viernes, 30 de octubre de 2020

Un pequeño apunte sobre el terror

 


     "La gente cree que soy una persona bastante extraña. Eso es incorrecto. Tengo el corazón de un niño pequeño. Está en un frasco de vidrio sobre mi escritorio".
Stephen King.

     Supongo que son fechas en las que leer terror se entiende como algo natural. Es como ver una peli de miedo en viernes 13, incluso la propia peli, o ver la susodicha en martes porque aquí no barajamos el mismo día de la semana. El caso es que son fechas para el terror en el años, quizás, más terrorífico que nos ha tocado vivir. Por eso he pensado que mejor un recopilatorio de terror al que todo el mundo pueda añadir su título favorito.

     En primer lugar, si vamos a hablar de terror, hablaremos de Poe. Sus personajes, sus narradores a los que era capaz de poner voz de ultratumba por escrito, las obsesiones que se acercan a la locura, la fragilidad de la mente, el gato negro... Todo eso es Poe, y unas cuantas cosas más que hay que descubrir a través de su pluma.

     Voy a meter aquí uno de los libros más perturbadores que he leído en los últimos años: La casa de hojas, de Danielewski. Pocas veces me he encontrado con un libro en el que las formas sean cómplices de lo que se dice y lleguen a provocarme un agobio tan real como el que padecí en este maldito libro. Solo me hubiera faltado encontrármelo en un bookcrossing en lugar de comprarlo para que  mi locura hubiera sido completa, y conste que escribo estas palabras mientras no pierdo ojo al árbol que veo desde mi ventana.

     Por volver al clásico incluiré en esta lista a Drácula, a Frankenstein y al anticristo engendrado en La semilla del diablo. No hay terror sin una casa con una secta y un buen carnero, un vampiro chupasangres y un renacido de trozos con impulso eléctrico. De hecho de todos ellos me quedo con Drácula, salvo que recuerde la serie de Netflix en cuyo caso, Frankie, soy toda tuya.

     De Stephen King podemos elegir lo que queramos. Son libros que leímos un día y cuyo poso nos ha quedado hasta tal punto, que no hace mucho y tras pasar por un hotel enfundado recordaba a Jack Torrance mientras miraba divertida al guardés improvisado que le habían puesto. Y es que King, seamos sinceros, nos ha jodido bien. La niebla, las maldiciones, los parques de atracciones, los payasos, los globos, la lluvia, los maizales y, si me apuras, hasta los cerdos pueden dar miedo. No ha dejado títere con cabeza para encoger corazones adolescentes.

     También están Matheson & Jackson, que como agentes inmobiliarios no tenían precio a la hora de proporcionarnos casas terroríficas, otro clásico del terror que el cine se ha empeñado en cubrir de sangre cuando realmente nunca hizo falta.

     Sirvan estos ejemplos como recomendaciones terroríficas para estas fechas. Os animo a leer sobre otros mundos, otros seres y pesadillas de otras personas. A decir que libros son los que más miedo os han dado y os dejo, de paso, una pequeña confesión. Y es que a mi, los libros que me dan miedo, esos que me hacen sudar y los miro para evitarlos sin haberlos abierto, son los libros de autoayuda. Lo mismo me da Coelho, que la sopa de pollo para el alma (por Dios, quién da de comer al alma, ¿un alma qué come?) e incluso, si me apuras, algunos títulos de Albert Espinosa.

     Y vosotros, ¿cuál es vuestra historia de terror favorita?

     Gracias.

     PD. No me he olvidado de leyendas, niñeras, sirenas ni lagos. Es solo que algo tengo que dejar para los demás. 

miércoles, 28 de octubre de 2020

Música, sólo música. Haruki Murakami y Seiji Ozawa

 


     No tenía yo muy claro de si esto eran cartas, ensayo, divulgación... pero sí que, tratándose de Murakami, podía darse por leído. Hoy traigo a mi estantería musical Música, solo música.

