miércoles, 20 de septiembre de 2023

El último telesilla. John Irving

 


     Para mi John Irving es uno de esos escritores que llevan toda una vida acompañándome y que se mueve en un terreno para otros pantanoso que es el del interior de las personas y sus pulsiones. Este año descubrí con placer la llegada a las librerías de su nueva novela y me lancé, impaciente como soy, a por la VO. Hoy traigo a mi estantería virtual, El último telesilla.

     Conocemos a Adam Brewster, hijo de Rachel, monitora de esquí, y padre desconocido. Y después de esta presentación, solo queda decir que a la familia Brewster le pasan cosas a lo largo de 8 décadas que son recorridas en 1000 páginas. Quien sea lector habitual de Irving me entiende perfectamente y aquellos que aún no lo sean pero vayan a animarse con la historia no tardarán en descubrir lo que quiero decir. Por ejemplo: en el último telesilla la madre del protagonista le da un beso nada normal cuando aún no es adulto pero está en el firme camino para llegar a serlo. Por supuesto tras esta situación a Adam le acompañarán fantasmas durante el resto de su vida. Su madre, que tiene una larga relación con Molly desde hace años, decide casarse dando a Adam un padrastro que viene a ser lo más normal de una familia en la que iremos conociendo a las distintas parejas del niño ya crecido que se convierte en hombre forma su propia familia y la pierde. Porque en la novela hay por supuesto muertes y es que la muerte llega por sorpresa en forma de rayo o incluso como lección de vida si uno se sienta entre dos cuerpos congelados. Hay un mudo que parece que habla, un maestro porque Irving es aficionado a ellos, hay familiares, tías, abuelos que criaron a su nieto a temporadas  que se aparecen más tarde en pañales porque quién sabe si los fantasmas cagan. Hay sexo. En todas las novelas de Irving lo hay ya que es un experto en tratar como convencional cualquier tipo de sexo lo sea o no, y no me refiero precisamente a la orientación sexual de los personas que sobre este punto Irving ha pasado siempre mostrando absolutamente todo incluso cuando nadie más lo hacía. Y por último hay literatura. Es frecuente en las novelas del autor que el lector avispado encuentre toneladas de referencias a otras obras más o menos conocidas de la literatura universal y que, aquel lector que no tenga una enciclopedia por cabeza se descubra también con otras obras. Este segundo suele ser más afortunado ya que es divertido pensar si un viaje que realiza Brewster con su familia es un guiño o no a una famosa obra de King cuyo título no dejaré aquí escrito porque estas cosas es más divertido planteárselas cada uno por su cuenta.

     Con todo esto y un montón de ingredientes más el autor proporciona al lector un buen puñado de personajes de esos que permanecen con nosotros y que centra en Adam para reflejar en él muchos puntos de la sociedad contemporánea (vale y también algo de otros temas en los que quizás uno no esté particularmente interesado como es el caso de la lucha). Un ejemplo de esto son los personajes que por un motivo u otro no hablan, como es Em, y el resultado de la interpretación de sus representaciones para comunicarse realizado por Nora y que no siempre se ajusta a lo que realmente está diciendo. Hay mucho en este personaje de lo que nos rodea. 

      En El último telesilla hay mucho de Irving. Esto puede parecer algo extraño dicho así ya que lógicamente si es el autor tiene que haber cosas suyas: ¡todo tiene que ser suyo en realidad! Pero no me refiero a eso. Lo que quiero decir es que los temas recurrentes del autor, están. Y también muchos de sus personajes que fueron originales cuando comenzó pero que empiezan a convertirse en arquetípicos. Esto unido a que es una novela en la que suceden cosas pero no una con un hilo argumental capaz de tirar del lector hacen que la recomiende más a quienes ya sean lectores habituales que a aquellos que aún no hayan tomado contacto con el autor. A estos últimos les recomiendo Las normas de la casa de la sidra.

     Y ahora, como tengo el sentido del humor estropeado, me despido deseándoles un feliz miércoles, Príncipes de Maine, Reyes de Nueva Inglaterra.

     Gracias.

lunes, 11 de septiembre de 2023

La conejera. Tess Gunty

 


     Este es uno de los libros que tenía ganas. A veces septiembre no es tan malo. Hoy traigo a mi estantería virtual, La conejera.

     La Conejera es un bloque de apartamentos situado en Vacca Vale. Se trata de un complejo de viviendas económicas situadas en una ciudad deslucida, en una zona venida a menos. Allí vive un conjunto de personas separados por finos tabiques que constituirán el grueso del argumento de la primera novela de Gunty. Y allí vive Blandine, la chica que vive con otros adolescentes y que espera vivir una vida mejor o, como la conocerá el lector, la chica que salió de su cuerpo. Podría decir que los adolescentes vienen de hogares de acogida, que en el edificio también hay una mujer que vive entre necrológicas, otra embarazada con una curiosa visión de su estado o una pareja de ancianos que muestran mucho de lo que hay en la sociedad hacia la que nos movemos: soledad. El lugar en el que sucede tiene ecos de ciudad en quiebra, aunque es ficticia en este caso bien podría ser una como Detroit, que en 2013 declaró ese estado tras haber sido uno de los lugares más prósperos del país.

     Pero no se trata ya solo del argumento o del eco de las voces de los inquilinos de la Conejera lo que me ha llamado tanto la atención de esta novela. Lo que más he disfrutado son las formas y el estilo de Gunty, en su capacidad para dotar a sus personajes de un carácter propio y a la Conejera de espíritu hasta convertirlo en un personaje más que se niega a ser cambiado de forma artificial porque ya siente y respira y tiene su propia "forma de ser". Con tanto personaje puede parecer fácil perderse, pero será el apartamento de Blandine y sus tres compañeros el que ocupe un foco especial, sobre todo porque desde las primeras líneas nos ha tenido con la intriga sobre lo que le ha sucedido a Blandine. 

     Hay historias de todo tipo, de amor, de desarraigo, de identidad, de familia... nada escapa al desorden de Gunty y, sin ser una novela redonda y pese a que en algunos momentos no he tenido claro hacia donde me quería llevar, he disfrutado bastante de un camino entretenido y una experiencia de lectura diferente a lo que se puede encontrar uno en cualquier librería. Muestra la decadencia post industrial de muchas ciudades que han vivido al amparo del empleo de una empresa y que, al igual que sucediera con las zonas rurales cuando la industria arrastró a la población a centros urbanos, han visto sus calles vaciarse tras el cierre de dicha industria (el caso General Motors es uno de los más sonados de este fenómeno). Este punto me parece el más notable y quizás me hubiera gustado que la novela, como sucede con muchos títulos británicos y el conflicto minero, se centrara más en ello. Con todo me ha parecido una lectura interesante y diferente con la que he disfrutado.

     La conejera es una lectura diferente que arrastra al lector con facilidad.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

lunes, 4 de septiembre de 2023

Los fantasmas de una vida. Hilary Mantel

 


       A la vuelta de vacaciones siempre me divido entre enseñaros las novedades que leo o bien mostrar los libros que aproveché para leer en vacaciones. Hoy traigo a mi estantería virtual, Los fantasmas de una vida.

     Decir que Hilary Mantel ha sido una de las grandes escritoras de nuestro siglo, no es algo nuevo. Su trayectoria literaria la avala y su muerte prematura ha dejado un vacío en los estantes de libros que estaban por ser escritos. En Los fantasmas de una vida la propia autora nos lleva a realizar un recorrido por su vida en el que el lector puede apreciar muchas de sus obsesiones y el nacimiento de algunas de sus pasiones además del tormento que le acompañó durante gran parte de su existencia.

     El recorrido por su vida da comienzo en el año 2000 con la venta de Owl House, un lugar que fue concebido como una residencia segura del que en ese momento se iba a desprender. Estando allí tiene la ilusión de ver a su padre fallecido, dudando si tal vez se trata de una migraña, y es que esta mujer fue diagnosticada de endometriosis siendo joven y vio como su vida cambiaba. Ahora Mantel tendría libros en lugar de hijos. Jack era en realidad su padrastro; un hombre silencioso que apareció en su vida cuando ella ya tenía edad para recordar que no era su verdadero padre y que tuvo una existencia de silencios sobreentendidos que solo desaparecieron a raíz de su operación cardiovascular. Comienza entonces el recuerdo del temor a perder a su madre, el temor de ir al médico, las normas escolares, los ratos libres, la casa de los abuelos. Habla de sus primeros textos, escritos en un juguete creo que extinto en el que uno podía dibujar lo que quisiera y luego agitando, o en los siguientes modelos, pasando una barra, podía borrar aquello que había escrito asegurando así su privacidad. En esta´época Hilary ya no era normal, desafiaba al mundo que no entendía, se metía en peleas... y visitó a su primer médico: todo bien, le dijeron a su madre. Empiezan los dolores de cabeza, su cuerpo cambia y ve por primera vez, o quizás diría siente, una presencia que la aterrorizó el resto de sus días. Cambia de vida, de apellido, deja la religión, Mantel crece y estudia derecho: sigue mostrando sus diferencias. Se casa, viaja con su marido, sigue adelante y comienzan los ingresos hospitalarios que seguirían después del diagnóstico. Y esto es solo un fragmento.

