lunes, 26 de septiembre de 2022

Como un espectro / Miao Dao. Dos novelas de misterio. Joyce Carol Oates

 


     "Para cuando pudo pensar me ha pasado... a mí, ya era demasiado tarde. 

     Había comenzado de un modo tan inesperado. Casi, pensaría Alyce después, como si lo hubiera hecho otra persona. Ella se había quedado mirando perpleja a corta distancia. 

     No fue que estuviera borracha. Solo tan emocionada, tan exultante, tan... eufórica. 

     Que él incluso se había fijado en ella".

     Como un espectro.

     Dicen mucho de Stephen King, pero poco se habla de lo prolífica que es Oates. Hoy traigo a mi estantería virtual, Dos novelas de misterio.

     Conocemos a Mía, una joven preadolescente a la que todo parece salirle mal Desde el hecho de que su padre se haya marchado y ahora tenga un padrastro que parece se muda a su casa, pasando por unos compañeros de colegio que la importunan y la tocan burlándose. Así las cosas, donde mejor está es en un lugar abandonado lleno de gatos. Y allí, está Miao Dao, su gato favorito que, para ella, asumirá el papel que nadie parece querer asumir en su vida.

     También conocemos a Alyce, una estudiante brillante que tiene una relación con un chico que no quiere de ella mucho más allá del sexo si le apetece. Alyce se queda embarazada y decide llevar su embarazo en secreto, pero entonces aparece un profesor visitante, poeta, que se fija en ella convirtiéndola en su ayudante. Algo que, inicialmente, sería con lo que sentirse halagada, ya que lo admira. Pero no es en realidad como ella pensaba, así que Alyce se encuentra con dos hombres nada adecuados y un secreto.

     Sí, he hablado de las historias en el orden contrario al que vienen publicadas. El lector decide y yo he optado por ponerlas en base a lo que me han gustado. Y tampoco voy a ponerme a soltar el rollo sobre si son góticas o terroríficas.

     Y si comenzaba diciendo que Oates es prolífica, Siruela ha dividido Cardiff, by the Sea. Four Novellas by Suspense, en dos títulos, el que hoy os traigo y El legado de Maude Donegal. El hijo superviviente, que se publicó a principios de año, algo que dado el número de páginas de cada una, no veo necesario pero tampoco voy a ponerme a discutir. Lo que tenemos aquí es, por tanto, una recopilación de dos novelas de misterio. Firmadas por Oates, a la que sabemos se le dan bien los ambientes opresivos y las caracterizaciones de personajes que sufren algún tipo de tormento, y temas como el abuso, el poder y la misoginia, no podían dejar de estar presentes. Un ejemplo es Mía, que se siente ignorada por su madre mientras que los hombres, o niños, que la rodean, la colocan en una situación terrible o la incomodan o molestan y acaba buscando refugio en la colonia de gatos. En este título aparecen casi todos los elementos recurrentes de Oates, incluida su capacidad para ponerme los pelos de punta ante las situaciones ante las que coloca a sus protagonistas (mayormente femeninos). El acoso que sufre es escolar y también sexual; su padrastro no es bueno, pero eso no significa que su padre lo fuera o que su madre vaya a mover un dedo para ayudarla, y Oates sitúa al lector en esa incómoda posición de espectador que se retuerce en la silla esperando que, al fin, la autora decida dejar de hacer sufrir a su protagonista. Oates no es sutil y tampoco lo necesita, prefiere ser juez y verdugo sin piedad y eso hace que el lector muchas veces ya vea venir lo que va a suceder con sus personajes. Es decir, si un personaje es femenino, pues lo ubicamos y si es masculino... también sabemos el papel que va a representar. Aún así sus finales son adecuados y, volviendo a Mía, se sienten como naturales en la historia, sin necesidad de retorcerla para dejar boquiabierto al lector. De hecho Mía es un personaje típico de los últimos años de Oates y me ha recordado a otras protagonistas de novelas más largas; jóvenes que crecen y son capaces de ir poniéndose en pie pese a las circunstancias adversas que enfrentan.

     Hablo de una protagonista, pero bien podría hablar de la otra, porque los patrones se repiten en este dúo en el que, una vez más, los hombres son los verdaderos monstruos. Y es que Dos novelas de misterio condensa precisamente esa parte de Oates que sus lectores ya conocemos. No diré que es su mejor obra, pero es Oates, y eso ya es garantía de que está por encima de una gran mayoría.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

miércoles, 21 de septiembre de 2022

La autopista Lincoln. Amor Towles

 


     "El trabajo desde Salina hasta Morgen había durado tres horas y Emmett no había dicho ni una palabra durante todo el camino".

