martes, 29 de septiembre de 2015

El comensal. Gabriela Ybarra


    "Cuentan que en mi familia siempre se sienta un comensal de más en cada comida. Es invisible, pero está ahí. Tiene plato, vaso y cubiertos. De vez en cuando aparece, proyecta su sombra sobre la mesa y borra a alguno de los presentes."

     Hay libros que atraen al primer vistazo, amores a primera vista y lecturas que se persiguen. Es me sucedió con este libro, y como dicen que las pasiones se contagian, busqué compañía para leerlo, para buscarlo de librería en librería, para comentarlo frase a frase. No es la primera vez que leo con Cuentalibros, no será la última: nos dejamos tentar. Hoy traigo a mi estantería virtual, El comensal.

     En 1977 cuatro encapuchados entraban en casa del empresario Ybarra. Comenzaba un secuestro finalizaría con la muerte de Javier Ybarra a manos de ETA. Era el abuelo la autora. En el año 2011 fallece la madre de Gabriela de cáncer abriendo un pasillo temporal entre ausencias. Será Gabriela, la autora del libro, quien nos acompañe por este viaje familiar de recuerdos.

     Si hay un tema que nos sigue incomodando es la muerte. No la ajena, ni la televisada, sino la propia, la temida, la del ser querido, la del familiar, amigo o amante. Esa que nos deja desnudos y vulnerables. Que abre un hueco en nuestra vida que jamás llegamos a llenar. Si acaso a disimular como quien pone un jarrón donde antes hubo una lámpara de pie, esperando que no se note el espacio vacío pero sabiendo que jamás podrá utilizarlo para iluminar la estancia. Ese es precisamente el hilo de El comensal: la muerte.

     Gabriela vive la muerte de su madre sin ser del todo consciente hasta última hora de que el fin se acerca. Nadie lo esperaba en realidad, y la familia se ve sacudida por ese dolor e incomprensión imposible de definir que hace que retumben las entrañas de quienes lo viven. Es precisamente en una de esas sacudidas, que la figura de un ausente empieza a tomar fuerza, como si un hilo invisible uniera dos momentos de dolor. De este modo, Gabriela comienza su historia hablando de su abuelo a partir del momento del secuestro. También habla de su madre a partir del momento que enferma. Construye una historia en la que las personas han tomado peso en su memoria a través de sus ausencias. Recorre el camino de un secuestro en el que ella no estuvo presente y lo desgrana frase a frase, evitando sentimentalismos que nos despisten del final último: la ausencia. Investiga sobre los hechos queriendo saber, pero tal vez no queriendo conocer. O puede que sea justo al contrario. O tal vez sea yo la que piensa que en su piel no hubiera querido saber. Y hace lo propio con la madre, por una senda que conoció perfectamente y que nos marca al detalle. No le interesan las reflexiones profundas ni las puestas de sol, sino que busca en la pequeña rutina la ausencia que golpea de repente. La realidad como meta en un libro en el que no se recoge una crónica, sino que se purga un sentimiento: el dolor. Como si cada lágrima no vertida se hubiera convertido en una gota de tinta que, lejos de hacer un obsceno exhibicionismo de dolor, lo normaliza en frases cortas, sentencias certeras, golpes de frente.

     Con El comensal me he encontrado un magnífico libro que evita los sentimentalismos incómodos, las florituras en busca de un corazón débil que se encoja con facilidad. Por eso resulta una narración, no solo verosímil, sino también certera. Un libro corto, pero porque está poblado de silencios: los que se esconden entre líneas, los que se hacen al final de una frase, los que hacemos tras cada capítulo para respirar. Con cada frase, cada acto, cada gesto, identificamos un silencio y hacemos una pausa en la lectura. Me corrijo; no es un libro corto. Lo que sucede es que se oculta tras la apariencia de un librito. Y las apariencias engañan.
     No es una lectura fácil, porque no es fácil hablar de la muerte. Pero ha merecido la pena descubrir a Gabriela Ybarra.

     Y vosotros, ¿os fijáis en el grosor de los libros antes de decidiros por ellos?

     Gracias

lunes, 28 de septiembre de 2015

G. Daniel Sánchez Pardos


     "El tranvía se detuvo ante la boca de la calle de la Canuda e hizo sonar varias veces la campana de final de trayecto. "Causas ajenas al control y a la voluntad de la compañía", decían las maneras repetidamente graves del revisor, un muchacho enclenque y lampiño que se había pasado la última media hora rondando con encantadora torpeza a la única señorita que viajaba en el carruaje, pero que ahora, requerido por las nuevas circunstancias, empuñaba su silbato de emergencias con el porte de un profesional largamente curtido en toda clase de imprevistos."

     Frente a títulos llenos de lírica, y a veces de frases tan largas como incomprensibles, aparecen de vez en cuando otros escuetos, tanto que no podemos dejar de sentirnos intrigados por ellos. Hoy traigo a mi estantería virtual uno de esos títulos que acaban de llegar a las librerías y que llaman la atención precisamente por lo escueto, se trata de G.

     Barcelona, 1874. Conocemos a Gabriel Camarasa cuando está a punto de ser arrollado por un carruaje mientras su atención se centra en un incendio. Pronto descubre que ha sido el diario rival de su padre el que ha sucumbido a las llamas, y también que ha sido provocado. Ese día conocerá a Gaudí quien es, como pronto descubrirá, compañero suyo de estudios en la Lonja. La circunstancia de su primer encuentro los convierte en improvisados amigos que, viendo la cadena de especulaciones sobre la autoría del incendio, comienzan a atar cabos e investigar con la ayuda de Fiona, una vieja amiga de Camarasa que trabaja como ilustradora en el periódico familiar. Sus investigaciones les llevarán desde los fondos más bajos hasta las más altas esferas políticas de una ciudad cambiante en la que la muerte resulta no ser un concepto tan lejano cuando se entra en determinados juegos.

     Sánchez Pardos convierte a Gaudí en un nuevo Holmes en esta novela. y lo hace respetando su genialidad y sus ya conocidas manías. De algún modo reinventa al Gaudí conocido por todos colocándolo un tiempo antes de convertirse en la gran figura que llegó a ser, justo durante su periodo de estudiante. Es allí donde se hace amigo del protagonista y esa la posición en la que vamos viendo como crece llamando la atención de cuantos le rodean con su peculiar forma de ser. La novela de Gaudí nos presenta a un joven inquieto, que se maneja y conoce los altos y los bajos fondos, enigmático, desconocedor en gran medida del sexo femenino, y que se cree dotado de una asombrosa capacidad intuitiva. Pero sobre todo, un joven magnético frente a quienes le rodean, capaz de captar la atención e incluso de convencer o cuanto menos, interesar por sus teorías, a cualquiera. Es el contrapunto y compañero perfecto del protagonista de la historia, que por el contrario viene representado por un muchacho de alta cuna que ha vivido siempre de forma cómoda sin preocuparse de salir de la sombra que proyecta su apellido. Y esta será la pareja encargada de resolver una cadena de misterios que comenzarán con un incendio y dominarán toda la trama del libro pasando por la muerte. Aparecerá además Fiona, una mujer insólita por su independencia para la época en la que se encuentran que parece embrujar a quienes la conocen. O tal vez sea la visión de Gabriel Camarasa, quien, como narrador de la novela, no puede evitar exportar su propia percepción de la dama. Incluso nos deja su propia visión de una historia en la que parece empeñado en aparecer, al menos al principio, como un ingenuo que desconoce las ramificaciones de su familia y los tentáculos de poder de su propio padre, Sempronio Camarasa. Y lo hace, suponemos a medida que avanza su lectura, con una sonrisa en los labios y una mirada casi nostálgica hacia el joven que fue y como la vida le fue haciendo madurar y afrontar decisiones para las que no creía estar preparado.

     La ambientación de la novela es el otro gran protagonista: Barcelona en un momento convulso, de cambio, en el que las callas se movían entre la palabra pronunciada y el susurro apenas perceptible en cada esquina. Recorremos sus calles, las zonas de estudiantes, sus "teatros", la zona noble y los bajos fondos, y descubrimos una ciudad tan magnética como enigmática para el lector. El año elegido no es al azar, es un momento en el que la República, los anarquistas y los borbones están en la mente de muchos, y que posteriormente han saltado a las páginas de historia por los sucesos acaecidos, así que las conspiraciones pueden olerse en el aire. Conspiraciones y misterios que salpican a los protagonistas proporcionando al libro todos los ingredientes para convertirse en una novela interesante que despierta la curiosidad de cualquier lector.

     Hoy vengo con una novedad que ha salido a bombo y platillo intrigando a muchos lectores tras su escueto y enigmático título. Una novela de intriga histórica que arranca con un misterio en las primeras páginas y mantiene el ritmo hasta su final sin dar tregua a un lector que verá como los hechos se suceden ante su atenta mirada sin darle tiempo a aburrirse. Una propuesta más que entretenida que consigue eso tan meritorio que es que un libro sea fácil de leer. Hoy os presento G, de Gaudí, y de Gabriel Camarasa, su protagonista y narrador.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias

PD. Os dejo el book tráiler

viernes, 25 de septiembre de 2015

Pista negra. Antonio Manzini


     "Los esquiadores se habían ido y el sol, que acababa de ocultarse tras las cimas rocosas de un gris azulado donde se habían quedado enredadas alguna nubes, teñía la montaña de rosa. La luna esperaba la oscuridad para iluminar todo el valle hasta la mañana siguiente."

     Recuerdo que hice un par de comentarios en twitter sobre este libro durante su lectura, y sin embargo se me había olvidado traerlo por aquí. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Pista negra.

     Cuando aparece un cadáver semienterrado en la nieve en una pista de esquí de Champoluc, pocas dudas quedan sobre si ha sido un asesinato. Hasta allí se desplaza y así conocemos al subjefe de policía Rocco Schiavone, encargado de investigar el caso. Rocco, pese a su carácter y continuas quejas,conseguirá avanzar con paso firme en su investigación.

