lunes, 27 de marzo de 2023

Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer. David Foster Wallace

 


     A estas alturas nadie se sorprende si digo que DFW es uno de mis escritores de cabecera. Eso no significa que haya traído toda su obra, pero sí que poco a poco y título a título irán llegando. Hoy traigo a mi estantería virtual, Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer.

     Estamos en este caso ante una recopilación de ensayos, artículos y pensamientos en general del autor. fueron publicados en sus revistas habituales, como Esquire o Harper's y tratan temas que estuvieron de moda no hace tanto y que todos seguimos conociendo hoy en día. Por esto de que el hombre es el mismo animal que ve una piedra y se tropieza, se cae, se la lleva a casa, le pone nombre y la coloca en lo alto de la escalera para verla (o no) cada día al bajar a la calle, voy a empezar aclarando que DFW se usa a sí mismo y sus propias experiencias como diana para su mordacidad. Dicho esto hay que añadir que es particularmente divertido el ensayo sobre el crucero, así como varios en los que el turismo es analizado de forma despiadada tanto de forma individual como en su modo rebaño. Explicarán qué se come y cómo tanto como el olor a salud de las zonas rurales, invariablemente asociado a los excrementos de animales como vacas, y dará datos de cada una de las cosas en las que en su día se fijara dejando que sea el lector quien decida su sinceridad. Esto es; un sector dirá que se siente como el autor fingiendo que nunca estuvo al otro lado mientras que otra parte será realmente el autor, que estuvo en un lado que critica porque "el que está libre de pecado que tire la primera piedra".

     El crucero, por si alguien se lo pregunta, era uno de esos viajes a todo trapo por el Caribe bajo la naviera Celebrity Cruise Line, del cual el autor no deja punto sin remover, pasajero sin descubrir o bingo que señalar. Es relevante decir que en este libro, como en todos los demás, el lector se va a encontrar una profusión de notas a pie de página. Esto es así porque DFW se mantiene fiel a su costumbre de utilizar las notas como una parte de la narración sin la cual no hubiera sido posible concebir ni el libro ni su lectura. Y sin embargo no es el fin último de la narración el lograr que los lectores se diviertan. Más allá de toda duda razonable, el autor realiza un ataque al hedonismo aceptado por quienes realizan cruceros y soñado por quienes miramos en webs año tras año su precio.... pero no. Y es que el ser humano se acostumbra rápido a ser complacido en cada deseo, sobre todo en los que no sabía que tenía, y no tarda en verse con el derecho a disfrutarlo y el deber de pedir más.

     Algo supuestamente divertido... es efectivamente divertido, pero hay que señalar que está fuertemente influenciado por la cultura de los noventa, lo que supone que el paso de los años y las generaciones han provocado una pérdida de enganche para los lectores que no conozcan el contexto de la obra. Con todo, muy recomendable para pasar un buen rato.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

miércoles, 22 de marzo de 2023

Los amantes de Coney Island. Billy O'Callaghan

 


    "Aquí sopla un aire gélido. Ya hacía un día de perros viniendo de Manhattan, pero nada que ver con esto. Aquí reina la desolación más absoluta. La hora pasada en el tren ha sido una hora a resguardo del viento, y ahora es casi mediodía y parece que no tardará en nevar".

     Llegué por la cubierta y me quedé por el título. O algo así es lo que me ha sucedido con este libro. Hoy traigo a mi estantería virtual, Los amantes de Coney Island.

     Conocemos a Michael, irlandés, y Caitlin, irlandesa/estadounidense. Son amantes desde hace 25 años, son personas casadas con otras personas y O'Callaghan nos va a dar la oportunidad de acompañarlos en un encuentro que se dilata a lo largo de unas cuantas horas. Un último encuentro.

     Lo que nos cuenta O'Callaghan es la historia de dos personas que se conocieron en el momento equivocado y que han mantenido una relación clandestina hasta llegar a la mediana edad. Ambos se casaron jóvenes, cada cual con su pareja, tanto que el amor de su vida apareció justo después, y tuvieron la certeza de que no iban a conocer a una persona igual. Ahora, a sus cuarenta y tantos años, la vida es más reposada, son amantes sin esa pasión del comienzo o tal vez de la juventud, o quizás sea que el desgaste de respirar se extiende a todas partes. También a sus cuerpos que disimulan como pueden el deterioro normal sin saber que el que ama ve en ello otras señales que hace que una nueva forma de amor aparezca. Ese que mide el tiempo que queda, que se siente en el tiempo regalado, en la zona de descuento. Caitlin tiene algo que decirle, pero él se adelanta para contar la enfermedad de su esposa y ella le comprende, siente lo sucedido, se da cuenta de que su futuro es ser una isla. Pero aún así lo comenta porque eso es lo que hacen las parejas: compartir.

