lunes, 10 de enero de 2022

Leer como un profesor. Thomas C. Foster

      "Lo asombroso de los libros es que cobran vida propia. Los escritores creen que saben lo que están haciendo cuando se sientan a redactar una nueva obra, y supongo que así es, hasta que ponen el último signo de puntuación en la frase final. La mayoría de las veces, ese signo es un punto. Pero debería ser una interrogación, porque nadie sabe qué ocurrirá de ahí en más".

     Ay, la tendencia a leer libros sobre libros, qué bien funciona con los lectores empedernidos... Y yo soy la primera, por eso hoy traigo a mi estantería virtual, Leer como un profesor.

     Acudimos a estos libros con el romanticismo de quien busca, aún de adulto, una suerte de guía o de profesor de literatura tardío que otros libros nos han enseñado a anhelar más de forma romántica que práctica. No nos hemos dado cuenta, pero todos soñamos con ese profesor con pinta de haber leído un universo entero, capaz de hacernos una lista y comentar cada uno de los libros que, desde el momento en que posamos la mirada sobre ellos, se convierten en integrantes de la lista de nuestros favoritos. Eso pedimos, y lo hacemos además con la seguridad del iluso que cree no estar pidiendo tanto mientras tira la moneda a la Fontana de Trevi para volver a Roma. Bien, pues Thomas c. Foster es precisamente profesor de literatura en la Universidad de Michigan amén de dar clases de escritura creativa, poesía y casi cualquier cosa relacionada con las letras que uno pudiera desear. Eso hace que este texto sea precisamente aquello que buscábamos, que el autor se dirija a nosotros desde los puntos básicos para recordarnos detalles que uno a veces olvida en el devenir de los libros. Nos dice, por ejemplo, que bucear en un libro no consiste en buscar al autor debajo del texto. El escritor, como bien dice la palabra, escribe, pero no hace todo movido por mil motivaciones o para representar aquello que le dejó marcado mientras cruzaba la calle un 3 de diciembre. Un escritor a veces pone las cosas porque se le ocurren, porque le parece que quedan bien o, por qué no, porque sí. Y eso es tan básico como fácil de olvidar. Foster le da, además, importancia al lector. Hay que hacer lectores y su libro sirve de guía. Más de guía de conceptos y de lugares explicados que de obras en sí. No es un listado, pero sale una buena lista, qué duda cabe, de títulos que uno ansía leer o releer tras haberse acercado a las páginas de este libro. Tiene una visión personal, que no siempre compartí durante la lectura, pero eso torna el libro en algo personal, casi interesante, como una suerte de diálogo entre el autor y el lector en el que pocas veces tenemos la opción de participar. Habla también del tiempo, de la flor de un día y del libro que soporta el paso del tiempo, habla de autores reconocidos y discrepa con textos importantes. Y nos da permiso para que nosotros, por qué no, discrepemos con él. Busca en los libros el refugio de las rutinas diarias y encuentra en ellos los pequeños y grandes placeres de la vida, abre la mente a quien lee para mostrarle una visión diferente de un texto clásico a la par que lo invita a leer el siguiente. Y eso, como comentaba al principio, es lo que todos esperamos de un buen profesor.

     Foster nos habla del recurrente tema del plagio, eso que siempre está en boca de todo lector y que no siempre significa lo mismo. Copiar no está bien pero luego decimos que todos los temas están tocados y que todo está escrito. Afirmamos que tras Shakespeare nadie puede escribir sobre amor y que fueron los griegos los padres de toda novela de aventuras. Y mientras hacemos eso descubrimos un título que nos lleva a decir que no todo está escrito porque hemos encontrado algo sorprendente o hemos descubierto a David Mitchell, por poner un ejemplo. Foster lo tiene bastante claro: hay una historia que se repite y va siendo modificada a media que cambia de manos, de ojos, o de época. U, mientras lo hace, nos deja su propio canon literario con Joyce, Faulkner, Toibín, Atwood, Freud, Austen y tantos otros que considera adecuados en esta suerte de guía para leer mejor o, al menos, de otra manera.

     Leer como un profesor es un texto para los lectores, una invitación a leer y el recordatorio de que los libros nos pertenecen una vez que los leemos. Allá donde termina la misión del escritor, comienza la del lector, y sin el uno y el otro no podrían haberse creado las grandes obras de la literatura. Porque, de algún modo, en este mundo de letras, los lectores también somos creadores, aunque sea en un % pequeñito.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

7 comentarios:

Maria Soul dijo... [Responder]

Hola!!
Gracias por la recomendación de primeros de semana. Se ve interesante. El tema del plagio es verdad lo que se indica, y creo que nosotros mismos siempre buscamos si un libro nos va recordando a otro conforme vamos leyendo.
Continúo mi semana, con Harry Potter que me apatecía continuar la el mes con una lectura fácil, jajaja que estoy haciendo una LC.
Que disfrutes de la semana ;)

Maite dijo... [Responder]

Interesante reseña, lo intentaré leer. Me gustan los libros que hablan de libros.
Releyendo VALANCY STIRLING O EL CASTILLO AZUL de L.Maud Montgomery
Feliz 2022, felices lecturas!!
Abrazos

Mateo Bellido dijo... [Responder]

Holaaa, ¿qué tal?
Pues acabo de interrumpir la lectura de "El corazón helado" para leer tu recomendación. Estoy convencido de que los libros son como embriones que crecen en cada lector, en unos un árbol en otros una plantita.
Enhorabuena, me gustó tu reflexión.
Saludos :))

Margari dijo... [Responder]

Muy interesante este libro. No lo conocía así que me lo apunto, que como bien dices, siempre nos gusta leer sobre libros.
Besotes!!!

Lady Aliena dijo... [Responder]

Muy interesante la lectura que nos traes hoy.
Ahora estoy leyendo "El jugador", de Dostoyevsky.
Besos.

buscandomiequilibrio dijo... [Responder]

También me dejaría tentar, sin dudarlo. Lo metaliterario me entusiasma, es un terreno en el que me siento cómoda.
Anoto.
Besos.

Paseando entre páginas dijo... [Responder]

No me gusta leer ensayos por norma general, pero los que hablan sobre libros me pueden. Ya me he llevado varias recomendaciones tuyas y hoy sumo una más a la lista.