miércoles, 26 de abril de 2023

Lucha y metamorfosis de una mujer. Edouard Louis


     "Todo empezó con una foto. No sabía que existía ni que la tenía yo; ¿quién me la dio, y cuándo? 
      Se la hizo ella misma el día que cumplió veinte años. Supongo que sostuvo la cámara al revés para enfocar su propio rostro. En esos tiempos aún no existían los móviles, y no a todo el mundo se le ocurría fotografiarse a sí mismo".

     Al igual que muchos conocí a Edouard Louis con su novela Para acabar con Eddy Bellegueule y desde entonces he seguido más o menos su trayectoria literaria. Hoy traigo a mi estantería virtual. Lucha y metamorfosis de una mujer.

     La última novela de Louis habla, como no podía ser de otro modo, de su vida. O quizás debiera decir en esta ocasión que habla de la vida de su madre. Nos habla de una mujer de que proviene de una familia difícil, con un embarazo prematuro (del hermano mayor del autor) de un hijo que será violento entre otras desvirtudes, avanza un matrimonio que permanece unido por los hijos (él incluido), un marido violento, pobreza y casi cualquier otra cosa que uno pudiera más o menos imaginar para que esa mujer tuviera una vida extremadamente complicada. Y tras todo eso y superados los 40, llega la metamorfosis.

     Vaya por delante que asumo totalmente mi culpa respecto a las sensaciones que me ha provocado este libro y es que, en realidad, me gustaría que el autor comenzara a escribir lejos de su propia persona. Mi primer acercamiento fue sufrido y disfrutado, su vida fue expuesta y utilizada como arma para mostrar una realidad que lo había rodeado durante su corta vida. Pero el tiempo pasa y ya sabemos de su padre, su madre y mucho me temo que llegaremos a conocer también la historia de, al menos, su hermano mayor. No digo que haya que ocultar la historia propia, ese no ha sido mi mayor problema con este título. El problema real ha sido la simplicidad. Louis escribe una historia sencilla que se llena de clichés, que ya sé que existen por un motivo, en la que no profundiza ni siquiera cuando se centra en el tema de la metamorfosis. Banaliza en la medida que apresura el clímax de la historia y es que a mi no me vale un 'pues ya estaría', una reconciliación basada en unas normas que parecen más las que él necesita que se cumplan para aceptar y una serie de encuentros más o menos esporádicos que perduran en el tiempo. Sin embargo, aquí de lo que hablamos es de la novela. Louis opta por generalizar una división de clases que viene a ser algo así como que los pobres piensan menos y beben y son violentos y luego están los que viven mejor y socializan de otro modo, leen y son correctos. Y realiza una exposición simple que, lejos de potenciar lo que narra, deja al lector con la sensación de estar ante una narración escolar. 
     Al final y tras leer varios de sus títulos tengo la sensación de estar ante una suerte de autoayuda para el propio autor en lugar de aportarme una historia que me hiciera reflexionar y, ya puestos a pedir, sentir sus palabras.

     Lucha y metamorfosis de una mujer es una novela cuya mejor parte es el título pero, como he comenzado diciendo, esta es solamente una opinión y de hecho me encantaría ver opiniones contrarias ya que de ese modo la lectura se abre a otras perspectivas que, quizás, cambiaran la mía de alguna manera.

     Y vosotros, ¿sois de discutir sobre lecturas con otros lectores?

     Gracias.

lunes, 24 de abril de 2023

Vamos a morir todos. Emily Austin

 



     "Creo que ha habido una explosión. Oigo es sonido de un teléfono entremezclado con los gritos ahogados de una mujer. Todo está oscuro. Parpadeo varias veces.

     Oscuridad. Total. Absoluta".

     Siempre he pensado que es más difícil hacer reír que llorar en un libro. Por eso sigo acercándome a aquellos que veo prometen un humor diferente. Hoy traigo a mi estantería virtual, Vamos a morir todos.

