lunes, 27 de marzo de 2023

Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer. David Foster Wallace

 


     A estas alturas nadie se sorprende si digo que DFW es uno de mis escritores de cabecera. Eso no significa que haya traído toda su obra, pero sí que poco a poco y título a título irán llegando. Hoy traigo a mi estantería virtual, Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer.

     Estamos en este caso ante una recopilación de ensayos, artículos y pensamientos en general del autor. fueron publicados en sus revistas habituales, como Esquire o Harper's y tratan temas que estuvieron de moda no hace tanto y que todos seguimos conociendo hoy en día. Por esto de que el hombre es el mismo animal que ve una piedra y se tropieza, se cae, se la lleva a casa, le pone nombre y la coloca en lo alto de la escalera para verla (o no) cada día al bajar a la calle, voy a empezar aclarando que DFW se usa a sí mismo y sus propias experiencias como diana para su mordacidad. Dicho esto hay que añadir que es particularmente divertido el ensayo sobre el crucero, así como varios en los que el turismo es analizado de forma despiadada tanto de forma individual como en su modo rebaño. Explicarán qué se come y cómo tanto como el olor a salud de las zonas rurales, invariablemente asociado a los excrementos de animales como vacas, y dará datos de cada una de las cosas en las que en su día se fijara dejando que sea el lector quien decida su sinceridad. Esto es; un sector dirá que se siente como el autor fingiendo que nunca estuvo al otro lado mientras que otra parte será realmente el autor, que estuvo en un lado que critica porque "el que está libre de pecado que tire la primera piedra".

     El crucero, por si alguien se lo pregunta, era uno de esos viajes a todo trapo por el Caribe bajo la naviera Celebrity Cruise Line, del cual el autor no deja punto sin remover, pasajero sin descubrir o bingo que señalar. Es relevante decir que en este libro, como en todos los demás, el lector se va a encontrar una profusión de notas a pie de página. Esto es así porque DFW se mantiene fiel a su costumbre de utilizar las notas como una parte de la narración sin la cual no hubiera sido posible concebir ni el libro ni su lectura. Y sin embargo no es el fin último de la narración el lograr que los lectores se diviertan. Más allá de toda duda razonable, el autor realiza un ataque al hedonismo aceptado por quienes realizan cruceros y soñado por quienes miramos en webs año tras año su precio.... pero no. Y es que el ser humano se acostumbra rápido a ser complacido en cada deseo, sobre todo en los que no sabía que tenía, y no tarda en verse con el derecho a disfrutarlo y el deber de pedir más.

     Algo supuestamente divertido... es efectivamente divertido, pero hay que señalar que está fuertemente influenciado por la cultura de los noventa, lo que supone que el paso de los años y las generaciones han provocado una pérdida de enganche para los lectores que no conozcan el contexto de la obra. Con todo, muy recomendable para pasar un buen rato.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

miércoles, 22 de marzo de 2023

Los amantes de Coney Island. Billy O'Callaghan

 


    "Aquí sopla un aire gélido. Ya hacía un día de perros viniendo de Manhattan, pero nada que ver con esto. Aquí reina la desolación más absoluta. La hora pasada en el tren ha sido una hora a resguardo del viento, y ahora es casi mediodía y parece que no tardará en nevar".

     Llegué por la cubierta y me quedé por el título. O algo así es lo que me ha sucedido con este libro. Hoy traigo a mi estantería virtual, Los amantes de Coney Island.

     Conocemos a Michael, irlandés, y Caitlin, irlandesa/estadounidense. Son amantes desde hace 25 años, son personas casadas con otras personas y O'Callaghan nos va a dar la oportunidad de acompañarlos en un encuentro que se dilata a lo largo de unas cuantas horas. Un último encuentro.

     Lo que nos cuenta O'Callaghan es la historia de dos personas que se conocieron en el momento equivocado y que han mantenido una relación clandestina hasta llegar a la mediana edad. Ambos se casaron jóvenes, cada cual con su pareja, tanto que el amor de su vida apareció justo después, y tuvieron la certeza de que no iban a conocer a una persona igual. Ahora, a sus cuarenta y tantos años, la vida es más reposada, son amantes sin esa pasión del comienzo o tal vez de la juventud, o quizás sea que el desgaste de respirar se extiende a todas partes. También a sus cuerpos que disimulan como pueden el deterioro normal sin saber que el que ama ve en ello otras señales que hace que una nueva forma de amor aparezca. Ese que mide el tiempo que queda, que se siente en el tiempo regalado, en la zona de descuento. Caitlin tiene algo que decirle, pero él se adelanta para contar la enfermedad de su esposa y ella le comprende, siente lo sucedido, se da cuenta de que su futuro es ser una isla. Pero aún así lo comenta porque eso es lo que hacen las parejas: compartir.

