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lunes, 30 de noviembre de 2015
Una saga moscovita. Vasili Aksiónov
"Figúratelo: ¡en 1925, el octavo año de la Revolución, un atasco en Moscú! Toda la calle Nikólskaya -que va de la Lubianka a la Plaza Roja a través del corazón de Kitai-Gorod- invadida de tranvías, carros y automóviles. Al lado del restaurante Bazar eslavo descargan de un carro cajas de pescado fresco. Bajo el arco del pasaje Tretiakov se oyen relinchos de caballos, bocinas de camiones. La policía, a toque de silbato, corre hacia la escena, pero es un toque de silbato ingenuo, como si aún no estuvieran convencidos del todo de su papel estrictamente civil y no político, esto es, un papel completamente normal."
Los que me seguís en las redes sabéis que tenía muchas ganas de la reedición de este título, así que poco os extrañará verlo en mi estantería virtual. Hoy traigo, por lo tanto, a mi estantería virtual, Una saga moscovita.
Viajamos a Rusia, a ese periodo comprendido entre la muerte de Lenin y la de Stalin, para conocer a la familia Grádov, acomodada, casi burguesa. El padre de familia es Boris, III en realidad, un médico de conocido nombre que llegará a servir en el ejercicio de su profesión a las mas altas esferas de poder. Vive en su casa junto a su esposa y sus tres hijos: Kiril, de fuertes convicciones políticas, Nikita, oficial del ejército de impecable trayectoria y Nina, la poeta librepensante. A través de esta familia y de todos aquellos que llegan a rodearla, el autor nos dará un retrato de la historia de Rusia en ese momento en que vivieron el terror y deterioro de una utopía política ya conocida por todos.
Cuando un libro tiene 1200 páginas y es comparado con Guerra y Paz, muchos lectores parecen acobardarse. No es sólo por su extensión, sino también por la comparativa con un clásico decimonónico más conocido que leído por una gran mayoría de los lectores actuales. Sin embargo, cuando se dejan de lado estos prejuicios, muchas veces nos topamos con grandes historias. Y ese es justo el caso de La saga.
Dividido en tres partes, con una segunda y tercera cuyos títulos hacen una clara referencia al ya citado Guerra y Paz, como otras tantas referencias que podemos encontrar a lo largo de la historia, lo primero que nos sorprende es la ligereza en el tono elegido por el autor. No quiere decir con ello que le quite importancia a lo narrado, ni que no se tome en serio aquello que nos relata, aunque hay partes en las que destila un fino sentido del humor tan sorprendente como delicioso, pero sí que dota al libro de un dinamismo propio de la literatura actual que facilita, y mucho, su lectura.
Aksiónov en este libro, que parece ser fue concebido inicialmente como una trilogía que quedó finalmente unida bajo este título, utiliza a los miembros de una familia para relatarnos desde la cercanía de sus personajes la historia de un país. Los sitúa en los momentos justos, los álgidos de la historia, para convertir su saga en el cuadro completo de la realidad de un país. Y lo hace sin perder jamás de vista que nos está relatando la historia de una familia, llevándonos por una novela de esas que la gente dice "siempre están pasando cosas". Y ojo, hacer esto durante 1200 páginas en las que se intercalan, amores, traiciones, secretos, decisiones, miedos, titulares de prensa, viajes, incertidumbres y pasiones no es nada fácil. Y más aún conseguir que no decaiga el ritmo de la historia. Así conocemos a la familia en su dacha, un lugar seguro, y observamos como se ciernen los terribles años 30 sobre el país, con todo el miedo, la oscuridad y el terror que eso implican. Momentos terribles, la Guerra, el dolor, Siberia, todos ellos relatados ya en otras obras, quedan reunidos en una novela magistral en la que la particular forma de narrar del autor, consiguen transportar e incluso conmover a un lector que vivirá pendiente de un hilo las vicisitudes familiares.
Observamos a Boris, que llega a tratar al mismísimo Stalin, y lo vemos convertirse en observador de las vicisitudes de sus propios hijos. Y cómo tiene que tomar decisiones que podrían ser relevantes para la historia mundial, y es plenamente consciente de ello. El lector también sufre como observador; no desvelaré la suerte de los miembros de esta familia, pero si que es cierto que sufrimos la incertidumbre de no saber si serán elegidos para el exilio, víctimas de una de las purgas o conseguirán salvarse. Y esa incertidumbre, esa necesidad de saber, será la que nos lleve página tras página haciéndonos olvidar el grosor del libro, hasta ese momento en que la parte izquierda pesa más que la derecha y comenzamos a apenarnos al notar que se acerca el final de la historia.
La historia de los Grádov, que comienza durante la Revolución, se expandirá poco a poco entre allegados y descendientes para mostrarnos un país en el que parecía no suceder nada, en el que la gente parecía fingir que no sucedía cuando eran presa de una situación terrible. La angustia, la incertidumbre que tan bien refleja Aksiónov en el ambiente, son justo las que hacen mella en el lector que se ve trasladado a campos de batalla y de trabajo, a zonas de tortura y de exilio en un panorama con la sombra de la Guerra cerniéndose poco a poco, cada vez más cerca. Y en medio de este escenario; la crítica, la literatura, el sarcasmo y la erudición de un escritor que sabe escribir para todos los públicos, convirtiendo una obra magna en algo cercano y comprensible para cualquiera (mérito este también atribuible a la magnífica labor de traducción de Marta Rebón). No os revelaré la suerte de los hijos, ni tampoco la de los padres, ya que sería privaros de descubrirlo página tras página, pero si puedo garantizaros que no tendréis tiempo para el aburrimiento. Mención especial al final, no sólo por ser el broche perfecto, sino porque el autor no se resiste a poner su sello personal en forma de escarabajo consiguendo así la última sonrisa de un lector que, en mi caso, estaba anticipando ya el placer de una relectura.
Hay libros que se recomiendan con pasión, otros con miedo y, finalmente, hay un puñado que uno se tropieza de vez en cuando y puede recomendar sin reservas. Una saga moscovita pertenece sin duda alguna a estos últimos.
Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias
PD. Podría, que duda cabe, haber dado una opinión más sesuda comparando La saga con Guerra y Paz o Vida y destino, hablar incluso de obras de otros grandes literatos que se apoyan en familias cuyos apellidos son ya conocidos por todos. Pero si el Aksiónov ha sido capaz de lograr que parezca fácil lo más difícil, no voy a ser yo quien envare una opinión con intrincadas comparativas.
viernes, 27 de noviembre de 2015
Detrás de Puerto Escondido
"Las primeras oraciones son puertas a mundos."
Ursula K. Le Guin
Muchas veces, por no decir la mayoría, no tenemos en cuenta todo el trabajo que se esconde tras una novela. Nos fijamos en si está documentado en los grandes hechos, esos que nos suenan a todos, y también en las labores de corrección y traducción. Pero realmente, la importancia suele estar en los detalles pequeños, y esa es la parte que más trabajo puede dar. Siguiendo esta pista, elegí una novela que está en todas las librerías "Puerto escondido" y decidí buscar tras sus letras. De este modo, me reuní con una persona que estuvo ayudando a la autora a pulir esos detalles que apenas se aprecian pero que dibujan el conjunto. Me puse en contacto con un hombre, vamos a llamarle Jose, al que he dibujado durante unos días como un confidente que me iba a revelar los secretos, os he explicado que estaba oscuro, que llevaba una gabardina y un sombrero de fieltro y también que me esperaba en un coche en una zona mal iluminada de un parking de las afueras. Bien... nos tomamos un café en una terraza.
Lo primero que me llamó la atención fue la buena disposición a hablar conmigo, de hecho estaba incluso sorprendido de que alguien quisiera preguntarle a él sobre un libro. "Es muy importante que un escritor acuda a una fuente que le pueda proporcionar información de primera mano, así que no podía negarme cuando recibimos la llamada de María." me comentó con una sonrisa antes de sorprenderse al comprobar que mi comentario sobre la importancia a la hora de documentarse iba dirigida a él, por la ayuda prestada, y por extensión a todas las personas que ayudaban a los escritores. "En realidad no me lo había planteado nunca. Supongo que es lógico lo que dices, pero sigo sin ver el mérito a echar una mano cuando alguien pide ayuda." De hecho, se sentía halagado, sobre todo porque afirmó ser "lector de novela, principalmente novela negra, desde hacía varios años". "En realidad -me comentaba -,cuando María se puso en contacto conmigo, fue casualidad que cogiera yo el teléfono. Me comentó que estaba escribiendo un libro y me dio una idea muy por encima de lo que había pensado y me explicó en qué partes podía necesitar mi ayuda. Me fue imposible decir que no." Y eso que tirándole un poco de la lengua terminó por reconocer que sabía de gente que tal vez no hubiera estado tan dispuesta a colaborar, pero lejos de pretender ganar un mérito con ello, se mostraba casi sorprendido. Al cabo de un rato ya me había puesto al día sobre la dinámica de las consultas "ella me iba preguntando lo que necesitaba, muchas veces a niveles de protocolos muy generales, y yo comprobaba siempre cada uno de los casos. Lo cierto es que me sentía responsable por si le decía algo que no fuera del todo correcto o no era lo suficientemente claro al respecto y daba pie a que lo entendiera mal." Una responsabilidad comprensible, ya que estaba hablando con el hombre que proporcionó la pistola a Valentina Redondo, protagonista de "Puerto escondido" que impuso como condición no llevar una pistola de damisela. "Para que te hagas una idea, el otro día me consultó una cosa sobre su nueva novela y cuando me quise dar cuenta estaban esperándome mientras escribía la respuesta ajeno al tiempo que llevaba sentado." Y sí, ahí levanté la cabeza y no pude evitar preguntarle al respecto. La autora ya ha anunciado que está escribiendo la segunda novela, pero tener delante a alguien que puede saber algo implica la pregunta directa. Pero no, no tuve suerte: "Ni siquiera en la primera novela conocía la resolución, siempre se guardaba los detalles y únicamente me preguntaba sobre los procedimientos o detalles que necesitaba saber. Tampoco yo le preguntaba, aunque tengo que reconocer que me impacienté tanto con el resultado que el mismo día que salía a la venta ya estaba comprándolo en formato digital. Nada más salir." Esa parte la comprendemos todos, supongo que cualquiera de nosotros hubiera hecho lo mismo, aunque la autora le regaló un libro en papel, le pudo la urgencia de tenerlo delante. Una urgencia en la que supuse que influía el hecho de querer ver el conjunto, y saber si su ayuda había dado los frutos esperados. "La verdad es que me ha gustado mucho la forma que ha tenido María de tratar a la Guardia Civil, un cuerpo olvidado muchas veces en la novela negra, aunque no tanto últimamente, que parecía centrarse siempre más en el detective o policía, como sucede en la novela norteamericana. Es importante encontrarse con alguien que se preocupa de que algo tan simple como el protocolo para acceder al escenario de un supuesto crimen, siga los pasos adecuados. Y también que sepa lo que sucede cuando parece que no se siguen, ya que no vivimos en un mundo perfecto en el que siempre se pueda seguir a rajatabla lo que pone sobre el papel.Que le interesen las opciones. Las correctas para cada situación. Por eso me gustan tanto, por ejemplo, las novelas de Lorenzo Silva." Es decir, que no sólo es una persona que ayuda "en la medida que puede", como me aclaró varias veces con una sonrisa, sino que además se fija en los detalles y tiene una trayectoria lectora. Por eso no pude evitar preguntarle por la piratería: "Es muy difícil ponerle puertas al campo y la piratería es algo que hay que atajar. Es un problema real que hay que estudiar para encontrar la manera de encararlo antes de que cause más daños. Que ya los causa."
