miércoles, 14 de diciembre de 2022

El regreso de Carrie Soto. Taylor Jenkins Reid

 


     Se da el caso no solo de que me gusta el tenis, además este año en un par de hilos de twitter comenté que leo pocos libros relacionados con el deporte en general. Por eso, y porque recojo cada sugerencia, hoy traigo a mi estantería virtual, El regreso de Carrie Soto.

     Conocemos a Carrie Soto, la mejor jugadora de tenis hasta la fecha. Con más de 20 títulos de slam y una feroz competitividad en tenis fue el centro de su vida durante mucho tiempo sin importarle ni siquiera la mala prensa por su carácter. Y hace seis años, se retiró de las canchas. Ahora Carrie está de espectadora en el Abierto de 1994 y asiste al espectáculo que da la magnífica tenista Nicki Chan, quien tiene la osadía de romper su récord. Algo se remueve entonces en su interior y Soto decide regresar a las chanchas para recuperar su récord. Haciendo gala de toda su determinación no duda en entrenar sin importarle con quién o lo que digan de ella en los medios, no le importa si toman en serio su palabra, solo tiene un objetivo que se convierte en la necesidad de demostrar que puede hacerlo.

     Si hubiera empezado hablando de la lucha de Carrie Soto para lograr ser la mejor, de su entrenador que es su padre y de todos sus sacrificios, vuestra visión de la protagonista sería muy diferente. Pero nada real. Soto es un personaje brutal y salvaje con una determinación y un carácter que atraviesa la novela para otorgarle un realismo que no necesita ir de la mano de la simpatía. Tampoco es simpática con ella misma, es más, ahí es donde más exige, más letal se muestra. Reid bucea en el personaje tanto como en el mundo del tenis que, por extensión, se pude percibir como el mundo del deporte profesional: las largas jornadas, los golpes, la competitividad, las envidias... todo está dentro de la novela que se complementa con artículos y referencias que aportan a la protagonista una dosis de credibilidad que hace dudar al lector sobre si realmente existió. Y ese es precisamente el éxito de la novela: la tridimensionalidad.

La autora, que llegó a las manos de los lectores de mano de novelas como Los siete maridos... tiene, para quienes nos hemos impacientado en seguir leyendo su obra, guiños fácilmente identificables a alguna de ellas, lo que permite crear una corriente de complicidad con el lector habitual que se siente casi privilegiado por saber recogerlos.

     He disfrutado mucho con El regreso de Carrie Soto. Sobre todo porque me ha quedado claro que a Carrie le importaba entre cero y nada lo que yo pensara de ella. No iba a cambiar.

     Y vosotros, ¿sois de los que os sentís bien cuando recogéis guiños del autor en una obra?

     Gracias.

lunes, 12 de diciembre de 2022

El diciembre del decano. Saul Bellow


      "Corde, que llevaba la vida de un ejecutivo en Estados Unidos -porque, después de todo, ¿no es un decano una especie de ejecutivo?-, se encontraba ahora a nueve o diez mil metros de distancia de su base, en Bucarest, en pleno invierno, encerrado en un elegante apartamento".

     Una de las cosas buenas que tiene colocar libros es que siempre aparece alguno que no habías leído. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, El diciembre del decano.

     Conocemos a Albert Corde, decano de periodismo en la Universidad de Chicago. Está casado con  Minna, una astrónoma rumana de fama internacional y ahora su madre ha sufrido una suerte de derramen que la ha llevado al Hospital del Partido Comunista. Han ido a verla, claro, y se han encontrado con un problema digno de Kafka. De cinco días tuvieron una visita formal, otra que se buscaron la vida y una tercera frustrada por haber hecho la segunda de aquella manera. Y así es como Corde acaba en el apartamento junto a la hermana de su esposa pensando, bebiendo y teniendo algún encuentro que ayuda a que avance la teoría del autor.

     Bellow, con una paciencia kafkiana, recorre las vicisitudes para lograr enterrar a la madre de Minna, que finalmente muere, y muestra paso a paso cada pequeño problema y signo de corrupción en Rumanía mientras la esposa de su protagonista parece aislarse. Y entonces regresamos a Chicago, ciudad que ya habíamos conocido mediante recuerdos en los que nos ponían al día de la situación dejada por Corde mientras que Bellow nos daba muestras de una suerte de similitudes que el lector va recogiendo poco a poco hasta llegar convencido al reencuentro de la ciudad con los protagonistas. Y es porque Corde escribió sobre la muerte de un chico al que tuvo que identificar y se metió de lleno en el tema de la violencia dentro y fuera de prisión sin importarle nombres y parece que tampoco demasiado el hecho de no tener apoyos ni siquiera dentro de su propia familia. Bellow entrega entonces a un protagonista extremo, que no tiene pelos en la lengua y con un carácter que el lector intuye está a punto de explotar y, y por esto me ha gustado la novela particularmente, no tiene problemas en ser extremo en su instantánea social, se embarra sin perder el sentido del humor basado más en los juegos que en las propias palabras, y deja una novela deslumbrante que avanza rápidamente pese a su extraña disposición.

Pudiera decirse, por supuesto, que estos saltos y extremos indignados aceleran la trama y provocan la sensación de lectura rápida, por supuesto. Pero la novela es compleja. La disposición orquestada de momentos y fragmentos, la anticipación del lector al regreso, la mujer impedida, el abogado que es a la vez familia del protagonista pero defiende al otro lado, cada pieza, cada acto, forman parte del puzle que constituye esta novela con un reflejo social bastante crítico de un mundo lleno de problemas que solo puede mejorar si somos capaces de poner nuestra atención en ellos.

     Me ha gustado El diciembre del decano. Disfruto muchísimo leyendo a este autor.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

miércoles, 30 de noviembre de 2022

Zorro 8. George Saunders

 


     Tengo debilidad por los cuentos para adultos. Tanta como la que tengo por Saunders. O por el rojo y el negro como combinación de vida. Era pues inevitable que este libro se viniera conmigo. Hoy traigo a mi estantería virtual, Zorro 8.

    El último libro de Saunder es una fábula concebida para adultos y para niños que lleva entre sus letras una doble lectura en la que el rojo son los sentimientos y la monocromía del mundo  alcanza al lector casi yumano para obligarlo a profundizar en las poco más de cincuenta páginas que tiene la historia. Así conocemos a Zorro 8, que es por supuesto un zorro, que habla más o menos el idioma de los yumanos, término este ya conocido y utilizado por otros escritores como Ursula K Le Guin, y nos introducimos en un cuento en el que los errores tipográficos forman parte importante del conjunto. El caso es que cuando ve peligrar su lugar de residencia y muere algún zorro, 8 se va con 7 a investigar y llega a un centro comercial. Mientras mira entre sorprendido y asustado, atacan a los zorros que mueren y también atacarán a... bueno, no sigo que os cuento el argumento entero, peligro que suelen tener las fábulas cortas.

     De algún modo y volviendo al hecho de estar ante un cuento, el protagonista del libro, que a su vez aprendió el idioma escuchando cuentos, parece un niño de tres años que aún comete errores al comunicarse y que provoca las sonrisas de los adultos al leerlo. Bien, esa es la imagen de nuestro 8. Saunders juega con este elemento que también podría ser una persona aprendiendo el idioma de un país extranjero cuando llega a él (visión esa mucho más fácil de obtener si uno se ciñe al hilo de la historia). De hecho hay interpretaciones varias y es que, cuando se trata de una historia corta, cada línea, cada palabra y cada supuesto error tipográfico están colocados cuidadosamente esperando a ser recogidos por el lector. 

     Zorro 8 es una historia de poder, de habilidades y, por supuesto, una eco-fábula tal y como nos indica la propia editorial en la contra. Hay un zorro donde antes había una manada y un centro comercial donde estaba un bosque, es fácil de ver el camino que va a tomar la historia, estaréis pensando. Nuestro zorro en cambio tiene una admiración por la raza que ve mostrar cariño a los niños, que oye contar historias y con la que aprende a hablar y que le maravilla su talento. Es intrépido sin saberlo ya que reviste de cierta inocencia una mirada que, precisamente por hacerlo sin saber, se va volviendo cada vez más incisiva dando por fin la cara el mensaje y moralina de la historia. Una historia cuyo final es casi un consejo al lector que habrá o no recogido lo que el autor quiso decir pero que ,en todo caso, no ha sido capaz de pasar por alto un mensaje tan directo.

     Zorro 8 es una fábula para adultos que puede ser leída por niños y que se disfruta a distintos niveles. Un librito en el que hay que destacar la labor de Javier Calvo en la traducción tanto como las ilustraciones de Chelsea Cardinal que aportan el complemento perfecto al significado de la historia.

     Y a vosotros, ¿os gustan los cuentos?

     Gracias.

lunes, 28 de noviembre de 2022

Stasiland. Anna Funder


     Resulta curioso como muchas veces se escribe mucho sobre un tema y luego uno se olvida de lo que sucedió inmediatamente después. Y no hay terremoto sin reconstrucción, incendio sin agua ni inundación sin lodos. Lo ismo pasa con las guerras, por eso hoy traigo a mi estantería virtual, Stasiland.

     Cuenta Funder que pretendía escribir una novela cuando comenzó a investigar sobre el tema. Terminada la investigación, en la medida en que siempre se sigue investigando durante el proceso de escritura, le pareció frívolo limitarse a poner esas historias como una ficción. Y así nace Stasiland. De hecho y para ser sinceros, incluso llegó a pensar que la realidad podría no resultar verosímil como ficción, algo más frecuente de lo que nos podemos imaginar. El caso es que para investigar decidió poner un anuncio en el que decía que buscaba a ex-oficiales de la Stasi tanto como a colaboradores y que garantizaba el anonimato. Y así nacen las historias que pueblan su libro Stasi: la de la joven que intenta saltar el muro aún siendo adolescente, la del hombre que muere como tantos otros en una celda, la de quienes quedaron separados por un muro y la de tantos otros que llamaron la atención de la policía secreta. Contacta con ex policía secreta que le habla del proceso de selección y de su trabajo. Y todo esto es lo que refleja en Stasi tanto como la construcción del muro de Berlín, punto que se trata de forma casi apresurada ya que la misión de Funder es contar historias fuertes, conmovedoras  y que dejen su impronta en el lector.