     Cuando uno disfruta de un libro tanto como yo del anterior título de Towles, se lanza a por el siguiente sin leer ni la sinopsis. Hoy traigo a mi estantería virtual, La autopista Lincoln.

     Conocemos a Emmett Watson, corren los años 50 y su vida no ha sido nada fácil. Por un lado sufrió acoso y además acabó con la vida de su acosador. Eso le supuso un castigo, y ha estado en una granja de trabajo de la que acaba de salir. Así se encuentra con su hermano pequeño Billy, ansioso por empezar un viaje que les llevaría a ambos junto a su madre y que para él parece representar una suerte de Odisea. Dispuestos para el viaje, no tardan en aparecer Duchess y Woolly y su viaje en busca de una nueva vida se convertirá en una suerte de Odisea hacia Nueva York, donde tienen un plan.

     Si en Un caballero en Moscú el protagonista nos e movía del hotel, en La autopista Lincoln de lo que se trata es de un doble viaje: por un lado está el viaje por carretera, importantísimo, y por otro el viaje vital del crecimiento. Contada desde diferentes puntos de vista, Towles no desaprovecha su historia de formación para dejar pequeñas reflexiones, como ya hiciera en su anterior novela, solo que en esta ocasión son más de calle, casi de autoayuda. Llena de personajes que aparecen y desaparecen, voy a optar por no ser original y quedarme con Ulises, el hombre que viaja sin su familia, y es que ya desde las primeras páginas somos conscientes del trabajo de construcción que requiere esta novela llena de detalles. Los cambios de vista, de tono e incluso de persona, dan como resultado una narración efectiva con un coro de voces con distintas historias y valores que son recibidos por un niño que aún no sabe en qué se convertirá, aunque tenga cada vez más claro en quién no.

     Para ello el autor utiliza la autopista Lincoln, una de las más emblemáticas del país, dejando claro que hay todo un homenaje a los viajes en carretera, tan populares recorriendo el territorio como utilizados en la literatura para narrar historias. Y es que si seguimos buscando la novela americana, no cabe duda de que habrá un viaje largo en carretera. Frente al confinamiento de su novela anterior, es casi abrumador percibir en este caso el viaje, el paisaje, los encuentros improvisados y las diferentes historias que surgen durante el camino y, sobre todo, hacerlo reconociendo los pequeños gestos y guiños de la prosa del autor. Y así es como acabamos ante una historia de historias, con un personaje que creía tener una ruta pero que ha cambiado, otro que busca a su familia, un tercero que acaba conociendo a Ulises y Duchess, que es un personaje merecedor de toda una historia.

     La autopista Lincoln es una novela que he disfrutado página a página recogiendo cada detalles de cada historia, viviendo uno de esos viajes que estaban de moda en las películas y libros hace unos años tal como Keourac nos dijo y que Towles recuerda recorriendo paso a paso. Desde luego, si sigue este camino, será un autor que haga pequeños homenajes a puntos literarios que fueron en algún momento clásicos. Y merecerá la pena seguir leyéndolo.

     Y vosotros, ¿también anotáis los nombres de los escritores que os enamoran a la primera?

     Gracias.

lunes, 19 de septiembre de 2022

La librería café de los gatos. Charlie Jonas

 


     "Llovía desde hacía horas. Susann Siebenschön estaba junto a la ventana contemplando los altos árboles verdes de la calle Eichendorff, que en ese caprichoso día de abril no le proporcionaban ningún consuelo. A su lado estaba Mimi, que, sentada en el alféizar de la ventana —blanca como la nieve y erguida como una esfinge—, observaba fijamente la cortina gris plateada plagada de incontables gotitas. 
     —Qué mal tiempo hace —dijo Susann. 
     Mimi no contestó. Era una gata y, como todos sabemos, los gatos no son especialmente habladores".

     No deja de resultarme curioso que tengan tanto éxito los libros que incluyen un gato en su argumento. Será porque yo no tengo uno, pero me llama la atención esa suerte de vínculo no explícito entre los gatos y los libros. Y claro, la ficción lo sabe. Hoy traigo a mi estantería virtual, La librería café de los gatos.

