miércoles, 30 de enero de 2019

Sinfonía napoleónica. Anthony Burgess


     "Tallien presionó el botón de su antiguo y noble reloj y la máquina dio las nueve de una manera nueva y republicana. 'Ya una hora de retraso'. Ventoso silbaba desde la rué d´Antin y agitaba la llama de las velas. De la pata de palo del registrador interino, que dormía junto al fuego, emanaba un tenue olor a barniz chamuscado".

     Siempre digo que hay autores que son consumidos por alguna de sus obras y en este caso, aunque muchos conocemos Poderes terrenales, está claro que la obra es La naranja mecánica. Sin embargo a mi siempre me ha gustado bucear en el resto. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Sinfonía napoleónica.

     En honor a Beethoven y su fascinación por Napoleon, Burgess escribe esta Sinfonía napoleónica, que lleva por subtítulo Una novela en cuatro movimientos para mostrarnos la vida de un hombre del que ya parece saberse todo. Es decir, conocemos a Napoleón.

     La fascinación de Beethoven por la figura de Napoleón quedó plasmada en su tercera sinfonía, la Heroica, la de Burgess queda en esta estupenda novela que abarca desde las conversaciones de Bonaparte con su mujer, pasando por las campañas de guerra, campamentos, entrenamientos, engrandecimiento de la figura y termina con su estancia en Santa Elena donde no solo cambia la percepción de su figura, sino el propio Napoleón entablando una improbable amistad con una joven adolescente. Bonaparte es una figura ineludible de nuestra historia, tal y como dice el propio autor, Napoleón está para propiarse de la época y convertirla en él mismo.
Pero sigamos con Beethoven. Los movimientos de la Heroica son: Allegro con brio, Adagio Assai, Allego y Allego Molto-Poco andante-Presto. Y todos ellos tienen su lugar en la novela: de las campañas en Italia y Austria a la coronación como Emperador; el atentado fallido, divorcio, Rusia y la caída; Elba y Waterloo, y Santa Elena y muerte. De este modo hace una revisión completa a la biografía de este hombre aportando no solo datos que yo desconocía, sino también una visión fresca y a ratos francamente divertida de la historia.

     Burgess es un narrador irreverente. Y eso se nota en su estética literaria en la que combina oraciones cuidadísimas con otras que incluyen metáforas sorprendentes que dejan al lector alucinado, lo que requiere un dominio del lenguaje que no está al alance de todos. Nada que nos pille de nuevas en realidad ya que todos conocemos La naranja mecánica y lo que el autor consiguió plasmar en esa obra. Si a eso le sumamos la sorprendente historia que el propio Burgess hizo circular sobre si mismo y que decía que fue diagnosticado de un tumor, lo que le hizo escribir la ingente cantidad de cinco novelas en un año para respaldar la economía familiar (tumor que en la revisión había desaparecido según el propio autor, posiblemente debido al ejercicio de escribir), sabemos que al abrir un libro suyo nos exponemos a casi cualquier cosa.
     No quiere decir esto que en el caso de las biografías sea inexacto, más bien al contrario si tenemos en cuenta que en este caso escribió una entrada para la enciclopedia sobre su protagonista, pero significa que nos alejará de ese tono resabiado tan temido en este tipo de libros. Es cierto que desconozco si hay ficción entrelazada en las páginas de esta Sinfonía, pero también lo es que yo no he dudado de su veracidad, y que la figura de Bonaparte ha cobrado realidad por así decirlo ante mis ojos. Y es que es muy difícil escribir sobre alguien sobre quien parece estar todo dicho. En realidad ante eso, solo queda una para convencer al lector y es humanizarlo. Descubrir que es una persona común que resulta bruta o cómica, inteligente o zafia, y que todo depende del momento. Añádase al final una dosis de realidad a la visión que el protagonista de esta historia tiene sobre si mismo, y ya tendremos todos los ingredientes para que apetezca leer esta obra de Burgess. Y eso sin mencionar las diferentes voces, lugares o anécdotas que utiliza para tener al lector siempre entretenido y, sobre todo, dispuesto a seguir leyendo.

     La nación es una doctrina falta, alemán idiota. El deseo de morir por una nación es un pecado. Lo que quiero es una Europa Única, no un hatajo de pequeñas naciones que no hacen más que ladrar y pedorrear"
   
     Sinfonía napoleónica es una obra necesaria para uienes quieran saber más de Bonaparte que se disfruta en cada línea. Imprescindible para ellos, día yo.

     Y vosotros, ¿alguna vez os animáis a leer biografías?

     Gracias.

lunes, 28 de enero de 2019

El animal más triste. Juan Vico


     "Bailo sobre mi silla giratoria, soy un ágil derviche consagrado a la mística de la rutina. Me concentro en las ruedas traqueteantes, sus pequeños fragmentos de rotación cósmica, su precaria música de las esferas. Las horas siguen distribuidas ordenadamente en el reloj de la pared: he renovado mis votos. Pues no hay igualdad ni exactitud en la labor del minutero, solo la mecánica arbitraria de su señorío. Alabémosla. A las pausas reglamentarias (los cafés, los cigarrillos, el menú nuestro de cada día, uno y trino, en el restaurante de la esquina) demos gracias".

     Tenía curiosidad por conocer el nuevo libro de Juan Vico, así que no he tardado mucho en comprarlo y tampoco en leerlo, ya que no es demasiado extenso. Pese a ello, no es una lectura rápida, es de digestión tranquila y poso sosegado. Hoy traigo a mi estantería virtual, El animal más triste.

     Conocemos a Jonás, un hombre que está en esa difícil edad que es la década de los cuarenta, cuando la juventud ya se apaga y los sueños que tuvimos ya sabemos si no pasarán. Juan y su pareja irán a una reunión con amigos de él, viéndose las caras algunos veinte años despu´s para descubrir que ha sido de sus vidas.

     Para Juan Vico el animal más triste es el hombre. Al menos el hombre de mediana edad, y cuanto más avanzaba en mi lectura más claro lo veía. De hecho, articula su historia basándose precisamente en eso. Jonás y sus amigos son una muestra de ello, parece decirnos.
La novela se divide en tres partes y da comienzo cuando Jonás recibe un fragmento de un vídeo en el que es más joven... y no se reconoce. Ni el momento, ni su ropa... nada. La poca calidad de la imagen que le deja ver que es más joven pero le muestra un rostro que se desdibuja al ampliar, es una metáfora de esto que acabo de decir. Así se percibe aquello que nos importó en la juventud, eso es lo que queda, ni lo recordamos. Somos traidores a nuestros propios sueños. Traición, una segunda palabra que da sentido a esta novela. Jonás se junta con un grupo de amigos en una primera parte narrada por él. Una chica con la que tuvo una relación y que ahora tiene a una mujer como pareja, un amigo que tiene una relación con la hija de quien un día fue su pareja, Jonás y su novia, una chica del pueblo... Se juntan unos días, los vemos, visitan un pueblo abandonado, recuerdan un documental grabado, hablan de un relato, de sexo... y los retomamos en la tercera parte, tiempo después. Ahora el que calla el Jonás y son sus amigos quienes toman la voz , se alternan para darnos ss versiones, contarnos sus infidelidades, sus traiciones. Jonás contó una parte, ahora vemos que siempre hay mucho más. Vico también nos cuenta la historia de un maestro en un relato sobre ideales y sexo como si en él nos diera la fórmula mágica para entender la novela. De él no daré mi interpretación, esa os la dejo.