     Ya sabía que a Murakami le gusta la música y todos sabemos que a Murakami le encanta hablar de aquello que le gusta así que no es de extrañar que en este libro aparezcan seis conversaciones con Ozawa. Pero mejor, empecemos por el principio.
     Murakami y Ozawa tuvieron una amistad que se prolongó durante años. Sin embargo, y supongo que por esa parte cultural que respeta tanto al prójimo, Murakami pensó que no era adecuado hablar de trabajo, así que no hablaron de música hasta que Ozawa no comenzó a trabajar menos debido al cáncer del que había sido diagnosticado. En ese momento, Murakami, aficionado a la música clásica, comenzó a hablar de música con su amigo, que había dirigido, entre otras, la Orquesta Sinfónica de Boston, la de Toronto o la Ópera de Viena.
     Este libro recoge seis conversaciones que tiene, según mi opinión, el encanto de mostrar a un Murakami "de andar por casa" que muestra sus apreciaciones a veces casi infantiles mientras su amigo habla y lo explica lo que sintió o cómo se toca determinada pieza. Esto puede provocar que a veces el libro se sienta como para aquellos que son particularmente aficionados a la música más que a los aficionados a las letras. Es más, el propio Ozawa afirma que no había hablado así de música lo que, dada su formación, da muestra del valor que puede tener el libro para muchas personas. Y es que Ozawa imprime su propia forma a la hora de expresarse ante un Murakami que se va destapando como un no tan "laico" en temas musicales. Se habla de la calidad musical, de los supuestos problemas de no dominar el inglés y de la forma adecuada a la hora de interpretar demasiadas piezas. Seis conversaciones de títulos musicales que se produjeron en un intervale de poco más de otros tantos meses. Se habla de Mahler y de Böhm, y vemos, para deleite de los seguidores del autor, como reconoce las palabras de su interlocutor a regañadientes en un par de momentos. De la admiración a la amistad y pasan por el jazz, no todo va a ser música clásica, en un libro verdaderamente interesante. Tiene, y es imposible no mentarlo, un cierto poso de tristeza cuando trata Murakami de explicar la flaqueza de fuerzas de su amigo ante los viajes y el trabajo motivada por su enfermedad, pero precisamente eso humaniza las conversaciones. Acerca al lector que hasta ese momento, y utilizando una anécdota del propio libro, se había sentido como escuchando desde una habitación secreta en la que nadie le podía ver.

     Música, solo música es un libro interesante para aficionados al autor o a la música. Aquellos que no lo sean tanto pueden sufrir, como efecto secundario, una cierta curiosidad sobre cómo es acudir a un concierto. Avisados estáis.

     Venga, la duda del millón, ¿os gusta Murakami?

     Gracias.

lunes, 26 de octubre de 2020

Panza de burro. Andrea Abreu

 


     "La hubiese seguido al baño, a la boca del volcán, me hubiese asomado con ella hasta ver el fuego dormido, hasta sentir el fuego dormido del volcán dentro del cuerpo".

     Recuerdo haber comprado el libro Bilblioteca bizarra y pensado que jamás encontraría otro con una cubierta tan fea. Luego vi este, y supe que el vaquero, ciertamente bizarro, ya tenía compañía. Y compré el libro que hoy traigo a mi estantería virtual, se trata de Panza de burro.

     Conocemos a Shit, o así llaman a nuestra narradora, y a su amiga Isora. Son dos niñas que tienen una de esas relaciones de amistad desigual en la que una vive permanentemente pendiente de la otra con la más absoluta adoración, como nuestra narradora mira a Isora. En la novela nos relata un verano en un pueblo de Tenerife, un entorno rural y sin mar, bajo el volcán. Un lugar en el que hace menos calor y el cielo se encapota formando la "panza de burro" que da nombre a la novela. Por allí es por donde Shit sigue a Isora y venera cada decisión, aunque su amiga parezca tener más prisa en crecer. Porque hablamos de amigas, del despertar sexual, de peleas, de cuestas, de clima, de pantalones cortados y de gorduras. Hablamos de la relación entre dos niñas un verano en Tenerife.

