lunes, 28 de octubre de 2019

Mary Ventura y el noveno reino. Sylvia Plath


    «Pero ¿qué es el noveno reino?», le pregunta a una mujer de ojos azules y piel arrugada. «Es el reino de la negación, de la voluntad congelada -responde-. No hay retorno posible.»

     Sylvia Plath es una de esas escritoras que hay que leer. No solo por recomendación, también por ser un nombre indispensable de la literatura, una visión reflexiva de su vida en cada palabra. Hoy traigo a mi estantería virtual, Mary Ventura y el noveno reino.

     Mary Ventura se despide de sus padres antes de subir a un tren. Le han sacado un billete y ella hará el viaje sola a un lugar llamado el Noveno Reino. No sabe dónde es y el viaje lo hace acompañado de una mujer que va mostrándole la incertidumbre de su destino y la posibilidad de un camino.

     Leer a Sylvia Plath es bucear entre sus palabras para interpretar sus historias. Eso es aún más necesario cuando estamos ante un cuento, y así sucede con Mary Ventura. Ella es una joven, muy joven, que es acompañada por sus padres a iniciar un viaje sola. Ahí nos da la primera pista, se va sola, todos lo hacen en algún momento, es un viaje sin retorno... Mary tiene miedo, busca una guía en ese viaje que resulta ser una mujer. En el tren hay gente de distintas edades, todos viajan sin retorno, pero solo Mary parece despertar a lo consciente. Y  Plath nos deja interpretar...

      Más allá de una edición preciosa con unas ilustraciones muy personales, este cuentito será diferente para cada uno. Yo veo en él una historia de miedo en la que una joven abandona la infancia para comenzar la vida adulta. Una vida menos cálida porque se pierde ese refugio eterno que parecían los brazos de los padres. Una joven que teme lo que le queda por venir, el comenzar a caminar sola y que busca una guía, incluso un escape. Y lo encuentra, porque siempre hay una persona a nuestro lado, pero aún sabiendo eso hay que ser valientes. Por eso el tren tiene a gentes de todas las edades: hay quien es obligado a madurar joven, incluso siendo un niño, porque la vida es dura. Otros en cambio pueden pasarse la vida en eso que llaman ser un Peter Pan. Pero, tarde o temprano, todos recorren el camino.

     Mary Ventura es un cuento amable, reflexivo, sobre la propia vida. La de Plath y también la de cada uno. Quizás por eso cada cual interpreta su propio Noveno Reino. Quizás por eso siempre es un placer leer a Sylvia Plath.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

miércoles, 23 de octubre de 2019

Me llamo Vila-Matas, como todo el mundo. A. G. Porta


     "- Obviamente, es sobre Vila-Matas.
     - ¿El qué?
     - Lo que te cuento.
     - ¿La historia de la agente?
     - Sí. Me llamo Vila-Matas, le he dicho, como todo el mundo".

     Llevo décadas leyendo cada palabra que brota de la pluma de Vila-Matas. De hecho hace apenas nada le preguntaba a un amigo escritor sobre las figuras literarias (vivas, muertas no tiene gracia) que le gustaría conocer y tratar, ese típico "a quién admiras tanto que...", y lo hacía mientras esperaba que no me preguntase para no tener que repetir mi admiración por el ya nombrado escritor. Poco después a salvo de preguntas me sumergía en el libro que hoy traigo a mi estantería virtual, se trata de Me llamo Vila-Matas, como todo el mundo.

     En el año 2014 le cuenta Vila-Matas a Porta (autor del libro) que ha sido invitado a participar como actor en una obra de Broadway. Sin embargo, el proyecto no llega a nada porque la persona encargada de llevar a cabo este proyecto, Allison, ha desaparecido sin que Vila Matas o su amigo Eduardo Lago hayan podido dar con ella. Este diálogo a ratos delirante en el Vila-Matas y Porta fantasean ficcionando la realidad con esa metaliteratura que tanto gusta al famoso escritor, es lo que Porta transcribe en este libro de unas setenta páginas.

