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lunes, 27 de junio de 2022

El amor de Erika Ewald. Stefan Zweig

 

 

     "Erika Ewald entró despacio, con el paso cauteloso y quedo de quien llega demasiado tarde. Su padre y su hermana ya estaban dentados a la mesa comiendo; al oír el ruido de las puertas levantaron la vista para saludar fugazmente con la cabeza a quien entraba, luego no se oyó más que el ruido de los platos y el tintineo de los cuchillos a través de la habitación débilmente iluminada".

     Hace muchos años que leo a Zweig. He dado vueltas incontables para lograr una firma suya subasta tras subasta y, en definitiva, es una constante en mi biblioteca. Así que os podéis imaginar la alegría con la que recibí este título ya que implicaba que además se habían tomado la molestia de buscar un título. Hoy traigo a mi estantería virtual, El amor de Erika Ewald.

     Erika toca el piano, es pianista, profesora, es... aburrida. Y durante unos ensayos se enamora del pianista con el que se ve inmersa el amor inicialmente platónico de quien se ve atraído por quien uno cree que comparte todo. Del platonismo pasamos al deseo y Erika entra en un momento obsesivo en el que ni siquiera la separación hace que olvide al violinista.

     Zweig tiene biografías maravillosas, entre las que incluyo Momentos estelares de la humanidad como la biografía de un colectivo, de una época y luego está su faceta de novelista, en la que sus personajes desarrollan pasiones obsesivas marcadas por el amor o por la supervivencia. En este caso, Erika es la elegida para vivir el amor romántico hasta sus últimas consecuencias. Destila drama desde las primeras páginas y, pese a estar ante un cuento corto, Zweig tiene tiempo de regalar al lector una tragedia completa en la que la protagonista se ve marcada de por vida. Una protagonista que despertará sentimientos diferentes en el lector que acaba por sentir lástima sin darse cuenta de que ha sido manipulado por la pluma del escritor. Zweig profundiza en los sentimientos de Erika hasta lograr ponernos de su lado perdiendo la objetividad necesaria para valorar su reacciones e incluso sus interpretaciones. No somos conscientes, pero lo somos, de sus sentimientos y de como estos pueden nublar su juicio hasta el punto de volver la vista atrás por un instante y replantearse una decisión que vimos como adecuada.

     Zweig me gusta porque es intenso y, si bien esta no es su mejor historia, destila esa característica suya en cada palabra logrando que sus personajes sangren sentimientos y vivan cada momento y cada pasión. Por eso uno cierra el libro con el juicio terminado sabiendo lo que opina de la pianista y el violinista como si hubiera pasado con ellos una larga temporada.

     El amor de Erika Ewald es un cuento largo o novela corta que viene marcado por lo mejor del autor: sentir intensamente.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

lunes, 22 de julio de 2019

Stefan Zweig, La tinta violeta. Jesús Marchamalo


     "Ojalá puedan ver el amanecer después de esta larga noche. Yo, demasiado impaciente, me voy de aquí antes que ellos".

     Hace ya muchos años que sigo libro a libro, programa a programa, columna a columna, todo lo que escribe Jesús Marchamalo. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Stefan Zweig, La tinta violeta.

    Dice Marchamalo en esta última entrega de su colección de biografías ilustradas, que Zweig escribía cartas con tinta violeta en unas cuartillas de papel grueso encabezadas por un monograma por sus iniciales. Y yo, caprichosa de las plumas y también de las tintas, juego a imaginar cómo serían esas misivas que enviaba el ilustre escritor. De ahí viene el título de este libro, que no busca ilustrar al lector descubriendo cosas nuevas, aunque yo me haya encontrado con alguna sorpresa cuando habla de su particular coleccionismo musical.

