lunes, 23 de junio de 2025

La muy catastrófica visita al zoo. Joël Dicker


     "Esta noche me han castigado sin postre. Por culpa de lo que ha pasado en el zoo. Papá se ha tirado toda la cena repitiéndome: 
      —¡Es que no puede ser, Joséphine! ¡No puede ser! 
      Mamá, en cambio, no abría la boca. Me lanzaba miradas de desaprobación. Al final se limitó a decir:      
     —Mañana iremos al hospital a ver cómo está. Y, ahora, cómete las judías"

      Tras La verdad sobre el caso Harry Quebert, poca gente hay que no conozca el nombre de Joël Dicker. Te gustará más o menos, pero conocerlo, lo conoces. Hoy traigo a mi estantería virtual su última novela, La muy catastrófica visita al zoo.

     Conocemos a Josephine mientras recuerda lo sucedido en un zoo local un viernes. Allí estaban también sus amigas: una hija de divorciados, una hipocondríaca, una que practica karate, otra que va con camisa y la que no habla. Y también hay en el libro un atasco por culpa de plastilina. Y, por supuesto, el misterio. Me váis a permitir que no entre mucho más en detalle porque es un libro de doscientas páginas y si desvelo incluso alguno de los dos misterios... pues os podría fastidiar la lectura. Así que vamos con la novela.

    Dicker ha escrito una novela para todas las edades porque oye, ya que enganchó a la lectura a un montón de adultos, pues por qué no va a poder hacerlo también con los más jóvenes. Así que nos deja este cuento con misterio, que si eres adulto no debes olvidar está pensado también para el público infantil o se te podría quedar realmente muy corto. Y es que tiene de recuerdo permanente sobre lo especial que es tal o cual personaje, el misterio simple y ese tono levemente condescendiente que nos encontramos en algunos libros con personajes jóvenes que, vistos desde el prisma de un adulto, se basan en el clásico cliché de los niños son más listos de lo que parecen y además no tienen filtro alguno para decir las cosas. Por supuesto, la narradora y el colegio especial son de importancia vital para la narración en sí. El caso es que el libro que comienza con un desastre va enlazando uno tras otro sin abandonar la costumbre de giros y sorpresas mientras yo iba pensando que lo que le iba fallando al libro es la originalidad. Y claro, me topé con la moralina en la que se reflexiona sobre el mundo digital y el real, las personas especiales y tantas otras cosas que parece tener que haber metido con calzador para que la novela encajase con la idea que tuvo de lo que iba a escribir. Porque esa es la sensación que no logré despegarme durante la lectura: la de estar ante un producto prefabricado. Es como si el autor hubiera creado las normas de lo que quería lograr y se hubiera dedicado después a ir rellenando espacios hasta meter todos los ingredientes para poder llegar al epílogo.

     Es cierto que la novela es entretenida y que mantiene ese nosequé que engancha y que posee la pluma del autor, pero si vamos a ponernos serios, la época de pandillas como Los Cinco, ya pasó hace tiempo y ahora si se escriben se hace de una forma más cercana a la vida que llevan los niños hoy. En este caso tengo que decir que la novela tiene a su favor la novedad, la reinvención, que no haya un muerto y que el autor haya decidido salir, como ya hiciera en El tigre, de su zona de confort asegurado. La parte negativa es que, si bien admiro la seguridad en uno mismo, en este caso como en otras lecturas suyas (capitaneadas por una cuyo protagonista es El Escritor), uno tiene la sensación de estar recibiendo un mira que bien lo hago que trasciende al argumento de la propia novela.

     La muy catastrófica visita al zoo es, efectivamente, una novela que puede leer un público muy amplio y que seguramente sea mejor aprovechada por los lectores más jóvenes. Y, si eres un adulto y vas a leerla, descubrirás que te gusta más desde la nostalgia que desde el momento lector.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.


lunes, 16 de junio de 2025

El caso de la víctima silenciada. Pierre Martin

 


     "En el periodo napoleónico, a un asesino le podían condonar la pena de muerte si, en el momento de cometer el crimen, había perdido la cabeza por culpa del mistral. Y si se engendraba un niño en una noche estrellada mientras el fuerte viento provenzal sacudía los postigos, la gente temía que pudiese nacer con retraso mental".

