viernes, 13 de noviembre de 2015

La ciudad de la memoria. Santiago Álvarez


     "Berta llegaba tarde a la entrevista que iba a cambiar su vida. Quizás no se hubiera apresurado de haberlo sabido. Si le hubieran contado que en las próximas semanas se vería involucrada en una persecución a alta velocidad por las principales calles de Valencia, que una bala envenenada estaría a punto de llevarse su vida, que forzaría cerraduras en busca de información secreta, si le hubieran explicado todo esto, Berta habría arrugado la nariz chata con desconfianza, tal vez sonriendo tímidamente hacia abajo, pero no lo habría creído. Hubiera agradecido la advertencia con buenas palabras para continuar su camino; a ella le gustaba ser puntual."

     Hay novelas que entran por los ojos, autores que ves en las redes y sigues los comentarios que se hacen sobre ellos. Es lo bueno de las redes, descubrir más allá del libro habitual. Y así es como me tropecé con el libro que hoy traigo a mi estantería virtual. Se trata de La ciudad de la memoria.

     Conocemos a Berta cuando se dirige a una entrevista de trabajo. En un insólito portal que parece anclado en años pasados, se encuentra su destino: el despacho del detective Mejías. Allí conoce a un hombre directo y tal vez un tanto rudo que decide contratarla sin que ella tenga muy claro el motivo. De este modo comienzan a trabajar juntos como un dispar equipo, y el primer caso, una desaparición, no se hace esperar. Una vez resuelta, más rápido y de una forma que Berta jamás hubiera sospechado, este les llevará a meterse en otro mucho mayor. La familia Dugo-Estrich, poderosa, ambiciosa y llena de secretos, será la protagonista.

     La ciudad de la memoria es la primera novela del autor Santiago Álvarez. De género negro y escrita con un ritmo que se mantiene constante bien podría decirse que es uno de esos libros en los que se avanza, no sólo sin dificultad, sino también disfrutando del camino. Sin embargo, hacer una lectura superficial de esta historia, podría ocasionar que el lector se perdiera alguno de sus puntos fuertes más allá de una trama bien resuelta. Y es que, en este libro, hay mucho más de lo que parece. En primer lugar en sus protagonistas: Vicente Mejías es un detective típico, ya conocido de "vista" en clásicos del género; solitario, brusco y con tendencia a beber, podría antojársenos un personaje más de los que se pasean llevando la batuta en este tipo de historias. Sin embargo, también es una suerte de Quijote que lucha contra molinos de viento buscando resolver aquello que se le plantea, un hombre que vive anclado en sus mitos y su pasado, en su memoria propia que no ha de ser cierta para volverse, al menos para él, verdadera. Si sumamos ambas partes empezaremos a conocer al detective Mejías, algo que, si tenemos en cuenta que el autor está escribiendo otro título protagonizado por él, no nos vendrá nada mal; parece que las calles de Valencia seguirán teniendo a su particular detective con gabardina buscando aires de Bogart mientras sigue la pista de su último caso.
     Berta por su parte es el contrapunto perfecto; es la nota discordante en el despacho del detective que nos recuerda que ya pasaron los años del cine negro y los discos de vinilo. Quizás por eso se complementan a la perfección sacándonos incluso alguna sonrisa: Porque no olvidemos que, si no hay novela negra sin crítica social, tampoco la ha sin sonrisa del lector provocada por el carisma de quienes la protagonizan.
     Con estos protagonistas, algún policía, una familia poderosa, un pájaro, un montón de figurantes y una ciudad que consigue colocarse como un protagonista más, se construye esta novela a ritmo de jazz en la que el autor opta por un tipo de investigación que más que anticuada, acaba siendo un homenaje al género, a los investigadores clásicos del blanco y negro.

     La trama acompaña a la novela, doblándose y desdoblándose ante los ojos del lector para girar en torno al poder y la corrupción. Comparte importancia con los personajes, llegando un momento en que el interés se reparte entre ambos y eso provoca que queramos seguir avanzando en la historia para saber, y para conocer más. Con una resolución más que satisfactoria, Santiago demuestra que es un escritor al que le queda mucho que decir en el panorama literario actual. Un buen debut y una novela francamente entretenida que admite, no sólo una lectura rápida movida por el interés, sino también una más pausada en la que el lector va posando la vista en detalles.