     Estamos ante una novela con una trama sólida, cuya resolución huye de las complicaciones sin que por ello la historia desmerezca, ya que no se concibió para ir dando giros que sorprendieran al lector. Explicado esto y sin considerarlo un defecto ya que siempre he pensado que hay novelas que dan tantos giros como para que su trama acabe por marearse y caer, lo más sobresaliente de la historia son los personajes. Se ha dicho de muchos títulos que se construyen sobre la base de unos personajes sólidos, pero en este caso, el protagonista prácticamente eclipsa el resto de la historia. Manzini, que me ha recordado a Camilleri, nos pone delante a Rocco. Un hombre de mediana edad, quisquilloso, corrupto, violento, de lengua afilada y mal carácter, que parece no conocer ni apreciar el término diplomacia. Si algo no le gusta, lo dice, y pronto llegamos a la conclusión de que a Rocco le gustan pocas cosas. Si acaso le gustaba Roma, pero le obligaron a dejar atrás esa ciudad y acabar en una zona tan fría y húmeda como en la que se desarrolla la historia. Además, el autor no cae en la tentación de convertir a su protagonista en uno de esos gruñones encantadores apreciados por todo el mundo, le dota de un carácter propio, sombras incluidas (reconozco que no necesitaba conocer tanto, no me gusta caer en la tentación de justificar la manera de ser de los personajes) y deja que sea él mismo quien se vaya descubriendo a través de sus pensamientos. Eso hace que, frente a tanto policía cansado de la vida que se retira a las esquinas de los bares, Rocco resulte un soplo de aire fresco. Suelo quejarme de los detectives que llegan a las novelas negras desgastados ya desde sus primeras líneas; este sería justo el caso contrario. Quizás por eso disfrutamos de su chulería que, lejos de molestar, tiñe levemente de humor negro a la historia. Porque tengo que reconocer una cosa: me reí y mucho. Y no es un libro cómico, ni de humor, pero es imposible reírse pensando en los zapatos de diseño metidos en la nieve o en las miradas de Rocco a la dependienta de la tienda deportiva. En realidad, es difícil no caer rendido ante un personaje así, sin juzgarle y sabiendo que en la vida real despertaría todo menos nuestra simpatía, pero aquí... forma parte de su encanto.

     Pista negra es una historia con un asesinato terrible, en un paraje maravilloso y con un protagonista único. Una novela francamente entretenida que se aleja de la línea habitual de la novela negra con detective incluido. Echadle un vistazo, y atentos, que pronto habrá más Rocco.
   
     Y vosotros, ¿cuál es vuestro detective favorito?

     Gracias

jueves, 24 de septiembre de 2015

Para acabar con Eddy Bellegueule. Édouard Louis


     "De mi infancia no me queda ningún recuerdo feliz. No quiero decir que no haya tenido nunca, en esos años, ningún sentimiento feliz o alegre. Lo que pasa es que el sufrimiento es totalitario: hace desaparecer todo cuanto no entre en su sistema."

     Este libro llegó con cierto revuelo, contando una historia muy personal del propio autor. Por eso preferí leerlo reposado, cuando ya hubiera pasado un tiempo. Espere a los largos días de verano, y hoy, ya en otoño, traigo a mi estantería virtual, Para acabar con Eddy Bellegueule.

     Eddy Bellegueule es Édouard Louis, así que en este libro conocemos la infancia del propio autor. Recuerda a un niño que se sintió diferente, desplazado y que luchó por por encajar y convertirse en el tipo duro que la sociedad de clase mínima más que baja esperaba de él. Un niño que creció a la sombra del insulto por su homosexualidad y que, tal  y como comienza diciendo el libro, pasó una infancia de la que no guarda recuerdos felices. Un entorno pobre, como un callejón sin salida para quien busca desesperadamente una salida para su situación.

     Utilizando una narración casi fragmentada Louis, nos habla de su infancia, en la región de Picardia. Llama la atención, en primer lugar, el entorno que nos relata. Olvidamos a veces que hay zonas embrutecidas en las que los estudios, la educación y la cultura son sombras que la gente mira con hostilidad. Y esas zonas, tal vez estén mucho más cerca de lo que pensamos. Louis nos introduce en una zona así, porque es la que le vio crecer, cuando aún se apellidaba Bellegueule. Y empiezo diciendo esto porque más allá de "bullying" con el que abre, el autor nos hace un relato de una sociedad incómoda. Una sociedad inculta, homófoba, racista y llena de prejuicios, poblada por hombres que han de ser duros y mujeres que saben cual es su sitio; una sociedad regada con pastis en la que el machismo está en cada casa y ser diferente parece casi un delito: ser homosexual, un motivo de vergüenza.
     Eddy es perseguido, insultado, y lo sufre sin perder la sonrisa. Pero no es una sonrisa de autosuficiencia, no. Es más una sonrisa que esconde la vergüenza que supondría tener que admitir el maltrato que recibe de la sociedad que le rodea, el miedo a la reacción de quien reciba su respuesta, el miedo a expresar en voz alta los sentimientos traidores de un cuerpo que parece empeñado en no seguir el orden establecido. Y aquí, más allá del victimismo, el autor nos sorprende con un ejercicio de autoanálisis en el que explica por qué no protesta, no denuncia, no levanta la voz. Habla, y es casi más desgarrador que los propios insultos o agresiones sufridas, de como el entorno en el que vive le hace estar seguro de que tiene que forzarse a cambiar. Un niño amanerado y sensible no tiene cabida en esa sociedad, y pronto comprende que además de esconder sus impulsos, tiene que forzarse a ser otro Eddy: Eddy el duro, el macho. Será entonces cuando la naturalidad con la que parece purgar todos esos sentimientos, nos haga comprender el éxito de esta novela, que es la ópera prima de un joven de poco más de veinte años que no leyó un libro hasta los 16. Y será también cuando miremos a nuestro alrededor seguros de que esas cosas no suceden en nuestro entorno, o, tal vez, pensemos un poco más y nos preguntemos si hay más testimonios como el suyo que no se dicen en voz alta.

     Pero más allá de lo que relata está el relato en sí. Escrito con una voz firme, propia de quien ha madurado la historia hasta elegir cuidadosamente qué palabras poner. Se mete sin miedo en escenas escabrosas, poniendo las palabras exactas para que el lector reciba el impacto que busca. Nos dibuja a su familia, sus vecinos, compañeros... y lo hace con trazo firme, consiguiendo que al libro no le sobre una coma, huyendo de sentimentalismos. En este libro hay mucha pobreza, pero no es únicamente la pobreza monetaria de quien tiene frío o hambre: es pobreza de corazón.

     Entonces cerramos el libro y vemos que el nombre no es el mismo: llega el momento de preguntarse qué parte de Bellegueule se perdió en el camino a Louis.

     Es importante leer libros que nos expongan verdades incómodas, que nos hagan fijar la vista en rincones de nuestra sociedad que tal vez no miramos o no queremos ver. Esa también es una misión de la literatura. Y vosotros, ¿sois de los que os acercáis a este tipo de literatura que no busca lugares inventados?

     Gracias

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Sueño ligero. Jessica Treadway



     "Cuando llegué a casa del trabajo, el inspector me estaba esperando. Sentado en su propio coche, un Civic, no en uno de la policía, en el lado del camino particular donde solía aparcar Joe. Puede que estuviera haciendo un crucigrama; le vi bajar un periódico doblado cuando entré y me detuve a su lado."

     Me regalaron este libro no hace mucho y, una noche de estas, entre lecturas más densas, me animé. Fue terrible, porque lo cerré con pena y curiosidad por el desenlace a una hora intempestiva de verdad. Al día siguiente, lo terminé. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Sueño ligero.

     Conocemos a Hannah tres años después de una terrible agresión. Alguien entró en su casa y la golpeó con un palo de cricket hasta dejarla al borde de la muerte. Ella tuvo más suerte que su marido, que murió esa noche. Aunque en realidad no fue "alguien" ya que declararon culpable al novio de su hija menor,, y su hija jamás quedó libre de toda sospecha ya que la madre la señaló. Hoy Hannah no recuerda nada de esa noche, pero el detenido por lo sucedido ha apelado: tiene que evitar que salga libre como sea, tiene que recordar.

    Treadway escribe una novela entretenida partiendo del punto de vista de Hannah, una mujer tan marcada por las secuelas físicas, como por las psicológicas que le dejaron lo sucedido en su casa. Utiliza un recurso que viene siendo habitual últimamente; la falta de memoria. Sólo que esta vez su protagonista se empeña en querer recordar, se fuerza a ello. Tal vez así descubra por qué señaló a su hija como implicada en lo sucedido esa noche. De sus dos hijas, Iris y Dawn, su favorita siempre fue la última, más parecida a ella, acomplejada por su ojo vago y deseosa de encajar y complacer. Entonces, ¿por qué señalarla? Además al hacerlo sembró una duda, y el agresor era en ese momento el novio de Dawn, y la gente no olvida, hay quien sigue sospechando de ella. Aunque también hay quien piensa en un joven vecino problemático que lleva años hostigando al vecindario. Hannah se pierde, necesita recordar esa noche. Puede que sea lo más duro que vaya a hacer en su vida, pero lo necesita.
     En los últimos tres años apenas ha tenido noticias de su hija menor, y ha visto como cambiaba la mayor. Ahora Dawn vuelve con ella, quiere ayudarla, acompañarla mientras recuerda. Y Hannah mira atrás, recuerda la infancia de sus hijas, los años felices, y busca el ahora. De este modo, entre recuerdos y actualidad, la tensión de la trama se hace cada vez más palpable mientras empezamos a temer lo que puede encontrarse la protagonista tras su siguiente recuerdo, su siguiente paso.

