miércoles, 12 de mayo de 2021

La hoja plegada. William Maxwell

 


     "Todas las ventanas de la casa del club femenino tenían las cortinas echadas, tanto en el piso de arriba como en el de abajo. Las dos luces que había a cada lado de la puerta principal parecían más brillantes de lo habitual. Cuando Lymie y Spud tomaron el camino de entrada, oyeron que la orquesta tocaba «¡Oh, Katarina!» con entusiasmo. Mientras estaban ante la puerta principal tratando de decidir si debían llamar al timbre o no, puesto que aquélla no era una noche normal, llegó un chico silbando por el sendero, abrió la puerta y entró. Ellos le siguieron".

       Conocía al autor de la magnífica, Vinieron como golondrinas, así que tuve decidido leer este título desde que lo vi en la librería por primera vez. Hoy traigo a mi estantería virtual, La hoja plegada.

     Conocemos a Lymie y a Spud. Lymie es tímido e introvertido y estudioso y Spud es todo lo contrario, un chico fuerte y atlético al que le gusta el boxeo. Cuando empieza la historia Lymie está a punto de ahogarse en la piscina y Spud lo salva. A partir de ese momento ambos chicos se vuelven más que amigos, inseparables. Lymie perdió a su madre, su padre bebe y está triste. Spud ve la tristeza de Lymie y de algún modo identifica la pérdida de la madre de su amigo con la pérdida de su hogar al haberse mudado. Sea como fuere, se convierten en inseparables hasta el punto de que la casa de Spud es también la de Lymie. Y así es como ambos chicos crecen y llegan a la edad universitaria. Y allí aparece Sally y Spud se enamora de ella. Lymie es el tercero de la relación, la sombra, el amigo... y también se enamora de la chica.

     En esta novela, al igual que sucede con otras del autor, hay tintes autobiográficos. Fácil es averiguar que Maxwell se acerca al personaje de Lymie desde el momento en que el autor nos permite saber más de este joven que de su amigo, asistimos incluso a sueños de Lymie que nos darán pistas sobre sucesos futuros. Y ahora viene la parte en la que hablo de la novela sin hablar de ella, algo que a veces se me antoja casi imposible. Vaya entonces por delante que adoro las novelas que tratan el tema de la infancia y el paso a la edad adulta. Es una época tan complicada para todo el mundo que me resulta casi fascinante tener la posibilidad de asistir a él en vidas ajenas. Y ahora me voy a alejar de la sinopsis, sobre todo de la editorial, y os voy a decir una vez más que cada libro pertenece a su lector, que lo lee e interpreta a su manera. En este caso yo esperaba leer una historia de amistad que se tambalea por la aparición de una chica pero no es eso lo que me encontré. Al menos no exactamente. Porque la relación entre Lymie y Spud es única a su manera. El autor la enfoca y desenfoca al pasar a personajes secundarios que no tienen demasiada relevancia. Nos dirige, no olvidemos esa parte autobiográfica que provoca que el verdadero protagonista sea Lymie, dejando a Spud a veces en un personaje hecho con  poco más que una silueta. Y así construye una amistad que vemos y un sentimiento que intuimos y que no tenemos claro de si es cierto porque el autor no lo verbaliza. Pero precisamente por eso, por no permitir a sus protagonistas una sinceridad total, por ese baile en la línea que se evita pisar, es por lo que nos acercamos aún más a la novela pensando en "las cosas de la edad", "las cosas de la época", los años 20, Chicago, olvidé decirlo... Maxwell da pinceladas de Lymie bajo la piel, pero tampoco en la forma en la que ahora estáis pensando, si no que lo hace descubriendo sus complejos, algo que vuelve a aparecer cuando la chica se fija en el de siempre, el que Lymie siempre quiso ser. Un giro de la historia. Otro es su reacción real. El tercero no os le cuento, es casi el cierre, pero si que puedo deciros que da un impulso emocional a la novela. 
     Maxwell escribe bien. La novela tiene pasajes maravillosos de esos que uno marcaría y releería. Párrafos enteros que, incluso cuando se alejan de los protagonistas, apetece leer. Además su escritura a veces parece liviana, lo que unido a todo aquello que intuimos pero que no se dice en la novela, generan una sensación de secreto durante la lectura que potencia la fuerza de la amistad, como si fuera algo frágil y no expuesto, casi una herida. Pero esa es mi lectura y, como dije, se aleja un poco de la de la contracubierta en la que se limitan a hablar de un triángulo amoroso que puede separar una amistad. Yo he leído mucho más. Aunque claro, tal vez sea yo.

     La hoja plegada me ha parecido una preciosa novela de un autor que, poco a poco, se ha hecho un hueco entre mis estantes para quedarse.

     Y a vosotros, ¿os ha pasado alguna vez que miráis la contra tras haber terminado un libro y os preguntáis si habéis leído lo mismo?

     Gracias.

     PD. No o voy a decir quién se quedó con la chica.

3 comentarios:

Irene M dijo... [Responder]

¡Hoooola!

Pues no conocía al autor pero veo que ya estoy tardando, así que muchas gracias por descubrírmelo. Me gustan los libros que hablan de amistad y que además tienen tintes de autobiografía. Además, da gusto cuando la escritura del autor nos anima a reflexionar, a encontrar más temas detrás de sus palabras.

¡muchos besos!

Margari dijo... [Responder]

Pues no conocía esta novela ni a su autor. Tomo buena nota, que me gusta mucho todito lo que cuentas.
Besotes!!!

Shorby dijo... [Responder]

No lo conocía, me lo apunto, creo que me gustaría fijo.

Besotes