     Conocemos a Susan y a su gata Mimi. Susan se ha quedado viuda hace un tiempo y empieza a notar los achaques de la edad propios y los ajenos, que suelen ser esos que hacen que una persona vaya perdiendo amigos y conocidos. Es entonces cuando decide realizar un viaje: repetirá el que realizaba con su marido a Isquia, y así se lo dice a una mujer con la que ha trabado una amistad improbable: Leonie. Además, alguien tiene que cuidar de Mimi durante las tres semanas que durará el que posiblemente sea su último viaje. Y así es como Leonie, a quien ni siquiera gustan estos animales, se encuentra con Mimi en su casa y descubre que tener un gato puede ser complicado, sobre todo si el gato decide que lo va a ser. Así las cosas Leonie empieza a estar desesperada, y esa desesperación la lleva a una gran idea: su amiga Maxie adora los gatos. Y la pide que se lo cuide. Maxie está imersa en el proceso de abrir una librería con los libros que su tía le ha dejado en herencia y recibe a Mimi entusiasmada. Además Mimi parece feliz a su lado y más aún en la librería.

     Con este argumento la autora nos deja una novela feel good con la que busca que los lectores sonrían y en la que se mezclan temas amables que empujan a los protagonistas a encontrar su lugar en el mundo. Ya sean las vacaciones de una anciana que empiezan entre recuerdos y la llevan a conocer al dueño de una tiendecita; o Leonie y su búsqueda de futuro o bien Maxie, que parece encontrar en la librería el lugar exacto que la hace feliz. Y las tres mujeres vivirán su sueño, su esperanza en el amor y su capacidad para seguir adelante con Mimi dando paseos a su lado. Solo que de Mimi prefiero no contaros nada, estropearía la sorpresa.
     La idea con este tipo de novelas es que el lector pasee por Isquia, sonría con los pequeños detalles y frunza el ceño con las decepciones, que las hay, pero acabe la novela con un buen sabor de boca (y en este caso esa expresión es casi literal) por haber pasado un buen rato. Y a eso le une los libros y los gatos, dos temas importantes tanto en la ambientación como en la trama real ya que sin la petición de Susan ni siquiera habría librería con gatos. El proceso desde la petición hasta esa librería con gatos, es entretenido y amable algo que parece no tenerse en cuenta a la hora de valorar muchas novelas pero que, si me preguntan a mi, es una función vital de la literatura.
El tono además de Jones es cercano, casi como si te hablara una amiga delante de un café y un rollo de canela, y eso lleva a los lectores a involucrarse en la historia lo suficiente como para que haya momentos que resulten emotivos o simplemente para que teman el regreso de Susan, ya que eimplicará que Leonie confiese la existencia de Maxie y su cuidado de Mimi cuando, además, Maxie y Mimi parecen felices juntas. Como digo una trama muy sencilla y un texto amable con una prosa limpia y una pequeña sorpresa final que, más que sorprender, busca agradar. Y lo consigue, no en vano este género es llamado feel good.

     La librería café de los gatos es una novela amable que se lee en un rato y que deja al lector con una sonrisa en los labios tras haber pasado un par de tardes entretenidas. Y eso es algo que deberíamos de valorar mucho.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

miércoles, 14 de septiembre de 2022

Hermanas. Daisy Johnson

 


     "Al principio solo había tierra..."

     Periférica es una de estas editoriales que, sin hacer mucho ruido, se ha ido colando en mis estantes hasta dejar una parte de mi biblioteca dominada por el rojo. Por eso muchas veces cojo sus libros sin apenas fijarme en la sinopsis, se han ido ganando su hueco. Hoy traigo a mi estantería virtual, Hermanas.

     Conocemos a Julio y a Septiembre, dos hermanas que, como suele suceder, tienen un carácter muy diferente. Aún así, están muy unidas. Cuando las conocemos, ambas hermanas se mudan de Oxford con su madre Sheela, Escritora de literatura infantil, a una casa en no muy buen estado cerca de la costa. Un lugar más o menos perdido en el que los días pasan y las niñas apenas hacen nada y la madre está deprimida... Y el lector sabe que antes de mudarse, algo sucedió.