     El animal más triste es una novela llena de ironía pero también de desencanto. En ella el sexo tiene un papel importante, al igual que lo tiene en la vida, pero yo me quedo con la traición. Y con los silencios. Porque las traiciones cotidianas no generan grandes tragedias, no es necesario que se confiesen. Y las traiciones a uno mismo no se confiesan jamás.
Utiliza un grupo de amigos, a ratos cercanos la mayor parte del tiempo casi pedantes, cuyo interés por la cultura queda atente casi en cada palabra. Y quizás esto que hubiera debido de conseguir captar toda mi atención, sea lo que me haya distanciado más de la novela. Me han resultado ajenos, casi distantes salvo algún momento fugaz. He tenido la sensación de que se han perdido en algún punto en el que lo estético era más importante que lo real.
Comentaba al principio que es una novela corta pero que no es rápida. Es uno de esos libros que te obligan a pensar sobre aquello que un día soñaste, sobre ilusiones que perecieron, las que se lograron y aquellas que aún siguen ahí. Y que deja en el lector un cierto regusto a desencanto con la vida.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

viernes, 25 de enero de 2019

María quiere ser tu amiga. Laura Marshall

 


     "El correo electrónico aparece en mi bandeja de entrada como una bomba sin estallar: "María Weston quiere ser tu amiga en Facebook".

     No se vosotros, pero yo en estas fechas leo muchos libros regalados durante los días precedentes. Quizás por eso sea la época del año en la que más me aventuro. Hoy traigo a mi estantería virtual, María quiere ser tu amiga.

     Conocemos a Louise Williams cuando recibe la solicitud de amistad de una antigua compañera del instituto. Solo hay un problema y es que esa compañera falleció, o se la dio por desaparecida hace ya muchos años. No será el único mensaje que reciba de ella y tampoco será la única en tener noticias, a fin de cuentas, la vez los muertos tengan memoria y recuerden a quienes les hicieron sentir mal.... si están muertos, claro.

     Reconozco que la premisa es cuanto menos llamativa. De ella podemos deducir que posiblemente no vayamos a estar ante un libro que pase a la historia de la literatura, pero también que puede ser una lectura entretenida que haga que las tardes lluviosas vuelen. Y efectivamente, esa es la intención de la autora: entretener. Para ello articula la historia en dos líneas temporales, una actual en la que aparecen los mensajes de María Weston y otra en el pasado en el que nuestra protagonista y su grupo de amigos no se portaron precisamente bien con esta chica. Habla además en este hilo del pasado, de las dificultades para integrarse en esa complicada edad que es la adolescencia, del acoso escolar, las presiones sociales y las autoimpuestas en esos momentos y de como para muchos jóvenes el universo se reduce a su instituto. en el presente veremos que hay problemas que no cambian, también la influencia de las redes sociales y cómo esa presión de patio de colegio puede verse trasladada a la imagen que damos en los muros de dichas redes y también de la capacidad para olvidar y para recordar las heridas que tuvimos en su día y que nos han dejado las cicatrices del presente. Planteado todo esto, está claro que la novela es entretenida y, si la autora hubiera profundizado lo suficiente en uno solo de los hilos, es posible que lo hubiera conseguido. Sin embargo, la búsqueda de enganchar al lector hace que los temas se mezclen y sean tratados con apenas unas pinceladas bastante manidas, consiguiendo que la novela se aproxime más a un telefilme de antena 3 que al thriller que uno espera. Eso se traduce en una sensación de cierto desencanto a la hora de terminarlo, un "es entretenido, pero..." que no termina de dejarnos satisfechos con una novela que trata todo por encima.

     Los personajes quedan artificiales, muchos de sus actos son apenas esbozados en cuanto a sus motivaciones y el final... El final busca sorprender tanto que peca de falta de verosimilitud en su parte más importante. O al menos a mi no me ha cuadrado, una vez superada esa sorpresa que se busca, al preguntarme simplemente "por qué".

     María quiere ser tu amiga es una novela entretenida que parece pensada para ser llevada a la pequeña pantalla y de hecho posiblemente funcione mejor ahí que en su formato literario.

     Y vosotros, ¿os han regalado muchos libros?

     Gracias.

miércoles, 23 de enero de 2019

Serotonina.Michel Houellebecq


     "Es un comprimido pequeño, blanco, ovalado, divisible.
     Me despierto hace las cinco o a veces las seis de la mañana, la necesidad es extrema, es el momento más doloroso del día".

     Hay escritores que provocan un pequeño revuelo con cada libro que publican. Todos opinamos incluso antes de haberlo leído si nos parece bien o mal lo poco que trascienda en los medios de tema que vaya a tratar su nuevo título. Eso le pasa al escritor firmante del libro que hoy traigo a mi estantería virtual: Serotonina.

     Conocemos a Florent-Claude Labrouste un hombre de cuarenta y tantos, blanco, con un trabajo bien pagado en el Ministerio de Agricultura, una relación con una japonesa 20 años más joven que él y una vida de absoluto desencanto. Parece buscar desesperadamente una salida a su vida cuando se tropieza con Captorix, un antidepresivo que libera Serotonina y cuyos efectos secundarios son las nauseas, la impotencia y la falta de libido.

     Cualquier sinopsis que se haga de esta novela será excesiva o insuficiente. En mi caso es claramente insuficiente ya que no he puesto a nadie en antecedentes sobre el suicidio conjunto de los padres del protagonista, ni he contado que deja a su pareja-araña. Ni siquiera he dicho que decide romper con todo y desaparecer para terminar buscando una unión con su pasado. Y también hay revueltas con los agricultores y sí, son antes de las reales, ya que parece que Houellebec se empeña en adelantarse en el tiempo a los sucesos aunque no en la forma en que lo perfilaba Verne en su obra, sino, como corresponde a la era de la inmediatez, se anticipa por momentos. Un ejemplo que todos recordamos es el de la publicación de Sumission y el terrible atentado contra Charlie Hebdo.