     Toda la historia es triste, el tono, el fin de los días, el invierno, el frío que cala los huesos, la tormenta, la sombra de la vejez... Como ya hiciera James Salter O'Callaghan apuesta por el realismo vestido de elegancia que muestra sus puntos débiles. Y es una historia compleja, porque no es una historia del amor de dos, se trata de cuatro. El autor nos habla de los dos protagonistas, pero con veinte años de relación es imposible no hablar también de Barb y Thomas, los engañados, los que viven sin saber qué sucede realmente pero pierden hijos, cambian de empleo y aman de forma incondicional a quien creen que tienen a su lado. Solo de este modo puede uno llegar al final de la historia, de la relación, y decidir el juicio. Saber si el silencio entre Caitlin y su esposo se debe en parte a que ella tiene una vez al mes otro lugar o si tal vez sea eso precisamente lo que ha mantenido a la pareja. De algún modo, en las vidas ajenas y en las relaciones, a veces todo es gris. Y es que escribir una novela de amor sobre una base como esta puede ser complicado y uno se pregunta tras la certeza de haber asistido a ese último encuentro si en realidad ese bloqueo que les impedía elegir no era otra cosa que una sobra de egoísmo puesto que al final, cuando hubo que hacerlo, nos dejaron ser testigos de esa última vez. Y ahí, queridos lectores (parece decirnos el autor), no tuvieron ninguna duda de dónde o con quién se quedaban.

     Los amantes de Coney Island es una novela béllamente escrita que muestra el paso del tiempo en distintas capas.

     Hoy ha tocado un poco de romance, así que decidme, ¿sois lectores de romántica?

     Gracias.

lunes, 20 de marzo de 2023

Solo la noche. John Williams

 


     El problema de escribir una novela brillantes es que se come todo lo demás que publique ese autor. Sobre todo si se trata de un hombre que ve llegar un éxito tardío. Eso sucede con Stoner, más famoso que su creador, John Williams. Hoy traigo a mi estantería personal, Solo la noche.

     Coocemos a Arthur Maxley, exuniversitario y vividor. Un hombre que va y viene gastando dinero y aparentemente sin demasiado control que pronto adivinamos está reprimiendo algún tipo de experiencia traumática que se le ha quedado adherida como una segunda piel. el lector seguirá a este joven durante 24 horas

     Si Stoner fue un éxito apabullante fue gracias a un redescubrimiento por casualidad. Los lectores se movieron en masa a descubrir a su creador mostrando un entusiasmo que no llegó a trasladarse a ninguno de los otros títulos. Ahora se publica su primera novela, una obra que escribió con poco más de veinte años y de la que muchos se han apresurado a señalar puntos de genialidad sin tener en cuenta que se trata de la primera y que el lector puede no ser justo con este punto, sobre todo si llega espoleado. Hay que tener además en cuenta el momento en el que fue escrita y que fue durante la IIGM en un momento en el que el autor se recuperaba de un accidente que acabó con la vida de muchos de los tripulantes de su avión. Es evidente que no tiene nada que ver este trauma con el del protagonista de su novela tanto como que ambos, protagonista y autor, compartirán un fijo común en la personalidad.

     La novela es inmadura, a ratos incluso pesada y el protagonista, insufrible. Esto último se lo perdono porque a mi me gustan las personas, incluso escritas, que no me dejan indiferente. En cuanto al resto el autor hace bailar a su caprichoso protagonista entre una maraña de recuerdos fugaces con alguna imagen potentemente onírica hasta llegar a un final a secreto descubierto que no ha terminado de convencerme. 
Siendo esta una apreciación imparcial y única podría hacer otra ahora desde el punto de vista del lector de Williams enamorado tanto de Stoner como de Butcher's Crossing. si usted pertenece a este segundo grupo encontrará en Arthur la represión, el break entre la vida interior y la exterior y alguna escena que se sucede a modo de descubrimiento que hace crecer al protagonista, en otro caso bastante gris. Descubrirá los comienzos buscando en sus letras rasgos definidos e identificables en el tono, esa sutil apatía revestida de calidad literaria que marca a sus narradores junto con la sensación de que quien ha escrito el libro tenía el control absoluto de sus personajes y que, aún así, se percibe una parte de él en cada uno.

     Solo la noche me ha gustado, pero, sobre todo, ha satisfecho una curiosidad.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

lunes, 13 de marzo de 2023

El caballo ciego. Kay Boyle

 

     "La mujer y la joven empezaron a desnudarse en los arbustos próximos al agua. Se quitaron las prendas con recato, guardando las distancias y dándose la espalda para no sorprender la púdica carne de la otra".

     No sé por qué me llamó la atención esta novela desde el momento en que la vi en la mesa de la librería, pero tenía que leerlo. Hoy traigo a mi estantería virtual, El caballo ciego.

     Podríamos decir que conocemos a la madre, que no necesita nombre porque el cargo ya le viene dado. Una mujer dominante que sabe de caballos y más aún de dominar una vida familiar que le resulta claramente decepcionante. Su hija es Nan, la juventud testigo de la relación de sus padres que sueña con irse de casa en cuanto llegue a la mayoría de edad. Y Caby, el padre; bebedor, artista fracasado y una decepción constante para su esposa, no tanto así para su hija. Y entonces Caby compra el caballo, Brigand, del que Nan se enamora.

