lunes, 11 de marzo de 2024

Out. Kirino Natsuo

 


     "Cuando despertó al atardecer, Masako se sentía un poco triste. El hecho de que con la llegada del otoño anocheciera antes era bastante deprimente. Sin moverse de la cama, observó cómo el sol desaparecía paulatinamente para dar paso a la oscuridad. En esos momentos, trabajar en el turno de noche se le antojaba insoportable. No era de extrañar que muchas de las mujeres en su misma tesitura acabaran neuróticas. Con todo, lo que las llevaba a la depresión no era tanto la oscuridad como la sensación de vivir con el paso cambiado, de ir siempre a contracorriente. ¿Cuántas mañanas había pasado atareada, sin un momento para respirar? Siempre había sido la primera en levantarse para preparar el desayuno y la comida, tender la ropa, vestirse, soportar el malhumor de su hijo y llevarlo a la escuela. Había vivido muchos días pendiente del reloj, yendo de aquí para allá, sin tiempo ni siquiera para hojear el periódico o leer un libro, durmiendo menos horas de las necesarias para llegar a todo y sacrificando los pocos días festivos para hacer la colada y limpiar la casa. Ésos habían sido días normales, inocentes y libres de la tristeza que sentía en esos momentos." 

      Ahora que la literatura nipona ya no es una moda, es una elección permanente en las preferencias de muchos lectores, se van a recuperar muchos títulos ya conocidos. Por eso hoy traigo a mi estantería personal una reedición: Out. 

     La verdad es que ni siquiera recuerdo como llego a casa; lo compré, eso seguro, pero a partir de ahí sólo tengo el recuerdo de haberlo tenido en una estantería con el lomo a la vista durante semanas que bien pudieron ser meses. Fijarme en el título y pasar de largo. Finalmente un día de espantoso calor, de estos que lo último que harías es salir de casa, lo cogí. Cuando lo volví a posar era de noche, no hacía calor y se podía pasear pero.. tampoco me apetecía porque en mi libro también era de noche y comenzaba el turno de trabajo de las protagonistas. Han pasado varios años y si alguien me pregunta diré que tras ese comienzo mi única certeza es que tenía que seguir leyendo. 

      Nos cuenta el libro la vida de cuatro mujeres que trabajan en un turno de noche de una empresa de Tokio que prepara bandejas de comida precocinada. No tienen mucho en común salvo unos horario horribles en un trabajo repetitivo en el que a nadie les importa quienes son ni sus nombres. Una de ellas, Masako, lleva ropa parcheada y un coche abollado; otra, Yoshi, es una viuda que cuida a su impedida suegra; la tercera, Kuniko, es una mujer fea que se endeuda por parecer a la moda, y la última, Yayoi, un mujer normal y corriente, casada. Estas cuatro mujeres que van y vienen, se ven envueltas en un momento crucial de solidaridad ante la vida cuando una de ellas mata a su marido y deciden ayudarla a deshacerse del cadáver. No sólo hacen eso sino que, de repente, su vida no es tan monótona y gris. Hay un punto que les ha sacado de la rutina y que, además, puede convertirse en una vída nueva. Excepto por el policía que husmea, y por el mafioso del casino que suena como principal sospechoso.. y por un único compañero de trabajo que parece fijarse en una de ellas.
  
      Es una historia con una crítica social tremenda que se mete de lleno en la novela negra para presentarnos la rutinas, las tristezas interiores y, como no, los asesinatos (sí, plural). Tiene momentos escalofriantes, alguno de los cuales me hizo sonreír porque goza de un sutil humor negro que permite que las mujeres comparen la carne humana con la de las bandejas que preparan a la hora de encarar la tarea del cuchillo. No os hablaré de un libro de ritmo trepidante, ni tampoco de grandes sorpresas o historias retorcidas una y otra vez hasta perdernos y tener que ser guiados por la sagacidad de un policía; creedme, no es ese tipo de policía. Lo que si os puedo decir es que es un libro que disfruté, que sigo recodando el título y también las sensaciones que me provocaron muchas escenas (nunca olvidaré cómo son los baños allí) y eso significa sin lugar a dudas que no fue una mala lectura. Simplemente diferente, con una atmósfera que me sorprendió tanto como la aparente calma de las mujeres y la evolución de la relación entre ellas, un punto este que diferencia al libro de otros del género.