     La vida de Mantel escrita por ella misma es como leer una novela, como leímos a Ana Bolena, solo que más real. El convento que aparece en una obra, el relato que cristalizó en novela, otro título que le costó colocar. Todo eso aparece en esta biografía que se concibe como una historia completa en cuyo final sabemos que muere la heroína y que nos lleva de la mano por un mundo transitado por los fantasmas que poblaron sus deseos tanto como sus historias. Las biografías son un terreno complicado. Pueden novelarlas y hacer que parezcan irreales, entrar en ese terreno confuso de la autoficción en la que  el lector no tiene claro donde comienza el imaginario del autor para maquillar escenas porque ella misma escribió sobre sus problemas, sus miedos, sus inseguridades. Quien la ha leído en lo personal, los conoce y sabe que no busca dar pena como tampoco busca la sonrisa cuando cuenta como levantó la vista y se encontró con la de la Reina cuando nadie debía mirar. Quien ha leído su ficción conoce la dureza de su pluma. Los que no han leído nada, encontrarán una historia potente en la que es fácil olvidar que nos hablan de una vida llena de letras.

     Los fantasmas de una vida. Magnífico.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.


lunes, 7 de agosto de 2023

Algo en lo que creer. Nickolas Butler

 


     "El niño rio al pasar sus suaves manitas por la frente fruncida del abuelo, tocando sus cejas encanecidas, sus párpados y sus pestañas. Luego le colocó la venda justo por encima de la nariz y de las orejas y echó a correr por el cementerio soleado, buscando un escondite".

     Hace unos años que descubrí Canciones de amor a quemarropa y se convirtió en uno de mis libros favoritos. Por eso hoy traigo a mi estantería virtual, Algo en lo que creer.

     Conocemos a Lyle, un granjero de Wisconsin que vive junto a su esposa Peg una existencia tranquila. Sobre todo últimamente ya que su hija Shiloh, que se había distanciado de ellos durante la adolescencia, ha regresado junto a su nieto de cinco años Isaac. Lo que en un primer momento parece una promesa de felicidad y vida tranquila irá cambiando a medida que Shiloh, cuyo padre duda de su propia fé, se involucra en una iglesia cada vez más agresiva que llega a hacerle creer que su hijo es un elegido para sanar.

     Una de las características de las novelas de Butler es la belleza de sus descripciones. A lo largo de esta novela el lector es testigo del paso del tiempo y de las cuatro estaciones de una forma tan sutil como sobrecogedora que lo lleva a recordar anteriores títulos del autor. Y la segunda característica es la de vestir de forma delicada temas complejos que se abren en las páginas de sus novelas para sangrar obligando al lector no solo a que se pregunte su opinión al respecto, si no a que se involucre gracias a la creación de personajes que se antojan incluso demasiado cercanos. En este caso Lyle, el hombre que se preveía tranquilo, tiene una carga en su maleta y es la falta de perdón a un Dios que permitió la muerte de su hijo, algo que ha convertido el hecho de ir a la iglesia en una rutina carente de significado. Imaginad entonces el dilema que se le presenta cuando su hija se acerca a esta iglesia protestante que el autor no tiene problemas en presentar más como un espectáculo que como un culto. La cara que se le queda tanto a él como a Peg cuando ven en qué consiste, cuando descubren que defienden la curación por la fé antes que por la medicina. Cuando ven que su nieto es alzado a una suerte de posición de curador, que no es otra que el sustituto de la ciencia de una forma que... bueno, no hay medicación. Y ahora imaginad que alguien enferma. Las preguntas están servidas. Y aún así quien destaca en la novela es el propio Lyle. Una novela de esas que se llaman de personajes, en la que uno domina al resto y llega a saber incluso cuándo retirarse.

     La novela habla de fé y de salud, de familia y elecciones complicadas; Lyle vive preocupado y el lector asiste a cada uno de sus momentos y evoluciones. Y lo hace desde la seguridad de un entorno que no permite interferencias, una naturaleza hermosa que es la que los rodea y otra mucho más compleja: la naturaleza humana. Porque la decisión de Lyle será juzgada por nosotros y eso puede que nos obligue a mirar dónde tenemos nuestras líneas rojas.

     Algo en lo que creer es una buena novela. Butler no decepciona.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

miércoles, 2 de agosto de 2023

El señor Projarchin. Fiódor Dostoievski

 


     "Ya no le quedaba otro recurso que ponerse a pensar en el primer día del mes, día bendito en que cobraba los rublos de la Administración".

     Una de las cosas que me gusta de las librerías de viejo es que uno encuentra tesoros, a veces incluso títulos perdidos de grandísimos autores que desconocía totalmente. Como el que hoy os traigo a mi estantería virtual: El señor Projarchin.

     Conocemos a Semion Ivanovich Projarchin, huésped de la pensión de Fiodorovna. Un lugar en el que, por lo demás, no es apreciado en absoluto, algo que pronto comprende el lector debido al carácter del protagonista. Projarchin es un hombre al que nadie parece conocer realmente pero cuando tras un choque con otro inquilino desaparece, se crea un cierto malestar. Hasta que se descubre lo sucedido al menos.

     El señor Projarchin es un cuento escritor por Dostoievski que no estuvo destinado a ser un cuento. Frecuentaba en ese momento el autor al crítico de renombre Belinski, al que había deslumbrado con la lectura de Novela en nueve cartas, quien no duda en alabarlo en la revista Anales patrios. Sin embargo ya desde que publicara El Doble parecieron haberse cambiado las tornas y este mismo crítico comenzó a cebarse con la obra del autor, que publicó el presente cuento casi con la certeza de la crítica negativa. No solo eso, además Projarchin es un personaje del que Dostoievski renegó ante su propio hermano y es que de lo que él había concebido a lo que dejó la censura, había tanta diferencia como para que el autor no se sintiera satisfecho con su propia obra. Más allá de la tragedia que supone siempre la censura, hay que decir que el relato que nos ha llegado a nuestros días es el mutilado y no el original. Ese, el que brotó de la mente del genial autor, no lo podemos recuperar, así que sirva esto de nota a pie de página para que se reflexione un poco sobre lo que le hacemos a la literatura y la cultura cuando modificamos las obras.

     Pero hablemos de Projarchin, un personaje ni pobre ni rico, al que en realidad no iba tan mal pero que pretendía hacer pasar como que le iba mejor en un mundo en el que ser rico es un sueño tan habitual como preciado. Nada nuevo en realidad o, mejor dicho, nada que haya cambiado. El caso es que Projarchin es un avaro de esos que no resultan agradables, de los que la gente hacer burla imaginando que atesoran el dinero rublo a rublo en un lugar no tan secreto, para tenerlo siempre cerca y verlo crecer. Dicho así, que es como lo representa, se ve bastante desagradable y dan ganas de unirse a las burlas pero Dostoievski no suele estar dispuesto a que el lector transite por el camino fácil y opta por abrir la imagen para mostrar las debilidades de este hombre. Esto provoca que el objeto de burla que habíamos entendido como miserable se convierta en una suerte de "pobre miserable" a nuestros ojos, algo que en tan poca extensión, me parece casi una proeza ya que hay que sumarle un final que no esperaba y no voy a relataros. No voy a caer en lo fácil, que sería justificar los actos del protagonista, eso os lo dejo a vosotros. Simplemente voy a decir que a veces no es tan fácil opinar y que un mismo pecado no tiene por qué tener el mismo valor dependiendo de quien lo cometa: la importancia del contexto (lo cual no significa en absoluto que Projarchin me caiga bien).

     El señor Projarchin es un cuentito que me ha gustado y que he descubierto con el placer de quien encuentra un tesoro escondido donde creía que ya no quedaba nada.

     Y vosotros, ¿sois compradores de librerías de viejo?

     Gracias.

lunes, 31 de julio de 2023

Los misterios de la taberna Kamogawa. Hisashi Kashiwai

 


     "El viento frío hacía volar la hojarasca y Hideji Kuboyama se levantó instintivamente el cuello del abrigo. El templo Higashi Hongan-ji, uno de los símbolos de Kioto, se erguía a su espalda. 

      «El famoso viento Hiei-oroshi», pensó frunciendo el ceño mientras esperaba a que el semáforo se pusiera en verde".

     Los libros orientales están de moda. Ya sea la autoría, la ambientación, el caso es que es una moda que lleva varios años sobre las mesas de las librerías. Y así, por una moda, es como me regalaron el libro que hoy traigo a mi estantería virtual. Se trata de Los misterios de la taberna Kamogawa.

     Conocemos a Komogawa y a su padre Nagare. Ambos tienen una taberna escondida que siempre tiene clientela y es que, más allá de servir comida, su labor es la de detectives gastronómicos. Con los datos que los clientes les pueden dar, investigan hasta dar con el plato adecuado que perdieron en la memoria pero cuyo sabor anhelan.

