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martes, 15 de agosto de 2017

La casa entre los cactus. Paul Pen


     "Rose abrió los ojos con la certeza de que había ocurrido algo malo. Deslizó la mano sobre el colchón para avisar a su marido. 
      —Elmer —susurró. 
      Él se giró hacia el otro lado.  
     —Despierta. —Le pellizcó la espalda—. Ha entrado alguien en casa. 
 Elmer respondió con un ronquido, se apropió de la sábana. 
      Rose bajó de la cama. Caminó hacia la puerta de puntillas, pisando el suelo donde no crujía. 
     Pegó la oreja a la madera. 
      Se oyó a sí misma tragando saliva."

     En mi búsqueda de la novela del verano, me decidí por un autor que ya se ha hecho un nombre en este tipo de libros, Paul Pen. Y es por eso, que hoy traigo a mi estantería virtual, La casa entre los cactus.

     Rose y Elmer viven con sus cuatro hijas en mitad del desierto de México. Son norteamericanos, pero parecen haber optado por una vida retirada en la que él trabaja en una gasolinera y ella se queda en casa con las niñas, que ni siquiera salen de sus terrenos para ir a la escuela, ya que reciben clases a domicilio. Además, las pequeñas son gemelas, pero se turnan de tal modo que la profesora cree que da clase a tres niñas, en lugar de cuatro. Por las noches escuchan música junto a la tumba de la hija mayor del matrimonio. Su vida es una tranquila rutina que se verá interrumpida con la llegada de un joven que dice ser viajero solitario llamado Rick. Su llegada lo cambiará todo en esta casa.

     Comenzaba diciendo que, buscando la novela del verano, he apostado esta vez por un nombre conocido. Paul Pen se hizo conocido con su primera novela, El aviso, que pronto podremos ver en la pantalla. Y con El brillo de las luciérnagas afianzó su lugar en los estantes. Por eso busqué La casa entre los cactus como opción de novela entretenida y bien construida que me hiciera olvidarme del mundo al menos unas horas.
     Pen juega, al igual que en sus anteriores libros, con los secretos. Desde las primeras páginas somos conscientes de que hay algo que falla en esa imagen que nos está presentando. Algo sucede en la casa, y algo sucede con esa visita. Apenas han pasado treinta páginas y el autor ya ha conseguido captar la atención del lector más distraído en busca del truco. Si es que lo hay. Y, si habéis leído otros títulos del autor, sois conscientes que que siempre hay truco. Es una de las marcas de la casa en sus novelas, uno de sus "enganches". Y funciona. Avanzamos por la historia en una novela en la que no hay grandes descripciones porque lo importante es no perder al lector, que no se aburra. Por eso, sin ser una novela de acción, Pen no deja de ir dando pequeños datos que mantengan nuestro interés. Incluso se permite el lujo de descubrir el gran misterio un puñado de páginas antes de terminar la novela y, aún así, seguir manteniendo dicho interés en su historia, cerrando flecos, tapando los pocos agujeros que pudieran quedarle.
     Consigue, con su estilo directo y casi desnudo, que el lector tenga la sensación de estar viendo una película en un marcado uso de eso que ahora llaman lenguaje cinematográfico y que no es más que dar los rasgos más característicos de las cosas, aquellos que todos conocemos e identificamos de tal forma que con una parte, componemos el cuadro completo. Todo está pensado para que tengamos la sensación de lectura fácil, para que la historia no pare y nosotros no tengamos tampoco ganas de detener la lectura hasta llegar a una resolución solvente que busca confirmar las sospechas del lector, dejarle contento por encima de sorprenderle. Algo que, tengo que confesar, agradezco. De hecho creo que las sorpresas en este tipo de novelas están tan sobrevaloradas, que a veces estropean una historia.

     La casa entre los cactus es un page turner veraniego que hará pasar unas cuantas horas entretenidos a los lectores que busquen un libro que no les exija nada más que sentarse, y disfrutar de una novela de intrigas y secretos. Sin más aspiraciones, cumple perfectamente su misión.