     Hoy es el Día de las Librerías, un estupendo momento para que digáis qué libro os gustaría (no siempre se puede) sumar a vuestros estantes en este momento.

     Gracias.

jueves, 12 de noviembre de 2015

Mágico, sombrio, impenetrable. Joyce Carol Oates



     "-Muchas cosas se valoran más de la cuenta. el suicidio, por ejemplo.
     El chico rió al comprobar lo listo que era. La abuela, que conducía atenta al tráfico matutino, no pareció darse cuenta.
     Recalcando las palabras, su nieto dijo:
     - Por ejemplo, solo en el condado de Boondock, de los Estados Unidos, se hacen la competencia dos teléfonos de la esperanza para adolescentes."
     Sexo con una camella

     Hay autores, que duda cabe, que son más prolíficos que otros. Oates, por ejemplo, pertenece a los prolíficos, de tal forma que sus seguidores no han de esperar demasiado tiempo entre libro y libro. De hecho hace poco que vio la luz su última obra, una colección de relatos que hoy traigo a mi estantería virtual. Se trata de Mágico, sombrío, impenetrable.

     Siempre es difícil hacer una sinopsis de un libro de relatos. Me limitaré por tanto a comentar que Oates divide el libro en cuatro partes, señalando que en la tercera de las cuales encontramos el magnífico relato que tiene como personaje a Robert Frost y que da título al volumen. La cuarta parte finalmente, consta de un único título, "Parricidio", a modo casi más de novela corta.

     Leer a Oates suele ser una experiencia impactante y en este caso no iba a ser menos. La mayor parte de los relatos que componen el libro tiene un componente de desasosiego para el lector que se encuentra con historias, algunas muy complejas, sintetizadas en unas pocas páginas.
Abría la entrada de hoy con un fragmento de Sexo con una camella, el relato con el que comienza el libro. En él, un joven adolescente acompaña a su abuela al hospital para que ésta reciba un tratamiento importante. Mediante el trayecto, sus reacciones y reflexiones, somos testigos de la unión que esto ha producido entre ambos. Es fácil ver el componente que desasosiega como también lo es en casi cualquiera de sus relatos. Muchos de ellos protagonizados por mujeres, otros por una doble visión o un cambio de perspectiva, aunque sea tras haber muerto a través de las reacciones de la gente. Oates nos habla de amor, vejez y miedos, nos deja ver a una mujer anodina que se desliza por la vida sin pena ni gloria, sacudida tras un percance con un perro en Mastín, siendo testigos de sus reflexiones. Coquetea abiertamente con el suicidio y miradas hacia ventanas, nos habla de poetas y de desapariciones, de enfermedad, de chicas adoptadas a un status superior que no terminan de encajar, y se pasan la vida intentándolo aunque parezcan revestidas de falsa rebeldía. Y es que Oates, una vez más, nos habla de vida. Y la vida tiene todos esos sentimientos e inseguridades. Momentos en que las personas se desvían o en los que cambia la forma en que se ven a sí mismos. Y todos ellos se encuentran aquí reunidos, bajo la atenta mirada de una autora que se sabe un tanto oscura pese a que en cada uno de los cuentos encontremos amor de un modo u otro. Muchos puestos ahí para hacernos pensar, como es el del matrimonio de ancianos que escuchan a sus vecinos... o la aparición en el primer relato de otra paciente del hospital... o mil ejemplos más. Oates no admite una lectura superficial satisfactoria, eso siempre ha sido así. Trece relatos en total son los que necesita la autora para componer un puzzle con el que descubrir partes del alma humana, en el que dejarnos siempre algún resquicio para asomarnos a ella con el temor de vernos reconocidos.

     Podría seguir y caer en la tentación de desvelar cada pequeña sinopsis, pero os haría un flaco favor. Terminaré diciendo que el relato de Frost es, cuanto menos, impactante y que el último de todos, Parricidio, me ha parecido magnífico. Realmente imprescindible. Y será precisamente de este del que no os daré pista alguna, siempre hay que dejar en el tintero cosas, para cada lector.

