martes, 29 de septiembre de 2015

El comensal. Gabriela Ybarra


    "Cuentan que en mi familia siempre se sienta un comensal de más en cada comida. Es invisible, pero está ahí. Tiene plato, vaso y cubiertos. De vez en cuando aparece, proyecta su sombra sobre la mesa y borra a alguno de los presentes."

     Hay libros que atraen al primer vistazo, amores a primera vista y lecturas que se persiguen. Es me sucedió con este libro, y como dicen que las pasiones se contagian, busqué compañía para leerlo, para buscarlo de librería en librería, para comentarlo frase a frase. No es la primera vez que leo con Cuentalibros, no será la última: nos dejamos tentar. Hoy traigo a mi estantería virtual, El comensal.

     En 1977 cuatro encapuchados entraban en casa del empresario Ybarra. Comenzaba un secuestro finalizaría con la muerte de Javier Ybarra a manos de ETA. Era el abuelo la autora. En el año 2011 fallece la madre de Gabriela de cáncer abriendo un pasillo temporal entre ausencias. Será Gabriela, la autora del libro, quien nos acompañe por este viaje familiar de recuerdos.

     Si hay un tema que nos sigue incomodando es la muerte. No la ajena, ni la televisada, sino la propia, la temida, la del ser querido, la del familiar, amigo o amante. Esa que nos deja desnudos y vulnerables. Que abre un hueco en nuestra vida que jamás llegamos a llenar. Si acaso a disimular como quien pone un jarrón donde antes hubo una lámpara de pie, esperando que no se note el espacio vacío pero sabiendo que jamás podrá utilizarlo para iluminar la estancia. Ese es precisamente el hilo de El comensal: la muerte.

     Gabriela vive la muerte de su madre sin ser del todo consciente hasta última hora de que el fin se acerca. Nadie lo esperaba en realidad, y la familia se ve sacudida por ese dolor e incomprensión imposible de definir que hace que retumben las entrañas de quienes lo viven. Es precisamente en una de esas sacudidas, que la figura de un ausente empieza a tomar fuerza, como si un hilo invisible uniera dos momentos de dolor. De este modo, Gabriela comienza su historia hablando de su abuelo a partir del momento del secuestro. También habla de su madre a partir del momento que enferma. Construye una historia en la que las personas han tomado peso en su memoria a través de sus ausencias. Recorre el camino de un secuestro en el que ella no estuvo presente y lo desgrana frase a frase, evitando sentimentalismos que nos despisten del final último: la ausencia. Investiga sobre los hechos queriendo saber, pero tal vez no queriendo conocer. O puede que sea justo al contrario. O tal vez sea yo la que piensa que en su piel no hubiera querido saber. Y hace lo propio con la madre, por una senda que conoció perfectamente y que nos marca al detalle. No le interesan las reflexiones profundas ni las puestas de sol, sino que busca en la pequeña rutina la ausencia que golpea de repente. La realidad como meta en un libro en el que no se recoge una crónica, sino que se purga un sentimiento: el dolor. Como si cada lágrima no vertida se hubiera convertido en una gota de tinta que, lejos de hacer un obsceno exhibicionismo de dolor, lo normaliza en frases cortas, sentencias certeras, golpes de frente.

     Con El comensal me he encontrado un magnífico libro que evita los sentimentalismos incómodos, las florituras en busca de un corazón débil que se encoja con facilidad. Por eso resulta una narración, no solo verosímil, sino también certera. Un libro corto, pero porque está poblado de silencios: los que se esconden entre líneas, los que se hacen al final de una frase, los que hacemos tras cada capítulo para respirar. Con cada frase, cada acto, cada gesto, identificamos un silencio y hacemos una pausa en la lectura. Me corrijo; no es un libro corto. Lo que sucede es que se oculta tras la apariencia de un librito. Y las apariencias engañan.
     No es una lectura fácil, porque no es fácil hablar de la muerte. Pero ha merecido la pena descubrir a Gabriela Ybarra.

     Y vosotros, ¿os fijáis en el grosor de los libros antes de decidiros por ellos?