     Ilustrado por Antonio Santos, nos entrega Nórdica en este pequeño tesoro un homenaje sentido con una adjetivación casi lírica de ritmo pausado y admiración apenas contenida, en una suerte de tête à tête de escritor a escritor. Y es que, si existen las grandes biografías, sesudas y minuciosas, también queda espacio para este otro ejemplo, no menos cuidado y minucioso, de conocimiento del homenajeado. A fin de cuentas, quién iba a escribir mejor las Memorias de un europeo que el propio autor que ya se recreaba en este Mundo de ayer para hablar de otra época. Y aquí también lo hace Marchamalo, deja un camino de semillas que se pueden recoger, que comienzan con un nacimiento y un incendio y nos llevan por un mundo casi aristocrático para terminar hundiéndose en una Europa teñida de negro y rojo sin olvidar pasar por aquellos balnearios en los que se intercambiaron cartas. De hecho, recuerdo una a propósito de la novela "rusa" de Roth. Al final, y aunque yo haya comenzado reproduciendo la única parte del libro atribuible a Zweig y no al autor, encuentra uno tantos datos en esta suerte de panegírico sin fecha, que no puede evitar ir dejándose llevar por el tono y sintiendo ese pesimismo que el protagonista dejó que le arrastrase hasta sus últimas consecuencias.

     ¿Qué más decir? Hablar quizás de unas ilustraciones sencillas, que no compiten con el texto y que precisamente por eso llaman la atención y obligan a hacer una segunda lectura solo formada por imágenes.

    Vuelvo con un tesoro de dimensiones reducidas, en este caso de Zweig, pero existen otros escritores que han pasado ya por las manos de Marchamalo, todos ellos recomendables a modo de pequeños canapés literarios. Personalmente, del libro que hoy os traigo, me quedo con la magnifica descripción del escritor.

     "Era educado, cortés, mirada inquieta, y en su rostro, tez clara y gesto relamido, destacaba un flequillo lacio sobre la frente y el bigote poblado, grave, de una formalidad administrativa".
Fue leer esto y pensar: sí, este es mi particular Stefan Zweig.

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

jueves, 15 de marzo de 2018

Viaje al pasado. Sefan Zweig


     "-¡Ahí estás!
     Con los brazos extendidos, casi se podría decir quea biertos de par en par, salió a su encuentro.
     -¡Ahí estás! -repitió de nuevo, y su voz recorrió esa escala que asciende cada vez más luminosa desde la sorpresa hasta la absoluta felicidad, mientras miraba la figura de la amada, rodeándola de ternura-. ¡Ya empezaba a temer que no fueras a venir!"

     De vez en cuando descubro un título de algún escritor cuyas obras completas ya pensaba conocía y eso se convierte en motivo de celebración y nerviosismo. Me compro el libro y lo tengo en mi casa dos o tres días, sobre una mesa, sin abrirlo, para simplemente mirarlo y disfrutar anticipadamente de lo que me espera. Casi seguro que lo leo en sábado, que tengo más tiempo y menos ruido. O el viernes por la noche, quizás, si no tengo otro plan. Finalmente llega el día elegido y desde por la mañana me paseo por delante, rozándolo a veces, hasta que llega la hora señalada y el mundo desaparece y solo estamos el libro y yo. Hoy traigo a mi estantería virtual, Viaje al pasado.

     Un hombre y una mujer se encuentran tras diez años de separación. En su día, el hombre de humilde origen, trabajaba en la casa del adinerado matrimonio al que ella pertenecía. Las circunstancias, la propia guerra les separó, y ahora vuelven a encontrarse.

     Viaje al pasado, cuyo título pudo ser Resistencia de la realidad, es una novela corta o relato largo de Zweig que uno puede leer en una o dos tardes sin más esfuerzo. De hecho le falta un suspiro para llegar a las cien páginas, y eso en un momento en que parece que están de moda los libros extensos, se agradece. Sobre todo si es uno de esos libros que uno lleva consigo para leer en las esperas y los transportes públicos. La novela, quizás menos depurada que otras del autor, comienza cuando la pareja se reencuentra. Y ahí viene la gran trampa: el lector podría esperar que se tratara de una historia de amor.  A fin de cuentas, parece que incluso en mi más que escueta sinopsis yo he hablado únicamente de amor, ¿verdad? Volved a leer la sinopsis que puse. Poned un poco de atención.