     Estamos ante una novela corta y de corte amable protagonizada por una joven y su padre, ex detective clásico, en la que el principal aliciente es la originalidad, la musicalidad y la ambientación marcada por recuerdos, imágenes y sabores. No vamos a encontrar hechos delictivos, no es un cozy crime en el que una muerte nos asombra a la mesa de la taberna, no. Sin historias pequeñas que no buscan sorprender al lector pero si envolverlo de un halo casi mágico para proporcionar un ambiente confortable que deje un buen sabor de boca.

     Cada capítulo es un caso, una excusa para adentrarnos en la relación padre e hija, en la vida del cliente y buscar su recuerdo mientras la receta de "la eterna magdalena de Proust" se busca y recrea. Y por qué digo eterna, pues porque es la dinámica de la narración que se repite a lo largo de la novela pero que no llega a aburrir gracias a una extensión medida que consta de las páginas justas como para conservar las sensaciones positivas sin que se vean empañadas por la desidia de la repetición, puesto que con algo menos de 200 páginas puede dar clientes diferentes sin caer tampoco en excentricidades.

     No diré que Los misterios de la taberna Kamogawa sea un novelón, pero sí que es un libro de agradable lectura y poso. Una opción ligera para el verano que deja una buena sensación en el cuerpo.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

lunes, 17 de julio de 2023

El detective salvaje. Jonathan Lethem

 


     "Llegué veinte minutos tarde a mi cita con el Detective Salvaje porque me pasé de largo un par de veces. A plena luz del día, una mañana despejada, en un coche alquilado con un GPS que solo sirvió para confundirme. Lo que más me confundió fue la sensación que transmitía el lugar. En concreto, la sensación de que era un lugar para pasarlo de largo y, por tanto, no pisé el freno. Estuco blanco, con columnas forradas de secuoya y tejado de terracota. Una terraza alrededor de la planta alta, con unas escaleras de acceso desde el aparcamiento lateral. Todas las ventanas tenían rejas".

     Conocí a  Lethem con Huérfanos de Brooklyn y ahí me quedé, a su lado, leyendo cada título. Por eso hoy traigo a mi estantería virtual, El detective salvaje.

     ¡Quien haya pensado en Bolaño que levante la mano! Vale, ubicados. Sigamos.

     Conocemos a Phoebe cuando, tras ganar Trump, deja su trabajo en el New York Times para buscar a Arabella, la hija de una amiga suya. Y conocemos a Charles, el detective, un hombre con tres perros y un bicho, una zarigüella, que deja dormir en su despacho a una adolescente, algo que nunca es práctico como sabemos los que leemos, encendemos la televisión o, qué se yo, respiramos.
     La pista de Arabella lleva hasta Mount Baby y allí además viven dos clanes y que es cierto que Arabella se fue de viaje con Charles y que acabaron en esas montañas. Pero lo importante, allí vive dos tribus muy diferentes, una de corte matriarcal y otra más conservador. Y por supuesto, Phoebe y Charles se va a encontrar.
    
     Estamos, como no, ante la novela de un viaje en el que Phoebe se encuentra a sí misma además de a Arabella. Un viaje con un encuentro, el del detective y la protagonista, que da sentido a una novela de la que pasado este punto no os he contado más, pero es que si soy lectores del autor ya me habéis entendido y, si no lo sois, me lo vais a agradecer igual. Por supuesto la lucha entre los clanes representa la división de USA ante el nuevo gobierno elegido por votación, Lethem no se esconde dejando incluso reflexiones bastante directas sobre estar o no conectado y las ideologías recurrentes. Cuando el autor llega al desierto, el mundo tal y como lo conocemos parece ser sustituido por un lugar árido y, por supuesto, hostil. Un lugar inhóspito en el que Arabella parece quedarse y en el que hay un enfrentamiento directo entre quienes quieren vivir de forma civilizada y los que parecen haber retrocedido varios siglos en cuanto a representación social. Será en este entorno en el que descubramos dos cosas: por qué nos han dicho que es un thriller la novela, y por qué nos hemos enamorado de Phoebe, tan fresca y vital.

     El detective salvaje es una metáfora desértica de la sociedad actual en la que Lethem se ha divertido mucho utilizando una voz desenfadada y egoísta que impone su pensamiento y no olvida cuales son sus intereses personales. Alguien, en definitiva, común, para que el lector no se asuste por lo que le están mostrado ante las narices mientras que sigue azuzando la trama de una novela que funciona y resulta, a grandes ratos, tremendamente divertida.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

lunes, 26 de junio de 2023

En defensa del audiolibro




 

     Parece que de un tiempo a esta parte los libros se disfrutan si se registran, marcan, doblan, si se apunta en ellos o sobre ellos y se hacen otro montón más de tareas que hacen parecer a la lectura una tarea infinita, por mucho que pueda parecer a su vez satisfactoria. Este camino que parecemos llevar deja de lado muchas veces el simple placer de la lectura, el dejarse llevar por una historia que muchas veces representábamos diciendo "es como si el narrador me la estuviera contando al oído", dejando claro que eso era un piropo sobre el libro y la forma en que estaba escrito y ahora, para crítica de muchos, han llegado los audiolibros. 

     Y es que cojamos el toro por los cuernos. Seamos sinceros. Las mismas personas que dicen que no son capaces de leer en un ebook, son las que dicen que escuchar un audiolibro no es leer. Porque la cultura y la lectura abre mentes, pero vivimos desde hace años con la defensa del libro en papel como si cualquier otra forma de literatura fuera rebajar ese acto ensalzado como la solución a todos los males. Ya sabéis: aprende, disfruta, lee. Incluso es sexy leer, nos dicen mientras aparecen carteles con personas que poco se parecen a cuando estoy yo en camiseta y con un boli en el pelo leyendo tirada en el sofá la última novela de, por ejemplo, Elvira Lindo (posiblemente la camiseta esté arrugada y con manchas de boli). Así que cargan contra el audiolibro diciendo que el poner la lectura tan fácil hace que se preste menos atención, porque nos dan los tonos, las formas, las expresiones y nos eliminan muchas de las erratas. Así dicen: "fácil", "demasiado fácil"... como si el hecho de leer un libro tuviera que implicar una dificultad. Y ahí es donde está el error. El audio libro existe como placer hedonista del lector. Solo requiere de un altavoz o auriculares y de la simple predisposición a disfrutar y relajarse con una historia como otros lo hacen con el cine o la música. Y es que venimos, y parece que lo hemos olvidado, de una infancia en la que nuestros padres o abuelos nos leían cuentos a la hora de dormir, en la que los cuentacuentos eran una actividad buscada, y ahora se nos ofrece la opción de un relato oral en el que, además, incluso podemos ir caminando por las calles en que se desarrolla la novela.  Además, añaden, los audiolibros no se recuerdan igual que los textos escritos; dónde quedó aquello de la tradición oral, las leyendas, ¡los juglares! que bien podrían ser los profesionales que ahora se dedican a grabar libros para que podamos escucharlos.

     Decía al principio que la cultura abre mentes, pero ahora mismo parece que hay libros y formas de lectura consideradas de primera o de segunda mientras vivimos en un mundo rodeados de discursos, ya sean desde púlpitos o estrados que luego recordamos con total nitidez. En la saga "Corazón de tinta" de Cornelia Funke, uno de sus personajes tiene la capacidad de que al leer un libro en voz alta, uno de sus personajes salga a la vida real intercambiándose, porque todo tiene su reverso, con alguien de dicho mundo. En los audiolibros hay una persona que se dedica a ello, muchas veces incluso vienen del mundo del doblaje, que logra darles voz y vida a las fantasías de un escritor. En sus cuerdas vocales reside el poder, no para sacar un personaje, eso sería fácil, si no para que comience a respirar ese pequeño universo.

     Y vosotros, ¿sois usuarios de audiolibros?

     Gracias.

     PD. Si un libro no te gusta, no le culpes al formato.

lunes, 19 de junio de 2023

Los destrozos. Bret Easton Ellis

 


     "Comprendí hace muchos años que un libro, una novela, es un sueño que pide ser escrito igual que uno se enamora: el sueño se vuelve irresistible, es imposible hacer nada al respecto, al final te rindes y sucumbes por más que tu instinto te diga que salgas corriendo porque eso va a acabar siendo un juego peligroso: alguien saldrá malparado. Para algunos de nosotros, las primeras ideas, las imágenes, las manifestaciones iniciales pueden hacer que el escritor se sumerja automáticamente en el mundo de la novela, en sus amoríos y en su fantasía, en sus secretos. Otros pueden tardar más en experimentar esta conexión con mayor claridad, años en darse cuenta de cuánto necesitaban escribir la novela o amar a esa persona, revivir ese sueño, incluso décadas después".


     Ellis es otro de esos escritores de los que leo todo lo que se publica. Desde aquel Glamourama no he fallado a una sola de sus citas y esta vez ni siquiera pude contenerme hasta que saliera la traducción. Hoy traigo a mi estantería virtual, Los destrozos.