     Gracias

lunes, 28 de septiembre de 2015

G. Daniel Sánchez Pardos


     "El tranvía se detuvo ante la boca de la calle de la Canuda e hizo sonar varias veces la campana de final de trayecto. "Causas ajenas al control y a la voluntad de la compañía", decían las maneras repetidamente graves del revisor, un muchacho enclenque y lampiño que se había pasado la última media hora rondando con encantadora torpeza a la única señorita que viajaba en el carruaje, pero que ahora, requerido por las nuevas circunstancias, empuñaba su silbato de emergencias con el porte de un profesional largamente curtido en toda clase de imprevistos."

     Frente a títulos llenos de lírica, y a veces de frases tan largas como incomprensibles, aparecen de vez en cuando otros escuetos, tanto que no podemos dejar de sentirnos intrigados por ellos. Hoy traigo a mi estantería virtual uno de esos títulos que acaban de llegar a las librerías y que llaman la atención precisamente por lo escueto, se trata de G.

     Barcelona, 1874. Conocemos a Gabriel Camarasa cuando está a punto de ser arrollado por un carruaje mientras su atención se centra en un incendio. Pronto descubre que ha sido el diario rival de su padre el que ha sucumbido a las llamas, y también que ha sido provocado. Ese día conocerá a Gaudí quien es, como pronto descubrirá, compañero suyo de estudios en la Lonja. La circunstancia de su primer encuentro los convierte en improvisados amigos que, viendo la cadena de especulaciones sobre la autoría del incendio, comienzan a atar cabos e investigar con la ayuda de Fiona, una vieja amiga de Camarasa que trabaja como ilustradora en el periódico familiar. Sus investigaciones les llevarán desde los fondos más bajos hasta las más altas esferas políticas de una ciudad cambiante en la que la muerte resulta no ser un concepto tan lejano cuando se entra en determinados juegos.

     Sánchez Pardos convierte a Gaudí en un nuevo Holmes en esta novela. y lo hace respetando su genialidad y sus ya conocidas manías. De algún modo reinventa al Gaudí conocido por todos colocándolo un tiempo antes de convertirse en la gran figura que llegó a ser, justo durante su periodo de estudiante. Es allí donde se hace amigo del protagonista y esa la posición en la que vamos viendo como crece llamando la atención de cuantos le rodean con su peculiar forma de ser. La novela de Gaudí nos presenta a un joven inquieto, que se maneja y conoce los altos y los bajos fondos, enigmático, desconocedor en gran medida del sexo femenino, y que se cree dotado de una asombrosa capacidad intuitiva. Pero sobre todo, un joven magnético frente a quienes le rodean, capaz de captar la atención e incluso de convencer o cuanto menos, interesar por sus teorías, a cualquiera. Es el contrapunto y compañero perfecto del protagonista de la historia, que por el contrario viene representado por un muchacho de alta cuna que ha vivido siempre de forma cómoda sin preocuparse de salir de la sombra que proyecta su apellido. Y esta será la pareja encargada de resolver una cadena de misterios que comenzarán con un incendio y dominarán toda la trama del libro pasando por la muerte. Aparecerá además Fiona, una mujer insólita por su independencia para la época en la que se encuentran que parece embrujar a quienes la conocen. O tal vez sea la visión de Gabriel Camarasa, quien, como narrador de la novela, no puede evitar exportar su propia percepción de la dama. Incluso nos deja su propia visión de una historia en la que parece empeñado en aparecer, al menos al principio, como un ingenuo que desconoce las ramificaciones de su familia y los tentáculos de poder de su propio padre, Sempronio Camarasa. Y lo hace, suponemos a medida que avanza su lectura, con una sonrisa en los labios y una mirada casi nostálgica hacia el joven que fue y como la vida le fue haciendo madurar y afrontar decisiones para las que no creía estar preparado.

     La ambientación de la novela es el otro gran protagonista: Barcelona en un momento convulso, de cambio, en el que las callas se movían entre la palabra pronunciada y el susurro apenas perceptible en cada esquina. Recorremos sus calles, las zonas de estudiantes, sus "teatros", la zona noble y los bajos fondos, y descubrimos una ciudad tan magnética como enigmática para el lector. El año elegido no es al azar, es un momento en el que la República, los anarquistas y los borbones están en la mente de muchos, y que posteriormente han saltado a las páginas de historia por los sucesos acaecidos, así que las conspiraciones pueden olerse en el aire. Conspiraciones y misterios que salpican a los protagonistas proporcionando al libro todos los ingredientes para convertirse en una novela interesante que despierta la curiosidad de cualquier lector.