     Pocas veces se han descrito triángulos tan complicados como los familiares. A fin de cuentas un triángulo amoroso está formado por tres adultos que deciden qué hacer al respecto mientras que los lazos de la sangre, indelebles cuando implican a un hijo, son mucho más difíciles de ignorarse. Boyle nos presenta a una familia a finales del siglo XIX en la que el carácter dominante de la madre marca la relación superficial entre todos ellos. Madre sabe, madre ve, madre castiga... madre se decepciona. Incluso la vitalidad de su hija está marcada por ella. No digamos la del marido que es siempre señalado, marcado a fuego con un fracaso que se deja ver en cada mirada de su esposa. Y entonces llega el caballo de caza, el regalo para Nan, al que adiestran, la joven lo adora... y el caballo, de repente, se queda ciego. Uno podría pensar que esta tragedia es la que mide el libro pero Boyle lo convierte en la oportunidad que espera madre para señalar un nuevo fracaso de su marido: un caballo ciego, por favor, ¿para qué sirve? Y no es solo ella, el veterinario habla de piedad. El triángulo se tambalea y la novela, corta, casi un relato largo, se despliega dividiéndose entre un pare que busca enmendar ese error, una madre empeñada en erradicarlo y una hija que, contra todo pronóstico, decide que necesita a ese caballo, que lo quiere vivo, es vital. El narrador lo sabe, lo sabe todo, lo cuenta los escucha, les deja hablar ante un lector que es testigo de la tensión creciente en esa familia. A  punto de un colapso constante, de un choque salvaje que contrasta con la escritura delicada de la autora, capaz de hacer que veamos cada una de las escenas. Que sintamos la placidez de las aguas superficiales mientras se prepara el mar de fondo para la tormenta. Deja que el lector sienta el miedo sin llegar a paladearlo mientras lee fragmentos sobre valentía o nuevos comienzos. Mientras pide que se revise la condena,

     El caballo ciego es una novela magistral por el tono, el enfoque y las herramientas utilizadas para mostrar la peor de las batallas: una lucha de poder dentro de una pequeña familia.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias

lunes, 27 de febrero de 2023

Un lugar para Mungo. Douglas Stuart

 


     "Cuando estaban a punto de doblar la esquina, Mungo se paró en seco y se sacudió la mano que el joven le había puesto en el hombro. La determinación del gesto pilló a todos por sorpresa. Después se dio media vuelta y alzó la mirada al bloque de pisos, los ojos le temblaban con sus habituales espasmos nerviosos. Su madre lo observaba a través de los visillos de espigas tratando de convencerse de que aquel tic era un guiño de alegría, un simpático telegrama en código Morse que venía a decir que todo estaba bien. G.E.N.I.A.L. Así era su benjamín. Sonreía incluso cuando no tenía ganas. Era capaz de hacer cualquier cosa con tal de que los demás se sintiesen mejor".

     El año pasado conocí a Shuggie Bain gracias a Marc, un compañero de Un libro al día, y fue de mis mejores lecturas anuales, lo que significa que no podía faltar a esta nueva cita con el autor. Por eso, hoy traigo a mi estantería personal Un lugar para Mungo.

     Para quienes hemos leído la anterior novela, es fácil pensar en las similitudes que tienen ambos protagonistas. Son chicos, de Glasgow, pertenecientes a la misma generación y a familias un tanto complicadas. Sin embargo el camino de Mungo es muy diferente. Conoce Mungo a James Jamieson durante unas vacaciones, qué momento más propicio para conocer al primer amor, y, puesto que James es un poco mayor, los planes que hacen son de escapar juntos una vez Mungo cumpla los 16. Imaginad lo que pensará el hermano mayor de Mungo, Hamish, de que su hermanito pequeño se marche con otro hombre y que es además feniano.

     El autor realiza un trabajo maravilloso, mucho más sobrio que en su primera obra, y representa el mismo Glasgow en el que católicos y fenianos son enemigos, una familia formada por una madre alcohólica, un hijo mayor líder de una banda, una hermana brillante pero condenada y a Mungo como benjamín. Y realiza esta presentación entre detalles minuciosos que incluyen tics y un despliegue magistral a la hora de desarrollar a una madre de familia que parecer pertenecer a ambas novelas y, por lo tanto, convertirse en un centro habítual del Glasgow de finales del siglo pasado. La novela, que se mueve entre el antes y el después; entre el viaje de pesca realizado por el protagonista con dos "amigos" que su madre conoció en AA y que representa un momento oscuro capaz de llevar al lector por un camino tortuoso, y un viaje al pasado que, si bien aligera los sentimientos que produce este viaje, no por ello va a representar una realidad hermosa. Y es que pareciera que los protagonistas de Stuart están condenados a brillar en entornos difíciles, con familias que respiran y son diseccionadas página tras página. La historia de amor es tierna y trágica y se produce paso a paso mientras el lector sabe que va a ser difícil. Enternece, no diré que lo contrario, ver los avances de dos jóvenes que se están condenando por ser de lados opuestos de un lugar en el que los hombres son heterosexuales, violentos y, si hay que ser algo más, alcohólicos.

     Si el primer libro conmocionaba y emocionaba al lector, este, seguramente por la inevitabilidad que el lector percibe y que se confirma, diría que tiene un punto provocador capaz de despertar sentimientos viscerales que incluyen, por supuesto, un aprecio hacia la pluma de Stuart que se extenderá a su siguiente novela.

     Un lugar para Mungo es un libro maduro, escrito de una forma que es un placer leerlo y que ha confirmado al autor como a un nombre a seguir de cerca.
 
     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

miércoles, 22 de febrero de 2023

Las tempestalidas. Georgi Gospodinov

 


     "Y bien, el tema es la memoria. Tempo: andante, tendiendo a andante moderate, sostenuto. Probablemente la zarabanda, de solemnidad templada y con un segundo tiempo prolongado, estaría bien para empezar. Händel mejor que Bach. Repetición rigurosa a la vez que desplazamiento hacia delante. Moderado y solemne para empezar. Luego todo puede _y debe- desmoronarse".

