"Una descarga le recorrió la espalda cuando golpeó por tercera vez el portón de madera. Sin apenas tiempo para interpretar aquella sensación, escuchó una voz ronca al otro lado de la puerta.
El septuagenario abrió despacio, tan extrañado
como molesto por la intempestiva visita, y el viento racheado y frío del exterior se coló en la vivienda. El anciano en un primer momento ignoró al recién llegado,
entretenido en observar como la lluvia lo mojaba todo
a su alrededor. La actitud distraída duró apenas los segundos necesarios para que el tipo que acababa de llamar a su puerta pudiera verle la cara con claridad. Una
sonrisa de aprobación se le dibujó en la boca".
Hay que probar. Y por eso me hago de vez en cuando con primeras novelas, ya sean o no de autoeditados. Hoy traigo a mi estantería virtual, El balanceo del Alacrán.
Conocemos la muerte de Raúl Barros, empresario armador ya anciano. Un nombre más que conocido en Vigo, no ya por el trabajo que da, que también, sino además por el hundimiento de uno de sus barcos, el Alacrán, en circunstancias que aún están siendo investigadas. Los inspectores Tristán Negreira y Virginia Armada serán los encargados de investigar este asesinato que, al igual que sucede con los barcos, esconde mucho debajo de la superficie.
Fernán López nos deja en esta novela una historia entretenida de esas de asesinato en la primera página, cuya historia se ramifica en una causa presente, la típica lucha de poder, y una pasada, el hundimiento de un barco en circunstancias cuanto menos cuestionables. Esta parte, la del hundimiento y el lugar marcado por la mar, me ha recordado no solo al ambiente en el que he crecido, también a muchas noticias leídas, por desgracia, con demasiada frecuencia. Me ha gustado además que el autor no necesita a inspectores/as que sean cojos, tuertos o con tres orejas para despertar el interés del lector en sus personalidades (gracias y a ver si pasa la moda, que uno empieza a tener ganas de saber cómo sería una eventual foto policial de cualquier cuerpo y comunidad autónoma). No solo eso, sino que realiza una buena presentación de los personajes para esta novela que nace, posiblemente, con vocación de saga, como casi todas hoy en día. El autor no escatima en recursos, y la novela incluye mafia, policías de dudosa reputación, un comisario cabezota y abogados un poco "de aquella manera". Todo listo para hacer pasar unas horas entretenidas a los lectores con una trama que, por una vez, se aleja de los lugares comunes para explorar una zona nueva. Tengo que decir que en este punto me ha parecido particularmente interesante el personaje de Casto Pazos, tanto por su profundidad como por la complejidad de sentimientos que presenta él y su entorno, de forma que enriquecen la narración.
El balanceo del Alacrán es una novela entretenida pero también para leer con calma y poder disfrutar de las distintas aristas que el autor ha presentado. Tiene, por supuesto, una sorpresa final como corresponde al género y, para quienes tengan curiosidad, un cierto aire a Gellida en sus primeros libros.
Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias.

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