"- El irlandés ese ha viendo otra vez -dijo Francesca al tiempo que se sentaba en la mesa de la cocina-. Ha ido a todas las casas, pero te buscaba a ti. Le he dicho que no tardarías".
Todo empezó con Brooklyn. Por eso cuando supe que se publicaba la secuela tuve claro que iba a leerla. Hoy traigo a mi estantería virtual, Long Island.
Han pasado 20 años desde que Eilis viajó a Estados Unidos, regresó a su país y realizó como único acto de rebeldía el viaje de vuelta a Estados Unidos. Ahora Eilis vive con su marido, Tony, y tiene un par de hijos adolescentes. Como buena familia de italoamericanos, los Fiorello viven unos junto a otros, algo que a Eilis no deja indiferente, pero más le trastoca la llegada de un hombre a la puerta de su casa que le dice que su esposa tendrá un hijo bastardo de Tony. Con semejante noticia y las inesperadas reacciones Eilis viaja a Irlanda una vez más, esta vez por el cumpleaños de su ya anciana madre cuyo carácter no ha sucumbido precisamente a los años. Una vez allí reaparece Jim, el hombre con el que hubiera "debido" casarse Eilis, regresa a su vida su amiga Nancy, y las relaciones entre los tres y los cambios de su país toman posesión de la historia.
Una de las cosas que mejor maneja Toibín en sus novelas son los tiempos. Esto hace que estemos ante novelas simples de lenta construcción en las que los silencios pesan tanto como las palabras. Como si se tratase de pequeñas oportunidades que los personajes van perdiendo y de las que tan solo el lector es consciente de ellas. Como Jim y su pasado regresando al presente. Esto se funde con los contrastes colocados cuidadosamente para quienes leyeron Brooklyn dando lugar a una visión introspectiva de la protagonista de la realidad de sus propias raíces que fluye a lo largo de la trama hasta llegar al recodo final en el que todo se acelera como dejando claro que Toibín también puede escribir ese tipo de historias. El autor que ha sido espectador del regreso de Eilis está esperando que hará con su silencio, si esta vez será más tan valiente como la primera y si en esta ocasión el valor está más relacionado con regresar a USA o con quedarse en la Irlanda de Jim, y durante una buena parte de la historia tendrá la sensación de que ni ella sabe qué decisión va a tomar. Y eso se debe a que los personajes de Toibín son humanos que se presentan de forma velada, sin contarlo todo y, a menudo, sin saberlo siquiera ellos mismos. Ese es, creo el encanto de la historia. A fin de cuentas es difícil tener las cosas claras, quizás solo Jim las tiene en esta historia.
Long Island ha sido una buena lectura que sumo a las de Enniscorthy (para los lectores habituales del autor este es un buen dato y para aquellos que no lo son es totalmente irrelevante). Una historia de personas comunes, con problemas comunes, pero muy bien contada.
Y vosotros, ¿sois de leer series de novelas?
Gracias.