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jueves, 15 de agosto de 2013

El niño que robó el caballo de Atila. Iván Repila




     "- Agua, solicita.
     El Grande le da de beber.
     - Tengo frío.
     El Grande se recuesta junto a él y lo abraza con todo su cuerpo.
     -Tengo calor.
     El Grande le abre la camisa, remoja su cuello y su nuca con agua fresca, y después ondea la suya propia para hacer corriente.
     - Estoy sucio.
     El Grande la baja los pantalones, limpia con tierra húmeda sus nalgas y lo viste de nuevo.
      - Tengo miedo.
     El Grande lo levanta en sus brazos, igual que haría un recién casado con su esposa, y lo mece.
     - Mátame."

     Hace no mucho traje Una comedia canalla afirmando que era una novela divertidísima y que me había hecho seguir al autor. Bien, pues por eso hoy traigo su segunda obra a mi estantería virtual. Hoy traigo, El niño que robó el caballo de Atila.

     Dos hermanos, Grande y Pequeño, nos aparecen en un pozo excavado en la tierra. Poco más hay que decir salvo que deberán de cuidarse el uno al otro y alimentarse de... lo que pueda haber en un pozo prácticamente seco. Su vida depende de ello, y la vida de cada uno, por mala que sea.. suele ser mejor que la alternativa.

     Tras leer su primer libro y ver el título del segundo, bien pudiera uno pensar que va a reírse de lo lindo con esta historia. Y no es así. Aquí, en unas ciento veinte páginas, el autor se mete de lleno en una truculenta historia de esas que tanto me gustan. Un confinamiento de difícil solución de dos niños pasándolo mal (por no decir una palabra malsonante) y cuyo final es incierto inicialmente. Sin embargo no juega al despiste de no darnos explicaciones; de hecho podemos decir que al final de la novela y aún siendo esa la peor parte de la historia, tenemos bien claro cómo llegan al pozo y cómo se resuelve la trama. La parte central es para nuestro disfrute de unas letras que pasan del diálogo justo y seco a la prosa casi lírica en la descripción; utilizando la repetición de frases y conceptos cortos para imprimirle al libro un ritmo que nos retumba en la cabeza, convirtiendo esas frases en ideas machaconas que no conseguimos quitarnos de encima.
     La novela en sí nos relata las rutinas y los estados de ánimo de los dos niños; ese proceso de hambre, enfermedad, estrés e incluso locura. Estados que nos creemos porque consideramos normales en su situación. A fin de cuentas, ¿quién no se volvería loco en semejante confinamiento? Pero no le sirve a Repila una simple locura sino que la usa para plasmar ideas, símbolos que hacen pensar al lector. Ahí es donde se desdibuja el concepto de novela y aparece casi el de fábula que nos deja entrever las ideas del autor.

     Pese a lo que comento de un final un poco bajo de forma, este libro no sólo demuestra el potencial de un escritor en su segunda novela, sino que ocupa un puesto entre las buenas historias por derecho propio.

     Aprovechando las dos novelas del autor decidme, ¿elegís una historia que nos haga reír o preferís algo un poco más truculento?

     Gracias

miércoles, 5 de junio de 2013

Una comedia canalla. Iván Repila




     "Este es el sueño de cualquier empleado: llegar al trabajo un lunes, con la cabeza todavía recostada en el fin de semana, madrugado por los pelos a costa de unas ojeras gordas como ciruelas y unas legañas resecas que no pudieron arrancar ni la ducha ni el café, sentarte en la silla, lamentarte, y después esperar: esperar a que el jefe diga o haga algo que te moleste, una orden con el tono excesivamente imperativo, una petición que sobrecargue tus tareas, algo que te hinche las pelotas, y en ese momento levantarte, mandarle a la mierda pronunciando correctamente cada sílaba y salir por la puerta sin mirar atrás."

     Como comprenderéis, cuando leí este párrafo me reí. Me pareció fresco, descarado... sí, tal vez casi canalla. Pero eso y el regusto a Beavis y Buthead que tenían los dibujos de la portada fueron dos motivos más que suficientes para que este libro terminase en casa. Hoy traigo a mi estantería virtual, Una comedia canalla.

     Jim, John y Jack son tres jóvenes mileuristas hartos de su vida y sus trabajos que deciden cambiar dando un giro. robarán a sus jefes y emprenderán una aventura. Ahora, si queréis saber que tipo de aventura hace que en este libro aparezcan un perro muy listo, unos mafiosos, un niño que da miedo y un taxista psicópata... no os va a quedar más remedio que leerlo.

     La verdad es que ha sido toda una sorpresa este libro. Ya se que dice "comedia" en su título, pero siempre he pensado que es difícil hacer reír con letras. Y con este libro me he reído, es más, he mantenido una sonrisa constante durante su lectura. Tal vez uno de sus puntos fuertes sea que es un libro muy visual. Apenas nos encontramos descripciones y volamos entre diálogos reales y otros, si cabe más divertidos, mentales en los que nuestros protagonistas se comunican delante de nuestras narices. No podemos evitar tener la sensación de estar delante de una película que tiene el regusto de aquella Snatch de hace ya unos años.

     Pero no hay que confundirse, no es una historia sencilla. Es una novela formada por varios hilos que se entretejen poco a poco con cuidado orden para que encajemos piezas a la misma velocidad que nuestro grupo de amigos. Así avanzamos por una historia en la que los jóvenes (me ha hecho gracia el término) intentan entrar en "el negocio" como si se tratara de los protagonistas de Salvajes, de Don Winslow. Pero a la española. Tiene escenas memorables, como la madre y el director del colegio o la toma de contacto con la Banda. Escenas de esas que tienes que buscar a alguien y hacerle partícipe de ellas para comprobar si también se ríe. Y ahí nos damos cuenta de que hablamos como quien lo hace de algo que ha visto y no de lo que está leyendo (en mi caso llegué a decir eso de: "mira, mira"). El lenguaje está cuidado para adaptarse al lugar y forma en que se desarrolla el libro (otro acierto es no nombrarnos la ciudad), sin resultar soez ni caer en excesos.

     Estamos en definitiva ante un libro que está concebido para divertirse y para que lo lean, hasta quienes no leen, como apunta el propio autor en la primera página. Un nombre, Iván Repila, que pienso seguir la pista, ya que acabo de terminarme su segunda novela, El niño que robó el caballo de Atila, y me ha sorprendido la capacidad que tiene para escribir algo meridianamente diferente a Una Comedia canalla y llegar al lector de una forma tan brutal.

     Hoy os dejo el nombre del autor, descubridlo por cualquiera de sus dos obras. Merece la pena este joven :-P

     Y vosotros, ¿qué libro recordáis que os haya hecho reir?

     Gracias