sábado, 23 de diciembre de 2023

Felices Fiestas y un espumillón




      Hace ya días que cualquier sitio al que miremos está lleno de símbolos navideños. Bien sea un árbol, un pesebre, Santa Claus que suben por cuerdas en posturas imposibles y Reyes Magos repartidos por todas partes.

     En el mundo cibernético lo que vemos son felicitaciones y alusiones a leyendas varias, orígenes o bromas más o menos conocidas sobre estas fechas. Tras pararme a pensar un momento sobre la forma en que podía darle un toque navideño a mi estantería virtual, he decidido contar el origen de uno de los elementos que estoy seguro no falta en ninguna casa. Nadie se fija demasiado en él salvo por lo mucho que mancha, pero todos lo colocamos y en todas las tiendas se ve. El espumillón.

     Parte de la una leyenda alemana antiquísima llamada La araña de la Navidad.

     Cuentan que hace muchos muchos años, una casa cualquiera de este frío país, estaba preparando las fiestas. Al igual que en todas las casas, cada celebración viene precedida de una ardua limpieza, llevada a cabo por la madre en nuestra pequeña casa. Tanto afán puso esta mujer en limpiar, que sacó una escoba bien larga, para poder llegar a los más altos rincones de la casa. Aquellas zonas encima de los armarios en las que sólo se limpia una vez al año y se acumulan el polvo y las telas de araña.  Y lo hizo bien, y todas las arañas de la casa se vieron privadas de sus hogares, así que, para no ser aplastadas, se vieron obligadas a huir al desván.
   
     Y llegó la Nochebuena y la familia se reunió junto al árbol para decorarlo con las figuras que habían ido pasando de generación en generación, la casa reluciente, y todo el mundo con el corazón cálido y las sonrisas en la cara. Bueno, no todo el mundo... las arañas estaban tristes por no poder asistir a la celebración y heladas por su confinamiento en la única zona de la casa que no poseía chimenea. Así que la araña más vieja, les sugirió que se asomasen por una grieta de la pared al salón, para así calentarse y ver la llegada de la Navidad. Fueron acercándose hasta colocarse en las rendijas de la puerta, se veía mejor, y llegaba el calor mucho más directamente. Pero la puerta se abrió, y asustadas, se vieron obligadas a huir para esconderse... ¿dónde? Pues en el árbol. Allí estarían a salvo de la temida escoba.
     Esa noche no se atrevieron a moverse más, y Santa Claus bajó por la chimenea y las encontró allí acurrucadas. Tras el susto inicial, se apenó de las pobres arañas pensando en lo que haría la madre de la casa al encontrarlas allí, así que, usando un poco de su magia, golpeó la base del árbol convirtiéndolas en tiras brillantes y luminosas.

   Desde entonces, en Alemania se empezaron a decorar los árboles con espumillones y en las casas en las que aún se recuerda esta leyenda, se esconde entre las ramas una pequeña araña brillante.

     Disfrutad de las fiestas.


3 comentarios:

Memphis dijo... [Responder]

Hola :)
No conocía la leyenda pero me ha parecido muy tierna
un beso

Emilio Manuel dijo... [Responder]

Como dijo aquel lema "con libros más libres". Feliz Navidad.

Paseando entre páginas dijo... [Responder]

Pues no conocía la leyenda