     Hoy vengo con una novedad que ha salido a bombo y platillo intrigando a muchos lectores tras su escueto y enigmático título. Una novela de intriga histórica que arranca con un misterio en las primeras páginas y mantiene el ritmo hasta su final sin dar tregua a un lector que verá como los hechos se suceden ante su atenta mirada sin darle tiempo a aburrirse. Una propuesta más que entretenida que consigue eso tan meritorio que es que un libro sea fácil de leer. Hoy os presento G, de Gaudí, y de Gabriel Camarasa, su protagonista y narrador.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias

PD. Os dejo el book tráiler

viernes, 25 de septiembre de 2015

Pista negra. Antonio Manzini


     "Los esquiadores se habían ido y el sol, que acababa de ocultarse tras las cimas rocosas de un gris azulado donde se habían quedado enredadas alguna nubes, teñía la montaña de rosa. La luna esperaba la oscuridad para iluminar todo el valle hasta la mañana siguiente."

     Recuerdo que hice un par de comentarios en twitter sobre este libro durante su lectura, y sin embargo se me había olvidado traerlo por aquí. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Pista negra.

     Cuando aparece un cadáver semienterrado en la nieve en una pista de esquí de Champoluc, pocas dudas quedan sobre si ha sido un asesinato. Hasta allí se desplaza y así conocemos al subjefe de policía Rocco Schiavone, encargado de investigar el caso. Rocco, pese a su carácter y continuas quejas,conseguirá avanzar con paso firme en su investigación.

     Estamos ante una novela con una trama sólida, cuya resolución huye de las complicaciones sin que por ello la historia desmerezca, ya que no se concibió para ir dando giros que sorprendieran al lector. Explicado esto y sin considerarlo un defecto ya que siempre he pensado que hay novelas que dan tantos giros como para que su trama acabe por marearse y caer, lo más sobresaliente de la historia son los personajes. Se ha dicho de muchos títulos que se construyen sobre la base de unos personajes sólidos, pero en este caso, el protagonista prácticamente eclipsa el resto de la historia. Manzini, que me ha recordado a Camilleri, nos pone delante a Rocco. Un hombre de mediana edad, quisquilloso, corrupto, violento, de lengua afilada y mal carácter, que parece no conocer ni apreciar el término diplomacia. Si algo no le gusta, lo dice, y pronto llegamos a la conclusión de que a Rocco le gustan pocas cosas. Si acaso le gustaba Roma, pero le obligaron a dejar atrás esa ciudad y acabar en una zona tan fría y húmeda como en la que se desarrolla la historia. Además, el autor no cae en la tentación de convertir a su protagonista en uno de esos gruñones encantadores apreciados por todo el mundo, le dota de un carácter propio, sombras incluidas (reconozco que no necesitaba conocer tanto, no me gusta caer en la tentación de justificar la manera de ser de los personajes) y deja que sea él mismo quien se vaya descubriendo a través de sus pensamientos. Eso hace que, frente a tanto policía cansado de la vida que se retira a las esquinas de los bares, Rocco resulte un soplo de aire fresco. Suelo quejarme de los detectives que llegan a las novelas negras desgastados ya desde sus primeras líneas; este sería justo el caso contrario. Quizás por eso disfrutamos de su chulería que, lejos de molestar, tiñe levemente de humor negro a la historia. Porque tengo que reconocer una cosa: me reí y mucho. Y no es un libro cómico, ni de humor, pero es imposible reírse pensando en los zapatos de diseño metidos en la nieve o en las miradas de Rocco a la dependienta de la tienda deportiva. En realidad, es difícil no caer rendido ante un personaje así, sin juzgarle y sabiendo que en la vida real despertaría todo menos nuestra simpatía, pero aquí... forma parte de su encanto.

     Pista negra es una historia con un asesinato terrible, en un paraje maravilloso y con un protagonista único. Una novela francamente entretenida que se aleja de la línea habitual de la novela negra con detective incluido. Echadle un vistazo, y atentos, que pronto habrá más Rocco.
   
     Y vosotros, ¿cuál es vuestro detective favorito?