     Hay títulos que no sabemos cómo llegan a nuestras manos, pero llegan. Hoy traigo a mi estantería virtual, Las tempestálidas.

     Conocemos a Gaustine un doctor que monta una clínica que servirá para ayudar a pacientes con alzheimer. La clínica parte de un punto sencillos y es que si estos pacientes suelen recordar mejor o, al menos, de forma recurrente, determinados momentos del pasado, en la clínica se recrearán distintas décadas del siglo pasado. De esta manera los pacientes encuentran su refugio en su recuerdo, un momento en el que se anclan y que incluso les provoca mejoría en algunas ocasiones. Visto el resultado y la supuesta felicidad de los pacientes, la clínica crece  y posteriormente se replica, ya que los familiares de los ingresados también quieren hacer la prueba de vivir así y finalmente también los países que vivieron mejores tiempos en el pasado se encuentran interesados en el tratamiento o, quizás, en el modo de vida que significa quedarse en tu mejor lugar.

     Me enamoré en primer lugar de la palabra: tempestálidas. Y por eso comencé a leer esa relación entre el narrador y terapeuta que me llevó a conocer las clínicas de la nostalgia en las que los pacientes eran residentes. Algo que el narrador domina es el arte de generar momentos distintos y es que, si bien pareciera que todo el mundo se iba a quedar en un momento dorado, aprovecha el camino para hacer una reflexión sobre la memoria y el olvido colocando, por ejemplo, a un exdelincuente cuyo anclaje con el pasado es el expolicía que lo persiguió. Y es que la memoria se ancla a lugares insospechados, como el de otro caso en el que la nostalgia es de aquello que nunca tuvo (un viaje en este caso) convirtiéndose en su refugio y recordándonos que los deseos incumplidos a veces permanecen más tiempo que el placer de las fantasías realizadas. Es tan interesante el tema que cada caso merecería su novela particular. Su propio capítulo en Netflix.

     Entonces el lugar crece, el experimento. Y son no ya personas individuales, parejas o familias, son los propios países quienes no tienen en cuenta las consecuencias de lo que hacen y comienzan a tratarse anclándose en un pasado recreado temerosos de un futuro incierto en el mejor de los casos y ciertamente desolador como alternativa. Y es entonces cuando pensaréis en los problemas que eso conlleva, pero el ser humano en su capacidad para sorprendernos, decide que ¿por qué no adaptarse del todo. Por qué no disfrazarse de soldados en Alemania y dirigirse a la frontera con Polonia o acaso matar a un dirigente cuando tocaba en el fragmento histórico elegido? ¿Cómo se vota en un país el momento a elegir? La idea es complicada y retorcida, es diferente y divertida en la pluma de Gospodinov en la que estar condenados a repetir un error y no aprender de los errores cometidos se convierten en leyes de su ficción. Países que idealizamos no saben qué momento feliz tienen que elegir, hay tantos... y tienen delante a otros que no encuentran un buen momento en los últimos cien años. La historia es vida y repetirla, debatirla, supone una buena excusa para recorrer la más reciente de estos países.

     Las tempestalidas ganó el premio Strega en 2021 y llegó a mis manos el verano pasado en un viaje. Me he encontrado con una novela diferente, cálida y llena de reflexiones en las que la historia tiene un eco no siempre divertido pero aparentemente inevitable. Un libro muy recomendable. Una ilusión.

     Y vosotros, ¿qué importancia le dais al título de un libro a la hora de elegir la lectura?

     Gracias.

lunes, 20 de febrero de 2023

Los profetas. Robert Jones Jr.

 


     Es casi tradición que todos los años una primera novela haga que la crítica y los lectores se fijen en ella y acaben nominándola a premios y siendo el descubrimiento sonado. Y también lo es que yo me la compre corriendo por si acaso todo el mundo la lee y la cuenta y me canso y decido no leerla. Por eso hoy traigo a mi estantería virtual, Los profetas.

     Conocemos a Samuel e Isaías, dos esclavos negros que e enamoran siendo muy jóvenes pero que, por su condición de jóvenes y sanos son considerados por su amo como buenos sementales para procrear y  ampliar el número de esclavos. Se negarán a hacerlo. Esta es una historia de amor en tiempos de esclavitud.

     Con esa minisinopsis he querido remarcar la parte más llamativa de una novela a la que, si os dirigís pensando que va a ser sencilla o fácil, que va a ser amable o simplemente romántica, os quedaréis muy cortos. Jones destaca por su lirismo que va desde los títulos de las partes del libro hasta las descripciones que realiza sin que ello sirva de excusa o escudo para no reflejar ante el lector los horrores de la esclavitud. Precisamente es ese lirismo imperante en la novela lo que hará más impactantes unas escenas que, en otro caso, se sumarían a la lista de las vistas y leídas hasta el momento. La novela cuenta, como ya he dicho, la historia de dos esclavos del amo Paul pero más allá de eso habla de una revolución, porque estamos ante una novela de personajes y todos ellos tienen cabida para tener su propia historia. Hay un personaje que viendo que su amo viola a la mujer que ama se acerca a él para terminar leyendo la Biblia a los esclavos y generando un cambio. Están los Kosongo, una tribu de un lugar perdido que tienen menos ataduras sociales de las que existen incluso en nuestra época y también los profetas, esa versión semimágica que empieza a ser más común en las novelas y que termina por resultarme fascinante. Cada vez. También la esposa de Paul de apariencia caprichosa, el hijo, el capataz... como decía todos son personajes importantes para el relato de Jones que abarca un desarrollo histórico tremendo hasta llegar al momento de la narración. Y en todos esos momentos, existe el amor o la atracción, llámalo x. O no lo llames.