     El desembarco de Isabelle en Fragolín me resultó agradable (podéis ver la reseña aquí), tengo que decir que en gran parte por Apollinaire, por eso me traje a casa la segunda entrega. Hoy traigo a mi estantería virtual. El caso de la víctima silenciada.

      Para quienes no la conozcan Isabelle tenía un puesto importante en París, estaba de hecho a cargo de la seguridad del presidente. Tras un feo incidente que costó la vida a uno de sus hombres y que la dejó herida, se tomó un periodo de descanso en Fragolín, un lugar al que la une su infancia pero al que no ha regresado desde la muerte de sus padres siendo niña. Poco después de llegar, un amigo, y alto cargo del gobierno, le pide que dirija un caso, para lo que la otorgará el cargo de comisaria. Y así es como aparecen las rencillas con la policía local, con la nacional porque ella ha llegado de la nada, y aparece Apollinaire como el torpe ayudante que la envían para que la "desayude".
Y aún así, se quedó.
     En esta ocasión aparece un cadáver salvajemente mutilado que da a entender algo sexual. La comisaria será la encargada del caso, para lo que reclamará en este caso para siempre (gracias Isabelle), a Apollinaire y se ponen manos a la obra. Y sí, también aparece su amigo para solicitar un favor: que permita la envíen a un hombre que se encuentra bajo protección porque es testigo vital en un juicio importante. Y ella, por supuesto, acepta, lo que supone la llegada de un personaje muy particular y que parece difícil vaya a pasar desapercibido. Y con estos dos puntos, tenemos montado el argumento.

     Por supuesto en la novela hay más muertes, hay una investigación en la que irán apareciendo más vecinos, algunos la conocen de su infancia y otros no, y el caso se enroscará y se retorcerá mientras el huésped misterioso le complica la vida a la comisaria (una especie de galán trasnochado con aires de truhán simpático). Y para cuando uno se quiere dar cuenta, se ha terminado el libro como quien ha visto una película de sobremesa. Sin embargo hay que decir que pese a la ligereza la novela contiene una fuerte denuncia social respecto a las agresiones sexuales. Desde las mujeres que viven en poblaciones pequeñas y no denuncian para no ser señaladas, a la denominación de "sobón" que se escuchaba hace unos años normalizando un comportamiento que tiene de todo menos de normalidad. Porque el "ya sabes cómo es" suele cambiar dependiendo de la cercanía del culo que haya tocado. Además, y por si eso fuera poco, el autor deja que el lector decida y juzgue, componiendo de este modo una situación realista en la que se desdibujan los límites de la justicia y también, porque eso es la vida, los del castigo. ¿Quién te dice a ti que si crees que la justicia no hace nada y te la tomas tú por tu mano no va a pensar otra persona exactamente lo mismo del acto que has cometido? Como digo, es interesante. Sobre todo en el quiebro final, del que por supuesto no os hablaré.
     El resultado de todo esto es una novela ligera de esas destinadas a bolsa de playa o piscina porque mantienen el ritmo sin hacer pensar y se disfrutan entre sol y baño. 

     El caso de la víctima silenciada me ha parecido una historia entretenida y, como siempre digo, eso ya es muchísimo habida cuenta de con todo lo que un libro tiene que competir hoy en día.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

miércoles, 4 de junio de 2025

La espada fulgurante. Lev Grossman

 


     "Con la espada bien asida en el guantelete, Collum golpeó con el pomo en el rostro del otro caballero, tan fuerte que dejó marcados los nudillos en el metal oscuro labrado. Aun así, su oponente no dio la menor muestra de tambalearse ni de rendirse ante él. Susurró un juramento e insistió con una patada hacia el tobillo, pero falló, estuvo a punto de caerse, y el otro caballero giró con elegancia y le arreó tal mamporro en la cabeza que le zumbaron los oídos. Habría dado un millar de libras por poder enjugarse el sudor de los ojos, pero tampoco es que las tuviese. Sus posesiones sumaban tres chelines y dos peniques de plata, exactamente".