     Je m’appelle Erik Satie, comme tout le monde.

     No podía empezar de otro modo un libro en el que Vila-Matas no es escritor pero si protagonista y que trata se su obra pero no lo es que con una cita puesta en su boca que es a su vez conocida por haberla dicho otra persona. Y es que, si hace unos años Vila-Matas titulaba uno de sus relatos Me dicen que diga quién soy, ahora es Porta el encargado de darle réplica al menos con el nombre, aunque cuando se trata de Vila-Matas nada es tan sencillo, y eso lo sabemos. Estamos acostumbrados a ese narrador que le caracteriza y que es capaz de escudriñar sin piedad a un heredero literario, aparecer comentando el prólogo de una conferencia, la propia conferencia, o autocomentarse los artículos como si su narrador, por supuesto escritor, fuera una persona ajena a quien los escribió.
Y si este es Vila-Matas, el eterno buscador literario que bucea en cada término dando vueltas en u bucle infinito sobre los límites de la literatura y la palabra, no podía ser menos un diálogo entre amigos con él que estuviera, claro está, a la altura, como para seguir la broma.
     Aquí el juego, no exento del recorrido literario tanto por la obra del propio Vila-Matas como por la de otros escritores de renombre, consiste en la autodefinición, la existencia y la importancia. Vila-Matas se entrega al juego y se hace él víctima o protagonista de eso que tanto le ha gustado hacer con los demás. A fin de cuentas, si es capaz de sacar una novela de una simple conversación que considera interesante, cómo no va a salir un libro de un proyecto fallido que le incluya. ¿Y cómo es entonces este juego? Metaliterario, claro, pero también es un juego de existencia y de los distintos hilos paralelos en los que el autor de un libro se ve cada vez que escribe, desdoblándose en cada personaje, diluyéndose un poco hasta desaparecer como si cada voz tomara fuerza en su interior hasta convertirlo en una sombra autómata incapaz de hacer otra cosa que escribir. O ni eso. Solo la sombra imperceptible.
     Total, que hay una obra en la que Vila-Matas será actor, y la obra es Buscando a Allison, que trata de que propone una obra al autor en la que el escritor hace de escritor que escribe una obra. O algo así. Pero es un algo así divertido e inexplicable a la vez de ser sumamente fácil de comprender y eso siempre ha sido para mi una de las características de la obra de Vila-Matas que ahora tan bien ha sabido recoger Porta y que, por mucho que yo lo intente, me va a resultar imposible trasladaros.
Lo que si os puedo decir es que a mi este libro me ha generado una duda. Si yo ahora soy una persona que se sienta a escribir sobre la obra de Vila-Matas y lo hago bajo el nombre de mientrasleo, tan adecuado para esta duda, ¿no podría ser el personaje de una obra que ahora mismo estuviera escribiendo el autor y me hago esta pregunta obligada por sus deseos? (a no ser que lo haga porque me ha otorgado la libertad de un estado de consciencia superior al habitual en obras ajenas a su firma). Y si todo eso es así y yo soy su personaje: ¿acaso no soy entonces Vila-Matas? Como tú que me lees dentro de esta obra, como todo el mundo.

     Resumen perfecto del libro:

La realidad irreal. Escher.
     Me llamo Vila-Matas. como todo el mundo, es un magnífico puzzle. Para iniciados, para más que iniciados en realidad.

     Y vosotros, ¿qué libro leéis esta semana?