     Sueño ligero es una entretenidísima novela en la que la autora va tejiendo los demonios interiores junto a los que destrozaron la vida de la protagonista. Nos hace mirar todo con lupa, sospechar de todos, temernos lo peor, y mientras lo hace avanza con paso firme por una historia con personajes sólidos que tienen sus dudas y puntos débiles que se empeñan en ocultar. Queda reflejada a la perfección la personalidad dispar de las hijas de una misma familia y también que hay desgracias que llegan  destrozan la vida de las personas como un tsunami del que parece imposible recuperarse. Y ahí sobresale la protagonista, empeñada en seguir adelante mientras empezamos a temer que el final no esté a la altura de la historia. En este caso lo está, y no sólo eso, sino que además da un paso más que no puedo desvelaros.
     Lo que si puedo deciros es que, una vez empezada, es difícil interrumpir su lectura. Consigue que necesitemos saber qué ha sucedido y acaba robándonos horas  de cualquier esquina, provocando ese "un capítulo más" que nos dibuja ojeras. Me ha gustado, es entretenido y está bien rematado. Tres cosas que no siempre se pueden decir.

     Y vosotros, ¿recordáis el último libro que os mantuvo despiertos para avanzar "un poco más"?

     Gracias

martes, 22 de septiembre de 2015

Reparar a los vivos. Maylis de Kerangal


     "Lo que es el corazón de Simon Limbres, ese corazón humano, desde que se aceleró su cadencia en el instante de nacer cuando otros corazones se aceleraban a la par, saludando el evento, lo que lo hizo brincar, vomitar, engordar, danzar liviano como una pluma o pesar como una piedra, lo que lo aturdió, lo que lo hizo derretirse, el amor; lo que es el corazón de Simon Limbres, lo que filtró, registró, archivó, caja negra de un cuerpo de veinte años, no lo sabe nadie con exactitud; sólo una imagen en movimiento, creada por ultrasonidos, podría emitir su eco, mostrar su alegría que dilata y su tristeza que encoge."

     Hay temas que son universales, seguros, que no fallan. Hay temas tan atractivos, como duros.
Y volver a ellos es una constante. Por eso me fijé en este título y por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Reparar a los vivos.

     Conocemos a Simon Limbres el día en que muere en un accidente de tráfico. Regresa con sus amigos de hacer surf. Ese mismo día se pone en marcha una maquinaria tan terrible como milagrosa y, durante 24 horas, seguiremos cada instante la sombra de esta muerte, fijándonos en la estela de un corazón que servirá para salvar la vida de una traductora de 50 años.

     La apertura del libro es un golpe directo al lector: la vida, el mar, el surf, la insultante juventud que espera entrar a un mar helado: las olas, los sentimientos, el instante... ESE instante. Y automáticamente su precio: el reverso, la muerte de Simon. Y la tarea de Kerangal es hacer de Simon el gran protagonista de la historia. Su figura postrada en la cama de un hospital, su muerte ya declarada, es la gran protagonista de una historia que torna lo trágico en hermoso mediante el uso de las palabras. Porque si algo define este libro es la belleza de las palabras que fluyen en frases que se van dilatando, que hablan de música, de sentimientos, de sensaciones. Frases larguísimas que nos roban el aire como muchas veces lo hace la propia vida, como se lo hace a sus protagonistas el conocer la muerte de su hijo. Kerangal ya lo hizo, ya nos metió de lleno en el tema, desde el momento en que suena el teléfono de la madre de Simon estamos en sus manos, temiendo su llegada al hospital. Pero llega, y también el padre, a encontrarse con la tragedia vestida de blanco dando la peor noticia que se puede recibir y justo tras asestar ese golpe, abrir otra posibilidad, la de la vida que se abre camino a partir de una muerte: la donación. Un tema complejo, lleno de implicaciones de todo tipo. Salvar vidas a partir de la muerte de lo que más se quiere, convertir al fallecido en salvador, en ayuda; luchas contra todas las reticencias, la decisión en un momento de dolor, las creencias, los prejuicios, el miedo a que le quiten lo suyo, a que nos lo quiten: el luto. Es complicado, muy complicado. Y la autora sabe entrar en ello para hacernos reflexionar mientras leemos, para que sin apenas darnos cuenta tomemos posiciones al respecto.
     España es un país en el que las cifras de donaciones dicen mucho a favor de nosotros. Pero sigue siendo un tema espinoso, siempre que se mezclan los sentimientos lo es. Por eso continuamos la lectura, que da paso a un fuerte componente médico; nos lleva por las listas de espera, las necesidades las edades las ilusiones, los quirófanos. Trasplantar un corazón: el corazón como órgano y también como depósito de sentimientos; quitar un corazón a un hijo, decidirlo, salvar una vida con él...  una vez más complicado. Y esa será nuestra estela a seguir hasta hallar a quien lo reciba. Reparar a los vivos, a todos. Quizás incluso al lector.

     Reparar a los vivos es una historia que transcurre en un día, llena de musicalidad en sus hermosas letras que nos habla de una tragedia y también de un milagro. Asfixiante en sentimientos, en sensaciones, nos conduce por el difícil camino de la donación de órganos mientras nos muestra a la vez la parte más profesional; los médicos. Esa doble mirada que va siempre de la mano con la familia que dona, con la que recibe, evita que el libro caiga en un sentimentalismo barato y también le otorga a la narración algo de solemne, de real. Hablar sólo de familias o sólo de quien opera hubiera sido dejar coja una novela cuya lectura se antoja casi necesaria por lo reflexivo.

     Me ha gustado recorrer el camino, me ha dejado sin aire a ratos, como la vida misma. En su versión más trágica y también en la más hermosa. Sin cargar tintas.

     Y vosotros, ¿hay algún tema que consideréis una apuesta segura en vuestras listas de lecturas?

     Gracias

lunes, 21 de septiembre de 2015

Morir no es tan fácil. Belinda Bauer


      "Morir no es tan fácil como lo pintan en las películas.
     En el cine, un coche patina en el hielo, derrapa por en medio de la carretera y vuelca por el borde del acantilado.
     Se cae, da la vuelta, se abren las puertas, se abolla y describe un arco, se abolla y describe un arco..., hasta que por fin choca contra un árbol y se queda con las ruedas bocariba, como una tortuga echando una bocanada de humo. Otros conductores se detienen en seco, dejan la puerta abierta y corren hacia el precipicio para contemplar con horror como el coche,,,
     El coche hace una pausa dramática.
     Y entonces estalla en llamas."

     Hay libros cuyo diseño hace que no sepa qué pensar. No sé si es un libro que tengo que tomarme en serio o se trata de algo ligero que busca una sonrisa. Así que espero a que lo lean otras personas. Eso hice con este, y tras ver una sucesión de buenas opiniones, me animé. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Morir no es tan fácil.

     Conocemos a Patrick, un joven con síndrome de Asperger. Patrick busca los motivos, las causas racionales a todo lo que le rodea y vive en rutinas que lo hacen sentirse bien, aunque no siempre provocan la comodidad de quienes le rodean. Desde que su padre falleciera cuando él contaba con 8 años le ha obsesionado encontrarlo, el lugar al que van las personas cuando mueren, la explicación racional. Ahora Patrick ha crecido, tiene una relación horrible con una madre que parece temerle, y ha entrado en la universidad de Cardiff a estudiar anatomía. En la clase de anatomía tiene el cuerpo donado a la ciencia de un hombre, él y su grupo de estudiantes tienen que encontrar la causa del fallecimiento. Pero, ¿y si no le encajan con una muerte natural?

     Morir no es tan fácil es una novela narrada a tres voces que se van seleccionando hasta quedar sólo uno. Escrito con un tono ligero, pese a la seriedad de la muerte, confieso que en su primera parte me hizo incluso reír en algún momento.Sin embargo, no tarda en presentarnos el crimen y la angustia de un testigo confinado a una cama, y a un silencio obligado. Con dos escenarios totalmente diferenciados y tan dispares como una unidad de neurología hospitalaria en la que se encuentran ingresados los pacientes en coma, y la sala de una universidad llena de estudiantes cumpliendo una tarea, la autora consigue unirlas sin problema dando pie a un original misterio.
     Las voces que forman la historia son las de un hombre en coma que lucha por poder recuperarse o, como mínimo, tener la capacidad de comunicarse con su entorno. La de Tracy, una enfermera de la unidad cuyo objetivo es cazar a un marido que la haga vivir como a una princesa. Y la que nos cuenta la historia de Patrick, que se enfrenta al cadáver de un hombre buscando las respuestas que le piden, y la también la solución a sus propios enigmas. Además, mezclándose entre las voces y la trama hay alcoholismo, integración, rechazo, competitividad, egoísmo, intereses, culpa... y un puñado de personajes habituales, alguno bastante interesante.

     No es la primera vez que nos encontramos un protagonista con Asperger,  pero es cierto que esta vez no está caracterizado hasta el último detalle, ya que la autora opta por presentar y representar los rasgos que necesita para su historia, es decir, la racionalidad llevada al extremo. Lo mismo sucede con el resto de personajes, que sin estar perfectamente dibujados cumplen su función sin salirse de las guías que delimitan una novela escrita para entretener al lector durante unas cuantas horas. Y tengo que decir que lo consigue, si bien se ralentiza un poco en su parte central, se recupera sin problemas para dejarnos una historia muy entretenida en la que se mezclan personajes de todo tipo que parecen tener un interés personal en lo que allí sucede.

     Con una clara influencia de El curioso incidente del perro a media noche, Morir no es tan fácil se mueve entre la novela de misterio y la del propio descubrimiento, ya que desarrolla la evolución de Patrick a lo largo de sus páginas. Tengo que reconocer que, si bien hay muchas partes que no me han convencido, la historia me ha parecido francamente original y entretenida. Una novela para pasar un buen rato, tan curiosa como el diseño de su cubierta.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias

viernes, 18 de septiembre de 2015

Los tres. Sarah Lotz


     "Pam alza la vista y la dirige a la señal luminosa del cinturón de seguridad; tiene muchas ganas de que se apague. No va a poder aguantar mucho más tiempo: casi oye cómo le regaña la voz de Jim por no haber ido al baño antes de subir al avión: "¿Sabes que no andas demasiado bien de la vejiga, Pam, ¿se puede saber en qué estabas pensando?"