     Estoy bastante segura de que el tema de los Caballeros de la Mesa Redonda tiene tantos seguidores como detractores, yo estoy entre los primeros, y es que se ha tratado muchas veces en todos los formatos. sin embargo fue leer que Lev Grossman se iba a meter de lleno y querer tener el libro en mis manos. Hoy traigo a mi estantería virtual, La espada fulgurante.

     Conocemos a Collum, férreo admirador de Arturo y los Caballeros de su Mesa Redonda. No puede desear otra cosa que pertenecer a ella, así que decide seguir su sueño e ir a Camelot. El problema es que llega tarde, Arturo ha muerto hace un par de semanas en Camlann sin designar heredero y los caballeros que quedan, que no son precisamente los mejores, parecen un grupo decrépito sin interés en nada y están acompañados de Nimue, una aprendiz que tuvo el mago Merlín. Y, contra todo pronóstico, acogen a Collum. A fin de cuentas Arturo llegó de una forma un tanto peculiar y todos saben en quién se convirtió. El caso es que ahora Gran Bretaña se ha dividido y la magia parece regresar por culpa de Morgan mientras el trono sigue a la espera de ser ocupado. Quizás sea hora de una última misión de los caballeros y tal vez Collum sea vital para el devenir del mundo.

     La novela combina las leyendas artúricas con la mitología británica para dar al lector una novela diferente sobre una historia habitual, con un pie anclado en el género fantástico. Si estamos cada vez más habituados a novelas de este género que recrean mundos medievales, en esta ocasión la historia lo hace por derecho propio ya que las gestas de caballeros son vitales para la historia. El autor, en sus más de 700 páginas, no da tregua al lector en esta historia clásica de niño con un sueño, antihéroe o como cada lector lo quiera ver, que sigue los pasos del que fuera considerado casi un dios, logrando que dudemos de si la historia tal vez vaya a repetirse. Y es que uno de los puntos fuertes de la novela, es el lograr hacer algo distinto con los mismos elementos. 
     Me voy a mover en el pantanoso terreno de intentar contar lo más posible sin desvelar nada y os voy a decir que la primera imagen de los caballeros me pareció francamente divertida. Viejas peleas de viejas glorias que hacen que parezcan todos gruñones, casi caballeros de asilo, a los que llega Collum que parece llevar la intención de hacerles mover el culo. Hasta ahí, bien. Pero es que para ese momento ya hemos tenido dos encuentros que dan el aviso de que estamos ante algo bueno: uno con un caballero extraño y otro con una joven más extraña todavía. Y el viaje no ha hecho más que comenzar. A partir de ahí descubriremos la verdadera cara de Merlín, las luchas internas y externas, el rostro de Arturo y qué pasó con el famoso caballero Lancelot y esos amores de los que todos hemos oído hablar. También tendremos la historia de Bedivere, porque todos los grandes hombres tienen una mano derecha ejecutora, y Bedivere se convierte en el perfecto acompañante que todo lo sabe y todo lo ve.
Los personajes despiertan y se desarrollan negándose a permanecer en los márgenes que todos conocemos, con claroscuros que cambian en función del momento y de los intereses propios, a los que se unen los ficticios que llevan el peso de la narración.

     La espada fulgurante es más que una buena historia, es una novela entretenida con un buen equilibrio entre sus dos voces que me mantuvo pegada a sus hojas y me llevó a un viaje imposible para dejarme con ganas de más. Porque hasta ahora no lo había dicho, pero esta es, evidentemente, una novela en la  que hay un viaje. Y he disfrutado el camino.

     "Hace una hora no era nadie, después fui un héroe y ahora soy un asesino".
     Os presento a Collum, haced buen uso de esta amistad.

     Y vosotros, ¿os gusta la novela fantástica?