     Gracias.

miércoles, 16 de octubre de 2019

Premios


     Este año el Premio Nobel de Literatura valía por dos. Parece que en los últimos años no saben qué hacer para captar la atención del gran público y uno ya no acierta no solo los nombres, sino tampoco el número de premios que se van a otorgar. La cosa empezó el año en que decidieron hacer caso de eso que tanto se dice de "sus letras son pura poesía" y entregaron el premio a un hombre conocido por su música. Evidentemente la que se lió fue bonita. Después de eso no hubo premio. No nos quedemos en la superficie, no solo fue por lo que hizo el marido de una señora, no, en realidad la Academia parecía haberlo ocultado, así que le salpicó más que un poco. Y no hubo premio. Así que este año hubo dos. No solo eso, sino que en un ejercicio de diplomacia extrema nos han proporcionado a una mujer y un hombre; ella, de apellido impronunciable y un nombre nuevo para la inmensa mayoría de lectores e incluso críticos, él, un tanto más conocido para quien lee muchísimo ya sea por trabajo o devoción: Tokarczuk y Handke. Nada que objetar, ya tenemos dos nombres que investigar o incluso descubrir si llevamos bien apuntados sus apellidos a nuestra librería habitual.

     Sin embargo no es solo en Nobel el premio que se entrega. En España, en la misma semana, se entrega el Premio Planeta y, aún a riesgo de provocar algún desmayo entre los culturetas, a la mayor parte de la gente que no pertenece a el mundo literario, le importa más. Incluso apostaría a que se vende más en nuestro país. Y como es un premio de nuestro país, lo hemos convertido en algo muy nuestro con vecino cotilla incluido que ha sabido convertirse en parte de la farándula, estableciendo como tradición filtrar los nombres unas horas antes. Supongo que no pasarán muchos antes de que el interés salga de la sala en que se celebra la ceremonia a la red reina de este tipo de cosas en la que se libre una batalla campal para saber quién es el primero que afirma que va a vaticinar con éxito los nombres. Como los oscar... sí, igualito. La cosa es que donde antes en esa misma red todo el mundo afirmaba que el premio se lo iba a llevar (seguro, que es como se afirman las cosas en twitter) una tal Eva, horas después se criticaba que se lo llevasen dos nombres de la competencia. Claro, si es una porque ya estaba sabido y seguro que era un acuerdo pactado porque mira lo que vende esta chica,,,, si es alguien "de la casa" porque es una gratificación para que Perenganito no se marche y solo tienen en cuenta a los suyos o, si como en este caso, son autores ajenos a Planeta, la cosa es que se usa para ficharles un premio que, para quienes no lo sepan, no solo garantiza una extraordinaria ventaja, sino también un % sobre ventas levemente inferior para un escritor que ha cobrado esa cantidad a modo de anticipo sobre dichas ventas. Vamos, que chollo, lo que se dice chollo... depende de a quién se lo den, al menos en lo que se refiere a la parte económica, que parece que tendemos a quedarnos en las 40.000 pesetas de 1952 o los 601.000 euros de este año.
     Los premiados han sido Javier Cercas y Manuel Vilas. Dos nombres conocidos, dos escritores serios, con trayectorias consolidadas y motivos más que sobrados para obtener el galardón ya sea como premiado o como finalista. Vilas, de un lado, ha entrado en muchas casas con su novela Ordesa aunque ara mi siempre será el poeta Gran Vilas al que vi por primera vez ataviado con un abrigo negro y fumando un cigarro a la espera de que diera la hora de comenzar su presentación en un día gris que anunciaba lluvia. Me gusta Vilas, celebro el premio. Javier Cercas, a quien ya Bolaño señalara como un escritor con talento, se hace famoso entre el gran público con Soldados de Salamina, y casi veinte años después sigue entrando de forma periódica en el domicilio de los lectores con novelas que demuestran que es un escritor de oficio además de tener talento. Estoy encantada también con este premio.
Dicho esto solo me queda añadir que siendo el Premio Planeta un premio privado poco o nada tengo que criticar sobre el uso del premio como ejercicio de marketing o como captación de nuevos nombres ya sea de escritores novatos (¿imagináis?) o de aquellos que firmaban en otra editorial hasta el momento. Lo que si opino es sobre la calidad asociada a los nombres y, en este caso, estoy más que contenta de que hayan decidido dar un premio a la calidad, al menos hasta el momento, de dos escritores solventes y además haya quedado abierta la elección a quien publique dentro o fuera del gran grupo. Así es como creo que deberían de ser las cosas y este es el rumbo que me gustaría que tomara un premio que con el tiempo perdió seriedad y ahora quizás busque recuperarla.

