lunes, 31 de marzo de 2025

Shy. Max Porter

 


     "No esperaba que la mochila pesara tanto. 
      La tarima lanza un quejido. 
      Lo comprueba de nuevo: el canuto encajado en diagonal dentro del paquete vacío de Embassy. 
      El control matutino se encuentra a medio sueño de distancia. 
      La habitación es suave y líquida. 
      Le tienta. 
      Nervios. 
      No esperaba que la mochila pesara tanto.
      Son las 3.13 de la mañana.
      Está llena de piedras, pues claro que pesa. 
      El sílex común tiene unos seiscientos millones de años de antigüedad, dijo Steve. 
      Punto de ruptura".

     Descubrí a Max Porter con El duelo es esa cosa con Alas y desde entonces le he sido fiel. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Shy.

     Conocemos a Shy, un adolescente que, desde los 13 años, ha decidido ponérselo difícil a todo el mundo. No ha matado a nadie, aunque hay que decir que una vez apuñaló un dedo. Más allá de eso, hizo casi de todo. Y claro, ha sido expulsado varias veces del centro escolar. Por eso acaba en Last Chance, un lugar que es lo que su nombre indica, un centro para rehabilitar a jóvenes especialmente problemáticos. Un sitio de mierda para el protagonista quien, al comenzar la novela, escapa. Y, a partir de ahí y de sus pensamientos, conocemos a Shy.

     Como ya sucede con más libros de Porter Shy es importante porque lo es la forma en la que está escrito, capaz de trascender el texto para alcanzar al lector. Asistimos a un torrente de palabras, casi una conciencia que habla de forma atropellada pero indudablemente hermosa. Poco importa lo que sucede en la novela, a eso Porter ya nos tiene acostumbrados, porque lo vital es quién aparece en ella. El joven violento capaz de llegar demasiado cerca del lector, el padrastro que no lo comprende o la madre doliente por el hijo que le ha salido son las bazas seguras sobre las que se apoya esta novela. Shy es un Holden Caulfield de este siglo con una voz cínica en manos de un escritor con fijación por lo irreal dentro del mundo, que desdibuja los contornos formando una suerte de sombras luminosas. 
      También asistimos al centro porque hay un reportaje que rápidamente catalogamos de buenerista cuando describe este lugar lleno de jóvenes que tienen ahí su última oportunidad para ser "alguien de provecho". Quizás por eso el protagonista se mueve haciendo equilibrios entre lo que se podría considerar un adolescente problemático y alguien definitivamente malo. O tal vez no haga equilibrios y sea directamente un futuro mal adulto al que el autor dota de la suficiente sensibilidad como para que seamos un poco condescendientes. Un poco como esos padres que no saben qué hacer porque para cuando se han dado cuenta ya es tarde.

     Shy es un libro especial, cargado de sentimientos que se trasladan al lector en forma de torrente de pensamientos que saltan por algún tipo de libre asociación personal que nos ayuda a comprender al protagonista. Hermoso y violento, es una experiencia de lectura. Como toda la obra de Max Porter.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.
     

lunes, 24 de marzo de 2025

Siete mentiras. Elizabeth Kay



     "—Y así es como la conquisté —dijo sonriendo. Se recostó en la silla, llevándose las manos a la nuca y ensanchando el pecho. ¡Siempre hablaba con tanta suficiencia! Su mirada pasó de mí al tonto que estaba sentado a mi lado, esperando una reacción. Quería ver aparecer una sonrisa en nuestra cara, sentir nuestra admiración, nuestro asombro. 
     Yo lo odiaba. Lo odiaba en un sentido bíblico, apasionado y total. Odiaba que repitiera esa historia cada vez que iba a cenar a su casa, todos los viernes por la noche. No importaba a quién llevara conmigo. No importaba con qué tarado estuviera saliendo en ese momento".

     Y como buscar la novela entretenida es todo un arte, hoy traigo a mi estantería virtual, Siete mentiras.