     Los libros de relatos no sólo son difíciles de explicar, también lo son de valorar. Decir a estas alturas que Oates es una gran escritora es algo casi redundante. En esta ocasión, he tenido la clara sensación de que el libro va de menos a más, y no sólo porque el último relato me haya parecido excepcional, sino por los temas y las formas. Es cierto que es imposible mantener una homogeneidad en la calidad de este tipo de libros, aunque sólo sea porque los temas dispares provocan que haya lectores más interesados en unos que en otros, pero el conjunto es un libro notable cuya lectura merece la pena. Hacedme caso, hay que leer a Oates,

     Y vosotros, ¿sois aficionados a los libros de relatos?

     Gracias

   

miércoles, 11 de noviembre de 2015

La sonrisa del melón. Carlos del B. Iglesias


     "Mi pareja de reinas no podía con su pareja de ases, no hubo suerte esta vez. La rente me sudaba, las gotas se caían en el tapete.
     La apuesta había sido suficientemente alta como para estar jodido. Se me quidó la mirada perdida mirando a un punto indeterminado del tugurio. Tardé unos segundos en reaccionar, creo que se me escapó alguna lágrima."

     De vez en cuando hay que buscar una lectura ligera. Eso suele hacer que termine en los lugares más insospechados con los títulos más extraños. Como con este libro. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, La sonrisa del melón.

     Conocemos a Alex Ford un comerciante con una doble vida de asesino a sueldo, pero sin el glamour que eso pudiera parecer que tiene. Un joven un tanto pagado de si mismo, lo cierto es que tiene más éxito dentro que fuera de la cama, pero sobrevive. Y lo hace bajo su propia escala de valores. Entre sus rutinas está conocer a mujeres a través de las redes sociales, pero con lo que no cuenta es con conocer a Mar, una mujer rica y aparentemente hermosa que llegará para intrigarlo, atraerlo y además, cambiar su vida con un encargo muy particular. Mar quieres contratar al asesino, además de seguir hablando con el amigo virtual.

     La sonrisa del melón es la primera novela de un autor que llega al mercado con una cubierta cuanto menos llamativa, un título curioso y un estilo entre descarado y gamberro para dejarnos una historia con tintes de novela negra canalla. Narrada por el propio protagonista, pronto nos damos cuenta del carácter un tanto chulesco que tiene por la forma en que habla de si mismo, sin embargo, también iremos comprendiendo a lo largo de la historia, que sus virtudes son precisamente aquellas que no nombra, y serán esas virtudes las que hagan que el lector establezca una conexión más directa con él. Del mujeriego embaucador, al hombre leal y con principios hay apenas un paso y, sumando ambas partes tendremos al protagonista de esta historia. Una novela con descripciones a dentelladas, como si el autor hubiera querido no extenderse más de lo necesario, que va tomando tintes negros y tratando temas mucho más serios de lo que hubiéramos podido pensar. Los abusos, las influencias, engaños y la muerte tiñen de crítica una historia cuya lectura entre líneas no deja hueco a la duda sobre la actualidad de los temas que mueve en los márgenes de la trama central.

    En cuanto al hilo central de la historia, la relación y tratos entre Alex y Mar, está llevada correctamente, con un final que, incluso, deja con una sonrisa al lector. El libro se completa con una estructura en capítulos cortos que fomentan el dinamismo en su lectura y un lenguaje actual, con algún tinte de barrio que no cruza la línea de lo soez.
     Comenzaba hablando de novela negra canalla, y creo que finalizaré haciendo hincapié en el término. Porque estamos ante una novela con tintes negros, sí, pero que se lee con una sonrisa. Humor masculino para todos los públicos (también el femenino) y un protagonista que, para bien o para mal, no dejará indiferente al lector en una toma de contacto de Carlos con la literatura.

     Y vosotros, ¿sois de los lectores que dan oportunidades a nombres nuevos o autopublicados?

     Gracias

     Por una vez, porque es mi casa y porque quiero, el libro se puede adquirir aquí, aquí y aquí. Será por sitios.

martes, 10 de noviembre de 2015

Fin de poema. Juan Tallón


     "Cesare mira sin metafísica desde la ventana cómo se derrite la ciudad. se derrite lentamente, como el sol de la infancia. Pasados unos segundos, que gasta en la prolongación de sus silencios, recorre descalzo el pasillo hasta la cocina, donde María enjuaga la ropa en el lavadero. Lleva un vestido de flores y el pelo suelo. Canta algo que él no identifica."