     Out es un libro fascinante por la naturalidad con la que se presentan escenas que helarían la sangre de muchos sicarios de la literatura negra, porque esta vez si que hay sangre y carne, aunque sea envuelta en paquetes. Resumiendo, todo un descubrimiento para quien lo la conozca. 

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

      Gracias

miércoles, 6 de marzo de 2024

La isla. Hulda2. Ragnar Jónasson

 


     "La escapada de fin de semana al lejano noroeste había sido un capricho de última hora, una forma de desafiar la oscuridad otoñal. Salieron con tiempo en el viejo Toyota de Benedikt, pero el recorrido desde el centro de Reikiavik hasta el pequeño valle remoto se alargó más de lo previsto; ya casi era noche cerrada, y él, que iba al volante, había empezado a ponerse nervioso. 
     —¿No vamos un poco tarde? ¿Podremos encontrar la casa con esta oscuridad?"

    Jonasson me gusta: sus ubicaciones, sus personajes, el desarrollo de los protagonistas con sus luces y sombras... por eso al ver que salía la siguiente entrega de Hulda y que la librería lo había sacado antes de tiempo, ni me lo pensé. Hoy traigo a mi estantería virtual, La isla.

     Hulda es enviada a Elliðaey donde una joven ha muerto durante la escapada con un grupo de amigos. En seguida descubre que este grupo de amigos estuvo también relacionado con la muerte de otra joven hace una década cuyo culpable fue, aparentemente, atrapado. Digo aparentemente porque ella va a seguir investigando hasta que todos los secretos salgan a la luz.

     Lo primero que llama la atención de esta entrega es el momento en el que se producen los hechos. Aquí cuando diga que la novela es autoconclusiva añadiré que lo es más que nunca, así como la nula importancia del orden de lectura, ya que esta se ambienta mucho antes que la primera entrega de la serie. Es cierto que sucede algo relevante pero la novela además de ser autoconclusiva, permite su lectura antes o después de la primera entrega sin problemas, aunque quien haya leído la primera entrega me entenderá cuando les diga que me he acortado un poco del sentido del humor del autor. Añadir además que esta novela tiene dos partes diferencias separadas años en las que, si bien la segunda trata del caso, la primera nos va a ayudar a conocer un poco mejor a Hulda. Diré además que me ha parecido una novela más entretenida, más ágil y que la he disfrutado más que su predecesora. 
     Aún así la protagonista absoluta de la novela es Hulda: una mujer peculiar pero no de la manera actual en la que si la persona encargada de las investigaciones no es un perro verde (o los ve) no parece tener tirón. Hulda es básicamente una persona solitaria. Alguien que lucha por su valía, y por ende la de las mujeres en un mundo masculino, que no ha contado con ayuda de nadie y que recuerda por sus métodos deductivos a las novelas clásicas de detectives. Pero he disfrutado sobre todo de recuperar el concepto de detective solitario al que, además, en esta ocasión, vamos a conocer mucho mejor con un final que nos asegura ser opuesto al que habíamos tenido en su primera aparición.  

     Supongo que ahora estaréis pensando a qué tanta referencia al final de la novela si luego no lo explico, bien, la cosa es que no puedo dar pistas más allá que decir que la propia existencia de esta novela es una muestra del sentido del humor de Jonasson, algo que pocas veces se aprecia tan claramente en un juego directo con el lector.

    La isla es una novela que he disfrutado, muchas veces con la media sonrisa pensando eso de "a ver si alguien se atreve a poner trepidante" y que se basa más en el proceso de Hulda para investigar que en carreras a tiros entre la nieve. Diría que la novela negra vuelve al frío, pero en realidad nunca salió de él.