     Un regalo es un regalo, y entre el diseño y la sinopsis, prometía ser una lectura, como mínimo, entretenida. Por eso no he tardado en leerlo, y por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Los tres.

     2 de enero de 2012. Cuatro aviones se estrellan matando a más de mil pasajeros. Los accidentes ocurren en lugares dispares: África, Japón, el océano y Florida.Pronto se descubre que hay tres supervivientes, muy jóvenes, de tres vuelos distintos, a los que comienza a conocerse rápidamente como "Los Tres". La prensa les acosa elaborando teorías de todo tipo sobre estos niños milagro, acosando a las familias y empeñada en que tiene que haber un cuarto superviviente del último vuelo. ¿Cómo son estos supervivientes?

    Para contar esta historia Lotz opta por dar un enfoque realista a la hora de narrarlo, y estructura el libro como si se tratase de las notas tomadas por Elspeth Martins, periodista. De este modo introduce recortes de prensa, testimonios, mensajes recuperados de los móviles de los pasajeros, páginas web y todo lo que considera necesario para intentar introducir al lector en una trama particularmente macabra a grandes ratos. Y si digo macabra, es porque nos sitúa así en los aviones, en los momentos de los accidentes o, por ejemplo en el caso de Pam, la mujer con la que comienza el libro, nos deja ver qué sucede justo después: el humo, la muerte, las imágenes... Así que si tenéis miedo a volar, no es el mejor libro para llevaros a un aeropuerto. A partir de las tragedias, el mundo se conmueve y Lotz nos muestra reacciones, haciendo una especial crítica a la falsa fe que puede aparecer en momentos en los que se han sufrido grandes tragedias, aprovechándose del sentimiento social: apocalípticos y salvadores excitados ante lo sucedido.
     Con una forma de narrar diferente por las estructura, y muchos personajes apareciendo en las primeras páginas, la autora consigue captar el interés lector y nos lleva cuidadosamente para que no nos perdamos entre las historias que va tejiendo. Para cuando nos damos cuenta, ya nos hemos sumergido en el libro, que muestra sus cartas intranquilizadoras, casi rozando la palabra terror, desde el principio. Los accidentes y, más importante, los supervivientes. La corriente de suposiciones nos arrastra mientras recogemos testimonios y vagamos por bosques de suicidas. La intriga está servida, y Lotz incluso nos hace dudar de si alguno de los testimonios será real o se habrá dejado llevar por el sensacionalismo de la historia, que es otro punto que refleja; la actitud de la prensa en estos casos y la persecución y ofertas a la que se ven sometidos estos niños.

     Los Tres es una novela que mantiene un pulso narrativo pero que, a mi, me dejó un sabor agridulce al final. Ya he comentado alguna vez que soy muy quisquillosa con los finales, y esto es una simple apreciación personal, pero me dejó la sensación de ligereza, descafeinado cuando yo esperaba tener algo sólido a lo que agarrarme para redondear el argumento.  De este modo, y pese a tener un buen punto de partida, la historia termina desdibujada.

     Con todo, es una lectura entretenida, para pasar el rato aunque no vaya a quedar en el recuerdo transcurrido un tiempo prudencial. Pero, y pese a que hay opiniones para todos los gustos, ¿no es fantástica la lectura como simple evasión?

     Gracias

jueves, 17 de septiembre de 2015

La hija exranjera. Najat El Hachmi



    "Esta madrugada ha escarchado. Mientras el rocío se iba helando sobre los campos perfumados de purines, yo me revolvía una y otra vez en mi cama, que no dejaba de chirriar. Esta ridícula cama de muelles mía, estrecha y corta, en mi siempre oscura habitación del casco antiguo. Mi madre debe de haberme escuchado, tiene muy fino el oído, tiene muy ligero el sueño."

     Esta vez el libro me llegó en forma de regalo, por sorpresa. No me había fijado demasiado en él y al verlo la cubierta me llamó la atención, la serenidad que hubiera podido transmitir esa imagen quedaba apagada en unos ojos cerrados, en un gesto casi de protección, como si esa mujer tuviera frío. Y lo empecé ese mismo día... Hoy traigo a mi estantería virtual, La hija extranjera

     En este libro conocemos a su protagonista a través de sus propias palabras. Es ella quien nos relata su vida en un monólogo que comienza al terminar el bachillerato. Es una joven marroquí que ha llegado a un nuevo mundo al cambiar su país de residencia junto a su familia, ahora vive en una ciudad de Catalunya. Ahora estudia y vive una vida diferente, aunque en su casa, aún le parece seguir en su pueblo natal. Y ahora es momento de elegir, de avanzar a la vida adulta, casarse, estudiar.. es un momento importante, decisivo.

     La hija extranjera es una novela de puntos de fricción. La protagonista, una joven integrada en la sociedad a la que se traslada, disfruta con la literatura y con su salida al mundo adulto. Y sin embargo tiene otra vida, una interior, en su casa, con su madre, que es muy diferente. Dos mundos cuyos grados de separación quedan perfectamente reresentados en el idioma materno y en esas palabras en las que la narradora pone todo su empeño por encontrar un equivalente en castellano sin lograrlo. Esa forma de nombrar a la tetera para el café o a un tipo determinado de pañuelo. Esa sensación de no estar donde se debe y no ser ella misma mientras busca su sitio. El libro comienza cuando mira un tren y habla de huir; pero se queda, decide incluso casarse sin saber que tal vez pueda estar cerrando una jaula. Lucha por fusionar ambos mundos, por creerse que así es su sitio. Y por llegar a conocerse para encontrarlo realmente.

     En esta novela se refleja con gran nitidez cómo se siente una persona que, teniendo casa, no encuentra eso que denominamos hogar, en el que nos sentimos uno mismo. En el mundo que vive, se le pide que se case, que siga unas normas que son las costumbres tradicionales pasadas de generación en generación. Su madre la ata a ese mundo. La madre, esa gran protagonista que lucha porque su hija tenga más libertades y también soporta las miradas de su pueblo por lo que consideran rebeldías impropias. Y la hija, a la que todos miran. La hija llega a una sociedad cuya mirada se detiene en una nacionalidad o un pañuelo, una mirada dura que la ve capacitada para limpiar o cocinar... y en privado tiene otra que la juzga como rebelde por pensar por sí misma. Da voz de este modo a miles de personas que viven en esta situación, de inmersión a medias, juzgada por todos. Un tema complicado. Una crítica a ambas partes, a ambos mundos.

    En doscientas páginas la autora ha sabido dar una voz solvente, que de forma pausada y reflexiva invita al lector a descubrir el interior de una realidad cercana. Nos presenta a una mujer que busca su sitio, a la que terminados admirando. Una mujer valiente y una relación madre e hija muy especial; porque también es una hermosa novela de amor entre ambas.

     Y vosotros, ¿sois de los que os detenéis a observar las cubiertas de los libros?

     Gracias

miércoles, 16 de septiembre de 2015

La familia Moskat. Isaac Bashevis Singer


     De vez en cuando uno necesita una novela que desprenda ese olor a buena literatura desde sus primera páginas. Uno de esos libros que nos acompañan un tiempo bajo el brazo y para siempre bajo la piel. Y de vez en cuando, uno tiene suerte, y se topa con un título así. Hoy traigo a mi estantería virtual, La familia Moskat.

     Conocemos a la familia Moskat. Meshulam Moskat, el patriarca, vive en Varsovia, y no sólo tiene éxito en sus negocios, sino que además mantiene unida a la familia. Y conocemos a su familia; sus esposas, hijos, amigos, parientes; a su mayordomo, al servicio y a todos aquellos que han tenido trato en algún momento con él. Y conocemos a Asa Heshel un joven judío agobiado por preguntas sobre sus creencias que se enamora de la nieta de Moskat.

     La familia Moskat comienza con tres árboles genealógicos. Eso da una posible pista de la cantidad de personajes que uno puede llegar a encontrarse en el libro. Y sin embargo, no debería de ser un disuasorio, ya que pronto nos situamos y seguimos fielmente a Asa Heshel. Singer nos deja en este libro un retrato completo de una sociedad desde principios del siglo XX hasta la entrada de los nazis en Varsovia en 1939. Una sociedad, la judía, que sería desmembrada cuando no destruida por el nazismo y que el autor nos muestra una y otra vez a lo largo de las páginas de este libro. No sólo a la familia protagonista, sino también todo aquello que les rodea, convirtiendo la lectura en un viaje al pasado.

     Descubrir La familia Moskat es descubrir la vieja Europa, dejarse llevar por la decadencia de una familia que se sustenta en un patriarca que, tal vez, elige mejor sus negocios que su compañía. Es acompañar al protagonista, que pronto descubrimos es Asa, en sus dudas permanentes y su pasividad a ratos irritante. Y es, sobre todo, abrir los ojos a una novela realista en la que el narrador se convierte en un mero observador que transcribe lo que sucede sin entrar a juicios. Sería fácil pensar que la novela ensalza a los judíos, sus creencias, se anticipa al sufrimiento convirtiéndolos en héroes... pero nada más lejos de la realidad que encontramos en sus páginas. Además hay mucho trato individual a cada personaje, lo que ayuda a que no nos perdamos entre sus dudas y casi constantes problemas matrimoniales. De hecho, se acerca más a una crónica de época, si se trata de poner etiquetas: la crónica de los judíos polacos. Encontramos en sus páginas a personajes complejos, personas de todo tipo se pasean por la historia dejando su impronta, en un libro que mantiene un ritmo constante y que, pese a su extensión, no cae en la descripción gratuita, no se frena, no decae, siempre hay algo que contar, no hay páginas sobrantes. Pertenece por tanto a esos libros que tiendo a etiquetar de manera personal como novelones, y siempre lo hago en el mejor sentido de la palabra. Completa el conjunto un brillante manejo del diálogo, con frases a veces cortas y certeras que releemos porque nos dirán mucho más de quien las dice que cualquier larga explicación. De hecho, y pese a que no marco los libros, tengo un post it puesto en lo que fue inicialmente el primer final de la historia, marcando un diálogo que será en mi caso esa imagen que irá siempre acompañando a la novela.

