lunes, 23 de mayo de 2022

Los desnudos y los muertos. Norman Mailer

 


     Comentaba no hace mucho con un lector avezado pero tardío, más tardío que yo que ya es decir, que envidio a quienes llegan a la literatura con un criterio marcado, instinto para la elección y, sobre todo, un buen puñado de títulos por descubrir por primera vez y es que, si un libro no lo he leído, para mi es una novedad. Aunque como este lleve más de cincuenta años en las librerías. Hoy traigo a mi estantería virtual, Los desnudos y los muertos.

     Viajamos hasta una isla llamada Anoapopei, un lugar en el que una patrulla de soldados es enviada en misión de reconocimiento a lo que se convertirá en un infierno.

     Estamos, evidentemente, ante la historia de una brigada estadounidense que lucha contra los japoneses, en este caso como en tantos otros, en una isla del Pacífico. Allí estuvo el autor, no en esta ficción, si no en su propia historia, y quizás por eso su capacidad para trasladar los sentimientos individuales de los soldados que consiguen establecer un hilo con el lector. Dará igual si se trata de soldados o del general, veremos lo que son (los hay de todo tipo, también buenos), de dónde vienen o cómo han llegado al lugar en el que están. La psicología de dichos personajes, el miedo, las formas de actuar y de reaccionar y, sobre todo el futuro son los temas que vertebran esta magnífica novela que despliega algunos de los conceptos recurrentes no solo en las novelas bélicas, también en la novela americana en general (el propio concepto de ser americano será, a buen seguro, uno de los temas más desarrollados en su literatura). Es una novela ambiciosa en la que el autor no deja nada al azar y no permite al lector desviar la mirada ni siquiera en los momentos más duros, cuando la batalla imaginada se convierte en una carnicería animal en la que el sexo y, sobre todo, el amargor de los personajes, tienen un tono demasiado realista como para que el lector pueda consolarse pensando que está leyendo una simple ficción. Para Mailer, la unidad de combate está formada por personas y el lector no va a tardar en irlas conociendo. Esto humaniza cada momento y da al antibelicismo imperante del momento nombres que ponerle. Humanizarlo es vital, parece decirnos el autor.

     Quizás los diálogos son lo que menos me ha gustado y, como contrapunto, lo que más ha sido el terrible descubrimiento de que hay esfuerzos que se realizan en balde o bien que hay fallos de fechas que provocan situaciones terribles. Quien lo lea, podrá elegir mejor qué nombre darle a ese momento. Me ha resultado llamativo además el uso de flashbacks casi constantes, o debería de decir que lo hizo hasta un determinado momento en el que empecé a pensar que quizás sea el anclaje a la cordura de los personajes, recordar al lector que, hagan lo que hagan, se trata de personas normales con una vida normal que han sido llevadas allí por las circunstancias. Unas circunstancias que, unidas a la guerra, sacarán de cada uno... bueno, eso lo vais a tener que leer.

     Los desnudos y los muertos me ha parecido un libro interesante cuya lectura, pese a su extensión y a dos o tres momentos lentos, merece la pena. Parece muchas veces que la literatura contemporánea se empeña en brindar una cara amable con niños en pijama de rayas para relatarnos dramas (solo faltaba) pero revestidos de cuentos que no ofendan demasiado al lector. Por eso agradezco este tipo de novelas en las que la cámara enfoca al objetivo y no la deja desviarse. Máxime si, como en este caso, además ya nos da un aviso de que no es un gran objetivo, a fin de cuentas estamos en la simple periferia.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

1 comentarios:

Margari dijo... [Responder]

Una lectura bastante dura por lo que cuentas. No la conocía. Me gusta leer sobre este tema, así que tomo buena nota.
Besotes!!!