     Viaje al pasado es una novela sobre el paso del tiempo y la huella que este tiempo deja en las personas. Y también es una historia de recuerdos, de pasiones vividas y el afán o la necesidad de recuperarlas. El tiempo es algo constante, jamás se detiene, y las personas nos formamos poco a poco de cada detalle vivido. Quizás por eso choque alguna escena de las que Zweig incluye en el libro, sobre todo si hemos llegado esperando una historia de amor. Quizás la emoción de ese encuentro se deba más al recuerdo, acaso idealizado, de dos personas que se amaron y cuya pasión late de forma diferente durante el tiempo que se buscan. Los amores cambian también con el paso del tiempo, y eso no significa que se destruyan, solo cambian. Y si Zweig sabe de algo es de sentimientos. No necesita almibarar sus narraciones para que los lectores comprendamos perfectamente lo que nos quiere expresar, ya sea el enamoramiento platónico que puede que hayamos vivido, o el cautiverio que busca la libertad en un juego que acaba siendo una nueva cárcel. No es relevante si lo hemos vivido, lo importante es que lo comprendemos, lo sentimos en las palabras del autor. Y lo mismo sucede en esta novela que viene marcada con la impronta agridulce a la que sus lectores habituales ya estamos acostumbrados. Toda su obra tiene un regusto amargo, como si no pudiera evitar darnos en el hombro y decirnos: "¡Eh! Pero no olvides quien soy, nadie como yo para saber que la vida no es un cuento de hadas".  Y nosotros, los lectores, aún así seguimos leyendo y cerramos el libro pensando que lo bello no ha de ser necesariamente bonito.

     Me ha gustado Viaje al pasado. No es mi título favorito del autor, eso está claro, pero me gusta sumergirme en sus historias. Hay que leer algo de Zweig. Siempre. Y luego, decidir.

     Stefan Zweig es uno de esos escritores que uno descubre en un momento determinado, posiblemente con Mendel el de los libros o con Novela de ajedrez, y tiene la sensación de haber encontrado un tesoro. Entonces decide compartirlo con el mundo y descubre que todos lo conocían pero, por algún motivo, uno no lo había descubierto hasta ese día. Y a partir de ahí, de repente, lo encuentra por todas partes y siempre rodeado de buenas palabras, de elogios realizados por lectores de todo tipo. Casi pareciera una moda o un slogan: a todo el mundo le gusta Zweig. Solo que parece real, parece que es cierto que le guste a todo el mundo. O decidme, ¿os gusta Stefan Zweig?

     Gracias.

martes, 11 de noviembre de 2014

Amok. Stefan Zweig




     "- Aunque, espere...quizá sí que pueda explicárselo... ¿Sabe qué es el amok?
     - ¿Amok?... Creo que se trata de... una especie de embriaguez entre los malayos.
     - Es más que una embriaguez..., es una locura, una especie de rabia humana..., un ataque de monomanía homicida, insensata, que no se puede comparar con ninguna intoxicación alcohólica..."

     Siempre es un placer volver a las letras de Zweig, a sus pasiones, a sus obsesiones, a su Europa. Por eso, también es un placer decir que hoy traigo a mi estantería virtual, Amok.

     En el relato Amok o El loco de Malasia viajamos en un barco de Asia a Europa en 1912. El barco, el Oceanía, está atestado de gente, así que acompañamos al protagonista y narrador en un pequeño cambio de rutinas buscando la tranquilidad que otorga la soledad; decide dormir por el día y subir a la vacía cubierta nocturna. Allí conocerá a un hombre que, presa de una terrible obsesión, le desgranará su historia durante las largas horas de una de esas noches.
   
