lunes, 27 de octubre de 2025

Cómo ordenar una biblioteca. Roberto Calasso

 


     "¿Cómo ordenar la propia biblioteca? Es un tema altamente metafísico. Me sorprende que Kant no le haya dedicado un breve tratado. De hecho, ofrece una buena ocasión para indagar en la cuestión capital: ¿qué es el orden? El orden perfecto es imposible, sencillamente porque existe la entropía. Pero sin orden no se puede vivir. Con los libros, como con todo lo demás, es necesario encontrar un término medio entre esas dos afirmaciones".

     Los lectores nos sentimos atraídos por los libros sobre libros, es un hecho. Pareciera que, además de presumir y hablar de libros, nos sintiéramos parte de una suerte de secreta hermandad en la que todos nos comprendiéramos con un lenguaje secreto basado en validar comprar nuevos libros cuando aún tenemos sin leer o en el placer de ver nuestras propias bibliotecas, ordenadas por un criterio personal que nos impulsa además a intentar descubrir el criterio con el que otros ordenan las propias. Por eso, hoy traigo a mi estantería personal, Cómo ordenar una biblioteca.

     Roberto Calasso reúne en una única persona las figuras de editor, escritor y lector, y me atrevo a decir que todas ellas al más alto nivel. De hecho no hay más que echar un vistazo al catálogo de Adelphi durante sus años de editor para comprender a qué me refiero. Tiene además entre sus publicaciones una serie de títulos que se acercan a los libros desde todos los puntos de vista que él poseía, y el que hoy traigo en particular se coloca muy del lado afín de los lectores. 
     Si esperáis la fórmula mágica para colocar vuestra biblioteca de forma que no os queden dudas o que desaparezca esa sensación de tener algún libro mal colocado (ya sea porque el autor cambió de editorial o la editorial de formato, o tal vez el escritor optó por publicar un ensayo), os aviso: aquí no es. Calasso afirma que hay tantas formas de colocar las bibliotecas como lectores y que, además, todo lector piensa en varias posibilidades que le convencen, pero en el mundo tridimensional normal que habitamos no podemos desdoblar libros para que se encuentren en dos lugares a la vez salvo que los compremos y ocupemos más espacio. Ese es nuestro eterno problema, ¿verdad? Y aquí aparece además la regla del buen vecino, vital para el autor, y que dice que cuando vas a buscar un libro acabas cogiendo el de al lado porque de repente es más útil o llamativo que el que habías pensado en un primer momento. Confesadlo, a todos nos ha pasado alguna vez. Es como ese momento en el que vas a por un libro a la librería pero ves otro que no buscabas y... bueno, ya nos sabemos también el final de esta historia.
     Además hay partes biográficas o basadas en experiencias propias que enriquecen esta lectura que tiene, por supuesto, un bello hilo conductor en torno a los lectores y también saca la sonrisa cuando afirma no solo que hay que comprar libros que no se leen o que comprar más libros de los que se leen porque en el futuro, cuando nos apetezca leernos, será como si el día que los compramos nos hubiéramos anticipado en el tiempo. También dice, y me tuve que reír, que si alguien le preguntara si ha leído todos los libros que tenía en su casa y él respondiera que sí, estaba seguro de que la otra persona huiría espantada. Y es que pensadlo por un instante... conoces a alguien, con el tiempo vas a su casa y ves una pared atestada de libros. Un lector jamás hace esa pregunta pero tú no puedes evitarlo y le dices: ¿los has leído todos? Y entonces la otra persona se vuelve y te mira con una sonrisa y afirma sin dudar siquiera un instante: sí, por supuesto, por eso están ahí. Bien, pues no quiero asustaros pero yo estoy casi segura de que pensaría que he dado con algún tipo de psicópata.

     Calasso cuenta que cubre los libros con pergamino porque exponer los títulos sería como una exposición de su propia intimidad y yo que tengo un estante con mis libros más preciados justo pegado a la cama comprendo perfectamente lo que quiere decir. El resto están expuestos abiertamente repartidos por la casa. También habla de los malos vecinos, los vecinos molestos, y de la necesidad del no en una biblioteca. al igual que una editorial, una biblioteca tiene que saber decir que no a libros malos, ediciones malas, obsoletas o embarazosas por lo que pone o por la dedicatoria que nos encontramos. Calasso dice, en definitiva, muchas cosas que serán perfectamente comprensibles para cualquier lector que se acerque a este pequeño ensayo que, en mi caso, no va a estar jamás al fondo del estante, donde puedo colocar delante del lomo tantas figuritas y adornos como para dejar claro que ese libro no va a salir nunca del lugar que le asigné.