La RDA bajo las historias relatadas se transforma en un lugar latiente que se aleja de la visión que podríamos tener hasta ese momento y, sin embargo, el libro no termina de funcionar. No se trata ya de errores de nombres y lugares, que los tiene, si no del hecho de que uno acaba pensando que las cosas caen siempre hacia el mismo lado. Me han faltado hombres que sufran, historias que dieran una visión más completa, más de grupo, más, en definitiva, realista de una situación que vivieron todos. No digo que sea un mal libro, no lo es, al contrario. Pero le ha faltado un punto de amplitud para que me pareciera redondo.

     Stasiland avanza de la historia ya conocida para adentrarse en esta policía que ya conocemos pero desde un ángulo privado y lleno de historias terribles y conmovedoras.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.


 

lunes, 21 de noviembre de 2022

Sinsonte. Walter Tevis

 


     "Mientras recorre a pie la Quinta Avenida a medianoche, Spofforth arranca a silbar. Desconoce el título de la melodía y tampoco le interesa; es compleja, la silba a menudo cuando está solo. Lleva el torso desnudo y los pies descalzos, solo viste unos pantalones caquis; siente el pavimento viejo y deteriorado bajo los pies. Camina por el centro de la ancha avenida; hay parches de hierba y maleza alta a ambos costados, donde las aceras se agrietaron y luego se deshicieron hace ya mucho tiempo, y así continúan, a la espera de unas reparaciones que no llegarán nunca. En los parches de vegetación, Spofforth oye un variopinto coro de chasquidos y del roce de las alas de los insectos. El sonido lo inquieta, como siempre en esa época del año: la primavera. Hunde sus grandes manos en los bolsillos. De inmediato, incómodo, las vuelve a sacar y comienza un trote largo, ligero, atlético, en dirección a la enorme silueta del Empire State".

     Veamos si no me pasa como en la librería que pedí Sinsajo tres veces antes de encontrar el libro que traigo hoy a mi estantería virtual. Hoy traigo, Sinsonte.

     Viajamos al futuro y nos encontramos un futro postapocalíptico en el que el ser humano ha sido sometido de algún modo por los robots. La cosa es que quedan pocos seres humanos, pero los robots tampoco es que hayan tenido mucha más suerte. En este mundo conocemos a Bob, un robot que algo hizo y que hay otra cosa que no puede hacer (suicidarse, esto os lo cuento porque así es como crea una suerte de fantasía para la que necesita a uno de los dos humanos protagonistas). Convive con Bentley y Mary que parecen ser de los pocos humanos que quedan vivos. Él que pensaba enseñar a leer y que ha visto como le han designado a hacer algo muy diferente, la ve inteligente y decide enseñarla a leer...

     Sinsonte es una distopía en la que los robots han sido generados con una tendencia suicida menos el protagonista. Un mundo en el que un hombre sabe leer pero no es inteligente y otros que si lo eran no han llegado a crecer y en el que una mujer destaca y escapó a la criba para aparecer en un zoo de animales robóticos. Un lugar en el que no es legal leer y aprender y pueden detenerte y también obligarte a mantener la farsa del sueño de un androide. Es todo eso, sí, pero también es un conjunto de referencias al género, un lugar de películas que son un testimonio de lo que fuimos y un cierto análisis social en el que aparecen temas habituales como la desnaturalización, la superpoblación, la ausencia de niños o el control total por parte de entidades artificiales. Con todos estos elementos Trevis deja un relato lúcido en el que el futuro parece empujar a una vuelta al pasado que permita llegar a un final lo más feliz posible en un futuro no tan lejano. Como sucede en otras obras del género, los robots tienen el control, solo que aquí se les ha dado, es lo cómodo, eludir no solo tareas, si no también responsabilidades. De tal forma que el peso recae sobre la improbable figura del robótico protagonista. El que, como ya dije, no se pudo suicidar.
     Destaco el giro final que no voy a comentar por razones evidentes pero que me hizo parar la lectura y pensar con una sonrisa en la mente del autor. Y es que es el broche perfecto para la decadencia que representa en la novela.

     Sinsonte es una novela francamente entretenida que se lee de forma fluida y que hará disfrutar a los aficionados al género, que verán un clásico, tanto como a los que estén empezando a entrar en él.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

     PD. Me siento orgullosa de haber terminado esta reseña sin hablar de Un mundo feliz, por poner un ejemplo, o hacer aclaraciones sobre las drogas que se toman en esta.

miércoles, 9 de noviembre de 2022

El libro del sepulturero. Olivier Pötzsch

 


     "El potente haz de la linterna de petróleo se movía a tientas en la noche como un tentáculo fino y alargado. Su sigiloso revoloteo atravesó arbustos y árboles, recorrió un par de puestos de salchichas y tiovivos en la lejanía, palpó la elevada cúpula de la Rotonda y la pared trasera de un colorido teatrillo de títeres de cachiporra y se detuvo finalmente sobre la berlina de caja negra que se aproximaba desde el Prater a gran velocidad. El cochero refrenó los dos caballos y el carruaje se detuvo con las ruedas rechinando sobre la avenida principal del parque".

     Como regalo hay que decir que un libro es un objeto bastante socorrido que muchas veces hace que el futuro lector tenga entre manos un título que jamás hubiera mirado. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, El libro del sepulturero.

     Hoy nos trasladamos a Viena a finales del s XIX. Y conocemos a Leo, un policía judío que es partidario de las nuevas tendencias en criminalística. Y también vamos a conocer a Augustin, sepulturero, de ilustre familia de sepultureros y un musico reconocido, August trabaja en el cementerio y escribe un libro sobre la muerte, lo que le hace poseedor de grandes conocimientos al respecto. Y también vamos a conocer a Julia, mujer valiente con una hija sordomuda y un curioso lugar de residencia. Ahora avancemos hacia una ciudad que crece rápidamente, con altos y bajos fondos muy separados entre si y empecemos a dejar cadáveres, sociedades secretas, música y pongamos como música de fondo a la familia de un ilustre compositor. O pongamos el violín del sepulturero, que cada cual elija.

     Las novelas históricas con asesinatos siempre se me antojan llenas de descripciones de época capaces de aburrir a un santo, y no siempre es así. Por eso suelo tender a evitarlas y tiene que pasar algo extraordinario, como un regalo, para que me termine animando a leerlas. En esta ocasión tengo que decir que precisamente la ambientación es buena sin que por ello se me haya hecho pesada una lectura de naturaleza entretenida en la que el toque de gracia le ha puesto la familia del compositor y ese leve aire feminista que le otorga la protagonista femenina, mucho mas interesante que Leo. La trama en cambio y pese a estar bien llevada, me ha resultado poco original, un tanto manida, y eso que le veo las partes que efectivamente no lo son, así que no tengo claro si es culpa del narrador o mía, ya sabéis ese clásico de "no eres tu, soy yo" que a veces se cumple con los libros. El hecho es que no me ha terminado de cuajar y donde el autor veía originalidad y ritmo en aumento a mi empezaba a dejarme la novela con la sensación de estar perdiéndome algo, porque el final me ha costado un pelín. No  porque no cuadre, simplemente me resulto...excesivo, teatral. Y, mirad, ahora que lo expreso en voz alta, el resto de la novela también me pareció teatral. Quiero decir, no hace falta que el sepulturero parezca una suerte de mendigo del inframundo, o que el entorno de julia sea tan peculiar e incluso su hija sea peculiar, o lo que hace en su tiempo libre. O que la otra familia, la que protagoniza una parte de la novela... En fin, que no hace falta, que a veces menos es más y que no por poner mucho se tiene garantía de originalidad, como en este caso. De hecho, si tengo que quedarme con un personaje, posiblemente sea Anna, y si tengo que elegir un lugar va a ser el propio cementerio hacinado y oscuro de una gran ciudad.

     El libro del sepulturero es una novela entretenida que tampoco tiene pretensiones de pasar a la historia de la literatura, pero con la que yo no he terminado de encajar. Eso no significa que a vosotros no pueda encantaros, todo libro tiene su lector.

     Y vosotros, ¿sois lectores de thriller histórico?

     "Si ardiera una vela sobre cada tumba de una víctima de asesinato, nuestros cementerios estarían alumbrados por las noches".

     Gracias.

     Gracias.

lunes, 7 de noviembre de 2022

Los secretos de la biblioteca de la Quinta Avenida. Fiona Davis


     "Debía contárselo a Jack, aunque no le iba a hacer ni pizca de gracia. 
     Mientras Laura Lyons regresaba de hacer unos recados, dándole vueltas a las posibles reacciones de su marido cuando se enterara de la noticia, vislumbró a la mendiga apostada de nuevo en el primer peldaño de la escalinata de granito que conducía a su hogar: siete habitaciones en las profundidades de la palatina Biblioteca Pública de Nueva York. Esta vez la presencia de la mendiga no le generó lástima, sino un miedo atávico. Era ciertamente algún tipo de mal augurio que hizo que a Laura se le acelerara el corazón. Una mujer al borde de la ruina, sola y sin recursos. Sin amor".

     Pues aquí estamos, leyendo una vez más sobre libros y sobre bibliotecas. Y es que ya sé que tengo un problema de temas recurrentes, pero así soy. Y por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Los secretos de la biblioteca de la Quinta Avenida.