     Gracias

jueves, 24 de septiembre de 2015

Para acabar con Eddy Bellegueule. Édouard Louis


     "De mi infancia no me queda ningún recuerdo feliz. No quiero decir que no haya tenido nunca, en esos años, ningún sentimiento feliz o alegre. Lo que pasa es que el sufrimiento es totalitario: hace desaparecer todo cuanto no entre en su sistema."

     Este libro llegó con cierto revuelo, contando una historia muy personal del propio autor. Por eso preferí leerlo reposado, cuando ya hubiera pasado un tiempo. Espere a los largos días de verano, y hoy, ya en otoño, traigo a mi estantería virtual, Para acabar con Eddy Bellegueule.

     Eddy Bellegueule es Édouard Louis, así que en este libro conocemos la infancia del propio autor. Recuerda a un niño que se sintió diferente, desplazado y que luchó por por encajar y convertirse en el tipo duro que la sociedad de clase mínima más que baja esperaba de él. Un niño que creció a la sombra del insulto por su homosexualidad y que, tal  y como comienza diciendo el libro, pasó una infancia de la que no guarda recuerdos felices. Un entorno pobre, como un callejón sin salida para quien busca desesperadamente una salida para su situación.

     Utilizando una narración casi fragmentada Louis, nos habla de su infancia, en la región de Picardia. Llama la atención, en primer lugar, el entorno que nos relata. Olvidamos a veces que hay zonas embrutecidas en las que los estudios, la educación y la cultura son sombras que la gente mira con hostilidad. Y esas zonas, tal vez estén mucho más cerca de lo que pensamos. Louis nos introduce en una zona así, porque es la que le vio crecer, cuando aún se apellidaba Bellegueule. Y empiezo diciendo esto porque más allá de "bullying" con el que abre, el autor nos hace un relato de una sociedad incómoda. Una sociedad inculta, homófoba, racista y llena de prejuicios, poblada por hombres que han de ser duros y mujeres que saben cual es su sitio; una sociedad regada con pastis en la que el machismo está en cada casa y ser diferente parece casi un delito: ser homosexual, un motivo de vergüenza.
     Eddy es perseguido, insultado, y lo sufre sin perder la sonrisa. Pero no es una sonrisa de autosuficiencia, no. Es más una sonrisa que esconde la vergüenza que supondría tener que admitir el maltrato que recibe de la sociedad que le rodea, el miedo a la reacción de quien reciba su respuesta, el miedo a expresar en voz alta los sentimientos traidores de un cuerpo que parece empeñado en no seguir el orden establecido. Y aquí, más allá del victimismo, el autor nos sorprende con un ejercicio de autoanálisis en el que explica por qué no protesta, no denuncia, no levanta la voz. Habla, y es casi más desgarrador que los propios insultos o agresiones sufridas, de como el entorno en el que vive le hace estar seguro de que tiene que forzarse a cambiar. Un niño amanerado y sensible no tiene cabida en esa sociedad, y pronto comprende que además de esconder sus impulsos, tiene que forzarse a ser otro Eddy: Eddy el duro, el macho. Será entonces cuando la naturalidad con la que parece purgar todos esos sentimientos, nos haga comprender el éxito de esta novela, que es la ópera prima de un joven de poco más de veinte años que no leyó un libro hasta los 16. Y será también cuando miremos a nuestro alrededor seguros de que esas cosas no suceden en nuestro entorno, o, tal vez, pensemos un poco más y nos preguntemos si hay más testimonios como el suyo que no se dicen en voz alta.

     Pero más allá de lo que relata está el relato en sí. Escrito con una voz firme, propia de quien ha madurado la historia hasta elegir cuidadosamente qué palabras poner. Se mete sin miedo en escenas escabrosas, poniendo las palabras exactas para que el lector reciba el impacto que busca. Nos dibuja a su familia, sus vecinos, compañeros... y lo hace con trazo firme, consiguiendo que al libro no le sobre una coma, huyendo de sentimentalismos. En este libro hay mucha pobreza, pero no es únicamente la pobreza monetaria de quien tiene frío o hambre: es pobreza de corazón.

     Entonces cerramos el libro y vemos que el nombre no es el mismo: llega el momento de preguntarse qué parte de Bellegueule se perdió en el camino a Louis.

     Es importante leer libros que nos expongan verdades incómodas, que nos hagan fijar la vista en rincones de nuestra sociedad que tal vez no miramos o no queremos ver. Esa también es una misión de la literatura. Y vosotros, ¿sois de los que os acercáis a este tipo de literatura que no busca lugares inventados?