      Zweig es un autor al que gustaba servirse de secretos y obsesiones para desentrañar la psicología de sus personajes, muchas veces colocados por decisión propia en situaciones extremas. En este caso será un médico de Leipzeg quien sufrirá esa obsesión, a la que pone el nombre de Amok y tiene formas de secreto entregado por una mujer. Conseguirá en apenas un puñado de páginas que nos sentemos a su lado, como el improvisado oyente, y compartamos sus reflexiones. Primero su curiosidad por el hombre silencioso que parece ocultar algo, necesidad de empujarlo a hablar, y después nos hará testigos de su historia. Una historia que derrama en forma de torbellino de palabras elegidas con cuidado para no resultar almibarado ni exagerado, pero sí elocuente en los sentimientos de lucha interior. Amok no es una historia basada en el simple amor romántico, sino mas bien en la propia integridad, la fortaleza o debilidad  y la convicción de ser fiel a uno mismo. Y también sobre el peso del conocimiento. Construye así un relato que va ganando terreno al lector, se apresura y lo contagia con la historia, o tal vez lo contagia de la historia. Porque eso es lo que destaca en las novelas de este escritor, que sus letras son contagiosas y sus obsesiones compartidas. Y quizás es por eso por lo que vuelvo a sus títulos una y otra vez.

     Zweig nunca ha necesitado extenderse más que lo justo para hacernos partícipes de sus historias desprovistas de florituras para alcanzar mejor así al testigo de lo que nos relata. Y aquí no es una excepción. Quizá por eso he elegido un libro de relatos y me he limitado a hablar del que le da nombre. Porque todos ellos merecen la pena ser leídos, pero sobre todo, merecen la pena para ser descubiertos casi por casualidad y así poder sentir que se ha encontrado un tesoro sin importar que ya lo hicieran antes miles de lectores.
     Una mujer, un oficial, un médico, un estudiante, un esposo... todos ellos tienen su historia y ante todos ellos nos pararemos con ese toque amargo que destilan las vidas de Zweig, impresionados. Amok es una joya para los que disfrutamos con las letras del autor y una buena forma de conocerlo para quienes aún no se hayan decidido a hacerlo.

      No cabe duda que Stefan Zweig es un nombre más que reconocido en el mundo de las letras y que, además, está llegando cada vez a más público. Y vosotros, ¿ya habéis leído algo de Stefan Zweig o tenéis más o menos decidido por dónde empezar?

     Gracias

     PD. Debido a problemas técnicos estaré un par de días sin poder actualizar el blog. Voy a ver si me encomiendo a Santa Tecla, que me parece el nombre muy adecuado, y se soluciona pronto.

lunes, 14 de abril de 2014

El mundo de ayer. Stefan Zweig



     "Nací en 1881, en un imperio grande y poderoso -la monarquía de los Habsburgos-, pero no se molesten en buscarlo en el mapa: ha sido borrado sin dejar rastro. Me crié en Viena, metrópoli dos veces milenaria y supraracional antes de que fuese degradada a la condición de ciudad de provincia alemana. En la lengua que había escrito y en la tierra en que mis libros se habían granjeado la amistad de millones de lectores, mi obra literaria fue reducida a cenizas. De manera que ahora soy un ser de ninguna parte, forastero en todas; huésped, en el mejor de los casos. También he perdido a mi patria propiamente dicha, la que había elegido mi corazón, Europa, a partir del momento en que ésta se ha suicidado desgarrándose en dos guerras fratricidas."

     Hay autores que no me canso de recomendar y uno es este que os enseño hoy. Me gusta su estilo, la facilidad para transmitir sentimientos en sus palabras, la extensión medida de sus obras que hace que no se tenga nunca la sensación de leer "relleno". Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, El mundo de ayer.

     Decir que el libro que hoy traigo es una biografía es quedarse corto. Zweig nos regala aquí un relato de toda una generación ya que le importa más el contexto de su vida que los detalles de la misma. Vemos así los momentos de prosperidad previos a la Primera Guerra Mundial, y el primer golpe de los dos que recibiría Europa. Zweig nos desgrana una Europa firmemente ligada a la cultura, no en vano fue un hombre que vivió impregnado de ella, nos habla de su vida en el periodo entreguerras y luego su situación de judío ante la Segunda Guerra Mundial. Lo acompañaremos en su paso de autor más vendido a ver su obra quemada en Alemania y no podremos evitar sentir que es la propia Europa la que está en decadencia.