     Hay libros que atraen desde su nacimiento, y los que hablan de literatura pertenecen en mi caso a este rango. Libro que hablan de vidas, de personas, y esos también me atraen. En realidad, esta vez, me sobraron los motivos para fijarme en el libro que traigo a mi estantería virtual. Se trata de Fin de poema.

     Conocemos a Pizarnik, Sexton, Ferrater y Pavese. Y sí, son los cuatro poetas famosos. Todos ellos terminaron trágicamente sus vidas de forma drástica. La mejor manera de concluir este resumen es hacerlo justo como comienza: los conoceremos a través del relato de sus vidas en las últimas horas antes de la muerte.

     Fin de poema tiene algo de poético pese a su título, y también de terrible. Si echamos la vista atrás, muchos son los casos de escritores que terminaron su vida por voluntad propia y, dentro de lo trágico, también está la incertidumbre que surge desde la admiración, y el tabú del tema. ¿Qué puede llevar a un hombre a suicidarse? y ya puestos a preguntar, ¿qué varita mágica lo convierte en creador? Tallón parte de cuatro grandes poetas, y se adentra en sus últimos momentos para llevar al lector a asomarse a su abismo que finaliza con una muerte elegida, prematura. Un enigma por muchas explicaciones que quieran darnos. Pavese, Pizarnik, Sexton y Ferrater serán los protagonistas elegidos por el autor para su apuesta, arriesgada, que duda cabe. De todos los temas del mundo, sigue resultándonos más fácil hablar del sexo que de la muerte, porque de esta última no hay retorno. De este modo  y huyendo de una concepción lineal que le hubiera llevado a escribir cuatro relatos definidos en los que el lector supiera, anticipándose incluso, las palabras que iban a aparecer en la siguiente línea, Tallón construye su universo. Un universo atormentado o aburrido, en el que las rutinas, los miedos y las frustraciones pueden incluso resultarnos conocidas. Nos adentramos en las últimas horas de estas cuatro personas que olvidaron que eran grandes, aunque nosotros no seamos capaces de quitárnoslo de la cabeza mientras otros nombres ilustres se pasean por las páginas del libro. Porque hay muchas formas de escrtibir metaliteratura, y Tallón ha encontrado la suya propia.

     Os aviso ya de entrada, o quizás de no tan entrada puesto que he avanzado un poco: no es una novela sobre el suicidio. Es una novela sobre abismos, sobre personas que se ven conducidas de un modo u otro hacia una decisión drástica y que lo hacen de una forma tan errática como directa, si es que algo así es posible de expresar de una forma certera. Quizás por eso la estructura de Fin de poema es única y se fragmenta plegándose sobre cada vida, sobre cada detalle, hasta componer un homenaje cuya única pretensión es que nos asomemos a cada uno de los protagonistas elegidos. Pero no nos perdemos, porque la vida es errática y en este libro hay mucha vida. No busca el autor hacer un panegírico, ni llenarlo de ese tremendismo que parece rodear al fin último de las cuatro vidas. Al contrario. Incluso en esos momentos previos, en los recuerdos y reflexiones, nos damos perfecta cuenta de la intención del autor. Y cuando cerramos el libro nos llevamos con nosotros pedacitos de vidas, contruídos con detalles, que son los que importan una vez conocido el legado inmortal que sus protagonistas nos dejaron.

     Un libro para amantes de la poesía y de los poetas, para amantes de la literatura en cualquiera de sus formas. Fin de poema es, en definitiva, un libro para amantes de las letras.

     Y vosotros, ¿sois aficionados a la metaliteratura?

     Gracias

lunes, 9 de noviembre de 2015

La puerta vacía. Esteban Navarro


     "Diana Dávila deshizo la maleta con desgana. Colgó dos camisas de manga corta ene l perchero del recién estrenado piso, en la calle Isidoro de la Cierva de Murcia, y se preguntó lo que siempre se preguntaba cuando estrenaba vivienda de alquiler: ¿Cúando reuniré el dinero suficiente como para dar la entrada de una casa propia? Una casa era lo que necesitaba para estabilizar su desordenada vida."

     En esta ocasión, escuché hablar al autor en mesas sobre novela negra, antes de haberlo leído. Eso despertó mi curiosidad hacia su obra e hizo que me acercara a ella. Y me aficioné. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, La puerta vacía.