     No existe la biblioteca perfecta con el orden perfecto. Toda biblioteca es en sí un caos en constante orden o desorden porque vamos cambiando los libros de sitio. Lo que si existe es una librería perfecta y tal vez ya la conozcamos aunque no seamos conscientes de ello: es aquella de la que uno siempre sale con un libro bajo el brazo y, la mayor parte de las veces, es con un libro que ni siquiera sabía que necesitaba pero que al descubrirlo se volvió, como decía aquella colección sacada por otro erudito editor, ineludible.

     He disfrutado mucho con Cómo ordenar una biblioteca. Me he sentido comprendida, acogida y aceptada y es que cuando un lector encuentra a otro y su amor por los libros es equiparable, solo puede pensar: mi sitio, mi manada.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

      Gracias.

miércoles, 22 de octubre de 2025

Justicia. Janne Teller


 

     "Sostengo la pistola frente a mí a la altura de los hombros, con cierta torpeza, en una postura extraña, como quien fuma por primera vez. Desagradable, agradable. Y muy necesario. El metal es cálido y ligero. Tengo la sensación de que mi mano está desentrenada, pero ninguna duda de que acertaré y lo mataré: está a tan solo tres metros y medio de mí. Es grande y corpulento, sudoroso, con pantalones oscuros, corbata gris, camisa blanca. Chaqueta oscura. Su boca se abre. 
     —Escucha —me dice—. Esto no va a solucionar... —Señala la pistola con una sorprendente calma. 
     —¿Y qué lo solucionará? 
     Sé que no cree que se me vaya a ocurrir. Y solo por eso puede que lo haga. Arena y gaviotas. Sol. Todo igual que antes".

     Desde que leí Nada no he faltado a ninguna de las citas que Janne Teller me ha propuesto. Libro a libro, con sus más y sus menos, he disfrutado de cada molestia que me ha propuesto en sus breves argumentos. Hoy traigo a mi estantería virtual, Justicia.

     Conocemos a Teodor, y esta vez le conocemos todos, mirad como empieza la novela... Teodor es diplomático y lleva en su vida el estigma de haber perdido una hija. Joanna trabajaba en una ONG y, en el momento en el que cae de un muro y pierde la vida, estaba en Oriente Medio. Tampoco es que se sepa mucho más porque de algún modo, ni siquiera un padre en las Naciones Unidas logró que se investigara a fondo. Y mucho menos que se detuviera al culpable.
  
     Para cuando conocemos a Teodor, está siguiendo un camino que le va a llevar a descubrir la identidad del asesino. Algo que para cualquier padre supondría un descanso para él supone una nueva tortura, y es que los asesinos no siempre reciben la justicia que deberían. Esa es la realidad. Y aquí es donde Teller lanza la pregunta: si tú estuvieras en esa situación, si te encontrases ante la posibilidad de hacer justicia con el presunto culpable del asesinato de tu hija, si todo te ha indicado que es justo esa persona, ¿dispararías?

     De Teller me gusta que me molesta, que no se entretiene y que no adorna las cosas. No le importa incomodar al lector, de hecho su escritura parece nacida para ello. La empatía es uno de los temas recurrentes en su obra; ya sea relacionada con la inmigración, en las relaciones entre una clase de chavales o, en este caso, con Teodor, todas sus novelas están llenas de esta pregunta. Ahora el lector deberá de decidir qué con Teodor: el padre, el hombre que siempre se ha regido bajo las normas y al que la justicia no va a darle lo poco que le puede dar una vez ha perdido a su hija, se le plantea la oportunidad de...¿hacer justicia o convertirse en un asesino? Esa es la vuelta de la novela, la que se le da al protagonista y la que nos traslada a nosotros. Y no lo hace de esa forma tan vacía que nos encontramos a veces en las novelas negras, y tampoco en Dexter que va cazando asesinos en serie aprovechando su propio trabajo. No solo eso, sino que, por supuesto, tampoco nos deja olvidar que matar es matar sin importar nada más allá del concepto y, por si acaso se te olvida, hagámoslo a lo grande y que sea con una pistola. Una barrera directa, violenta y ruidosa que no dejará que olvides lo que has hecho si es que la usas. Ese peso en la mano que ya jamás se irá.