     La nueva novela de Ellis se adentra en el terreno de la autoficción desde las primeras páginas. Un agradecimiento y nota del autor que se sienten sinceros, con la dosis justa de ese punto de lo llevaba dentro y me marcó que seguramente esté ahí para prepararnos los sentimientos para lo que nos vamos a encontrar después. Porque volvemos la vista atrás a lo que debieran ser aquellos maravillosos años y nos encontramos mirando a Bret, el joven adolescente bisexual un tanto tímido con un grupo de amigos que no tiene nada fuera de lo común salvo, quizás, la forma en que se tratan las relaciones personales: naturalidad. Y a esa escuela a la que todos acuden llega un chico nuevo. Y a la zona un asesino en serie. Os lo imagináis, ¿verdad? La mente de Bret, hormonada, a veces bajo la influencia de determinadas sustancias y, sobre todo, que es la mente de Bret de la que todos sabemos qué personajes han salido, empieza a elucubrar sobre si la llegada del chico nuevo y la existencia de ese asesino guardan algún tipo de relación.

     Ellis construye un libro que representa, por una parte, una época dorada de estudiantes que pasean y viven y todo es bonito y privilegiado (recordemos su título "Hombre blanco privilegiado" que se modificó para entender ese sentimiento que el autor ha marcado a lo largo de su vida en su obra) y hay cine y música y sexo. Sin preocupaciones aparentes. Salvo el nuevo y la sospecha, los asesinatos como obsesión para Bret.

     Los destrozos es en definitiva una novela de formación, de paso a la vida adulta, en la que el futuro escritor, que está preparando Menos que Zero, sirve como llave para entrar al mundo que todos apreciamos de Ellis. Un mundo estético y vacío, de brillos, sonrisas, colores, sexo y drogas, un lugar cinematográfico habitual protagonizado por el holograma en que parece convertirse el protagonista, que mantiene una imagen que no es la suya, quizás ni siquiera lo que vemos debajo sea su imagen real, y le añade para regocijo de sus fans al asesino terrible que pasa a poblar los sueños del futuro escritor. Y mientras sus amigos parecen cubicar rápidamente la existencia del mal y seguir en su burbuja, Bret mira al nuevo compañero preguntándose si también es un holograma, si esconde algo malo... Una maravilla Los destrozos. Se siente como volver a casa, solo que esta vez es una casa terriblemente disfuncional.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

    Detalles:

     La primera imagen de la reseña corresponde a la edición en España por parte de Literatura Random House.
     El resto de imágenes indexadas en la reseña se las hice a mi ejemplar The Sards publicado por Swift Press.





miércoles, 14 de junio de 2023

La chica que vive al final del camino. Laird Koening

 


     "Era una noche de las que le gustaban a la niña. Estaba frente a la ventana aquel último día de octubre, y observaba el mundo estremecerse al filo del invierno. El viento frío sacudía los tallos de las flores muertas del jardín y arrancaba las últimas hojas de los arces, arrojándolas a la oscuridad como jirones de papel negro. De un tirón, la niña corrió las cortinas y ocultó la noche".

     Desde que tengo uso de memoria soy aficionada al género de terror y gótico, así que estaba claro que este libro no podía faltarme. Hoy traigo a mi estantería virtual, La chica que vive al final del camino.

     Conocemos a Rynn, la niña que vive en la casa del final del camino. Vive allí junto a su padre, aunque parece que nadie lo ve nunca. No lo ve ni siquiera la mujer de la inmobiliaria que alquiló la casa. Rynn no celebra Halloween pero sí su cumpleaños que coincide en fechas. Es una niña solitaria, inteligente y que odia profundamente las tonterías de los que tienen su edad y particularmente las relacionadas con los Hallet, propietarios de la vivienda, y su siniestro hijo. De hecho será la señora Hallet quien amenace con hacer notar que Rynn no va nunca a la escuela. No serán las únicas personas que se acerquen con curiosidad a Rynn ya que un mago y un policía no tardan en entrar en escena mientras la niña tiene un comportamiento adulto y el padre sigue sin dar la cara ante nadie.

     Tenemos en esta novela todos los ingredientes imprescindibles para estar ante el género, incluyendo una magistral puesta en escena que comienza en la primera página con el ritual preparado por la protagonista para su cumpleaños. El autor busca una novela de atmósferas, algo que logra con creces, mientras consigue que el lector mire con susceptibilidad a todos y cada uno de los personajes que se presentan ante Rynn, particularmente al terrible hijo de la casera. Y, por supuesto, tampoco olvide mirar a la joven protagonista del padre oculto.
La novela no solo se lee con facilidad sino que no pide actos de fé complejos que alejan al lector no familiarizado con el cine de terror. Aún así, su efectividad en la técnica es pasmosa ya que uno pronto se queda atrapado en la historia de Rynn de la que necesita saber más y más. Y es que a medida que avanzamos en la lectura, tememos las visitas que recibe la niña y que sabemos que acabarán, irremediablemente, en una curiosidad por ver al padre que compartimos. Pero que al mismo tiempo tememos, como si supiéramos a ciencia cierta que la aparición del padre de Rynn solo iba a poder significar el duro castigo de una de las partes.

     La chica que vive al final del camino es una novela que me ha encantado, cuya adaptación cinematográfica buscaré, y que recomiendo seáis o no aficionados al terror.

    Por cierto, ¿lo sois?

     Gracias.

lunes, 12 de junio de 2023

Elizabeth Finch. Julian Barnes

 


     "Se plantó frente a nosotros, sin apuntes, libros ni nervios. El atril lo ocupó su bolso. Echó un vistazo alrededor, sonrió, en silencio, y comenzó:

- Habrán observado que el título de este curso es "Cultura y civilización". No se alarmen...".

     Uno de los escritores con los que más me divierto del panorama actual es, sin duda alguna, Julian Barnes. Por eso hoy traigo a mi estantería virtual, Elizabeth Finch.

     Conocemos a Neil como estudiante no demasiado brillante y enamorado de su profesora de Cultura y Civilización, la señorita Elizabeth Finch. Es de aspecto austero, casi severo, preclara a la hora de hablar... y la protagonista de las fantasías de seda de su alumno que, una vez finalizado el curso, decide invitar a quien hoy sería su crush a cenar y estos encuentros, que no pasan de ser dos o tres veces al año, se convierten en una costumbre que se dilata durante dos décadas. Que nadie vaya a pensar en algo sexual, porque no lo es. Esto termina cuando Neil recibe una notificación sobre la muerte de Finch, quien lo ha legado sus papeles y libros, algo que provoca el regreso del alumno, que se zambulle en ellos leyendo sobre, por ejemplo, El Apóstata sobre el que parece tener datos como para escribir un libro o estudio. Y entonces decide que si lo iba a hacer ella, él debería de hacerlo o al menos intentarlo. Y a partir de ahí, ahora sí como ponía en la sinopsis editorial, Neil comienza a buscar a Elizabeth, a intentar finalmente conocerla.

     Esta es la novela de un hombre que adoraba a una profesora. A todos nos ha pasado, confesemos. Esta misma semana que acaba de pasar lo comentaba: guardamos recuerdos maravillosos de unos pocos de nuestros profesores. Y eso es lo que le pasa a Neil, un hombre mediocre y con una alarmante tendencia al fracaso (no hay más que ver su historial amoroso), que se ve absolutamente fascinado por una mujer que el autor nos presenta severa y rigurosa, incluso áspera, dando un punto que a mi me ha parecido de humor ante la "extraña pareja" que nunca llegó a producirse. Y entonces la novela entra en una suerte de bache ya que lo soso que es el protagonista se contagia al texto. Lo que empezaba como una admiración traspasa la barrera de la idolatría y Barnes parece querer aliarse con Neil para que logre su objetivo y retuerce el punto hasta que la protagonista se convierta en la Apostata del alumno. 

     Y en ese transitado camino, a mi me empezó a perder. Sentí que le faltaba ese punto de empuje habitual del autor, que se quedaba a medio camino a la hora de caracterizar y descubrir, como si durante la lectura todo fuera un "sí está bien, ¿pero por qué no me lo has hecho redondo?". Esa sensación acaba convirtiéndose en un desgaste para el lector, que no termina de tener claro el punto o el tono de la historia, como si Neil se fuera convirtiendo en alguien poco importante también para la novela, con una personalidad tan gris que logra que hasta su historia pase desapercibida para nosotros.

     Elizabeth Finch no es la mejor novela de Barnes, está claro. O tal vez sea yo que esperaba algo más.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

miércoles, 7 de junio de 2023

El otro yo. Rafael Caunedo

 


     "Madrid, un día cualquiera, de esos en que ocurren las cosas trascendentes, las verdaderamente importantes. Hospital de la Moncloa. Segunda planta, al fondo, consulta de neurología. Luz blanca de halógenos. Mateo Cué y su padre, Ángel, escuchaban atentos las explicaciones del médico. Semblante serio, contenido. Los silencios resultaban largos y violentos. 
     —Me temo que no tengo buenas noticias — les dijo el neurólogo abriendo el dosier que contenía un exhaustivo estudio médico y el informe definitivo".

     Conocí a Caunedo con El deseo de los accidentes y algo en su forma de escribir se me quedó lo suficiente como para llevar días esperando poder leer su última novela. Hoy traigo a mi estantería virtual, El otro yo.