     Pero empecemos por el principio: Houellebecq es un impertinente. Pero un impertinente inteligente que carga sus libros de retranca a la vez que propone afirmaciones imposibles ya sea por absurdas o por políticamente incorrectas. En esta ocasión, un protagonista deprimido y desencantado con el mundo que habla de Franco como un genio del turismo y del amor masculino como el agradecimiento de un hombre hacia el bienestar que le produce una mujer en la polla (nada nuevo si sois lectores habituales de Houellebecq), es la excusa perfecta para comenzar una lenta despedida de un mundo que le ha robado las ilusiones. Y es que pocas veces una cubierta fue tan certera como la de este globo pinchado para mostrar visualmente el mejor resumen de un libro. Houellebecq habla de una sociedad de prejuicios, de políticos que no miran por el interés de las personas y agricultores que han de salir a las calles, un mundo de suicidas en el que el apego por la propia vida es mínimo por mucho que pueda dejarnos en shock asistir a la pérdida de otra persona. Y dice shock porque, serotonina o no, su personaje parece anestesiado al presente y quizás por eso se dedica a bucear en su pasado buscando el amor que una vez sintió. Un hombre infeliz, hastiado de sentir que nada le  provoca placer salvo quizás fumar un cigarro y que decide desaparecer pero no para volver a comenzar, solo lo hace para mirar y al vez buscar a quien nos queda claro fue su amor entre la maraña de relaciones sexuales que, estamos seguros, ha tenido a lo largo de su vida.

     Comenzaba diciendo que Houellebecq es impertinente, y diría que es casi resabido salvo porque ni él ni sus protagonistas tienen la edad para poder utilizar ese término. En realidad hace la función de aquel hombre cuya avanzada edad le permite decir lo que se le ocurra sin importarle demasiado las reacciones de sus interlocutores. Y eso convierte el libro en un artefacto de diversión. Porque somos adultos y ya no nos escandalizamos con pollas, mamadas, chochos y tetas. Ni siquiera con eyaculaciones o videos porno caseros de más que dudoso gusto. Ahora Houellebecq nos divierte con sus afirmaciones sobre Holanda o sus caóticos paseos opinando sobre casi cualquier cosa que a uno se le pueda ocurrir. Y eso es Serotonina. Hasta que uno hace la primera pausa y es consciente del descenso imparable de la novela convirtiéndose casi en una elegía antes de tiempo tanto de la sociedad en la que vivimos, como del ser humano insatisfecho que la puebla. O tal vez no sea esta una elegía antes de tiempo, tal vez sea un tributo a tiempos pasados, más jóvenes, en los que no se había perdido la capacidad de sentir.

     Me gusta Houellebecq. He visto opiniones dispares sobre Serotonina y, aunque la he disfrutado enormemente, tengo que reconocer que es una obra menor comparada con otras suyas. Pero no por eso hay que dejar de leerla. Si el Captorix citado en la novela provoca placidez a quien lo toma, la lectura de esta novela tiene justo el efecto contrario: es imposible permanecer indiferentes a ella.

     Y para vosotros, ¿Qué nombres son un acontecimiento literario cuando publican una nueva obra?

     Gracias.

lunes, 21 de enero de 2019

American Gods. Neil Gaiman



     "Hay nuevos dioses creciendo en América".

     Hay novelas que merecen más de una lectura y hay ediciones que hacen que merezca la pena volver a comprar el libro, como es el caso de la que pongo en la imagen y que pertenece a la editorial Roca. Hoy traigo a mi estantería virtual, American Gods.

     Conocemos a Sombra, un hombre joven que está terminando de cumplir condena por asalto a mano armada. A su salida, sin rumbo y sin esposa con la que volver ya que esta ha fallecido en un accidente, no tiene muy claro lo que va a ser de su vida, hasta que se tropieza con Wednesday, quien lo ofrece trabajo como guardaespaldas. Lo que Sombra no sabe es quién se esconde tras ese misterioso nombre, y tampoco sabe que hay dioses viviendo en Estados Unidos; dioses ancestrales y otros más modernos que conviven y entre quienes, parece, va a estallar una guerra de forma inminente.

     Cuando se publicó por primera vez American Gods, parte de la campaña de marketing ideada fue proponer que se reembolsaría el dinero a cualquiera que no encontrase el libro a la altura de Stephen King. Una campaña desconcertante, por esto de creer en la honradez de las personas, y llamativa. Pero lo cierto es que han pasado ya unos cuantos años de ese momento y American Gods se ha convertido en un título conocido por todos tanto por el libro, como por su adaptación a la pequeña pantalla en forma de serie. Y ahora añado, poco o nada tiene que ver esta novela con King, por si alguien lo había creído,

     American Gods es una historia colosal que tiene mucho de crónica de un país revestida con esa realidad oculta a la sombra de la vida cotidiana. Supongamos, dice Gaiman, que cada vez que un inmigrante llega a Estados Unidos, se trae consigo no solo a su familia, sus costumbres y recetas familiares, sino también sus creencias. Supongamos que se trae a sus propios dioses. Y ahora miremos a nuestro alrededor: vivimos en un mundo en el que se adora la tecnología, los ídolos que nos marca la sociedad.... este es nuestro mundo actual. Y ahora demos un paso más y supongamos que las cosas existen cuando se cree en ellas y, por lo tanto, pierden fuerza a medida que quedan de lado hasta llevar a olvidarse y desaparecer. De este modo vemos el impacto de la migración tanto para el migrante como para el país que lo recibe, en este caso un Estados Unidos oscuro y lleno de bares y gasolineras. Y ahora que hemos visto todo eso... ¿qué dioses son los que van a prevalecer? Parece que se aproxima una tormenta, una guerra a pie de suelo entre estos seres sobrenaturales que habitan entre nosotros. No puede ser bueno que algo así suceda.

     Gayman hace un trabajo tremendo, no solo de investigación, sino también o, sobre todo, de redacción consiguiendo que el lector se sienta atrapado en la tela de araña que es esta novela. Una novela que no deja de tener un corte negro pese a la fantasía con la que se teje, y que lleva al lector detrás de un enigma que se resolverá en la última parte. Los diálogos son brillantes, la acción se mueve entre lo sórdido y las zonas "meseta" que nos dan tregua; hay partes impactantes y otras de pura narrativa que sirven para explicar al lector el terreno que se está pisando en el libro. Un verdadero trabajo literario para construir una gran historia de fantasía que encierra entre sus páginas, no solo el componente negro que comentaba, sino un auténtico abanico de tramas que se van entrelazando y sucediendo en la historia central. Tantas que es cierto que al lector le quedan preguntas que espera se respondan con el tiempo, pero uno sale satisfecho de la lectura y pensando en dioses tanto como en Lakeside. Y no digo más.