     Toda la historia es triste, el tono, el fin de los días, el invierno, el frío que cala los huesos, la tormenta, la sombra de la vejez... Como ya hiciera James Salter O'Callaghan apuesta por el realismo vestido de elegancia que muestra sus puntos débiles. Y es una historia compleja, porque no es una historia del amor de dos, se trata de cuatro. El autor nos habla de los dos protagonistas, pero con veinte años de relación es imposible no hablar también de Barb y Thomas, los engañados, los que viven sin saber qué sucede realmente pero pierden hijos, cambian de empleo y aman de forma incondicional a quien creen que tienen a su lado. Solo de este modo puede uno llegar al final de la historia, de la relación, y decidir el juicio. Saber si el silencio entre Caitlin y su esposo se debe en parte a que ella tiene una vez al mes otro lugar o si tal vez sea eso precisamente lo que ha mantenido a la pareja. De algún modo, en las vidas ajenas y en las relaciones, a veces todo es gris. Y es que escribir una novela de amor sobre una base como esta puede ser complicado y uno se pregunta tras la certeza de haber asistido a ese último encuentro si en realidad ese bloqueo que les impedía elegir no era otra cosa que una sobra de egoísmo puesto que al final, cuando hubo que hacerlo, nos dejaron ser testigos de esa última vez. Y ahí, queridos lectores (parece decirnos el autor), no tuvieron ninguna duda de dónde o con quién se quedaban.

     Los amantes de Coney Island es una novela béllamente escrita que muestra el paso del tiempo en distintas capas.

     Hoy ha tocado un poco de romance, así que decidme, ¿sois lectores de romántica?

     Gracias.

lunes, 20 de marzo de 2023

Solo la noche. John Williams

 


     El problema de escribir una novela brillantes es que se come todo lo demás que publique ese autor. Sobre todo si se trata de un hombre que ve llegar un éxito tardío. Eso sucede con Stoner, más famoso que su creador, John Williams. Hoy traigo a mi estantería personal, Solo la noche.

     Coocemos a Arthur Maxley, exuniversitario y vividor. Un hombre que va y viene gastando dinero y aparentemente sin demasiado control que pronto adivinamos está reprimiendo algún tipo de experiencia traumática que se le ha quedado adherida como una segunda piel. el lector seguirá a este joven durante 24 horas

     Si Stoner fue un éxito apabullante fue gracias a un redescubrimiento por casualidad. Los lectores se movieron en masa a descubrir a su creador mostrando un entusiasmo que no llegó a trasladarse a ninguno de los otros títulos. Ahora se publica su primera novela, una obra que escribió con poco más de veinte años y de la que muchos se han apresurado a señalar puntos de genialidad sin tener en cuenta que se trata de la primera y que el lector puede no ser justo con este punto, sobre todo si llega espoleado. Hay que tener además en cuenta el momento en el que fue escrita y que fue durante la IIGM en un momento en el que el autor se recuperaba de un accidente que acabó con la vida de muchos de los tripulantes de su avión. Es evidente que no tiene nada que ver este trauma con el del protagonista de su novela tanto como que ambos, protagonista y autor, compartirán un fijo común en la personalidad.

     La novela es inmadura, a ratos incluso pesada y el protagonista, insufrible. Esto último se lo perdono porque a mi me gustan las personas, incluso escritas, que no me dejan indiferente. En cuanto al resto el autor hace bailar a su caprichoso protagonista entre una maraña de recuerdos fugaces con alguna imagen potentemente onírica hasta llegar a un final a secreto descubierto que no ha terminado de convencerme. 
Siendo esta una apreciación imparcial y única podría hacer otra ahora desde el punto de vista del lector de Williams enamorado tanto de Stoner como de Butcher's Crossing. si usted pertenece a este segundo grupo encontrará en Arthur la represión, el break entre la vida interior y la exterior y alguna escena que se sucede a modo de descubrimiento que hace crecer al protagonista, en otro caso bastante gris. Descubrirá los comienzos buscando en sus letras rasgos definidos e identificables en el tono, esa sutil apatía revestida de calidad literaria que marca a sus narradores junto con la sensación de que quien ha escrito el libro tenía el control absoluto de sus personajes y que, aún así, se percibe una parte de él en cada uno.

