miércoles, 26 de junio de 2019

El Halcón Maltés. Dashiell Hammett

   

     “No importa quién quiere a quién; no pienso hacer el bobo por ti. No voy a seguir los pasos de Thursby y de sabe Dios quién más. Asesinaste a Miles y vas a pagar por ello. Yo podría haberte ayudado dejando que se fueran los otros y manteniendo a distancia a la poli con alguna argucia. Es tarde para eso: ya no puedo ayudarte. Y aunque pudiera, no lo haría”.

      A muchos amantes del cine negro este título les recuerda a Bogart, inmediatamente, ahí le pusimos cara a Sam Spade. Así lo conocí yo, por el cine. Me gustó tanto que decidí salir en su búsqueda entre hojas de papel, y por eso traigo a mi estantería virtual El halcón maltés, un hito del cine negro que no debemos perdernos sobre el papel.    

     En 1.530 los caballeros de la Orden de Malta regalaron una estatuilla en forma de halcón, repleta de piedras preciosas, al emperador Carlos V. Fue objeto de robos y desapariciones y reapariciones durante más de cuatro siglos, hasta hoy. En pleno siglo XX reaparece en San Francisco, codiciada por su valor y buscada por Sam Spade, quien a partir del asesinato de su socio, se ve envuelto en dicha búsqueda en una maraña de acontecimientos y acompañado de una clienta muy especial.

      Sam Spade vive a través de la obra de Hammett, de toda su obra en realidad, que son tan sólo cuatro títulos; Demasiados han vivido, Sólo pueden colgarte una vez, Un tal Sam Spade y El halcón maltés. De hecho RBA ha sacado una compilación con el acertado título Todos los casos de Sam Spade no hace mucho. Pero ¿Quién es Sam Spade?

      Sam es un tipo duro, cerca de la cuarentena, es un hombre de la calle. Nos olvidamos de los robos refinados y los detectives impolutos y entramos en los comienzos del detective que hoy sigue estando de moda. Es terco y, cuando menos falta hace, saca la ironía y, desde luego, no se caracteriza por su tacto. Lleva una vida más o menos desordenada, tuvo una aventura con la mujer de su socio, que ya terminó. Y entorna los ojos para retar las mentes ajenas. No tiene problemas en colaborar con la policía, siempre que no le pidan tener tacto porque eso no es lo suyo, protege a quien cree que lo necesita, pero si se trata de sacar la verdad a la luz... todo vale. Un diablo rubio, dijo su autor para describirlo, pero Sam Spade es sin duda alguna mucho más que eso. Es un comienzo para la novela negra contemporánea.      Hammett no se queda en mostrar un detective brillante, eso sería lo fácil. Lo verdaderamente deslumbrante de su obra es la complejidad de la trama, no nos lo parece hasta que no terminamos el libro y tratamos de resumirlo. No se complica la vida ni nos la complica a nosotros y por eso su forma de escribir es seca, pasa del diálogo a la acción, el resto sobra. Tal vez sea eso lo que hace que veamos a Spade como aún más duro. Es una novela callejera y en la calle todo vale, pero sobre todo el dinero. No nos cuesta trabajo adivinar entre sus letras al Hammett detective de Pinkerton, recorriendo calles a la carrera.

      Nos enfrentamos a todos los clásicos del género, hay malos vengativos, malísimos, guardaespaldas torpes y empresarios venidos a menos salpicados con agentes casi entrañables y mujeres fatales. Gente, en definitiva, movida por su propio interés y, lo mejor de todo en este mundo de detectives impolutos y marcados por vete tu a saber que experiencia traumática, en este caso, nadie nos intenta convencer de que el mismo Spade sea demasiado diferente de cualquiera de ellos.

       Un libro que me cautivó y me llevó al resto de la obra de Hammett y que me sirve para recordar que, ni toda la novela negra es nórdica, ni hay que temer estos libros que a priori nos pueden parecer pasados de moda. Sino todo lo contrario.    