     Supongo que ahora podría empezar tratándome de peninsular para hacer un juego con el lenguaje utilizado en esta novela, pero no suele gustarme la imitación. Y es que una de las señas del libro es la utilización del lenguaje canario, ese que siendo nuestro, descubrimos que apenas conocemos. La autora lo utiliza como una parte de la ambientación de la novela, casi como un recuerdo. ambientada a principios de siglo no puede decirse que estemos ante un uso de la palabra evocador del pasado, pero sí que ayuda a que, desde las primeras páginas, el lector sea consciente de que no es un libro de sol y playa. 

     Ahora digamos lo que es. Panza de burra es una bildugsroman de manual, una novela de crecimiento, de comenzar a vislumbrar que la infancia se termina. Y lo hace desde un entorno cotidiano, un barrio como otro cualquiera, en el que dos niñas viven una amistad habitual que solo enfrentada se nota desigual. A partir de ahí la autora juega a mostrar al lector la importancia de pararse a mirar. La infancia de las niñas es como la de cualquiera, pero es la suya propia. Incluso para ellas es como la de cualquiera, no le dan importancia. Y en cambio tú estás leyendo sobre bulimia en la primera línea y según uno avanza ve sexualidad y homofobia, abandono y envidia, maltrato, sopor y tristeza. Y muchas otras cosas más que van ganando al lector página tras página. Y es que esta novela no es solo su lenguaje o su cultura, es la exposición de lo cotidiano, el fijarse un poco el mostrar lo que no se ve. Porque también para eso está la literatura y no solo para llevarnos a lugares lejanos y extraños que maravillen al lector.

     Panza de burra me ha gustado. Mucho en realidad (salvo la cubierta, que ni siquiera la comprendo del todo). Me ha parecido uno de esos libros que merecen la pena ser descubiertos como si fueran un pequeño tesoro. Sin importar se esté convirtiendo en un tesoro secreto a voces.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

miércoles, 21 de octubre de 2020

Una chica es una cosa a medio hacer. Eimear McBride

 


     A veces uno lee sobre un libro mucho antes de tener la oportunidad de leer el libro. Eso es lo que me sucedió con el libro que hoy traigo a mi estantería virtual. Se trata de "Una chica es una cosa a medio hacer".

     Una niña nos cuenta su historia. La de una persona que es abandonada por su padre en un pueblo de la Irlanda rural y es criada por su madre junto a su hermano discapacitado al que habla. Tras ser violada por su tío, siendo aún menor de edad, y con la educación terrible recibida, desarrolla un comportamiento sexualmente agresivo y destructivo que se lleva hasta la universidad, usándolo.

     En fin, todo eso y unas cuantas cosas más.

     Un libro no es un artefacto literario. Lo siento, pero no. Y tampoco es un experimento. Un libro es en todo caso un conjunto de hojas que encuadernadas, forman un volumen. Y el resto son tonterías que vamos diciendo ya sea en el camino romántico, "es una puerta a otro mundo", o en el cultureta, "artefacto". Y ya si el libro proviene de una pluma irlandesa y está escrito de una forma peculiar, es porque el autor o autora es heredero de Joyce. Madre mía, qué previsibles somos... Y es que a mi, que soy lectora reincidente de Joyce y relectora confesa, ni me atrae ni me impresiona este tipo de comparaciones. Pero vayamos con el libro.