     Solo la noche me ha gustado, pero, sobre todo, ha satisfecho una curiosidad.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

lunes, 13 de marzo de 2023

El caballo ciego. Kay Boyle

 

     "La mujer y la joven empezaron a desnudarse en los arbustos próximos al agua. Se quitaron las prendas con recato, guardando las distancias y dándose la espalda para no sorprender la púdica carne de la otra".

     No sé por qué me llamó la atención esta novela desde el momento en que la vi en la mesa de la librería, pero tenía que leerlo. Hoy traigo a mi estantería virtual, El caballo ciego.

     Podríamos decir que conocemos a la madre, que no necesita nombre porque el cargo ya le viene dado. Una mujer dominante que sabe de caballos y más aún de dominar una vida familiar que le resulta claramente decepcionante. Su hija es Nan, la juventud testigo de la relación de sus padres que sueña con irse de casa en cuanto llegue a la mayoría de edad. Y Caby, el padre; bebedor, artista fracasado y una decepción constante para su esposa, no tanto así para su hija. Y entonces Caby compra el caballo, Brigand, del que Nan se enamora.

     Pocas veces se han descrito triángulos tan complicados como los familiares. A fin de cuentas un triángulo amoroso está formado por tres adultos que deciden qué hacer al respecto mientras que los lazos de la sangre, indelebles cuando implican a un hijo, son mucho más difíciles de ignorarse. Boyle nos presenta a una familia a finales del siglo XIX en la que el carácter dominante de la madre marca la relación superficial entre todos ellos. Madre sabe, madre ve, madre castiga... madre se decepciona. Incluso la vitalidad de su hija está marcada por ella. No digamos la del marido que es siempre señalado, marcado a fuego con un fracaso que se deja ver en cada mirada de su esposa. Y entonces llega el caballo de caza, el regalo para Nan, al que adiestran, la joven lo adora... y el caballo, de repente, se queda ciego. Uno podría pensar que esta tragedia es la que mide el libro pero Boyle lo convierte en la oportunidad que espera madre para señalar un nuevo fracaso de su marido: un caballo ciego, por favor, ¿para qué sirve? Y no es solo ella, el veterinario habla de piedad. El triángulo se tambalea y la novela, corta, casi un relato largo, se despliega dividiéndose entre un pare que busca enmendar ese error, una madre empeñada en erradicarlo y una hija que, contra todo pronóstico, decide que necesita a ese caballo, que lo quiere vivo, es vital. El narrador lo sabe, lo sabe todo, lo cuenta los escucha, les deja hablar ante un lector que es testigo de la tensión creciente en esa familia. A  punto de un colapso constante, de un choque salvaje que contrasta con la escritura delicada de la autora, capaz de hacer que veamos cada una de las escenas. Que sintamos la placidez de las aguas superficiales mientras se prepara el mar de fondo para la tormenta. Deja que el lector sienta el miedo sin llegar a paladearlo mientras lee fragmentos sobre valentía o nuevos comienzos. Mientras pide que se revise la condena,

     El caballo ciego es una novela magistral por el tono, el enfoque y las herramientas utilizadas para mostrar la peor de las batallas: una lucha de poder dentro de una pequeña familia.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias

lunes, 27 de febrero de 2023

Un lugar para Mungo. Douglas Stuart

 


     "Cuando estaban a punto de doblar la esquina, Mungo se paró en seco y se sacudió la mano que el joven le había puesto en el hombro. La determinación del gesto pilló a todos por sorpresa. Después se dio media vuelta y alzó la mirada al bloque de pisos, los ojos le temblaban con sus habituales espasmos nerviosos. Su madre lo observaba a través de los visillos de espigas tratando de convencerse de que aquel tic era un guiño de alegría, un simpático telegrama en código Morse que venía a decir que todo estaba bien. G.E.N.I.A.L. Así era su benjamín. Sonreía incluso cuando no tenía ganas. Era capaz de hacer cualquier cosa con tal de que los demás se sintiesen mejor".

     El año pasado conocí a Shuggie Bain gracias a Marc, un compañero de Un libro al día, y fue de mis mejores lecturas anuales, lo que significa que no podía faltar a esta nueva cita con el autor. Por eso, hoy traigo a mi estantería personal Un lugar para Mungo.