     Comenzaba diciendo que encarar esta lectura pensando que estamos ante una biografía es limitarla. Y así es. Escrita poco antes de su suicidio, es cierto que Zweig nos va desgranando su vida, su educación, su pasión por el mundo cultural y como, por ejemplo, le gustaba coleccionar autógrafos de sus autores más admirados. Pero no trata simplemente de eso. Lo que hace es recoger el testigo de una generación que vivió una época que marcaría la historia contemporánea. Vivió en primera persona la fragmentación y las consecuencias de dos guerras hasta el punto de tener que huir de Hitler en la segunda, y nos deja el testimonio de un hombre herido por la historia. Tampoco olvida los avances, si fue un siglo de guerras también lo fue de avances en la ciencia y la tecnología, casi de auténticas revoluciones. Y nos hace de este modo pensar en nuestra propia generación y los momentos que nos toca vivir.

     Zweig no escribe invitando al odio o al desprecio pese a algunos momentos que relata, sin embargo no puede evitar dejarse llenar de tristeza o nostalgia de ese mundo que lo vio nacer y así lo vive el lector en la maravillosa experiencia que supone sentarse escuchar a este hombre cuya vida estuvo repleta de acontecimientos.

     Por si aún no os habéis dado cuenta, os recomiendo firmemente la lectura de El mundo de ayer. Como curiosidad, como experiencia gratificante, para conocer a Zweig o para conocer un poco de la historia más reciente. O por todos esos motivos juntos.
     Y vosotros, ¿Con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias

     PD. Por si seguís con dudas por eso de biografía, que tanto asusta a muchos lectores, os dejo una frase del propio libro:

     "Jamás me he dado tanta importancia como para sentir la tentación de contar a otros la historia de mi vida."

miércoles, 24 de abril de 2013

Carta de una desconocida. Stefan Zweig




     "Sólo quiero hablar contigo, decírtelo todo por primera vez. Tendrías que conocer toda mi vida, que siempre fue la tuya aunque nunca lo supiste. Pero sólo tú conocerás mi secreto, cuando esté muerta y ya no tengas que darme una respuesta; cuando esto que ahora me sacude con escalofríos sea de verdad el final. En el caso de que siguiera viviendo, rompería esta carta y continuaría en silencio. Igual que siempre. Si sostienes esta carta en tus manos, sabrás que una muerta te está explicando aquí su vida, una vida que fue siempre la tuya desde la primera hasta la última hora."

     Ya lo he comentado alguna vez, Zweig es de mis apuestas seguras. No en vano es, o poco le falta, el autor que más veces asomó por mis estantes ya sea en novela, biografía o, en el libro que hoy traigo, género epistolar. Hoy traigo a mi estantería virtual, Carta de una desconocida.

     En esta ocasión Zweig se mete en la piel de una mujer enamorada hasta la obsesión de una persona que desconoce sus sentimientos. Poco a poco va desgranando como idealiza un amor que siempre ha sido platónico hasta convertirse en un sentimiento melancólico y triste.

     Siempre digo que las historias de amor me cuestan. Y así es. Me cuesta decidirme a empezarlas, porque normalmente no me meto en ellas con la suficiente convicción. Hasta que llega Zweig y consigue que las letras duelan en menos de cien páginas. tiene esa mala costumbre. Terminar sus libros demasiado pronto para así conseguir que corra a buscar otro. Como siempre es una historia sencilla, sin grandes complicaciones ni giros increíbles a la hora de terminar. Tampoco lo necesita para que conozcamos los sentimientos de la protagonista a la que, poco a poco, vamos comprendiendo incluso dentro de su obsesión por ese amor. Es difícil no hacerlo cuando se escribe tan bien. Nos va llevando poco a poco con un ritmo suave y cercano, sencillo, como una confidencia. Y cuando nos queremos dar cuenta las letras nos emocionan porque no puede ser de otra forma.