     Gracias

lunes, 24 de junio de 2019

Llamarás un domingo por la tarde. Javier Cid


     "Me miro en el espejo y siento frío. Pero no es un frío romántico como aquel que cosía a los poetas famélicos en Montparnasse; es, sin más, un frío de cojones porque es otoño, se cierne sobre el oeste una ciclogénesis con nombre de mulata y la caldera prehistórica de mi apartamento acaba de morir. Y yo ni soy poeta, ni padezco hambrunas, ni estuve jamás en Montparnasse pues París me cogió siempre con prisas".

     A veces una recomendación directa te lleva a un libro. Y eso sucedió con este, así que sin muchas vueltas me lo llevé a casa y hoy, poco después, traigo a mi estantería virtual, Llamarás un domingo por la tarde.

     Cuando conocemos al narrador del libro, está superando una ruptura amorosa. Ese es el momento elegido para relatarnos su vida con bastante desparpajo y un poco de mala uva. Descubriremos entonces a un hombre cuya mayor inquietud es no estar solo, su mayor temor el compromiso y su mayor vicio es estar enamorado. Será víctima de su época y abrazará el culto al cuerpo y el exhibicionismo de las redes sociales mientras sigue la estela de los viajes exóticos y el sexo de una noche para calentar más el cuerpo que el alma. Conocemos, en definitiva, a un hombre normal.

     Comencé este libro un domingo por la tarde y lo terminé un martes que, como dice el protagonista, son días propicios para terminar cosas. Y en el espacio existente entre esos días me sonreí e incluso me reí unas cuantas veces mientras a ratos me sorprendía pensando eso tan manido de "conozco a gente así". Por supuesto que no leo ante un espejo, no sea que en algún momento levante la vista...
El caso es que tras la literatura del adolescente, del niño que pasa a ser hombre, parecía no existir otra etapa que descarnar cuando todos sabemos que no es así. Y Cid busca otro momento por el que todos pasamos y es el de mirar nuestra vida por primera vez, el de dudar si frenar, ver que todo cambia y que las vidas de los que fueron compañeros infatigables encajan para asentarse en una placidez que nosotros no estamos dispuestos a adoptar o que, como es este caso, nos es retirada al producirse una ruptura. Se queda entonces el protagonista cojo, como viviendo a destiempo y vuelve atrás para recuperar un tiempo que sabe que en realidad no perdió mientras nosotros vemos que lo que le pasa es que se siente solo aunque sea a ratos y que teme que los ratos se alarguen demasiado.
El protagonista elegido es un vendabal con pocos pelos en la lengua que nos gana su simpatía desde las primeras letras con algunas reflexiones que todos hemos compartido. Del periodismo digital al sexo por app, de los viajes a las juergas pasando por esas familias improvisadas que se forman en bares de barrio hasta llegar a enamoramientos más sentidos que consumados, Cid toca todos los temas que podemos vivir en este momento. Hay por supuesto excesos, la propia novela los pide y al lector no solo no lo estorba, además le divierten. Y también hay clichés propios de una comedia protagonizada por un gay que ronda los 40. Pero son de esos que uno piensa que quizás existan por repetición, como ese punto deslenguado que antes comentaba.

     Me he divertido con este libro, aunque siempre he sabido que estaba ante una tragicomedia. Me lo he pasado bien y he apuntado alguna frase que, sin ser propia de literato, es certera para la vida. Para la mía, para la del protagonista y, estoy segura de que también para la de cualquier lector. Y es que comenzaba diciendo que esta novela trata de la vida de un hombre cualquiera y eso es precisamente lo que le da interés. A fin de cuentas, la mayor parte de las vidas distan mucho de ser extraordinarias. Salvo para quienes las protagonizan.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

martes, 18 de junio de 2019

Carmilla. Sheridan Le Fanu


     Tenía muchas ganas de una buena edición de este título que uno puede encontrar ya publicado y con extensión variable. Por eso me agradó ver que formaba parte de los ineludibles y por eso, hoy traigo a mi estantería principal, Carmilla.