     Conocemos a Ángel Cué, un famoso escritor de esos que son además caballeros, un tanto anticuados si uno quiere, pero cuya fama y buen hacer han provocado que su nombre y su aspecto sea reconocido incluso por quienes no leen. Y ahora, con una novela recién publicada, le diagnostican de alzheimer precoz. El hombre decide no ser un espectáculo, guardar su imagen sin que nadie vea como se pierde dentro del laberinto en el que va a convertirse su cerebro, y le pide a su hijos dos favores: el primero, que le ayude a prepararlo todo para retirarse  a una casa en el campo y le guarde el secreto de su retiro y ubicación; el segundo, tras entregarle un pendrive con 4 manuscritos cuya existencia no conoce nadie, le pide que los envíe en su nombre cada dos a tres años a su editor para asegurarse de que se publica toda su obra y de que su imagen pervive. Y Mateo accede, ¿cómo no hacerlo? Es su padre, su madre ha muerto ya y él lo adora. Pasan los años y Mateo gana el Premio Óvalo con su primera novela, que es en realidad el primero de los manuscritos de su padre que ha sacado del pen-drive. Y poco después es nombrado ministro y se encuentra con un puesto a cuya altura necesita estar y con un secreto que le oprime y que debe de evitar a toda costa que descubran. Y entonces en la primera presentación del libro, aparece una mujer que le pregunta si su padre ha leído el libro.

     El otro yo trata de la persona que proyectamos que somos y también de la que otros nos proyectan. Caunedo se adentra en la línea borrosa que separa ambas personalidades y en cómo una se va tragando a otra mientras luchamos por sobrevivir boqueando como peces y acabamos llenos de secretos. Y para ello, con una prosa que, una vez más, me ha arrastrado provocando que me fije en ella con placer,  ha creado a Mateo: el hombre sin escrúpulos capaz de engañar al mundo, a su padre enfermo, su esposa e incluso de engañarse a sí mismo. Porque cuanto más grande es la mentira, más nos engañamos a nosotros mismos creyendo que podemos salir ilesos de ella. Y coloca a este impostor con traje y corbata en un mundo lleno de representacines teatrales que dicen que son personas cuyas fachadas se resquebrajan amenazando con hundir la suya sin remedio. Entonces, lejos de juzgar a Mateo, deja que sea el lector quien lo haga según sus actos, le dota de la conciencia justa como para representar el temor a ser descubierto en lugar de la pena por el daño que puede estar causando, y le permite enredarse y revolcarse en un patético espectáculo de hombre, marido e hijo que ni busca ni quiere el perdón como para plantearse la redención.
Caunedo se expresa con frases medidas, a veces poéticas, que han dejado imágenes nítidas en mi retina de la decrepitud de la enfermedad y la fragilidad de la vida de un anciano que mira al horizonte con la mirada perdida incapaz de reaccionar siquiera a las sombras de su pasado. Momentos que combina la más terrorífica de las atmósferas: la de los monstruos como yo. Y es que si algo me asusta no es el monstruo de dos cabezas o el dragón de Maléfica, no. A mi quienes me dan miedo son los monstruos que disfrazados de personas cotidianas se pasean por las calles, entran al cine, enseñan a estudiantes y tal vez, en el peor de los casos, compartan mesa conmigo en algún momento de mi vida. Para ello utiliza escenas desprovistas de tensión convirtiéndolas en algo banal hasta que el lector se para un momento a valorar lo que le están contando y entonces comienza a preguntarse si Dios, ese que crea la historia y la transcribe palabra tras palabra, va a consentir que se salgan con la suya. 
     No os voy a contar por supuesto si al final de la novela Mateo lo logra, si le pillan o si de algún modo se redime. Solo os diré que el primer engaño, la novela, solo es el pistoletazo de salida de una historia marcada por la literatura tanto como por la enfermedad, la fidelidad, el asesinato y los ciclos de la vida. Pondría más pero es que disfruté tanto de la resolución que eligió el autor que me niego a dejar pista alguna que os prive el placer de descubrirlo. A fin de cuentas leer es disfrutar.

     El otro yo me ha parecido una novela muy entretenida y con un toque perturbador que se va colando poco a poco bajo la piel. Seguiré la pista de sus letras.

     Y vosotros, ¿sois de seguir la trayectoria de escritores que os gustan en vuestro primer contacto o tardáis más en buscar el nombre y no la obra?

     Gracias.

lunes, 5 de junio de 2023

El movimiento del cuerpo a través del espacio. Lionel Shriver

 


     Me gustan, desde siempre, los libros que no me dejan indiferente. Shriver tiene la capacidad de lograr en sus letras justo eso; provocar, divertir, molestar... llámalo X, pero llámalo. Por eso hoy traigo a mi estantería virtual, El movimiento del cuerpo a través del espacio.

     Conocemos a Serenata Tersipchore (gracias por jugar así con los nombres, Shriver, y gracias Daniel Najmías por no haberlos traducido), una mujer cuya hermosa voz le permite ganarse la vida en el mundo de los audiolibros, y cuya obsesión por el deporte le ha llevado a ester las rodillas destrozadas a sus sesenta años. Ella que siempre creyó que correr era el camino a la salud y la longevidad ahora tendrá que pasar por quirófano para solucionar un problema fruto de esa afición convertida en su modo de vida. Bien, pues Serenata está casada con Remington Alabaster, un hombre tranquilo y sedentario que, ahora que se ha jubilado de su sedentario empleo, ha descubierto en el deporte su nueva pasión. Es más, correrá una maratón. Al menos hasta que la oportunamente nominada como Bambi le habla del triatlón. Y se inscribe para una gran competición. Y empieza el choque.

     La novela de Shriver no es una sorpresa en el sentido de que afrontar temas habituales y hacerlo de forma incisiva es su punto habitual. No falta en esta, por ejemplo, el vecino "normal" que mira lo que camina con más obsesión de la que está dispuesto a admitir y que es utilizado, como no podía ser de otra manera, para que la autora opine sobre sus temas habituales, que rondan toda su obra desde la periferia. En esta ocasión su protagonista se ve superado por una mujer afromericana, ve llegar la inclusividad a su trabajo con bastante sorpresa... ese tipo de cosas que van sucediendo y que, a muchas personas, les pueden provocar la misma reacción que a Remington. O no, puesto que son reacciones particularmente silenciosas. Algo que Serenata sabe, aunque lo parece necesitar confirmar, que puede ser el germen de la nueva pasión de su esposo, algo que no cambiará un ápice los sentimientos que le despierta esta nueva obsesión. Es más, incluso el lector sabe cómo se va a comportar ella. Lo que no sabe, o al menos yo no fui capaz de intuir, es que iba a ser la favorita de Shriver. Y es que de algún modo el hecho de que su marido se haya apropiado de su pasión se siente como una invasión de la personalidad de esta mujer que parece llevar toda una vida sintiéndose de ese modo. Y si este tema ya aumentó mi interés, la forma en que Shriver expone al matrimonio como una unión rutinaria de faltas consentidas, aceptadas y cubiertas levemente para seguir avanzando, me ha parecido una absoluta genialidad.

     Me gusta Shriver. Sus novelas siempre tienen algo diferente que aportarme. Aunque traten aparentemente de algo tan simple como empezar a salir a correr superada cierta edad. Algo que podríamos comprobar mirando por la ventana. Casi a cualquier hora. Me ha gustado El movimiento del cuerpo a través del espacio. Lo recomiendo.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

miércoles, 24 de mayo de 2023

Corazón giratorio. Donal Ryan

 


     Hay novelas que vienen avaladas por la editorial que las publica. Una de estas editoriales es Sajalín que, desde que me descubrió a Bunker, ha ido conquistando mis estanterías libro a libro. Hoy traigo a mi estantería virtual, Corazón Giratorio.

     Corazón giratorio nos traslada a Irlanda en el momento en el que el boom ha pasado y el país está en plena recesión. Nos sitúa para ello en una ciudad en la que el empresario, constructor, local Burke ha huido dejando dejando a todo el mundo herido. El autor construye entonces un fragmento que gira en cada capítulo para poder dar voz a cada uno de los 21 personajes que forman parte de la historia construyendo de este modo una imagen formada por cada una de sus partes. Estos narradores accidentales tampoco es que llevaran vidas maravillosas, hay violencia y enfermedades, hay situaciones que van haciendo comprender como, a medida que gira, ese cartel de la cubierta va tomando significado como si se tratara del acceso a un lugar postapocalíptico.

     La parte estable es el capataz, un hombre joven que deja la marca de quien no es héroe porque tiene miedo y que un día fue el brillo de lo que hubiera podido llegar a ser. Pero tenemos a más, están el padre de Burke, los que piensan en marcharse para buscarse un futuro, quien tiene una deuda con el banco que le asfixia sin remedio. Hay padres, hijos, personas duras o terribles, hay miedo y odio en los monólogos que nos deja Ryan para marcar la desesperanza de un momento en el que la amabilidad es recogida con recelo, incluso odio, por quienes no ven esperanza. Y hay fantasmas, y de ahí la fotografía que ilustra la cubierta. Porque el pueblo es un pueblo fantasma como lo son las esperanzas de desarrollo del lugar y también las individuales de cada uno de los personajes que hablan. Todo se esfuma y deja un retrato duro de testimonios individuales marcados por el sombrío sufrimiento que les hace hablar con la honestidad de quien siente que ya le queda poco por perder. Quizás el subsidio sea su salida, quizás ni siquiera eso.