     Hoy os propongo una historia de una mujer solitaria, un amor idealizado y un final... inolvidable. Un libro precioso en el que se invierte apenas una hora pero cuyo recuerdo queda durante meses indeleble en la mente del lector. Un imprescindible en mi biblioteca desde hace años.

     Y vosotros, ¿qué estáis leyendo esta semana?

     Gracias

miércoles, 20 de junio de 2012

Mendel el de los libros. Stefan Zweig



     "Precisamente yo, que debía saber que los libros sólo se escriben para, por encima del propio aliento, unir a los seres humanos, y así defendernos frente al inexorable reverso de toda existencia: la fugacidad y el olvido”

     Decir a estas alturas que Zweig es uno de mis autores favoritos creo que sobra. Su vida, de la que ya he hablado en este blog y su obra, me parecen fascinantes en ambos casos. Poco a poco, tras haber descubierto su Novela de ajedrez me he ido leyendo cuanto caía suyo en mis manos y, pese a que aún no me he metido en sus biografías en el blog, en las que me parece que sobresale, traigo hoy uno de sus títulos más representativos. hoy traigo a mi estantería virtual a Mendel el de los libros.


     Os presento a Mendel, un judío de procedencia rusa que lleva tres décadas viviendo en Austria. Su vida se dibuja a través de los libros que han pasado por sus manos y, son tantos, que historiadores, estudiantes y eruditos acuden a él. todo el mundo conoce a Mendel y lo que les puede proporcionar y Mendel sólo conoce los libros ajeno a un entorno cambiante con el paso de  los años. Sin embargo su vida cambia drásticamente cuando la policía alemana intercepta correspondencia entre un librero francés y un hombre al que llaman Mendel el de los libros.


      Para mí una de las mejores cosas que tiene este autor es que no me ha fallado nunca. Se que en sus libros me voy a encontrar un estilo sobrio y conciso cargado de matices.No hay argumentos complejos con vueltas de tuerca a una historia que nos resulte incomprensible, sino que se basa en historias sencillas. No busca tampoco una gran prosa llena de figuras que embelesen al lector con el uso de la palabra, sino a modo de gran boceto representarnos a sus personajes con apenas unos firmes trazos y que ellos nos acompañen por sus vivencias. Y tal vez Mendel es uno de sus ejemplos más claros. En una mesa de un café cualquiera, en este caso el Gluck, se nos va dibujando la figura del librero, esta persona que atesora conocimientos que pueden verse perdidos en el abismo de la vida y el olvido que nos va atrapando a todos una vez desaparecemos.

     Zweig nos trae una vez más un relato largo o novela corta, en apenas cincuenta páginas consigue emocionarnos con este relato. Al menos a mi me consiguió emocionar con la figura de este librero del que nos dice que lee libros como los devotos rezan, los ludópatas juegan o como los borrachos... bueno, mejor descubridlo vosotros mismos. Nunca la historia de una obsesión se presentó de forma tan hermosa, sentado delante de sus amarillentas páginas, meciendo su cuerpo con concentración y ritmo casi hipnóticos nos lleva a través de sus páginas por un mundo que no le interesa porque no aparece plasmado con tinta. Pero todo tiene un precio y Mendel no se ha dado cuenta de que es un inmigrante sin servicio militar ni papeles, jamás le importó hasta que dió con sus huesos en un campo de concentración. Y vivimos esa acusación junto a él viéndola en toda su dimensión cruel e injusta, porque Mendel ya nos ha ganado el corazón y sabemos que no merece ese destino. Y nos emociona sin remedio la vida de este hombre.