     Conocemos a Jane y a Marine, amigas desde los 11 años. Inseparables pese a sus diferencias, han sobrevivido al paso del tiempo y a problemas como la animadversión entre Jane y Charlie, la pareja de Marnie. Lo que sucede es que no hay amistad totalmente sincera y Jane mintió a su amiga. Solo que ahora Charlie ha muerto y Jane decide contar su historia.

    Al igual que sucede con otras novelas sobre confesiones numéricas, la novela se divide en siete partes, un por cada mentira, en las cuales la autora nos lleva hacia un desenlace que se va haciendo inevitable casi desde que comenzamos a leer. Después de estas siete partes nos enfrentamos a la verdad y a lo que sucedió después como broche de una historia original que se asienta en el ya viejo conocido narrador poco fiable que sigue el camino inverso: de la mentira a la verdad. Esto lo logra gracias a la primera persona que pone en boca de Jane su propia historia, no siempre conocida por su supuesta gran amiga. Para lograr la tensión no duda en desvelar la identidad del muerto en las primeras páginas dejándose llevar por una trama teatral que recuerda a las películas de aquellos años 50 americanos.

     Presenta a una Marinie más inocente, a veces irritable de leer, que parece vivir en su propio mundo mientras Jane domina la tensión psicológica de la historia con una presentación en la que presenta a charlie como un egocéntrico insoportable pero del que dice a su amiga que es la pareja perfecta para ella. Esta es la primera mentira y, como podréis suponer, la importancia de las mentiras va subiendo a medida que avanzamos la trama. Acierta por ejemplo en no presentar a Jane como una soltera amargada que vive de las migajas de la vida personal de su amiga, ya que la permite conocer el amor... aunque no como a ella le hubiera gustado. Jane se apoya en Marnie, su ancla a una realidad complicada que se desvanece cuando un hombre pasa a ocupar el lugar de su amiga. Por eso vemos el resentimiento en la voz narrativa. Sin ser una novela original, la trama es rápida y uno pasa el rato sin darse cuenta víctima de las maquinaciones de Jane hasta llegar a una parte final demasiado teatralizada para mi gusto que estropea una historia, en otro caso, más que recomendable.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.


miércoles, 19 de marzo de 2025

El hombre de los dados. Luke Rhinehart




     "Soy un hombre alto, con manos de carnicero, muslos como robles, cabeza de grandes mandíbulas y gafas de culo de vaso. Mido un metro noventa y tres centímetros y peso ciento cuatro kilos. Me parezco a Clark Kent, excepto por el hecho de que cuando me quito el traje apenas soy un poco más rápido que mi mujer, solo soy un poco más fuerte que los hombres que tienen la mitad de mi tamaño y porque, dé los saltos que dé, ni de lejos salto edificios".

     Puede que la cubierta me parezca horrorosa, pero el argumento me intrigó tanto que me lo traje a casa. hoy traigo a mi estantería virtual, El hombre de los dados.

     Conocemos a Luke Rhinehart un psiquiatra con una vida sosa que le lleva al más absoluto tedio. Vivía en Nueva York y tenía rutinas, amigos, hobbies... y pensamientos intrusivos que iban muchas veces encaminados a animar a sus pacientes a que hicieran cosas horribles en lugar de a tratarlos para que no pensaran esas atrocidades. Y entonces encuentra un dado. Un día cualquiera de esos que uno cena y tiene que recoger pero en realidad piensa que le gustaría estar haciendo otra cosa. Y, casi seguro que por aburrimiento, le pregunta al dado dejando una posibilidad mucho más pequeña para hacer lo que quiere que para seguir la rutina (vamos, no pongáis esa cara que, quien más quien menos, todos hemos jugado a eso de "si el próximo coche que pasa es rojo..." y decíamos blanco cuando queríamos hacer lo que fuera que dejábamos al azar). El caso es que salió que hiciera lo que deseaba. Y Rhinehart decide entonces que consultará al dado dejando que decida entre seis opciones, de conservadora a arriesgada, sobre el devenir de su vida.