     No puedo sino alabar además la elección tanto de los personajes, como de la traducción que presenta esta magnífica edición ilustrada, ya que estamos ante un libro en el que casi cualquier cosa puede ser una pista y eso hace que la traducción o no de un simple nombre sea vital para que el lector no se pierda un solo detalle de los dejados por Gaiman en una novela que es, por encima de todo, original y diferente a casi cualquier cosa que uno haya leído hasta el momento de abrirla.

     American Gods es una espléndida novela cuya lectura recomiendo a casi cualquiera independientemente de si ha visto o no la serie de televisión o de si le gusta o no la fantasía. Y es que hay libros que merecen la pena ser disfrutados o, en mi caso, releídos.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

jueves, 17 de enero de 2019

Daniel Stein intérprete. Liudmila Ulítskaia


     "Siempre estoy helada. Incluso en verano, en la playa, bajo un sol abrasador, no me abandona esta sensación de frío en la espina dorsal. Debe de ser porque nací en invierno, en el bosque, y pasé los primeros meses de mi vida en una manga descosida de la pelliza de mi madre. A decir verdad, no se esperaba que yo sobrevivierta. Por eso, si hay alguien para quien la vida es un regalo, ésa soy yo. Aunque no sé si es un regalo que necesitara".

     Si a mi alguien me dice que un libro es la novela rusa de nuestro tiempo, es casi seguro que lo voy a leer. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Daniel Stein, intérprete.

     Conocemos a Daniel Stein, un judío polaco que consigue salvarse del Holocausto haciéndose pasar por un intérprete alemán. No solo eso, además ayuda en la organización de una huida de judíos del gueto de Emsk. Otros se quedaron y murieron, quizás por eso Daniel ve moverse su fe y eso le lleva a convertirse al catolicismo. Daniel entra en la orden de los Carmelitas Descalzos y se traslada a Israel. Una vez más no está en la situación más fácil del mundo.

     Daniel Stein existió. No solo eso, además la autora tuvo el privilegio de conocerlo personalmente. Y si digo privilegio es porque he leído este libro y comprendo la necesidad que tuvo de escribir sobre este hombre. De hecho, la propia autora lo dice a lo largo de la historia. Y es que no estamos ante un libro normal, una novela normal. Daniel Stein, intérprete es un libro polifónico en el que son muchos los personajes que tienen voz para narrar su historia. Aquí hay cartas, notas, grabaciones... y todo ello consigue dar una voz común: la del testimonio de una época no tan lejana y que ha marcado la vida de millones de personas. Un fragmento de la historia que se centra en la persona de Stein y en la fe y las crencias. Cómo iba a creer Stein en un Dios que permitiera lo que sucedió aquella noche en Emsk y cómo no reflexionar sobre ello.

     Ulitskaia nos pone a Stein como un modelo desde las primeras páginas a las últimas, un hombre no solo bueno, también interesante que no duda en poner la fe, la creencia y a la persona por encima de la doctrina. Sin embargo, esas reflexiones relacionadas con las creencias pueden ser un freno para muchos lectores. Más allá de la información que dan, uno siente ganas de conocer más de la vida de Stein y esa necesidad se ve frenada en su satisfacción debido a dichas reflexiones. Quizás por eso uno siente la sensación de estar ante uno de esos libros cuya sinopsis es hasta cierto punto engañosa. Yo creí que iba a estar ante una novela, un testimonio, tal vez y debido a la cubierta ante algo coral del tipo Paradero desconocido, y el resultado es algo muy diferente, lo que puede llevar a una decepción del lector que llega con una idea preconcebida. Es un libro pausado y reflexivo no una novela vital por mucho que siga la vida de un hombre.

     La compleja construcción de un libro como este muchas veces se refleja en una lectura caótica, sin embargo, esta vez la autora ha conseguido dar la unidad suficiente como para que el lector salga satisfecho en ese sentido. Pero, como no todo puede ser perfecto, hay una cierta homogeneidad en los tonos que termina por chocar. Voces que uno espera se diferencien ya sea por su origen, momento, edad o geografía que parecen diluirse hasta formar una suerte de voz generalizada como si de un narrador general existiera para, en lugar de transcribir esa supuesta literalidad de cartas y grabaciones, nos estuviera haciendo un collage de todo con sus propias palabras. Y tal vez por ello he salido de la historia con una sensación agridulce. De hecho, si tengo que ser sincera, y pese a lo interesante de la vida de Stein, me ha costado despegarme de la sensación de estar ante un proyecto demasiado ambicioso como para poder llevarlo a cabo con éxito o que, al menos en este caso, le ha faltado un último empujón. Pese a ello, y con todo, me ha gustado.

     Daniel Stein, intérprete es un libro diferente que nos acerca a una vida interesante pero al que le falta, al menos en mi caso, un último empujón para brillar.

     Tras esta lectura no he podido evitar buscar información sobre la persona que la protagoniza. Y vosotros, ¿hay libros que despieran vuestro interés sobre personas o momentos y os hacen investigar?

     Gracias.

martes, 15 de enero de 2019

El abrazo del monstuo. Félix J. Palma


     "Porque nada sucede solo, en el mismo momento en que su hija era secuestrada, Diego apuraba su tercera copa de vino de la noche. Antes de tomar otra, se recordó a sí mismo que había prometido no beber demasiado. En él, el alcohol tenía más efectos que la simple borrachera".

     Al igual que muchos descubrí a Félix J. Palma gracias a su libro El mapa del tiempo y desde entonces soy fiel lectora de cada novela que sale al mercado. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, El abrazo del monstruo.

     Conocemos a Diego, un escritor que alcanzó la fama con la novela policíaca Sangre y ámbar, en la que aparecía un villano al que llamaba el Monstruo. Miles de personas leyeron esa novela, pero Diego no ha vuelto a escribir nada que estuviera a la altura y todo el mundo, incluido su editor, le reclaman la vuelta del Monstruo. Han pasado años desde que Sangre y ámbar viera la luz, y Diego vive su vida junto a su mujer Laura y la hija de ambos, pero ahora el Monstruo que creó parece haber cobrado vida y, al igual que en la novela de ficción que escribiera, ha secuestrado a su hija y le reclama que pase unas pruebas macabras si quiere volver a verla.

     Unas setecientas treinta páginas. Esa es la extensión de la última novela de Félix J. Palma. Y comienzo diciendo esto porque entiendo que para muchos el tamaño si importa y cuando ven un libro extenso se sienten intimidados por el peso, la manejabilidad o el riesgo a estar ante una obra necesitada de una buena poda.
     Dos  días. Ese es el tiempo que me duró el libro. Comencé a leerlo una tarde que tenía libre y cuando lo dejé posado sobre la mesa, me fijé en que parecía haber avanzado mucho; superaba la página 500, tal y como pude comprobar con sorpresa al mirar el número a pie de página. Eso significaba que se me había pasado el tiempo volando y que la lectura no se me había antojado pesada. Buena señal, qué duda cabe. Al día siguiente, en cuanto tuve tiempo libre, lo terminé. Y siempre que me pasa algo así pienso si no es injusto para el autor que pasa horas y meses creando un mundo, con todo el trabajo que supone, para que el lector de cuenta de todo ese esfuerzo en un par de días. O tal vez sea esa precisamente la meta buscada por los novelistas. Lo cierto es que no lo se, pero vayamos con el libro.