     Conocemos a Jorge Lafuente, periodista, durante su estancia en un hotel de Murcia. Allí una hermosa mujer captará su atención, y por lo que parece, a ella le sucede lo mismo. Sin embargo, poco espera Jorge que lo que hubiera debido de ser una noche para el recuerdo, se iba a convertir en una mañana de pesadilla, ya que a la mañana siguiente se despertará ensangrentado junto al cadáver de un famoso empresario de Murcia. Y es Murcia el lugar en el que comienza a trabajar Diana Dávila, por lo que será una de los integrantes del equipo policial encargados de resolver el caso.

     Conocimos a Diana Dávila como policía en prácticas en La noche de los peones. en la novela Los crímenes del abecedario era ya agente y ahora con La puerta vacía la reencontramos en Murcia. Sin embargo y pese a lo dicho, podemos comenzar a leer esta novela sin habernos cruzado antes con esta especial mujer. La protagonista de Navarro es una joven hermosa, independiente y segura de si misma a la que le gusta decir la última palabra y que es muy consciente de las reacciones que puede provocar a su paso. Una buena protagonista, en definitiva, que se desmarca un poco de los clichés habituales de un género policiaco que parece haberle tomado cariño al detective o inspector de mediana edad.

    Con una trama ágil y, al menos en apariencia, no demasiado complicada, el autor plantea una situación en la que el lector tiene más información que los protagonistas. De hecho, comenzamos la novela con una serie de datos que se nos antojarán dispares hasta bien avanzada la historia. Sin embargo, hay un momento en el que Navarro comienza a encajar piezas, consiguiendo que el lector tenga la sensación de saber por dónde van los tiros... y consiguiendo también que posiblemente se equivoque. Y eso, teniendo en cuenta que durante toda la narración se ampara en el realismo, es decir, que aquí no hay trampas en las que se nos ocultan pistas, ni tampoco chisteras de las que oportunamente aparecen llaves que abran cajones secretos, es todo un mérito. El autor consigue además algo que ha de ser tremendamente difícil, y es que parezca fácil. Con un estilo sencillo, directo y sin florituras, construye una novela que apetece leer, y que apetece seguir leyendo. Uno de esos libros cuya lectura buscamos hasta haberlo terminado, seguros de saber lo que sucede, pero deseosos de confirmarlo. Y eso, cuando se busca evasión, es algo primordial.
     Nos introduce además en un mundo que conoce, el policial, asentando desde las primeras páginas las bases del lugar y equipo que formará parte de la investigación, aportando al lector datos que le ayuden a situarse correctamente antes de comenzar el desarrollo de "el caso". Nos plantea un universo perfectamente reconocible en el mundo en el que vivimos, un mundo en el que las envidias, la corrupción y la envidia están al cabo de la calle y cuyos tentáculos pueden afectar en un momento dado a cualquiera. Quizás por eso es tan fácil dejarse llevar por la historia que nos presenta, e incluso disfrutar de los giros que nos tiene preparados el autor.

     La puerta vacía es una novela francamente entretenida cuyas páginas se evaporan sin saber muy bien qué es lo que tiene para que eso suceda. Culpemos al autor, ya que he visto que no soy la única a la que le ha pasado. De hecho, Martina lo confirma aquí.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias

     PD. Os dejo el book tráiler


martes, 3 de noviembre de 2015

La hija del este. Clara Usón


     "Me intriga un vídeo colgado en Youtube, de un programa de la televisión bosnia, 60 minuta. Se abre con el plano de un hombre que habla en serbio por un teléfono inalámbrico, uno de esos aparatosos motorola que se empleaban en la última década del siglo XX. Con la mano que tiene libre (la derecha) se mesa el cabello y luego gesticula, puntualizando lo que dice, aunque su interlocutor no lo pueda ver y ses énfasis se pierda."

     Hay que saber dejarse guiar para todo, también para elegir lecturas. Una de las personas que han influído en mis lecturas de los últimos tiempos es Sureda, un hombre que lleva años en el mundo literario y cuyo criterio jamás dudo. Hoy, siguiendo una lectura recomendada por él, traigo a mi estantería virtual, La hija del Este.