Para un lector como yo, no deja de resultar curioso encontrarte con alguien que te cuenta como el escritor cuyo libro has leído, tiene que vencer la vergüenza que supongo, sobre todo en un primer libro, y llamar a puertas que puedan proporcionarle la ayuda necesaria para poder describirnos las acciones que ya tiene en la cabeza. "Cuando María me llamó, ya tenía formada una idea muy general, me dio una línea muy somera para explicarme lo que necesitaba exactamente, pero realmente es muy especial ese momento en el que ves el libro en los estantes de la librería. " "La verdad es que tengo que reconocer que me hace ilusión, que lo compré con ganas y lo leí igual, y acudir a la presentación que realizó fue una experiencia estupenda. En general, todo esto está siendo una experiencia estupenda para mí y la estoy disfrutando. Es toda una oportunidad." Y es que, efectivamente, ha tenido la gran oportunidad de participar en el proceso de gestación de una novela, y que, tal vez, le haya metido el gusanillo de intentarlo, ya que es un aficionado a la literatura de género: "¿Escribir yo? Qué va (casi entre risas), ni siquiera se me había ocurrido. Una cosa es poder colaborar en la medida que puedo y otra muy diferente es escribir un libro. Sigo admirado y sorprendido de toda la trama tan compleja que tenía esta chica en la cabeza desde el primer momento. Esa capacidad inventiva y la habilidad para hilar las ideas y que, además resultara tan entretenido e interesante. Tengo que decir que me ha gustado muchísimo leer Puerto escondido, y que, de hecho, tengo tantas ganas como cualquiera de saber qué tiene en la cabeza para su siguiente novela." No sé yo si me fío de estas últimas palabras, porque de algún modo no puedo evitar pensar que algo sabrá, al menos una pequeña parte. Por eso insistí intentando saber qué le había preguntado en las últimas semanas, cualquier cosa, un pequeño resquicio, una grieta... Pero justo en ese momento se acabó la entrevista. Mirando el reloj, se despidió cortesmente con la misma sonrisa que había mantenido durante toda la charla. Supongo que llegado este punto, sólo nos queda esperar.
Y tener mucho cuidado si decidimos hacer reformas en una casa vieja, sobre todo si comienzan por el sótano. No olvidemos que justo así es como comenzó todo...
Esta vez el formato es diferente, no sólo preguntas y respuestas, sino también impresiones. Ha sido una experiencia estupenda poder asomarme detrás de Puerto escondido y descubrir a una de tantas personas que participan desinteresadamente en la creación de una historia, de mil. Y, para qué negarlo, también me he reído cuando me han presentado a una María nerviosa y casi tímida que se dirigía con sus preguntas al que, en aquel momento, era un completo desconocido. Hoy lo sigue siendo, por eso sigamos llamándole, por ejemplo, Jose.
Tengo que dar las gracias a esta persona por haberse prestado a hablar conmigo desde el primer momento. Y también por la parte que le corresponde en esta historia ya escrita y en las que estén por venir.
Y, como siempre, gracias a todos los que os pasáis por el blog.
Expedientes. Kate Atkinson
"¿Hasta qué punto fue cuestión de suerte? Una ola de calor en plenas vacaciones escolares, justo cuando tocaba. Cada mañana el sol se levantaba mucho antes que ellos, burlándose de las finísimas cortinas que pendián lánguidas ante las ventanas del dormitorio; un sol que ya prometía ser ardiente y pegajoso antes siquiera de que Olivia abriese los ojos. Olivia, tan fiable como un gallo, siempre la primera en despertar, por lo que nadie en la casa se había preocupado en utilizar un despertador desde su nacimiento, tres años antes."
A veces sucede que leemos libros hace tiempo y, de repente, ya sea porque empezamos a ver al autor en las mesas con una novedad, o porque parece ser víctima de una moda que se empieza a leer en nuestro entorno, los recordamos casi por sorpresa. Por no hablar siempre de novedades o clásicos y recordar el amplio abanico de títulos que salen cada año, muchos de los cuales quedan olvidados, y algunos injustamente olvidados, hoy traigo a mi estantería virtual un título de hace ya un tiempo pero que merece la pena rescatarse para pasar un par de tardes invernales. Hoy traigo, Expedientes.
La novela presenta capítulos que se miden en personas. Con un comienzo impactante, en apenas 50 páginas nos abre tres expedientes en teoría dispares en los que tres familias quedan profundamente fragmentadas por un hecho traumático que, además, quedó sin resolver. Ya desde el primer caso que nos habla de una niña amada por todos que desaparece, sabemos que la historia va a funcionar, nos apena soltar ese "expediente", está bien escrito y la autora ha conseguido dibujarnos a los personajes. Otro caso es el de otra niña también la más amada, que muere ante su padre de forma violenta, desgarrador igualmente, certero. Y el último será tan brusco y feroz como el hacha que aparece en él. A partir de ellos, y pese a que sabemos que ha pasado mucho tiempo desde que sucedieron, la autora nos presenta a "el cuarto en discordia", su protagonista, el detective Jason Brodie. Un hombre que se ciñe al papel de detective infeliz con matrimonio deshecho y que lucha por su hija, para justificar ese halo de desencanto con la vida casi melancólico. Es más, Expedientes es la primera novela de la serie protagonizada por el propio detective, pese a que cuando uno llega al final de la historia tiene la sensación de estar ante un libro totalmente autoconclusivo.
La narración es pausada, con violenta que en ningún momento llega a ser explícita u ofensiva y una carga psicológica tremenda que va desde los propios casos y sospechas, hasta la relación que la autora nos permite tener con cada personaje, destacando en este punto Amelia y Julia, hermanas de la niña desaparecida en el primer expediente. De hecho, y pese a ser una novela de detectives, me ha parecido estar ante una etiqueta mucho más general: narrativa, ya que es su gran punto fuerte. Atkinson tan sólo decae aproximadamente a mitad de la novela, momento en el que se deja tentar por hacer una novela negra al uso, pero del que se recupera rápidamente. En cuanto al resto de personajes, el abanico es tan amplio y variado como realista. Capitaneados por Brodie nos conducen por una historia tortuosa en la que la autora no espera al final para comenzar a dar golpes de efecto a un lector incapaz de no mirar. Golpes que se suceden con preciosión matemática para no dejarnos apenas recuperar el aliento. Y, si lo hacemos, que sea únicamente para pasar página.
Descubriremos lo que esconden las familias, las miserias, los temores, veremos a padres que se desnudan para dar a conocer a su hijo favorito sin que el otro haya hecho nada para merecerse no serlo, y también que la muerte puede llegar... bueno, puede llegar en cualquier momento con los detonantes más pueriles (si es que hay alguno que no lo sea y justifique un asesinato, que yo creo que no).
Con un ritmo que aumenta paulatinamente a medida que avanzamos en la historia, esta vez no me limitaré a decir que es entretenida, puesto que también está bien escrita. Un placer acercarse a Kate Atkinson y la tentación de repetir, ya sea o no con su detective Brodie. Y por cierto, la resolución es justo como debería de ser. No os digo más para que seáis vosotros mismos quienes descubráis qué hace que tres antiguos casos aparezcan de repente ante un detective privado con un hogar destrozado. Tal vez sea simplemente la vida...
Y vosotros, ¿cuál ha sido vuestro último detective favorito?
Gracias
jueves, 26 de noviembre de 2015
Las fascinantes rubias de Alfred Hitchcock. Serge Koster
Si, siempre son las mismas.
Estrellas de la pantalla, sólo existen para ser vistas una y otra vez, estrellas que brillan para deleitarnos, para deslumbrar nuestros sueños, estrellas cuyo fundamento es la carne que no se ve.