     Si la metaliteratura está de moda, Félix J. Palma le da una vuelta de tuerca al concepto, con parto incluido, en su nueva novela para sacar de las páginas de la ficción escrita por su protagonista al malo de la historia. Y es que, si algo caracteriza el nuevo libro de Palma, es la capacidad que demuestra para dar esa vuelta de tuerca a casi todo. Ha sabido coger una gran parte de los ingredientes de moda y combinarlos en esta historia en la que además se permite el lujo de desvelar el gran secreto con más de un centenar de páginas de antelación al punto final demostrando que, más allá de descubrir quién es el malo, suele quedar mucho por decir. La novela alterna el aterrador presente vivido por Laura y Diego, padres de la niña secuestrada, con partes del libro que diera el éxito al protagonista que irán leyendo los distintos personajes que pueblan la historia. Eso provoca que comprendamos el miedo casi cerval del protagonista a que el Monstruo realmente haya trascendido de la ficción a la realidad llevando a cabo su macabro plan, ya que las similitudes son más que palpables. Palma busca la asfixia basada en la cuenta atrás y para ello propone un juego de tres pruebas a su protagonista en las que, si no cogen antes al Monstruo, deberá de demostrar de forma pública (al más puro estilo Black Mirror), que está dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de que su hija Ariadna siga con vida. Estos retos solo serán interrumpidos si se captura al secuestrador y mientras la policía comienza una carrera por encontrar al Monstruo y liberar a la niña, el lector no puede evitar preguntarse hasta dónde sería capaz de llegar en el caso de estar en el lugar de Diego. El propio protagonista se plantea si será capaz de cumplir con lo que se le propone y, si lo hace, qué atrocidad podría plantearle la siguiente prueba, dónde estará su límite. De este modo Palma consigue un juego de tensiones a las que el lector no puede permanecer indiferente, consiguiendo eso tan buscado que es enganchar a la lectura de su novela sin necesidad de usar trampas ni artificios.

     No puedo además dejar de señalar el placer que es leer siempre a Félix J. Palma, capaz de crear una imagen nítida en la mente del lector con apenas un puñado de palabras o de ir generando otra imagen, como el poder de una mirada, a través de una lenta cadencia de repeticiones más que agradables a la lectura. En cuanto a los personajes, parece haber optado por dar una dimensión completa al protagonista y dejar al resto, incluida Laura, en ese estado de conocidos pero no amigos que permite moverse a todos ellos entre actos loables o censurables como a casi cualquier persona que podamos toparnos en nuestra vida. Y es que, si algo me gusta de esta novela, es que Palma juzga a todos y cada uno de los personajes, incluido al protagonista a quien no salva de cometer errores. Eso los humaniza hasta tal punto, que me voy a permitir confesar que no me apenó en absoluto que pusieran un ojo a la virulé Diego, incluso me sonreí pensando que tal vez así espabilara.

     El abrazo del monstruo es un juego constante con el lector, una búsqueda del Montruo y un temor a encontrarlo tal vez más cerca de lo que nos gustaría, quizás en nuestros límites. Es un paseo gótico a ratos y angustioso a otros en una carrera contrarreloj que hará que a más de un lector se le pasen las horas volando. Creedme, se de lo que hablo.

     Y a vosotros, ¿os importa el grosor de un libro a la hora de comprarlo?

     Gracias.

lunes, 14 de enero de 2019

¿Sabes quién es? Karin Slaughter


     "Durante años, incluso cuando le quería, una parte de ella también le odiaba de esa manera pueril con que se odia aquello que no se puede controlar. Era terco, idiota y guapo, y de eso se servía para escurrir el bulto cada vez que cometía un error, y eran muchos los que cometía: siempre los mismos, uno tras otro, porque ¿para qué cometer errores nuevos si de los viejos siempre sacaba partido?"

     Ya he comentado alguna vez que no suelo ver la televisión. No por nada, simplemente me gusta el silencio y por ello prefiero la lectura a la televisión, sin embargo eso no significa que no busque muchas veces en un libro lo que otros en la llamada "caja tonta": simple entretenimiento. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, ¿Sabes quién es?

     Andrea Cooper, Andy, es una joven de 31 años que sabe todo sobre sus padres divorciados. Particularmente sobre Laura, su madre; una mujer que perdió un pecho por un cáncer pero que se ha sobrepuesto ala enfermedad y continúa su trabajo ayudando a personajes con problemas de habla. Sin embargo, un día sufren un asalto y la reacción de su madre para protegerla a ella sobrepasa con mucho lo que haría una madre cualquiera: incluso la policía se da cuenta de que parece una mujer entrenada para matar.

     Es curioso como todos pensamos que conocemos perfectamente a nuestras madres pero, casi con seguridad, nuestros mayores conocimientos son tras su maternidad o matrimonio. Poco sabemos de lo que fueron antes, de sus sueños e ilusiones o de las aventuras que corrieron. Andy se da cuenta de ello al ver a su madre salvarle la vida matando para ello a un hombre que había comenzado una matanza en el restaurante en el que se encontraban. De hecho, justo en ese instante su madre comienza a actuar como si fuera otra persona y Andy empieza a buscar indicios en la madre que ella conoce de la mujer que tiene delante y que le exige que huya. Una mujer que tiene todo dispuesto para que pueda huir pero que nunca le había hablado de ello. De repente hay hombres que parecen seguirla, asaltantes y una necesidad tremenda no solo de sobrevivir, sino también de saber. Así es como Andy comienza su viaje mientras Slaughter desarrolla una historia en la que se abre un segundo hilo temporal situado en el pasado. En este segundo hilo conocemos a los integrantes de un pequeño pero sanguinario comando que parecen querer luchar para cambiar el mundo, aunque su carismático líder pronto da muestras de esconder algo. Allí conocemos a cada uno de sus miembros y descubrimos que en este tipo de grupos hay manipuladores y manipulados, y las relaciones de dependencia que se llegan a crear para poder utilizar a los demás en propio beneficio.
     Es fácil pensar que entre ambos hilos, aparentemente inconexos, hay una relación. Y mientras ambas historias avanzan el lector se pregunta y hace cábalas sobre la posible relación entre ellas. No tardamos además en descubrirlos ya que la autora decide dar las pistas suficientes para que cualquier lector se adelante al "anuncio oficial" consiguiendo así esa sensación de bienestar de quien se siente un buen detective mientras el peso de ambos hilos pasa a ser la supervivencia o no de los distintos protagonistas. el futuro que depara a cada uno se sitúa en el punto de mira y eso permite a la autora liberar a la historia del resto de hilos, cerrando flecos que pudieran lastrar un libro de por si bastante ágil en el que, si bien las relaciones son importantes, es cierto que no se entretiene demasiado en dar juicios dejando esa parte al lector. Un lector que acaba con la sensación de esta ante un elenco de grises en el que, si bien hay malos definidos, buscar a los buenos sin mácula se vuelve un poco más complicado.