     Para quienes hemos leído la anterior novela, es fácil pensar en las similitudes que tienen ambos protagonistas. Son chicos, de Glasgow, pertenecientes a la misma generación y a familias un tanto complicadas. Sin embargo el camino de Mungo es muy diferente. Conoce Mungo a James Jamieson durante unas vacaciones, qué momento más propicio para conocer al primer amor, y, puesto que James es un poco mayor, los planes que hacen son de escapar juntos una vez Mungo cumpla los 16. Imaginad lo que pensará el hermano mayor de Mungo, Hamish, de que su hermanito pequeño se marche con otro hombre y que es además feniano.

     El autor realiza un trabajo maravilloso, mucho más sobrio que en su primera obra, y representa el mismo Glasgow en el que católicos y fenianos son enemigos, una familia formada por una madre alcohólica, un hijo mayor líder de una banda, una hermana brillante pero condenada y a Mungo como benjamín. Y realiza esta presentación entre detalles minuciosos que incluyen tics y un despliegue magistral a la hora de desarrollar a una madre de familia que parecer pertenecer a ambas novelas y, por lo tanto, convertirse en un centro habítual del Glasgow de finales del siglo pasado. La novela, que se mueve entre el antes y el después; entre el viaje de pesca realizado por el protagonista con dos "amigos" que su madre conoció en AA y que representa un momento oscuro capaz de llevar al lector por un camino tortuoso, y un viaje al pasado que, si bien aligera los sentimientos que produce este viaje, no por ello va a representar una realidad hermosa. Y es que pareciera que los protagonistas de Stuart están condenados a brillar en entornos difíciles, con familias que respiran y son diseccionadas página tras página. La historia de amor es tierna y trágica y se produce paso a paso mientras el lector sabe que va a ser difícil. Enternece, no diré que lo contrario, ver los avances de dos jóvenes que se están condenando por ser de lados opuestos de un lugar en el que los hombres son heterosexuales, violentos y, si hay que ser algo más, alcohólicos.

     Si el primer libro conmocionaba y emocionaba al lector, este, seguramente por la inevitabilidad que el lector percibe y que se confirma, diría que tiene un punto provocador capaz de despertar sentimientos viscerales que incluyen, por supuesto, un aprecio hacia la pluma de Stuart que se extenderá a su siguiente novela.

     Un lugar para Mungo es un libro maduro, escrito de una forma que es un placer leerlo y que ha confirmado al autor como a un nombre a seguir de cerca.
 
     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

miércoles, 22 de febrero de 2023

Las tempestalidas. Georgi Gospodinov

 


     "Y bien, el tema es la memoria. Tempo: andante, tendiendo a andante moderate, sostenuto. Probablemente la zarabanda, de solemnidad templada y con un segundo tiempo prolongado, estaría bien para empezar. Händel mejor que Bach. Repetición rigurosa a la vez que desplazamiento hacia delante. Moderado y solemne para empezar. Luego todo puede _y debe- desmoronarse".

     Hay títulos que no sabemos cómo llegan a nuestras manos, pero llegan. Hoy traigo a mi estantería virtual, Las tempestálidas.

     Conocemos a Gaustine un doctor que monta una clínica que servirá para ayudar a pacientes con alzheimer. La clínica parte de un punto sencillos y es que si estos pacientes suelen recordar mejor o, al menos, de forma recurrente, determinados momentos del pasado, en la clínica se recrearán distintas décadas del siglo pasado. De esta manera los pacientes encuentran su refugio en su recuerdo, un momento en el que se anclan y que incluso les provoca mejoría en algunas ocasiones. Visto el resultado y la supuesta felicidad de los pacientes, la clínica crece  y posteriormente se replica, ya que los familiares de los ingresados también quieren hacer la prueba de vivir así y finalmente también los países que vivieron mejores tiempos en el pasado se encuentran interesados en el tratamiento o, quizás, en el modo de vida que significa quedarse en tu mejor lugar.

     Me enamoré en primer lugar de la palabra: tempestálidas. Y por eso comencé a leer esa relación entre el narrador y terapeuta que me llevó a conocer las clínicas de la nostalgia en las que los pacientes eran residentes. Algo que el narrador domina es el arte de generar momentos distintos y es que, si bien pareciera que todo el mundo se iba a quedar en un momento dorado, aprovecha el camino para hacer una reflexión sobre la memoria y el olvido colocando, por ejemplo, a un exdelincuente cuyo anclaje con el pasado es el expolicía que lo persiguió. Y es que la memoria se ancla a lugares insospechados, como el de otro caso en el que la nostalgia es de aquello que nunca tuvo (un viaje en este caso) convirtiéndose en su refugio y recordándonos que los deseos incumplidos a veces permanecen más tiempo que el placer de las fantasías realizadas. Es tan interesante el tema que cada caso merecería su novela particular. Su propio capítulo en Netflix.