     Conocemos a Laura, que nos relata lo que le sucedió una noche misteriosa en la que, estando dormida en el castillo en el que vivía con su padre, una mujer se coló en su cuarto tomándola en brazos. Ella sintió algo en el cuello y sin embargo, no pudieron encontrar a ninguna mujer en sus dependencias. El tiempo ha pasado y no solo ha crecido el misterio, también hay una fuerte atracción entre Laura y otra mujer misteriosa, tal vez un vampiro.
   
     Una de las primeras cosas que sorprenden al leer Carmilla, es la cantidad de similitudes que encontramos con historias posteriores. Eso nos indica mirando la fecha, que estamos ante una obra que ha sido tomada como referente por gran parte de la literatura vampírica posterior. Y es que, Carmilla hay que leerlo en su contexto o podemos juzgar su trama de forma injusta, pensando que es predecible cuando en realidad fue precursora. Se habla por ejemplo de romance y erotismo cuando hoy "sabemos" que bien podría ser esa tensión sexual habitual entre vampiro y víctima. No en vano los vampiros siempre han sido los monstruos más eróticos del imaginario, siempre mirando fijamente, elegantes y chupando cuellos.

     El mayor placer de esta extraordinaria narración que bien puede catalogarse como relato, es disfrutar de su magnífica ambientación. Esa novela de época con un amor transgresor y unos personajes que, os aseguro, ya jamás olvidaremos. Los clásicos, cuando hablamos de terror, tienen además un punto de ingenuidad absolutamente enternecedor para el lector aficionado al género. Por eso es tan importante saber contextualizarlos, no esperar miedo, esperar intriga; no buscar grandes misterios con guro y resolución, buscar historias. Y todo eso es Carmilla.

     Carmilla es una historia con una magnífica ambientación que vuelve a colocar al vampiro en el lugar que le corresponde. O que ya lo hizo en su momento, puesto que estamos ante un clásico.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

jueves, 13 de junio de 2019

Alta fidelidad. Nick Hornby


     "Hay quien se preocupa, y mucho, de que los niños pequeños jueguen con armas de fuego, de que los adolescentes vean vídeos en los que la violencia es moneda corriente; nos da miedo que esa especie de cultura de la violencia termine por tragárselos como si tal cosa. A nadie le preocupa en cambio que los niños escuchen miles, literalmente miles de canciones que tratan siempre de corazones destrozados, de rechazos y abandonos, de dolor, tristeza, pérdida".

     Reconozco que la nueva colección que está sacando Anagrama con motivo de su aniversario me está sirviendo para hacerme con algunos libros que ya tenía, pero en una edición mucho más bonita. Y, de paso, releer. Hoy traigo a mi estantería virtual, Alta fidelidad.

     Conocemos a Rob cuando su relación con Laura acaba de finalizar. Tiene 36 años, una tienda de discos y comparte su afición por la música y por las listas con sus dos empleados y amigos, Dick y Barry. No tarda en enterarse de que Laura ha comenzado a verse con un hombre al que siempre ha odiado y él mismo intenta contactar con sus ex, sin olvidar nunca a Laura.

     Por empezar por el principio diré que hay una magnífica adaptación de este libro, aunque es más lúdica y profundiza menos en el protagonista. Lo cierto es que si uno ve la película, es imposible leer el libro sin John Cusack paseándose por las páginas tarareando alguna canción.

     La historia es la de Rob, un personaje que se muestra con sus defectos, egoísmos e incluso infidelidades para que el lector juzgue sus actos y se adelante incluso a ellos. Con un tono desenfadado que a veces encuentra la sonrisa, el libro arranca con la primera lista: las ex. A partir de ahí vamos asistiendo a sus reflexiones, no siempre maduras, y descubrimientos casi de adolescente en el amor. Todo ello queda salpicado con las conversaciones entre amigos y las listas de películas, malos grupos, canciones para el fin... casi de cualquier cosa, excepto de una y que hizo que me sintiera muy identificada y conectarse con él. A fin de cuentas, yo sería incapaz de citar solo 5 libros como los mejores.
     Es cierto que la frescura que la novela desprende en esa primera parte se va diluyendo hasta perderse en un final que estoy segura no es al gusto de todos. Pero también es cierto que el autor nos lo va dejando entrever y que, sí somos sinceros con nosotros mismos,  es bastante más realista que cualquier otra opción alternativa que hubiéramos podido barajar.

