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lunes, 28 de septiembre de 2020
Aguas primaverales. Iván S. Turguéniev
viernes, 25 de septiembre de 2020
Vacaciones en el Cáucaso. María Iordanidu
"En julio de 1914, cuando Ana partió de Constantinopla con destino a Rusia, dejó atrás la digna Constantinopla del siglo pasado. La Constantinopla de su abuela y de su madre. La Constantinopla de los movimientos lentos de los cocheros y de los estibadores, y también del barrio europeo donde la sombra de las abuelas aún planeaba por encima de las cocinas con los braseros y las hachuelas de destazar. Aquélla era la época en que la Virgen extendía su mano y paraba la lluvia cuando Loxandra hacía la colada. «Virgen Santa, no me vayas a hacer una mala pasada y vaya a llover hoy», decía Loxandra, y en Constantinopla ese día no caía ni una gota de lluvia.
miércoles, 23 de septiembre de 2020
Otra vuelta de llave. Ruth Ware
lunes, 21 de septiembre de 2020
La mujer helada. Annie Ernaux
lunes, 14 de septiembre de 2020
Los fantásticos libros voladores del Sr. Morris Lessmore. Joyce Williams
viernes, 11 de septiembre de 2020
Trilogía de Thomas Cromwell. Hilary Mantel
miércoles, 9 de septiembre de 2020
Muro fantasma. Sarah Moss
lunes, 7 de septiembre de 2020
Niétochka Nezvanova. Fiodor M. Dostoievski
"No recuerdo a mi padre, que murió cuando yo tenía dos años, y mi madre volvió a casarse. Este segundo matrimonio, aunque contraído por amor, resultó para ella fuente de dolores. Mi padrastro era músico, y su destino se denotó harto extraordinario. Era el hombre más extraño y más delicioso que he conocido. Su influencia en mis primeras impresiones de niña se hizo tan fuerte, que dejó marcada su huella durante toda mi vida. Para que mi relato sea comprensible, comenzaré por dar su biografía. Cuanto voy a decir acerca de él, lo supe más tarde por el célebre violinista B..., que fue el compañero y el amigo más íntimo de mi padrastro en su juventud".
miércoles, 2 de septiembre de 2020
Los chicos de la Nickel. The Nickel boys. Colson Whitehead
Los chicos de la Nickel cuenta una historia terrible en la que lo que realmente deja huella es la voz de los personajes. Porque el lugar existió y el eco de su historia aún resuena en nuestros días.
Y vosotros, ¿sois pacientes a la hora de esperar las traducciones?
Gracias.
martes, 1 de septiembre de 2020
El infinito en un junco. Irene Vallejo
No voy a ser yo quien se resista al fenómeno del año. Sobre todo porque esta vez no se trata de una novela negra. Hoy traigo a mi estantería virtual, El infinito en un junco.
Está claro que los libros sobre libros captan la atención del lector empedernido, y también del curioso que quizás no siendo tan lector, se sienta atraído por ese mundo. Así han ido proliferando libros sobre libros, libreros, escritores y casi cualquier cosa que a uno se le haya podido pasar por la cabeza y que esté mínimamente relacionada con la literatura. Pero nos faltaba, pese a que ya hubo intentos que se quedaron en el camino, un libro de divulgación que fuera apto para todos. Y ese es precisamente el hueco que ha venido a cubrir Irene Vallejo.
Hay que decir en primer lugar que el libro está escrito desde la cercanía y que Vallejo lo ha dejado repleto de pequeñas anécdotas que existen no sólo para armar el grueso de la obra, sino también para mantener al lector distraído con pequeñas curiosidades. Y así comienza el viaje, como no podía ser de otro modo, por la Biblioteca de Alejandría, descubrimos la falta de papiros y así la diferencia con el pergamino, la tradición oral... el libro. El gran protagonista de este título y también de sus anécdotas, unas más conocidas, la mayor parte prácticamente desconocidas para cualquiera demostrando así Vallejo su pasión y no solo su buen hacer por la literatura. El libro es ameno, es interesante y es divulgativo. Es un libro para leer a cachitos, sin grandes atracones. Y no porque sea un libro pesado, lo es porque se repite y eso en dosis altas puede ser contraproducente durante la lectura. Leerlo a trocitos lo hace más llevadero, mejora la sensación y nuestra opinión sobre una obra entretenida en la que entras con cuidado y sales con alguna anécdota anotada para el repertorio personal. Me cuesta verlo como un ensayo puro y duro y los viajes que plantea, en anécdotas, son agradables y entretenidos. No llega a disfrazarse de novela ya que le falta una trama siendo el libro como tal la unión de cada capítulo.
El infinito en un junco es una lectura amena para amantes de los libros y de las curiosidades en general. No he encontrado la joya que todo el mundo parece ver, pero he disfrutado su lectura.
Y vosotros, ¿os gustan los libros sobre libros?
Gracias.