     En esta primera novela nos encontramos con una narradora sin nombre que se dirige a su hermano. Ese niño que queda perjudicado tras extirparle un cáncer en la cabeza y que se convierte en una suerte de oasis para ella. O tal vez el Dios al que la sociedad irlandesa y su madre rezan y del que ella se va separando. Y sigo esto porque más que una charla, la novela parece una confesión descarnada que se convierte a ratos en algo complicado de seguir leyendo. No ya por cómo lo cuenta, es lo que relata. Porque de todas las cosas que pueden afectar a un lector, pocas o ninguna faltan aquí. Incluído el relato típico de la sociedad irlandesa. La autora además juega con el lenguaje de forma fragmentada, con sonidos que estorban o ayudan, eso ya va en función de quien lo diga, pero que a mi me han parecido un simple intento de llamar la atención de un sector cultural que, al igual que el emperador de la fábula, no es capaz de decir que no ve el traje invisible.Y es que entiendo lo que dice, y también veo lo que intenta. Veo las frases cortas buscando el impacto, veo las palabras que se emiten cuando no hay palabras para expresar algo y también la crudeza sobre la violencia o el sexo. Los elementos los veo y están ahí, incluso veo perfectamente la deriva que toma el comportamiento de la joven, quizás ese sea realmente su elemento más moderno aunque tampoco es original, en el que descubre una suerte de poder propio. Y el drama... ay, es todo drama aunque nos lo tiren a pedradas. Y sin embargo, la novela no ha conseguido transmitirme demasiado. Ni siquiera me ha causado la molestia suficiente como para dejar de leer. Si este libro es un experimento, no me cabe duda de que en mi caso, sería fallido. 

     Una chica es una cosa a medio hacer es un ejercicio literario de combinación de elementos que no siempre eligen la forma acertada. O quizás sea yo. Pero no he terminado de disfrutarlo. Si acaso, lo he mirado con más curiosidad a medida que avanzaba. Por eso me encantaría leer opiniones encontradas con la mía, a fin de cuentas, para eso estamos aquí.

     Y a vosotros, ¿no os encantan las opiniones que no coinciden con la vuestra en cuestión de libros? A mi me parece que es una forma fantástica de apreciar otras aristas.

     Gracias.

lunes, 19 de octubre de 2020

Siete mentiras. Elizabeth Kay

 


     "—Y así es como la conquisté —dijo sonriendo. 
     Se recostó en la silla, llevándose las manos a la nuca y ensanchando el pecho. ¡Siempre hablaba con tanta suficiencia! Su mirada pasó de mí al tonto que estaba sentado a mi lado, esperando una reacción. Quería ver aparecer una sonrisa en nuestra cara, sentir nuestra admiración, nuestro asombro. 
     Yo lo odiaba. Lo odiaba en un sentido bíblico, apasionado y total. Odiaba que repitiera esa historia cada vez que iba a cenar a su casa, todos los viernes por la noche. No importaba a quién llevara conmigo. No importaba con qué tarado estuviera saliendo en ese momento".

     De vez en cuando me dejo llevar por el código bestseller. Un libro de esos amenos que se leen rapidito y entretienen sin más, y es que la literatura como entretenimiento me encanta. Hoy traigo a mi estantería virtual, Siete mentiras.

     Jane y Marnie son amigas desde los once años. Han pasado dos décadas y siguen siendo las mejores amigas, confidentes, inseparables. Sin embargo en su amistad se ha colado una grieta, Charlie, la pareja de Marnie. Jane no lo soporta. Nunca lo ha soportado en realidad, pero no se lo dijo a Jane. Esa fue su primera mentira. Siete mentiras más tarde tal vez haya llegado el momento de decirle la verdad a Marnie.

     Siete partes, una por cada mentira, seguidas de una verdad y de lo que sucedes después componen las nueve en que se divide esta novela. Esto unido a un narrador poco fiable del que el lector va poco a poco desconfiando, son las dos bases sobre las que se articula esta novela.
     Esta vez el lector se anticipa, no se trata de sorprendernos demasiado ya que pronto intuimos lo que está sucediendo. Y si prescindimos de la sorpresa, ¿cuál es la gracia de esta novela? Pues la facilidad con la que lo leemos, la anticipación misma. No se va a tratar de buscar quién lo hace, esta vez la autora nos intriga con el cómo y el qué pasó. Ese es el motor que arrastra al lector, con más o menos éxito, aunque ya os digo que en mi caso fue mucho más sencillo: iba pasando páginas sin darme cuenta. Y cuando uno ya cree que tiene todo resuelto y ha visto sus aciertos y sus errores... es cuando llega un "toque de gracia" que satisface al que busca sorprenderse y provoca un pico de tensión en la última parte. Y respecto al final tengo que decir que en lo que es literalmente la última parte, la autora ha optado por emular aquellas películas de intriga de finales de los ochenta con un formulismo que se había abandonado en la literatura hace mucho y que ha completado esa sensación de estar ante un recuerdo del pasado.