     La novela, cuyo título original es "¿Estás orgullosa de mi, Joanna?" pero que en nuestro país ha cambiado, quiero suponer que para seguir la línea de los libros anteriores, ha perdido mucho en ese cambio. Explora la personalidad de Joanna, activista que en el momento de su muerte buscaba llamar la atención sobre un conflicto que dura demasiado, desde su nacimiento hasta su actual reposo en Lexington, tanto como la de su padre, al que seguimos a través de distintos viajes hasta que conoce al profesor Brill, llave de la novela. Y asistimos atónitos al enfrentamiento de estos dos hombres que discuten más allá de la culpa para centrarse en su propia historia. Solo os diré que a lo largo de la conversación la pistola es disparada. Varias veces. Lo que no os voy a contar es si alguien muere. Eso tendréis que descubrirlo.

     He disfrutado mucho leyendo Justicia. No puedo dejar de recomendar a la autora. Aunque en este caso a veces haya tenido la sensación de que se le va el foco del tema al punto de situación de Joanna. Pero lo entiendo, es otro de los lugares comunes en la obra de Teller.

     Y vosotros, ¿habéis leído Nada?

     Gracias.

lunes, 20 de octubre de 2025

Venganza. Carme Chaparro

 



     En las primeras páginas de venganza el lector es testigo de la espera de un hombre. Lleva horas escondido, sabe que su presa tiene que aparecer, lo tiene localizado. La presa está en un apartamento y nuestro hombre no aparta la mirada un pestañeo. Una cortina se mueve, es una mujer: la amante. Nuestro hombre espera, esa es la noche y lo sabe... da igual si hace frío o si le duelen las rodillas por las largas horas. Es su noche. Cuando la presa asoma solo necesita que se gire. Todo el mundo conoce la importancia del ángulo preciso...Esta llamativa escena termina con la presa muerta. Ya lo esperábamos. La diferencia es que su acechador no es responsable de la muerte de Carlos Manso, así se llama la presa. Nuestro hombre, relatado como un francotirador en plena misión, es un fotógrafo intentando capturar a un famoso magnate. Una imagen habitual cuyos resultados vemos cada día en los medios y que Carme Chaparro describe con la intensidad de quien sabe de lo que habla por llevar décadas dentro de los platós televisivos y es que Venganza, su nueva novela, entra de lleno en los pasillos y entresijos de poder de un mundo en el que los medios tienen la capacidad de encumbrar, derribar, ocultar y manipular. Venganza es un thriller que se ambienta en el mundo que todos habitamos. 
     
     Ana Arén, a quien ya conocimos 2017 en Soy un monstruo y a la que muchos seguimos en La química del odio y No decepciones a tu padre, regresa con un trayecto recorrido para unirse a Santiago Munárriz e investigar cómo es posible que tres directivos de la televisión hayan fallecido en unos días por causas que, por separado, no levantarían ninguna sospecha pero si las sumamos dan lugar a una trama que se mueve a velocidad vertiginosa y descripción cinematográfica tal y como la escritora y periodista nos tiene acostumbrados. La novela se adentra además en eso que ahora todos conocemos, “el relato”, y que hace apenas unos meses ni siquiera hubiéramos sabido a qué se refiere para invitar al lector a reflexionar sobre la importancia del cómo, el cuándo y el cuánto se cuenta de las cosas pero añadiendo además un punto importante y es la ´perdida de poder que tenemos sobre nuestro propio relato. 
      “Si controlan las historias que llegan a la pantalla, controlan la percepción pública”, dice Chaparro en su novela. Y la veracidad de esa frase unida a la mezcla de personajes entre los que reconoceremos a unos, buscaremos reconocer a otros y nos dejaremos llevar por los restantes, es uno de los grandes aciertos de la novela, de tal manera que la investigación por las muertes y los pasillos televisivos se funden en una trama entretenida lista para evadir al lector de la realidad durante un buen puñado de horas en una lectura en la que no podía faltar Berta Gigliani, esta vez por derecho propio como presentadora estrella a la que los lectores de Chaparro estoy seguro habían echado en falta en esta reseña. Por último no quiero dejar de citar un tema que a mi me parece importante y es la deshumanización que ha sufrido nuestra sociedad y es que se trata de un mundo en el que una muerte se convierte en algo viral que todo el mundo comenta, repostea o lo que corresponda en la red social de turno en la que lo haya encontrado y que hace que medios y cazadores de fama instantánea no tengan en cuenta la privacidad de las personas ni la de sus familias, movidos por un morbo malsano que hemos ido normalizando hasta el punto de no reconocerlo cuando nos lo ponen delante.