     Gracias

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Sueño ligero. Jessica Treadway



     "Cuando llegué a casa del trabajo, el inspector me estaba esperando. Sentado en su propio coche, un Civic, no en uno de la policía, en el lado del camino particular donde solía aparcar Joe. Puede que estuviera haciendo un crucigrama; le vi bajar un periódico doblado cuando entré y me detuve a su lado."

     Me regalaron este libro no hace mucho y, una noche de estas, entre lecturas más densas, me animé. Fue terrible, porque lo cerré con pena y curiosidad por el desenlace a una hora intempestiva de verdad. Al día siguiente, lo terminé. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Sueño ligero.

     Conocemos a Hannah tres años después de una terrible agresión. Alguien entró en su casa y la golpeó con un palo de cricket hasta dejarla al borde de la muerte. Ella tuvo más suerte que su marido, que murió esa noche. Aunque en realidad no fue "alguien" ya que declararon culpable al novio de su hija menor,, y su hija jamás quedó libre de toda sospecha ya que la madre la señaló. Hoy Hannah no recuerda nada de esa noche, pero el detenido por lo sucedido ha apelado: tiene que evitar que salga libre como sea, tiene que recordar.

    Treadway escribe una novela entretenida partiendo del punto de vista de Hannah, una mujer tan marcada por las secuelas físicas, como por las psicológicas que le dejaron lo sucedido en su casa. Utiliza un recurso que viene siendo habitual últimamente; la falta de memoria. Sólo que esta vez su protagonista se empeña en querer recordar, se fuerza a ello. Tal vez así descubra por qué señaló a su hija como implicada en lo sucedido esa noche. De sus dos hijas, Iris y Dawn, su favorita siempre fue la última, más parecida a ella, acomplejada por su ojo vago y deseosa de encajar y complacer. Entonces, ¿por qué señalarla? Además al hacerlo sembró una duda, y el agresor era en ese momento el novio de Dawn, y la gente no olvida, hay quien sigue sospechando de ella. Aunque también hay quien piensa en un joven vecino problemático que lleva años hostigando al vecindario. Hannah se pierde, necesita recordar esa noche. Puede que sea lo más duro que vaya a hacer en su vida, pero lo necesita.
     En los últimos tres años apenas ha tenido noticias de su hija menor, y ha visto como cambiaba la mayor. Ahora Dawn vuelve con ella, quiere ayudarla, acompañarla mientras recuerda. Y Hannah mira atrás, recuerda la infancia de sus hijas, los años felices, y busca el ahora. De este modo, entre recuerdos y actualidad, la tensión de la trama se hace cada vez más palpable mientras empezamos a temer lo que puede encontrarse la protagonista tras su siguiente recuerdo, su siguiente paso.

     Sueño ligero es una entretenidísima novela en la que la autora va tejiendo los demonios interiores junto a los que destrozaron la vida de la protagonista. Nos hace mirar todo con lupa, sospechar de todos, temernos lo peor, y mientras lo hace avanza con paso firme por una historia con personajes sólidos que tienen sus dudas y puntos débiles que se empeñan en ocultar. Queda reflejada a la perfección la personalidad dispar de las hijas de una misma familia y también que hay desgracias que llegan  destrozan la vida de las personas como un tsunami del que parece imposible recuperarse. Y ahí sobresale la protagonista, empeñada en seguir adelante mientras empezamos a temer que el final no esté a la altura de la historia. En este caso lo está, y no sólo eso, sino que además da un paso más que no puedo desvelaros.
     Lo que si puedo deciros es que, una vez empezada, es difícil interrumpir su lectura. Consigue que necesitemos saber qué ha sucedido y acaba robándonos horas  de cualquier esquina, provocando ese "un capítulo más" que nos dibuja ojeras. Me ha gustado, es entretenido y está bien rematado. Tres cosas que no siempre se pueden decir.

     Y vosotros, ¿recordáis el último libro que os mantuvo despiertos para avanzar "un poco más"?

     Gracias

martes, 22 de septiembre de 2015

Reparar a los vivos. Maylis de Kerangal


     "Lo que es el corazón de Simon Limbres, ese corazón humano, desde que se aceleró su cadencia en el instante de nacer cuando otros corazones se aceleraban a la par, saludando el evento, lo que lo hizo brincar, vomitar, engordar, danzar liviano como una pluma o pesar como una piedra, lo que lo aturdió, lo que lo hizo derretirse, el amor; lo que es el corazón de Simon Limbres, lo que filtró, registró, archivó, caja negra de un cuerpo de veinte años, no lo sabe nadie con exactitud; sólo una imagen en movimiento, creada por ultrasonidos, podría emitir su eco, mostrar su alegría que dilata y su tristeza que encoge."

     Hay temas que son universales, seguros, que no fallan. Hay temas tan atractivos, como duros.
Y volver a ellos es una constante. Por eso me fijé en este título y por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Reparar a los vivos.

     Conocemos a Simon Limbres el día en que muere en un accidente de tráfico. Regresa con sus amigos de hacer surf. Ese mismo día se pone en marcha una maquinaria tan terrible como milagrosa y, durante 24 horas, seguiremos cada instante la sombra de esta muerte, fijándonos en la estela de un corazón que servirá para salvar la vida de una traductora de 50 años.

     La apertura del libro es un golpe directo al lector: la vida, el mar, el surf, la insultante juventud que espera entrar a un mar helado: las olas, los sentimientos, el instante... ESE instante. Y automáticamente su precio: el reverso, la muerte de Simon. Y la tarea de Kerangal es hacer de Simon el gran protagonista de la historia. Su figura postrada en la cama de un hospital, su muerte ya declarada, es la gran protagonista de una historia que torna lo trágico en hermoso mediante el uso de las palabras. Porque si algo define este libro es la belleza de las palabras que fluyen en frases que se van dilatando, que hablan de música, de sentimientos, de sensaciones. Frases larguísimas que nos roban el aire como muchas veces lo hace la propia vida, como se lo hace a sus protagonistas el conocer la muerte de su hijo. Kerangal ya lo hizo, ya nos metió de lleno en el tema, desde el momento en que suena el teléfono de la madre de Simon estamos en sus manos, temiendo su llegada al hospital. Pero llega, y también el padre, a encontrarse con la tragedia vestida de blanco dando la peor noticia que se puede recibir y justo tras asestar ese golpe, abrir otra posibilidad, la de la vida que se abre camino a partir de una muerte: la donación. Un tema complejo, lleno de implicaciones de todo tipo. Salvar vidas a partir de la muerte de lo que más se quiere, convertir al fallecido en salvador, en ayuda; luchas contra todas las reticencias, la decisión en un momento de dolor, las creencias, los prejuicios, el miedo a que le quiten lo suyo, a que nos lo quiten: el luto. Es complicado, muy complicado. Y la autora sabe entrar en ello para hacernos reflexionar mientras leemos, para que sin apenas darnos cuenta tomemos posiciones al respecto.
     España es un país en el que las cifras de donaciones dicen mucho a favor de nosotros. Pero sigue siendo un tema espinoso, siempre que se mezclan los sentimientos lo es. Por eso continuamos la lectura, que da paso a un fuerte componente médico; nos lleva por las listas de espera, las necesidades las edades las ilusiones, los quirófanos. Trasplantar un corazón: el corazón como órgano y también como depósito de sentimientos; quitar un corazón a un hijo, decidirlo, salvar una vida con él...  una vez más complicado. Y esa será nuestra estela a seguir hasta hallar a quien lo reciba. Reparar a los vivos, a todos. Quizás incluso al lector.

     Reparar a los vivos es una historia que transcurre en un día, llena de musicalidad en sus hermosas letras que nos habla de una tragedia y también de un milagro. Asfixiante en sentimientos, en sensaciones, nos conduce por el difícil camino de la donación de órganos mientras nos muestra a la vez la parte más profesional; los médicos. Esa doble mirada que va siempre de la mano con la familia que dona, con la que recibe, evita que el libro caiga en un sentimentalismo barato y también le otorga a la narración algo de solemne, de real. Hablar sólo de familias o sólo de quien opera hubiera sido dejar coja una novela cuya lectura se antoja casi necesaria por lo reflexivo.

     Me ha gustado recorrer el camino, me ha dejado sin aire a ratos, como la vida misma. En su versión más trágica y también en la más hermosa. Sin cargar tintas.