     Corazón giratorio es un libro de poso triste, complejo más en su construcción que en su lectura, ya que el autor nos permite no solo situarnos si no ir montando poco a poco el puzzle que forma un lugar sin futuro ni esperanzas que va haciendo mella en el lector y que incluye, porque todo hay que decirlo, algunas metáforas tan hermosas que duele lo que están representando. Lo he disfrutado mucho, ahora me queda saber si el autor tiene más títulos.

     Y vosotros, ¿hay editoriales que se han ganado vuestra confianza?

     Gracias.

       

lunes, 22 de mayo de 2023

Walkaway. Cory Doctorow

 


     "A Seth le horrorizaba dejar atrás el grupo de edad de los hermosos críos y entrar e el de falta de trabajo. Tenía instinto para encontrar lo más estrafalario, vanguardista y transgresor que sucediera entre aquellos niños que cada vez se veían más pequeños en el espejo retrovisor".

     Me gusta Doctorow. Leo veo un punto diferente a otros escritores actuales y por eso le voy siguiendo la pista novela a novela. Hoy traigo a mi estantería virtual su último título, Walkaway.

     El futuro es un desastre, y sí, sé que esto no os va a parecer una novedad literaria. Canadá es un desastre (sin bromas que os veo) al que se ha llegado encadenando crisis (ahora pensad en el cambio climático, la pandemia, guerras y refugiados,,, y decidme si os sigue apeteciendo hacer bromas).  Bien, pues en ese futuro conocemos a Hubert (y un montón de nombres más) y Seth. Ambos saben lo cerca que están de ser adultos y no les hace ninguna gracia y acuden a la fiesta de Natalie, descendiente de una familia mejor que bien situada. Llega la policía, hay jaleo y bueno, al final los tres deciden huir del sistema. No son los primeros en hacerlo, hay más gente que ha decidido abandonar el sistema, dejarlo todo y salir a las viejas ciudades acompañadas en mitad de la nada. Walkaway.

     Lo más fascinante de doctorow no es que coja la situación actual y nos cuente dónde cree que puede estar el mundo pasados diez o veinte o cincuenta años, eso ya se ha hecho antes. Lo realmente fascinante es la capacidad que tiene para, en esta distopía futurista, aportar ideas novedosas página tras página. Si nuestro apocalipsis es el mundo al que el capitalismo, la política y la sociedad nos empujan, ¿qué es lo que sucederá después? Sabemos por la ciencia ficción que si hay un apocalipsis zombie, nuclear, alienígena... el ser humano se reinventa, coge a 100 y los lleva al espacio, la luna o marte (qué bonita es la ficción que siempre nos da ideas), pero Doctorow apuesta por un apocalipsis suicida al que la sociedad se dirige lentamente y que no sabrá identificar cuando llegue porque lo tendrá normalizado. Entonces el postapocalipsis son los Walkaway: Hubert, Seth y Natalie. Y tantos otros.

     Frente a una sociedad del futuro en la que el autor se ha encargado de poner elementos que den la sensación de realidad, en la que los avances tecnológicos, las distracciones y incluso la orientación sexual se ven como una evolución natural del momento en el que estamos ahora, se encuentran los walkaway, los que abandonan el mundo presa de una suerte de idealismo que equilibra la filosofía con un sentido práctico de la vida y se reordenan bajo ideas de igualdad y repartición. Y, por supuesto, tienen problemas. Por mucho que el autor pretenda dibujarlos como el nuevo comienzo no les mantiene ajenos a problemas naturales de ordenación o moralidad. Y además de todo eso, Doctorow les concede un descubrimiento único. Y hasta aquí puedo contaros.

     Puede parecer que me he extendido más de lo normal en esta reseña a la hora de dejar detalles del argumento, pero creedme si os digo que algunas de las cosas que más me han gustado siguen firmemente ocultas para que las disfrutéis al llegar a ellas y es que Doctorow no deja nada en el tintero cuando se trata de inventarse una sociedad. Y esto significa que es diferente a lo habitual. Y eso me gusta demasiado.

     Walkaway es una distopía tecnológica futurista que he disfrutado mucho. Aunque sigo sin saber el nombre completo de su protagonista.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

lunes, 15 de mayo de 2023

El Deshielo. A. D. Miller

 

      "Lo olí antes de verlo.

     Había un grupo de gente en la acera y la calzada, en su mayoría agentes de policía, uos hablando por móviles, otros fumando, unos mirando, varios mirando a otra parte. Desde la dirección por la que yo venía, la gente congregada me impedía ver lo que había detrás de ellos, y al principio pensé que, dada la abundancia de uniformes, debía de ser un accidente de tráfico o tal vez una redada de inmigrantes. Entonces noté el olor. Era un olor como el que notas en tu casa si te olvidas de sacar la basura cuando te vas de vacaciones, fuerte pero ácido, lo bastante intenso como para imponerse a los aromas veraniegos normales de cerveza y revolución. Era el olor que lo había delatado".

     El amor por la cubierta tuvo la culpa de esta lectura. Hoy traigo a mi estantería virtual, El deshielo.

     Conocemos a Nick, un abogado que trabaja para bancos que quieren invertir en empresas rusas; acuerdos, garantías y petróleo es el ambiente de un hombre gris que va cumpliendo años con el temor a seguir siendo un  hombre gris y acabar en un matrimonio del mismo color que sentencie su vida. Entonces Masha y Tatiana entran en su vida, dos jóvenes muy diferentes y Nick se enamora de la primera, una mujer peculiar aunque él no parece darse cuenta. Y entonces llega el deshielo y aparece un cuerpo. O quizás fue antes y el cuerpo aparece, como corresponde, en la primera página.

      Una de las grandes dificultades de los traductores son los juegos de palabras. En este caso la primera vino en la frente ya que en su idioma original la novela juega con Snowdrops que parece el nombre de una flor (campanilla de invierno) pero que se trata de una palabra utilizada en slag ruso para hablar justamente de lo que se representa, los cuerpos que aparecen con el deshielo. Habida cuenta de que se trata de una palabra que no existe tengo que decir que me gusta la opción elegida.

     El primer, que no el único, acierto de la novela, es el narrador. A ratos ciego,, el personaje representa a un extranjero que llega a Moscú a trabajar y se enfrenta a un mundo corrupto que le va haciendo mella entre violencias y temores. Se ve ya en las primeras páginas que no estamos ante un personaje que no sabe lo que ve a su alrededor, pero más que de eso, la novela trata de su evolución en el entorno que ha elegido para vivir. Él un supuesto cínico que mira hacia otro lado cuando cree que es necesario y que acaba cayendo presa del romanticismo como si en Rusia no pudiera suceder otra cosa que una historia de amor. Y de muerte, posible o segura, que puede llegar de mano de un vecino o de un cliente que es conocido por el temor que despierta. Porque todos estos, y algunos más, son los ingredientes que Miller ha metido en una novela que brilla en sus descripciones ya sean literales o de los ambientes más bajos de una ciudad aparentemente cosmopolita. No negaré que a veces he tenido la sensación de que Miller exageraba y que el punto central de la historia, que el lector puede pensar en un principio que es la respuesta obtenida por la joven a la que el protagonista pide matrimonio pero que a la postre es el resultado en Nick de su peripecia, se anticipa fácilmente, pero no resta esto valor a una novela que he disfrutado bastante pese a que, siendo objetiva, no saca el partido que hubiera podido a una ambientación llena de posibilidades. 

     El deshielo me ha parecido una novela entretenida que he disfrutado bastante, algo que, dadas mis últimas experiencias lectoras, la colocan en un buen lugar.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

miércoles, 10 de mayo de 2023

La malnacida. Beatrice Salvioni


      "Es difícil quitarse de encima el cuerpo de un muerto. 
      Lo descubrí a los doce años, con la nariz y la boca ensangrentadas y las bragas enredadas en un tobillo. 
      Los guijarros del margen del Lambro se me clavaban en la nuca y en el trasero desnudo, duros como uñas, la espalda hundida en el barro. El cuerpo de él, anguloso y todavía caliente, me pesaba. Tenía los ojos brillantes y vacíos, la barbilla manchada de saliva blanca y la boca abierta, que despedía mal olor. Antes de desplomarse me había mirado, con la cara contraída por el miedo, una mano metida en los calzoncillos y las pupilas dilatadas y negras que parecían disolverse hasta derramarse sobre sus mejillas".

     A veces es la cubierta la que me llama. Luego descubro que es una primera novela y que ha sido publicada en distintos países a la vez y eso hace que me llame la atención aún más. Hoy traigo a mi estantería virtual, La malnacida.