     Hoy traigo un libro imprescindible del que podría extenderme para explicar los magníficos secundarios, las distintas capas sociales que representa o cualquiera de las costumbres y dudas que desarrolla en una suerte de línea entre lo tradicional y lo moderno. Me limitaré a decir que es una novela sobre la decadencia, escrita con pulso firme por quien se convierte en observador para deleite del lector. Premio Nobel de 1978 y desconocido por muchos, perdido entre la marabunta de novedades que atestan las listas y librerías, os propongo rescatar a Singer. Paladear la buena literatura.

     Y vosotros, ¿sois de novedades o también os acercáis a autores más clásicos?

     Gracias



lunes, 14 de septiembre de 2015

Revival. Stephen King



     "Al manos en un sentido nuestras vidas son ciertamente como las películas. El elenco principal  se compone de la familia y los amigos. Los actores secundarios son los vecinos, los compañeros de trabajo, los profesores y los conocidos. Están también los papeles de reparto: esa cajera del supermercado de sonrisa bonita, el camarero cordial del barucho del barrio, los otros socios del gimnasio junto a los que hacemos ejercicio tres días por semana. Y hay miles de figurantes, todas esas personas que pasean por nuestra vida como agua por un cedazo, personas a quienes vemos una sola vez y nunca más (...) 
(...) Pero a veces entra en nuestra vida una persona que no encaja en ninguna de esas categorías.  Es el comodín que nos sale, muy de vez en cuando en una partida de naipes, a menudo en momentos críticos. En el cine se conoce a esta clase de personaje como el quinto en discordia, o agente de cambio."
   
     Todos tenemos nuestras filias y nuestras fobias lectoras. Unas mejores y otras peores, unas las confesamos abiertamente y otras... bueno, otras depende. Yo he llegado a un punto en el que no tengo problema en confesar cada una de ellas, y la de hoy es fácil: disfruto leyendo a King. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Revival.

     Conocemos a Jamie cuando vive plenamente su madurez y decide relatarnos su historia. Y lo hace volviendo la vista a 1962, año en que contaba con 6 años y en el que lo más relevante de su vida fue conocer al pastor metodista, Charles Jacobs y su familia. El pueblo no tarda en caer fascinado antes esta nueva familia hermosa y encantadora hasta que un accidente trunca la vida de dos de sus miembros y trastorna al pastor, que hasta ese momento dividía su vida entre Dios y su pasión por los fenómenos eléctricos. Es entonces cuando rompe con todas sus creencias y se centra en sus experimentos, despareciendo de la pequeña ciudad que parece haber olvidado que Jacobs había, por ejemplo, curado al hermano de Jamie cuando perdió la voz. A partir de este momento seguiremos el tortuoso camino que es la vida de nuestro protagonista y sus encuentros con un Jacobs cada vez más perturbador.

     Revival abre con un comienzo potente, buscando la reflexión intranquila sobre el quinto en discordia del protagonista. A partir de ahí, King cae en su habitual nostalgia de infancia, paseos en bici (aunque aquí no hay bici), detalles pequeños y primeros amores. Nada  nuevo para un escritor que parece recrearse en tiempos pasados para, en lugar de mostrar lo idílico, romper en pedazos esos pequeños paraísos y poner así a prueba a sus personajes. Y también al lector, al que va advirtiendo durante el camino: incluso antes de leer Hay algo, ya habíamos pensado en ello. Esta vez le toca a la religión, un tema complicado que había rozado anteriormente pero con el que nunca había entrado tan de lleno, y la diferencia, si es que la hay, entre un pastor cuyos sermones son convincentes, y un charlatán. Incluso hace bromas al respecto. Se desliza de este modo por un camino cercano a la normalidad en el que a veces, olvidamos de prestar atención a las señales, porque nuestros ojos están fijos una vez más en Maine o Tulsa, siguiendo la magnética figura de Jacobs. Lo vemos además a través de los ojos del protagonista que, ni siquiera en sus mejores momentos, parecía poder evitar tener cierto recelo. Jamie es el eterno protagonista de King que ve como su mundo se agrieta hasta romperse, solo que éste también se deja caer antes de recomponerse con la ayuda de Jacobs estableciendo así un vínculo entre ambos que nos conducirá al verdadero centro del libro; al recodo inexplicable cuya sombra se proyectaba hasta en las primera páginas. A lo que buscamos cuando leemos al maestro del terror. Porque por mucho que haya dejado ese sendero un poco de lado, seguimos pensando así de King

     No voy a contar más del argumento, no sería justo. Pero Revival mezcla un poco ambos perfiles del autor, al sobrio narrador y al King de siempre. Nos deja además, muchas de sus marcas habituales en sus novelas, puestas ahí quizás como sello personal, pero que agradan al lector habitual que no puede evitar sentirse en casa al leer Castle Rock.

     Todo empieza con un mi, dice nuestro protagonista una y mil veces a lo largo del libro para hablar de su pasión por la música y sus dotes con la guitarra que lo llevan a tocar en pequeños grupos. Y sí, posiblemente tenga razón. todo empieza con mi pasión por los libros, con mi colección de libros de King en un espantoso tono dorado en los lomos y con la necesidad de seguir leyéndolo pese a que ahora es un narrador madura, cosa que celebro por él, y parece haber dejado de lado a payasos terroríficos y fans piradas que encierran a escritores. Pero echo de menos esos tiempos de cubos de sangre y hoteles aislados.

     Voy a seguir leyendo a King, porque disfruto con sus historias.
     Y he disfrutado con Revival. 
     Lo confieso.
     Es lo que hay.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias


sábado, 12 de septiembre de 2015

Entrevista a Antonio Garrido

     Antonio Garrido nació en Linares, Jaén, en 1963. Desde niño sintió pasión por la literatura empujado por sus lecturas de Julio Verne, aunque la vida le llevó por el camino de la ingeniería, su profesión actual. Sus publicaciones se limitarían a lo técnico hasta que publicara La Escribá, El lector de cadáveres y, su último libro, El último Paraíso. Ha obtenido premios como el Prix des Lecteurs Sélection 2010, el Premio Internacional de Novela Histórica Ciudad de Zaragoza, fue finalista del Prix Fullbert de Chartres y, finalmente, el Premio de Novela Fernando Lara. En la actualidad compagina su profesión como docente en la Universidad con la de escritor, habiendo sido traducidos sus libros a más de 15 idiomas.