Vamos a estar en compañía de algunas de las criaturas del Maestro."
Un tema recurrente en el cine es el de Hitchcock y sus mujeres rubias, su pasión por rodearse de ellas, por filmarlas y también la atracción que sentía por ellas. Se ha escrito y elucubrado mucho al respecto, es inevitable, Hitchcock ha pasado a la historia como un maestro del cine capaz de poner en tensión al más frío de los espectadores. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Las fascinantes rubias del Alfred Hitchcock.
En este ensayo, cuatro serán las rubias objeto de estudio para Koster, quizá las más representativas, las que primero nos vienen a la cabeza cuando hablamos del cineasta: Kim Novak, Eve Marie Saint, Grace Kelly y Tippi Hedren.
A través de estas cuatro mujeres y sus conocidísimas películas, Kesner realiza un estudio que evidentemente bordea lo sexual de las fijaciones del director. Con una prosa a ratos magnífica, y de la que no dudo en repartir parte de culpa al magnífico traductor, Manuel Arranz, nos irá descubriendo las obsesiones de Hitchcock y también, una mirada diferente de escenas ya míticas de algunas de sus películas.
Un meticuloso y nada aburrido análisis de gestos y escenas nos hablarán de una sexualidad controlada, incluso reprimia en sonrisas altivas, de simbolismos en las escenas con otros personajes en los que ni siquiera habíamos reparado. Y, en mi caso, también cambió mi forma de ver a Tippi Hedren, mujer fría que coloca un escalón por debajo de, por ejemplo, Kelly. Bodas, obsesiones, películas con personajes que enloquecen, tensión y sexualidad, mucha sexualidad que evita minuciosamente lo carnal, son los rasgos del análisis que realiza el autor en este título. Una visión que, si bien puede parecernos un tanto anticuada a la hora de interpretar alguna escena, es cierto también que enriquecerá nuestra forma de ver el cine de Hitchcock. Relaciones tortuosas con sus rubias, insinuaciones, declaraciones casi hirientes (o sin casi) pasan por el microscopio analítico de Serge para dejarnos un título francamente interesante que, nos convenza o no en sus argumentos, dará al menos algo en qué pensar al lector.
"¿Por qué elijo mujeres rubias y sofisticadas en mis películas? Buscamos mujeres de mundo, verdaderas damas que se transformarían en prostitutas en el dormitorio."
Alfred Hitchcock a François Truffaut
Y a partir de ahí, que cada cual opine. No obstante, el libro es interesante y puede proporcionar una experiencia nueva a la hora de ver las películas del gran director bajo una perspectiva un poco diferente. Todo es cuestión de ángulos.
Hoy me cambio de lado para haceros la pregunta, ¿Os gusta el cine de Alfred Hitchcock? ¿Tenéis una película suya favorita? Tengo clara una cosa, la mía es Rebeca.
Gracias
martes, 24 de noviembre de 2015
El estrecho del Lobo. Olivier Truc
"Desde hacía más de una hora, la mayoría de los hombres eran invisibles.
Algunos llevaban escondidos mucho más tiempo. Aguardaban, situados estratégicamente en las dos orillas a una distancia de quinientos metros. Los que estaban embocados en Skvaloya, loa isla de la Ballena, se hallaban en sus puestos desde la tarde de la víspera."
Muchos fuimos los lectores que quedamos sorprendidos con Olivier Truc cuando desembarcó con El último lapón, tanto por estilo como por ambientación escogida. Supongo ue por eso me quedé con curiosidad, y ese es también el motivo de que hoy traiga a mi estantería virtual, El estrecho del lobo.
Nos vamos a Hammerfest, un pequeño pueblo situado al norte de Laponia. Allí muere ahogado un ganadero durante un incidente en un paso de renos. Extraño, pero no tan extraordinario. Sin embargo, apenas unos días después el propio alcalde del pueblo aparece muerto allí convirtiendo las dos muertes en sucesos extraños y posiblemente relacionados. Klemet y Nina serán los encargados de investigar y resolver un caso con más ramificaciones de las esperadas, en un lugar aparentemente tranquilo.
Pese a seguir la estela y compartir protagonistas como corresponde en una saga, no es necesario haber pasado por el primer libro para llegar a este. Dicho lo cual, que siempre me parece importante resaltar, estamos ante un thriller con varios componentes que llaman poderosamente la atención. En primer lugar, una vez más la ambientación. Un pueblo pequeño situado tan al norte como para que ya nos hagamos cargo del frío, en el que además se da la peculiaridad de la luz. La investigación se desarrolla en un momento en el que la luz se ha dilatado más de lo imaginable para cualquiera de nosotros, en un entorno que intuimos además luminoso por la nieve. Nos habla además de un lugar a priori tranquilo, con renos y pastores, en el que hay muchos más intereses de lo que nos pudiera parecer. Porque es cierto que cuando hacemos nuestra vida ordinaria no pensamos en el lugar del que provienen todas esas cosas que nos facilitan la tarea. No se nos ocurre pensar que tal vez, en un remoto lugar al norte de Laponia, haya una lucha de intereses para extraer riquezas. Y esa denuncia, que iría unida al medio ambiente como ya hiciera en la anterior entrega, es una constante en la novela. Y es que, de la oscuridad a la luz, muchas son las similitudes entre ambas. Truc no presenta una novela de ritmo rápido, ni siquiera en sus primeras páginas, pero si que nos deja un ritmo casi a golpe de metrónomo que avanza imparable a lo largo de su escrito. Se une además ese toque costumbrista en el que nos explica el lugar elegido y descubrimos, por ejemplo, la importancia de los buzos en tan remoto lugar. Y a partir de ahí y mientras el sol avanza en una guerra para superar las 23 horas diarias de luz, desarrolla una novela francamente entretenida e interesante.
Va desgranando sucesos casi a ritmo de crónica, buscando un realismo que se ve respaldado por el desconocimiento del lector sobre el lugar elegido, y nos regala una trama de corrupción e intereses creados. Junto a estos la trama irá destapando también los rencores y pequeños engaños del lugar, a la vez que nos va desgranando un poco más la historia de los protagonistas mientras nos presenta a otros personajes nuevos, todos ellos complejos, bien armados.
El resultado es una novela que se antoja casi exótica en su viaje a Laponia sin noche, pero que supera perfectamente este punto para permitirnos disfrutar también de la trama. Un estilo depurado y sin artificios, un poco de costumbrismo y una resolución sin flecos, convierten a El estrecho del lobo en una buena opción de lectura para estas tardes frías que parece se nos han echado encima. Y no, no voy a hacer la broma sobre si hará más frío en el libro, o al otro lado de la ventana.
Por cierto que ayer no os pregunté, ¿con qué libro estáis esta semana?
Gracias
lunes, 23 de noviembre de 2015
Escucha la canción del viento y Pinball 1973. Haruki Murakami
"Muchas personas -y con ello me refiero, en la mayoría de los casos, a la sociedad japonesa- terminan primero sus estudios, después encuentran un empleo y, por último, tras un corto intervalo de tiempo, se casan. Esto era lo que yo también, en un principio, tenía la intención de hacer. Al menos era lo que, a grandes rasgos, pensaba que acabaría haciendo. Pero, en realidad, resultó que primero me casé, empecé luego a trabajar y entonces, por fin (como pude), acabé mis estudios. Es decir, que seguí un orden completamente inverso al habitual."
Así comienza el prólogo del último libro de Murakami que, siguiendo también un orden inverso al habitual, nos deja los dos primeros títulos que escribió. Antes, de La caza del carnero salvaje, que muchos considerábamos su primera obra. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Escucha la canción del viento y Pinball 1973.
El libro de hoy conta de los dos relatos mencionados en el título que vienen precedidos de un más que estupendo prólogo en el que Murakami reflexiona sobre su vida y la literatura volviendo a recordarnos ese momento en el que decidió que tenía una historia que contar. Los relatos son protagonizados por un hombre sin nombre y su amigo "Rata". En el primero, las fantasías y musas se entremezclarán en la historia mientras su protagonista acaba por tropezar con una mujer de nueve dedos. Este joven estudiante, su amigo, el bar J y un escritor con tendencias suicidas completan la historia. En el segundo relato, el mismo estudiante reaparece como protagonista. Han pasado años ya, y en este momento mantiene una relación con dos gemelas. En una atmósfera de soledad en la que su amigo parece permanecer en J, nuestro protagonista se obsesiona por encontrar una máquina de pinball Spaceship y no cejará hasta hacerlo.
Cuando un escritor de la talla y con la repercusión que tiene Murakami da por fin luz verde a que se publiquen sus dos primeros títulos, es difícil no sentirse intrigado. El propio autor afirma sentirse casi avergonzado por ellos, posiblemente sabiendo que eso actuará como acelerante en la curiosidad de sus lectores incondicionales. Y así es como llegamos rápidamente a tener este libro entre las manos y nos encontramos con un extenso prólogo en el que el autor nos hace un boceto de tú a tú recordándonos algunas cosas que ya sabemos (como la anécdota del jugador de baseball) y añadiendo pinceladas nuevas a su propia personalidad. Una vez nos metemos ya en los relatos, nos encontramos con muchas de las características de la escritura actual de Murakami. Un protagonista solitario, esa mezcla tan curiosa y que tanto sigue llamando la atención, de su naturaleza oriental que literariamente suele venir marcada en las prosas cuidadas, hermosas muchas veces, y la mezcla de expresiones mucho más anglosajonas y actuales. Esa suerte de fusión que le ha proporcionado su propio espacio dentro de la literatura, ya estaba allí, junto al Rata y al Jay's. Por eso precisamente nos hace sonreír. Exactamente igual que lo hacemos cuando descubrimos que ese estudiante del primer relato, pasa sus vacaciones de verano sin hacer nada de particular para acabar fijándose en una chica que, no podía ser de otro modo en una novela de Murakami, tiene nueve dedos.