      Conocemos a Gilda, una joven lesbiana y atea que está en un momento complicado. Está comenzando una relación con una chica que conoció en una app, sufre de ansiedad que se ve agravada por su miedo a morir y necesita un empleo. Entonces tropieza con un anuncio y la casualidad hace que acabe trabajando de secretaria para Jeff, el párroco de una iglesia en la que todos se conocen. Allí esconde su condición de atea y lesbiana mientras se encuentra con los mails que Grace, la anciana cuya muerte dejó vacante su actual puesto, entre los que se encuentran los de una amiga que desconoce que escribe a una mujer muerta.

     La novela se desarrolla en torno al monólogo en primera persona de Gilda, que buscando ayuda se ha visto empujada a un trabajo en el que no puede ser ella misma y donde descubre que su necesidad de agradar y ayudar a los demás es superior a sus propias necesidades psicológicas. Gilda es un personajes peculiar que desarrolla su vida en función de impulsos que son recreados en la novela con torrentes de palabras que se muestran aparentemente en párrafos inconexos pero que, al mismo tiempo, dan una compleja y completa imagen de la mentalidad de esta mujer.

     Es cierto que la novela tiene un sentido del humor con un punto macabro basado en las observaciones reales o imaginadas de la protagonista pero también lo es que hay un drama subyacente en toda la historia que poco a poco va calando en el ánimo del lector. Y es que Gilda se siente sola y desprotegida. No sabe dónde acudir ni cómo recibir la ayuda necesaria para encontrarse mejor. Es consciente de su ansiedad tanto como de sus emociones pero al mismo tiempo se ve arrastrada a las preocupaciones de quienes la rodean y no duda en esconderse una y otra vez llegando incluso a cerrar una cita con un chico familia de una feligresa. Gilda protege a su hermano Eli, de quien ve los problemas tanto como la falta de carácter de sus padres para ver al hijo que les queda en casa tal y como es, y busca en muchos momentos un hilo de afecto que le sirva de anclaje para esta vida doble que ha comenzado a llevar sin darse cuenta y que ha ido atrapando cada segundo de su tiempo. La trama se enmaraña al aparecer la policía para investigar una serie de muertes sospechosas entre las que tal vez se encuentre la buena de Grace y así la autora nos lleva de forma más o menos accidentada por una novela debut con una historia más profunda de lo que uno pudiera esperar al comenzarla.

     Vamos a morir todos es una novela sobre la cotidianeidad que se produce incluso en escenarios aparentemente extraordinarios. Una historia de problemas, identidades, ansiedades y casi cualquier circunstancia que uno pueda vivir en la sociedad moderna.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

lunes, 17 de abril de 2023

El ladrón de veranos. María Soto

 


     "Una noche irreal, estremecida y fabulosa como un cuento de hadas. 
     Así es como la recuerda Clara. 
     El temblor de las lámparas en el salón en fiesta, el vestido de gasa pintada de su madre, el perfume retozón del galán de noche insinuándose desde el jardín, y el mayordomo, un hombre mayor con el pelo blanco, prometiéndole que la llevaría a ver a los gatos si se terminaba el postre".

     La recomendación de un librero vale oro y los libros y, al menos en mi caso, es la forma más segura de que me lleve su obra a casa. Hoy traigo a mi estantería virtual, El ladrón de veranos.

     Conocemos a Clara, una niña de once años que ha caído bajo el hechizo del carismático Roberto Montenegro, aristócrata y pintor de origen incierto que acaba de llegar a Deauville haciendo gala de fortuna y de amistad con el tío de la niña. Pero cuando conocemos a Clara, está a punto de descubrir el cadáver de Montenegro en un jardín. Ha sido asesinado y con su muerte empezarán a salir a la luz sus secretos, incluida la historia de un cuadro de Velázquez.