- Con tu segunda novela, El lector de cadáveres, ya conociste el éxito. Pero aún así, ¿recuerdas lo que sentiste al enterarte del Premio Fernando Lara?
- Claro que lo recuerdo. De hecho, no creo que lo olvide nunca. Me encontraba sentado junto a mi mujer en un entorno maravilloso como es el patio de la Montería de los Reales Alcázares de Sevilla, incapaz de probar un bocado por los nervios mientras el jurado iba desgranando lentamente los títulos eliminados. Por último, cuando tras quedar solo dos finalistas dijeron mi nombre, me levanté emocionado y me dirigí hacia el estrado donde se iba a proceder a la entrega, casi sonámbulo. Escuchaba aplausos lejanos y destellos de flashes y yo solo pensaba en si sería capaz de agradecer apropiadamente al jurado, al público y a mis seres queridos.
- La Gran Depresión es una época relativamente frecuente en la literatura, sin embargo, la parte de la historia que nos relatas en El último paraíso, es desconocida para una gran parte de la gente. ¿Cómo llegas a ella?
- En efecto, es una historia tan escondida que ni siquiera los propios norteamericanos la conocen. Nadie podría imaginar que en los momentos más duros de la gran depresión, con millones de personas sin nada que llevarse a la boca, el New York Times publicara una noticia en la que se ofrecía trabajo y felicidad para quienes se atrevieran a embarcar hacia la Unión Soviética. Yo tuve la fortuna de conocerla mientras ojeaba un ensayo en una vieja librería de Broooklyn y enseguida advertí la dramática epopeya que se escondía tras aquellos miles de americanos que creyeron en aquel anuncio y lo dejaron todo para buscar el paraíso en la Unión Soviética, sin imaginar que se dirigían hacia su propia perdición.
- ¿Ha sido muy difícil documentarse para esta novela? ¿Cuánto tiempo te ha llevado?
- Ha sido trabajoso a la par que difícil. Cuando comencé a recopilar información encontré el tremendo sesgo que la teñía en función de su procedencia americana o soviética. Afortunadamente durante el proceso de investigación tuve el privilegio de contar con la ayuda del Dr. Boris Shpotov, miembro de la Real Academia de las Ciencias Rusas de Moscú y de la Dra. Graham Deham de la Universidad de Brighampton en Nueva York y responsable del departamento de Estudios Orientales. Ambos me asesoraron sobre los archivos secretos soviéticos y sobre la realidad de las familias que emigraron a Rusia, y de las que muy pocos miembros lograron regresar. En total, empleé un año y medio en recopilar, analizar y extraer la información precisa que me permitió abordar con confianza el proceso de escritura.
- Hablando de documentación, tuve la suerte de asistir durante una de tus presentaciones a un momento que, a la fuerza, debes de recordar. Cuéntanos cómo fue ver que un asistente se levantaba en Santander, y te comentaba que podría haber sido un descendiente de uno de tus personajes.
- No podía creerlo. Había buscado durante años a algún descendiente de aquellos americanos que emigraron a la Unión Soviética de forma infructuosa, y de repente, en aquella presentación un hombre de pelo canoso y acento extranjero me  hizo un par de preguntas curiosas sobre aquella gente. Fue verdaderamente emocionante averiguar que aquel hombre era nieto de uno de aquellos hombres que pagaron con su vida las masacres estalinistas.
- Los personajes yo creo que son el punto realmente fuerte de la novela, los llevas hasta el extremo una y otra vez consiguiendo que sean seres complejos, vivos, ¿es difícil explorar y exponer de ese modo a tus protagonistas hasta conseguir esa sensación de realidad para el lector?
- Sí que es difícil. Quizá sea la parte más compleja, pero es la que proporciona vida y realidad a una novela, la que transforma a meros personajes en seres humanos cercanos, a los que podremos admirar, amar u odiar, de los que aprenderemos o nos compadeceremos. Esa es la parte más mágica de la escritura, y también, la más complicada, porque te obliga a alejarte de estereotipos y profundizar con sensibilidad en el interior de cada uno de los hombres y mujeres que protagonizan esa historia.
- Jack, el protagonista, es un hombre obligado una  mil veces a superarse, un superviviente nato podría decirse, ¿cómo es Jack para ti?
- Jack es un joven ambicioso y trabajador, un luchador que equivocadamente cree que si se esfuerza lo suficiente conseguirá encontrar la felicidad a través del éxito profesional sin comprender que el verdadero paraíso se encuentra dentro de cada uno de nosotros, y que para descubrirlo, es preciso afrontar situaciones que pongan a prueba el verdadero carácter del individuo, Jack, a través de sus confrontaciones con otros personajes, deberá valorar qué es lo que realmente importa en la vida y tomar decisiones vitales que le encaminarán hacia la redención o hacia la destrucción.
- ¿Podrías, para quien aún no se ha acercado a tu novela, dar una pequeña pista de lo que se van a encontrar en El último paraíso?
- Yo creo que el lector encontrará una novela llena de emociones, de situaciones desconocidas pero a la vez cercanas que le harán viajar hasta las vidas de unos personajes que lucharon desesperadamente por encontrar la felicidad. Creo que se contagiará de la fuerza y la honestidad de Jack, que se turbarán con las historias de amor que se sucederán y que se inquietará ante la despiadada acción de los hombres que pusieron por delante sus ideas sin importarles el destino de millones de personas. Creo que su corazón se encogerá y realmente disfrutará más que con una historia auténtica, con una auténtica historia.
- No me gustan nada las etiquetas: tu novela por ejemplo, es histórica, de misterio, tiene amor... ¿serías capaz de clasificarla?
- A mi tampoco me agradan las etiquetas. Casi te diría que las odio por su capacidad para encorsetar y limitar. ¿Cómo clasificarías una vida? ¿Y miles de vidas? Porque de eso se trata. Es cierto que El último paraíso se enclava en un periodo histórico trascendental, pero también lo fueron quienes hubieron de vivirlo y contribuir con sus vidas al legado que posteriormente hemos recibido. Y en esas vidas hubo amores y traiciones, hubo mentiras, suspense, odios y sorpresas. Hubo egoísmo y bondad. Todo eso está en esta novela, a la espera de que el lector lo descubra y lo disfrute.
- El final, del que no voy a hablar en absoluto, creo que tiene una "lección de vida" para el lector medianamente avezado. ¿Eres de los que piensan que siempre se aprende algo en los libros?
- Los libros son maravillosos porque, además de entretener, a veces nos ofrecen algo más. A veces ocultan en su interior esa pequeña chispa que te anima a reflexionar y a preguntarte cosas importantes y me gustaría pensar que esta novela esconde ese punto de profundidad que te pellizca el corazón, que no te deja indiferente. Porque para tocar el corazón del lector, no basta con contar algo. Es preciso tener algo que contar.
- Entiendo que ahora estás sin apenas tiempo para nada, pero dime, ¿te ronda ya alguna historia la cabeza?
- Muchísimas historias. Mi mayor problema ahora consiste en hacer la mejor elección, y en ello espero emplear mi tiempo los próximos meses.
- Por último, como no podía ser de otro modo, me gustaría saber qué estas leyendo en este momento

- En estos momentos estoy terminando Hombres fuera de serie de Brett Martin, un ensayo sobre las series de televisión norteamericanas más apasionantes.
- Muchas gracias por tu amabilidad, aprovecho además para recomendar a quien tenga la ocasión de acudir a la presentación de El último paraíso que no se lo piense.
- Gracias a ti por brindarme la oportunidad de responder a tus preguntas y por tu asistencia a la presentación de Santander. Entonces y ahora, ha sido un auténtico placer.

     Bibliografía:

    - El último paraíso
     - El lector de cadáveres
     - La escriba

viernes, 11 de septiembre de 2015

Cuando Kafka hacía furor. Anatole Broyard


     "Mi vida, o mi carrera, en Greenwich Village comenzaron cuando Sheri Donatti me invitó a vivir con ella. Invitar no es la palabra exacta, pero no sé describirlo de otro modo. Yo acababa de abandonar el ejército y estaba buscando un alojamiento al alcance de mis potabilidades cuando conocí a Sheri en una fiesta. Sheri me dijo que tenía dos apartamentos y, si entendí bien su manera de hablar, me insinuó que podía ir a ver uno de los dos."

     Ese libro me llamó la atención desde el primer momento, esa estética en la cubierta acompañada del sugerente título lo hacían irresistible. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Cuando Kafka hacía furor.

     Conocemos a Anatole Broyard de su puño y letra, el después crítico más que reconocido y editor de renombre, nos relata en este libro lo que sucedió a su llegada a Nueva York finalizada la Segunda Guerra Mundial. Lo acompañamos en su búsqueda de vivienda, su relación con una mujer a la que no llegó a comprender pero que le marcó toda una época, la muerte de un amigo y un permanente aprendizaje.

     Es curioso como todo el mundo recuerda el París bohemio de los años 30 y parece olvidar que en Nueva York, hubo un tiempo en el que sus calles eran pisadas por Fitzgerald o Hemnigway. Y si uno quería verlos, debía de pasearse por Greenwich Village.
     Broyard se traslada a este barrio de la ciudad cuando es un joven lleno de inquietudes ansioso de conocer, comprender y vivir todo ese movimiento cultural que parecía otorgar un tipo especial de libertad a quienes formaban parte de él. Y eso es justo lo que nos relata en un libro en el que se percibe la ingenuidad aún intacta de un joven de pueblo que aterriza en un mundo que le resulta tan atractivo como intimidante. Prueba de ello es la relación que mantiene con Sheri, una mujer a la que parece llegar a idolatrar y a la que jamás comprendió ya que vivía en una nube cambiante. Pero no sólo se enfrenta a el amor y el sexo con esta mujer, sino también a la muerte de un amigo, de leucemia, que hará que se replanteé la dirección de su vida. Esta es la vorágine en la que se mueve nuestro protagonista, entre fiestas y charlas universitarias, en un entorno cambiante que hace que se sientan los reyes del mundo, los modernos, supone el lector, de aquellos años.

     Quizás la parte del libro que más nos recuerda a unas memorias estrictamente hablando es el epílogo escrito por el propio autor, que nos habla de nostalgia: de unos años, y de una época, y que nos invita a lanzarnos a ese viaje en el tiempo a una de las épocas más atractivas de la gran ciudad. En todo caso, lo atractivo del libro, es ese atractivo viaje en el tiempo que nos propone a una interesantísima época. Porque eso es en realidad este librito, un viaje en el que las ventanas son los ojos del autor, ya que si lo tuviéramos que valorar como unas memorias estrictamente sería demasiado ligero. Habla únicamente de ese momento en la vida de Broyard y las referencias a su vida anterior o posterior brillan por su ausencia. Pero como retrato de época, es paseo delicioso.

    El libro se completa, además, con el relato Retrato del hipster, escrito por el mismo autor en 1948, y que estoy segura de que logrará sacaros una sonrisa.

     Y vosotros, ¿hay alguna época socialmente interesante sobre la que os gusta leer?

     Gracias

miércoles, 9 de septiembre de 2015

Las lecciones peligrosas. Alissa Nutting




     "La noche anterior a mi primer día de trabajo como profesora no pegué ojo."

      Esta vez dejo una primera frase, apenas insinuante, anodina incluso, pero inolvidable una vez se termina el libro. Hoy traigo a mi estantería virtual, Las lecciones peligrosas.

     Conocemos a Celeste Price, una joven y bellísima mujer, cuando se encuentra en su casa, nerviosa porque al día siguiente comienza su trabajo como profesora de instituto. Está casada con Ford, un también joven policía tan guapo como ella formando ambos el matrimonio perfecto. Pero volvamos a Celeste y sus nervios. Ella está nerviosa por su trabajo, no por temor a hacerlo bien o mal, lo que sucede es que trabajará con adolescentes. Y a Celeste, le gustan los jóvenes adolescentes.

     Hay muchos motivos para leer este libro. Alissa Nutting ha escrito un best seller con los derechos vendidos a catorce países que tiene todos los ingredientes para serlo, y también para ser justo lo contrario. Nos ha regalado una historia incómoda basada en un caso leído en la prensa, pero que no es simplemente un caso, sino algo que sabemos ha sucedido más de una vez en nuestra sociedad. Nos lo ha puesto delante con una prosa magistral y, no contenta con eso, lo ha hecho en primera persona. Y además, ha conseguido que partamos de la lectura con una pregunta que ya nos hemos respondido antes de llegar a la mitad del libro. ¿Comentamos del mismo modo determinado tipo de actos si vienen de mano de un hombre que de una mujer?, ¿qué pasa cuando es la mujer la que se acerca a un adolescente?, ¿y si además es terriblemente hermosa? "Cabeza de ratón, libido de león. Y no esperará que gane el ratón." Dice en un momento dado uno de los personajes del libro para hablar de los adolescentes. Y no, si os lo estáis preguntando, no lo justifica. Pero sí pone de manifiesto que hay comentarios que no se harían en sentido inverso sin necesidad de decirlo abiertamente.