     Conocemos la historia de Ana Mladic, una mujer que existió y cuyo padre fue Ratko Mladic. a través de la hsitoria de esta mujer, se individualiza una de las guerras más televisadas de la historia, estamos en Los Balcanes. La historia de Ana es la de tantos hijos que viven cegados por sus padres, los que tienen en casa, y que llega un momento en el que tienen que mirar quién es el hombre que las ha criado. Y conocemos también la historia de un pueblo a través de un segundo narrador, una historia que se revelará terrible para quien la sufrió y también para quienes la leen. La historia de masacres y cánticos, de castigos y huídas, de odios y miedo.

     Ratko Mladic es un hombre brillante, un militar brillante y un monstruo calculador del ejército serbio que participó en algunos de los episodios más crueles de la historia. Tal vez por eso, puede ser difícil de entender que muchos serbios desconocieran el verdadero carácter de este hombre debido a la ceguera provocada por una falta de información. De hecho, de las primeras cosas que se procuran controlar en estos casos, es a los medios. Y si Ratko consiguió que parte del pueblo viviera a oscuras, imaginaros entonces cómo se vivía en su casa, y qué imagen tenía de él su hija Ana. La historia está llena de falsos héroes, y Clara Usón centra su novela en uno de los últimos. Y sin embargo no es esta la única historia que nos relata en su libro. La hija del Este tiene tantas lecturas como narradores, incluso más. Por un lado conocemos la historia de Ana, el peso del nombre de su padre y también ese terrible proceso de desencanto que la lleva a dejar de ver a papá, y empezar a mirar a Ratko; nos habla de la vergüenza que eso supone, la conciencia y la suciedad heredada en la sangre junto con un sentimiento de responsabilidad por aquello que no hizo. Y a lo que todo esto la conduce.
     Un segundo narrador nos hablará de la historia de un pueblo dividido en dos, de unas gentes que aprendieron una palabra que les hizo creer que era más importante la tierra que la vida, y que se embarcaron en crueles episodios que llenaron las calles de sangre. Sin embargo, no lo hace cayendo en lo colectivo, en la novela habitual de guerra, Clara Usón siempre focaliza en este narrador que da voz testimonial a lo que le rodea. Terribles episodios que conocemos como reales se mezclan con historias personales, noveladas, no diremos que no, pero que existieron. Nos da muestra de una forma brillante de que, por mucho que nos televisen una guerra, somos capaces de permanecer totalmente ajenos a ella y a lo que sucede dentro de las fronteras de un país que está en nuestro mismo continente. Incluso somos capaces de dejarlo caer en el olvido de una nebulosa década de los 90 cuando no han pasado ni siquiera treinta años. Nos habla así de enardecimientos, consignas, manipulación y miedo con una precisión casi quirúrgica en sus palabras, sin medias tintas.

     La novela abre buscando el punto débil del lector, la garganta, para poner una mano sobre ella con lo cercano, lo que todos tenemos: la familia. Ya en este impactante primer capítulo nos damos cuenta de que tenemos entre manos algo mucho más serio que una simple novela. Sin embargo esa mano no se cerrará quitándonos el aire hasta casi terminar el libro. Porque son muchas las cosas por descubrir en este libro, aunque cualquiera pueda descubrir en apenas unos segundos cómo finaliza la historia de Ana Mladic, hay que leer la novela para ser capaces de asomarnos a su cabeza mientras el héroe se convierte en carnicero. Sin convertirla a ella en una simple mártir. Todo un mérito.

      He disfrutado muchísimo con esta lectura que hace pensar y revuelve al lector. La autora es brillante y su prosa invita a conocer más y más de la historia que nos está relatando. Os invito, no, os recomiendo acercaros a su obra y leer a Clara Usón.

     Y vosotros, ¿sois de los que os dejáis guiar por recomendaciones?

     Gracias

     PD. Por causas ajenas a mi voluntad, la actividad del blog quedará interrumpida hasta el lunes.

lunes, 2 de noviembre de 2015

Arenas movedizas. Henning Mankell



     "La mañana del 16 de diciembre, muy temprano, Eva me llevó a Kungsbacka, a la estación de servicio Statoil, donde alquilé un coche. Pensaba ir y volver ese mismo día a Vallakra, debía entregar el vehículo aquella noche. Al día siguiente iba a firmar mi último libro en el ambiente prenavideño de varias librerías de gotemburgo y Kungsbacke."

     Cuando uno descubre que un escritor admirado enferma o desaparece, siempre se siente un poco más desamparado, un poco huérfano. Eso me sucedió cuando Henning Mankell dio a conocer su enfermedad de forma pública. Hoy traigo a mi estantería virtual, Arenas movedizas.

