tener un éxito desbordante con su obra, pero también hay veces en las que un autor queda eclipsado bajo el peso de un único título. Hoy sucede menos porque rápidamente se descubre que ese título es parte de una saga y eso permite que el escritor continúe y además vaya repartiendo el peso, o en el peor de los casos y ante un avance torpe, el peso se diluya liberándolo (digo peor porque partimos de que todos buscan el éxito). Ante no pasaba eso, y quizás por eso el valor del texto que comparto en el que el mismo autor habla de ambos indique el orden perfecto además de la lectura. City es una terapia de choque tras su obra más conocida. Y eso, para mi, le da un valor añadido. Lejos de buscar el seguir la estela, ha roto el camino.

     City es una novela que se dirige al cerebro del lector. Una experiencia totalmente caótica y maravillosamente disfrutable.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias