lunes, 20 de noviembre de 2023

Los comienzos. Antonio Moresco

 


     "En cambio, yo estaba cómodo en aquel silencio".

     Me gustan las cosas complicadas, que me hacen pensar, los retos. Me gustan ese tipo de libros, de personas, de cosas... Por eso hoy traigo a mi estantería virtual, Los comienzos.

     Hablar del argumento de este libro sin desvelar las sorpresas, sin que parezca un trabajo arduo en lugar de un viaje inolvidable, va a estar complicado. Hablaré pues de un libro que se divide en tres partes diferenciadas y que cada una de ellas va a dar una experiencia totalmente diferente al lector. En la primera parte tenemos a un protagonista sin nombre que ha hecho voto de silencio. Sabemos que es seminarista en algún tipo de monasterio más o menos aislado de Italia. Sabemos también que el lugar en el que reside está en un alto ya que mira encantado las luces del pueblo que ve más abajo, porque mientras él mira las luces, nosotros leemos su mente. El protagonista mira velas, mira reflejos, mira personas, mira su propio cuaderno en el que se anota. Una visita al monasterio había sido novicio, otro parece un marrullero. Sale del monasterio. Pasan cosas. En esta novela siempre pasan cosas, se cruza gente, pájaros, abejas... Y cuando el lector se quiere dar cuenta, el que observa es él.

     Tras el silencio llega la segunda parte, la historia (solo quienes lo lean me entenderán al nombrarlo así). Estamos en una zona pobre. Lugares sin gente. Política de a pie. Revolución. Ciudades ficticias, lugares, vivencias posiblemente soñadas, absurdas o exageradas. Fascinantes en cualquier caso. No necesariamente creíbles o comprendidas en su totalidad hasta que no han finalizado. Forma parte del juego de Moresco decirle al lector si se ha creído o no justo lo que acaba de leer y que no siempre coincida con la percepción que éste tenía en el momento de la lectura. Si eso te sucede has caído, te ha hecho partícipe del libro y ahora ya no lo vas a dejar. No a la novela, has superado la mitad y ya no ibas a dejarla, lo que no vas a dejar es de leer a Moresco. Los dos lo sabemos.

     Finaliza con la metaliteratura en Milán con el paso del cometa Halley en un momento en el que eso era noticia porque la ciencia o tal vez la tecnología no le decía a la gente que pasan cometas todos los días. Resulta que aquí el protagonista, el mismo durante todo el libro, se retuerce y es escritor y lo que ha escrito bien podría ser el libro que está leyendo el lector. Se da cuenta cuando al ser rechazado el motivo que dan es que es un manuscrito desconcertante. Pero un personaje ya aparecido es el Editor y tiene sentido porque... bueno, porque en realidad las cosas hace tiempo que comenzaron a tener sentido. El Editor rehuye pero dice sí y es que esa es una palabra importante en esta novela, aunque aquí no sea verosímil debido a cómo actúa.

      La novela termina y la sensación es de viaje, de vacaciones disfrutadas y llegar a casa cansado, sudado y con restos de emoción. Podrían decirse más cosas pero sería estropear el camino. Hay una mezcla entre lo real y lo que no lo es que recuerda a tantas obras que escaparon de la tela del mundo. Y no he hablado de personajes reales que aparecen en el libro, muertos todos, reconocidos, inolvidables. Necesitaría tres entradas, una brújula y algo de beber para contarlo todo. Agua, porque estoy con resaca de esta lectura.

     Los comienzos no es un libro fácil pero es un viaje poderoso. Si alguien me pregunta si merece la pena yo digo que sí. Quien lo haya leído sonreirá en este momento pensando "el cuarto". 

     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?

     Gracias.

     

3 comentarios:

Margari dijo... [Responder]

Pues si dices que merece la pena este viaje, me apunto. No me sonaba de nada.
Besotes!!!

Paseando entre páginas dijo... [Responder]

Me gustan las novelas que se salen de lo corriente y que suponen un reto, pero en este caso, lo veo demasiado extraño como para que termine de llamarme la atención.

Anónimo dijo... [Responder]

Me atrae muchísimo este libro, me parece muy interesante pero me echa para atrás que mi cabeza no esté a la altura y no terminar de degustarlo del todo.