El sello personal del autor ya estaba allí, mucho más perceptible en esa segunda historia sobre la obsesión melancólica por una máquina de pinball, que tiene alguna escena memorable y que mantiene la altura incluso durante el reencuentro, que ya no tememos porque conocemos perfectamente al autor. Dos historias que comparten protagonista sin ser por ello una novela en dos tiempos, porque este protagonista improvisado hace tantos años, ha cambiado más veces de nombre y cara y ha sido protagonista en otras muchas historias del Haruki Murakami. Eso lo sabemos apenas hemos comenzado a leer: ya estaba allí.
Un título (o dos) que pueden servir perfectamente como un primer acercamiento a la obra del autor, pero que también harán las delicias de quienes seguimos su obra título a título.
Y vosotros, ¿os habéis acercado ya a leer a Haruki Murakami?
Gracias
sábado, 21 de noviembre de 2015
Entrevista a Santiago Álvarez
Imagen: web del autor |
- Cada vez vemos más novelas negras dentro de nuestras fronteras y el mediterráneo es una localización que comienza a tener un peso en la literatura actual, ¿por qué te decantaste por ambientar tu novela en Valencia?
- Yo soy murciano, y Valencia siempre me ha fascinado. Cuando vine hace 15 años pensé que llegaba a una de las ciudades más modernas de Europa (eso nos vendieron entonces) y me encontré, muy al contrario, con una urbe con profundas huellas del pasado. Se trata de una ciudad de contradicciones y paradojas, lo millòr del mòn pero ahora cercado por la corrupción, una paleta fascinante que funciona como amplificador de lo que somos. Desde entonces siempre quise escribir una historia en esta ciudad y ahora lo he conseguido.
- Seguimos con la novela negra, no sólo como escritor sino también por ser uno de los organizadores de Valencia Negra, ¿cómo ves la salud de este género literario? ¿Crees que es una moda que está empezando a apagarse?
- Vaya por delante que soy de los que piensa que el número de festivales no dinamita la cultura de nuestro país, sino más bien lo contrario. Los festivales suelen funcionar de manera local, y la gente de cada ciudad necesita que le acerquen la cultura, y no solo aquella que se ve en los grandes escaparates. Por otro lado, no aprendemos de, por ejemplo, nuestro país vecino, Francia, donde los festivales son un modelo de cultura, y no una excusa para vender libros que nadie ve, asistir a conferencias de autores desconocidos para el gran público o asistir a un rutinario programa que explora las mismas cuestiones. Debemos trabajar para la animación a la lectura y menos para el show, en nuestro país estamos intentando explotar este caballo ganador que es la novela negra en lugar de perpetuarlo, pero hay alguno que trabajan en ello. Todavía no está muy claro quién ganará.
- Cada novela tiene un momento en el que la historia aparece en la mente del autor, y germina hasta convertirse en una idea. ¿En qué momento nace lo que luego sería La ciudad de la memoria?
- Mi novela nació de un sueño, literalmente. Una noche, soñé que un tipo bajito y enclenque, una mezcla de Woody Allen y Alfredo Landa, se metía en la casa de Geoger (que aparece en El Sueño Eterno) para pelear contra los malos y que de alguna forma salía indemne. Escribí esa misma madrugada tres o cuatro páginas sobre ese personaje antes de volver a acostarme, y eso fue el inicio. Mejías se convirtió, con el paso del tiempo, en el individuo perfecto para transitar entre trincheras, para abordar el pasado, para enfrentarse al peligro de manera descabellada y romántica, es decir, para poder aplicar muchas de las cuestiones que me rondaban por entonces.
- Berta y Mejías son una pareja de protagonistas que se complementan de muchos modos, tanto en las formas como en ideales, ¿de dónde bebe el autor para crearlos, cuáles fueron tus fuentes de inspiración a la hora de construir personajes?
- Mejías nace del cine y esto me sirve para explorar la fina linea que separa a la realidad de la ficción.Se trata de una especie de Alonso Quijano que, tras haber visionado demasiadas películas de género negro de los 40, decide que su modelo de comportamiento es Humphrey Bogart, lo cual provocará un sinfín de calamidades y sincronías. Berta surge como un Sancho Panza moderno, una chica brillante e idealista, una mujer muy alejada del estereotipo de belleza femenina, que es exactamente todo lo que Mejías no es.
- Dijo Amos Oz que era un error buscar al escritor en sus personajes, y no dudo que sea cierto, pero, ¿cuánto queda después de los personajes creados en el autor?
- Pienso igual: transmutarse uno mismo en literatura creo que solo debe interesarle a uno mismo. Los autores debemos buscar cuestiones más ambiciosas y universales. Creo que cada vez que un escritor arma una historia, lo que hace es montar una especie de maqueta del mundo, un universo a escala. Cuando escribimos una historia le estamos diciendo al lector “yo creo que el mundo es así”. Por lo tanto, el autor está impregnado en todo lo que selecciona: los personajes, los ambientes, los temas, pero no de manera autoindulgente, sino ocupado en la creación de cuestiones y dudas que asalten e intriguen al lector. Escribir es una manera maravillosa de intentar ordenar la caótica realidad que nos rodea para intentar mostrar algún tipo de orden que nos dé pistas sobre qué hacemos aquí.
- En un momento dado en la novela se lanza una pregunta sobre el cine, por eso precisamente me gustaría saber qué es para ti el cine.
- ¡Ninguna de mis respuesta dejaría satisfecho a Mejías! El cine y, en general, todo lo audiovisual, han hecho presa en todos nosotros de manera tremenda, muchas veces coartando nuestra capacidad de imaginar, ya que las imágenes nos vienen dadas. La literatura sigue siendo mágica en ese sentido, y deben escribirse novelas que expresen lo que solo puede expresase en prosa. Pero el cine, y sobre todo el cine de los grandes estudios de los años 40 y 50, posee el aroma de lo legendario, del fotograma cincelado entre sombras, de la figura mítica que emerge del celuloide para ofrecernos algún atisbo de verdad. Estas cuestiones quizás emocionen a Mejías. A mí desde luego me intrigan.
- La ciudad de la memoria viene con un protagonista que sí que bucea mucho en la memoria, en el pasado, y lo hace incluso en su forma de ser, ¿es importante para ti no perder la memoria?
- No me acuerdo de quien es la cita, aunque suele decirlo a menudo: “Es curioso el pasado. Camina siempre junto a nosotros”. Es como algo pegajoso, de lo que uno no puede separarse, por mucho que lo intente. Por ello el mejor remedio contra el pasado es perder la memoria. Mejías es un tipo que lucha por recuperar la memoria, tanto la suya en tanto en cuanto ser humano como el recuerdo de las cuestiones terribles que se hicieron. Y es coherente, puesto que él piensa que el pasado brilla con la fuerza de lo auténtico; para él se trata de una apuesta vital. El presente, con sus prisas y sus modernidades es algo frío y caduco, sin pizca de estilo. De esta manera, el mundo entero se transforma en un inmenso decorado donde probar en cada momento, si la vida es una sucesión de escenas, como lo fue en el Hollywood dorado.
- Mejías es un personaje francamente interesante del que he copiado, lo confieso, un montón de frases durante la lectura de tu novela, ¿podrías explicarnos un poco cómo es Mejías?
- Bueno, de todo lo anterior algo debe saberse. Yo suelo decir que es un tipo que vive entre las trincheras de la vida: en lugar de elegir un bando y parapetarse con unos compañeros en un tiroteo infinito y cruel, él elige caminar por esa tierra de nadie, en el fuego cruzado, con una mueca divertida y amaga en los labios, ignorando la prudencia que aconseja tirarse al suelo hasta que todo esto pase. Es una actitud descabella y enfermiza, aunque honesta. Berta le ayudará a no perder del todo el camino.
- Y ya que estamos con Mejías, has comentado que estás escribiendo la siguiente entrega, ¿podrías adelantarnos lo que vamos a encontrar?
- Espero terminar en enero el primer borrador y tener listo para verano de 2016 el manuscrito terminado de la continuación. Encontraremos a Mejías y a Berta en nuevos desafíos, de los que prefiero reservarme su contenido por los lectores. Siempre uso temas enraizados en el pasado, con resonancia en el presente, y profunda y universalmente valencianos. Ese modelo sí que lo repetiré.
- Toda novela negra incluye siempre un fondo de denuncia o de crítica social, ¿qué se expone en este sentido en tu libro?
- Creo que la mejor denuncia social es la que se desprende de la narración honesta en la cual ponemos sobre el tablero narrativo personajes poderosos junto a personajes humildes. Esa es la lucha desde que el hombre es hombre. Intentar ajustar cuentas con la realidad suele salir más, puesto que se nos ve venir. Creo que centrando la narrativa en la cuestiones mas universalmente humanas en un entorno urbano y contemporáneo, aparece esos temas que ahora denominamos “crítica social”, y que en el fondo no es más que otro cliché. Pienso que el único tema de la literatura es la naturaleza humana, y a eso, a investigar quienes somos y porqué hacemos lo que hacemos, dedico yo mis fuerzas en la prosa.
- Y si antes te preguntaba por Valencia Negra, ahora quiero preguntarte por otra de tus pasiones: la música. ¿De dónde sacas tiempo para compaginarlo todo?
