"No esperaba que la mochila pesara tanto.
Y como buscar la novela entretenida es todo un arte, hoy traigo a mi estantería virtual, Siete mentiras.
Conocemos a Jane y a Marine, amigas desde los 11 años. Inseparables pese a sus diferencias, han sobrevivido al paso del tiempo y a problemas como la animadversión entre Jane y Charlie, la pareja de Marnie. Lo que sucede es que no hay amistad totalmente sincera y Jane mintió a su amiga. Solo que ahora Charlie ha muerto y Jane decide contar su historia.
Al igual que sucede con otras novelas sobre confesiones numéricas, la novela se divide en siete partes, un por cada mentira, en las cuales la autora nos lleva hacia un desenlace que se va haciendo inevitable casi desde que comenzamos a leer. Después de estas siete partes nos enfrentamos a la verdad y a lo que sucedió después como broche de una historia original que se asienta en el ya viejo conocido narrador poco fiable que sigue el camino inverso: de la mentira a la verdad. Esto lo logra gracias a la primera persona que pone en boca de Jane su propia historia, no siempre conocida por su supuesta gran amiga. Para lograr la tensión no duda en desvelar la identidad del muerto en las primeras páginas dejándose llevar por una trama teatral que recuerda a las películas de aquellos años 50 americanos.
Presenta a una Marinie más inocente, a veces irritable de leer, que parece vivir en su propio mundo mientras Jane domina la tensión psicológica de la historia con una presentación en la que presenta a charlie como un egocéntrico insoportable pero del que dice a su amiga que es la pareja perfecta para ella. Esta es la primera mentira y, como podréis suponer, la importancia de las mentiras va subiendo a medida que avanzamos la trama. Acierta por ejemplo en no presentar a Jane como una soltera amargada que vive de las migajas de la vida personal de su amiga, ya que la permite conocer el amor... aunque no como a ella le hubiera gustado. Jane se apoya en Marnie, su ancla a una realidad complicada que se desvanece cuando un hombre pasa a ocupar el lugar de su amiga. Por eso vemos el resentimiento en la voz narrativa. Sin ser una novela original, la trama es rápida y uno pasa el rato sin darse cuenta víctima de las maquinaciones de Jane hasta llegar a una parte final demasiado teatralizada para mi gusto que estropea una historia, en otro caso, más que recomendable.
Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias.
"Era el astronauta de una película: su misión le había llevado a un planeta en un lugar remoto del sistema solar: Saturno, tal vez Neptuno. Se había ido para una temporada (tres años, quizá cinco) un tiempo significativo, pero limitado), y, de alguna manera, todas las personas a las que Jordan Vargas conocía en la Tierra habían vivido una vida entera mientras él estaba en el espacio".
Tras leer The Editor tenía curiosidad por Steven Rowley. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Los oficiantes.
Conocemos a los Jordan, Naomi, Craig y Marielle. Cinco amigos que forjan su amistad mientras son estudiantes en Berkeley. Y digo cinco porque falta Alec, que murió de sobredosis antes de la graduación. Pasan los años, a fin de cuentas el libro abarca unas tres décadas, y solo los Jordan son cercanos, al menos hasta que cualquiera de ellos solicita su funeral en vida. Cuando eso pasa, se tienen que reunir.
No es este el primer libro que trata el tema de los funerales en vida, una forma oriental que se ha ido exportando al mundo de hacer que la gente recapitule y recuerde las cosas importantes que tiene y, con ellas, las ganas de vivir. En este caso los amigos han llegado al acuerdo de hacer piña en caso de que uno de ellos necesite un funeral de los mentados. El grupo de Rowley son personas más o menos acomodadas que no tienen mayor problema en hacer una pausa en sus vidas adultas para acudir al llamamiento, algo en lo que el autor no se entretiene demasiado porque de eso no es de lo que va la historia. El grupo ha crecido con el paso del tiempo, no en número de miembros, solo en años y experiencias, y se han visto ocasionalmente para cumplir su pacto, se reunieron ante un matrimonio roto, un fallecimiento... y ahí es donde comenzamos a ver que la amistad es un gran eje central en esta novela. Las personas crecen, maduran, y con ellas sus vidas se complican sin que eso signifique que uno a veces no se quede mirando en el espejo pensando; ¿y ese adulto soy yo? porque de algún modo, siendo joven, creyó que jamás cumpliría años y que nada podría sucederle.
El libro trata temas complicados; hay una enfermedad terminal, abusos, muerte, drogas... sin que ello signifique que el lector se enfrente a una experiencia triste y aterradora. La novela avanza de forma tranquila, se mueve en el espacio y en el tiempo hasta alojarse cerca del corazón del lector mientras su autor permite que un fino humor sobrevuele la historia para permitirnos respirar. A fin de cuentas, la muerte es el personaje que no respira en la novela: una muerte dio la idea de los funerales y ahora la posible muerte de Jordan es la que hace que su marido le inste a activar la reunión, una en la que además sucederá algo diferente, pero esto no lo voy a contar.
Los oficiantes es una novela humana protagonizada por personajes críticos que no siempre nos van a caer simpáticos. Pero precisamente eso es lo vital: no es necesario apreciarlos, ni siquiera comprenderlos, para ver el valor que tiene esta unión que les permite recordarse que no están solos. La vida es algo valioso, y las personas que nos rodean más. Decirle a la gente lo que tiene, lo que son para nosotros, es algo que olvidamos hasta que es demasiado tarde. ¿De qué sirve poner en un ramo tus amigos no te olvidan si en vida parece que lo hicieron? En la novela de Rowley, ninguno de estos amigos dejará la Tierra sin saber que era amado. Palabra de autor.
Ahora que están de moda los cantos pintados os diré que a mi me ha encantado la estética de esta cubierta. Y es que reconozco que soy un tanto superficial. Y vosotros, ¿os fijáis en la cuerta de los libros?
Gracias.