     Corre el año 1913 y conocemos a Laura Lyons, casada con el superintendente de la Biblioteca Pública de Nueva York. Vive con él junto a sus dos hijos en un apartamento dentro del edificio y, mientras su marido escribe la gran novela, ella comienza a estudiar periodismo y a sentirse atraída por un mundo en el que tiene un mayor poder sobre sí misma. Cuando su vida empieza a cambiar se descubre que están robando ejemplares de la biblioteca, pero no libros cualquiera, son aquellos valiosos que se guardan en una zona especial y que ponen el ojo sobre la familia de Laura, que tendrá que elegir sus prioridades.

     Ochenta años más tarde conocemos a Sadie, la nieta de Laura, también bibliotecaria. Cuando la conocemos está preparando una exhibición sobre su abuela, convertida en una reconocida ensayista social. Curiosamente ella ha ocultado su parentesco con Laura pero también se ve envuelta en una trama de robo de libros y, por si fuera poco, un detective designado para investigar los sucesos hace tambalearse a Sadie.

     La novela tiene dos tramas que se unen por la familia y por los libros y el amor a la literatura tanto como por el carácter de dos mujeres fuertes. Ambas tramas se complementan dando lugar a un drama que el lector vive casi en primera persona y que da a conocer una historia familiar que bien se podría aplicar a la época actual relacionada con los sentimientos. Precisamente por eso la autora opta por un desequilibrio equilibrado en el que hay un hilo más complejo y el otro más sensitivo, una trama que se imbrica y otra que simplemente habla de cómo se siente la protagonista con todo lo que sucede a su alrededor. Y todo esto lo adereza con el romanticismo de vivir en un importante templo, en el que ciertamente vivía una familia en aquel momento, y en los procesos para cuidar y preservar los incunables, algo que, a los que somos aficionados a la literatura, nos supone un punto extra.

     El feminismo y su nacimiento y lugares de crecimiento y acción es otro de los temas que cruzan la novela en el que la autora aprovecha para dejar personajes que existieron y situaciones que me eran totalmente desconocidas. Dando lugar a momentos entretenidos y reflexivos. Sin embargo, si tengo que elegir un personaje, me quedo con Harry. Aunque no desvele quién es.

     Los secretos de la biblioteca de la Quinta Avenida me ha parecido una lectura amable y francamente entretenida.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

     PD. Esta novela pertenece a una serie de libros de la autora que se ambientan en edificios emblemáticos de la ciudad de Nueva York. Y a mi me parece una maravillosa manera de hacer turismo. Escritores españoles, tomen nota.


miércoles, 2 de noviembre de 2022

La raíz del mal. Hakan Nesser

 


     "El inspector de la policía criminal Gunnar Barbarotti titubeó un instante. Luego giró la llave en la cerradura de siete puntos. 
      No era habitual. A veces ni siquiera se molestaba en cerrar la puerta con llave. Si quieren entrar, lo harán de todos modos, solía pensar, no hay ninguna necesidad de que, además, causen un destrozo".

     De las últimas series que he empezado ha sido la de Barbarotti. De algún modo este hombre que tiene tantas dudas y una relación con dios de lo más personal, me pareció entretenido y llamó mi atención. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual. La raíz del mal.

     Gunnar se está preparando para irse de vacaciones cuando le llega una carta en la que se le avisa de que se va a producir un asesinato en Malingre. No quiere darle crédito a la carta, pero no puede evitar regresar a su ciudad y allí, efectivamente, aparece un hombre muerto. Esta carta solo será la primera de las que reciba y el asesino sigue, efectivamente, dando el nombre de las próximas víctimas convirtiendo la investigación en una carrera contra reloj que proteja a quienes llevan ese nombre mientras intentan encontrar un nexo de unión entre todas ellas.

     Frente a la avalancha de novelas negras basadas en el manido término "trepidante" a mi me llamó la atención que Barbarotti fuera más deductivo, más tranquilo. Y esta novela a doble hilo no iba a ser una excepción. De hecho, recuerdo que desde casi las primeras páginas, había un personaje (una niña) que me ponía los pelos de punta hasta el punto de descartarla directamente por exceso de obviedad. Y eso sucede porque nada se deja al azar en las novelas de Nesser. Hace que el lector se involucre pensando hasta el punto de evitar lo que crees que el autor quiere que pienses. Punto para él. 
Y aquí nos deja un hilo en el que se habla de un viaje sucedido en un momento no del todo precisado pero anterior a Gunnar, algunas anotaciones que dan la tensión a la trama y luego la trama presente de los asesinatos, con un policía que sigue rehaciendo su vida sin deshacer sus dudas. Tanto es así que aquí el detective incluso piensa en cambiar de empleo con este caso estancado. El policía ajado y cansado llevada a su máxima expresión. O tal vez el cansancio que proporciona el pensar qué tiene un asesino contra uno como para que decida enviarle cartas con el nombre de sus víctimas (añadamos aquí que lo de dar el nombre y encontrar a la persona va a depender de lo común que sean ese nombre y apellido unidos en el país en el que se desarrolla la historia, no vayamos a pensar que se lo dan todo hecho). Me gusta también la presencia de Eva evitando la típica tensión que acaba en cama entre los dos compañeros de policía y, por supuesto, del equipo policial me quedo con el retrato que el autor hace del superior de policía a que me quedo con la sensación de que los protagonistas tal vez no lo estén valorando en la medida que se merece (luego continuará la saga y tendré que comerme mis palabras. Me lo veo venir).

     Añadiré que estamos ante una segunda entrega de una serie en la que no hay un solo personaje de la trama de la primera que se repita con la excepción del cuerpo policial y su periferia. Esto supone que salvo un dato que realmente no tiene mucha relevancia y que es referido a la vida personal de Gunnar, no se desvela nada de la primera entrega. Así pues, uno puede llegar y leer esta entrega y luego decidir, o no, leer la anterior sin que ello influya o mejor la comprensión de la historia. Este punto que puede parecer una tontería es importante para mi ya que a veces tengo la sensación de que no soy capaz de descubrir una saga que no vaya por lo menos por la quinta o sexta entrega y, no os engaño, me da bastante pereza empezar a leer el libro que quiero por una suerte de precuela (para mi que acabo de descubrir el libro lo es) publicada diez años antes. Me queda la sensación de que nunca voy a ponerme al día y siempre voy a ir retrasada en esa asignat... digo... lectura.

     La raíz del mal es una novela solvente cuya trama he disfrutado y que me ha dejado satisfecha con la resolución a la vez de dejarme también con la certeza de que habrá una tercera entrega. Seguiremos ahí.

     Y vosotros, ¿también os da pereza comenzar series que ya van muy avanzadas?

     Gracias.

     PD. La primera entrega se titula La noche más oscura.

lunes, 31 de octubre de 2022

El polaco. J. M. Coetzee

 


     De Coetzee a estas alturas me gusta casi todo lo que he leído. También es cierto que cuando uno escribe Esperando a los bárbaros ya deja buena muestra de su nivel. Y hoy traigo a mi estantería virtual, El polaco.

     El polaco cuenta la historia de un pianista polaco ya de cierta edad (ronda los 70) e intérprete de Chopín llamado Witolz W. que se enamora de una mujer catalana llamada Beatriz que, si bien es amante de la música, no puede decirse que Chopín figure entre sus favoritos. Podría añadir como curiosidad que la novela se ambienta en Barcelona.

     Coetzee tiene un placer manifiesto en su obra a referenciar otras de algún modo en sus creaciones, así nos encontramos a Robinson Crusoe en Foe o a Buzatti en la ya citada Esperando a los bárbaros, por lo que no debería extrañarnos el enfoque romántico que realiza en esta obra. Y es que Beatriz, la parte moderna, la que deja que sea su yo racional el que mire el amor, sería la Beatrice de Dante mientras que el pianista viajero será más la relación entre George Sand y Chopin. Ciertamente Coetzee no nos lo pone muy difícil a la hora de encontrar sus referencias en su obra dejando de este modo un disfrute extra al alcance de todos los lectores. Resulta además curioso en esta novela el hecho de que su traducción al español haya visto la luz antes que el original al inglés, algo que, según el propio autor, es importante para él por su simbolismo (y lo dice aquí). De este modo la traducción es importante tanto dentro como fuera de la novela a la hora de llegar por primera vez al público y eso es, opino, metaliteratura al alcance de unos pocos.

     Coetzee nos presenta en su novela al amante, el pianista, y al amado, Beatriz. Y nos muestra en su novela y sin necesidad de llamarse experimental las anotaciones que Beatriz hace sobre lo que está sucediendo de forma numerada, la practicidad, ¿recordáis? Además, por si alguien se preguntaba cómo era posible la relación planteada, ni el pianista habla castellano ni la mujer habla polaco así que ambos se comunican como pueden en un tercer idioma que actúa de intermediario: el inglés. Idioma que además crea otra desigualdad y es que si bien ella es capaz de dominarlo, el pianista se va a encontrar siempre cojo ante él. Esto hace que la barrera presentada a la hora de entender el enamoramiento sea además tangible en las traducciones a veces erráticas que de algún modo llevan a Beatriz a una posición que no se verá movida hasta su parte final dejando de este modo el autor claro que la comunicación es importante, pero la sensibilidad es vital. De hecho tengo que decir que el final me ha sorprendido mucho ya que, por el desarrollo y también por la brevedad de la obra, esperaba algo bastante más drástico y aséptico, algo más propio de... Coetzee en realidad, y es que en su concepción formal lo podemos encontrar en cada párrafo y cada explicación de la novela.

     El polaco es una novela sobre la importancia de comunicarse, las distintas formas en las que las personas entienden la pasión y el deseo y, sobre todo, lo difícil que es que la otra persona nos conozca y nos vea realmente entendiendo cómo somos, sin intentar traducirnos a su propia versión. Invita de algún modo a derribar barreras y lo hace de una forma excepcional.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

     PD: No puedo resistirme, ya que de idiomas y traducciones se trata, a comentar el título, El Polaco, que habréis pensado eso de, pues claro, polaco es el pianista y polaco el libro. Pero se da el caso de que en el idioma original el libro se titula The Pole y yo, que soy una loca de los idiomas, he encontrado también dentro de la novela una explicación para este título. En el segundo capítulo. Y no digo más.

lunes, 10 de octubre de 2022

Los renglones torcidos de Dios. Torcuato Luca de Tena.