      Venganza es una novela sobre el poder, su abuso y su pérdida.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias

lunes, 6 de octubre de 2025

Brujería para chicas descarriadas. Grady Hendrix


      "Ya creía que las cosas no podían empeorar, cuando vio el letrero. «Bienvenidos a Florida. El Estado del Sol». 
     Sabía que no debía preguntar. Sabía que estaba encima de un charco de gasolina y que cualquier palabra que saliera de su boca sería una cerilla encendida que caería de sus labios. Sabía que su padre la odiaba. Pero ese letrero hizo que se le cerrara tanto la garganta que no podía respirar, y su estómago hinchado le presionaba los pulmones con tanta fuerza que era incapaz de introducir el aire necesario y se asfixiaría si no decía algo".

    Después del "Club de lectura para matar vampiros"y "Cömo vender una casa encantada" estaba claro que iba a leerme esta novela. Hoy traigo a mi estantería virtual, Brujería para chicas descarriadas.
 
    Conocemos a las chicas descarriadas, esas que tuvieron un problema del que deshacerse, esas que... acaban en Hellwood, Florida. Allí es donde nacen sus hijos y luego son dados en adopción, como si nunca hubiera pasado. Y ahí llega a Fern, con 15 años, para conocer a otras chicas en su misma situación pese a que cada una tiene una historia propia e incluso las hay que quieren conservar al bebé. Y en este lugar de disciplina castrense es donde Fern consigue un libro sobre brujería. Poder a quien no puede decidir.

     Hay que decir antes de nada que todos sabemos que este tipo de lugares han existido. Iban chicas a deshacerse de sus problemas y regresaban fingiendo haber estado de visita en casa de n familiar. Como Hellwood, solo que este está lleno de historias horribles sobre cómo ha terminado allí esta o aquella y, seamos sinceros, esto es lo que le da realismo (y una pizca de horror). Y es que la brujería es un instrumento utilizado por Hendrix para relatar una situación dejando al descubierto el horror que supone, ya que hablamos de privación de libertad para lo que sea. Hendrix se vale principalmente de Fern y tres chicas más y consigue que el lector se involucre de la metáfora, que participe de esta novela en la que pone los pelos de punta en más de una ocasión.
 
     Por si no se ha notado; la novela me encantó. Posiblemente la que más del autor. Y recordad, los peores monstruos son los que pasan a nuestro lado sin levantar alarmas.
Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias

miércoles, 1 de octubre de 2025

El enigma de Anne Wallace. Alfonso del Río

 


     Me llamó la atención de esta novela, sobre todo la ambientación más directa de la trama: el entorno. Hoy traigo a mi estantería virtual, El enigma de Anne Wallace.

     Conocemos a Anne Wallace, pianista excéntrica, enferma peculiar y amenazada por un grupo terrorista que no teme a la muerte, sino que encara la vida con cierta indiferencia. Cuando se le otorga el Premio Príncipe de Asturias acude sin saber que se producirá un atentado en la misma sala en la que se encuentra el heredero al trono. Bieda, al que ya conocíamos de la primera novela del autor, es encargado de un caso en el que se reencontrará con viejas compañeras y dilemas ya conocidos bajo distinta piel.

     Lo primero que tengo que decir es que la novela está bien escrita. El autor utiliza un lenguaje rico que es de agradable lectura. Y la trama es llamativa. Además mezcla lo que ya os he contado con hilos personales, aparece un famoso escultor conocido por todos y sabe unir a todos los premiados en subtramas que pasan de la ambición al sexo sin olvidarse del espionaje. Esto hace que se sienta como una lectura pensada para entretener al lector sin darle tiempo a respirar entre página y página ante un texto concebido para ser puro divertimento. Sin embargo algo hay que no termina de encajar. La exageración permanente en la que cae la trama provoca que el disfrute no sea sostenido. Desde la teatralización del comienzo hasta la investigación, que hubiera estado bien (incluso muy bien) en el caso de no caer precisamente en esta ceremonia, van fragmentando la credibilidad del lector y provocando que su disfrute se ponga en entredicho. Anne me ha generado rechazo con sus paseos, sus peculiaridades amontonadas en una única persona y con esa forma tan peculiar de relacionarse con el resto que no sabe reaccionar si no es de forma exagerada.

