"La mañana en que una de las gemelas perdidas regresó a Mallard, Lou LeBon corrió hasta la cafetería para anunciarlo, e incluso ahora, pasados muchos años, todo el mundo recuerda la alteración de Lou cuando, sudoroso, abrió de un empujón las puertas de cristal, con el pecho agitado, el cuello de la camiseta oscurecido por su propio esfuerzo. Los clientes, medio adormilados, prorrumpieron en un griterío alrededor de él; eran unos diez, si bien posteriormente serían muchos más los que mentirían y dirían que también ellos estuvieron allí, aunque solo fuera para simular que por una vez habían presenciado algo de verdad emocionante. En aquella localidad agrícola, nunca ocurría nada sorprendente, no desde la desaparición de las gemelas Vignes. Pero esa mañana de abril de 1968 Lou, de camino al trabajo, vio a Desiree Vignes recorrer a pie Partridge Road, cargada con una pequeña maleta de cuero".
Desde el minuto cero me interesó la premisa de la que partía esta novela. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, La mitad evanescente.
Conocemos Mallard, en Virginia, un lugar habitado por negros con piel clara en el que se valora mucho esta cualidad. Y las gemelas Vignes, descendientes del fundador del lugar, son un ejemplo: espigadas, rubias y de ojos violetas, nadie sería capaz de adivinar su origen. Por eso cuando se fugan se produce una conmoción. Además no se mantienen unidas, ambas se separan y pierden el contacto entre ellas. Cuando la novela comienza Desiree regresa sin saber dónde está su hermana Stella. Han pasado 14 años y lleva una niña llamada Jude de la mano. La niña es negra como el carbón.
Dividida en cinco partes esta novela recorre la vida de las gemelas y de sus hijas, y lo hace en una búsqueda constante de la identidad. Hay que decir que durante la época más discriminatoria de Estados Unidos existía la "regla de la gota de sangre" que decía que si tenías sangre negra, ya no podía ser considerado blanco. Además de esta han tenido otras lindezas como la llamada "brown paper bag" que clasificaba a la gente de color en función de la comparativa del tono de su piel gradando a partir del de una bolsa de papel. Si pongo este antecedente es porque la autora parte de una localidad imaginaria formada por negros con piel clara que se sienten orgullosos de su piel clara y se pretenden asegurar la permanencia de su comunidad gracias a los matrimonios más adecuados. Y este es el entorno en el que nacen Stella y Desiree y del que huyen hacia la libertad de Nueva Orleans. Pero de eso nos vamos a ir enterando poco a poco ya que la autora divide el libro según los años en los que se desarrolla y que mezcla con flashbacks que nos van descubriendo a sus personajes. De este modo construye una novela sobre la identidad que se retuerce sobre sí misma al convertir a los hijos en herederos de las mismas inseguridades que tuvieron sus padres. Asistiremos a la vida de Desiree, que se enamora de un hombre negro y acaba regresando con una hermana perdida a un hogar que asiste estupefacto a sus marcas y su hija como pecado, y también a la de Stella, que ha decidido renegar de sus orígenes y vivir como una persona blanca que incluso protesta cuando una familia de color llega a su vecindario. Pero la historia no es completa si no aparece la descendencia, si esta no se encuentra, si no hay enredos y secretos que se descubren (o no). Y de eso trata esta novela en la que la autora parece hacernos reflexionar sobre algo que todos deberíamos de tener muy claro y es que, en el fondo, somos lo que somos. Por mucho que nos empeñemos.
Escrita con un buen ritmo y frases medidas busca tanto el interés como la reflexión, muestra complejos (no solo relacionados con el color), relaciones familiares, huidas aunque no siempre avanzando y encuentros y desencuentros que no buscan almibarar la trama, si no aportar una línea en la que, como dice en un momento dado Kennedy, el problema no es ser negra si naces negra, el problema es que no ha nacido así. Como digo, muy interesante.
Es cierto que la autora mide a los personajes con una vara tan rígida que no les deja desarrollarse tanto como me hubiera gustado y, si bien el personaje de Stella resultó uno de los más interesantes, me hubiera gustado "ver" más el interior de cada uno de ellos, pero queda compensado por la estupenda forma de contar la historia que tiene Bennett.
Queda posiblemente una de las sinopsis más superficiales que he escrito últimamente pero no serviría de mucho hacer una hoja de ruta de los personajes que no iba a reflejar el sentimiento de inestabilidad que se logra sentir y que además eliminaría el interés en la trama dejando solo a quienes me lean el fondo como excusa para leer el libro (y eso es como ir a ver una película sabiendo lo que sucede solo porque tiene muy buena fotografía).
La mitad evanescente me ha parecido una buena opción, inteligente y bien llevada, sobre la búsqueda del lugar en el mundo de quien no se siente parte de ninguna parte. Y, sobre todo, de la búsqueda de la propia identidad. Una opción muy a tener en cuenta.
Y ahora que ya he dejado la parte sesuda diré que me gusta mucho la cubierta. Y sí, también la valoro a la hora de elegir un libro, decantándome muchas veces por la opción digital si la edición me parece fea. Y vosotros, ¿sois así de superficiales?
Gracias.