     Conocemos a Celeste desde el interior de su cabeza, y eso nos permite tener una idea perfecta del tipo de persona ante el que nos encontramos. Como si fuera Patrick Bateman, aquel protagonista de American Psycho que tanto revuelo causó, Celeste es casi perfecta por fuera y un perfecto monstruo por dentro. Cada frase, cada preparativo, el perfecto conocimiento de lo que quiere y ese ansia depredador para satisfacer al animal que lleva dentro, nos hace conscientes de ello. Utiliza al mundo y a su entorno y además, los juzga y trata de manera implacable. No es un personaje cómodo, no nos cae bien, y nos queda claro que a ella eso no le importaría en caso de saberlo. Ella lo único que quiere es satisfacerse, recorrer con la mirada el aula buscando la piel perfecta de la presa perfecta: provocar, deslumbrar, atacar. Porque Nutting en este libro decide tomar la palabra hasta las últimas consecuencias y, si el tema ya era peliagudo, no esquiva el sexo en absoluto. No podría con una voz tan directa como la de la protagonista, y opta por no hacerlo manteniéndose en el difícil equilibrio entre relatar lo hecho con palabras directas y no caer en la pornografía. El sexo literario es difícil, el tema es difícil, y llamar a las cosas por su nombre también. La frase del comienzo viene seguida en el libro por la explicación de boca de la protagonista de su rutina esa noche. Se ha masturbado en silencio para no despertar a su marido, y lo hizo pensando en el día siguiente. No sólo eso, te vistió para la ocasión debajo de su atuendo habitual. Y lo dice en la página uno dejándonos ahí el resumen perfecto de quien protagoniza la historia. Su contrapunto es la presa, el joven adolescente que queda retratado en una perfecta mezcla de timidez y hormonas, un retrato de quien aún no se ha formado como adulto de boca de quien busca esa vulnerabilidad para satisfacer sus propios deseos. Por eso no lo victimiza. No podría.

     Las lecciones peligrosas es un libro magistralmente incómodo que cruza la barrera de lo correcto al franquear la física del deseo. La caída es inevitable, y nos preguntamos cuándo será y si habrá alguna reacción en la voz narrativa. Pero Nutting es capaz de no desviarse en su propósito y llega hasta el final para mostrarnos que hay monstruos, que existen, y para experimentar con nuestras reacciones al conocerlos. No os relataré el final, quizás recordéis algo del caso real, con eso basta.
Me ha gustado, es un libro sin tramas secundarias que nos despisten, que no hace una crítica social al uso en un tema como este, que no busca sensiblerías. Es más un derechazo, de esos que dejan sin aire al lector obligándolo a doblarse en dos, apoyándo las manos en las rodillas para mantener el equilibrio. Y una cicatriz, Celeste, de esas que uno se mira de vez en cuando recordando una lectura. Porque eso hacen las buenas lecturas, cicatrices en el alma del lector.

     Y vosotros, ¿cuál fue el último libro que os dejó huella?

     Gracias

martes, 8 de septiembre de 2015

Puerto Escondido. María Oruña



     "El paisaje lo iba sumergiendo de forma progresiva e inexorable, en un suave aire veraniego, en esa resuelta alegría estival que se respira de forma ligera y sin pretensiones.
     Casi podía sentir ya el bullicio del pueblo, marinero y vital, que renacía cada verano, cuando regresaban a él las pequeñas masas humanas de las ciudades interiores, desplegando barreras de olvido temporal hacia sus trabajos y hacia sus otras rutinas, no bañadas por el mar ni por el sol con sabor a salitre."

     Entre las novedades de la famosa rentrée esta me llamó la atención desde el primer momento. Una ópera prima con un argumento atractivo y una cubierta francamente bonita. Hoy sale a la venta, y hoy traigo, a mi estantería virtual, Puerto escondido.

     Conocemos a Oliver, un joven inglés con ascendencia española, cuando regresa a Suances. Está reformando una casa, y al parecer también su vida, con la intención de convertirla en un hotel y establecerse en esta villa costera. Sin embargo, la aparición en el sótano de un pequeño cadáver embalsamado por el paso de los años, paralizará las obras mientras dura una investigación capitaneada pos Valentina. Este macabro hallazgo será una puerta que una presente y pasado amenazando con descubrir los secretos que todos llevamos dentro.

    Con un comienzo rápido, la autora no duda en colocarnos el cadáver en las primeras páginas para que tengamos claro el detonante de la novela. De este modo, ya deja claro desde las primeras páginas su intención: agilidad a la hora de narrar la historia. Nos presenta, a partir de este punto, a los personajes principales que, poco a poco, se convertirán en nuestros acompañantes en esta novela narrada a dos tiempos y marcada por los secretos que se ocultan hasta creer que nunca llegarán a salir a la luz. Porque si algo marca esta novela, son los secretos. Cada personaje vive vigilando los suyos, mirando al frente y procurando no volver la vista atrás convirtiendo cada vidas en una novela negra propia que la autora ha sabido manejar y cuyos hilos entreteje con sumo cuidado a lo largo de poco más de cuatrocientas páginas. Conoceremos así a niños marcados por una época difícil que se convierten en personas luchadoras empujadas por las circunstancias y a adultos que hoy viven ajenos a lo sucedido en su país no hace tanto tiempo. De este modo, y a medida que avanzamos, casi a ciegas al principio pero con más seguridad a medida que vamos conociendo a cada personaje, la historia gana en tensión y atmósfera hasta conseguir mantener al lector atento a cada palabra, buscando el momento de avanzar un poco más en la lectura.

     Oruña tiene mucho cuidado a la hora de perfilar los personajes, dejando siempre un espacio  la duda en cada uno de ellos. Llega un momento en el que dudamos de todos; Oliver y su eterna buena disposición, su amabilidad, la joven de la Sección de Investigación de la Guardia Civil con esa curiosa mirada tan llamativa, los habitantes de los pueblos que van recorriendo y que parecen portar, cada uno de ellos, la llave de un misterio que va dejando un reguero de muertes en el presente que comenzó con aquel niño que todo el mundo parece haber olvidado. Se despliega de este modo una gran tela de araña de la que nadie parece poder escapar, y en la que se aprecia el cuidado que ha tenido la autora a la hora de colocar cada palabra. Nada es casual cuando se trata de Puerto escondido, cada descripción, cada palabra, cada momento, puede encerrar una pista que nos conduzca a un final que provoca que todo encaje, haciendo funcionar la historia como si se tratara de la maquinaria de un reloj, cada pieza recogida en el camino tiene su lugar.
     Y eso es algo que valoro mucho a la hora de leer una novela. El momento en que, cierras el libro y vas pensando en los detalles, en cada subtrama, para descubrir que no sólo la novela no tiene flecos, sino que éste o aquel comentario estaban ahí con un motivo concreto. De este modo, lo que consigue es que el lector se deje llevar y tener una lectura rápida, de evasión, de esas que no le permiten fijarse en detalles que podrían estropear la impresión final de la novela o incluso el camino. Encadenar sucesos le confiere esa indulgencia lectora de quien se fija más en el qué que en el cómo, y de eso se trata precisamente este libro.

     Puerto escondido es una novela marcada por los secretos, las pasiones y la supervivencia. Una historia en la que es fácil sumergirse y que mezcla hábilmente géneros para llevar al lector por un viaje lleno de idílicos escenarios y personajes que me encantaría poder recuperar en siguientes libros. Estaré pendiente de María Oruña.

     Y vosotros, ¿ya tenéis libros apuntados de está rentrée?

     Gracias

     PD. Os dejo el book tráiler


lunes, 7 de septiembre de 2015

Lo que no te mata te hace más fuerte. David Lagercrantz



     "Esta historia empieza con un sueño, un sueño no especialmente extraño, la verdad. En él hay una mano que golpea un colchón rítmica y constantemente en aquella vieja habitación de Lundagatan.
     Aún así, el sueño hace que Lisbeth Salander se levante de la cama de madrugada. Y que luego se siente ante el ordenador y empiece la caza."

     Se estima que hay unos 80 millones de copias vendidos de la trilogía Millennium. Su autor, tristemente fallecido incluso antes de ver publicada su obra, no podría dar a los fans una continuación de Blomkvist y Salander,  pero ya se había especulado sobre ello. No sería la primera vez que un autor toma la pluma de otro, y esta no iba a ser la excepción, añadiendo, además, que en este caso Lagercrantz no ha tenido acceso a los famosos escritos del ordenador del fallecido Larsson, así que toda la historia, con sus méritos y fallos, es mérito suyo tras haber leído la trilogía original. Finalmente, y pasados unos meses de intriga y espera, hoy traigo a mi estantería virtual, Lo que no te mata te hace más fuerte.

     Con una Salander casi desaparecida en plena jugada personal atacando una web y Mikael sufriendo la entrada en Millenium de un nuevo capital que pide reestructuraciones, comienza la historia. Frans Balder, un genio intratable, investigador de IA, se pone en contacto con Mikael en mitad de la noche para quedar con él y compartir una información vital, sin embargo, cuando el periodista llega, Balder ha sido asesinado y queda, como único testigo, su hijo autista de ocho años. Con la intuición de estar ante la historia que salve Millenium, Mikael se embarcará en una aventura que provocará que su camino y el de Salander vuelvan a encontrarse.

     Hablar de un boom cuya continuación ha sido provocada por un relevo requiere encarar los temas de frente. Extactamente igual que tuvo que hacer el autor a la hora de continuar la historia. Lagercrantz tenía que resucitar a Mikael Blomkvist y Lisbeth Salander. Y ha pasado el tiempo justo como para que el fenómeno fan los haya magnificado; tenemos los libros, películas y nuestras propias ideas, conversaciones y expectativas. Y Lagercrantz decide hacer una presentación a dos tiempos. B sigue siendo un periodista íntegro, molesto para muchos, encargado de la revista Millennium. Le gustan las mujeres, la verdad y parece querer empeñarse en permanecer ajeno a su propia importancia. Nos gusta, es nuestro Mikael, lo reconocemos. Pero lo cierto es que todos estamos esperando ver a Salander. Ella, lo tenemos claro, es un antihéroe vestido de cuero, con una estética punk bastante agresiva, y tal vez, por qué no decirlo, esté un poco trastornada. Pero nos gusta, nos han mostrado su dolor y su lucha y no hemos dudado en ponernos a su lado. Y aquí, Lagercrantz decide hacerse desear, llevando al lector a través de páginas en las que se insinúa, se recuerda, se la ve sola, se habla... hasta que finalmente hace su aparición. El resultado es una pareja que sobrevive a la transición sin apenas daños y que conforman una novela que quizás, al igual que la trilogía, se apoya más en ellos mismos que en la propia trama, en este caso solvente y ágil. Seguimos recogiendo pistas del pasado de Salander con la avidez del lector que necesita saber y nos encontramos con denuncias y personajes secundarios magníficos como es el caso de August, un niño autista de 8 años que es testigo del asesinato de su padre y que tal vez pueda, o no, ser capaz de dar alguna pista sobre aquello que presenció.
     Lagercrantz se ha enfrentado a todo un reto y ha salido prácticamente sin heridas demostrando, además, que tiene un excelente sentido del humor. En otro caso no sería posible que nos encontrásemos una novela como Cementerio de animales, citada en la obra. Y una, que tal vez sea mal pensada, se sonríe asumiendo que es un guiño a la tarea de resucitador que se ha impuesto aquel que escribe la novela.