     Y vosotros, ¿qué opináis del Planeta de este año?

     Gracias.

lunes, 14 de octubre de 2019

Mona. Pola Oloixarac


     "Por favor traigan sed de viajero y hambre de delicatessen nórdicas", así terminaba la carta de invitación que había llegado por correo a su buzón del campus".

     Conocí Mona a través del blog de Alberto Olmos en el que en un artículo bastante divertido me descubría este título. Como ya disfruté en su día de Ávidas pretensiones asumí que no tenía por qué ser distinto y me dirigí a la librería. Es por eso que hoy traigo a mi estantería virtual, Mona.

     Conocemos a Mona, escritora novel que ha alcanzado el éxito con su primera novela. De origen latinoamericano y vida ahora en un campus universitario de prestigio, es invitada a un certamen literario en Suecia en el que se reúne con un nutrido grupo de escritores de distintas nacionalidades.

     Oloixarac es argentina pero escribe poniéndose en la piel de una escritora limeña. Quizás por eso pone en boca de su protagonista Mona la comodidad de estar entre personas que no hablan tu idioma a la hora de expresarte o de no hacerlo. Y es que, en esta novela, cada frase es un juego que oscila entre la metaliteratura, la vida y los juegos de manos. En Mona la literatura se capitaliza en manos de un mundo politizado en el que vales por lo que llevas más que por lo que aportas, o tal vez sea justo al contrario. Como dice Mona hablando de su contrato en una prestigiosa universidad: ser mujer, de color, con ascendencia étnica adecuada... son cosas que se valoran para la diversidad del zoo. Habla por tanto en esta tragicomedia de una hipocresía manifiesta a la que nadie alude pero de la que muchos se aprovechan y usa un certamen literario para hacer de él una novela en la que todos los asistentes son personajes del teatro representado dejando al lector la tarea de decidir cuánto de realidad hay en este invento o, tal vez, en cualquier certamen al que asista. Y es que, más que una crítica al certamen, lo es hacia la actitud que ha de tomar obligado o no mucho participante que se encierra en el personaje esperado allí. Resulta curioso ver como cada uno de ellos representa el papel que se le supone ya sea de militante, de recuerdo constante del Holocausto o de poeta perenne.

     A partir de ahí y hablando de personajes convierte a Mona en una versión femenina de personajes ya conocidos que hacen temblar a su cuerpo con los excesos. Y es que Mona es una escritora joven que ha paladeado un gran éxito con su primera novela. Un éxito impulsado por la persona adecuada opinando lo preciso para ser alzada en ventas y también en el status literario. Esto tiene un punto de vértigo, de miedo a ser impostora y de necesidad de escribir una segunda novela a la altura. Y también puede provocar la necesidad de huir, sobre todo si uno se atasca. Y Suecia no parece un mal lugar, máxime si viene con la posibilidad de un premio que bien cubre unos cuanto miles de ventas que no sabe si tendrá. Mona tiene que escapar de Mona, Mona es una escritora con éxito, una mujer joven, es todo lo que ahora se mira y se admira, Mona es una mujer poderosa que se siente fingida en conversaciones sobre el feminismo con Lena, otra asistente. Esta es la parte interesante de la novela. El tema literario, los festivales, los escritores, los papeles a los que se ven obligados a ceñirse, las licencias que se toman en esas minivacaciones... todo eso esta muy bien y es muy entretenido. Pero Mona es una novela que habla de las víctimas de esta sociedad en la que vivimos. Ya sean adultas o no vivimos en un mundo en el que las mujeres no quieren ser víctimas, y no solo porque eso significa haber sufrido un daño, esa es la parte evidente. La pregunta que yo me hago una vez terminada la novela es, ¿estamos preparados para decir que hemos sido víctimas sin por ellos sentirnos demasiado expuestos? Sé que no voy en la línea de otras opiniones más divertidas que ven aquí una comedia, pero un único libro pertenece a cada lector y cambia para él.