 


     "-El hombre es el único animal que se crea necesidades que nada tienen que ver con la subsistencia del individuo y con la reproducción de la especie. No le basta comer alimentarse, sino que condimenta los alimentos, de modo que añaden placer a la satisfacción de su necesidad. No le basta vestirse para abrigarse, sino que añade, a esta función tan elemental, la exigencia de confeccionar su ropa con determinadas formas y colores. No se contenta con cobijarse, sino que construye edificios con líneas armoniosas y caprichosas que exceden de su necesidad: lo cual no ocurre con la guarida del zorro, la madriguera del conejo o el nido de la cigüeña. ¿Hay algo más inútil que la corbata que lleva usted puesta? ¿De qué le sirve al estómago una salsa cumberland o un chateaubriand a la Périgord? ¿Qué añade al cobijo del hombre el friso de una escayola o las orlas en forma de signos de interrogación de los hierros que sostienen el pasamano de una escalera? Pues bien: todo eso que está inútilmente añadido a la pura necesidad... ¡ya es arte!".

     Si hay un libro que ha leído varias generaciones y ha comentado por activa y por pasiva por jóvenes lectores, antes de que ese término tuviera siglas propia, es este. Todos llegábamos, al menos los de mi quinta, más o menos sobre los 15 años a él y todos nos sorprendíamos con el libro de este señor con nombre de fraile. Muchos además discutimos sobre el estado mental de la protagonista, de hecho en mi colegio nos lo pasábamos unos a otros para leerlo. Fue un "libro de moda" que he recordado hace poco, gracias a su estreno en la gran pantalla (juraría que es en la gran pantalla, pero ahora con las plataformas ya no estoy segura). Os hablo de Los renglones torcidos de Dios. 

      Conocemos a Alice Gould, ingresada en un sanatorio mental, según una carta por atentar contra su marido. Según ella ha sido encerrada injustamente debido a los datos descubiertos en su trabajo como investigadora. 

      Este libro nos pasea hasta la puerta de la locura a través de su fantástica protagonista, Alice. Pocas veces un protagonista se gana a un lector como ella, llevándolo por un mar de incertidumbres en las que todo es lo que vemos hasta que descubrimos que nada es lo que parece. Ella se nos presenta y nos acompaña a lo largo de trescientas páginas en las que dudamos tanto de su cordura como del motivo de su encierro. Es una mujer sólida, con una gran credibilidad, que irá logrando ganarse al personal del sanatorio y a la mayoría, sino a todos, de los lectores de su historia. Tal vez el director sea el hueso duro, empeñado en su postura al tocarle ser el contrapeso en este juego de verdades y mentiras que hará que dudemos también de nuestra propia opinión. 
 Que Luca de Tena consiga hacer bailar al lector entre una teoría y otra y regresara la primera para volverse a posicionar es el mayor mérito que le recuerdo a este libro. Pero eso no significa que sea el único. Sus personajes secundarios son tan variopintos como para tener que fijarse en ellos, no hay una sola excentricidad que escape a la pluma del autor, y todos ellos conforman un pintoresco conjunto digno de ser admirado, casi como un cuadro visto a través de una lente o tal vez algo modernista. Es, sin lugar a dudas, un libro que merece la pena leerse, ameno, entretenido y ágil que nos deja un muy buen sabor de boca. No sólo eso, sino que lo paladeamos después de terminado. 

     Termino con una curiosidad, ya me conocéis, llevo rato pensando en no ponerla pero soy incapaz de irme sin hacerlo. Luca de Tena, para comprender mejor este mundo de locos que nos iba a presentar, fingió una psicosis, nada de entrar recomendado o a observar simplemente, optó por el camino difícil. Lo hizo bien, ya que ingresó en una clínica psiquiátrica durante 18 días, y a su salida comenzó este libro que os traje hoy a mi estantería virtual. 

     Los renglones torcidos de Dios es una novela francamente entretenida que creo se disfruta más en las edades tempranas que cuando uno ya llega como lector maleado. Y es que hay libros que, cuanto menos sepa uno sobre ellos al abrirlos, más se disfrutan. Como este.
     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias

miércoles, 5 de octubre de 2022

Cómo ordenar una biblioteca. Roberto Calasso



     "¿Cómo ordenar la propia biblioteca? Es un tema altamente metafísico. Me sorprende que Kant no le haya dedicado un breve tratado. De hecho, ofrece una buena ocasión para indagar en la cuestión capital: ¿qué es el orden? El orden perfecto es imposible, sencillamente porque existe la entropía. Pero sin orden no se puede vivir. Con los libros, como con todo lo demás, es necesario encontrar un término medio entre esas dos afirmaciones".

     A veces me acerco a estos minilibros que se publican tan coloridos porque los títulos son tan atractivos que me hacen olvidar que son eso, minis. Hoy traigo a mi estantería virtual, Cómo ordenar una biblioteca.

     Durante la pandemia decidí ampliar mi biblioteca con varios metros de estantes nuevos. Se me planteó entonces la duda del orden, y muchos me entenderéis, de los libros. No sabía si colocarlos por orden alfabético, lo que supone desniveles de alturas por los formatos, por autores a mi aire, géneros, colores, editoriales, tamaños... hasta que al final combiné el orden por editoriales con uno que creo compartimos todos: el orden histórico (ese que, una vez tenemos los estantes llenos, dice que los libros en horizontal, que suelen estar sobre los verticales, son más recientes que los ordenados meticulosamente en los estantes de forma vertical). El caso es que, terminado el nuevo orden, llené estantes y seguí comprando libros de determinadas editoriales más allá del hueco que tenía... en fin, supongo que muchos sabéis de lo que hablo. Por eso cuando vi que Roberto Calasso tenía este título en la librería, pensé dos cosas: la primera es que Anagrama ya se había extendido por encima de sus dominios, colonizando un par de estantes extra y la segunda; ¡he encontrado la solución! (sería más adecuado decir que he encontrado dónde otro escribió la solución que encontró, pero bueno). Y así fue que llegó a mi casa este librito.

     Hay que decir en un primer momento que si alguien espera que estemos ante algún tipo de ensayo que aporte la solución mágica a problemas como el mío, ya se puede ir olvidando. Cómo ordenar una biblioteca es una breve colección de relatos en las que Calasso habla de libros, sí, y que funciona incluso en su conjunto como una suerte de correlación de anécdotas y citas, además de recomendar una librería en concreto, sobre el tema literario. Respecto al orden, nos dice  "el orden de una biblioteca no encontrará nunca -no debería encontrar nunca- una solución" ya que tal y como el lo plantea, una biblioteca es un lugar vivo al que vamos añadiendo libros y del que, cuando buscamos un libro, tal vez nos llevemos el que está a su lado. De este modo Calasso ventila el asunto del orden y puede dedicarse íntegramente a hablar de los libros, cuando y como se compran, como se conservan... y lo salpica de anécdotas como esa que dice alguien (no diré nombres) tapó los títulos de los libros para que sus visitas no tuvieran una exposición demasiado privada a su alcance. De tal modo que comparte con Castán la percepción de la biblioteca como una suerte de diario íntimo y personal del lector que la va construyendo a lo largo de su vida. Muy poético... y certero, ya que a veces uno emprende la relectura de un libro que le fascinó hace años para descubrir que no sabe qué vio en él. Y decimos entonces eso de que el libro o ha soportado bien el paso del tiempo (quizás porque es mejor hablar de los años que cumplen otros).

     Calasso utiliza en su biblioteca, aprenderemos, la regla del buen vecino; cogida esta a  un tal Aby Warburg al que yo no conocía pero al que está claro que el escritor admira. Por supuesto Warburg no es el único "visitante" ilustre de este libro, pero quizás sí que es el que más me ha sorprendido ya que gracias a Calasso he conocido su historia. Hay, por supuesto, un espacio privado que se abre al lector en el que el autor habla de experiencias personales, curiosidades y anécdotas dejando de este modo una mezcla entre anecdotario, ensayo o libro divulgativo con dosis medias de humor que sirve como disfrute un par de días antes de ir a formar parte de ese retrato de nuestra psique.

     Cómo ordenar una biblioteca es un libro para amantes de los libros que se disfruta por su brevedad, algo más extenso hubiera perdido frescura, como por la capacidad del autor para convencernos de todo lo que dice. 

     Por ejemplo: "En la biblioteca perfecta, cuando se busca un determinado libro, se termina por tomar el que está al lado". Que lo leí y destilaba ese punto romántico de las fotografías que todos hemos visto alguna vez hasta tal punto, que casi me convenció de lo que estaba diciendo. Luego recordé que las bibliotecas públicas llevan un orden y que las privadas, al menos en mi caso, también, y que en ambas ocasiones me acerco a ellas con un deseo definido. Pero fue bonito soñar con Calasso.

     Y vosotros, ¿cómo ordenáis vuestros libros?

     Gracias.

lunes, 3 de octubre de 2022

La promesa. Damon Galgut

 


     "En cuanto la caja metálica pronuncia su nombre, Amor sabe que ha ocurrido. Lleva todo el día tensa y migrañosa, casi como si hubiese recibido en sueños una advertencia que ahora no recuerda. Una señal o una imagen apenas debajo de la superficie. Los problemas, en el fondo. Fuego subterráneo. 
     Cuando pronuncian las palabras en voz alta no se las cree. Cierra los ojos y niega con la cabeza. No, no. No puede ser verdad lo que su tía acaba de contarle. Nadie ha muerto. Es una palabra, nada más. Observa la palabra depositada sobre el escritorio como un insecto patas arriba, sin explicación".