     Cuando Mankell tuvo un accidente de tráfico en diciembre de 2013, consideró que este era la causa del dolor de cuello que comenzó a molestarle en las navidades de ese mismo año. Apenas comenzado el año y el mes de enero, hablamos de un día 8, Mankell acudió al hospital ya que esas molestias habían empeorado. El diagnóstico fue demoledor, no sólo tenía cáncer, además estaba extendido puesto que el dolor del cuello estaba provocado por las metástasis de un tumor localizado en el pulmón izquierdo. Mankell, como cualquiera, se hunde y comienza a leer refugiándose en las letras, sin embargo en apenas unos días consigue levantar la cabeza y tomar la decisión de luchar. Lucha y lo cuenta, primero en la prensa y finalmente escribe este libro en el que reflexiona sobre su vida, los miedos, las incertidumbres y también las injusticias. El infierno del diagnóstico fue combatido no sólo con fuerza de voluntad y ganas de vivir; también con la fuerza de las letras.

     En este libro el autor se desnuda para el lector. Desde ese limbo terrible de no poder aceptar aquello a lo que la medicina sentencia, Mankell mira a su infancia, a los recuerdos de las arenas movedizas de aquella época y también al momento en el que, siendo él mucho más joven, compartió habitación de hospital con un enfermo de cáncer del que hoy se acuerda. Para él, la mejor manera de enfrentarse al miedo a perder la vida, es recordar la propia, desde la infencia. Y eso es lo que hace, aunque es cierto que se deja llevar y salta por distintos episodios en lugar de seguir la estructura lineal de una biogra´fia, Mankell está ahí. Considue de ese modo reflejar al hombre del presente mediante el orden de los recuerdos de su pasado, mediante la selección consciente o no de los episodios que recuerda. Y es que, muchas veces conocemos más a quien nos cuenta una historia por la forma de contarla, que por la historia en sí. A través de capítulos cortos, vamos conociendo su vida y sus preocupaciones, y también su sentido del humor, mediante algún guiño a su gran hijo literario, Kurt Wallander, del que no se olvida cuando en su vida se cruza una mujer llamada Mona. No deja tampoco de lado su necesidad de denunciar injusticias, presente de un modo u otro en todos sus libros, y en este toca el tema de los residuos nucleares y de la falta de cuidado en la forma de tratarlos, del desconocimiento real que existe sobre algoq ue podemos tener más cerca de lo que pensabmos. Reflexiona de este modo sobre el legado que vamos a dejar de nuestro paso por el planeta. Y lo hace de tú a tú, casi en un diálogo que en realidad es un monólogo por el que pasan todas las cuestiones que a él le parecen importantes. Nos cuenta de sus miedos, sus errores y la forma de enmendarlos, lo aprendido y lo dejado en el camino y, por supuesto, de la enfermedad y la muerte.
     Sin embargo, no es un libro depresivo. Es, en todo caso, un libro de Mankell, sin flores y nubes rosas y con una ventana, siempre orientada a la esperanza.

     Quizás para los seguidores del escritor, la parte más interesante sea en la que habla del momento en el que decide que va a ser escritor y cómo comienza sin apoyos, sin formación, sin un entorno que lo arrope... Habla también de viajes, de su estancia en África, de su padre y también de la búsqueda de su madre. Mankell habla de... Mankell y esta vez, lejos de inventarse una historia, nos muestra su alma.

     El libro finaliza seis meses después del diagnóstico. Por el camino hemos conocido tratamientos, informes y la lucha de un hombre que no pierde la esperanza. No diré que hay optimismo, pero si hay esperanza.

     Henning Mankell falleció el 5 de octubre de este año 2015 dejando un legado de novelas que le colocaron en lo más algo del género negro. Evidentemente Wallander no es lo único que nos ha dejado, pero los aficionados al género, siempre unirán ambos nombres.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias

     PD. La mejor herencia que nos deja un escritor es su legado literario, su obra a través de la cual lo podremos conocer y disfrutar de una forma inmortal. Si esta entrada pretendía ser un homenaje, humilde en su importancia y sincero en su intención, qué mejor manera que completarlo con la reseña de Asesinos sin rostro que hoy publica Abrirunlibro. Conocer a Mankell leyendo su obra, de la primera a la última.