     Y vosotros, ¿seguís alguna saga de novela policiaca?

     Gracias.


lunes, 4 de marzo de 2024

La inquilina silenciosa. Clémence Michallon

 


     "Te gusta pensar que toda mujer tiene uno, y resulta que él es el tuyo. 
     Así es más fácil; si nadie es libre. En tu mundo no hay espacio para las que siguen ahí fuera. No existe el placer del viento en sus cabellos ni paciencia para el sol sobre su piel".

     A veces leo libros como quien mira la tele, solo que yo no miro la tele. Por eso busco este tipo de lecturas que son entretenidas y sin pretensiones. Hoy traigo a mi estantería virtual, La inquilina silenciosa.

     Conocemos a Aidan, aunque en realidad no. Aidan es un padre de familia viudo que cuida de su hija a la que protege como haría cualquiera. Viven en un pueblo pequeño y tranquilo en el que todo el mundo lo aprecia y lo saludan con una sonrisa e incluso lo ayudan cuando se puede. Esto pasa porque nadie sabe quién es Rachel. Ni siquiera lo sospechan.

     Prácticamente desde el comienzo de la novela el lector sabe que el protagonista miente. La novela en esta ocasión no va de eso ni nos va a tentar con un narrador poco fiable porque ha preferido que lo poco fiable sea el vecino. Nadie sabe quién es realmente Aidan salvo el lector que asiste en la novela a sus engaños, al trato que le da a Rachel, su manía controladora, la tensión con su hija y el miedo a que esa mujer que se ha enamorado de él y a la que le cuesta abrirse, consiga su objetivo de colocarse demasiado cerca de él.
La autora maneja bien los tiempos, no de detiene en descripciones que no sean psicológicas y no da datos que no vayan a tener alguna relevancia. Aquí no va a intentar que el lector descubra nada, la opresión se basa en no saber si alguien va a salir con vida de la novela. De hecho no sabría decir exactamente por cual de las mujeres centrales de la historia tuve más miedo ni cual me sorprendió más en su reacción a medida que eran llevadas al límite: la cautiva, la hija, la inocente camarera...
Es cierto que cae en clichés y que los personajes no están lo suficientemente desarrollados para lo que podrían debido al tema que trata el libro y que, realmente, con esta trama se hubiera podido construir una novela mucho más oscura y asfixiante, casi terror. Pero también lo es que el hacerla ligera la convierte en algo totalmente diferente, un producto de entretenimiento puro y duro que no tiene más pretensiones que hacer disfrutar al lector durante unas horas en las que las páginas vuelan.
Todo eso que no es poco. Y nada más.

     La inquilina silenciosa ha sido una lectura sin pretensiones con la que he disfrutado este fin de semana lleno de granizos.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

lunes, 26 de febrero de 2024

El fotógrafo de Auschwitz. Luca Crippa, Maurizio Onnis




     "—¡Así, no te muevas! Bien... ¡No levantes demasiado el mentón! ¡No te muevas! ¡Listo! 
     El obturador disparó y la imagen del prisionero fue capturada en el gran negativo de seis por doce centímetros. Luego Brasse se acercó a la silla. El prisionero se hizo instintivamente para atrás, como si temiera que lo fuera a golpear, pero él lo tranquilizó. 
      —No te asustes. Solo quiero arreglar un detalle. Y le ajustó el cuello de la chaqueta del uniforme, uno de los botones estaba medio abierto. Cuando retrocedió, miró de nuevo en el visor.
      —Quítate el sombrero y mira directamente hacia el objetivo. No parpadees, no sonrías. No hagas muecas, por favor. ¿Por qué esa cara? 
      El prisionero no lograba estarse quieto, ni siquiera durante los pocos segundos necesarios para ser retratado. Era un polaco y contestó a la pregunta de Brasse en su lengua madre. 
     —Me duele la espalda. Mucho".

      Suelo protestar sobre que se publican demasiados libros sobre la IIGM pero sucede que, a veces alguno me llama la atención. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, El fotógrafo de Auschwitz.