- Sinceramente, no lo sé. He hecho musicales, he grabado discos, he hecho obras de teatro y decenas de relatos. Básicamente creo que el secreto es apasionarse por algo, morderlo fuerte y no soltarlo hasta haber separado toda la carne del hueso. Creo que esta no es una vida corta, sin una vida que nos pasa demasiado deprisa porque no dejamos de empujarla. Intentar apasionarse por distintas cuestiones, tener proyectos y realizar sueños nos ayuda a perpetuarnos como seres humanos. Y en el intento estamos… aunque como dice Woody Allen: “Me gustaría alcanzar la inmortalidad, pero, simplemente, no muriendo”.
- Por último, me gustaría saber qué libro estás leyendo en este momento.
- Ahora mismo estoy leyendo “Tras las huellas de Heródoto”, de Antonio Penadés.
- Muchísimas gracias por tu tiempo.
- Gracias a vosotros, ha sido un placer.
Y gracias, como siempre, a todos los que os pasáis por este blog a diario. O tal vez de forma esporádica.
Bibliografía:
- La ciudad de la memoria
viernes, 20 de noviembre de 2015
Croatoan. José Carlos Somoza
"-No te vayas muy lejos, Santi -dice papá.
-Vale.
Lo último que Santi oye es a mamá diciendo que no sabe qué es más viejo, si las bicis o el coche, y a papá replicando: "Yo tengo más años que las bicicletas y el coche, ¿también quieres un marido nuevo?". Hay risas. Sara chilla algo. Por fin, hasta la vocecilla de su hermana pequeña se pierde y quedan los sonidos del campo."
Somoza es uno de esos autores a los que sigo la pista porque me resulta francamente entretenido. Su capacidad para inventar historias, o para darles una vuelta extra a acciones ya tratadas en la literatura, siempre me ha gustado. Por eso seguí la pista a su último título recién publicado, y por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Croatoan.
Conocemos a Carmela Garcés, una joven etóloga (persona que estudia el comportamiento animal), cuando recibe la llamada de un compañero y amigo. La está avisando de que un antiguo profesor con el que ella mantenía una relación alumna/profesor más estrecha que el resto, ha enviado un mail a su círculo más cercano, para que mire su correo. Esto no tendría nada de particular, pero el profesor había dejado programados esos correos dos años antes, antes de quitarse la vida, y no sólo eso, además envía unos correos electrónicos que sólo contienen una palabra: Croatoan. Y los correos llegan justo el día en el que en el mundo comienzan a suceder cosas extrañas: manifestaciones de hombres desnudos que parecen caminar sin detenerse hacia un rumbo fijo llenan las calles en distintos paises sin importar la nacionalidad. En medio de este ambiente, Carmela y un reducido grupo entre los que se encuentran varios receptores de ese correo, tendrán que investigar qué quiso decir el antiguo profesor.
Somoza no sólo vuelve al terror psicológico, o al menos a la profunda intranquilidad, además lo hace utilizando ya en su título una palabra maldita. Porque si al lector se le ocurre buscar la palabra y la leyenda que se le atribuye en el libro, descubre que es cierto lo que Somoza está contando, y en ese momento la realidad da un empujón a la ficción para quitarnos el aire. Y es que, entre 1578 y 1580 más de un centenar de personas que vivían en la colonia inglesa de Roanoke, desaparecieron sin dejar rastro dejando una única palabra escrita en un árbol: Croatoan. Así lo cuenta el autor, y justo así es como sucede, y sabido esto es fácil establecer la relación con la historia y el motivo de que incluso le de título.
El libro arranca con la desparición de una familia que pronto se descubre como un asesinato. Somoza parece tener prisa en introducirnos en la historia aunque sea con una suerte de trampantojo. De este modo, con un lector ya curioso, nos presenta a Carmela y a Nico, un antiguo policía y antigua pareja del profesor Carlos Mandel, para arrancar una historia que capta la atención del lector desde sus primeras páginas. Somoza mezcla géneros en una novela que va del thriller al terror pasando por la ciencia ficción para dejarnos una historia apocalíptica en la que la sociedad corre el peligro de engullirse a sí misma hasta desaparecer. Un rastro bastante fácil de seguir nos conduce a una crítica social, o casi más al reflejo del mundo en el que vivimos en esta era tecnológica, para impulsar el temor del lector. Quizás no a que suceda algo así, pero sí a ese ambiente cada vez más enrarecido que percibimos hay en algunas calles de grandes y pequeñas ciudades por todo el mundo.
El autor articula la historia en capítulos cortos y la dota de dinamismo con una gran profusión de diálogos, cuando lo habitual es precisamente lo contrario en este tipo de argumentos. Así consigue armar una novela con un leitmotiv que nos venía marcado en el título, en la que, pese a tratar un tema que nos explican sucede a nivel global, lo hace con apenas un puñado de personajes, eso sí, todos ellos dispares. De este modo nos tocará intentar descubrir qué está sucediendo para que haya esas revueltas por todo el mundo y ese ambiente cada vez más enrarecido y qué tiene que ver con los correos electrónicos enviados por un hombre que se suicidó años antes de que esto sucediera.
El resultado es una entretenida historia en la que el autor recupera el pulso de novelas ya pasadas en el tiempo para conseguir intranquilizar a un lector que, ávido por saber más, continúa la lectura hasta un final que me ha parecido más que correcto. Porque este tipo de historias suelen ser muy complicadas de rematar y Somoza ha encontrado la manera adecuada de hacerlo. Si soy sincera, me lo he pasado bien con la lectura. Y leer también consiste en eso.
Y vosotros, ¿os animáis con estos géneros que proliferan en las librerías y que van de lo postapocalíptico a la distopía?
Gracias
martes, 17 de noviembre de 2015
La Zona de Interés. Martin Amis
No miento si digo que abrí este libro en la propia librería para saber qué hacer con él. Y tampoco si reconozco haberme enamorado de un par de frases tan hermosas para lo que ya sabía sería un camino difícil durante la lectura. Aún así, me lo tuve que llevar. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, La Zona de Interés.
La novela se articula en torno a tres personajes: por un lado tenemos a Rhomsen, "Golo", sobrino de uno de los altos cargos situados junto a Hitler. burócrata intermedio, mujeriego y obsesionado con la mujer del comendante del campo Hannah. Conocemos también a Paul Doll, comandante del campo encargado de supervisar la llegada de "evacuados" y sus destinos en Auschwitz. Amargado y satírico hasta lo excesivo con algún momento de sinceridad. La última voz es la de Szmul, un miembro de Sonderkommando, cuya labor se relaciona directamente con la eliminación de cuerpos, en lo que fue una de las tareas más horripilantes de cuantas le pudieran a uno encomendar en un lugar ya de por si de pesadilla.
No es, ni con mucho, la primera novela que se escribe sobre el Holocausto. Ni siquiera es la primera novela que escribe el autor sobre el tema. Y tal vez, o precisamente por eso, ha de razonarse en este tipo de libros el motivo por el cual merece la pena elegir este título frente a los cientos que se ocupan del tema. Muy fácil, diría Amis: sin tratarlo. Desviar la atención de los muertos, del horror, del infierno, y hablar de quienes lo orquestan, de los agobiados funcionarios que han de cuadrar sus cifras. Que, al igual que le sucede a uno de los personajes, tu atención se centre en los trajes grises, que cubren a personas grises, que a su vez ocultan a los monstruos no nombrados que trabajan imponiendo reglamentos y números a una de las mayores barbaries de nuestra historia. Y luego, lo rodeas todo de un permanente hedor, como si fuera un pueblo cubierto por una niebla que jamás se va. Obligas al lector a ser consciente de ese hedor y podredumbe que acompañan a la muerte y a una de las fábricas de muerte más grandes de la historia. Y mientras lo haces le cuentas incluso una historia de amor, le haces un par de bromas sutiles, cargadas de sátira hasta el punto de ser flechas envenenadas, y vas dejando que el veneno actúe... que vaya recorriendo las venas de quien se ha atrevido a coger la historia esperando simplemente provocación.
Personajes creíbles, sin una pizca de compasión pueblan las páginas de esta novela en la que el mejor es el peor y posiblemente también suceda lo contrario. El mejor construido, la peor persona; el que parezca mejor, incluso a ratos humano, el que menos alma tiene (que no el menos elaborado). Se convierte así esta, en una historia de contrapuntos a grandes ratos, una novela capaz de sacarnos la sonrisa en lo peor y que no permite jamás que olvidemos el lugar en el que estamos. Llegamos conociendo el horror humano, pero nos enseña también los mónstruos que jamás se mancharon las manos y que parecían ajenos a lo que su trabajo significaba.
La Zona de Interés es una historia que se carga de detalles para crear esa atmósfera irrespirable que debió de existir en ese lugar. Desde las nada sutiles descripciones ambientales, hasta el recurrente rechazo de Amis a nombrar a Hitler, refiriéndose a él con epítetos hasta llegar a un magnífico epílogo en el que despliega documentación y obsesiones, para terminar nombrándolo encajado entre comillas, como si fuera una celda de seguridad de la que no pudiera escaparse y tocarnos.
"Hasta ahora su nombre no ha aparecido en ningún momento en esta obra, pero es hora ya de que teclee las palabras "Adolf Hitler". En cierto modo, así, escoltado por las comillas, parece más manejable."
Una novela estupenda sobre un lugar monstruoso, sobre monstruos que saben que son monstruos, otros que se ocultan y alguno que ni siquiera parece querer ver que lo es. Porque yo supongo que todos ellos lo sabían. Y también un poquito de amor.
En mi caso el Holocausto es un tema recurrente entre mis lecturas. Y vosotros, ¿hay algún tema, lugar o momento histórico que se repita con asiduidad entre vuestras elecciones?