     Lo mejor de la novela, sin duda, es la relación policial entre dos de sus personajes, y entre otras cosas lo es porque no pasa por la cama ni interés tienen, pero si deja constancia de esa línea difusa entre el bien y el mal cuando uno tiene razones más que suficientes que son, además, entendibles. Esa parte de conflicto generado y explotado es lo mejor de una novela que abre la puerta a continuar la historia de este peculiar policía capaz de ser llamado para una investigación que debería de haber sido llevada por un cuerpo específico de seguridad.

     El enigma de Anne Wallace no me ha terminado de convencer, aunque la prosa del autor me sigue pareciendo muy cuidada. Lo mejor de la novela.

     Y vosotros, ¿necesitáis creeros un libro para disfrutarlo?

     Gracias.

lunes, 22 de septiembre de 2025

Catábasis. R. F. Kuang

 

     "El catedrático Jacob Grimes había muerto en un accidente terrible y, desde cierto punto de vista, había sido culpa de Alice. Así que, tanto por obligación moral como por interés propio (ya que sin él la joven no contaba con ningún presidente del comité y sin presidente del comité no podía defender su tesis, graduarse ni solicitar con éxito un puesto de titular en Magia Analítica), consideró necesario suplicarle al rey Yama el Misericordioso, gobernante del inframundo, que le devolviera el alma de su tutor".

     Tenía muchas ganas de leer esta novela. Kuang me gusta porque tiene mala leche y lo demostró en Babel a la que muchos pusieron nombre de universidad, o en Amarilla donde demostró tres o cuatro cosas del uno de los mundos más idealizados: el editorial. Así que, como decía, me moría de ganas. Hoy traigo a mi estantería virtual, Catábasis.

     Conocemos a Alice, estudiante de postgrado en Cambridge que parece disfrutar de la dureza de sus estudios. De hecho admira a su tutor de tesis, Grimes, aunque tampoco es que le caiga demasiado bien. La cosa es que Grimes ha explotado, por así decirlo. Está muerto. Y Alice, que tal vez se sienta un poco responsable decide rescatarlo. Del infierno. Y allí que vamos y con esto ya tendríamos el argumento, pero también conocemos a Peter, rival de Alice que también necesita al odiado profesor, y que ha tenido la misma idea que ella. Y ahora sí, descendemos a los infiernos, y que nadie me hable ahora de Orfeo rescatando a su Eurídice, por favor.

     El infierno de Kuang es como el de Dante o el de Woody Allen, está dividido en partes que tendrán que ir recorriendo y mostrando al lector, pero también es académico, y es que aquí la autora lo que hace es poner al descubierto el mundo universitario en el que las envidias, zancadillas y manipulaciones están a la orden del día y la rivalidad es un germen que te implantan cuando no miras y del que luego cuesta mucho deshacerse. Como si donde tendrían que abrir tu mente la cerraran dejando una única vía por la que ver la vida. Y es que el infierno en realidad es Cambridge, Oxford o cualquier campus que uno pueda imaginar, sufrir o haber sufrido y si alguien esperaba algo más complejo o sutil es que no ha leído demasiado sobre esta autora. Y luego están las relaciones personales. Alice es un personaje complejo tanto a nivel emocional como social. Parece disfrutar del ambiente académico y admirar a Grimes, pero tampoco lo soporta. Sufre determinadas actitudes por ser mujer, pero tampoco es que sea feminista y presenta, en definitiva, una personalidad llena de aristas. Y bueno, está la historia de amor, aunque yo hablaría de distintos tipos de amor en la novela. Está el amor del deslumbramiento y lo que queda de él una vez somos capaz de enfocar la vista y luego ya el amor que va apareciendo y que era de esperar en la novela, ese que muchos van a catalogar como enemies to lovers para con esas tres palabras dejar claras todas las pistas.