          Puede parecer que con lo que os he contado he destripado la novela, pero realmente solo he contado la parte banal, luego la historia se retuerce hasta entrelazarse con una realidad demasiado posible como para ser pasada por alto. De hecho esta novela, que ya tiene tiempo publicada aunque destino la traiga a las librerías ahora, se convirtió durante años en una suerte de secreto a voces entre los lectores que se preguntaban si el protagonista era el autor y realmente existía y estaba relatando sus memorias. Hoy tenemos internet y una breve investigación nos descubre que tras este nombre se encuentra George Cockcroft, que ha escrito más libros pero no se leen tanto, que la novela no ha llegado al cine pero se ha intentado muchas veces y que el autor no sale mucho o, al menos, no se le recuerda ver en la calle y menos aún en actos públicos. La novela alcanzó el éxito de fuera a dentro, se ha editado y reeditado y hoy en día se considera de culto y hay, por épocas más o menos personas, que afirman haber tomado las decisiones más importantes de su vida en función de este juego.

     Pero lo verdaderamente intranquilizador, lo transgresor de la lectura, es que en el juego hay que seguir las clásicas normas que dicen que hay que hacer lo que digan los dados, que hay que elegir con cuidado las opciones a poner entre aquellas que pensamos, no sirve cualquier cosa, y que entre todas ellas siempre hay que incluir algo que no se haría. Y ahora pensemos... si hay algo que jamás haríamos y somos sinceros, sin trampas... ¿realmente nos estamos liberando de los convencionalismos o simplemente nos estamos atando a otros? si el dado no incluye solo cosas que queremos pero no nos atrevemos, si realmente vamos jugando y subiendo intensidad hasta poner aquello que jamás estaríamos dispuestos a hacer, ¿cuánto miedo nos daría tirar ese dado? Pues de eso es de lo que trata realmente esta novela.

     El hombre de los dados es una novela intranquilizadora con voluntad de hacer reflexionar al lector y obligarlo a mirar al menos un poco a los lugares oscuros que no se quieren ver. Un juego de ficciones demasiado real que he disfrutado.

     Y vosotros, ¿alguna vez habéis dicho eso de: si el próximo coche que pasa es...?

     Gracias.

lunes, 17 de marzo de 2025

Sociópata. Patric Gagne

 


     "Siempre que le pregunto a mi madre si se acuerda de la vez que en segundo de primaria le clavé un lápiz en la cabeza a una niña, su respuesta es la misma: 
     —Tengo un vago recuerdo. 
     La creo, porque una gran parte de los recuerdos de mi primera infancia son vagos. Hay algunas cosas que recuerdo con claridad absoluta. Como el olor de los árboles del Parque Nacional Redwood y nuestra casa en la colina cerca del centro de San Francisco. Cuánto me gustaba aquella casa. Todavía me acuerdo de los cuarenta y tres escalones que subían de la planta baja a mi habitación en la quinta planta y de las sillas del comedor a las que me subía para robar cristales de la lámpara de araña. En cambio, otras cosas no las tengo tan claras. Como cuándo fue la primera vez que me colé en casa de mis vecinos cuando no estaban. O de dónde saqué el medallón con una «L» grabada".

     Tenía muchas ganas de leer este libro, así que he aprovechado el frío del fin de semana y hoy traigo a mi estantería virtual, Sociópata.

     Conozcamos a Cagne, una psicóloga especializada en el tratamiento de personas con trastornos relacionados con la sociopatía. Un campo muy específico que eligió después de saber que ella misma lo era. Por eso recuerda su vida y como, desde niña, nunca tuvo esa capacidad de relación y empatía que tienen los demás. Esto le daba problemas no solo a la hora de establecer relaciones normales, también en su relación con la autoridad. Ahora ya adulta, una de las grandes cosas que tiene que agradecer es una pareja con la paciencia necesaria como para enseñarla a amar. Y es que Cagne explica que el sociópata y el psicópata son personas diferentes ya que los primeros pueden aprender a relacionarse y sentir, aunque a un ritmo diferente y de una forma decididamente distinta a la de la población sana normal. Porque son enfermos.