     Me ha gustado Mona, es un libro con más profundidad de la que esperaba y tiene una protagonista francamente interesante. Y sí, a ratos también es divertido.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

lunes, 7 de octubre de 2019

Mi padre es mujer de la limpieza. Shapia Azzeddine



     "Mi padre es mujer de la limpieza. Muchas veces, después del colegio, me paso para echarle una mano. Para que podamos volver antes a casa. Y también porque es mi padre. Saco brillo, limpio, froto, aspiro, hasta en los rinconces. Pequeño y menudo, me cuelo por todas partes. Pero también aprendo. Una palabra por semana."      

     Hay libros cuyo título y portada llaman la atención. Antes me dejaba guiar más por las primeras impresiones, pero poco a poco he ido topando con títulos que a simple vista me repelían y luego, gracias a la literatura digital que ha conseguido que para mi todos los libros tengan portadas grises uniformes, he visto que detrás puede esconderse una gran historia. Hoy traigo a mi estantería virtual un libro de esos que me obligan a mirar la portada con cara de extrañeza. Traigo, Mi padre es mujer de la limpieza.      

      Conocemos a Polo, un adolescente de 14 años que vive en una familia con una madre paralítica y dejada, una hermana hermosa y tonta y un padre que es mujer de la limpieza... y el único a quien puede admirar. Nos lo contará él mismo, haciéndonos partícipes de lo que pasa por su mente.    

     Hace días que no traigo una novela corta o relato largo de esos que se leen en un suspiro. Claro que, en este caso, pese a leerse rápido, se trata de un libro que nos dura mucho en la mente. Está claro que las reflexiones de un adolescente un tanto deslenguado e inconformista con la sociedad en que le ha tocado vivir, no son algo nuevo en la literatura. Pero aún así nos sentimos atrapados por las reflexiones de Polo, tal vez porque también él se siente atrapado en su propia vida a una temprana edad. Porque no le gusta su familia, porque no encuentra su sitio en ella ni en su barrio, o porque simplemente es un adolescente.
     Pero asistimos a su pequeña disección y también a su cariño volcado en la figura paterna. Ese padre al que acompaña para ayudarlo en su trabajo, un trabajo que en realidad le avergüenza pero que ha afianzado una unión entre ambos. Porque su padre limpia por las noches, oficinas, bibliotecas... y al acompañarlo lo abre los ojos a otros lugares de su pequeño mundo.    

     No diré que es una obra maestra, pero si que es un libro entretenido, con un contenido social que se deja ver claramente. Saphia no tiene pudor alguno a la hora de mostrarlo y nos lleva en un puñado de letras a la periferia de París entre inmigrantes y clases bajas, incluso ínfimas. Y justo ahí sitúa a la familia de Polo. Una familia que vive sin aspiraciones a mejorar que no sean los concursos de belleza a los que se presenta su hermana. Y Polo quiere salir de esa familia, quiere una familia normal como la de cualquiera de sus vecinos y su oportunidad pasa por los libros. O eso nos irá contando en esta historia que tras días de lectura seguía instalada en mi cabeza y cuyo final... tenéis que descubrirlo por vosotros mismos. Un título que ha provocado que siga a Shapia por su camino de letras concisas y certeras.    

     Una única advertencia: no he usado en toda la reseña la palabra "ternura"; tal vez, como diría Polo, no me tocaba aprenderla esta semana.    

     "Mi padre es mujer de la limpieza me ha gustado mucho. No sé si es porque lo leí en el momento adecuado, porque el tema me atrae... y mirad, ya puestos, confieso que no soy fan de los libros protagonizados por niños, pero incluso así, me gustó.

     Hoy mi duda es mucho más directa, ¿qué me decís de la portada? Porque igual la rara soy yo...    

     Gracias.