     Ahora es cuando debería de decir que Siete mentiras es un page turner o un domestic noir o cualquier otro término similar de los que se vienen acuñando en la literatura moderna. Pero me resulta mucho más cómodo hablar de una novela fácil de leer y muy entretenida. De esas que se leen rápido y posiblemente también se olviden rápido. Pero, decidme la verdad, ¿quién busca leer siempre alta literatura? A fin de cuentas, la evasión es el motivo principal por el que acudimos a los libros.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.



martes, 13 de octubre de 2020

Exhalación. Ted Chiang

 


     "Oh, poderoso califa y líder de los fieles, me humillo ante el esplendor de tu presencia; un hombre no puede esperar mayor bendición mientras camine por este mundo. La historia que tengo que contar es verdaderamente extraña, y si hubiese de tatuarse en su totalidad en el rabillo de nuestro ojo, el prodigio de su ejecución no excedería al de los acontecimientos relatados, puesto que es una advertencia para todo aquel susceptible de ser advertido y una lección para todo aquel susceptible de aprender de ella".

     Cuando te dicen que es la ciencia ficción para quienes no les gusta la ciencia ficción, te sorprendes. Con todo te hace tener incluso más ganas de leerlo, así que hoy traigo a mi estantería virtual, Exhalación.

       Como siempre sucede con estos títulos de relatos uno tiene que evitar, o no, sucumbir a la tentación de ir uno por uno desgranando cada relato y cada punto hasta contar el libro entero y limitarse a dar unas nociones generales de un libro que me ha parecido muy solvente (aunque no tanto como su primer recopilatorio). El volumen se compone de nueve relatos bastante cortos y unas notas que los cierran y que son un magnífico complemento a ellos. De los relatos diré que el segundo es el que da el nombre al volumen y que, si no es el mejor, será el segundo mejor sin lugar a dudas y añado que casi todos ellos giran en torno a los mismos conceptos. El autor además realiza algunos juegos estéticos interesantes como son el hecho de que en el primer relato nos hablen de viajes en el tiempo y la posibilidad o no de cambiar lo sucedido, con el último en el que nos preguntan sobre la obsesión con el "y si..." en caso de conocer cómo sería nuestra vida ante determinadas decisiones. Añado ahora también que he visto comparativas con Dark hasta la saciedad solo porque el autor da una puerta en el primer relato ya citado de temporalidad con 20 años de diferencia. Bien, es cierto que tiene ese punto en común, pero la ambientación arabesca, los sucesos plasmados y la búsqueda filosófica y no del misterio, lo alejan totalmente de la serie de Netflix.

       A partir de aquí y mediante disertaciones, reflexiones y sensación divulgativa uno duda de si el libro se acerca más a filosofía que a ciencia ficción o, mejor dicho, el autor demuestra que hay ciencia ficción para todos los gustos porque en esta obra, no solo contenta a los seguidores del género, sino que atraerá a muchos otros que no lo son. Trata pues de temas universales como la comunicación o el lenguaje, y nos pregunta de una forma poco convencional sobre nuestra incapacidad para comunicarnos. También aparece la inteligencia artificial, ya sea como compañía y aprendizaje o como maestra y da con ello con temas ya tratados sobre los efectos que pueden llegar a tener. La ciencia, la fé, la tecnología y la escritura son otros de los temas que aparecen tratados y siempre en la forma en que estos afectan al ser humano y su condición y convivencia. Supongo que tras haber nombrado Dark, sería lo suyo señalar que en otro de los relatos se habla de implantes de memoria gracias a los que uno puede mostrar sus recuerdos y dejar que seáis vosotros quienes lo identifiqueis con otra conocida serie, pero también es justo decir que el hecho de tener una parcialidad compartida no le quita lustre a lo escrito o, de lo contrario, no existiría un solo libro nuevo que incluyera una relación de amor.