     Conocemos a Francesca, una chica de una familia bien situada que vive en el valle del Po. En su pueblo hay otra niña de su misma edad que va desaliñada, sucia e incluso descalza. Francesca la mira desde lejos soñando con ser su amiga. Sabe que a esa otra niña le dicen la Malnacida, pero eso no interfiere en su sueño. Y entonces sucede, porque aunque más tarde ambas se vean obligadas a esconder un cuerpo, en realidad todo comenzó robando cerezas, así es como conoce a Magdalena. Hay cosas que suceden sin más, supongo: como la guerra de Abisinia.

     Estas dos niñas, apenas adolescentes, no son las únicas protagonistas. Están también Matteo y Federico, por ejemplo. Y es que la Malnacida es bruja o imán dependiendo siempre de los ojos que la miran que, en el caso del lector, van a ser los de Francesca y por lo tanto está condenado previamente a caer rendido a los pies de esta chica. Por supuesto estamos ante una de esas llamadas novelas de crecimiento y la autora ha sabido plasmar perfectamente esa edad tan complicada que tienen las niñas. Veréis que cambio entre niñas, chicas y jóvenes y es porque se percibe ese punto de incertidumbre en el crecimiento casi como si fuera propio, algo realmente complicado cuando se trata de dar voz a personajes tan jóvenes. La autora desarrolla una historia en la que hay puntos que pudieran ser relevantes pero pasan sin hacer demasiado ruido, como es la situación económica de Francesca, cuya familia tiene una situación económica que depende directamente de un pequeño lío de faldas enfocado desde el lado menos habitual en estos casos; y es que lo que realmente le interesa es la improbable pero sólida relación entre las dos jóvenes. Otras en cambio, como la situación de la familia de la Malnacida, se convierten en el eje del que saca fuerzas Magdalena que, en un lugar tan pequeño como Monza (quiero ir), han afilado lenguas y dedos acusadores. Y si la Malnacida saca fuerzas de su propia historia, Francesca lo hace de ella y el lector de ambas mientras las ve encaminarse un tanto avergonzadas a los cambios que se producen al entrar en la vida adulta. Una vida marcada por la época que les ha tocado vivir, Italia 1936, con el fascismo delante con todo lo que ello implica.

     La malnacida es una novela sobre una amistad que nace en contra de las reglas sociales y que se torna férrea. La historia del crecimiento en un entorno en el que el miedo y la represión están presentes. Una novela de abusos, supersticiones y coraje para seguir adelante tanto como para alzar la voz ante las injusticias. Me ha gustado. Repetiré con la autora.

     Y a vosotros, ¿os importa la edad de los protagonistas?

     Gracias.

     PD: Diréis que os he hablado poco, nada, del muerto. El de las primeras líneas, el de la primera página. Esto no es una novela negra, no hay que captar al lector para que quiera saber quién es el criminal, de hecho con apenas un puñado de líneas ya sabéis seguramente lo que ha sucedido. Aún así, hay que descubrirlo: lo importante es el camino.

lunes, 8 de mayo de 2023

Lucía. Bernard Minier



     "Trueno. 
      Tormenta. 
      Aparcó al pie de la colina. Bajó del coche. Fuera llovía a mares, como si un técnico de efectos especiales le estuviera echando cubos de agua en la cabeza. Sin subirse la capucha se dirigió hacia las luces azules que atravesaban la cortina de lluvia. Varios Toyota RAV4 de la Policía Nacional habían irrumpido en la escena con sus sirenas ululantes. Con las prisas no había cogido paraguas ni impermeable, y en los pocos segundos que tardó en llegar hasta ellos se quedó totalmente calada. El agua se le escurría por el cuello y le chorreaba por el chaleco táctico negro con las siglas UCO"

     Me regalaron este libro el fin de semana y me apetecía, tras un parón largo, volver a leer al autor. Por eso hoy traigo a mi estantería virtual Lucía.

     Conocemos a Lucía Guerrero, una guardia civil que encuentra a su compañero crucificado en una suerte de calvario, lo que la llevará a buscar a su asesino en una persecución cada vez más complicada. Estamos en Salamanca y allí un grupo de estudiantes junto al profesor Salomón han desarrollado un software que relaciona crímenes sin resolver y que ahora encontrará una concordancia con el asesinato del compañero de Lucía. Juntos colaborarán en su resolución.

     Llegué a esta novela buscando una lectura entretenida que me hiciera pasar un buen rato y me encontré con una representación teatralizada de una novela negra en la que me costó bastante entrar debido, entre otras cosas, a los nombres de los personajes. No me queda claro si es una suerte de gracia poner nombres sonoros y relacionados con la literatura pero llega un momento en el que este tipo de cosas me estorban ya que alejan el texto bastante de la realidad. Esta teatralidad se extiende a la primera víctima, a la segunda mirando a cámara al pintoresco grupo de amigos e incluso al final de la novela. Estos hechos han provocado una barrera durante mi lectura y es que no podía evitar pensar que había cosas metidas casi a la fuerza para que el lector se sintiera entretenido. Es cierto que la parte del software me pareció que podía ser interesante y la relación con crímenes ya ocurridos y separados en el tiempo, pero una novela necesita más que una idea interesante para funcionar y, de algún modo, la forma en que relaciona a los estudiantes entre ellos hizo que incluso esa parte perdiera el interés paulatinamente ya que me recordaba a esas películas en las que sabes qué es lo que tienen que hacer los estudiantes para poner su vida en peligro (me habéis entendido, creo).

      Tengo que decir que el primer capítulo es muy llamativo y bastante visual, algo que se mantiene durante la lectura y que, posiblemente, mi problema con el libro haya sido que no conecté con él desde el comienzo debido a que me costaba demasiado creerme lo que me estaban planteando, lo que significa que, como siempre digo, las lecturas son personales y que si llega ahora un lector que comienza este libro con buen pie, es más que seguro que se entretendrá y cumplirá perfectamente la función para la que ha sido concebido. Un libro que me ha dado además la sensación que puede tratarse del comienzo de una serie protagonizada por la protagonista, por lo que creo que Lucía ha podido llegar para quedarse.

     Lucía ha sido para mi una lectura fallida pero eso no significa que otros la disfrutéis y aportéis una visión diferente. A veces un libro no nos pilla en el momento adecuado, y tampoco pasa más.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

miércoles, 3 de mayo de 2023

Todos en mi familia han matado a alguien. Benjamin Stevenson


     "Un único haz de luz que recorrió las cortinas me anunció que mi hermano acababa de aparcar en la entrada. Cuando salí a la calle, lo primero que percibí fue que el faro izquierdo del coche de Michael estaba apagado. Y lo segundo fue la sangre".

     Dicen que juzgar un libro por la cubierta no es una buena idea pero a veces es inevitable. Más inevitable es, en mi caso, comprar un libro por su título. Hoy traigo a mi estantería virtual, Todos en mi familia han matado a alguien.

     Conocemos a Ernest Cunningham con motivo de una celebración familiar. Todos irán a una estación de esquí bastante aislada para celebrar que su hermano Michael sale de la cárcel. De hecho Michael entró en la cárcel después de que Ernest testificara en su contra en un caso, cómo no, de asesinato. La cosa es que llegados todos a la estación comienza a morir gente y Ernest, aficionado a las novelas criminales, decide investigar quién ha sido. Todos los miembros de la familia de Ernest son sospechosos, ya que todos ellos han matado a alguien. Ernest también.

     Tengo que decir que título más cubierta ya me dieron la pista de que estaba ante una novela con un fuerte toque cómico, por lo tanto esa es la parte que me esperaba y que cumplió de largo. Lo que me sorprendió más fue encontrarme referencias a novelas clásicas de misterio a medida que la trama iba avanzando, algo que los aficionados al género solemos disfrutar bastante cuando las reconocemos. En este caso, el autor despliega un elenco de personajes curiosos que se mueven como pez en el agua por una trama también bastante peculiar en la que todo resulta exagerado pero nada discordante en la imagen general. Y es que uno tiene que tener muy claro lo que va a encontrarse si se decide a abrir esta novela, no vaya a ser que busque una historia criminal normal y no conecte con la idea de Stevenson.

Si algo le va quedando claro al lector, y también al protagonista que recibe más de una sorpresa, es que los Cunningham no son una familia normal. Sus oscuras conexiones con casi cualquier tipo de actividad criminal que uno pudiera pensar no tardan en emerger y es que en esta historia lo importante realmente no es el culpable, algo que más o menos tuve claro desde la mitad de la novela, si no el por qué lo hizo. Tengamos claro que el autor estructura la novela a su manera, que las normas se dan en las primeras páginas y que la parodia no está reñida con la trama y, a partir de ahí, que cada cual decida si está preparado para meterse en una lectura diferente. Solo os diré una cosa: mucho cuidado con quien os habla del libro, cualquier pequeño detalle puede ser fatal.

     Todos en mi familia han matado a alguien me ha parecido una lectura entretenida y bastante divertida con un toque a comedia francesa. Y uno a veces no necesita nada más.

     Y a vosotros, ¿os cuesta más reír o llorar con una novela?

     Gracias.

miércoles, 26 de abril de 2023

Lucha y metamorfosis de una mujer. Edouard Louis


     "Todo empezó con una foto. No sabía que existía ni que la tenía yo; ¿quién me la dio, y cuándo? 
      Se la hizo ella misma el día que cumplió veinte años. Supongo que sostuvo la cámara al revés para enfocar su propio rostro. En esos tiempos aún no existían los móviles, y no a todo el mundo se le ocurría fotografiarse a sí mismo".