     Para comprender la inmensidad de esta novela hay que entender en primer lugar que estamos hablando de unas memorias. Es decir, es un libro escrito por una persona enferma que tiene el mismo trastorno del que habla. Eso es importante ya que aporta un significado nuevo a la lectura porque se trataría de una narración sincera en la que la narradora no tiene mayor interés en caer bien o quedar bien con el lector. Es egocéntrica, exagerada y incluso llegaremos a dudar de que lo que nos cuenta sucediera realmente así. Pero va en el pack. No tiene ningún tipo de interés en nuestra opinión. Dice, por ejemplo, que desde niña se dio cuenta de que necesitaba fingir emociones para parecer normal a los demás niños y no ser señalada, y aunque la leemos viendo su fracaso en este punto, no se nos ocurre pensar en cuánto de lo que nos cuenta es fingido para justificar aquello de lo que nos pretende convencer. Y aún así nos cae regular, casi mal. De hecho, cuando avanzamos, vemos que no tiene problema en decir que miente, que ha mentido muchas veces, que siempre lo hizo. Y eso hace que nos planteemos si no miente en la novela solo porque ese sería el camino más rápido para que se hablase de ella, la novela, cumpliendo la necesidad que dice que hay de hablar de la sociopatía desde una forma más útil y personal. Defiende que ser sociópata no es ser mala persona, que ni siquiera tiene por qué ser algo malo, ya que se rigen por sus propias normas para seguir adelante como pueden e intentar comportarse como personas normales en un % altísimo de los casos.

     El libro tiene anécdotas llamativas en las que los adultos se paralizan ante la narradora niña y sus actos y el lector siente la dramatización sin tener del todo claro qué terreno está pisando. Solo ve lo poco que importa su opinión. Vemos la incomprensión del mundo y también la lucha por ser normal, por parecerlo en realidad, que tiene la narradora antes distintas pulsiones que aprende a controlar de manera moderada. De eso trata en realidad esta historia, de que el lector vea su estigma y su lucha. He dicho varias veces novela donde hablo de memorias pero es porque uno se pregunta muchas cosas a lo largo de la novela. Empezando por en qué momento tiene recuerdos tan exactos del pasado en los que parece ser una heroína que no ha pedido ese puesto. O por sus logros. Son, en fin, unas cuantas cosas. Y entonces es cuando yo os lo recuerdo: lo ha escrito una persona enferma. Tal vez, solo tal vez, forme parte de la historia que lo haya escrito así.

     Sociópata me ha parecido un ejercicio interesante y atractivo sobre el crecimiento y la llegada a la edad adulta de una persona con claros problemas de relación. Lo he disfrutado.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

lunes, 10 de marzo de 2025

La tormenta. Ragnar Jonasson

 



     "«Fin.» 
     Erla dejó el libro a un lado, se recostó en el viejo sillón raído e inspiró hondo".

     La hora de la verdad, dice el subtítulo y por eso quizás he esperado menos que nunca para leer el desenlace de Hulda. Hoy traigo a mi estantería virtual, La Tormenta.

     Como ya sucede con las anteriores entregas de cualquiera de sus series, Jonasson destaca por su escritura impecable tanto como por dotar a sus protagonistas de historias personales complejas que se adueñan de la serie tanto como las tramas policiacas que las acompañan. Y en este caso a quien hemos ido conociendo es a Hulda.
     En la tormenta Hulda ha vuelto al trabajo tras una licencia por motivos personales. En este caso se encuentran dos cuerpos en una granja remota que Hulda tiene que investigar llevando al lector al tiempo justamente anterior a la muerte de las víctimas. Y es que estamos en un caso anterior lo que hace que si a uno le apetece pueda empezar por aquí y viajar a Islandia en los años 80, un lugar frío, oscuro y, en el caso de la granja de Erla y Einar, aislado. Por eso les sorprende tanto que llamen a su puerta. Porque nadie llega a su casa si no tiene un motivo. Erla está convencida y tiene miedo, pero Einar opta por dejarlo entrar... 