     Y esta última frase es el motor de la novela. Johnson lo usa para establecer una novela agobiante sobre un suceso ya acontecido que marca toda la historia. Las hermanas se quieren, se protegen... ¿hasta dónde? Y luego está la casa, que se cae literalmente a pedazos, en la que nada parece correcto, ni siquiera la luz. Un lugar que marca una atmósfera y que viene ayudado por una madre que no está, casi un fantasma de carne y hueso. Y a esto hay que unir a July como narradora, un personaje realmente fascinante sobre todo en su relación con una hermana que parece hablarle cuando no habla realmente (y me permitiréis que dejé esta imagen críptica para no desvelar más), pero el hecho es que donde otros han mostrado una ventaja, una virtud, algo reseñable, yo empecé a agobiarme con ello. Esto se ve acentuado porque la novela no está solamente relatada por July (Sheela es objetivo del narrador en tercera persona permitiéndole dejar así algunas frases demoledoras), y ni siquiera es lineal, vamos recogiendo piezas de un puzzle en el que la personalidad de las hermanas se va definiendo y levantando en torno a lo sucedido antes del viaje. De este modo lo que empiezan siendo una novela un tanto perturbadora se retuerce hasta alcanzar la novela psicológica con una sorpresa que no lo es tanto y que, precisamente por eso, se convierte en algo tanto o más efectivo.

     Hay que unir a esto la eficiencia de la narración en la que descripciones terribles con realizadas de una forma casi poética que acentúa el significado de algunas frases que me ha sido imposible no anotar. Y dentro delo perturbador, reconozco que me he reído incluso en voz alta con un guiño que venía a confirmar una de las influencias que percibía en la autora, y que no es otra que Stephen King, aunque llevado a un terreno más adulto. Y es que la novela llega un momento en el que se acerca peligrosamente al terror tanto como lo hizo Luján en aquel Subsuelo con el que comparte hormigas.

     Hermanas es una novela efectiva sobre la familia, el amor, la identidad o el abuso que se percibe de forma abrumadora desde las primeras páginas. La autora nos coloca en un lugar incómodo en el que algo no encaja, o tal vez no encaje nada, para dirigirnos hacia un final por un camino lleno de alusiones, a ratos pervertido, en el que no dejamos de preguntarnos si ya sabemos lo que nos va a decir. Una novela gótica que me ha hecho descubrir a una autora con la que voy a repetir.

     Y vosotros, ¿tenéis editoriales que son un "puerto seguro"?

     Gracias.

lunes, 12 de septiembre de 2022

Los chicos de Hidden Valley Road. Robert Kolker

 

     "Hermano y hermana salen juntos de su casa, cruzan la puerta corredera de cristal de la cocina y salen al patio trasero".

       No sé si se juzga un libro por la cubierta pero a mi esta me llamó la atención poderosamente. Hoy traigo a mi estantería cultural, Los chicos de Hidden Valley Road.

     Conocemos a Don Galvin y a su esposa Mimi, una familia acomodada de Texas en la que él, padre del año 1965, y ella, ama de casa que incluso cosía la ropa para sus hijos, forman una gran familia de 10 hijos y 2 hijas: 12 hijos en total para esta enorme estampa que convierte en literal la expresión de la gran familia americana. Cuando su hijo mayor empieza a actuar de forma extraña, parece ser él mismo quien se de cuenta de que algo le pasa. Y la tragedia no tarda mucho en comenzar: Donald padece esquizofrenia. Y así, paso a paso empiezan a caer un hermano tras otro en las garras de la enfermedad desconocida hasta que un total de seis son diagnosticados. Una enfermedad que destroza una familia desde dentro tanto por la incomprensión como por la incapacidad para hacer nada, el miedo a la locura y también por los actos que cometen los hermanos enfermos.

     Kolner escribe en esta tremenda novela la caída en desgracia de una familia que hubiera debido de ser modélica y que, además, existió. Así el lector va viendo como comienzan las peculiaridades en el comportamiento de los hijos enfermos, que además parece que se van acentuando de hermano en hermano llegando uno de ellos a abusar de forma repetida de sus dos hermanas y convirtiendo así el relato de "los cuerdos" en una pesadilla aún más inimaginable que la poca locura. Y uno a uno empieza la cuenta de los hijos afectados por esta enfermedad y va viendo como la familia se siente maldita, los hijos temen ser el siguiente en caer y los padres se desesperan al no saber qué hacer con lo que les está sucediendo. La medicina no parece estar preparada para el diagnóstico y mucho menos para la prevención y hay opiniones para todos los gustos, una incluso llega a culpar a la madre por la forma en que haya criado a sus hijos, mientras se busca, cada vez con más desesperación una solución al problema que tienen. Kolner no deja la pesadilla y, si bien una se vive de puertas adentro, la del reguero médico no da tampoco muchas opciones de permitir a la familia despertar del mal sueño y es que ni siquiera la persona que parece acercarse más va a ser capaz de tener la solución mágica a una enfermedad que hoy en día sigue siendo en gran parte un enigma. La esquizofrenia, tal y como dice el autor, no se trata de una enfermedad en la que el enfermo desarrolla personalidades, si no que lo que hace es ir despegándose de la realidad hasta que su realidad y la nuestra difieren. Algo tan complicado como suena y un escenario tan asfixiante como para lograr que el lector se revuelva entre las páginas de esta novela. Y es que Don y Mimi verán tratamientos terribles y agresivos que no querrán realicen a sus hijos mientras observan y padecen sus comportamientos erráticos y, por supuesto, mantienen no solo las apariencias si no que intentan no suspender las rutinas que se suponen en una familia. Y esto es precisamente lo que engrandece la novela, el hecho de que, aunque la locura sea un tema vertebral, el autor muestra como la apariencia incluso privada, es importante para que la familia siga en pie y refleja de este modo uno de los motores de las microsociedades americanas de la época.