     La primera vez que las tropas alemanas intentaron hacer jurar lealtad a Hitler a Wilhelm Brasse fue en 1939 durante su invasión a Polonia. Y esa fue la primera vez que se negó. A partir de ese momento y ya bajo el número 3444 lo intentaron muchas otras veces, y él siempre responderá que es polaco. Así es como Brasse acaba en Auschwitz, donde sus habilidades como fotógrafo lo mantienen vivo mientras deja constancia de los experimentos de Mengele y los horrores del lugar. 

     De esta novela me llamó poderosamente la atención que su protagonista existió y que si conocemos alguna imagen de este terrorífico lugar, fue gracias a un álbum de fotos suyas que sobrevivió hasta nuestros días y cuya historia, evidentemente, también se cuenta en la novela. Y es que el tesón de Brasse para seguir siendo él mismo, estuvo a punto de ser doblegado por el que fuera su jefe en el campo, Bernahrd Walter, más que por miedo por los horrores que fue obligado a presenciar. Y sin embargo los autores son capaces de reflejar al hombre que se esconde detrás de la cámara con toda la complejidad que supone: es un hombre con privilegios, tiene comida, no realiza trabajos físicos... a cambio de dejar testimonio de experimentos terribles, conocer también el lado más humano de algunos de sus captores que quisieron enviar imágenes a sus familias y que se mezclaban con otros monstruos que eran, en ocasiones, kapos, presos ascendidos de categoría que reflejaban una crueldad en sus actos mayor incluso que la de los oficiales. Y frente a esto, a la desesperanza, también hay una historia de amor. Y una de las que son capaces de conmover por el detalle. Porque cuando uno lee una novela ambientada en un lugar que empieza a ser habitual, lo que marca la diferencia son los detalles y, en este caso, es una fotografía la que hizo que la lectura aumentara en intensidad hasta convertirse en un libro disfrutado al máximo hasta llegar a un final que, si bien me niego a revelaros, sí que os diré que difícilmente vayáis a salir ilesos de él.

     Escribir a cuatro manos no cabe duda que tiene que ser difícil. Construir una historia hermosa y terrible a partes iguales; jugar con la esperanza del lector hasta llevarlo a límites que no esperaba al ver la cubierta y dejarlo satisfecho y preguntándose cuánto hay de realidad y qué parte es ficción a lo largo de la lectura, lo es aún más. Tengo que reconocer que mi lectura terminó y me dejó en un mundo en blanco y negro en el que los finales son felices porque hay supervivientes.

     El fotógrafo de Auschwitz es una lectura que he disfrutado mucho y no puedo dejar de recomendar a los aficionados a la época.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

miércoles, 21 de febrero de 2024

Maniac. Benjamin Labatut

 


     "En este mundo solo hay dos tipos de personas: Jansci von Neumann y los otros".

     Me enamoré de este libro al leer su primera página. Siempre dicen que es donde hay que ganarse al lector, impactarle... bien, pues funcionó. Hoy traigo a mi estantería virtual Maniac.

     Conocemos a von Neumann, un genio matemático que formará parte del Proyecto Manhattan y que se siente total y absolutamente fascinado por los ordenadores. Su vida será narrada a partir de todo su entorno que incluye tanto a amigos como enemigos.

     Una de las cosas que más me han fascinado de Maniac es la capacidad del autor para cambiar de registro. La novela goza de una polifonía tal que el lector tiene la sensación en su primera parte de estar ante uno de esos programas en los que distintas personas van dando su versión, y cada voz es diferente. Cuando nos hemos recuperado de esa capacidad, bastante sorprendente si tenemos en cuenta que en muchas novelas el narrador habla como los personajes, el autor cambia nuevamente de registro esta vez entre capítulos, mostrando una capacidad camaleónica para deslizarse entre las diferentes formas de contar una historia que es, en definitiva, contar a von Neumann. Hila además de forma sutil la historia completa en la que desarrolla temas como los avances tecnológicos, de hecho el título no deja de ser el nombre de un ordenador.