Gracias
lunes, 16 de noviembre de 2015
La ley del menor. Ian McEwan
"Londres. Una semana después de iniciado el Trinity Term. Clima implacable de junio. Fiona Maye, magistrada del Tribunal Superior de Justicia, tumbada de espaldas una noche de domingo en un diván de su domicilio, miraba por encima de sus pies, enfundados en unas medias, hacia el fondo de la habitación, hacia unas estanterías empotradas, parcialmente visibles junto a la chimenea y, a un costado, al lado de una ventana alta, a una litografía de Renoir de una bañista, comprada treinta años antes por cincuenta libras. Probablemente falsa."
Todos los lectores tenemos una serie de autores fijos. Son esos a los que volvemos con la seguridad de acertar incluso antes de haber abierto el libro. En mi caso, McEwan pertenece a esa categoría. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, La ley del menor.
Conocemos a Fiona Maye, una magistrada del Tribunal Superior, cuando está cerca de cumplir los sesenta años. Con una vida gris, firmemente afincada en rutinas, poco se espera que su marido Jack llegue a proponerle tras 35 años de matrimonio, tener una pareja abierta en una suerte de ultimatum. Y sin embargo esta decisión será el menor de sus dilemas, ya que tiene delante del caso de un joven al que faltan 3 meses para cumplir los dieciocho años, Adam. Padece leucemia en un estadío muy serio y es Testigo de Jehová, lo que provoca que se niegue a recibir el tratamiento que le salvaría la vida. El hospital, al recibir la negativa del paciente y sus padres, ha acudido a los tribunales, y ahora es ella quien tiene que tomar una decisión.
McEwan en este libro parte de lo general a lo específico. Con una protagonista gris, en un matrimonio gris y con una vida gris que va reflejando perfectamente en las descripciones del entorno más que de sus horarios, pronto consigue que el lector se sienta cómodo en la situación. Y es entonces cuando deja caer la nota discordante, el dilema, en este caso dos. Por un lado el personal, y lo hace evitando escenas y tragedias, porque el autor es un adulto que ha cumplido también años y sabe que las cosas del corazón también pasan por la cabeza una vez que ya tenemos una vida a nuestras espaldas. No busca el escándalo, busca la reflexión, el mal mayor y el menor, la observación, la duda. Y mientras nos recuperamos de esta primera sacudida, decide soltar el eje del argumento de la novela presentándonos a Adam.
Adam es el personaje que no nos deja soltar el libro, el dilema, la convulsión, el resquicio de escándalo que le sigue quedando al autor: la fe. Un menor consciente, menor por apenas unas semanas, que decide sobre su vida y también sobre su muerte amparándose en la religión. Y la razón: el hospital que vela por su salud y acude a la justicia para que la proteja por encima de los deseos del paciente y sus familiares. McEwan se mete de lleno en un tema espinoso, casi tabú, y lo hace con pulso firme y letra de caballero. No pierde de vista a sus protagonistas para así no dejar de contar al lector ni una sola de sus reacciones, sabiendo que con cada reacción, desencadena un pensamiento, que las ideas del lector irán buscando afianzarse en aquellas reacciones que le san afines y que acabaremos juzgando si la decisión tomada por su jueza, nos parece acertada. La historia de McEwan se convierte en la historia del lector, que no puede dejar de leer, realmente interesado por todas las aristas personales y morales que tiene el tema. Y entonces McEwan decide, y se explica, y la historia avanza de una forma si cabe más humana hacia un final que no se nos antoja extraño, porque lo esperamos, aunque no del todo, como la vida misma. Pero la sombra de su historia, de sus personajes, permanecerá durante mucho más tiempo en la mente del lector.
La ley del menor es una novela corta que se hace grande durante su lectura. Con unos personajes complejos, sólidos, y una trama realmente absorvente, McEwan deja clara su solvencia desde las primeras páginas. Leer a McEwan es disfrutar del placer de la lectura, con todo lo que ello implica. Eso sí, no esperéis salir ilesos de esta lectura.
Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias
"Cuando un tribunal se pronuncia sobre cualquier cuestión relativa a [...] la educación de un niño [...] el bienestar del menor será la consideración primordial del juez."
Sección I (a), Ley del Menor (1989)
viernes, 13 de noviembre de 2015
La ciudad de la memoria. Santiago Álvarez
"Berta llegaba tarde a la entrevista que iba a cambiar su vida. Quizás no se hubiera apresurado de haberlo sabido. Si le hubieran contado que en las próximas semanas se vería involucrada en una persecución a alta velocidad por las principales calles de Valencia, que una bala envenenada estaría a punto de llevarse su vida, que forzaría cerraduras en busca de información secreta, si le hubieran explicado todo esto, Berta habría arrugado la nariz chata con desconfianza, tal vez sonriendo tímidamente hacia abajo, pero no lo habría creído. Hubiera agradecido la advertencia con buenas palabras para continuar su camino; a ella le gustaba ser puntual."
Hay novelas que entran por los ojos, autores que ves en las redes y sigues los comentarios que se hacen sobre ellos. Es lo bueno de las redes, descubrir más allá del libro habitual. Y así es como me tropecé con el libro que hoy traigo a mi estantería virtual. Se trata de La ciudad de la memoria.
Conocemos a Berta cuando se dirige a una entrevista de trabajo. En un insólito portal que parece anclado en años pasados, se encuentra su destino: el despacho del detective Mejías. Allí conoce a un hombre directo y tal vez un tanto rudo que decide contratarla sin que ella tenga muy claro el motivo. De este modo comienzan a trabajar juntos como un dispar equipo, y el primer caso, una desaparición, no se hace esperar. Una vez resuelta, más rápido y de una forma que Berta jamás hubiera sospechado, este les llevará a meterse en otro mucho mayor. La familia Dugo-Estrich, poderosa, ambiciosa y llena de secretos, será la protagonista.
La ciudad de la memoria es la primera novela del autor Santiago Álvarez. De género negro y escrita con un ritmo que se mantiene constante bien podría decirse que es uno de esos libros en los que se avanza, no sólo sin dificultad, sino también disfrutando del camino. Sin embargo, hacer una lectura superficial de esta historia, podría ocasionar que el lector se perdiera alguno de sus puntos fuertes más allá de una trama bien resuelta. Y es que, en este libro, hay mucho más de lo que parece. En primer lugar en sus protagonistas: Vicente Mejías es un detective típico, ya conocido de "vista" en clásicos del género; solitario, brusco y con tendencia a beber, podría antojársenos un personaje más de los que se pasean llevando la batuta en este tipo de historias. Sin embargo, también es una suerte de Quijote que lucha contra molinos de viento buscando resolver aquello que se le plantea, un hombre que vive anclado en sus mitos y su pasado, en su memoria propia que no ha de ser cierta para volverse, al menos para él, verdadera. Si sumamos ambas partes empezaremos a conocer al detective Mejías, algo que, si tenemos en cuenta que el autor está escribiendo otro título protagonizado por él, no nos vendrá nada mal; parece que las calles de Valencia seguirán teniendo a su particular detective con gabardina buscando aires de Bogart mientras sigue la pista de su último caso.
Berta por su parte es el contrapunto perfecto; es la nota discordante en el despacho del detective que nos recuerda que ya pasaron los años del cine negro y los discos de vinilo. Quizás por eso se complementan a la perfección sacándonos incluso alguna sonrisa: Porque no olvidemos que, si no hay novela negra sin crítica social, tampoco la ha sin sonrisa del lector provocada por el carisma de quienes la protagonizan.
Con estos protagonistas, algún policía, una familia poderosa, un pájaro, un montón de figurantes y una ciudad que consigue colocarse como un protagonista más, se construye esta novela a ritmo de jazz en la que el autor opta por un tipo de investigación que más que anticuada, acaba siendo un homenaje al género, a los investigadores clásicos del blanco y negro.
La trama acompaña a la novela, doblándose y desdoblándose ante los ojos del lector para girar en torno al poder y la corrupción. Comparte importancia con los personajes, llegando un momento en que el interés se reparte entre ambos y eso provoca que queramos seguir avanzando en la historia para saber, y para conocer más. Con una resolución más que satisfactoria, Santiago demuestra que es un escritor al que le queda mucho que decir en el panorama literario actual. Un buen debut y una novela francamente entretenida que admite, no sólo una lectura rápida movida por el interés, sino también una más pausada en la que el lector va posando la vista en detalles.
Hoy es el Día de las Librerías, un estupendo momento para que digáis qué libro os gustaría (no siempre se puede) sumar a vuestros estantes en este momento.
Gracias.
jueves, 12 de noviembre de 2015
Mágico, sombrio, impenetrable. Joyce Carol Oates
"-Muchas cosas se valoran más de la cuenta. el suicidio, por ejemplo.
El chico rió al comprobar lo listo que era. La abuela, que conducía atenta al tráfico matutino, no pareció darse cuenta.
Recalcando las palabras, su nieto dijo:
- Por ejemplo, solo en el condado de Boondock, de los Estados Unidos, se hacen la competencia dos teléfonos de la esperanza para adolescentes."
Sexo con una camella
Hay autores, que duda cabe, que son más prolíficos que otros. Oates, por ejemplo, pertenece a los prolíficos, de tal forma que sus seguidores no han de esperar demasiado tiempo entre libro y libro. De hecho hace poco que vio la luz su última obra, una colección de relatos que hoy traigo a mi estantería virtual. Se trata de Mágico, sombrío, impenetrable.