     Kolker deja una novela en la que se alterna la vida familiar con el tema de la esquizofrenia. Habla de avances y retrocesos y realiza un recorrido en el que la familia Galvin fue vital para realizar avances en poco tiempo, pero ni así se ha podido llegar a la cura. Una contribución que fue más allá, por otro lado, de la médica ya que su pesadilla se hizo conocida y eso hizo que un estigma fuera empezado a verse desde un ángulo diferente: ellos daban pena.

     Los chicos de Hidden Valley Road es una historia emotiva y asfixiante, la de una familia que quería ser perfecta y vio como sus miembros caían uno a uno en el estigma de la locura. Una novela perturbadora que logra conmover y horrorizar al lector a partes iguales, una novela dura que se centra en la búsqueda del sueño americano de la familia perfecta y en su destrucción. Y es que si hay, o al menos se busca, la Gran Novela Americana, este título debería de llevar la etiqueta de Gran Novela de No Ficción Americana. Tan dura como recomendable.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.


miércoles, 7 de septiembre de 2022

Los falsificadores de pimienta. Monika Sznajderman

 


     "Probablemente, el recuerdo más antiguo de mi infancia esté relacionado con la cocina, y más concretamente con la mesa de la cocina. La ventana daba al patio de luces—un verdadero pozo sin agua—de la finca situada en la céntrica calle Okólnik de Varsovia. La mesa estaba arrimada a la ventana y, hasta donde alcanza mi memoria, nos sentábamos a ella en un orden inalterable: a la izquierda, mi padre; a su vera, yo; en la cabecera, mi madre, y a la derecha, por el lado de la ventana, la madre de mi madre, es decir, la abuela Maria, y el abuelo, y, según el día, también alguna prima o alguna tía de mi numerosa familia polaca. La mesa estaba cubierta con un variopinto mantel de hule floreado. La cocina estaba siempre a oscuras y la luz permanecía encendida a todas horas, porque el sol no entraba en aquel patio-pozo. Además, sobre la mesa se cernía siempre una tensión inmóvil, palpable incluso para una niña. Mi padre era poco hablador, por regla general permanecía callado, y quien llevaba la voz cantante en las conversaciones era la abuela. En cuanto ella abría la boca, saltaban chispas y se producían pequeñas descargas eléctricas. Mamá se limitaba a apaciguar las disputas".

     Acantilado es una de esas editoriales a las que vuelvo como puerto seguro cuando necesito saber que no voy a fallar. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Los falsificadores de pimienta.

     A lo largo de esta reseña me voy a aprender el apellido de la autora letra a letra. Lo sé. Y es que Sznajderman cuenta en su libro que se dio cuenta con el tiempo de que apenas sabía nada de la familia de su padre. Es decir, todos tenemos una rama familiar por cada uno de nuestros progenitores y, queramos o no, siempre se cuentan historias sobre las familias: el abuelo, el tío... y Sznajdermann en cambio solo disponía de la parte materna de esas historias y conocimiento. Sobre la familia de su padre se cernía un silencio no marcado que quería desentrañar. Y por eso decidió investigar y contar esa historia que parecía ocultársele, sin saber que se iba a encontrar en la IIGM, con una infancia en un campo de concentración y un silencio que quizás buscaba no revivir pesadillas y mirar hacia delante.