     Los lectores vamos aprendiendo con los años a recopilar lecturas y, sí en la primera no me pasó porque desconocía la historia con la que ahora lo voy a comparar, tengo que reconocer que en esta relectura he pensado en Bridget Jones más de una vez. Me quedo, lo reconozco, con una curiosidad y es el saber si un lector masculino se podría sentir más o menos identificado con Rob.

     Alta fidelidad me ha gustado mucho, ya lo hizo en su día y lo he vuelto a disfrutar. Es una novela entretenida incluso si no se comparten los gustos musicales del protagonista. Ahora me toca volver a ver la película.

     Y vosotros, ¿me decís vuestros cinco libros favoritos?

     Gracias.

martes, 11 de junio de 2019

El montacargas. Frédéric Dard


     "¿Hasta qué edad un hombre se siente huérfano cuando pierde a su madre?"

     Tras la resaca de feria libresca hoy vengo con un librito que he disfrutado por unos cuantos motivos. Hoy traigo a mi estantería virtual, El montacargas.

     Conocemos a Albert. Estamos en el París de hace 50 o 60 años y Albert acaba de salir de pasar 6 años en prisión. Regresa al barrio que lo vio crecer y que ha cambiado de forma perceptible, y a la casa de su infancia, ahora vacía tras la muerte de su madre. Es Nochebuena y se siente nostálgico, vacío y desubicado, así que decide dar un paseo. Así es como su destino se cruza con el de la señora Dravet y su hija Lucienne. Media familia que él anhela y a la que se acerca sin saber que pueden ser su perdición. A fin de cuentas también pueden aparecer cadáveres en Nochebuena. Y Albert es culpable del crimen que le llevó a prisión.

     Los que disfrutamos con los misterios de las novelas policíacas a veces tenemos ataques de nostalgia. Nos gusta recordar los juegos de aquellas novelas de callejones oscuros, copas de coñac y femmes de esas que decimos fatales. Por eso El montacargas ha resultado una lectura perfecta. Contiene todos los elementos clásicos que se articulan en torno a un cadáver y un f fantástico juego que ya comienza el en título. No hacen falta muchas páginas para dibujar apenas un puñado de personajes que actúan según los hilos que mueve Dard para ir dejando pistas a un lector cada vez menos despistado que se regocija en el último giro que va mucho más allá del descubrimiento "pastel".
     
     Me he sentido un poco como aquel lector aún adolescente que tropieza con novelas negras llenas de juegos cuyo truco hay que descubrir para ganarle la mano al autor del libro. Y me ha gustado, tanto por lo limpio del juego, de una simplicidad maravillosa en estos tiempos de tramas con piruetas imposibles que buscan únicamente la sorpresa del lector, como por el regusto nostálgico que he descubierto en cada una de las letras de esta novela. Me he permitido incluso una corriente de simpatía hacia el protagonista, Albert, pese a que su vida no se caracteriza precisamente por la virtud. Pero a veces es difícil resistirse a según qué tipo de personajes y tramas y yo reconozco haber caído rendida a los pies de esta novelita. De hecho, tras leerla me he informado sobre el autor y he descubierto que su obra es, cuanto menos, considerable, así que repetiré. Posiblemente una y otra vez.

     El montacargas es una novela corta de misterio que hará las delicias de los aficionados al género pero que, además, disfrutará cualquier lector.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

lunes, 3 de junio de 2019

Feria del Libro


     No todas las Ferias del Libro coinciden en las mismas fechas, pero unas cuantas son ahora. Y yo, que me paso los días recomendando lecturas, he decidido que esta semana cierro y os dejo que me las recomendéis a mi. Así podré llevar vuestros títulos anotados de Feria en Feria.

     Gracias.

Pd: Mis andanzas de feria estarán en twitter e instagram.