     Gracias.

lunes, 2 de junio de 2025

El subastador. Joan Samson

 


     "El fuego se elevaba en un cono perfecto, como suspendido de la voluta de humo que ascendía en línea recta hacia el despejado cielo primaveral. Mim y John sacaban a rastras arbolillos secos de entre la maleza amontonada junto al muro de piedra y los arrojaban a las llamas, y daban un rápido paso atrás cada vez que las hojas secas empezaban a chisporrotear".

     Esa cara que se nos queda cuando nos encontramos con un libro que no es precisamente un secreto pero del que no habíamos oído hablar, es la que se me quedó a mi al encontrarme con este. Hoy traigo a mi estantería virtual, El subastador.

     Nos vamos a los años 70, a Harlowe, New Hampshire. Un lugar tradicional y poco avanzado con apenas electricidad. Allí es donde Dunsmore aterriza y lo hace con la idea de la subasta para apoyar a la policía. Pero esa es solo la primera, luego hay otra, y otra... y Dunsmore pide a la gente del pueblo que done cosas para subastar y, claro, la gente acaba sin tener nada que dar. Pero la policía ahora está mucho mejor y apoya a este hombre que está claro no ha traído nada bueno al pueblo. Deberían de echarlo en realidad. Y seguir como estaban antes.

     Si no vas a leer esta novela con la mente abierta y teniendo en cuenta su contexto de escritura y de escrito, no lo hagas. Y, si os he dicho que está ambientado en los setenta ahora os digo que lo publicaron en el 75. Tal y como explicaría G Hendrix, la novela utilizó el terror que avisaba que la vida rural que la gente creía, esa vida tranquila e idílica, solo era una ilusión. Y por eso, por esa ambientación, puede sentirse la novela como atrasada, ya que la familia central resulta un tanto anacrónica; abuela con problemas de movilidad, menos hijos que la familia numerosa soñada, pocos recursos, menos comodidades y mirando de reojo lo que tienen en la ciudad casi como si hablaran de otro planeta. Por eso las subastas atraen a forasteros que pareciera están comprando cosas de museo. Y es que hay mucho de esa representación rural peliculera que casi parece una secta o una comunidad retorcida anclada en el pasado. Solo que en la novela de Samson lo rural no es lo que da miedo, es lo amenazado. El terror no está basado en una secta sangrienta o costumbres retorcidas. Este terror es forastero, restrictivo y amenazador ya que el lector ve como los habitantes son privados de sus cosas: primero los trastos, luego las que no importan, después las que son más valiosas... y más y más... Lo que aterra es como una sola persona puede llegar y hacerse con el poder hasta lograr que los habitantes pierdan su control y autonomía para decidir. El dominio, el miedo bajo la piel hubiera sido lo fácil. Sin embargo el éxito de Samson es que el miedo lo tiene el lector al ver el conformismo de los habitantes. Hay un libro de LJDH, o tal vez sean varios, en los que los tributos se plantean por qué los distritos no se alzan contra el Capitolio si claramente son muchos más. Ese es el terror real en la novela de Samson, el conformismo o, al menos, el silencio de los habitantes. Les van quitando cosas y "aún así, me quedé".
     Más allá de eso la novela tiene un ritmo pausado que logra hacer sudar al lector y está escrito casi con precisión quirúrgica para lograr una inmersión en la que todo se siente como real. Uno no puede evitar pensar si vivimos algo parecido hoy en día en una retorcida y moderna visión de la alarma que estaba dando la autora y, quizás por eso, por esa capacidad para remover, la novela brilla.

     El terror, el bueno, adopta muchas formas. Y siempre digo que si uno quiere pasar miedo no necesita ver sangre ni llevarse sustos, es el monstruo bajo la cama al que nunca vemos el que nos da más miedo. Porque ese miedo ya lo llevábamos dentro.

     Después de haber comenzado diciendo que no leáis El Subastador si lleváis ciertas ideas preconcebidas solo puedo terminar añadiendo que: para todos los demás, leedlo.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.