Hay que tener en cuenta además que el retrato incluye a la mitad polaca, por cierto. Pero empecemos por la primera parte, un verdadero ejercicio de recuperación familiar tratado siempre desde el máximo respeto. Una historia desgarradora de judíos en campos y silencios llenos de cicatrices con el que la autora realiza un retrato ya conocido pero dentro de su ámbito privado y es que muchas veces se ficcionan tanto las historias, que olvidamos que fueron reales. Y en este caso en particular, la autora descubre que guardar silencio ha sido una forma de avanzar pero otra tal vez lo sea el no dejar que caiga en el olvido. Y tras esta parte la segunda, la historia de su parte materna, la polaca, la bien situada que durante muchos años ni siquiera miró a los judíos, algo que le obliga a fijarse precisamente en la actitud de este tipo de familias respecto a lo sucedido y que desgarra a narradora y lector por partes iguales a la vez que nos enfrenta a las distintas versiones del género humano. Y así, lo que parecía una historia sobre la guerra y campos y judíos, se torna también en el reflejo de una sociedad que mira por encima del hombro a una raza, si acaso útil o exótica. Y es precisamente este punto, sabido por un lado, desconocido quizás por otro y un descubrimiento para la autora que no se ha movido de su ámbito familiar, el que da una profundidad a la novela convirtiéndola en más que una simple biografía.
Por supuesto, como buena biografía de escritora y editora, nos encontramos referencias e hilos de los que tirar para seguir leyendo sobre un tema del que nunca estará todo dicho.

     Los falsificadores de pimienta es una novela densa que avanza más allá de la simple investigación y el deseo de obtener una voz perdida. Es un retrato personal y privado de uno de los momentos más desgarradores de la historia contemporánea del que, estoy segura que os he dejado la duda sobre cómo un niño de un campo acaba con una niña de una familia polaca terrateniente. Nunca hay que contarlo todo. Merece la pena. Leed.

     Y vosotros, ¿sois lectores de biografías?

     Gracias.

     

lunes, 5 de septiembre de 2022

El estandarte. Alexander Lernet-Holenia

 


     Regresamos del parón veraniego a colocar libros en la estantería virtual. Hoy traigo, El estandarte.

     Conocemos al alférez Menis cuando es trasladado. No tarda en fijarse en una bella joven, Resa Lang, lectora de la archiduquesa que no duda en enviarlo lejos. Como es lógico no tarda en regresar, ya que hay una historia de amor por vivir.

     La caída del Imperio Austrohúngaro tras la IGM es un tema vasto e interesante que se ha tratado muchas veces en la literatura y que vertebra realmente la novela que hoy nos ocupa. con un tono misterioso y giros que no siempre parecen programados, ni siquiera verosímiles, esta novela de aventuras comienza con el encuentro entre el protagonista que nos cuenta la historia, Menis, y un mendigo en plena calle. Algo que puede parecer trivial pero que, como sucederá en más escenas de la novela, es una buena representación de cómo está el sistema militar del país y es que el mendigo parece un cabo del regimiento del narrador. Menis, como veremos, ha estado convaleciente y ahora tras reincorporarse ha llegado a Belgrado donde se enamora a primera vista. Un enamoramiento este que ya da comienzo de forma complicada o tormentosa y que parece dar pie a una serie de enredos hasta que la novela se militariza. Cambia de tercio y el autor desgrana punto por punto campañas y largas cabalgadas del ejército de un imperio que se desploma y queda nuestro narrador encargado de proteger el estandarte que da título a la novela. A partir de aquí, ya que no lo voy a contar todo, se abre el dilema que da lugar al final en una novela que, si bien he disfrutado, no he podido dejar de notar que va de más a menos y cuyo final no ha terminado de convencerme en una novela entretenida en la que las aventuras se suceden sin pausa para los protagonistas.

     El autor se maneja mejor que nadie en los temas militares y no le importa sacrificar la credibilidad de los sentimientos o exagerarlos para que vayan más rápido si eso le permite tener hueco para unas cuantas páginas más de gestas, territorio en el que se le nota mucho más cómodo y suelto con la pluma.

El resultado de todo esto es una novela de aventuras que resulta amena y que tiene mucho de fresco del momento en el que el lector es espectador de primera línea de uno de los momentos cruciales de la historia sucedido finalizando a IGM. Cargada de momentos simbólicos y escenas francamente visuales, puedo decir que he disfrutado de la historia.

     El estandarte es una novela entretenida con momentos incluso brillantes en la que la caída de un imperio es puesta ante los ojos del lector que asiste a la puesta en escena desde dentro del huracán.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.