     La novela, endiabladamente complicada de escribir y relativamente sencilla de leer, aborda un tema complicado, de esos que parece que no existieron hace varios siglos pero que en realidad es tan antiguo como la propia existencia. Y es que el amor es un tema universal pero cuando se trata de un amor libre que es refugio y lucha, la novela se engrandece por momentos. Y uno de algún modo tiene la sensación de estar ante algo distinto.

    Estamos en febrero y Los profetas ya parece que será una de mis lecturas del año.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

     

miércoles, 15 de febrero de 2023

No hablemos más de amor. Hervé Le Tellier

 

     "El planeta vivió aquel año su otoño más cálido en cinco siglos. Sin embargo, de la clemencia providencial del clima, que tal vez desempeñó un papel en esta historia, no volveremos a tratar aquí. Este relato cubre el espacio de tres meses e incluso algo más. Aquella o aquel que no quiera -o ya no quiera- oír hablar de amor que no lea este libro".

     Con "La anomalía" Hervé Le Tellier entró en las casas de muchos lectores que, hasta ese momento, no se habían fijado en él. Ahora se reedita una de sus novelas y por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, No hablemos más de amor.

    Conocemos a Anna y Louise, aunque ellas no se conocen entre sí. Al igual que muchas mujeres, son dos mujeres casadas y con familia que viven felices. Entonces Anna conoce a Yves y Louise conoce a Thomas (el psicoanalista de Anna para más datos) y esa plácida vida que llevaban desde hace años  y que parecía que iba a seguir así por mucho tiempo, se tambalea en estas dos historias que funcionan como un espejo. 

     Para quien no lo sepa, Le Tellier es un inventor dentro del mundo de las palabras. No diré que inventa términos pero si que inventa juegos, como un dominó para esta novela, que le permiten transgredir cualquier límite literario impuesto. En esta ocasión, tenemos una novela de 4+2 personajes (lo sé, solo os he hablado de 4, los importantes, pero a poco que penséis adivinaréis quién más puede aparecer) en la que hay, más que capítulos, cortes que permiten al lector avanzar por la novela. Encontramos pensamientos, poesía, una foto, una lista e incluso, dentro de la misma novela, hablan de la genética del lenguaje. De hecho ahora podría ponerme técnica y hablar de la pertenencia del autor a un club, Oulipan, sobre creación con restricciones que no afecten a la lectura que me parece francamente interesante por su mezcla matemática que lleva en ocasiones a los creadores a utilizar métodos insospechados como el ajedrez Abjasia utilizado por el autor en esta novela. Pero todo eso, muy ilustrativo para algunos pero tremendamente aburrido para otros, no tendría más valor que el de un ejercicio literario para evaluar, si no fuera porque la novela logra que el lector se involucre con los personajes y comprenda sus sentimientos y reflexiones hechas casi de pildoritas de vida. En cuanto al tema del dominó, será uno de los personajes, Yves el escritor, quien de su clave cuando hable de la novela que él mismo quiere escribir y que hará que los títulos de los capítulos encajen perfectamente para el lector que, hasta ese momento, solo se había dado cuenta de que los había con un personaje, con dos, con secundarios... para un total de seis (o 4+2, ¿lo vais entendiendo?) dejando que la novela, que ya era divertida, se convierta además en un juego que nos obligue a volver a mirar las páginas ya leídas. Y es que hay que tener mucha cabeza para construir una novela de este modo, no sabéis lo que me gustaría poder acceder a las notas de este escritor.

    En esta novela de cuarentones en la que el tema principal parece ser el amor y cuya última frase se debe al título, o quizás al revés, siendo esta la única justificación de su existencia en un libro que versa de lo contrario, los personajes se ven sorprendidos y muestran sus pensamientos, sus dudas, incluso las más recónditas que uno no confesaría como eso de querer enamorarse de una loca, y dan lugar a una novela sorprendentemente coherente y fácil de leer. Yves es quien nos lo pone fácil, Le Tellier a fin de cuentas. De este modo y mediante historias que se superponen, el autor redefine el amor tal y como lo hacen los personajes que, una vez enamorados y casados parecían haberse asentado sin darse cuenta en una placidez de dejarse llevar que ahora se ve agitada en unas cuantas escenas cruciales en las que los enfrentamientos y las pasiones irrumpen tras un montón de banalidad. Si  os fijáis una vez más la estructura, lo narrado y la trama se ven reflejadas también en el interior de la novela. Todo un juego en una novela cruzada por el lenguaje, que parece haber decidido batirse en duelo con el amor para ver quién se lleva la hegemonía del protagonismo.

     No hablemos más de amor es una novela sobre el amor reencontrado cuando no se busca ni se espera, cuando ya se cree que se tiene pero parece que no era todo y uno se deja llevar. Y también es una novela sobre el lenguaje, que homenajea eso de que lo que no podemos relatar es porque no existe en la misma medida en la que cuando no encontramos palabras para decir algo a otra persona significa que, tal vez, algo se haya roto ahí.

     Me ha gustado, la he disfrutado de una forma diferente y a muchas escalas. Sobre todo la superficial, no vayáis a pensaros. Y es que con todo lo que contiene, realmente no es una novela exigente.