     Y vosotors, ¿cuál diríais que está siendo vuestra novela del verano?

     Gracias.

viernes, 18 de diciembre de 2015

El laberinto azul. Douglas Preston y Lincoln Child


     "La majestuosa mansión de estilo Beaus.Arts de Riverside Drive, entre las calles Ciento treinta y siete y Ciento treinta y ocho, a pesar de estar muy cuidada y en perfecto estado de conservación, parecía deshabitada. En aquella tarde tormentosa de junio no se recortaban siluetas en el mirador que daba al río Hudson, ni se filtraban resplandores amarillos en las galerías; la única luz visible era la de la entrada principal, que iluminaba la vía de acceso bajo el pórtico."

     Todos tenemos nuestros pequeños vicios, unos más confesables que otros. Incluso dentro de un vicio, muchas veces aparece otro. Ese es el caso de la literatura. Todos tenemos algún autor, saga o género que sabemos que nunca será merecedor del Nobel, pero nos gusta. Bien, pues por eso hoy traigo a mi estantería virtual, El laberinto azul.

     Cuando llaman a la puerta del agente especial del FBI Aloysius Pendergast, poco puede imaginar que se encontrará con el cadáver atado de su hijo Alban. De este modo comienza una cruzada para descubrir al asesino de su hijo, pasando si hace falta por encima del policía encargado del caso.
Pronto le queda claro que hay dos cosas que marcan la muerte de su hijo: la primera su apellido  y la segunda... ha sido ejecutado por profesionales.

     La saga Pendergast lleva mucho tiempo en mercado, de hecho a libro por año poco o nada cuesta hacer las cuentas para saber el tiempo que este dúo de escritores llevan dejándonos conocer las aventuras de tan singular agente. Y es que, lejos de buscar alguien revestido de normalidad y con un rasgo o dos característicos, Pendergast es diferente en todo. Los autores decidieron que sería singular tanto en su vida, como en su aspecto. Y eso hace que viva en lugares llamativos, su físico sea reconocible incluso con el sempiterno traje negro tan propio del FBI, pasando por sus modales, educación, acento y cuenta corriente. Así que si ahora digo que vive con una mujer de edad indeterminada llamada Constance, con la que no mantiene ningún tipo de unión sentimental ni carnal, tampoco debería de causar extrañeza.
     Cada libro, y este no es una excepción, encierra un caso, y salvo excepciones que ya vienen marcadas por los autores como trilogías, todos tienen un desenlace cerrado que permite acercarse a la saga sin haber leído los anteriores. Evidentemente, yo recomiendo empezar por el principio, porque hay personajes que se repiten a lo largo de los libros, como es el caso de un policía newyorkino y su chica.

     Los autores consiguen una vez más un libro homogéneo en el que no se nota la escritura a cuatro manos, con una historia dinámica en la que dejan unas migajas de sus protagonistas habituales para que el lector pueda ir recomponiendo su historia personal. es cierto que en las últimas entregas dejan algún dato más de los habituales, pero también lo es que si vamos uniendo todo lo que sabemos, nos queda claro que seguiremos con la intriga sobre la naturaleza de Pendergast... y también que seguiremos leyendo.
     En cuanto a la trama, esta vez es un poco más atropellada, menos elaborada de lo que nos tienen acostumbrados, pero el libro sigue manteniendo ritmo y da poco descanso entre sus páginas. Eso hace que sigan siendo una de mis opciones habituales, cuando busco puro entretenimiento o descansar entre lecturas densas.

     En definitiva, El laberinto azul es un libro francamente entretenido para pasar unas horas desconectado del mundo. Una buena opción para quien no vemos esas series de televisión policíacas.

     Y vosotros... hoy cambiamos de tercio, ¿seguís alguna serie de tv? quién sabe, lo mismo me animo.

     Gracias