"Comprendí hace muchos años que un libro, una novela, es un sueño que pide ser escrito igual que uno se enamora: el sueño se vuelve irresistible, es imposible hacer nada al respecto, al final te rindes y sucumbes por más que tu instinto te diga que salgas corriendo porque eso va a acabar siendo un juego peligroso: alguien saldrá malparado. Para algunos de nosotros, las primeras ideas, las imágenes, las manifestaciones iniciales pueden hacer que el escritor se sumerja automáticamente en el mundo de la novela, en sus amoríos y en su fantasía, en sus secretos. Otros pueden tardar más en experimentar esta conexión con mayor claridad, años en darse cuenta de cuánto necesitaban escribir la novela o amar a esa persona, revivir ese sueño, incluso décadas después".
Ellis es otro de esos escritores de los que leo todo lo que se publica. Desde aquel Glamourama no he fallado a una sola de sus citas y esta vez ni siquiera pude contenerme hasta que saliera la traducción. Hoy traigo a mi estantería virtual, Los destrozos.
La nueva novela de Ellis se adentra en el terreno de la autoficción desde las primeras páginas. Un agradecimiento y nota del autor que se sienten sinceros, con la dosis justa de ese punto de lo llevaba dentro y me marcó que seguramente esté ahí para prepararnos los sentimientos para lo que nos vamos a encontrar después. Porque volvemos la vista atrás a lo que debieran ser aquellos maravillosos años y nos encontramos mirando a Bret, el joven adolescente bisexual un tanto tímido con un grupo de amigos que no tiene nada fuera de lo común salvo, quizás, la forma en que se tratan las relaciones personales: naturalidad. Y a esa escuela a la que todos acuden llega un chico nuevo. Y a la zona un asesino en serie. Os lo imagináis, ¿verdad? La mente de Bret, hormonada, a veces bajo la influencia de determinadas sustancias y, sobre todo, que es la mente de Bret de la que todos sabemos qué personajes han salido, empieza a elucubrar sobre si la llegada del chico nuevo y la existencia de ese asesino guardan algún tipo de relación.
Ellis construye un libro que representa, por una parte, una época dorada de estudiantes que pasean y viven y todo es bonito y privilegiado (recordemos su título "Hombre blanco privilegiado" que se modificó para entender ese sentimiento que el autor ha marcado a lo largo de su vida en su obra) y hay cine y música y sexo. Sin preocupaciones aparentes. Salvo el nuevo y la sospecha, los asesinatos como obsesión para Bret.
Los destrozos es en definitiva una novela de formación, de paso a la vida adulta, en la que el futuro escritor, que está preparando Menos que Zero, sirve como llave para entrar al mundo que todos apreciamos de Ellis. Un mundo estético y vacío, de brillos, sonrisas, colores, sexo y drogas, un lugar cinematográfico habitual protagonizado por el holograma en que parece convertirse el protagonista, que mantiene una imagen que no es la suya, quizás ni siquiera lo que vemos debajo sea su imagen real, y le añade para regocijo de sus fans al asesino terrible que pasa a poblar los sueños del futuro escritor. Y mientras sus amigos parecen cubicar rápidamente la existencia del mal y seguir en su burbuja, Bret mira al nuevo compañero preguntándose si también es un holograma, si esconde algo malo... Una maravilla Los destrozos. Se siente como volver a casa, solo que esta vez es una casa terriblemente disfuncional.
Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias.
Detalles:
La primera imagen de la reseña corresponde a la edición en España por parte de Literatura Random House.
El resto de imágenes indexadas en la reseña se las hice a mi ejemplar The Sards publicado por Swift Press.
6 comentarios:
No me importaría leerla, que creo que me gustaría por lo que cuentas. EL problema es que se me acumulan los pendientes...
Besotes!!!
No he leído nada de este autor y siento curiosidad,¿cuál me recomendarías?
¡Gracias!
@Javi American Psycho o Blanco en una versión más ligera
Será tu ejemplar de "The Shards", no "The Sards" xD
Nunca me había gustado Bret Easton Ellis, ni sus novelas (Menos que cero, American Psycho) ni él mismo, pero ésta me atraía mucho y me ha dicho, por qué no.
Y vaya si he acertado. Por un lado siguen estando muchas de las características del Ellis que se hizo ultrafamoso allá por los ochenta, descripciones meticulosas de ropas, gente privilegiada sin problemas económicos, cultura popular, música, pero esta vez he encontrado la historia totalmente adictiva.
Con sus fallos (y vaya si los tienen) no resulta tan complicado empatizar con los personajes.
Hay truculencia (vaya si la hay) pero en píldoras. Y además tiene esa ambientación tan atractiva de principios de los ochenta cuando todavía hay vestigios de la década anterior (esas sectas pululando por California) y se empieza a vislumbrar el conservadurismo de la era Reagan
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