Siempre es difícil hacer una sinopsis de un libro de relatos. Me limitaré por tanto a comentar que Oates divide el libro en cuatro partes, señalando que en la tercera de las cuales encontramos el magnífico relato que tiene como personaje a Robert Frost y que da título al volumen. La cuarta parte finalmente, consta de un único título, "Parricidio", a modo casi más de novela corta.
Leer a Oates suele ser una experiencia impactante y en este caso no iba a ser menos. La mayor parte de los relatos que componen el libro tiene un componente de desasosiego para el lector que se encuentra con historias, algunas muy complejas, sintetizadas en unas pocas páginas.
Abría la entrada de hoy con un fragmento de Sexo con una camella, el relato con el que comienza el libro. En él, un joven adolescente acompaña a su abuela al hospital para que ésta reciba un tratamiento importante. Mediante el trayecto, sus reacciones y reflexiones, somos testigos de la unión que esto ha producido entre ambos. Es fácil ver el componente que desasosiega como también lo es en casi cualquiera de sus relatos. Muchos de ellos protagonizados por mujeres, otros por una doble visión o un cambio de perspectiva, aunque sea tras haber muerto a través de las reacciones de la gente. Oates nos habla de amor, vejez y miedos, nos deja ver a una mujer anodina que se desliza por la vida sin pena ni gloria, sacudida tras un percance con un perro en Mastín, siendo testigos de sus reflexiones. Coquetea abiertamente con el suicidio y miradas hacia ventanas, nos habla de poetas y de desapariciones, de enfermedad, de chicas adoptadas a un status superior que no terminan de encajar, y se pasan la vida intentándolo aunque parezcan revestidas de falsa rebeldía. Y es que Oates, una vez más, nos habla de vida. Y la vida tiene todos esos sentimientos e inseguridades. Momentos en que las personas se desvían o en los que cambia la forma en que se ven a sí mismos. Y todos ellos se encuentran aquí reunidos, bajo la atenta mirada de una autora que se sabe un tanto oscura pese a que en cada uno de los cuentos encontremos amor de un modo u otro. Muchos puestos ahí para hacernos pensar, como es el del matrimonio de ancianos que escuchan a sus vecinos... o la aparición en el primer relato de otra paciente del hospital... o mil ejemplos más. Oates no admite una lectura superficial satisfactoria, eso siempre ha sido así. Trece relatos en total son los que necesita la autora para componer un puzzle con el que descubrir partes del alma humana, en el que dejarnos siempre algún resquicio para asomarnos a ella con el temor de vernos reconocidos.
Podría seguir y caer en la tentación de desvelar cada pequeña sinopsis, pero os haría un flaco favor. Terminaré diciendo que el relato de Frost es, cuanto menos, impactante y que el último de todos, Parricidio, me ha parecido magnífico. Realmente imprescindible. Y será precisamente de este del que no os daré pista alguna, siempre hay que dejar en el tintero cosas, para cada lector.
Los libros de relatos no sólo son difíciles de explicar, también lo son de valorar. Decir a estas alturas que Oates es una gran escritora es algo casi redundante. En esta ocasión, he tenido la clara sensación de que el libro va de menos a más, y no sólo porque el último relato me haya parecido excepcional, sino por los temas y las formas. Es cierto que es imposible mantener una homogeneidad en la calidad de este tipo de libros, aunque sólo sea porque los temas dispares provocan que haya lectores más interesados en unos que en otros, pero el conjunto es un libro notable cuya lectura merece la pena. Hacedme caso, hay que leer a Oates,
Y vosotros, ¿sois aficionados a los libros de relatos?
Gracias
miércoles, 11 de noviembre de 2015
La sonrisa del melón. Carlos del B. Iglesias
"Mi pareja de reinas no podía con su pareja de ases, no hubo suerte esta vez. La rente me sudaba, las gotas se caían en el tapete.
La apuesta había sido suficientemente alta como para estar jodido. Se me quidó la mirada perdida mirando a un punto indeterminado del tugurio. Tardé unos segundos en reaccionar, creo que se me escapó alguna lágrima."
De vez en cuando hay que buscar una lectura ligera. Eso suele hacer que termine en los lugares más insospechados con los títulos más extraños. Como con este libro. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, La sonrisa del melón.
Conocemos a Alex Ford un comerciante con una doble vida de asesino a sueldo, pero sin el glamour que eso pudiera parecer que tiene. Un joven un tanto pagado de si mismo, lo cierto es que tiene más éxito dentro que fuera de la cama, pero sobrevive. Y lo hace bajo su propia escala de valores. Entre sus rutinas está conocer a mujeres a través de las redes sociales, pero con lo que no cuenta es con conocer a Mar, una mujer rica y aparentemente hermosa que llegará para intrigarlo, atraerlo y además, cambiar su vida con un encargo muy particular. Mar quieres contratar al asesino, además de seguir hablando con el amigo virtual.
La sonrisa del melón es la primera novela de un autor que llega al mercado con una cubierta cuanto menos llamativa, un título curioso y un estilo entre descarado y gamberro para dejarnos una historia con tintes de novela negra canalla. Narrada por el propio protagonista, pronto nos damos cuenta del carácter un tanto chulesco que tiene por la forma en que habla de si mismo, sin embargo, también iremos comprendiendo a lo largo de la historia, que sus virtudes son precisamente aquellas que no nombra, y serán esas virtudes las que hagan que el lector establezca una conexión más directa con él. Del mujeriego embaucador, al hombre leal y con principios hay apenas un paso y, sumando ambas partes tendremos al protagonista de esta historia. Una novela con descripciones a dentelladas, como si el autor hubiera querido no extenderse más de lo necesario, que va tomando tintes negros y tratando temas mucho más serios de lo que hubiéramos podido pensar. Los abusos, las influencias, engaños y la muerte tiñen de crítica una historia cuya lectura entre líneas no deja hueco a la duda sobre la actualidad de los temas que mueve en los márgenes de la trama central.
En cuanto al hilo central de la historia, la relación y tratos entre Alex y Mar, está llevada correctamente, con un final que, incluso, deja con una sonrisa al lector. El libro se completa con una estructura en capítulos cortos que fomentan el dinamismo en su lectura y un lenguaje actual, con algún tinte de barrio que no cruza la línea de lo soez.
Comenzaba hablando de novela negra canalla, y creo que finalizaré haciendo hincapié en el término. Porque estamos ante una novela con tintes negros, sí, pero que se lee con una sonrisa. Humor masculino para todos los públicos (también el femenino) y un protagonista que, para bien o para mal, no dejará indiferente al lector en una toma de contacto de Carlos con la literatura.
Y vosotros, ¿sois de los lectores que dan oportunidades a nombres nuevos o autopublicados?
Gracias
Por una vez, porque es mi casa y porque quiero, el libro se puede adquirir aquí, aquí y aquí. Será por sitios.
martes, 10 de noviembre de 2015
Fin de poema. Juan Tallón
"Cesare mira sin metafísica desde la ventana cómo se derrite la ciudad. se derrite lentamente, como el sol de la infancia. Pasados unos segundos, que gasta en la prolongación de sus silencios, recorre descalzo el pasillo hasta la cocina, donde María enjuaga la ropa en el lavadero. Lleva un vestido de flores y el pelo suelo. Canta algo que él no identifica."
Hay libros que atraen desde su nacimiento, y los que hablan de literatura pertenecen en mi caso a este rango. Libro que hablan de vidas, de personas, y esos también me atraen. En realidad, esta vez, me sobraron los motivos para fijarme en el libro que traigo a mi estantería virtual. Se trata de Fin de poema.
Conocemos a Pizarnik, Sexton, Ferrater y Pavese. Y sí, son los cuatro poetas famosos. Todos ellos terminaron trágicamente sus vidas de forma drástica. La mejor manera de concluir este resumen es hacerlo justo como comienza: los conoceremos a través del relato de sus vidas en las últimas horas antes de la muerte.
Fin de poema tiene algo de poético pese a su título, y también de terrible. Si echamos la vista atrás, muchos son los casos de escritores que terminaron su vida por voluntad propia y, dentro de lo trágico, también está la incertidumbre que surge desde la admiración, y el tabú del tema. ¿Qué puede llevar a un hombre a suicidarse? y ya puestos a preguntar, ¿qué varita mágica lo convierte en creador? Tallón parte de cuatro grandes poetas, y se adentra en sus últimos momentos para llevar al lector a asomarse a su abismo que finaliza con una muerte elegida, prematura. Un enigma por muchas explicaciones que quieran darnos. Pavese, Pizarnik, Sexton y Ferrater serán los protagonistas elegidos por el autor para su apuesta, arriesgada, que duda cabe. De todos los temas del mundo, sigue resultándonos más fácil hablar del sexo que de la muerte, porque de esta última no hay retorno. De este modo y huyendo de una concepción lineal que le hubiera llevado a escribir cuatro relatos definidos en los que el lector supiera, anticipándose incluso, las palabras que iban a aparecer en la siguiente línea, Tallón construye su universo. Un universo atormentado o aburrido, en el que las rutinas, los miedos y las frustraciones pueden incluso resultarnos conocidas. Nos adentramos en las últimas horas de estas cuatro personas que olvidaron que eran grandes, aunque nosotros no seamos capaces de quitárnoslo de la cabeza mientras otros nombres ilustres se pasean por las páginas del libro. Porque hay muchas formas de escrtibir metaliteratura, y Tallón ha encontrado la suya propia.