     Respecto a Clara hay que decir que no solo está fascinada por Montenegro, además se considera su amiga, y más cuando encuentra también una pulsera de cuentas que ella le regaló. Y a partir de este momento despegará la historia de Montenegro en la que se le compara incluso con un ladrón de guante blanco, dudando sobre si acaso lo es, y en la que participa Gabriel, el tío de Clara, y hay una trama de deudas y secretos que llega más cerca de la niña de lo que uno hubiera pensado. Una historia en la que una pareja bastante peligrosa se involucra queriendo tener un cuadro de Velázquez, excusa con la que la autora nos abre una ventana al mundo del arte, las falsificaciones y los trucos y juegos de manos a los que algunos han recurrido y que hará que el lector asienta pensando si tal vez no es posible que en aquella noticia que vio...  y ¡zas! ese es justo el punto en el que Soto tiene al lector comiendo de la palma de su mano.
     Utiliza además una ambientación que roza la teatralidad, no importándole exagerar ademanes o conductas para que su representación teatralizada del verano del 35 en una pequeña villa, incluya amores, traiciones y secretos que se reparten entre niños y adultos para componer un historia cuya lectura me ha parecido particularmente entretenida, amén de tener un punto de originalidad respecto a otras novelas que he leído últimamente.  Me ha permitido además ser partícipe de unas escenas que tienen el brillo dorado del cine del viejo Hollywood a la vez que la voz de Clara se iba volviendo más cercana contagiándome de sus sentimientos por quienes la rodearon.

     El ladrón de veranos me ha parecido una novela con una temática atractiva y una puesta en escena muy cuidada. La he disfrutado mucho dejándome llevar por sus historias de ambiciones, amores, traiciones y secretos a las que la autora añade un punto de ternura cuando toma la voz su joven protagonista.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

lunes, 3 de abril de 2023

La edad del desconsuelo. Jane Smiley

 


     "Nunca más volveré a ser feliz".

     Mi lado más dramático es el que dejo para la literatura. En mi día a día No hay espacio para esa parte, pero, cuando se trata es elegir un libro, ahí entro hasta el fondo. Hoy traigo a mi estantería virtual, La edad del desconsuelo.

     Dana y Dave forman un matrimonio de mediana edad con tres hijas y una situación de éxito. Es entonces cuando Dave descubre que Dana tiene una aventura y se plantea qué hacer realmente ante este conocimiento, porque quizás lo mejor sea no hacer nada, no enfrentarlo, que Dana no sepa que el lo sabe. 

     La edad del desconsuelo es una novela corta que pulveriza estereotipos y refleja realidades a partes iguales, algo muy peligroso de hacer sobre todo si hay pocas páginas en el proceso. Smiley nos sitúa como si fuera un chiste, Dave estudió odontología, pero Dana también. Dana la única mujer en un principio, así como también era menos habitual hablar de infidelidades femeninas, aunque pasado no demasiado tiempo, eran más de la mitad (aplicable también a si situación marital). Y con esta premisa constante de revelar a Dana como alguien excepcional que vive una situación ahora habitual, avanza la historia. Dave es quien la cuenta, la autora prescinde del clásico "hay que escuchar a las dos partes" y por eso dota a la protagonista de una fortaleza que hace que no necesite una voz propia. A fin de cuenta y ante un descubrimiento semejante, parece decirnos, las principales reflexiones, las primeras, son las que uno realiza en la intimidad de su propia cabeza antes de tener decidido qué hacer realmente. Y decide no enfrentar a su esposa, no darle la oportunidad de confesar y decidir: miedo, piensa el lector. La vida, parece decirnos la escritora al mostrar unas rutinas que hacen pasar los días sin mirarse al frente mientras dibuja sutilmente ese escenario de quienes llevan mucho tiempo juntos y van perdiendo la ilusión, los detalles, en el camino.

     Dave en su monólogo no deja de percibirse como algo masculino, y es esta una parte importante, volvemos a la rareza de que sea el hombre el que se coloca en esta situación, el que observa, el que piensa, y es precisamente este tono el que le da una credibilidad a la novela y un poso amargo del que es difícil escapar para el lector. Smiley parece no escribir para el momento, si no hacerlo para el desgaste, para el planteamiento de qué sucede, no ya cuando llevas a la situación de los protagonistas, si no mucho antes. Y es entonces cuando el amargor se asienta en el paladar y el lector comprende que el título elegido es perfecto. Haya o no vivido esa situación. Realmente aquí, como sucede en tantas otras novelas de terror, thriller o scifi, haberlo vivido no es lo importante. Lo verdaderamente importante es lo que la autora nos hace sentir.

     La edad del desconsuelo es una novela corta con un poso de larga duración.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.