     Jonasson fiel a su estilo se basa más en la tensión psicológica que en la sangre. Sus libros son policíacos pero el lector es capaz de sentir el miedo de sus personajes, de dejarse llevar por una sensación de fatalidad mientras la trama se va retorciendo, que convierte a la lectura en una experiencia muy gratificante... y perturbadora. Y después está Hulda, que es un misterio. siempre hay un lado en su pasado que no llegamos a ver y que ahora, al mirar atrás en el tiempo, tenemos la esperanza de conocer. Hulda era una mujer marcada con un carácter que aquí está ya bien definido aunque mucho menos domesticado, y esta mujer joven nos va a mostrar quien es encajando las últimas piezas de un puzzle que la convertirán en un personaje inolvidable. Supongo que al autor no le daba más de sí, o se cansó o simplemente no quiso estirar, como hacen otros, la vida útil de su protagonista. Pero yo la voy a echar de menos. De eso no me cabe ninguna duda.

     La tormenta es un libro que he disfrutado y que me ha permitido cerrar una trilogía con la sensación de haber hecho un buen viaje.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

lunes, 3 de marzo de 2025

Felices como asesinos. Gordon Burn




     Basado en un hecho real. 

      Los asesinos en serie son espeluznantes, aterradores, sociópatas que muchas veces se disfrazan de normalidad. Los asesinos en serie ocupan las páginas de los diarios, las noticias, horas y horas de series, libros y películas y documentales. Pero, sobre todo, los asesinos en serie existen. Hoy traigo a mi estantería virtual, Felices como asesinos. 

     Conocemos a Fred y Rosemary West. Este matrimonio ya había sido denunciado en su día por la canguro que trabajaba en su casa, pero ahora han aparecido restos humanos en su jardín. Son los huesos de su hija Heather. Por si fuera poco, cuando la policía excava comienzan a aparecer huesos de otras mujeres, parece que ocho.¿Quienes son Fred y Rosemary?

     Me acerqué a este libro por la comparación constante con "A sangre fría" uno de mis libros favoritos. Sin embargo, más allá de una supuesta investigación basada en unos asesinatos reales, poco o nada tiene que ver un libro con otro; si acaso que ambos tienen letras. "A sangre fría es una investigación exhaustiva mientras que "Felices como asesinos" entra peligrosamente en el terreno de la ficción ya que, en primer lugar, hay mucho agradecimiento, pero poca fuente citada. Además de eso, se acerca peligrosamente al terror tanto por la crudeza de las escenas de sexo y muerte o agresión que representa el autor, como por el tono utilizado en ellas. Incluso basado en la ausencia de sujeto al que dirigirse o de verbo, cae en un tono y unas formas a ratos erráticas que consiguen poner los pelos de punta a cualquier lector empeñado en meterse en la cabeza de este escalofriante matrimonio. 
      Lo que hace el autor es retroceder para intentar desnudar a Fred y Rosemary. Sabemos que encuentran huesos, sabemos que ya fueron denunciados y también conocemos sus finales, peses a que, a mi modo de ver hay una duda que no se satisface o, al menos a mi, no me ha dejado las cosas tan claras como me hubiera gustado. 

      Una de las cosas que más asustan de este tipo de casos reales es, por encima de lo terrible de sus actos, la facilidad con la que han pasado desapercibidos durante años pese a que hayan desaparecido mujeres relacionadas con su entorno. Es esa suerte de vulnerabilidad que despierta en cualquier lector, lo que hace que la novela se vuelva intranquilizadora desde las primeras páginas y será la crudeza con la que avance la que la haga no apta para estómagos sensibles. Uno se pregunta si no vivimos en una época de pornografía, en la que todo se exhibe hasta el tuétano y la pornografía menos porno es aquella con la que relacionamos en primer lugar la palabra: es decir, la sexual. 