     La novela tiene momentos de violencia que son encarados de una forma frontal con descripciones precisas que no llegan a ofender al lector de estómago sensible, pero si a impactar en la retina en algunos momentos. Eso unido a una acción constante, convierten el libro en una buena opción para sentarse a leer unas horas alejándose del mundo. Además, aunque las novelas que tienen dos hilos siempre corren el peligro de que el lector se decante por uno y lea el otro en diagonal, en este caso la curiosidad por llegar al punto de unión es tal, que hace imposible que dejemos de lado ninguno de los dos y, una vez que las unimos, es incluso más interesante conocer ambas partes de la novela.

     ¿Sabes quién es? ha resultado una novela muy entretenida que, si bien no quedará grabada a fuego en mi memoria, si  que me ha hecho disfrutar de unas cuantas tardes de pura diversión.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

viernes, 11 de enero de 2019

Arrancad las semillas, fusilad a los niños. Kenzaburo Oé


     "Dos de los nuestros habían huido durante la noche, y por eso os pusimos en camino antes de que amaneciera, como era habitual. Para matar el rato, tendimos al débil sol de la mañana nuestros bastos capotes verdes, todavía húmedos a causa del diluvio caído la noche anterior, y contemplamos las turbias aguas del río, que entreveíamos más allá de unas higueras que se alzaban al otro lado del camino, del que nos separaba un seto bajo".

     Me faltan pocos libros por leer de este escritor, así que voy poco a poco. Hoy traigo a mi estantería virtual, Arrancad las semillas, fusilad a los niños.

      Durante la Segunda Guerra Mundial un grupo de adolescentes son evacuados de su reformatorio y comienzan su camino a un pueblo lejano situado entre montañas. en el pueblo, y ante el rumor de una epidemia, los niños son abandonados en el pueblo bajo amenaza. Ahora les toca intentas sobrevivir.

     A través de este grupo de jóvenes conflictivos a los que el autor ni siquiera concede un hombre, veremos cómo sobreviven, sus reacciones, penurias y organización como si se tratase de una microsociedad surgida de la más absoluta necesidad. Es decir, que frente a El señor de las moscas, obra con la que se ha comparado hasta la saciedad, que defendía el cáos y la competencia más dura y cruel en un estado de guerra casi permanente, Oé nos habla de una convivencia casi idílica una vez que se han suprimido el orden social y las jerarquías externas habituales. Es por eso que los habitantes del pueblo al regresar descubren que los niños siguen vivos y no solo eso, sino que se han organizado bastante bien. Unos habitantes que, comandados por el cruel alcalde, representan la fuerza y el poder en la versión más cruel y tirana. Un poder que es capaz de sobornar o amenazar, de hacer cualquier cosa con tal de conseguir que se restablezca "su" orden social basado en el miedo y el poder. Una sociedad en la que estos niños no son más que despojos de la sociedad que han de ser sometidos cuando no aplastados, y ese es justo el lugar que se les otorga, escuchándose tan solo a uno de ellos defenderse. Nuestro protagonista.

     Para narrar todo esto y unas cuantas cosas más Oé no necesita muchas páginas, al igual que tampoco necesita decirnos el nombre de los personajes. Y quizás por eso es por lo que la narración resulta tan impactante. La historia es dura, sí, el autor no busca suavizarla en ningún momento. Las cosas suceden y se plasman tal cual son, sin florituras o adornos que suavicen el golpe al lector. Lo que busca es la mirada limpia del protagonista para relatarnos lo que sucede y evita la explicaciones o reflexiones permanentes que son tan habituales en este tipo de novelas, en las que da la sensación a veces de que el autor teme que el lector no sea capaz de juzgar por si mismo los hechos. Oé consigue que el lector se sumerja en la historia, de hecho casi puede sentirse en esa aldea cuando los vecinos regresan al pueblo y la tensión del lector en ese momento es incluso superior a la de los niños que son plasmados con una mirada limpia en esta historia.

     Arrancad las semillas, fusilad a los niños, es una historia dura y triste que hace reflexionar al lector. Puede que tenga un final un tanto precipitado, pero terminada la lectura también nos damos cuenta de que ese era el final inevitable para una historia cuyo trasfondo supera con creces a las palabras en ella escritas.

     Antes comentaba que cuando un escritor me gusta voy leyendo toda su obra, pero poco a poco para que no se me termine. Y vosotros, ¿también os apena cuando no quedan más libros de los escritores que os gustan, o pasáis al siguiente sin mirar atrás?

     Gracias.

miércoles, 9 de enero de 2019

La mujer que no existió. Kate Moretti


     "Últimamente he soñado mucho con mi madre. No con Evelyn, la única madre que he conocido, la mujer que me crió y me dio amor y me enseñó a nadar en las frías aguas del lago Chabot, a hacer un meloso pastel de pacanas, a pescar con mosca. He pensado mucho en Evelyn durante los cinco años que han pasado desde que murió. Diría que he pensado en ella cada día.
     Pero en los últimos tiempos no dejo de soñar con la madre que nunca llegué a conocer".

     Ya estamos en enero de 2019, así que comienza mi búsqueda del thriller del año. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, La mujer que no existío.

     Conocemos a Zoe, una mujer joven y hermosa que se ha casado con el que fuera uno de los solteros más codiciados de Nueva York, Henry. Los Whittaker parecen una pareja modelo, pasean juntos, participan en actos de caridad y son felices: excepto porque Zoe no se llama realmente Zoe. En realidad esconce un secreto, el de su pasado y su identidad.

     Vale, ya lo se, no es un argumento muy original, pero para las fiestas Navideñas uno a veces solo busca entretenerse. Así que me sumergí en la historia de Zoe con la esperanza de desentenderme unas horas de luces y villancicos. Me encontré con una novela en la que Zoe toma la palabra para relatarnos, tanto su vida actual, como la pasada en una mirada casi permanente hacia atrás que se funde con el presente hasta llegar a trastocarlo casi por completo. Una novela en la que ella no parece ser la única que esconde algo o tal vez sea su propio estado nervioso el que la haga sentirse suspicaz con todo el mundo. Un argumento con un par de giros esperados, algún momento que llega a ser casi inesperado y una pizca de acción eran los ingredientes básicos de una trama relativamente sencilla que uno veía venir con bastante anterioridad salvo quizás un punto en el que la autora nos mantiene ciegos hasta el último momento. Y, a parte de lo dicho, la novela no he encontrado que aporte mucho más. El personaje de Zoe, central en la novela, no se sostiene ni en su desarrollo interior ni en sus propias acciones. Resulta sorprendente la facilidad que llega a tener esta mujer para olvidarse de que no quiere ser pública o simplemente olvidar que guarda ese enrome secreto sobre s vida a la vez que se lo cuenta a la primera persona que conoce: periodista. La sensación es que las 300 páginas de novela son insuficientes para conseguir una verosimilitud mínima para ese supuesto estado de tensión que nos dice la autora que sufre la protagonista; una mujer a la que acabé considerando una caprichosa que no sabía lo que quería y cuyo criterio variaba en función del viento que soplase
Y es que, el mayor problema ha sido la protagonista. No parecía saber ni siquiera ni cómo quería ser tratada por su marido, un personaje al que costaba también bastante comprender debido a las pocas explicaciones que nos daba la autora. Y eso que os puedo asegurar que no escatima en reflexiones, de hecho la novela tiene un ritmo bastante pausado precisamente por ese motivo y esa necesidad que parece tener la narradora de darle vueltas a todo una y otra vez sin decidirse ni, por supuesto, avanzar.

     La mujer que no existió es una novela entretnida que no aguanta una lectura en profundidad. Una pena.

     Y vosotros, ¿lleváis un recuento de vuestras mejores lecturas desde que comienza el año?

     Gracias.

lunes, 7 de enero de 2019

El vendedor de tabaco. Robert Seethaler


     "Un domingo de finales del verano de 1937 se desató una tormenta de violencia inusitada sobre la región de Salzkammergut. Hasta entonces, la vida de Franz Huchel había discurrido como un goteo anodino, pero esa tormenta le provocaría un vuelco tan súbito como trascendental. Ya con los primeros estruendos de los truenos lejanos, Franz corrió a la cabala de pescador que habitaban él y su madre en el pueblecito de Nussdorf, a orillas del lago Attersee, y se arrebujó bien en su cama, a salvo en su cálida guarida de plumones, para escuchar los inquietantes rugidos".

     Mi primer contacto con este autor fue el pasado año con su libro Toda una vida, una lectura sobre aislarse frente al mundo, y lo terminé satisfecha, con ganas de repetir. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, El vendedor de tabaco.

     Conocemos a Franz, un joven que abandona su pueblo para irse a Viena. Corren los años 30 y el joven Franz comienza a trabajar como aprendiz vendiendo tabaco mientras deja que la ciudad le deslumbre. Uno de los clientes de la tienda en la que trabaja es el Dr. Freud con el que entablará conversaciones sobre la vida y el mundo. Un mundo que cambia a marchas forzadas con el comienzo del nazismo.

     El vendedor de tabaco es una novela de tono a ratos nostálgico en la que el autor se anticipa a la Segunda Guerra Mundial. En este caso, nos da una visión muy generalizada de Viena en los albores del nazismo partiendo de la base de que todo lector sabe lo que sucederá en no demasiado tiempo. Este es el ambiente en el que sitúa al impreciso Franz, un joven que peca de pacato a ratos, que rechaza el las opiniones viscerales y al que aún le queda mucho por aprender de la vida. Es ahí cuando su amistad con un ya entrado en años Freud puede ser el aporte que necesita la historia, pero el autor no desarrolla demasiado al personaje, convirtiéndolo a veces en un hombre sin las inquietudes y conocimientos que se le conocen, lo que provoca la perplejidad del lector. Y es que uno tiene la sensación, pese a que hay momentos en que la descripción de la ciudad se convierte en una delicia, de que el autor se queda corto casi de una forma permanente. Quizás no como error para él, ya que incluso en el tono percibimos que lo hace de una manera consciente, buscando mostrar a través de los ojos de una persona normal los sucesos que marcaron el comienzo de una gran guerra, solo que se queda corto y termina por perder verosimilitud. Quizás si no hubiera elegido precisamente a Freud...
     Seethaler busca escribir una historia tierna, con momentos simbólicos y un protagonista que vive con sorpresa los acontecimientos que le rodean mientras aprende sobre el mundo para orientar a los clientes. Porque no solo se vende tabaco, se vende placer. Y precisamente esa es la sensación que uno tiene ante la rutina de Franz, la de una placidez calma que, como ya conocemos el futuro, no tardará en verse asolada.

     El vendedor de tabaco es una novela amable que se lee casi del tirón ante la que uno tiene la sensación de cuento más que de realidad.

     Y vosotros, ¿Con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

viernes, 4 de enero de 2019

Los falsificadores. Baldford Morrow


     "No llegaron a encontrar las  manos. Se pasaron días y semanas batiendo el ventoso litoral al sur de la autovía de Montauk, desplegándose por los helados matorrales que lindan con las dunas, peinando kilómetros de costa en busca de una sepultura improvisada donde hubieran podido enterrarlas. Tales esfuerzos, sin embargo, se vieron entorpecidos por las escasas horas de luz y los aguaceros de febrero, que borraron todo lo que podía haber revelado las alteraciones en la arena y la tierra medio congelada".

     No fue solo la cubierta y esa promesa de un libro sobre libros, sino también el tema de las falsificaciones lo que me atrajo de este libro. Hoy traigo a mi estantería personal, Los falsificadores.

     Adam Diehl, coleccionista de libros raros, aparece gravemente herido en su casa, con las manos amputadas y amputados también están los libros que le rodean, con páginas arrancadas. Nosotros conoceremos al narrador, pareja de la hermana de Adam que será interrogado junto a su novia por la policía y comenzará a recibir una serie de inquietantes notas firmadas por el mismísimo Henry James.

     Si no he dicho el nombre del narrador es porque no será desvelado hasta casi el final del libro y me ha parecido importante respetar este deseo del autor.