     Sé perfectamente que no se debe de comprar un libro por su cubierta pero, a fin de cuentas, nadie dijo que no se debiera de comprar. Y, ¿habéis visto la mirada de ese niño? Pues por eso hoy traigo a mi estantería virtual, La promesa.

     Y ahora, vamos a conocer a los Swart, una familia blanca Sudafricana durante el apartheid. Que así, como comienzo sobre lo que trata la novela, ya es interesante. Pero avancemos: la novela comienza con la muerte por cáncer de Rachel, una mujer que vive con sus tres hijos a las afueras de Pretoria. Antes de morir Rachel le hace prometer a su marido, Manie, que le dará a la criada Salomé las escrituras del anexo a la casa en el que vive. Y esta promesa es oída por Amor, su hija pequeña. Y ahora Rachel a muerto, a Manie parece importarle poco la promesa que hizo y Amor se convierte en un sonido molesto para toda la familia cada vez que recuerda la promesa que se hizo a su madre. Y creedme que lo hará.

     A partir de a promesa se desarrolla esta novela dividida en cuatro partes con un título revelador cuyo significado el lector no tarda en descubrir, más o menos en la segunda parte uno ya lo tiene claro. Desarrolla así la vida de los miembros de esta familia que puede considerarse todo menos afortunada. Desde una hermana infeliz y ambiciosa hasta otro que vive a la sombra de un delito y se cuenta todo al lector de una forma casi fragmentada, variable y utilizando un narrador que parece interpelar al lector para que no proteste por las formas o directamente porque mantiene una actitud que es necesario señalar. Y, evidentemente, el lector no puede defenderse de las puyas, solo puede sonreír cuando nota que los protagonistas tampoco están a salvo del narrador. Aún así, la novela trata de mucho más que de los Swart, la novela trata de Sudáfrica y el cambio radical que vive el país en poco tiempo, así que cada parte de la novela no solo mira hacia un personaje, también refleja una época distinta e importante del país, dejando de este modo un completo y complejo retrato que queda marcado por Mandela o Zuma y que tiene personajes secundarios de lo más pintoresco pero que ya no os voy a citar para que os resten sorpresas si es que os decidís a leerlo.
     Galgut concibe la novela como una suerte de representación teatral en la que nada es azar y la forma de contar las cosas choca con la dureza de muchos momentos, dando como resultado un contraste sobrecogedor que, a mi, me ha pillado por sorpresa en más de una ocasión. Tened en cuenta que de algún modo hasta este momento había hablado de la historia con una cierta ligereza pero ahora os voy a preguntar si realmente cree alguien que Sudráfrica ha vivido una historia reciente tranquila y bonita. No, ¿verdad? Pues el autor ha encontrado la forma de relatarlo para que no se parezca a otros libros, para dar una voz única que se ha alzado merecidamente (a mi entender) con el último Booker Prize. Tampoco os voy a desvelar si finalmente Amor cumple la promesa que se hiciera a su madre, entre otras cosas porque, como diría el narrador, no os importa demasiado y es que, en esta novela, lo importante es todo lo demás. Nadie está libre de alguna culpa.

     La promesa es un libro que merece la pena por lo que cuenta, por cómo lo cuenta, por la voz, la prosa y por tantos otros motivos que el lector va descubriendo a medida que avanza en su lectura.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

lunes, 26 de septiembre de 2022

Como un espectro / Miao Dao. Dos novelas de misterio. Joyce Carol Oates

 


     "Para cuando pudo pensar me ha pasado... a mí, ya era demasiado tarde. 

     Había comenzado de un modo tan inesperado. Casi, pensaría Alyce después, como si lo hubiera hecho otra persona. Ella se había quedado mirando perpleja a corta distancia. 

     No fue que estuviera borracha. Solo tan emocionada, tan exultante, tan... eufórica. 

     Que él incluso se había fijado en ella".

     Como un espectro.

     Dicen mucho de Stephen King, pero poco se habla de lo prolífica que es Oates. Hoy traigo a mi estantería virtual, Dos novelas de misterio.

     Conocemos a Mía, una joven preadolescente a la que todo parece salirle mal Desde el hecho de que su padre se haya marchado y ahora tenga un padrastro que parece se muda a su casa, pasando por unos compañeros de colegio que la importunan y la tocan burlándose. Así las cosas, donde mejor está es en un lugar abandonado lleno de gatos. Y allí, está Miao Dao, su gato favorito que, para ella, asumirá el papel que nadie parece querer asumir en su vida.

     También conocemos a Alyce, una estudiante brillante que tiene una relación con un chico que no quiere de ella mucho más allá del sexo si le apetece. Alyce se queda embarazada y decide llevar su embarazo en secreto, pero entonces aparece un profesor visitante, poeta, que se fija en ella convirtiéndola en su ayudante. Algo que, inicialmente, sería con lo que sentirse halagada, ya que lo admira. Pero no es en realidad como ella pensaba, así que Alyce se encuentra con dos hombres nada adecuados y un secreto.

     Sí, he hablado de las historias en el orden contrario al que vienen publicadas. El lector decide y yo he optado por ponerlas en base a lo que me han gustado. Y tampoco voy a ponerme a soltar el rollo sobre si son góticas o terroríficas.

     Y si comenzaba diciendo que Oates es prolífica, Siruela ha dividido Cardiff, by the Sea. Four Novellas by Suspense, en dos títulos, el que hoy os traigo y El legado de Maude Donegal. El hijo superviviente, que se publicó a principios de año, algo que dado el número de páginas de cada una, no veo necesario pero tampoco voy a ponerme a discutir. Lo que tenemos aquí es, por tanto, una recopilación de dos novelas de misterio. Firmadas por Oates, a la que sabemos se le dan bien los ambientes opresivos y las caracterizaciones de personajes que sufren algún tipo de tormento, y temas como el abuso, el poder y la misoginia, no podían dejar de estar presentes. Un ejemplo es Mía, que se siente ignorada por su madre mientras que los hombres, o niños, que la rodean, la colocan en una situación terrible o la incomodan o molestan y acaba buscando refugio en la colonia de gatos. En este título aparecen casi todos los elementos recurrentes de Oates, incluida su capacidad para ponerme los pelos de punta ante las situaciones ante las que coloca a sus protagonistas (mayormente femeninos). El acoso que sufre es escolar y también sexual; su padrastro no es bueno, pero eso no significa que su padre lo fuera o que su madre vaya a mover un dedo para ayudarla, y Oates sitúa al lector en esa incómoda posición de espectador que se retuerce en la silla esperando que, al fin, la autora decida dejar de hacer sufrir a su protagonista. Oates no es sutil y tampoco lo necesita, prefiere ser juez y verdugo sin piedad y eso hace que el lector muchas veces ya vea venir lo que va a suceder con sus personajes. Es decir, si un personaje es femenino, pues lo ubicamos y si es masculino... también sabemos el papel que va a representar. Aún así sus finales son adecuados y, volviendo a Mía, se sienten como naturales en la historia, sin necesidad de retorcerla para dejar boquiabierto al lector. De hecho Mía es un personaje típico de los últimos años de Oates y me ha recordado a otras protagonistas de novelas más largas; jóvenes que crecen y son capaces de ir poniéndose en pie pese a las circunstancias adversas que enfrentan.

     Hablo de una protagonista, pero bien podría hablar de la otra, porque los patrones se repiten en este dúo en el que, una vez más, los hombres son los verdaderos monstruos. Y es que Dos novelas de misterio condensa precisamente esa parte de Oates que sus lectores ya conocemos. No diré que es su mejor obra, pero es Oates, y eso ya es garantía de que está por encima de una gran mayoría.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

miércoles, 21 de septiembre de 2022

La autopista Lincoln. Amor Towles

 


     "El trabajo desde Salina hasta Morgen había durado tres horas y Emmett no había dicho ni una palabra durante todo el camino".

     Cuando uno disfruta de un libro tanto como yo del anterior título de Towles, se lanza a por el siguiente sin leer ni la sinopsis. Hoy traigo a mi estantería virtual, La autopista Lincoln.

     Conocemos a Emmett Watson, corren los años 50 y su vida no ha sido nada fácil. Por un lado sufrió acoso y además acabó con la vida de su acosador. Eso le supuso un castigo, y ha estado en una granja de trabajo de la que acaba de salir. Así se encuentra con su hermano pequeño Billy, ansioso por empezar un viaje que les llevaría a ambos junto a su madre y que para él parece representar una suerte de Odisea. Dispuestos para el viaje, no tardan en aparecer Duchess y Woolly y su viaje en busca de una nueva vida se convertirá en una suerte de Odisea hacia Nueva York, donde tienen un plan.

     Si en Un caballero en Moscú el protagonista nos e movía del hotel, en La autopista Lincoln de lo que se trata es de un doble viaje: por un lado está el viaje por carretera, importantísimo, y por otro el viaje vital del crecimiento. Contada desde diferentes puntos de vista, Towles no desaprovecha su historia de formación para dejar pequeñas reflexiones, como ya hiciera en su anterior novela, solo que en esta ocasión son más de calle, casi de autoayuda. Llena de personajes que aparecen y desaparecen, voy a optar por no ser original y quedarme con Ulises, el hombre que viaja sin su familia, y es que ya desde las primeras páginas somos conscientes del trabajo de construcción que requiere esta novela llena de detalles. Los cambios de vista, de tono e incluso de persona, dan como resultado una narración efectiva con un coro de voces con distintas historias y valores que son recibidos por un niño que aún no sabe en qué se convertirá, aunque tenga cada vez más claro en quién no.