     Y vosotros, ¿hay algún tema que consideréis una apuesta segura en vuestras listas de lecturas?

     Gracias

lunes, 21 de septiembre de 2015

Morir no es tan fácil. Belinda Bauer


      "Morir no es tan fácil como lo pintan en las películas.
     En el cine, un coche patina en el hielo, derrapa por en medio de la carretera y vuelca por el borde del acantilado.
     Se cae, da la vuelta, se abren las puertas, se abolla y describe un arco, se abolla y describe un arco..., hasta que por fin choca contra un árbol y se queda con las ruedas bocariba, como una tortuga echando una bocanada de humo. Otros conductores se detienen en seco, dejan la puerta abierta y corren hacia el precipicio para contemplar con horror como el coche,,,
     El coche hace una pausa dramática.
     Y entonces estalla en llamas."

     Hay libros cuyo diseño hace que no sepa qué pensar. No sé si es un libro que tengo que tomarme en serio o se trata de algo ligero que busca una sonrisa. Así que espero a que lo lean otras personas. Eso hice con este, y tras ver una sucesión de buenas opiniones, me animé. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Morir no es tan fácil.

     Conocemos a Patrick, un joven con síndrome de Asperger. Patrick busca los motivos, las causas racionales a todo lo que le rodea y vive en rutinas que lo hacen sentirse bien, aunque no siempre provocan la comodidad de quienes le rodean. Desde que su padre falleciera cuando él contaba con 8 años le ha obsesionado encontrarlo, el lugar al que van las personas cuando mueren, la explicación racional. Ahora Patrick ha crecido, tiene una relación horrible con una madre que parece temerle, y ha entrado en la universidad de Cardiff a estudiar anatomía. En la clase de anatomía tiene el cuerpo donado a la ciencia de un hombre, él y su grupo de estudiantes tienen que encontrar la causa del fallecimiento. Pero, ¿y si no le encajan con una muerte natural?

     Morir no es tan fácil es una novela narrada a tres voces que se van seleccionando hasta quedar sólo uno. Escrito con un tono ligero, pese a la seriedad de la muerte, confieso que en su primera parte me hizo incluso reír en algún momento.Sin embargo, no tarda en presentarnos el crimen y la angustia de un testigo confinado a una cama, y a un silencio obligado. Con dos escenarios totalmente diferenciados y tan dispares como una unidad de neurología hospitalaria en la que se encuentran ingresados los pacientes en coma, y la sala de una universidad llena de estudiantes cumpliendo una tarea, la autora consigue unirlas sin problema dando pie a un original misterio.
     Las voces que forman la historia son las de un hombre en coma que lucha por poder recuperarse o, como mínimo, tener la capacidad de comunicarse con su entorno. La de Tracy, una enfermera de la unidad cuyo objetivo es cazar a un marido que la haga vivir como a una princesa. Y la que nos cuenta la historia de Patrick, que se enfrenta al cadáver de un hombre buscando las respuestas que le piden, y la también la solución a sus propios enigmas. Además, mezclándose entre las voces y la trama hay alcoholismo, integración, rechazo, competitividad, egoísmo, intereses, culpa... y un puñado de personajes habituales, alguno bastante interesante.

     No es la primera vez que nos encontramos un protagonista con Asperger,  pero es cierto que esta vez no está caracterizado hasta el último detalle, ya que la autora opta por presentar y representar los rasgos que necesita para su historia, es decir, la racionalidad llevada al extremo. Lo mismo sucede con el resto de personajes, que sin estar perfectamente dibujados cumplen su función sin salirse de las guías que delimitan una novela escrita para entretener al lector durante unas cuantas horas. Y tengo que decir que lo consigue, si bien se ralentiza un poco en su parte central, se recupera sin problemas para dejarnos una historia muy entretenida en la que se mezclan personajes de todo tipo que parecen tener un interés personal en lo que allí sucede.

     Con una clara influencia de El curioso incidente del perro a media noche, Morir no es tan fácil se mueve entre la novela de misterio y la del propio descubrimiento, ya que desarrolla la evolución de Patrick a lo largo de sus páginas. Tengo que reconocer que, si bien hay muchas partes que no me han convencido, la historia me ha parecido francamente original y entretenida. Una novela para pasar un buen rato, tan curiosa como el diseño de su cubierta.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias