miércoles, 2 de febrero de 2022

Antes de que se enfríe el café. Toshikazu Kawaguchi

 


1. Las únicas personas que puedes conocer son aquellas que han visitado el café. 
 2. No hay nada que puedas hacer que cambie el presente. 
 3. Solo es posible retroceder en el tiempo cuando se está sentado en un asiento particular en el café.
 4. Mientras retrocedes en el tiempo, debes permanecer en ese asiento y solo en ese asiento. 
 5. Tienes que regresar antes de que el café se enfríe.

     Me regalaron este libro por reyes y me llamó la atención su argumento. Hoy traigo a mi estantería virtual, Antes de que se enfríe el café.

     Os doy la bienvenida al café Funiculí Funiculá. Sé que no es un nombre muy común para este café, pero tampoco hay un nombre común para lo que allí sucede. Abierto hace más de un siglo y situado en un callejón de Tokio y regentado por Kei y Nagare, apenas ha cambiado desde que abrió. Y hay otra cosa que tampoco cambia en el café: una mujer sentada en una esquina leyendo un libro titulado Los amantes. Ella no puede salir de allí ya que es un fantasma. Su pecado fue no cumplir con la regla más importante del lugar: terminarse el café antes de que se enfríe. Además corre el rumor de que si uno aprovecha el momento en el que el fantasma va al baño y se sienta en su silla, viaja en el tiempo.

     Ya con lo dicho se aprecia que estamos ante una novela peculiar que, en realidad, es la adaptación de una obra de teatro nipona que se representaba con mucho éxito. Y las peculiaridades de esta novela, como las del café, no han hecho más que empezar. Si ya la idea del viaje en el tiempo y la forma de llegar a la silla es peculiar hay que sumarle una ristra de normas y limitaciones a tener en cuenta como que, por ejemplo, no se puede cambiar el presente. Pero de entre todas ellas, destaca la que incumplió el fantasma de Los amantes: hay que volver y terminarse el café antes de que se enfríe. Y con estas premisas el autor teje cuatro historias de cuatro viajeros que quieren utilizar la silla para cambiar una conversación que fue vital en sus vidas. ¿Quién dijo que era un problema no salir del café? Fumiko, Kohtake, Herai e incluso Kei, la propietaria, necesitan utilizar la silla por distintos motivos y Kazu es quien tiene que servir el café.
     Con estos ingredientes se forma la primera novela del autor y es, aunque irregular, efectiva a la hora de conectar a los lectores con las historias narradas. Resulta original en casi todo y habla de libertad, amor y vida en sus historias desde el prisma optimista de quien sabe que está narrando un cuento y lo quiere dotar de un halo mágico. Halo que se ve reforzado por una serie de momentos tranquilos, casi ceremoniales, que son los que conectan el libro con la cultura del un país en el que la armonía trasciende a la vida y la reflexión forma parte del día a día. Al lector, sin embargo, le puede dar la sensación de altibajos en la novela, que a ratos parece ralentizarse, pero que remonta con el relato final para convertirse en una lectura entrañable.

     Antes de que se enfríe el café es un cuento para adultos que quieran permitirse soñar un poco. Una lectura entrañable.

     Y a vosotros, ¿os gustan los cuentos?

     Gracias.

3 comentarios:

Margari dijo... [Responder]

Es que el café hay que tomarlo calentito. Frío, va a ser que no... Pues me has dejado intrigada con este libro. Ese fantasma, viajar en el tiempo... Me has tentado.
Besotes!!!

buhoevanescente dijo... [Responder]

Me encanta el café, así que esos cuentos me llaman mucho la atención.

Shorby dijo... [Responder]

Bueno me encanta el título y la portada.
Por lo que comentas creo que lo disfrutaría, no me importaría leerlo.

Besotes