     Al igual que muchos conocí a Edouard Louis con su novela Para acabar con Eddy Bellegueule y desde entonces he seguido más o menos su trayectoria literaria. Hoy traigo a mi estantería virtual. Lucha y metamorfosis de una mujer.

     La última novela de Louis habla, como no podía ser de otro modo, de su vida. O quizás debiera decir en esta ocasión que habla de la vida de su madre. Nos habla de una mujer de que proviene de una familia difícil, con un embarazo prematuro (del hermano mayor del autor) de un hijo que será violento entre otras desvirtudes, avanza un matrimonio que permanece unido por los hijos (él incluido), un marido violento, pobreza y casi cualquier otra cosa que uno pudiera más o menos imaginar para que esa mujer tuviera una vida extremadamente complicada. Y tras todo eso y superados los 40, llega la metamorfosis.

     Vaya por delante que asumo totalmente mi culpa respecto a las sensaciones que me ha provocado este libro y es que, en realidad, me gustaría que el autor comenzara a escribir lejos de su propia persona. Mi primer acercamiento fue sufrido y disfrutado, su vida fue expuesta y utilizada como arma para mostrar una realidad que lo había rodeado durante su corta vida. Pero el tiempo pasa y ya sabemos de su padre, su madre y mucho me temo que llegaremos a conocer también la historia de, al menos, su hermano mayor. No digo que haya que ocultar la historia propia, ese no ha sido mi mayor problema con este título. El problema real ha sido la simplicidad. Louis escribe una historia sencilla que se llena de clichés, que ya sé que existen por un motivo, en la que no profundiza ni siquiera cuando se centra en el tema de la metamorfosis. Banaliza en la medida que apresura el clímax de la historia y es que a mi no me vale un 'pues ya estaría', una reconciliación basada en unas normas que parecen más las que él necesita que se cumplan para aceptar y una serie de encuentros más o menos esporádicos que perduran en el tiempo. Sin embargo, aquí de lo que hablamos es de la novela. Louis opta por generalizar una división de clases que viene a ser algo así como que los pobres piensan menos y beben y son violentos y luego están los que viven mejor y socializan de otro modo, leen y son correctos. Y realiza una exposición simple que, lejos de potenciar lo que narra, deja al lector con la sensación de estar ante una narración escolar. 
     Al final y tras leer varios de sus títulos tengo la sensación de estar ante una suerte de autoayuda para el propio autor en lugar de aportarme una historia que me hiciera reflexionar y, ya puestos a pedir, sentir sus palabras.

     Lucha y metamorfosis de una mujer es una novela cuya mejor parte es el título pero, como he comenzado diciendo, esta es solamente una opinión y de hecho me encantaría ver opiniones contrarias ya que de ese modo la lectura se abre a otras perspectivas que, quizás, cambiaran la mía de alguna manera.

     Y vosotros, ¿sois de discutir sobre lecturas con otros lectores?

     Gracias.

lunes, 24 de abril de 2023

Vamos a morir todos. Emily Austin

 



     "Creo que ha habido una explosión. Oigo es sonido de un teléfono entremezclado con los gritos ahogados de una mujer. Todo está oscuro. Parpadeo varias veces.

     Oscuridad. Total. Absoluta".

     Siempre he pensado que es más difícil hacer reír que llorar en un libro. Por eso sigo acercándome a aquellos que veo prometen un humor diferente. Hoy traigo a mi estantería virtual, Vamos a morir todos.

      Conocemos a Gilda, una joven lesbiana y atea que está en un momento complicado. Está comenzando una relación con una chica que conoció en una app, sufre de ansiedad que se ve agravada por su miedo a morir y necesita un empleo. Entonces tropieza con un anuncio y la casualidad hace que acabe trabajando de secretaria para Jeff, el párroco de una iglesia en la que todos se conocen. Allí esconde su condición de atea y lesbiana mientras se encuentra con los mails que Grace, la anciana cuya muerte dejó vacante su actual puesto, entre los que se encuentran los de una amiga que desconoce que escribe a una mujer muerta.

     La novela se desarrolla en torno al monólogo en primera persona de Gilda, que buscando ayuda se ha visto empujada a un trabajo en el que no puede ser ella misma y donde descubre que su necesidad de agradar y ayudar a los demás es superior a sus propias necesidades psicológicas. Gilda es un personajes peculiar que desarrolla su vida en función de impulsos que son recreados en la novela con torrentes de palabras que se muestran aparentemente en párrafos inconexos pero que, al mismo tiempo, dan una compleja y completa imagen de la mentalidad de esta mujer.

     Es cierto que la novela tiene un sentido del humor con un punto macabro basado en las observaciones reales o imaginadas de la protagonista pero también lo es que hay un drama subyacente en toda la historia que poco a poco va calando en el ánimo del lector. Y es que Gilda se siente sola y desprotegida. No sabe dónde acudir ni cómo recibir la ayuda necesaria para encontrarse mejor. Es consciente de su ansiedad tanto como de sus emociones pero al mismo tiempo se ve arrastrada a las preocupaciones de quienes la rodean y no duda en esconderse una y otra vez llegando incluso a cerrar una cita con un chico familia de una feligresa. Gilda protege a su hermano Eli, de quien ve los problemas tanto como la falta de carácter de sus padres para ver al hijo que les queda en casa tal y como es, y busca en muchos momentos un hilo de afecto que le sirva de anclaje para esta vida doble que ha comenzado a llevar sin darse cuenta y que ha ido atrapando cada segundo de su tiempo. La trama se enmaraña al aparecer la policía para investigar una serie de muertes sospechosas entre las que tal vez se encuentre la buena de Grace y así la autora nos lleva de forma más o menos accidentada por una novela debut con una historia más profunda de lo que uno pudiera esperar al comenzarla.

     Vamos a morir todos es una novela sobre la cotidianeidad que se produce incluso en escenarios aparentemente extraordinarios. Una historia de problemas, identidades, ansiedades y casi cualquier circunstancia que uno pueda vivir en la sociedad moderna.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

lunes, 17 de abril de 2023

El ladrón de veranos. María Soto

 


     "Una noche irreal, estremecida y fabulosa como un cuento de hadas. 
     Así es como la recuerda Clara. 
     El temblor de las lámparas en el salón en fiesta, el vestido de gasa pintada de su madre, el perfume retozón del galán de noche insinuándose desde el jardín, y el mayordomo, un hombre mayor con el pelo blanco, prometiéndole que la llevaría a ver a los gatos si se terminaba el postre".

     La recomendación de un librero vale oro y los libros y, al menos en mi caso, es la forma más segura de que me lleve su obra a casa. Hoy traigo a mi estantería virtual, El ladrón de veranos.

     Conocemos a Clara, una niña de once años que ha caído bajo el hechizo del carismático Roberto Montenegro, aristócrata y pintor de origen incierto que acaba de llegar a Deauville haciendo gala de fortuna y de amistad con el tío de la niña. Pero cuando conocemos a Clara, está a punto de descubrir el cadáver de Montenegro en un jardín. Ha sido asesinado y con su muerte empezarán a salir a la luz sus secretos, incluida la historia de un cuadro de Velázquez.

     Respecto a Clara hay que decir que no solo está fascinada por Montenegro, además se considera su amiga, y más cuando encuentra también una pulsera de cuentas que ella le regaló. Y a partir de este momento despegará la historia de Montenegro en la que se le compara incluso con un ladrón de guante blanco, dudando sobre si acaso lo es, y en la que participa Gabriel, el tío de Clara, y hay una trama de deudas y secretos que llega más cerca de la niña de lo que uno hubiera pensado. Una historia en la que una pareja bastante peligrosa se involucra queriendo tener un cuadro de Velázquez, excusa con la que la autora nos abre una ventana al mundo del arte, las falsificaciones y los trucos y juegos de manos a los que algunos han recurrido y que hará que el lector asienta pensando si tal vez no es posible que en aquella noticia que vio...  y ¡zas! ese es justo el punto en el que Soto tiene al lector comiendo de la palma de su mano.
     Utiliza además una ambientación que roza la teatralidad, no importándole exagerar ademanes o conductas para que su representación teatralizada del verano del 35 en una pequeña villa, incluya amores, traiciones y secretos que se reparten entre niños y adultos para componer un historia cuya lectura me ha parecido particularmente entretenida, amén de tener un punto de originalidad respecto a otras novelas que he leído últimamente.  Me ha permitido además ser partícipe de unas escenas que tienen el brillo dorado del cine del viejo Hollywood a la vez que la voz de Clara se iba volviendo más cercana contagiándome de sus sentimientos por quienes la rodearon.

     El ladrón de veranos me ha parecido una novela con una temática atractiva y una puesta en escena muy cuidada. La he disfrutado mucho dejándome llevar por sus historias de ambiciones, amores, traiciones y secretos a las que la autora añade un punto de ternura cuando toma la voz su joven protagonista.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.