lunes, 24 de febrero de 2025

Los niños de Himmler. Caroline de Mulder

 


     El tema de las maternidades nazis, mucho menos trillado que el de los campos de concentración y los experimentos médicos, me ha resultado siempre llamativo. Hoy traigo a mi estantería virtual, Los niños de Himmler.

     Viajamos a 1944 a un Lebensborn en la campiña bávara. Allí la autora nos presenta a René, una joven embarazada de un soldado; Helga, la encargada del lugar y Marek el hombre que escapa de Dachau, se esconde y cuya única obsesión es comer.

     En este caso y pese a que la novela es imposible que sea ajena a la guerra, estamos ante una novela en la que lo vital son los personajes y sus situaciones personales. La psicología de los personajes está trabajada hasta llegar a la médula para exponérsela así el lector y Renée, de entre ellos, lo hace en todo su triste y miserable esplendor. Ella es la extranjera embarazada de un soldado, la repudiada por su familia y abandonada por el padre de su hijo, es víctima de guerra, del amor en el que creyó, de la hostilidad y el aislamiento y también de la repudia tanto por sus actos como por el propio idioma que le es ajeno en este lugar. Marek es quizás quien lleva una vida más sencilla pese a las penurias. Irá con la cabeza gacha y sentirá necesidad de acercarse, pero a fin de cuentas, ya solo tiene que cumplir con lo que se le ordena. Helga en cambio lo tiene más difícil en ese punto, ya que sus órdenes le hacen actuar como un robot que estrangula su vida personal aunque sus propios razonamientos sean contradictorios. No admite por ejemplo a mujeres embarazadas de hijos ilegítimos pero a la vez regenta un lugar que premio a las infidelidades masculinas de buenos hombres arios que vayan a engendrar perfectos especímenes de raza.. Y, por encima de todos ellos, están los niños. Esa especie de granja en la que se fabricaban pequeños arios que solo eran importantes por el producto dispuesto a salir al mercado a casas de arios de buena raza que terminaran de incluirlos en ese nuevo orden social con el que hitler soñó. Niños que no eran otra cosa que productos adiestrados a no molestar, descartados si no cumplían con los mínimos requeridos. Niños que en muchos casos ya estaban pensados como futuros soldados que iban a morir, no había espacio para los sentimientos.

     Este es el mundo que Caroline muestra de forma prístima y con una prosa que no es ajena a lo visual dejando una parte final que se siente como un punto intermedio entre el círculo poético y la catársis de una tragedia que se intenta ocultar pese a que hoy sabemos que proliferaron este tipo de "guarderías". La novela busca que el lector no olvide jamás el lugar en el que se encuentra. Diferencia los pequeños tesoros arios de las simples máquinas de incubar, que tienen que sentirse orgullosas de lo que hacen como si no significara que son esclavas de la función otorgada por la naturaleza a su cuerpo.

     Los niños de Himmler es brutal en muchos momentos. La autora intenta no emitir juicios dejando que sea el lector quien se encargue de ello en una novela estremecedora que se lee, a grandes ratos, como un documental en el que el lector es capad de escuchar a sus personajes.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

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