"Mientras recorre a pie la Quinta Avenida a medianoche, Spofforth arranca a silbar. Desconoce el título de la melodía y tampoco le interesa; es compleja, la silba a menudo cuando está solo. Lleva el torso desnudo y los pies descalzos, solo viste unos pantalones caquis; siente el pavimento viejo y deteriorado bajo los pies. Camina por el centro de la ancha avenida; hay parches de hierba y maleza alta a ambos costados, donde las aceras se agrietaron y luego se deshicieron hace ya mucho tiempo, y así continúan, a la espera de unas reparaciones que no llegarán nunca. En los parches de vegetación, Spofforth oye un variopinto coro de chasquidos y del roce de las alas de los insectos. El sonido lo inquieta, como siempre en esa época del año: la primavera. Hunde sus grandes manos en los bolsillos. De inmediato, incómodo, las vuelve a sacar y comienza un trote largo, ligero, atlético, en dirección a la enorme silueta del Empire State".
Veamos si no me pasa como en la librería que pedí Sinsajo tres veces antes de encontrar el libro que traigo hoy a mi estantería virtual. Hoy traigo, Sinsonte.
Viajamos al futuro y nos encontramos un futro postapocalíptico en el que el ser humano ha sido sometido de algún modo por los robots. La cosa es que quedan pocos seres humanos, pero los robots tampoco es que hayan tenido mucha más suerte. En este mundo conocemos a Bob, un robot que algo hizo y que hay otra cosa que no puede hacer (suicidarse, esto os lo cuento porque así es como crea una suerte de fantasía para la que necesita a uno de los dos humanos protagonistas). Convive con Bentley y Mary que parecen ser de los pocos humanos que quedan vivos. Él que pensaba enseñar a leer y que ha visto como le han designado a hacer algo muy diferente, la ve inteligente y decide enseñarla a leer...
Sinsonte es una distopía en la que los robots han sido generados con una tendencia suicida menos el protagonista. Un mundo en el que un hombre sabe leer pero no es inteligente y otros que si lo eran no han llegado a crecer y en el que una mujer destaca y escapó a la criba para aparecer en un zoo de animales robóticos. Un lugar en el que no es legal leer y aprender y pueden detenerte y también obligarte a mantener la farsa del sueño de un androide. Es todo eso, sí, pero también es un conjunto de referencias al género, un lugar de películas que son un testimonio de lo que fuimos y un cierto análisis social en el que aparecen temas habituales como la desnaturalización, la superpoblación, la ausencia de niños o el control total por parte de entidades artificiales. Con todos estos elementos Trevis deja un relato lúcido en el que el futuro parece empujar a una vuelta al pasado que permita llegar a un final lo más feliz posible en un futuro no tan lejano. Como sucede en otras obras del género, los robots tienen el control, solo que aquí se les ha dado, es lo cómodo, eludir no solo tareas, si no también responsabilidades. De tal forma que el peso recae sobre la improbable figura del robótico protagonista. El que, como ya dije, no se pudo suicidar.
Destaco el giro final que no voy a comentar por razones evidentes pero que me hizo parar la lectura y pensar con una sonrisa en la mente del autor. Y es que es el broche perfecto para la decadencia que representa en la novela.
Sinsonte es una novela francamente entretenida que se lee de forma fluida y que hará disfrutar a los aficionados al género, que verán un clásico, tanto como a los que estén empezando a entrar en él.
Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias.
PD. Me siento orgullosa de haber terminado esta reseña sin hablar de Un mundo feliz, por poner un ejemplo, o hacer aclaraciones sobre las drogas que se toman en esta.
6 comentarios:
Esta vez no me animo que no es un género que suela disfrutar, pero me alegra que la hayas disfrutado.
Besotes!!!
Lo tuve en las manos un par de veces; ahora creo que me animaré con la lectura :-)
Un beso.
Mmm creo que esta vez, no.
Le tengo muchas ganas a este libro. Ya te contaré
Un beso y gracias por la reseña.
Ay, con lo que me gustaba a mí antes el género y lo alejada que estoy ahora. No me llama demasiado, gracias por contarnos qué te ha parecido.
No me hace falta más. Me has convencido.
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