     Al final nos encontramos con una novela que lleva una trama ágil y rápida que conecta la tecnología e internet con la mafia y los intereses creados a su alrededor. Es posible que tenga alguna fisura, pero el autor ha sabido llevar un ritmo que convierte al lector en un protagonista más y le permite olvidarse de esas asperezas que podemos hallar durante la lectura. Deja, además, abierta la posibilidad a que no sea la última vez que vayamos a encontrarnos con la pareja protagonista, lo que alegrará a los lectores incondicionales. Una novela que se perfila como un superventas antes de salir y que demuestra que puede serlo una vez leída. Francamente entretenida.

     Hay muchos motivos para que un libro merezca nuestro tiempo. Bien por la calidad, la crítica o la repercusión, hay ocasiones en las que, lo mejor, es tener una opinión propia. Este es uno de esos libros, por eso os pregunto, ¿os animaréis a leerlo?

     Gracias

     PD. La que escribe estas líneas no es una fan de la trilogía original, tal vez eso haya provocado una lectura más alejada de prejuicios.
     Además, he olvidado comentar que, siguiendo la tradición, las traducciones de este título son tan dispares como puede comprobarse al citar la inglesa The girl in the spider's web.


jueves, 3 de septiembre de 2015

La golondrina negra. Sissel-Jo Gazan


     "Era jueves 18 de marzo de 2010 y la calle Skovvej de Hulebaek continuaba sumida en la oscuridad. Soren Marhauge, jefe superior adjunto de policía, se despertó. Anna, su pareja, le estaba diciendo algo. Vestida de pies a cabeza aguardaba sentada al borde de la cama, con el bolso colgado en bandolera y el cabello, corto y oscuro, en un húmedo desorden, como si acabase de salir de la ducha."
     
     Tras leer Las alas del dinosaurio, y pese a que no requería seguir con la saga, tuve curiosidad al ver la segunda entrega de la saga policíaca dedicada al detective Soren Marhauge, por eso no me pude resistir a este libro. Hoy traigo a mi estantería virtual, La golondrina negra.

     Kristian Storm un apreciado profesor que estaba inmerso en un estudio sobre el efecto negativo de una vacuna en la población infantil de Guinea Bissau aparece ahorcado en su despacho. Todo apunta a un suicidio, pero su asistente Marie Skov parece convencida de lo contrario. Sin embargo, la policía inicialmente da por buena la teoría del suicidio mientras que Soren, que ha decidido apartarse de la policía, comienza a intuir que la joven tiene razón. Será finalmente Soren,  haciendo malabares con su situación familiar, quien acabe encargándose de un caso que parece tener ramificaciones mucho más personales de lo que jamás pudo imaginar.

    Si comenzaba diciendo que este libro es la segunda entrega de una saga, justo es decir que puede ser leído de forma independiente. Su autora parece haber llegado con paso firme a la novela negra, como demuestran la multitud de premios que ha recibido este título, así que es una buena oportunidad de darle una oportunidad, sobre todo si uno es aficionado a la novela negra combinada con tramas científicas.

     La golondrina negra es una novela que mezcla valientemente una investigación científica con la trama criminal. Y digo valientemente, porque dedica muchas páginas a ambas cosas, aunque es cierto que resulta francamente interesante toda la trama de las vacunas dadas a niños y las reacciones que provocan. El libro tiene dos vertientes principales en la historia que se ramificarán mezclando tramas personales y profesionales. Por un lado tenemos a Soren, un hombre cuya seguridad laboral parece desvanecerse en el terreno personal, que tiene una relación tan pasional como tormentosa con una mujer que apareció por sorpresa en su vida en la primera entrega de la saga y que le convirtió en padrastro de una niña encantadora. Soren es meticuloso e intuitivo, muy alejado del estereotipo del detective acodado en una barra, sigue las pistas hasta su última consecuencia. Y por otro lado tenemos a Marie, una interesante mujer cuya situación personal y familiar parece una caída sin frenos que demostrará no sólo su fortaleza, sino también la importancia de sus convicciones. Entre ambas visiones, una intuitiva y otra mucho más cerebral, se moverá esta rama ramificándose una y otra vez para encontrar apoyos cruzados que consigan mantener interesado al lector. Hay que añadir, además, que las tramas personales tienen una fuerza inusitada en este libro, muy por encima de ser un simple relleno para mantenernos entretenidos. De hecho consiguen despertar el mismo interés en el lector que la parte policíaca.

     Al final, y pese a que a este libro le sucede lo que a muchos últimamente o yo estoy perdiendo la paciencia, Gazan nos deja una historia entretenida, con alguna sorpresa menor pero que no busca dar grandes giros, sino mantener un tono y un ritmo cómodos. El resultado es un libro bien escrito, con una trama interesante y un final solvente que recomiendo, sobre todo, a quienes disfruten con esa mezcla que comenzaba comentando al principio. Una novela que va ganando en intensidad a medida que el lector avanza.

     Y vosotros, ¿sois seguidores fieles de alguna saga?

     Gracias


miércoles, 2 de septiembre de 2015

Expo 58. Jonathan Coe


     "En una nota fechada el 3 de junio de 1954, el embajador belga en Londres hizo llegar una invitación al gobierno de Su Majestad la Reina de Gran Bretaña; una invitación para tomar parte en la nueva Exposición Universal que los belgas llamaban "Exposition Universelle et Internationale de Bruxelles 1958".

     Regreso con un libro que me llamó la atención desde el primer momento, por lo conciso del momento elegido para armar una historia. He aprovechado estos días para leer un poco y por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Expo 58.

     En el año 1958 se celebró la Expo en Bruselas. Fue, por si alguien no lo sabe, la Expo del Atomium, de la modernidad, del avance, en un momento en el que aún se recordaba la Segunda Guerra Mundial. Los belgas decidieron en ese momento colocar los pabellones de norteamericanos y rusos uno junto a otro, tal vez con un retorcido sentido del humor. Y allí, en el recinto, se encuentra también el anodino pabellón de Gran Bretaña. De hecho, lo más conocido del pabellón británico fue su pub, el Britannia. Y así conocemos a Thomas Foley, un inglés que bordea la treintena, atractivo y bastante anodino, que trabaja como funcionario menor en la Oficina Central de Información (COI). Precisamente será esta oficina la que lo nombre encargado del pub, enviándolo 6 meses a Bélgica lejos de su mujer, Sylvia, y su recién nacida hija.

    Con este punto de partida es cierto que uno puede esperarse cualquier cosa.  Y lo que Coe nos deja es una deliciosa historia en la que va enmarañando una trama alrededor del citado protagonista, Foley. Este hombre, que se ve liberado de las molestias que ocasiona tener un bebé en casa, se ve trasladado a su nuevo trabajo sin tener muy clara su misión, pero dándose importancia por estar allí, mientras deja sola a una joven esposa que, tal vez, empiece a relacionarse demasiado con un vecino para mitigar su soledad y aburrimiento. Foley sin embargo, estará en el centro del huracán (sí, lo suyo era simplemente un pub), y se irá sintiendo importante mientras comienza a fijarse en una joven azafata. Y aquí tira de clichés sin miedo el autor para relacionar a un esquivo soviético que parece tener mucho que ocultar con una joven actriz norteamericana, a todas luces menos tonta de lo que quiere parecer. Y como si esto fuese poco, entran dos curiosos personajes en la vida de Foyle, Radford y Wayne, que harán mucho más interesante su existencia. Entre misteriosos encuentros y preguntas apenas formuladas, se desarrollarán unas curiosas conversaciones que finalizan con el trillado "Esta conversación no ha tenido lugar". Y así cambia la vida del protagonista que se ve empujado al espionaje entre vasos de vodka y paquetes de patatas fritas jamás vistos hasta ese momento.

     La novela es divertida, no pierde jamás el tono supuestamente serio para caer en la broma fácil, exactamente igual que no pierde la compostura ni la raya del peinado su protagonista, pese a que su imaginación despega haciéndolo sentirse casi un James Bond. Cruzar ese género de espionaje, con la ligereza de la comedia, es francamente difícil, y el autor consigue salir airoso en una historia en la que se busca la modernidad sin perder prejuicios, la aventura sin dejar de lado la seguridad del hogar. Y todo ello, en un recinto al que acudieron los países mostrando sus mejores galas... o su mejor pub. A nosotros nos tocará descubrir, entre un embrollo y otro, qué pinta Foyle en todo este entuerto. Y os aseguro que el camino será con una sonrisa en la boca.

     Expo 58 es, sobre todo, una historia divertida. El autor además tiene el acierto de ambientarla en un momento de cambio, en el que realmente se produjo no sólo esa Expo, sino también esa distribución tan particular de los pabellones, y da rienda suelta a su pluma para dejarnos una novela absolutamente deliciosa.

     Sé que es miércoles, pero para mi la semana comienza hoy. Así que os pregunto, ¿con qué libro estáis?

     Gracias

     PD. Y gracias al becario.