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martes, 7 de junio de 2016

La capital del mundo. Gonzalo Garrido


     "Ricardo Malpartida llevaba apenas cinco horas acostado cuando el móvil sonó con insistencia. Era incapaz de separar el cuerpo incrustado en la espalda de su acompañante. Los párpados no respondían a los estímulos de luz que entraban como serpientes por las persianas mal ajustadas, ni a la musiquilla estúpida de su aparato,"

     Me gustan los escritores que se arriesgan en sus libros  que no repiten el formulismo encontrado una y otra vez en su obra. Me gusta que se arriesguen y que salgan de la zona de confort experimentando en nuevos campos. Por eso me picó la curiosidad al enterarme de la salida a la venta de este título. Hoy traigo a mi estantería virtual, La capital del mundo.

     Conocemos a Ricardo Malpartida, un hombre de mediana edad que cambió el taxi por un negocio nada próspero como detective privado en los suburbios de Bilbao. Bebedor más que ocasional, abandonado por su mujer y buscador de cuerpos con los que ahuyentar las noches a solas, poco se espera cuando lee en un periódico sobre la aparición de un cadáver, que la viuda vaya a asomar por su despacho. Pero allí está esa mujer perteneciente a la buena sociedad pidiendo a Ricardo que investigue la muerte de su marido, Mato, un científico eminente, ante unas autoridades que parecen tener prisa en cerrar el caso.

     Con esta novela Gonzalo vuelve a las calles de Bilbao y también al género negro. Casi un siglo más tarde que en Las flores de Baudelaire, cambia de tono para enseñarnos la ciudad en la que se mueve Malpartida, un descreído un tanto bruto que se va ganando el corazón del lector a medida que avanza la historia. La novela sigue un hilo definido de forma lineal en el que resolver la muerte de Mato será la prioridad de Malpartida y la excusa del autor para hacer una crítica deslenguada de muchos aspectos de la vida actual. Nos hablará de la sociedad, del poder, de los medios y para el lector avispado, dejará de vez en cuando pequeñas perlas sobre la poca importancia de la cultura, y más particularmente de la literatura, en el mundo en el que vivimos.
   
     Dice el autor que es una novela alocada, y tiene razón. Es divertida y afilada, con un ritmo creciente y un buen protagonista que escapa del cliché desgastado por el uso cada vez más frecuente en las novelas de género. La trama se resuelve de una forma solvente, y nos deja con un buen sabor de boca ante la cruzada de esta suerte de antihéroe que ve en el caso de Mato la oportunidad que estaba esperando para que su vida mejore y lo convierte casi en una cruzada aunque las autoridades afirmen que es caso cerrado.

     Me ha gustado, La capital del mundo. Y me ha gustado ver que Gonzalo sigue explorando en sus novelas, esa inquietud que se mezcla con la constante de la crítica hacia determinados parámetros que sí he visto repetida incluso en su segundo libro, y también con ese lenguaje y tonos adaptados a cada historia y personajes. Echad un vistazo a su obra, seguro que algún título se adapta a vuestros gustos como un guante. Es lo que tiene reinventarse.

     Y por cierto, que ayer no os pregunté... ¿con qué libro estáis esta semana?

     Gracias.

jueves, 28 de enero de 2016

Esta noche moriré. Fernando Marías


     "Me suicidé hace dieciséis años. Es un tiempo más que suficiente para que usted me haya olvidado. Delmar, o al menos para que se hubiera desdibujado en parte la nitidez de mi recuerdo."

     Conozco muchos libros que han saltado a la gran pantalla, alguno que ha aparecido como adaptación de lo creado para la gran pantalla... pero no conocía ninguno que se hubiera convertido en un espectáculo realizado por el propio autor en forma de monólogo, eso picó mi curiosidad desde que me enteré. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Esta noche moriré.     

     Pongamos que hace veinte años Fernando Marías concibe una interesante historia sobre una Corporación que se encarga de utilizar sus influencias para conseguir que escritores que luego serán famosos, entreguen un manuscrito que luego ellos puedan sacar años después de su muerte. Pongamos que, además, un hombre descubre que toda su vida ha sido víctima de la venganza de un fantasma que escribe una carta desde la tumba, y que el autor consigue angustiarnos con la mera posibilidad de que algo así pueda suceder. Y pongamos también que ambos hilos formen parte de una novela, titulada Esta noche moriré.
     A lo largo de esos años, y tras pasar por alguna editorial, esta historia que contenía ya en su escueta extensión dos hilos que valían por sí mismos un argumento completo, vuelve a ver la luz con un cambio que puede parecer sutil, pero no lo es. Su autor parece haber tomado la decisión de reinventar ese término tan de moda que es la metaliteratura, y derribar la cuarta pared para dirigirse al público directamente en un monólogo en el que habla no sólo de la novela, sino de la Corporación. Una Corporación que sería responsable de muchos de esos inéditos que vemos que aparecen en la prensa cada ciertos meses... o años. Algunos incluso de forma muy oportuna y cercana a determinados aniversarios. La edición que llega ahora a las librerías, y siempre que decidamos hacernos partícipes de la historia, se vería como un desafío valiente a esa Corporación, al finalizar con el texto del monólogo que, a buen seguro marcará a Fernando Marías de cara a estas personas cuyo poder nos ha ido mostrando en las páginas precedentes.

     Esta noche moriré ha sido muchas veces descrita como inclasificable cuando yo diría que es una novela de sentimientos viscerales, de venganza. De hecho, uno de los sentimientos que más placer proporciona al ser humano es precisamente la venganza, de inmediata satisfacción una vez llevada a cabo, o saboreada simplemente en su planificación. De ahí que el protagonista de esta novela, sea realmente interesante por su negrura. Corman, dispuesto a vengarse del policía que lo encerró y cuya sed de venganza ni siquiera termina en la tumba. Un hombre capaz de lo peor y con la necesidad de exhibir su poder ante su víctima, porque no hay peor golpe que el último, ni mayor estocada que la que nos quita la venda de los ojos. Y frente a él Delmar, el hombre venido a menos que tendrá que enfrentarse a una revelación capaz de hacer que su mundo, o lo que queda de él, se tambalee.
Esta es la historia que se desarrolla ante un lector atónito que va sintiendo la tensión y la angustia creciente que provocan las palabras de Corman: y la ruptura de Delmar, su rabia y su necesidad de no quedarse impasible ante lo que le es revelado. Una novela que consigue parecer sencilla, con una trama realmente enrevesada que se desarrolla de forma diabólica, demostrando que un buen thriller no necesita colocar un muerto en la primera página. Las páginas se llenan de giros y sorpresas consiguiendo una tensión que crece palabra a palabra mientras el lector mueve la cabeza incrédulo, asistiendo además a una narración que cuida la verosimilitud componiendo un juego de voces final que termina de encajar todas las piezas.

     Una novela más que recomendable y un nombre al que seguir la pista.

     Como lectora necesito creer lo que me cuenta una novela, no me importa demasiado hacer un acto de fe, pero necesito que todo esté bien encajado para creer la trama. Cuando eso cojea, me cuesta muchísimo llegar al final y por eso es un punto que valoro tantísimo. Y vosotros, ¿sois muy exigentes con la verosimilitud cuando estáis leyendo una historia?

     Gracias