     Hace unos días os preguntaba en qué historia os gustaría entrar. Hoy voy a cambiar un poco mi pregunta para saber en qué lugar os gustaría poner un pie para poder verlo de forma real e, inclinando luego un poco la cabeza, percibirlo con los ojos con los que os lo enseñó el autor. En mi caso está bastante claro, me gustaría poner un pie en el café Gluck en Austria, y girando la cabeza un poco, entornar los ojos en la mesa de la izquierda, esa sobre la que recaen más sombras del local, y poder vislumbrar un instante a Mendel. Ahora que me fijo... lo veo encorvado ligeramente sobre sus papeles. Mejor no digo más, creo que está leyendo y no me gustaría interrumpirlo. A fin de cuentas... os lo acabo de presentar, no perdáis la oportunidad de conocerlo.

     Y a vosotros, ¿qué lugar os gustaría descubrir con vuestros propios ojos?

     Gracias

domingo, 13 de noviembre de 2011

La impaciencia del corazón. Stefan Zweig




     “Hay dos clases de piedad. Una, débil y sentimental, que en realidad sólo es impaciencia del corazón para liberarse lo antes posible de la penosa emoción ante una desgracia ajena, es una compasión que no es exactamente compasión, sino una defensa instintiva del alma frente al dolor ejeno. Y la otra, la única que cuenta, es la compasión desprovista de lo sentimental, pero creativa, que sabe lo que quiere y está dispuesta a aguantar con paciencia y resignación hasta sus últimas fuerzas e incluso más allá.”


     De los que pasáis por aquí, muchos ya conocéis mi pasión por Zweig. Allá donde veo un libro suyo entro a comprarlo o a comentarlo si ya lo he leído. Un autor que conocí con la magnífica Novela de ajedrez, reseñada en los albores del blog, y que me ha ido apasionando página a página a lo largo de sus libros. Si tuviera que recomendar sólo uno, no sabría por cual decidirme y acabaría dudando en lugar de responder. Así que mucho me temo que irán pasando todas sus obras por este rincón. Hoy le toca a La impaciencia del corazón.

     Conocemos en este libro a Anton Hofmiller, teniente en la Gran Guerra, al ser invitado por un magnate húngaro a su castillo. Cuando llega allí la hija paralítica del magnate se enamora del oficial, quien no puede hacer otra cosa que compadecerse y acabará jugando con ella.

     Es un libro complejo que utiliza todos los sentimientos posibles  para mostrarnos al ser humano en toda su dimensión. Hace falta leerlo despacio, nos hace pensar en lo que está pasando y plantearnos el carácter de la sociedad que no sólo permite sino que provoca un determinado tipo de comportamientos en las personas.
     Zweig juega con maestria con el concepto de la compasión, la real y la fingida y las consecuencias de ambas. No por ser pura la primera deja de meternos en situaciones totalmente asfixiantes. Ni por ser mala la segunda resulta menos beneficiosa para el espíritu. Utiliza para ello el personaje de la joven inválida, pero la despoja del dramatismo propio de este tipo de obras, no se trata de dramatiza momentos sino de mostrar situaciones alejadas de los ideales de la calidad de las personas. Hay que enseñar la dimensión real, radiografiarla. Por eso el título de la obra ya da una muestra de enfrentamiento entre mente y sentimientos.

     Tal vez el personaje del doctor sea el que más sentimientos despierta en el lector, un hombre lúcido y bueno de verdad que lejos de considerarse un damnificado por la vida, se siente afortunado por "lo que vive". Es de su mano casi de la que recorremos los caminos de la piedad, la honradez y, en un último caso, la vía hacia la desesperación.

     Si me preguntan a mí, un libro magnífico e imprescindible de un autor cuyo nombre debería escribirse con mayúsculas. Os contaré para terminar que se suicidó en Petrópolis junto a su esposa, desesperado ante la perspectiva del futuro de una Europa que temían ver dominada por un nazismo llamado a extenderse por todo el planeta. Dejó escritas estas palabras:
     "Creo que es mejor finalizar en un buen momento y de pie una vida en la cual la labor intelectual significó el gozo más puro y la libertad personal el bien más preciado sobre la Tierra."


     Por suerte para nosotros, no  fueron las únicas palabras que nos dejó.

     Gracias