     Si von Neumann es fascinante, no lo es menos el hecho de que el autor utiliza a este personaje para reflejar la realidad en la que nos encontramos y que nos deja más o menos por debajo de nuestra propia creación. Eso se mezcla con el problema imposible de resolver algo que atenta directamente contra la necesidad de los científicos de resolver enigmas tanto como de comprender las cosas: y así es como ya tenemos el grueso de una novela en la que estas manías suponen prácticamente un descenso al infierno. En la novela hay, por supuesto, explosiones nucleares, ajedrez y se juega al Go pero conocer estos dos últimos juegos para comprender la historia es igual de necesario que haber sobrevivido a una explosión nuclear. Y digo esto porque, si bien al ajedrez sé jugar desde pequeña, el Go me resulta bastante desconocido, y ni una ni otra cosa ha marcado mi comprensión del libro.

     La novela me ha encantado, me ha parecido fresca y original y me va a llevar, lo tengo bastante claro, a buscar el primer título del autor. 

     Por supuesto que recomiendo leer Maniac. Hay pocos libros así. 

Y si alguien lo duda, que lea la primera página.

     Y vosotros, ¿buscáis más libros cuando un autor os enamora con el primero que llega a vuestras manos o preferís esperar al siguiente que publique?

     Gracias.

lunes, 19 de febrero de 2024

Bajo tierra seca. César Pérez Gellida

 


    "Lo intenta, pero no logra que desaparezcan esos chillidos que se reproducen dentro de su cabeza. Tan agudos, tan estridentes, tan desesperados. 
     Le atormentan. 
     El hombre de la cicatriz en el rostro hace todo lo posible para no escucharlos, pero los oye como si fueran parte de su banda sonora vital. Tiene asumido que esos gritos le van a perseguir hasta el fin de sus días y, a pesar de ello, lo que le empuja a pensar que le convendría arrojarse a las vías del tren no es eso. Es tener la certeza de que si ella se lo pidiera de nuevo, volvería a hacerlo sin dudarlo. 
     Volvería a matar a sangre fría. 
     Volvería a desmembrar un cuerpo".

    Este años nos llevamos la sorpresa de que el Premio Nadal se lo llevaba la última novela negra de César Pérez Gellida. Hoy traigo a mi estantería virtual, Bajo tierra seca.

     La hacienda Monterroso ha ardido y su dueña, Antonio Monterroso, ha desaparecido. El caso llega alas manos de Gallardo y Pacheco unos investigadores dispuestos a no dar nada por sentado. 

     En esta ocasión el autor, conocido por distintas sagas de novela negra, ha viajado en el tiempo hasta situar la acción a principios de sigo, lo que unido a una ambientación polvorienta y ruda, hace que en muchos momentos la novela recoja ecos del western americano. Esto ya de por si es un punto a favor, ya que salimos de las ambientaciones típicas para adentrarnos en una historia que me ha hecho recordar la de aquellas mujeres que, convertidas en buscavidas, se trasladaban a Alaska detrás del dinero del oro. Con estas dos bases y teniendo claro que para encontrar a una mujer desaparecida hay que saber a quién se busca, Gellida construye un personaje inolvidable del que voy a tener mucho cuidado no decir una palabra de más ya que, lo mismo que si lo hiciera con la trama, os podría estropear la diversión de leer una historia que se va complicando a medida que la sangre salpica para terminar en una última parte llena de giros y sorpresas. Al personaje de Antonia lo acompañan su capataz, Padilla, y la pareja encargada de la investigación: Gallardo y Pacheco, cada uno con sus peculiaridades, de tal forma que el lector convertido en Pacheco intenta ir conociendo y comprendido a su particular superior. Todos ellos se ven rodeados por personas de altos y bajo status, carros, bares y una trama en la que el autor se ha encargado de que nunca dejen de pasar cosas para que el lector sienta una curiosidad que se va tornando avidez a medida que restan páginas para llegar a la conclusión.