Os aviso ya de entrada, o quizás de no tan entrada puesto que he avanzado un poco: no es una novela sobre el suicidio. Es una novela sobre abismos, sobre personas que se ven conducidas de un modo u otro hacia una decisión drástica y que lo hacen de una forma tan errática como directa, si es que algo así es posible de expresar de una forma certera. Quizás por eso la estructura de Fin de poema es única y se fragmenta plegándose sobre cada vida, sobre cada detalle, hasta componer un homenaje cuya única pretensión es que nos asomemos a cada uno de los protagonistas elegidos. Pero no nos perdemos, porque la vida es errática y en este libro hay mucha vida. No busca el autor hacer un panegírico, ni llenarlo de ese tremendismo que parece rodear al fin último de las cuatro vidas. Al contrario. Incluso en esos momentos previos, en los recuerdos y reflexiones, nos damos perfecta cuenta de la intención del autor. Y cuando cerramos el libro nos llevamos con nosotros pedacitos de vidas, contruídos con detalles, que son los que importan una vez conocido el legado inmortal que sus protagonistas nos dejaron.
Un libro para amantes de la poesía y de los poetas, para amantes de la literatura en cualquiera de sus formas. Fin de poema es, en definitiva, un libro para amantes de las letras.
Y vosotros, ¿sois aficionados a la metaliteratura?
Gracias
lunes, 9 de noviembre de 2015
La puerta vacía. Esteban Navarro
"Diana Dávila deshizo la maleta con desgana. Colgó dos camisas de manga corta ene l perchero del recién estrenado piso, en la calle Isidoro de la Cierva de Murcia, y se preguntó lo que siempre se preguntaba cuando estrenaba vivienda de alquiler: ¿Cúando reuniré el dinero suficiente como para dar la entrada de una casa propia? Una casa era lo que necesitaba para estabilizar su desordenada vida."
En esta ocasión, escuché hablar al autor en mesas sobre novela negra, antes de haberlo leído. Eso despertó mi curiosidad hacia su obra e hizo que me acercara a ella. Y me aficioné. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, La puerta vacía.
Conocemos a Jorge Lafuente, periodista, durante su estancia en un hotel de Murcia. Allí una hermosa mujer captará su atención, y por lo que parece, a ella le sucede lo mismo. Sin embargo, poco espera Jorge que lo que hubiera debido de ser una noche para el recuerdo, se iba a convertir en una mañana de pesadilla, ya que a la mañana siguiente se despertará ensangrentado junto al cadáver de un famoso empresario de Murcia. Y es Murcia el lugar en el que comienza a trabajar Diana Dávila, por lo que será una de los integrantes del equipo policial encargados de resolver el caso.
Conocimos a Diana Dávila como policía en prácticas en La noche de los peones. en la novela Los crímenes del abecedario era ya agente y ahora con La puerta vacía la reencontramos en Murcia. Sin embargo y pese a lo dicho, podemos comenzar a leer esta novela sin habernos cruzado antes con esta especial mujer. La protagonista de Navarro es una joven hermosa, independiente y segura de si misma a la que le gusta decir la última palabra y que es muy consciente de las reacciones que puede provocar a su paso. Una buena protagonista, en definitiva, que se desmarca un poco de los clichés habituales de un género policiaco que parece haberle tomado cariño al detective o inspector de mediana edad.
Con una trama ágil y, al menos en apariencia, no demasiado complicada, el autor plantea una situación en la que el lector tiene más información que los protagonistas. De hecho, comenzamos la novela con una serie de datos que se nos antojarán dispares hasta bien avanzada la historia. Sin embargo, hay un momento en el que Navarro comienza a encajar piezas, consiguiendo que el lector tenga la sensación de saber por dónde van los tiros... y consiguiendo también que posiblemente se equivoque. Y eso, teniendo en cuenta que durante toda la narración se ampara en el realismo, es decir, que aquí no hay trampas en las que se nos ocultan pistas, ni tampoco chisteras de las que oportunamente aparecen llaves que abran cajones secretos, es todo un mérito. El autor consigue además algo que ha de ser tremendamente difícil, y es que parezca fácil. Con un estilo sencillo, directo y sin florituras, construye una novela que apetece leer, y que apetece seguir leyendo. Uno de esos libros cuya lectura buscamos hasta haberlo terminado, seguros de saber lo que sucede, pero deseosos de confirmarlo. Y eso, cuando se busca evasión, es algo primordial.
Nos introduce además en un mundo que conoce, el policial, asentando desde las primeras páginas las bases del lugar y equipo que formará parte de la investigación, aportando al lector datos que le ayuden a situarse correctamente antes de comenzar el desarrollo de "el caso". Nos plantea un universo perfectamente reconocible en el mundo en el que vivimos, un mundo en el que las envidias, la corrupción y la envidia están al cabo de la calle y cuyos tentáculos pueden afectar en un momento dado a cualquiera. Quizás por eso es tan fácil dejarse llevar por la historia que nos presenta, e incluso disfrutar de los giros que nos tiene preparados el autor.
La puerta vacía es una novela francamente entretenida cuyas páginas se evaporan sin saber muy bien qué es lo que tiene para que eso suceda. Culpemos al autor, ya que he visto que no soy la única a la que le ha pasado. De hecho, Martina lo confirma aquí.
Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias
PD. Os dejo el book tráiler
martes, 3 de noviembre de 2015
La hija del este. Clara Usón
"Me intriga un vídeo colgado en Youtube, de un programa de la televisión bosnia, 60 minuta. Se abre con el plano de un hombre que habla en serbio por un teléfono inalámbrico, uno de esos aparatosos motorola que se empleaban en la última década del siglo XX. Con la mano que tiene libre (la derecha) se mesa el cabello y luego gesticula, puntualizando lo que dice, aunque su interlocutor no lo pueda ver y ses énfasis se pierda."
Hay que saber dejarse guiar para todo, también para elegir lecturas. Una de las personas que han influído en mis lecturas de los últimos tiempos es Sureda, un hombre que lleva años en el mundo literario y cuyo criterio jamás dudo. Hoy, siguiendo una lectura recomendada por él, traigo a mi estantería virtual, La hija del Este.
Conocemos la historia de Ana Mladic, una mujer que existió y cuyo padre fue Ratko Mladic. a través de la hsitoria de esta mujer, se individualiza una de las guerras más televisadas de la historia, estamos en Los Balcanes. La historia de Ana es la de tantos hijos que viven cegados por sus padres, los que tienen en casa, y que llega un momento en el que tienen que mirar quién es el hombre que las ha criado. Y conocemos también la historia de un pueblo a través de un segundo narrador, una historia que se revelará terrible para quien la sufrió y también para quienes la leen. La historia de masacres y cánticos, de castigos y huídas, de odios y miedo.
Ratko Mladic es un hombre brillante, un militar brillante y un monstruo calculador del ejército serbio que participó en algunos de los episodios más crueles de la historia. Tal vez por eso, puede ser difícil de entender que muchos serbios desconocieran el verdadero carácter de este hombre debido a la ceguera provocada por una falta de información. De hecho, de las primeras cosas que se procuran controlar en estos casos, es a los medios. Y si Ratko consiguió que parte del pueblo viviera a oscuras, imaginaros entonces cómo se vivía en su casa, y qué imagen tenía de él su hija Ana. La historia está llena de falsos héroes, y Clara Usón centra su novela en uno de los últimos. Y sin embargo no es esta la única historia que nos relata en su libro. La hija del Este tiene tantas lecturas como narradores, incluso más. Por un lado conocemos la historia de Ana, el peso del nombre de su padre y también ese terrible proceso de desencanto que la lleva a dejar de ver a papá, y empezar a mirar a Ratko; nos habla de la vergüenza que eso supone, la conciencia y la suciedad heredada en la sangre junto con un sentimiento de responsabilidad por aquello que no hizo. Y a lo que todo esto la conduce.
Un segundo narrador nos hablará de la historia de un pueblo dividido en dos, de unas gentes que aprendieron una palabra que les hizo creer que era más importante la tierra que la vida, y que se embarcaron en crueles episodios que llenaron las calles de sangre. Sin embargo, no lo hace cayendo en lo colectivo, en la novela habitual de guerra, Clara Usón siempre focaliza en este narrador que da voz testimonial a lo que le rodea. Terribles episodios que conocemos como reales se mezclan con historias personales, noveladas, no diremos que no, pero que existieron. Nos da muestra de una forma brillante de que, por mucho que nos televisen una guerra, somos capaces de permanecer totalmente ajenos a ella y a lo que sucede dentro de las fronteras de un país que está en nuestro mismo continente. Incluso somos capaces de dejarlo caer en el olvido de una nebulosa década de los 90 cuando no han pasado ni siquiera treinta años. Nos habla así de enardecimientos, consignas, manipulación y miedo con una precisión casi quirúrgica en sus palabras, sin medias tintas.
La novela abre buscando el punto débil del lector, la garganta, para poner una mano sobre ella con lo cercano, lo que todos tenemos: la familia. Ya en este impactante primer capítulo nos damos cuenta de que tenemos entre manos algo mucho más serio que una simple novela. Sin embargo esa mano no se cerrará quitándonos el aire hasta casi terminar el libro. Porque son muchas las cosas por descubrir en este libro, aunque cualquiera pueda descubrir en apenas unos segundos cómo finaliza la historia de Ana Mladic, hay que leer la novela para ser capaces de asomarnos a su cabeza mientras el héroe se convierte en carnicero. Sin convertirla a ella en una simple mártir. Todo un mérito.
He disfrutado muchísimo con esta lectura que hace pensar y revuelve al lector. La autora es brillante y su prosa invita a conocer más y más de la historia que nos está relatando. Os invito, no, os recomiendo acercaros a su obra y leer a Clara Usón.
Y vosotros, ¿sois de los que os dejáis guiar por recomendaciones?
Gracias
PD. Por causas ajenas a mi voluntad, la actividad del blog quedará interrumpida hasta el lunes.