     Para ello el autor utiliza la autopista Lincoln, una de las más emblemáticas del país, dejando claro que hay todo un homenaje a los viajes en carretera, tan populares recorriendo el territorio como utilizados en la literatura para narrar historias. Y es que si seguimos buscando la novela americana, no cabe duda de que habrá un viaje largo en carretera. Frente al confinamiento de su novela anterior, es casi abrumador percibir en este caso el viaje, el paisaje, los encuentros improvisados y las diferentes historias que surgen durante el camino y, sobre todo, hacerlo reconociendo los pequeños gestos y guiños de la prosa del autor. Y así es como acabamos ante una historia de historias, con un personaje que creía tener una ruta pero que ha cambiado, otro que busca a su familia, un tercero que acaba conociendo a Ulises y Duchess, que es un personaje merecedor de toda una historia.

     La autopista Lincoln es una novela que he disfrutado página a página recogiendo cada detalles de cada historia, viviendo uno de esos viajes que estaban de moda en las películas y libros hace unos años tal como Keourac nos dijo y que Towles recuerda recorriendo paso a paso. Desde luego, si sigue este camino, será un autor que haga pequeños homenajes a puntos literarios que fueron en algún momento clásicos. Y merecerá la pena seguir leyéndolo.

     Y vosotros, ¿también anotáis los nombres de los escritores que os enamoran a la primera?

     Gracias.

lunes, 19 de septiembre de 2022

La librería café de los gatos. Charlie Jonas

 


     "Llovía desde hacía horas. Susann Siebenschön estaba junto a la ventana contemplando los altos árboles verdes de la calle Eichendorff, que en ese caprichoso día de abril no le proporcionaban ningún consuelo. A su lado estaba Mimi, que, sentada en el alféizar de la ventana —blanca como la nieve y erguida como una esfinge—, observaba fijamente la cortina gris plateada plagada de incontables gotitas. 
     —Qué mal tiempo hace —dijo Susann. 
     Mimi no contestó. Era una gata y, como todos sabemos, los gatos no son especialmente habladores".

     No deja de resultarme curioso que tengan tanto éxito los libros que incluyen un gato en su argumento. Será porque yo no tengo uno, pero me llama la atención esa suerte de vínculo no explícito entre los gatos y los libros. Y claro, la ficción lo sabe. Hoy traigo a mi estantería virtual, La librería café de los gatos.

     Conocemos a Susan y a su gata Mimi. Susan se ha quedado viuda hace un tiempo y empieza a notar los achaques de la edad propios y los ajenos, que suelen ser esos que hacen que una persona vaya perdiendo amigos y conocidos. Es entonces cuando decide realizar un viaje: repetirá el que realizaba con su marido a Isquia, y así se lo dice a una mujer con la que ha trabado una amistad improbable: Leonie. Además, alguien tiene que cuidar de Mimi durante las tres semanas que durará el que posiblemente sea su último viaje. Y así es como Leonie, a quien ni siquiera gustan estos animales, se encuentra con Mimi en su casa y descubre que tener un gato puede ser complicado, sobre todo si el gato decide que lo va a ser. Así las cosas Leonie empieza a estar desesperada, y esa desesperación la lleva a una gran idea: su amiga Maxie adora los gatos. Y la pide que se lo cuide. Maxie está imersa en el proceso de abrir una librería con los libros que su tía le ha dejado en herencia y recibe a Mimi entusiasmada. Además Mimi parece feliz a su lado y más aún en la librería.

     Con este argumento la autora nos deja una novela feel good con la que busca que los lectores sonrían y en la que se mezclan temas amables que empujan a los protagonistas a encontrar su lugar en el mundo. Ya sean las vacaciones de una anciana que empiezan entre recuerdos y la llevan a conocer al dueño de una tiendecita; o Leonie y su búsqueda de futuro o bien Maxie, que parece encontrar en la librería el lugar exacto que la hace feliz. Y las tres mujeres vivirán su sueño, su esperanza en el amor y su capacidad para seguir adelante con Mimi dando paseos a su lado. Solo que de Mimi prefiero no contaros nada, estropearía la sorpresa.
     La idea con este tipo de novelas es que el lector pasee por Isquia, sonría con los pequeños detalles y frunza el ceño con las decepciones, que las hay, pero acabe la novela con un buen sabor de boca (y en este caso esa expresión es casi literal) por haber pasado un buen rato. Y a eso le une los libros y los gatos, dos temas importantes tanto en la ambientación como en la trama real ya que sin la petición de Susan ni siquiera habría librería con gatos. El proceso desde la petición hasta esa librería con gatos, es entretenido y amable algo que parece no tenerse en cuenta a la hora de valorar muchas novelas pero que, si me preguntan a mi, es una función vital de la literatura.
El tono además de Jones es cercano, casi como si te hablara una amiga delante de un café y un rollo de canela, y eso lleva a los lectores a involucrarse en la historia lo suficiente como para que haya momentos que resulten emotivos o simplemente para que teman el regreso de Susan, ya que eimplicará que Leonie confiese la existencia de Maxie y su cuidado de Mimi cuando, además, Maxie y Mimi parecen felices juntas. Como digo una trama muy sencilla y un texto amable con una prosa limpia y una pequeña sorpresa final que, más que sorprender, busca agradar. Y lo consigue, no en vano este género es llamado feel good.

     La librería café de los gatos es una novela amable que se lee en un rato y que deja al lector con una sonrisa en los labios tras haber pasado un par de tardes entretenidas. Y eso es algo que deberíamos de valorar mucho.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

miércoles, 14 de septiembre de 2022

Hermanas. Daisy Johnson

 


     "Al principio solo había tierra..."

     Periférica es una de estas editoriales que, sin hacer mucho ruido, se ha ido colando en mis estantes hasta dejar una parte de mi biblioteca dominada por el rojo. Por eso muchas veces cojo sus libros sin apenas fijarme en la sinopsis, se han ido ganando su hueco. Hoy traigo a mi estantería virtual, Hermanas.

     Conocemos a Julio y a Septiembre, dos hermanas que, como suele suceder, tienen un carácter muy diferente. Aún así, están muy unidas. Cuando las conocemos, ambas hermanas se mudan de Oxford con su madre Sheela, Escritora de literatura infantil, a una casa en no muy buen estado cerca de la costa. Un lugar más o menos perdido en el que los días pasan y las niñas apenas hacen nada y la madre está deprimida... Y el lector sabe que antes de mudarse, algo sucedió.

     Y esta última frase es el motor de la novela. Johnson lo usa para establecer una novela agobiante sobre un suceso ya acontecido que marca toda la historia. Las hermanas se quieren, se protegen... ¿hasta dónde? Y luego está la casa, que se cae literalmente a pedazos, en la que nada parece correcto, ni siquiera la luz. Un lugar que marca una atmósfera y que viene ayudado por una madre que no está, casi un fantasma de carne y hueso. Y a esto hay que unir a July como narradora, un personaje realmente fascinante sobre todo en su relación con una hermana que parece hablarle cuando no habla realmente (y me permitiréis que dejé esta imagen críptica para no desvelar más), pero el hecho es que donde otros han mostrado una ventaja, una virtud, algo reseñable, yo empecé a agobiarme con ello. Esto se ve acentuado porque la novela no está solamente relatada por July (Sheela es objetivo del narrador en tercera persona permitiéndole dejar así algunas frases demoledoras), y ni siquiera es lineal, vamos recogiendo piezas de un puzzle en el que la personalidad de las hermanas se va definiendo y levantando en torno a lo sucedido antes del viaje. De este modo lo que empiezan siendo una novela un tanto perturbadora se retuerce hasta alcanzar la novela psicológica con una sorpresa que no lo es tanto y que, precisamente por eso, se convierte en algo tanto o más efectivo.

     Hay que unir a esto la eficiencia de la narración en la que descripciones terribles con realizadas de una forma casi poética que acentúa el significado de algunas frases que me ha sido imposible no anotar. Y dentro delo perturbador, reconozco que me he reído incluso en voz alta con un guiño que venía a confirmar una de las influencias que percibía en la autora, y que no es otra que Stephen King, aunque llevado a un terreno más adulto. Y es que la novela llega un momento en el que se acerca peligrosamente al terror tanto como lo hizo Luján en aquel Subsuelo con el que comparte hormigas.

     Hermanas es una novela efectiva sobre la familia, el amor, la identidad o el abuso que se percibe de forma abrumadora desde las primeras páginas. La autora nos coloca en un lugar incómodo en el que algo no encaja, o tal vez no encaje nada, para dirigirnos hacia un final por un camino lleno de alusiones, a ratos pervertido, en el que no dejamos de preguntarnos si ya sabemos lo que nos va a decir. Una novela gótica que me ha hecho descubrir a una autora con la que voy a repetir.

     Y vosotros, ¿tenéis editoriales que son un "puerto seguro"?

     Gracias.

lunes, 12 de septiembre de 2022

Los chicos de Hidden Valley Road. Robert Kolker

 

     "Hermano y hermana salen juntos de su casa, cruzan la puerta corredera de cristal de la cocina y salen al patio trasero".

       No sé si se juzga un libro por la cubierta pero a mi esta me llamó la atención poderosamente. Hoy traigo a mi estantería cultural, Los chicos de Hidden Valley Road.

     Conocemos a Don Galvin y a su esposa Mimi, una familia acomodada de Texas en la que él, padre del año 1965, y ella, ama de casa que incluso cosía la ropa para sus hijos, forman una gran familia de 10 hijos y 2 hijas: 12 hijos en total para esta enorme estampa que convierte en literal la expresión de la gran familia americana. Cuando su hijo mayor empieza a actuar de forma extraña, parece ser él mismo quien se de cuenta de que algo le pasa. Y la tragedia no tarda mucho en comenzar: Donald padece esquizofrenia. Y así, paso a paso empiezan a caer un hermano tras otro en las garras de la enfermedad desconocida hasta que un total de seis son diagnosticados. Una enfermedad que destroza una familia desde dentro tanto por la incomprensión como por la incapacidad para hacer nada, el miedo a la locura y también por los actos que cometen los hermanos enfermos.