     Entonces el lugar crece, el experimento. Y son no ya personas individuales, parejas o familias, son los propios países quienes no tienen en cuenta las consecuencias de lo que hacen y comienzan a tratarse anclándose en un pasado recreado temerosos de un futuro incierto en el mejor de los casos y ciertamente desolador como alternativa. Y es entonces cuando pensaréis en los problemas que eso conlleva, pero el ser humano en su capacidad para sorprendernos, decide que ¿por qué no adaptarse del todo. Por qué no disfrazarse de soldados en Alemania y dirigirse a la frontera con Polonia o acaso matar a un dirigente cuando tocaba en el fragmento histórico elegido? ¿Cómo se vota en un país el momento a elegir? La idea es complicada y retorcida, es diferente y divertida en la pluma de Gospodinov en la que estar condenados a repetir un error y no aprender de los errores cometidos se convierten en leyes de su ficción. Países que idealizamos no saben qué momento feliz tienen que elegir, hay tantos... y tienen delante a otros que no encuentran un buen momento en los últimos cien años. La historia es vida y repetirla, debatirla, supone una buena excusa para recorrer la más reciente de estos países.

     Las tempestalidas ganó el premio Strega en 2021 y llegó a mis manos el verano pasado en un viaje. Me he encontrado con una novela diferente, cálida y llena de reflexiones en las que la historia tiene un eco no siempre divertido pero aparentemente inevitable. Un libro muy recomendable. Una ilusión.

     Y vosotros, ¿qué importancia le dais al título de un libro a la hora de elegir la lectura?

     Gracias.

lunes, 20 de febrero de 2023

Los profetas. Robert Jones Jr.

 


     Es casi tradición que todos los años una primera novela haga que la crítica y los lectores se fijen en ella y acaben nominándola a premios y siendo el descubrimiento sonado. Y también lo es que yo me la compre corriendo por si acaso todo el mundo la lee y la cuenta y me canso y decido no leerla. Por eso hoy traigo a mi estantería virtual, Los profetas.

     Conocemos a Samuel e Isaías, dos esclavos negros que e enamoran siendo muy jóvenes pero que, por su condición de jóvenes y sanos son considerados por su amo como buenos sementales para procrear y  ampliar el número de esclavos. Se negarán a hacerlo. Esta es una historia de amor en tiempos de esclavitud.

     Con esa minisinopsis he querido remarcar la parte más llamativa de una novela a la que, si os dirigís pensando que va a ser sencilla o fácil, que va a ser amable o simplemente romántica, os quedaréis muy cortos. Jones destaca por su lirismo que va desde los títulos de las partes del libro hasta las descripciones que realiza sin que ello sirva de excusa o escudo para no reflejar ante el lector los horrores de la esclavitud. Precisamente es ese lirismo imperante en la novela lo que hará más impactantes unas escenas que, en otro caso, se sumarían a la lista de las vistas y leídas hasta el momento. La novela cuenta, como ya he dicho, la historia de dos esclavos del amo Paul pero más allá de eso habla de una revolución, porque estamos ante una novela de personajes y todos ellos tienen cabida para tener su propia historia. Hay un personaje que viendo que su amo viola a la mujer que ama se acerca a él para terminar leyendo la Biblia a los esclavos y generando un cambio. Están los Kosongo, una tribu de un lugar perdido que tienen menos ataduras sociales de las que existen incluso en nuestra época y también los profetas, esa versión semimágica que empieza a ser más común en las novelas y que termina por resultarme fascinante. Cada vez. También la esposa de Paul de apariencia caprichosa, el hijo, el capataz... como decía todos son personajes importantes para el relato de Jones que abarca un desarrollo histórico tremendo hasta llegar al momento de la narración. Y en todos esos momentos, existe el amor o la atracción, llámalo x. O no lo llames.

     La novela, endiabladamente complicada de escribir y relativamente sencilla de leer, aborda un tema complicado, de esos que parece que no existieron hace varios siglos pero que en realidad es tan antiguo como la propia existencia. Y es que el amor es un tema universal pero cuando se trata de un amor libre que es refugio y lucha, la novela se engrandece por momentos. Y uno de algún modo tiene la sensación de estar ante algo distinto.

    Estamos en febrero y Los profetas ya parece que será una de mis lecturas del año.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.