     Y vosotros, ¿disfrutáis de estructuras arriesgadas a la hora de escribir o sois más clásicos?

     Gracias.

lunes, 13 de febrero de 2023

Primera sangre. Amelie Nothomb

 


     "Me llevan ante el pelotón de fusilamiento. El tiempo se estira, cada segundo dura un siglo más que el anterior. Tengo veintiocho años".

     Hace unos años que leo a Nothomb teniendo como ventaja la cantidad casi ingente de novelas por descubrir de esta prolífica autora, títulos que combino con los que va sacando de forma periódica hasta reunir en mis estantes aproximadamente una veintena. Hoy traigo a mi estantería virtual, Primera sangre.

     En esta ocasión conocemos a Patrick Nothomb, padre de la novelista. Y lo conocemos siendo un niño sin padre con una madre afectada por la situación y unos abuelos que lo crían como se supone que corresponde. Este niño es enviado con su familia paterna, algo que uno esperaría con ilusión ya que así conocerá a esa parte de la familia que parecía vetada y con la que ahora pasará el verano. Allí se encuentra con algo totalmente diferente a lo que hubiera podido esperar y será donde conozca a Pierre, poeta, y a una prole hambrienta que, lejos de vivir en el castillo imaginado, son tan ruidosos como capaces de enseñar a Patrick lo que es la libertad hasta el punto de que esa vivencia marcará su vida como para recordarlo en un punto crucial. Porque Patrick crece, escribe cartas de amor para otro pero se enamora él en una historia de Ciranos y llegará al punto en el que trabajará de cónsul y se verá involucrado en una historia terrible que es la que da comienzo a la novela.

     Cada novela de Nothomb es una sorpresa. Uno no sabe si se va a encontrar un libro intimista, un cuento moderno, una crítica social que rezuma acidez o incluso, como en Sed, el testimonio inventado de un Cristo que se dirige al final de sus días terrenales. Y en este caso, Nothomb lo que hace es rendir un claro homenaje a su padre, fallecido en 2020, en un librito corto en el que la sangre es la gasolina y motor tanto como el hilo que une cada parte de la historia. De hecho es bastante habitual que Nothomb nos regale libros cortos y en este nos dibuja a un padre que relata la situación que está viviendo mientras los hilos de su historia pasada se entretejen para llevarnos hasta su infancia e ir avanzando por su aún breve vida. La historia, mejor o peor para cada uno de los lectores, tiene un tono que resulta conmovedor ya que desde las primeras páginas el lector percibe la ausencia y la añoranza más allá de la simple admiración y es este tono unido a la peculiar manera de narrar la historia a la que la autora nos tiene acostumbrados, lo que levanta la novela hasta colocarla en la pila de los "síes" en cuanto a mi valoración como lectora. Decir que su padre murió en 2020 es hablar de que falleció en la etapa dura de la pandemia, en un momento en el que ella no se pudo despedir de él y quizás por eso es por lo que le da voz en una primera persona nítida al cerrar el libro, le deja después de todo, presentarse desde su infancia hasta  un momento en el que su hija aún no había nacido. Cosas de Nothomb: contar la historia que ella jamás vivió y precisamente por eso fingir, o fingirse, que quien la cuenta es su padre.

     La novela, con una sólida estructura circular y un final que está a la altura de la primera frase, lleva al lector intrigado a través de flashbacks hasta saber por qué y cómo un hombre con esa fobia a la sangre como la que padece Patrick, termina en semejante situación (no olvidemos la primera página), descubrimiento que se hace entre distintos momentos, desmayos, amores y discursos que quedan en la memoria de quien nunca los vivió.

     Primera sangre es una buena lectura. Nothomb se borra para rendir homenaje a su padre y regala la historia de una vida con su tono memorable y su aparente caos que se reordena para dejar al lector feliz de saber que, el año que viene por estas fechas, seguramente tenga en sus manos una novela novela de la autora.

     Y vosotros, con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

lunes, 6 de febrero de 2023

El caso Bramard. Davide Longo

 


     "La puerta entreabierta de la cabaña. El cuerpo extendido en la luz diáfana de la tarde. El dibujo de los cortes en su espalda desnuda. Cabellos negros esparcidos alrededor. 
     Dar unos pasos titubeantes, tratando de no creer; caer después de rodillas y quedarse así, con las manos inútiles en los costados, sin dejar de mirar; tal vez igual que Héctor, que fue incapaz de bajar los ojos ante el afán con el que Aquiles se disponía a pararle el corazón".

     Resulta innegable el atractivo que tiene la novela negra cuando uno quiere pasar un rato de desconexión. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, El caso Bramard.

     Conocemos al inspector Corso Bramard. El que fuera policía más prometedor vio como cambiaba su vida y sus oportunidades cuando un asesino al que buscaba mató a su esposa e hija. De eso hace veinte años y Corso ha optado por vivir apartado del mundo en una casa en la colina mientras recibe cartas del asesino con versos de Cohen. Todas las cartas han llegado limpias, hasta ahora. Corso puede emprender su cacería.

     Longo nos deja una novela en la que el enfrentamiento entre el héroe y el villano se percibe claro desde las primeras páginas. Corso es un hombre marcado por Autumm, aquel asesino en serie al que persiguió porque mataba mujeres y que finalmente le arrebató lo que más quería. Tras eso ni siquiera ha continuado en la policía. Se adhiere de este modo al clásico investigador marcado por su pasado con una vida un tanto disfuncional que convierte la investigación en el centro de su vida. Solo que en este caso lo retira y nos presenta a Vincenzo como sucesor que no quiere desligarse de Corso al que une a su equipo en el que no puede faltar una mujer inteligente obligada a demostrar su valía. Y si esta vez hablo de los personajes de una forma más extensa de lo habitual es porque Longo hace un trabajo de desarrollo que permite al lector conocerlos y reconocerlos, quedando claro que es una novela que nace con vocación de apertura de serie. Marcada por esto y con un asesino en serie en ciernes, quizás lo que me haya sorprendido más de la novela es la cuidada narración que nos regala el autor en la que las descripciones trascienden lo terrenal para dar una ambientación lánguida y cargada de tinieblas que dan una carga extra al carácter de sus personajes y que consigue "tragarse" al lector, hecho que unido a las referencias literarias dejadas por su protagonista diferencian este título de los mil más que hay en el mercado y con los que guarda similitudes.

     En un momento en el que los títulos de novela negra parecen multiplicarse durante la noche y en el que se encuentran demasiadas similitudes entre ellos ha sido refrescante leer algo un poco más elaborado y, aunque no sé si seguiré con la serie (empiezan a ponerme nervios las serie de titantos libros) tengo que reconocer que la experiencia de lectura de este título ha sido positiva.
     El caso Bramard es una novela entretenido, sin tensiones sexuales entre los personas, sin parejas enfadadas porque dedican mucho tiempo al trabajo y con un final que, sin ser sorprendente, es verosímil. Y eso es, para mi, vital en las novelas.

     Y vosotros, ¿con qué libro empezáis la semana?

     Gracias.

miércoles, 11 de enero de 2023

Stoner. John Williams


 

     "William Stoner entró como estudiante en la Universidad de Missouri en el año 1919, a la edad de diecinueve años. Ocho años mas tarde, en pleno auge de la Primera Guerra Mundial, recibió el título de Doctorado en Filosofía y aceptó una plaza de profesor en la misma universidad, donde enseñó hasta la muerte en 1956. Nunca ascendió más allá del grado de profesor asistente y unos pocos estudiantes le recordaban vagamente después de haber ido a sus clases. Cuando murió, sus colegas donaron en su memoria un manuscrito medieval a la biblioteca de la Universidad. Este manuscrito aún puede encontrarse en la Colección de Libros Raros, portando la siguiente inscripción: "Donado a la Biblioteca de la Universidad de Missouri, en memoria de William Stoner, Departamento de Inglés. Por sus colegas"." 

     Todos los años por estas fechas recuerdo una lectura y es que utilizo las Navidades siempre para releer algo. Hoy traigo a mi estantería virtual, Stoner

      Conocemos a William Stoner, hijo de granjeros que empieza a estudiar en la universidad para desentrañar los misterios de la tierra y poder ayudar a sus padres. Sin embargo, una vez en la universidad, se enamora de las letras y estudia literatura cambiando así su vida. Una vida que atraviesa un periodo histórico con dos guerras, la gran crisis del 29 y cambios, muchos cambios que vivirá... a su manera. 

      Stoner es uno de esos libros que pasaba desapercibido hasta que el boca a boca le dio un lugar en más estantes de los que nadie hubiera pensado. No es una novedad, como ya he dicho se trata de una relectura y tampoco lo era cuando llegué a él pero sólo eso, sino que añadiría que a primera vista cuenta una historia muy común, una vida simplemente. Nada que atraiga especialmente la atención, no hay asesinatos, robos ni tampoco intrigas. Y sin embargo es un libro especial que poco a poco se va abriendo paso entre los lectores. Y no podía ser de otro modo porque es una gran novela. Ya cuando la abres y se sitúa en un periodo en el que otros libros hablan de hambre y de salida más o menos reticente de las granjas de Estados Unidos, vemos que los padres de Stoner toman una opción radicalmente diferente: ellos piensan en la Universidad, en ese momento ya percibes que es una historia distinta. Es una historia sencilla escrita de una forma sencilla, cercana. Una historia humana que hace que se coja cariño a los personajes. Los vamos recordando a todos porque William es nuestro amigo, y sabemos de su amor tardío que nos tiene aguantando la respiración porque se lo merece, y de su amor formal, ese que figura sobre el papel. Conocemos a sus compañeros de trabajo y también a sus amigos, nos acercamos a su hija y también a sus padres. Casi con reverencia por haberle permitido salir de la granja. Y también a Sloan, ese profesor que aterra y que es capaz de ver el interior de los alumnos, ese que hizo que a las pocas páginas de empezar el libro tuviera que detenerme para tomar aire y releer, con la misma emoción contenida ante sus palabras que la que intentaba no mostrar nuestro protagonista. Tengo que decir además que no fue la primera vez que me pasó. La novela conmueve porque Stoner es nuestro amigo, porque sabemos que la gente se suicidaba en el 29, porque nos habla de sentimientos y de infelicidad, de amor y de pasión y de una vida que se nos antoja relativamente infeliz para un hombre que va encajando la vida sin esconderse, pero que tampoco lucha por las cosas. Un hombre al que vamos viendo marcarse a fuego cicatrices y que tal vez, a ratos, nos parezca condenado a perder. pero como ya he dicho es una historia sencilla, o como diría el propio Stoner: ¿Qué esperabas?