     Kolner escribe en esta tremenda novela la caída en desgracia de una familia que hubiera debido de ser modélica y que, además, existió. Así el lector va viendo como comienzan las peculiaridades en el comportamiento de los hijos enfermos, que además parece que se van acentuando de hermano en hermano llegando uno de ellos a abusar de forma repetida de sus dos hermanas y convirtiendo así el relato de "los cuerdos" en una pesadilla aún más inimaginable que la poca locura. Y uno a uno empieza la cuenta de los hijos afectados por esta enfermedad y va viendo como la familia se siente maldita, los hijos temen ser el siguiente en caer y los padres se desesperan al no saber qué hacer con lo que les está sucediendo. La medicina no parece estar preparada para el diagnóstico y mucho menos para la prevención y hay opiniones para todos los gustos, una incluso llega a culpar a la madre por la forma en que haya criado a sus hijos, mientras se busca, cada vez con más desesperación una solución al problema que tienen. Kolner no deja la pesadilla y, si bien una se vive de puertas adentro, la del reguero médico no da tampoco muchas opciones de permitir a la familia despertar del mal sueño y es que ni siquiera la persona que parece acercarse más va a ser capaz de tener la solución mágica a una enfermedad que hoy en día sigue siendo en gran parte un enigma. La esquizofrenia, tal y como dice el autor, no se trata de una enfermedad en la que el enfermo desarrolla personalidades, si no que lo que hace es ir despegándose de la realidad hasta que su realidad y la nuestra difieren. Algo tan complicado como suena y un escenario tan asfixiante como para lograr que el lector se revuelva entre las páginas de esta novela. Y es que Don y Mimi verán tratamientos terribles y agresivos que no querrán realicen a sus hijos mientras observan y padecen sus comportamientos erráticos y, por supuesto, mantienen no solo las apariencias si no que intentan no suspender las rutinas que se suponen en una familia. Y esto es precisamente lo que engrandece la novela, el hecho de que, aunque la locura sea un tema vertebral, el autor muestra como la apariencia incluso privada, es importante para que la familia siga en pie y refleja de este modo uno de los motores de las microsociedades americanas de la época.

     Kolker deja una novela en la que se alterna la vida familiar con el tema de la esquizofrenia. Habla de avances y retrocesos y realiza un recorrido en el que la familia Galvin fue vital para realizar avances en poco tiempo, pero ni así se ha podido llegar a la cura. Una contribución que fue más allá, por otro lado, de la médica ya que su pesadilla se hizo conocida y eso hizo que un estigma fuera empezado a verse desde un ángulo diferente: ellos daban pena.

     Los chicos de Hidden Valley Road es una historia emotiva y asfixiante, la de una familia que quería ser perfecta y vio como sus miembros caían uno a uno en el estigma de la locura. Una novela perturbadora que logra conmover y horrorizar al lector a partes iguales, una novela dura que se centra en la búsqueda del sueño americano de la familia perfecta y en su destrucción. Y es que si hay, o al menos se busca, la Gran Novela Americana, este título debería de llevar la etiqueta de Gran Novela de No Ficción Americana. Tan dura como recomendable.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.


miércoles, 7 de septiembre de 2022

Los falsificadores de pimienta. Monika Sznajderman

 


     "Probablemente, el recuerdo más antiguo de mi infancia esté relacionado con la cocina, y más concretamente con la mesa de la cocina. La ventana daba al patio de luces—un verdadero pozo sin agua—de la finca situada en la céntrica calle Okólnik de Varsovia. La mesa estaba arrimada a la ventana y, hasta donde alcanza mi memoria, nos sentábamos a ella en un orden inalterable: a la izquierda, mi padre; a su vera, yo; en la cabecera, mi madre, y a la derecha, por el lado de la ventana, la madre de mi madre, es decir, la abuela Maria, y el abuelo, y, según el día, también alguna prima o alguna tía de mi numerosa familia polaca. La mesa estaba cubierta con un variopinto mantel de hule floreado. La cocina estaba siempre a oscuras y la luz permanecía encendida a todas horas, porque el sol no entraba en aquel patio-pozo. Además, sobre la mesa se cernía siempre una tensión inmóvil, palpable incluso para una niña. Mi padre era poco hablador, por regla general permanecía callado, y quien llevaba la voz cantante en las conversaciones era la abuela. En cuanto ella abría la boca, saltaban chispas y se producían pequeñas descargas eléctricas. Mamá se limitaba a apaciguar las disputas".

     Acantilado es una de esas editoriales a las que vuelvo como puerto seguro cuando necesito saber que no voy a fallar. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Los falsificadores de pimienta.

     A lo largo de esta reseña me voy a aprender el apellido de la autora letra a letra. Lo sé. Y es que Sznajderman cuenta en su libro que se dio cuenta con el tiempo de que apenas sabía nada de la familia de su padre. Es decir, todos tenemos una rama familiar por cada uno de nuestros progenitores y, queramos o no, siempre se cuentan historias sobre las familias: el abuelo, el tío... y Sznajdermann en cambio solo disponía de la parte materna de esas historias y conocimiento. Sobre la familia de su padre se cernía un silencio no marcado que quería desentrañar. Y por eso decidió investigar y contar esa historia que parecía ocultársele, sin saber que se iba a encontrar en la IIGM, con una infancia en un campo de concentración y un silencio que quizás buscaba no revivir pesadillas y mirar hacia delante.

Hay que tener en cuenta además que el retrato incluye a la mitad polaca, por cierto. Pero empecemos por la primera parte, un verdadero ejercicio de recuperación familiar tratado siempre desde el máximo respeto. Una historia desgarradora de judíos en campos y silencios llenos de cicatrices con el que la autora realiza un retrato ya conocido pero dentro de su ámbito privado y es que muchas veces se ficcionan tanto las historias, que olvidamos que fueron reales. Y en este caso en particular, la autora descubre que guardar silencio ha sido una forma de avanzar pero otra tal vez lo sea el no dejar que caiga en el olvido. Y tras esta parte la segunda, la historia de su parte materna, la polaca, la bien situada que durante muchos años ni siquiera miró a los judíos, algo que le obliga a fijarse precisamente en la actitud de este tipo de familias respecto a lo sucedido y que desgarra a narradora y lector por partes iguales a la vez que nos enfrenta a las distintas versiones del género humano. Y así, lo que parecía una historia sobre la guerra y campos y judíos, se torna también en el reflejo de una sociedad que mira por encima del hombro a una raza, si acaso útil o exótica. Y es precisamente este punto, sabido por un lado, desconocido quizás por otro y un descubrimiento para la autora que no se ha movido de su ámbito familiar, el que da una profundidad a la novela convirtiéndola en más que una simple biografía.
Por supuesto, como buena biografía de escritora y editora, nos encontramos referencias e hilos de los que tirar para seguir leyendo sobre un tema del que nunca estará todo dicho.

     Los falsificadores de pimienta es una novela densa que avanza más allá de la simple investigación y el deseo de obtener una voz perdida. Es un retrato personal y privado de uno de los momentos más desgarradores de la historia contemporánea del que, estoy segura que os he dejado la duda sobre cómo un niño de un campo acaba con una niña de una familia polaca terrateniente. Nunca hay que contarlo todo. Merece la pena. Leed.

     Y vosotros, ¿sois lectores de biografías?

     Gracias.

     

lunes, 5 de septiembre de 2022

El estandarte. Alexander Lernet-Holenia

 


     Regresamos del parón veraniego a colocar libros en la estantería virtual. Hoy traigo, El estandarte.

     Conocemos al alférez Menis cuando es trasladado. No tarda en fijarse en una bella joven, Resa Lang, lectora de la archiduquesa que no duda en enviarlo lejos. Como es lógico no tarda en regresar, ya que hay una historia de amor por vivir.

     La caída del Imperio Austrohúngaro tras la IGM es un tema vasto e interesante que se ha tratado muchas veces en la literatura y que vertebra realmente la novela que hoy nos ocupa. con un tono misterioso y giros que no siempre parecen programados, ni siquiera verosímiles, esta novela de aventuras comienza con el encuentro entre el protagonista que nos cuenta la historia, Menis, y un mendigo en plena calle. Algo que puede parecer trivial pero que, como sucederá en más escenas de la novela, es una buena representación de cómo está el sistema militar del país y es que el mendigo parece un cabo del regimiento del narrador. Menis, como veremos, ha estado convaleciente y ahora tras reincorporarse ha llegado a Belgrado donde se enamora a primera vista. Un enamoramiento este que ya da comienzo de forma complicada o tormentosa y que parece dar pie a una serie de enredos hasta que la novela se militariza. Cambia de tercio y el autor desgrana punto por punto campañas y largas cabalgadas del ejército de un imperio que se desploma y queda nuestro narrador encargado de proteger el estandarte que da título a la novela. A partir de aquí, ya que no lo voy a contar todo, se abre el dilema que da lugar al final en una novela que, si bien he disfrutado, no he podido dejar de notar que va de más a menos y cuyo final no ha terminado de convencerme en una novela entretenida en la que las aventuras se suceden sin pausa para los protagonistas.

     El autor se maneja mejor que nadie en los temas militares y no le importa sacrificar la credibilidad de los sentimientos o exagerarlos para que vayan más rápido si eso le permite tener hueco para unas cuantas páginas más de gestas, territorio en el que se le nota mucho más cómodo y suelto con la pluma.

El resultado de todo esto es una novela de aventuras que resulta amena y que tiene mucho de fresco del momento en el que el lector es espectador de primera línea de uno de los momentos cruciales de la historia sucedido finalizando a IGM. Cargada de momentos simbólicos y escenas francamente visuales, puedo decir que he disfrutado de la historia.

     El estandarte es una novela entretenida con momentos incluso brillantes en la que la caída de un imperio es puesta ante los ojos del lector que asiste a la puesta en escena desde dentro del huracán.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

lunes, 1 de agosto de 2022

El regreso del soldado. Rebeca West

 


     Me llaman la atención este tipo de libros desde hace años-. Soldados, regresos, guerras... Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, El regreso del soldado.