     Intriga literaria, y en el sentido más literal de la palabra, es lo que nos ofrece Morrow en esta novela. Adam muere en diez días tras el brutal ataque y no tardamos en descubrir que, al igual que el protagonista, era un falsificador. Y es en ese momento en el que Morrow despliega su maestría al tratar un tema tan atractivo como trillado en el mundo del arte. Es sabido que hoy en día hay falsificadores que cobran por sus copias precios más altos que los cobrados en su día por el autor original, pero esto no ha sido siempre así. De hecho, nuestro improvisado narrador relata como al descubrirse sus engaños fue expulsado del mundo de los libros y las dificultades que tuvo para volver a entrar en parte de los círculos que un día le aceptaron. Y con todo, este narrador especializado en falsificar la firma de Arthur Conan Doyle ya fuera en cartas, manuscritos o dedicatorias, no puede evitar dejar ver el orgullo que siente ante su excepcional e irreconocible trabajo. De este modo, este mentiroso profesional, un embaucador, un falsificador, es el encargado de darnos su versión de lo sucedido mientras que el lector comienza a preguntarse si no estará también mintiéndole a él. Con pequeñas disonancias aquí y allá el autor consigue que dudemos de cada palabra pronunciada por un narrador que no es totalmente opaco hasta casi el final de la novela, convirtiéndose en el ingrediente perfecto, el aliciente que nos hace seguir leyendo más allá de la curiosidad por saber quién mató al pobre Adam.

     "A qué negarlo, puesto que ni siquiera me avergüenzo: fui un falsificador de éxito. Hubo una época en mi vida en que nada me daba más placer que falsificar cartas y manuscritos de mis autores preferidos".

     No sería justo hablar de thriller trepidante ya que la novela es todo lo contrario pese a encontrarnos al futuro muerto en la primera página. En esta ocasión, con un misterio de salón, lo que nos propone el autor es dejarnos embaucar por este charlatán que hará uso de todas sus armas para engatusarnos en una historia en la que tendremos que descubrir cuánto hay de cierto en lo relatado, si creemos o no en su palabra y, por supuesto, si descubrimos quién es el asesino, y quién se esconde detrás de esas misteriosas cartas.

     Tengo que decir que Los falsificadores me ha parecido una novela tremendamente interesante y, sobre todo, muy muy divertida por ese tono a ratos socarrón con el que está narrada. Casi he tenido la sensación de estar escuchando a... contar su historia. Me ha gustado.

     Y vosotros, ¿también os dejáis llevar por los libros que hablan de libros?

     Gracias.

miércoles, 2 de enero de 2019

La mujer desnuda. Elena Stancanelli


     "El modo en que tuve la prueba de que Davide se tiraba a Perro fue increíble y ridículo como una leyenda urbana. Ya sabes, esas historias de la vieja que te lleva en su coche y a la mañana siguiente te enteras de que lleva más de veinte años muerta, o el cachorrito de perro rodesiano que al crecer se transforma en un monstruo caníbal".


     Tenía ganas de leer este libro y sabía que me iba a durar un asalto. Hoy traigo a mi estantería virtual, La mujer desnuda.

     Conocemos a Anna, una mujer de mediana edad que nos relata a modo de confidencia a una amiga la ruptura con Davide, el hombre con quien compartió su vida durante 5 años. Veremos el infierno al que ella misma se sometió tras conocer las infidelidades de Davide.

     Las relaciones amorosas terminan. Vale, no todas, algunas como la de mis padres se alargan en el tiempo durante toda una vida, pero todos sabemos que hay relaciones que terminan. Y los motivos para ese fin pueden ser muchos y ni siquiera importan siempre. Lo que importa es avanzar. Sin embargo, hay relaciones que no llegan a terminar por una de las partes. Uno de los dos vive anclado recordando una piel, una risa, un calor en la cama. Ni siquiera suele ser el sexo lo que se recuerde, es algo más cotidiano, más privado. Y cuando eso sucede, se puede vivir un infierno. Sobre todo si sabemos que la otra parte tiene a una persona a la que mirar, a la que sonreír, a la que dar calor con su cuerpo en las noches frías. Y eso es justo lo que le sucede a Anna. Ella descubre las infidelidades y, aunque es terrible, parece sobreponerse al golpe, para lo que no está preparada es para el amor. Davide siente algo por otra mujer y eso la sobrepasa. Ahora que ha pasado el tiempo, puede decirlo, puede desnudarse y confesar sabiendo que algunas de las cosas que hizo la despojaron incluso de dignidad. Buscar en el móvil, leer los mensajes, descubrir que sigues conociendo tanto a quien fuera tu pareja como para poder adivinar su nueva clave de una red social. Y pensar que eso es porque lo conoces más que "la nueva", en este caso Perro. Perro es la joven, más joven que Anna, con la que ahora está Davide. A Anna no le interesa su nombre, incluso cuando lo sabe le sigue llamando Perro. Porque tiene un perro, ya ves. Y es que Anna carga tintas en esa ruptura tóxica contra Perro en lugar de hacerlo contra Davide. Anna se pierde en un mar de sexo con desconocidos que no le lleva a ninguna parte, en sexo con Davide ajeno a los sentimientos, en fotos del coño de Perro y en la necesidad de merodear, de compara la nueva relación con la que ella tuvo y ver que la suya fue mejor. Alimentar la idea de una próxima ruptura entre Perro y Davide. Enfermar y competir con una mujer que ni siquiera sabe que está compitiendo y que precisamente por ello gana.

     Stancanelli consigue mostrarnos como una mujer racional y cerebral es capaz de cruzar la línea de la privacidad. Una mujer que veía el mundo de una manera y que ahora inicia un descenso a los infiernos en el que no hay cabida para la compasión. Se castiga incluso dejando de comer. Pierde la batalla consigo misma y se deja llevar por los peores fantasmas: la inseguridad, los celos el miedo al fracaso, la soledad... y de ese modo aquella que explicaba que hay relaciones que avanzan simplemente por la monotonía, descubre que por perder a una persona, se ha perdido en el mundo. Anna toma la palabra y mira de frente confesando cada uno de sus actos, cada consecuencia de esa ruptura y del dolor que le provocó. Ni siquiera se ampara en el derecho a ser víctima ya que ella, confiesa, también tuvo sus secretos que quedaron a la luz. Y es que lo verdaderamente bueno de esta novela es la ausencia total de disfraces o excusas por parte de la protagonista que, simplemente, se dejó arrastrar por una obsesión, consciente de que lo estaba haciendo, buscando tocar fondo. Ahora lo confiesa a su amiga, la que no la juzga, la que le deja hablar sin asustarse ni cambiar la mirada. Y es entonces cuando nos preguntamos de qué va realmente esta novela y nos descubrimos pensando que no trata de obsesiones ni de dolor o rupturas, trata de la amistad, de encontrar a alguien a quien confesarle cómo estamos para de este modo poder enfrentarnos a lo que hacemos mal. Y superarlo.

     Tal vez lo que busca Stancanelli con esta novela es que el lector en un momento u otro vea la opción de decir "podría ser yo", aunque no con ese nombre y necesariamente tampoco con una historia de amor. A fin de cuentas, somos humanos.

     Me ha encantado La mujer desnuda. Es una lectura poco común en los tiempos que corren.

     Y vosotros, ¿con qué libro habéis comenzado el año?

     Gracias.