     Cuando realicé la primera lectura me habían contado el final en la primera página. Lo habéis visto en el párrafo que pongo, y aún así, cuando llegué al final, lloré. Ahora había pensado eso de que soy una lectora más madura y que el libro ya lo tenía más que sabido, que era imposible que me volviera a suceder. Además, es extraordinario que me emocione con un libro o una película. Y sin embargo, aquí estoy confesando que me ha vuelto a pasar. 
Dicen por ahí que hay libros que apelan al cerebro y que hacen que el lector se concentre y trabaje para exprimirlos hasta la última gota. Son libros como La broma infinita y como cualquier de Pynchon o Ulisses. Esos que si a uno no le gustan tiene la sensación de no estar a la altura. Otros como Stoner apelan a los sentimientos y al corazón del lector. Se trata de libros como Una madre que la gente lee emocionada y que a uno le llegan y los disfruta o le dejen indiferente y tiene la sensación de estarse perdiendo algo que el resto del mundo es capaz de ver. Con los segundos suelo tener un problema. Por eso ha sido un placer releer Stoner. Porque me ha vuelto a conmover incluso conociendo cada línea de la historia.
     Hace poco preguntaba en twitter por un libro que hubiera hecho llorar y se multiplicaron las respuestas. Anoté muchos buscando esa conexión y este año los iré intercalando con otras lecturas porque, si algo me gusta de un libro, es que sea capaz de no dejarme indiferente. Que logre que algo cambie mientras lo leo, que la historia se convierta en mía y me olvide de que son simples letras. Libros que cuando uno termina solo puede decir de ellos que son especiales, aunque, como Stoner, no tengan nada fuera de lo común.

     Hoy recomiendo, por segunda vez en este blog, Stoner.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

lunes, 9 de enero de 2023

La intuicionista. Colson Whitehead

 


·Es un ascensor nuevo, recién acoplado a los rieles, y no fue construido para caer tan rápido".

     A veces la reedición nos da alegrías, como una opción de leer libros que nos pasaron de largo en su día. Por eso hoy traigo a mi estantería vertical, La intuicionista.

     Conocemos a Lisa Mae Watson,  la primera mujer negra en graduarse en el Instituto de Transporte Vertical y por lo tanto la primera en trabajar para el Departamento de Inspectores de Ascensores. Tanto por color de piel como por género. Esto es importante porque vivimos en una sociedad en la que el transporte vertical es vital hasta el punto de que su estudio comienza en las escuelas en las que no solo se trata de ingeniería, si no también de una suerte de filosofía de vida. Por eso hay intuicionistas. Y es que frente a quienes reparan los ascensores sabiendo cada detalle gracias al manual, están aquellos que sienten lo que les sucede en cuanto ponen un pie en la cabina: y Lisa pertenece precisamente a los segundos. Y entonces un ascensor revisado por ella cae de una altura 11 y la trama cambia para convertirse en una novela de acción con espías, sicarios y secretos. ¿Sobre qué? Pues ya lo habéis leído.

     Una de las cosas que más me sorprendió del libro es que tratase de ascensores. Y es que Whitehead ya sabemos que se despega del mundo, pero orquestar una trama sobre ascensores, técnicos y técnicos que se inspiran me parecía algo tan descabellado como para leer el libro apenas lo llevé a casa. Y el autor, lo digo desde ya, me convenció. a través de su razonamiento y anécdotas logró que leyera por ejemplo sobre las bondades de los últimos destornilladores del mercado y no me pareciera ridículo, solo diferente. Dividida la historia entre Arriba y Abajo estaba claro que la importancia de este medio de transporte iba a ser vital, tanto como para orquestar la búsqueda del ascensor perfecto en una suerte de metáfora que va más allá del racismo expuesto desde la primera parte de la historia, algo que parece ir de la mano de las novelas del autor.

En esta ocasión Whitehead crea mucho más que una historia ya que la dota de una ubicación temporal y también de una historia y una mitología que aparecen en forma de flashbacks que se van entrelazando con las diferentes subtramas para disfrute del lector que ha decidido creer lo que le están contando. El autor para lograrlo no solo brilla en su originalidad, también en su humor que algunas veces le autoincluye, y, sobre todo, en la forma de narrarlo. Y es que no me cabe ninguna duda de que estamos ante una de esas novelas que dicen tienen lecturas en varias capas y que un lector habitual solo es capaz de acceder a ellas mediante una relectura que le permita recogerlas una vez ha identificado el racismo durante su primera vez. Verá por ejemplo que donde Otis introdujo uno de los avances que caracterizan una sociedad moderna llena de rascacielos, Whitehead le da al invento la honorabilidad y el prestigio en un Nueva York un poco más antiguo y bastante más oscuro del existente en la actualidad. Un prestigio, por supuesto, de hombres, que da la noción de la notoriedad y relevancia que tendría aquel que tuviera la capacidad de fabricar un ascensor perfecto como el que nombraba Fulton (padre de los intuicionistas). Y es que sobre este punto bascula una gran parte de la trama de intriga.

     La intuicionista es un trabajo titánico que vive en una metáfora constante sobre la elevación de la sociedad a puntos mejores, la eliminación de un prestigio parcial y la importancia de poder salir de las chozas inferiores a lugares marcados por la igualdad. Más allá de eso es un libro divertido, diferente, alambricado en ocasiones y un verdadero placer como lectura para quienes gocen de aventurarse entre letras. Una más que grata experiencia.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.