     Conocemos a Chris Baldry cuando regresa de la IGM. Inicialmente es afortunado, no tiene lesiones visibles, y sigue siendo un joven de 36 años sano que ahora ha vuelto a casa. Solo hay un problema y es que los últimos 15 años de su vida han desaparecido de su memoria. Y él, que a los 21 años estaba enamorado de Margaret, ahora está casado con Kitty con la que ha perdido un hijo y vive en su casa de siempre aunque con los cambios propios del paso del tiempo.

     Resulta curioso como la pérdida de memoria del soldado es tanto lo que marca su nueva vida como lo que le permite olvidar los horrores de la guerra. Un mal que fue bastante común en su época y que ahora casi parece un recurso literario más que apropiado para mostrar los cambios a los que el soldado se enfrenta y convertir la novela en un drama cercano. West escribe una novela incómoda que sorprende por el momento en el que fue concebida ya que trata muchos temas que son comunes a nuestra sociedad actual. West no tiene problema en marcar el clasismo, en señalar la infelicidad conyugal, el adulterio o insinuar las relaciones homosexuales. Y tampoco lo tiene en volver a tratar la amnesia como la solución a todos los problemas, también a la sociedad. O quizás sea que mejor olvidemos o que no recordemos, que mejor estar un poco inconscientes si somos felices o no lo seremos, y también que, aún así, siempre vamos a ser permeables, algo se filtra. Todo eso está en la novela de West.

     La autora nos invita a ver el regreso del soldado, a ver su despertar en un hospital y a su esposa a su lado. La misma que hace llegar la carta a su primer amor y que parece esperar en el regreso de su esposo una vuelta a una normalidad que tiene que ver tanto con la guerra como con la tragedia de perder un hijo, pero todo se ve truncado con este hombre que regresa mirando a otro amor. Y aún así, West no busca simpatías ni se viste de tragedia. Es dura e implacable y torna implacable al lector que no puede evitar enjuiciar a cada uno de los personajes en sus actos y palabras dejando flotar en el aire un dilema moral tanto como la duda sobre lo que cada cual crea que representa la amnesia de su protagonista. Sorprende tanto por lo temprano de su escritura, la autora no tenía 25 años, como por el momento en el que la novela se concibió y ha resistido, algo que no suele ser habitual, maravillosamente el paso del tiempo.

     El regreso del soldado es una gran novela que se condensa en no muchas páginas y que deja un poso que profundiza a medida que pasan los días desde su lectura. Desde luego, no deja a nadie indiferente.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

miércoles, 13 de julio de 2022

Las palabras justas. Milena Busquets

 


     "6 de enero 

       Lo único que hay hoy para desayunar son los marrons glacés que me han traído los Reyes".

     Leí su primera novela y me salté la segunda, no tengo muy claro el motivo. No soy de juicios rápidos y siempre doy segundas oportunidades. Así que hoy traigo a mi estantería virtual, Las palabras justas.

     Esta vez poner un argumento es tontería ya que estamos ante un diario que recorre un año.

    Milena Busquets nos deja un diario que yo he leído como una obra de total ficción aunque me haya encontrado pinceladas que puedan ser reales o alusiones a frases conocidas, dichas o incluso pensadas o vividas por alguna persona determinada. Incluso yo. Utiliza para ello una voz que me ha recordado a También esto pasará pero que se antoja más madura durante la lectura, más precisa, con menos letras aún de las que existieron en el primer título. Quizás por eso más agradable a la vista, al sonido de lo que nos está contando, pero no a la credibilidad. Y es que mi problema en esta lectura ha sido que me vendan el diario como autoficción. Tal y como yo lo he leído, el libro consiste en una secuencia de frases pensadas que bien podía haber sido un dietario literario en el que la autora se sentara a pensar la forma en que contar pinceladas de sentimientos, de amor, de vida, de edad y también, porque eso tiene tirón y porque se dedica a ello, de literatura. Lo que no he visto es el diario, la vida, los sentimientos de quien escribe. Porque si algo tiene que tener un diario es la condensación de una voz que resume una vida en una pequeña entrada que le recuerde el momento realizado. Y si no es así, no es un diario. Llámalo de otro modo, di álbum, recortes, dietario, una frase al día... di lo que quieras, pero diario, no.

    La narradora del libro se presenta como un cruce un tanto superficial entre una mujer esteta y un punto snob de mediana edad y que se ve un poco de vuelta de su juventud y no puede evitar dejar sus perlas de sabiduría porque más sabe el diablo y esas cosas que todos conocemos. Combina una vez más sentimientos y reflexiones con vocación de ser subrayadas y que se disfrazan de polémicas sin serlo realmente. Los escritores tienen ego, borrar como un obrero, escribir por dinero...  Y es que estamos, en definitiva, ante un texto francamente depurado al que le falta sentimiento pero que le sobra buen hacer.
 
     Las palabras justas es un libro entretenido para quienes gustan de marcar párrafos y frases, pero al que le falta un hilo que deje al lector conectar de manera directa con quien lo escribe, sonando impostado, perdiendo ese realismo que yo espero cuando me enfrento a un diario.

     Y vosotros, ¿sois lectores de diarios?

     Gracias.

lunes, 11 de julio de 2022

Utopía Avenue. David Mitchell

 


     "Dean pasa a toda prisa por delante del Phoenix Theatre, esquiva a un ciego con gafas de sol, toma Charing Cross Road para adelantar a una mujer que avanza despacito con su cochecito de bebé, salta por encima de un charco sucísimo y vira bruscamente por la calle Denmark, donde resbala sobre una placa de hielo negro. Los pies le salen volando. Permanece suspendido en el aire un momento lo bastante largo para ver cómo la alcantarilla y el cielo intercambian sus sitios y pensar: «Mierda, esto me va a doler», antes de que la acera se le estampe contra las costillas, la rótula y el tobillo. «Duele la hostia». Nadie se detiene para ayudarlo. «Puto Londres». Un patilludo con bombín y pinta de trabajar en la bolsa sonríe con suficiencia al ver la desgracia del patán melenudo y pasa de largo. Dean se pone de pie con dificultad, haciendo caso omiso de las punzadas de dolor y rezando para no tener nada roto. El señor Craxi no paga los días de enfermedad. Por lo menos le funcionan las muñecas y las manos. «El dinero»".

     No tengo muy claro en qué momento descubrí a David Mitchell ni cuándo empecé a leer sistemáticamente toda su obra, pero así ha sido. Y es por eso que hoy traigo a mi estantería virtual, Utopía Avenue.

     En la nueva novela de Mitchell asistimos a la creación, auge y caída de una banda de rock a lo largo de los años sesenta. Un cuarteto británico que se une para tocar y descubre tanto una banda como a sí mismos.

     Como resumen la verdad es que es muy literal y se queda bastante corto, evidentemente. La novela se divide en tres partes que llevan el título y la estética de tres álbumes de época y las pistas están escritas utilizando la perspectiva de los distintos miembros de la banda (y alguna persona más). De este modo conocemos a Moss u bajista adicto al sexo que es a la vez un superviviente a su propio crecimiento; Jasper, el supuestamente privilegiado cuyos problemas psicológicos están a punto de ser nominados como Asperger; Griff el batería de clase obrera y Elf, la chica, insatisfecha. Todos diferentes, cada uno de un ambiente, cada uno de una música y con una voz propia y a la vez un coro con el que Mitchell lleva a cabo sus ya conocidos juegos entre historias que, para alegría de unos y decepción de otros, en esta ocasión relaja un poco tras sus últimas e intrincadas novelas. La historia en sí no es novedosa, mil veces hemos oído de quienes empiezan tocando en un bar de mala muerte y acaban llenando salas de conciertos y estadios, y lo adereza con la ración justa de melodrama que pasa por los demonios personales de los componentes, accidentes, pérdidas y, por supuesto, la dósis adecuada de sexo y drogas. Incluso está el típico momento en el que la inspiración es una suerte de catársis para quien la sufre. Como os digo, mucho cliché habitual.
     A lo largo de este camino Mitchell irá proporcionando cameos a prácticamente cualquiera que se lo pida, o esa es la sensación que yo tuve al leer la novela: que todo el mundo quería pasar por allí aunque fuera de forma esporádica o sin motivo aparente. Y entonces el lector se pregunta qué está haciendo exactamente Mitchell en esta novela y, más importante, qué pinta el lector en todo esto. Porque si algo tenemos claro los lectores de Mitchell es que somos importantes. Incluso dentro de sus historias los lectores pueden ser vitales ya que leen lo que será el siguiente capítulo, por ejemplo. 
En esta ocasión Mitchell lleva al lector por una novela que parece ir en retroceso de interés. Al menos hasta que encajamos la pieza y vemos que Jasper es familiar de otro personaje. En ese momento todas las referencias a su obra anterior encajan (si las hemos leído) o no y tampoco importa demasiado. El haber leído su obra solo supone esa suerte de música de fondo de las películas que avisa de que se aproxima un momento importante pero que, si no la oyes, no hace que ese momento deje de existir (por si acaso fijaros en películas, locutores y apellidos. Como pista). Como decía, llegamos al final y estamos seguros de que los demonios leídos van a tomar protagonismo, nos lleva hablando de ellos tiempo, sabemos lo que hacen y nos va a decir lo que son. Y ese es, sin duda, el momento álgido de la novela. Aunque para los lectores de Mitchell no sea original lo están esperando igual que todo el mundo espera la "coletilla" de un personaje famoso en una obra.

     Utopía Avenue es una novela bien construida que tiene tintes sobrenaturales y es llevada con éxito hasta sus últimas páginas. Solo tiene un gran pecado: la sensación de estar ante algo poco original. Y es que la originalidad repetida a veces tiene esas cosas. Se desgasta.

     Y vosotros, ¿con qué novela comenzáis la semana?

     Gracias.