      El libro en su conjunto funciona, ya que decir que un relato así ha gustado ralla con el dilema moral, sin embargo es difícil abstraerse a los fallos comentados en el tono y las formas, así como el referido al desenlace relacionado con Rosemary. Recomendarlo en este caso es un riesgo, ya depende de cada uno, de su interés, curiosidad, estómago y capacidad para dormir tranquilo. Yo, en mi caso, no me arrepiento de haberlo leído. 

      En cuanto a las modas ahora tengo curiosidad por saber si habrá serie.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias

miércoles, 26 de febrero de 2025

Los oficiantes. Steven Rowley

 

     "Era el astronauta de una película: su misión le había llevado a un planeta en un lugar remoto del sistema solar: Saturno, tal vez Neptuno. Se había ido para una temporada (tres años, quizá cinco) un tiempo significativo, pero limitado), y, de alguna manera, todas las personas a las que Jordan Vargas conocía en la Tierra habían vivido una vida entera mientras él estaba en el espacio".

     Tras leer The Editor tenía curiosidad por Steven Rowley. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Los oficiantes.

     Conocemos a los Jordan, Naomi, Craig y Marielle. Cinco amigos que forjan su amistad mientras son estudiantes en Berkeley. Y digo cinco porque falta Alec, que murió de sobredosis antes de la graduación. Pasan los años, a fin de cuentas el libro abarca unas tres décadas, y solo los Jordan son cercanos, al menos hasta que cualquiera de ellos solicita su funeral en vida. Cuando eso pasa, se tienen que reunir.

     No es este el primer libro que trata el tema de los funerales en vida, una forma oriental que se ha ido exportando al mundo de hacer que la gente recapitule y recuerde las cosas importantes que tiene y, con ellas, las ganas de vivir. En este caso los amigos han llegado al acuerdo de hacer piña en caso de que uno de ellos necesite un funeral de los mentados. El grupo de Rowley son personas más o menos acomodadas que no tienen mayor problema en hacer una pausa en sus vidas adultas para acudir al llamamiento, algo en lo que el autor no se entretiene demasiado porque de eso no es de lo que va la historia. El grupo ha crecido con el paso del tiempo, no en número de miembros, solo en años y experiencias, y se han visto ocasionalmente para cumplir su pacto, se reunieron ante un matrimonio roto, un fallecimiento... y ahí es donde comenzamos a ver que la amistad es un gran eje central en esta novela. Las personas crecen, maduran, y con ellas sus vidas se complican sin que eso signifique que uno a veces no se quede mirando en el espejo pensando; ¿y ese adulto soy yo? porque de algún modo, siendo joven, creyó que jamás cumpliría años y que nada podría sucederle.

     El libro trata temas complicados; hay una enfermedad terminal, abusos, muerte, drogas... sin que ello signifique que el lector se enfrente a una experiencia triste y aterradora. La novela avanza de forma tranquila, se mueve en el espacio y en el tiempo hasta alojarse cerca del corazón del lector mientras su autor permite que un fino humor sobrevuele la historia para permitirnos respirar. A fin de cuentas, la muerte es el personaje que no respira en la novela: una muerte dio la idea de los funerales y ahora la posible muerte de Jordan es la que hace que su marido le inste a activar la reunión, una en la que además sucederá algo diferente, pero esto no lo voy a contar.

     Los oficiantes es una novela humana protagonizada por personajes críticos que no siempre nos van a caer simpáticos. Pero precisamente eso es lo vital: no es necesario apreciarlos, ni siquiera comprenderlos, para ver el valor que tiene esta unión que les permite recordarse que no están solos. La vida es algo valioso, y las personas que nos rodean más. Decirle a la gente lo que tiene, lo que son para nosotros, es algo que olvidamos hasta que es demasiado tarde. ¿De qué sirve poner en un ramo tus amigos no te olvidan si en vida parece que lo hicieron? En la novela de Rowley, ninguno de estos amigos dejará la Tierra sin saber que era amado. Palabra de autor.

     Ahora que están de moda los cantos pintados os diré que a mi me ha encantado la estética de esta cubierta. Y es que reconozco que soy un tanto superficial. Y vosotros, ¿os fijáis en la cuerta de los libros?

     Gracias.