     Chiang nos deja un libro con una cadencia constante y relajada que parece invitar a que el lector piense en lo que lee, que reflexione sobre las preguntas y los hechos mostrados, más allá que al simple divertimento que, evidentemente, incluye. Y con esto quiero decir que es un libro para todos, tal y como lo promociona la editorial, en el que el autor parece haber decidido demostrarnos que los géneros en la literatura, como en la vida, no han de ser excluyentes.

     Exhalación es un estupendo libro de relatos que recomiendo a cualquiera. Sin importar si es o no lector de género.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

miércoles, 7 de octubre de 2020

Elogio de las sombras. Junichiro Tanizaki



     "Yo querría recuperar, al menos en el ámbito de la literatura, este mundo de las sombras que ya estamos perdiendo".

     Hay libros que apetecen pero cuyo momento no termina de llegar, o tal vez uno no se termina de decidir por la edición más adecuada. Hasta que llega la que entra por los ojos y al fin se produce el encuentro. Hoy traigo a mi estantería virtual, Elogio de las sombras.
 
     El Kintsukuroi es el arte japonés de reparar los desperfectos de un objeto con laca o resina de oro. Algo que jamás haríamos en occidente, donde los pegamentos rápidos e invisibles están a la orden del día y una reparación estética se valora en función de la incapacidad para detectarla. Leer Elogio de las sombras me ha ayudado a entender que, lo que para nosotros es una curiosidad estética hermosa y revestida de cierto romanticismo o incluso exotismo, es para su cultura un valor importante por muchos más motivos.
     En este ensayo el autor refunfuña y no lo niega, sobre los cambios, la luz excesiva y el avance de la cultura occidental como una suerte de invasor que modifica su costumbre e incluso su percepción de las cosas. Y es que no tardamos en darnos cuenta a lo largo de este brevísimo ensayo, de que su autor se vio atrapado entre el Japón tradicional y la modernidad imperante a la que había que adaptarse, mucho más próxima a la occidental. Hay que tener en cuenta, además, que el libro fue escrito en 1933 y las diferencias culturales, la extrañeza y el chocque se han ido atenuando con los años sin que ello le reste valor a la obra, en realidad sucede casi al contrario y le aporta un punto hermoso a la narración. Y es que choca encontrarnos con una voz que repasa de forma ensimismada, casi para sí mismo, durante apenas un puñado de hermosas páginas, con la idea del japón contemporáneo lleno de botones, luces y manga.

     Tanizaki nos habla de aleros y de lluvia, de oro y de sombras naturales, de la luz del ocaso y de lo que se oculta entre las sombras pero existe. Es un maestro a la hora de alabar la belleza de eso que los programas de decoración llaman pátina y que no es otra cosa que las marcas que el tiempo deja en los objetos, como si fueran almas longevas. Tanizaki medita sobre lo cotidiano y los pequeños placeres, sobre lo natural, y lo yuxtapone a un mundo de plástico que ahora sabemos nos absorbería tras las palabras del autor nipón. Es imposible para el lector no recordar los tiempos en los que los hospitales eran fríos, antes de la estética de ikea que ahora llamamos moderna y minimalista. 
     Dice Tanizaki que si se ilumina todo demasiado, si es blanco y brilla, no deja pie a que nada quede oculto o marcado, que casi asusta. Dice que hay que fijarse en las fisuras, en las zonas de penumbra, en los dorados y los enormes aleros de los templos, en la naturaleza. Y lo dice con la serenidad del poeta que se fija en los matices sabiendo que los relojes no deberían medir el tiempo. Quizás por eso la lectura de Elogio de las sombras no es simplemente hermosa, es además relajante.

     Elogio de las sombras ha resultado una lectura estupenda que no sabría definir más allá de la reflexión, la divulgación leve, la estética o, si quiero resumirlo todo en una palabra, la serenidad. Os lo recomiendo, no os llevará demasiado y, una vez terminado, me decís.

     Y vosotros, ¿qué libro tenéis entre manos?

     Gracias.