     Sin embargo, y sin entrar más en la trama porque creo que lo disfrutable del libro pasa por dejar que sea la propia Kuang la que de pistas de lo que te vas a ir encontrando, si tuviera que destacar algo como característica más relevante de la novela, diría que son sus descripciones. Si alguien ha visto el libro y le ha parecido grueso, que tenga en cuenta que es debido a la capacidad de observación de Kuan y su necesidad de explicarlo todo, citar a todos y dar referencias más o menos veladas (como la relacionada con el nombre del profesor desaparecido) que convierten Catábasis en una novela a capas que disfrutarán de distintos modos los lectores en función de la cantidad de conocimientos previos con los que lleguen a sus páginas. Ninguno necesario realmente, pero sí un buen complemento para recoger todo lo que se dice pero allí no ha quedado escrito.

     Catábasis es una novela que he disfrutado mucho y, si me permitís y sin que sirva de precedente, hay que destacar lo bonita que la hicieron.

     Y vosotros, ¿con qué título comenzáis la semana?

     Gracias.

miércoles, 10 de septiembre de 2025

Santos como nosotros. Niamh Ní Mhaoileoin

      «¿Te lo puedes creer? —le diría—. ¿Me imaginas allí, en la plaza de San Pedro, en primera fila? A la hermana lesbiana de un santo, literalmente».

     Hoy es uno de esos días que llego pensando que he descubierto un libro, así que si ya lo conocéis y lo habéis leído todos, pues no me lo digáis que me hace ilusión. Hoy traigo a mi estantería virtual, Santos como nosotros.

     Jay perdió a su hermano Ferdia cuando él tenía 24 años y estaba a punto de convertirse en sacerdote. Pero eso fue hace años, de hecho en ese momento Jay estaba a punto de darse el primer beso con una chica. Desde entonces han sucedido muchas cosas, muchas además relacionadas con abusos e iglesia que han producido grietas y cambios. Jay, por ejemplo, que viene de una educación ultracatólica, ya no tiene fé. La cosa es que ahora, diez años después de la muerte de Ferdia, Jay recibe una llamada de sus padres que hacen que su mundo se sacuda: quieren que su hermano sea santo. Pero santo de verdad, como San Patricio. Y Jay es lesbiana y la posición del catolicismo más cerrado ante la homosexualidad es la que es, por poner un ejemplo, aunque claro, entre el Papa actual (en la novela) y el anterior han canonizado a mucha gente.

     Para ser una primera novela, hay que reconocer que la autora se ha metido en un gran jardín: el de la protagonista lesbiana que viene de una cuna ultracatólica y ve a su querido hermano mayor entregar su vida a la misma iglesia que no acepta la homosexualidad. Guau. Y luego va el chico y tiene un accidente. Aún así ese no es el único tema, es una novela equilibrada en la que la identidad, el duelo, la emigración o la depresión tienen un espacio más que considerable en la novela. De hecho, la identidad podría decirse que es el tema más importante ya que la protagonista ve chocar su mundo actual con aquel otro en el que se formó, algo para lo que la autora se ayuda de la novia de Jay. Se ve representado el sentimiento irlandés hacia la iglesia, la vergüenza incluso ante el fallo y, pese a la postura y la época, la autora hay un gran trabajo de comprensión a todos los niveles, defendiendo las posturas individuales ya sean a favor o en contra de aciertos o errores de la iglesia. No señala, como pudiera preconcebir un lector de sinopsis, solo habla de tender manos y comprender a quienes no piensan igual, y, si no se puede, respetar. Así de sencillo y así de complicado al mismo tiempo.
     Jay es un personaje brutal, el lector se siente arrollado por sus emociones y no puede evitar pensar en cómo se tiene que estar sintiendo con todo lo que vive. La novela es queer, es católica, un drama, te hace reír. Es una novela rápida y a la vez hace que uno se quede pensando en algunas de las llaves que plantea. Habla de la Iglesia y de Irlanda y también del peligroso ultraconservadurismo que hizo que se viviera en muchas familias una suerte de represión que provocó un efecto rebote hacia el lado opuesto. Y por eso es tan importante la gran pregunta: ¿qué querría Ferdia? ¿El chico que murió hace trece años querría, no ya ser santo, sino convertirse en una imagen utilizada para predicar a la nueva generación unos valores extremistas que provocan que se alejen de la Iglesia? Pensadlo porque es una pregunta con muchas aristas, nadie querría alejar.

     Santos como nosotros me ha parecido una gran novela. Toda una experiencia lectora firmada por una mujer cuyo nombre, y de esto estoy segura, más me vale ir aprendiendo a pronunciar.

     Una cosa, ¿no os encanta la cubierta del libro?

     Gracias.