    Es evidente que no voy a hablar de la conclusión. Solo decir que fiel a lo que el autor tiene acostumbrados a sus lectores, se trata de un final rápido y es que Gellida no sacrifica el ritmo en sus novelas suceda lo que suceda, lo que ha provocado que su número de lectores siga aumentando mientras le reclaman que escriba a la misma velocidad a la que ellos lo leen.

     Bajo tierra seca es una novela entretenida, con todo lo bueno que eso tiene, en la que sumergirse durante unas horas sabiendo que es fácil que se llegue tarde a más de un sitio por el placer que arañarle al tiempo un capítulo más.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

lunes, 12 de febrero de 2024

Manual del contorsionista. Craig Clevenger

 


     "Puedo contar mis sobredosis con los dedos de una mano. Agosto de 1985. Percocet. Las pastilla de 5 mg. eran idénticas a las de 325 mg., que eran idénticas a los laxantes genéricos. No estaba en condiciones de leer la letra pequeña. Urgencias, 85 ml. de jarabe de ipecacuana y vómitos sólidos de tóxicos y excipientes. Treinta y siete horas retorciéndome y cagando sangre." 

      No me digáis el motivo, pero me atrajo desde el primer momento el título de esta obra. Tantas posibles interpretaciones al título y nunca pensé en la literal, el señor que se dobla sobre sí mismo hasta poder meterse en una caja de zapatos. De hecho, sólo pensé en ella al leer el libro. Hoy traigo a mi estantería virtual, Manual del contorsionista. 

      Conocemos a Daniel Fletcher en un hospital. Ha sufrido una sobredosis y, tras ser reanimado, tiene que someterse a una evaluación que garantice al sistema sanitario y legal, que no ha sido un intento de suicidio. De este modo descubrimos que Daniel no es quien dice ser, sino que su verdadero nombre es John Dolan Vincent, un hombre con una habilidad casi perfecta para falsificar documentos que ya ha pasado por muchas identidades. 

      De vez en cuando nos tropezamos con libros que nos ganan la partida sin tener claro el motivo. Y eso es lo que me ha sucedido con esta novela fascinante. John, vamos a llamar al protagonista por su verdadero nombre, es una suerte de antihéroe, sólo que no está luchando contra nada. Con una inteligencia que marcaba la diferencia desde niño, y una habilidad para la falsificación al detalle, son muchas las puertas que se le pueden abrir a una persona, y John lo sabe. Pero también sabe que sufre unas migrañas demoledoras que tiene que frenar como sea, y ese freno suele terminar en un hospital. Así se hace experto en evaluaciones y así lo conocemos. Nos detalla cómo tiene que ser cada comportamiento, cada minuto, cada gesto, mientras evaluador y evaluado parecen intercambiar los papeles en la mente de nuestro protagonista. Cada gesto, como cada marca en los documentos que ha ido falsificando a lo largo del tiempo, tiene que ser perfecto para poder salir de allí. ¿Y mientras tanto? Mientras tanto nos va desgranando su vida en fragmentos que nos dejan conocerlo un poco mejor. 
      Descubrimos al joven, también las asociaciones no demasiado positivas que puede suponer una habilidad como la suya y una vida amorosa un tanto desestructurada. Y también cada renacimiento, cada reinvención. 

      Partiendo de esta premisa, y con una historia muy diferente a las habituales, el autor consigue una historia brillante en la que el lector queda subyugado por las palabras. No necesita de justificaciones ni artificios para despertar la simpatía por John y tampoco oculta un sentido del humor perceptible desde las primeras páginas. 

     Manual del contorsionista es la historia de una persona, una crítica feroz a las instituciones, al delito que supone intentar suicidarse, al derecho a decidir y también al de reinventarse. Todo eso, y una prosa que me ha parecido cargada de frases brillantes. 

      "La biografía de una persona es igual a lo que tiene, sumado a lo que más quiere en el mundo, menos aquello que realmente está dispuesta a sacrificar para conseguirlo. Si descubres esas tres cosas de una persona lo sabrás prácticamente todo sobre ella." 

.      Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana? 

      Gracias