El Booker tiene la mala costumbre de dejarme grandes lecturas, como La historia de Shuggie Bain, así que, pese a las opiniones encontradas, al final no he podido resistirme. Hoy traigo a mi estantería virtual, Orbital.
Conocemos a Pietro, Chie, Shaun, Nell, Roman y Anton. Todos ellos son astronautas y cada uno tiene su misión particular, además de las rutinas propias de la nave como anotar sus cefaleas. Se encuentran en una órbita cercana, en la que van a pasar 6 meses. Y en esa órbita, en la estación espacial, dan 16 vueltas diarias al planeta Tierra. La novela nos acercará uno de esos días.
Y básicamente, eso es todo. 16 vueltas, 16 capítulos, 6 tripulantes y una gran capacidad de observación y reflexión es lo que ha ganado este año el Booker. Si me sorprendió pensar que había ganado una novela de género, realmente no debería de haberlo hecho ya que no es tal. La Tierra es fascinante, la miran mucho, nos explican lo que ven... con un tono de extasiada maravilla. Los astronautas se cuidan, no solo observan, también hacen ejercicios, hablan y tienen sus propias historias. Pero sobre todo, lo que a la autora parece importarle, es que tienen ojos y por dónde mirar. Las nacionalidades no dan tanto juego como yo esperaba, seamos sinceros, uno ve que hay dos rusos y espera una trama que sea más que mirar por una ventana u otra, pero parece que esto es lo único que le importa a la autora. Si esperabas conocer más a los personajes, no has elegido la novela correcta.
La novela, cortita para lo que estamos acostumbrados, está trabajada hasta tener una prosa con brillo, casi poética, hasta cierto punto agotadora. Cuando uno lleva la mitad del libro ya tiene claro que lo que ven es bonito, que les gusta, que hay barcos, líneas de luces, fenómenos que se aprecian desde la distancia e incluso ondas de radio. Lo que cuesta es aceptar que todos sean tan elevados. Por eso el libro me ha resultado agotador.
Orbital me ha resultado agotador.
Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias.